El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, recibió ayer a Mons. Prosper Bonaventure Ky, obispo de Dédougou (Burkina Faso), en el palacio episcopal de Castellón.
Al encuentro también asistió el Delegado para las Misiones, D. Salvador Prades, y los sacerdotes diocesanos D. Juan Antonio Albiol y D. Eduardo García, que fundaron una parroquia en la población burkinabé de Oury. También el Delegado de Cáritas diocesana de Dédougou, el P. André Toé, así como el P. Simón Ky, que lleva varios años ejerciendo su ministerio en la Diócesis de Albacete.
Cabe recordar que Mons. Prosper Ky ya vino a Castellón en agosto del pasado año con el fin de relanzar los lazos de fraternidad y colaboración entre ambas diócesis con motivo del Año Jubilar diocesano. La conexión entre Nouna-Dédougou (hoy dividida en dos diócesis distintas) y Segorbe-Castellón nace en la década de los 60 del siglo pasado, cuando Mons. Jean Lesourd (Padre Blanco) le pidió a Mons. Josep Pont i Gol que enviase sacerdotes a su diócesis.
Ahora, gracias al “boom vocacional” que están experimentando varios países de África, y fruto de la reunión mantenida ayer, será la diócesis africana la que se plantea enviar en un futuro próximo un sacerdote a Segorbe-Castellón para que ejerza aquí su ministerio durante un tiempo.
Además, aparte de esta colaboración pastoral también se estudió la posibilidad de una colaboración económica, por la que nuestra Diócesis ayudará a la de Dédougou en la financiación de proyectos dirigidos a mantener la seguridad en las parroquias de Burkina Faso, ya que el país es el nuevo epicentro del yihadismo en el Sahel Occidental. De hecho, recordamos que en enero murió asesinado el sacerdote Jacques Zerbo, “gran amigo de la Diócesis de Segorbe-Castellón”.
Por otra parte, Mons. Prosper Ky aprovechó la visita a nuestra Diócesis para mantener un encuentro con el Delegado Episcopal en Cáritas Diocesana, D. Sergio Mendoza, y con el Director, D. Francisco Mir; así como con la Presidenta-Delegada de Manos Unidas de Segorbe-Castellón, Dña. Amparo Faulí. También quiso visitar a la comunidad de Carmelitas Descalzas de Alquerías del Niño Perdido.
La coordinadora nacional de “40 días por la vida”, Nayeli Rodríguez, junto a la coordinadora de la organización para Iberoamérica, Lourdes Varela, mantendrán próximamente un encuentro con los voluntarios en la Diócesis de Segorbe-Castellón con el fin de apoyar el testimonio de fe en defensa de la vida.
Será el próximo viernes, día 17 de marzo, en la Concatedral de Santa María de Castellón, dentro de la campaña que se inició el 22 de febrero y que concluirá el día 2 de abril.
Recordamos que “40 Días por la Vida” es una campaña mundial de 40 días dirigida a acabar con el aborto a nivel local mediante la oración, el ayuno, la sensibilización de la comunidad y una vigilia pacífica, diaria y constante frente a los abortorios. En Castellón se unen en oración en el parque Ribalta frente a la única clínica en la que, entre otros servicios, se practica el aborto.
El pasado martes, día 7 de marzo, tuvo lugar en la parroquia de San Cristóbal de Castellón una nueva presentación de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, que en nuestra Diócesis está impulsada por Cáritas Diocesana, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Secretariado de Apostolado del Mar (Stella Maris), Secretariado de Migraciones y Secretariado de Pastoral del Trabajo.
En su exposición, Anna Arayo, miembro del Secretariado diocesano de la Pastoral del Trabajo y militante de la HOAC, hizo un repaso del trabajo en la Doctrina Social de la Iglesia. Recalcó la insistencia de la Iglesia y del papa Francisco en que el trabajo es esencial para la lucha contra el empobrecimiento y el descarte de personas, para el desarrollo humano integral y el cuidado de la casa común y la familia que la habitamos, porque “el trabajo es una prioridad humana, y por tanto una prioridad cristiana”, y su insistencia en poner de manifiesto el maltrato que en nuestra sociedad sufren las personas trabajadoras por la idolatría del dinero.
En la sociedad “el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no solo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo y en definitiva para vivir como pueblo”.
En nuestro sistema de producción y consumo el trabajo (la persona trabajadora) se considera un coste, un engranaje más, un factor en función del beneficio de las empresas. Por datos del último informe FOESSA, la EPA y el Ministerio de Trabajo somos conscientes que la pandemia no ha hecho más que agudizar situaciones que ya estábamos viviendo. Así pues colectivos como inmigrantes (especialmente aquellos sin permiso de residencia/trabajo), jóvenes en busca del primer empleo, mayores de 50 años, mujeres cabeza de familia, personas con discapacidad… tienen muy complicado el acceso a un trabajo decente.
Como cristianos alcanzamos a ver a Dios presente en esas realidades, sufriendo con los que sufren, sosteniendo a las víctimas, suscitando justas reivindicaciones…
Como Iglesia se nos plantean algunos retos:
Anhelar un planeta en el que se asegure tierra, techo y trabajo para todos.
Acoger la vida de los empobrecidos del trabajo para construir desde ellos nuestra vida personal y comunitaria.
Convertir los principios y criterios de la Doctrina Social de la Iglesia en acción pastoral concreta y en una propuesta de caridad política. Iglesia por el Trabajo Decente como iniciativa eclesial presente en nuestra diócesis continuamos dando pequeños pasos: para situar en primera línea de nuestras agendas la necesidad de un trabajo decente; para informar, sensibilizar y hacer llegar el reclamo de este derecho; para tratar de ser lugar de encuentro, reflexión y sensibilización; para aportar al debate público los principios y valores cristianos del Trabajo Decente. Para ello seguiremos ofreciendo a parroquias y grupos eclesiales espacios de reflexión como el de esta presentación, e invitando a todos a sumarse a las diferentes acciones con motivo del 28 de abril y el 7 de octubre.
Hoy martes, día 14 de marzo, la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 ha aprobado las cinco solicitudes presentadas esta semana por los equipos de las Cáritas Parroquiales de Onda, del Grao de Castellón, del proyecto de Jardinería y de Castellón.
Las ayudas ascienden, en esta ocasión, a un total de 1.170,28 € para el pago de alquileres y de suministro de luz, para una vacuna y para una beca para la formación.
La procesión de «la Torná» se ha celebrado esta tarde rememorando los orígenes de la fundación de nuestra ciudad. Unos orígenes que como esta mañana recordaba nuestro Obispo «son cristianos». Volver a la ciudad desde La Magdalena no hace más que recordar el camino que todos, como peregrinos, recorremos en esta Cuaresma de la mano del Señor que, como decía esta mañana D. Casimiro es «fuente para saciar la sed espiritual» que nos lleva al Señor.
El Obispo ha bendecido a los peregrinos que desde el cerro de La Magdalena ha regresado a la ciudad rememorando los orígenes de un pueblo cristiano.
La «Romería de les Canyes» marca el inicio de la celebración del Misterio Pascual: la Muerte y Resurrección del Señor que nos ha de llevar a todos a una conversión personal y comunitaria que nos ayude a avivar nuestra fe en este Año Jubilar Diocesano. No en vano, la procesión de «la torná» supone para el Pueblo de Dios de la Diócesis de Segorbe-Castelló, el inicio del Misterio Pascual.
Esta tarde-noche nos hemos preparado para acompañar a Jesús en su camino al calvario, rememorando más de dos mil siglos de historia. De hecho, con la procesión de la torná revivimos, el camino que, como peregrinos, recorremos en esta Cuaresma para encontrarnos con quien es «el camino, la verdad y la vida».
Mons. Casimiro López Llorente ha bendecido a los peregrinos que hoy, como hace varios siglos, fundaron nuestra ciudad.
Nos ha exhortado a caminar desde el Señor a la raíz cristiana del origen de nuestro pueblo
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El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, ha participado hoy en la «Romería de les Canyes» que ha partido a primera hora de la mañana desde la Concatedral de Santa María.
A las 08.00h la Concatedral de Santa María, acogía a cientos de fieles que se han sumado a la tradicional Misa de Romeros que ha estado presidida por D. Casimiro y concelebrada por el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, y por el Vicario parroquial de Santa María, D. Ángel Cumbicos. La celebración de la Eucaristía ha servido para poner en camino, como cada tercer domingo de Cuaresma, a los peregrinos hacia el Ermitorio de La Magdalena remomorando así la fundación de la ciudad de Castellón.
Durante la homilía la reflexión de nuestro Obispo se ha centrado en el verdadero origen. Así ha recordado como nuestros antepasados, en este tiempo de Cuaresma, comenzaron a caminar para ir en romería penitencial hasta La Magdalena. Un camino que lo es también de conversión «para pedir perdón al Señor volviendo al origen y que se reavive nuestra fe y nuestra condición cristiana». De esta forma, ha puesto en valor «el sentido cristiano del día de hoy y el núcleo de la celebración» a pesar de que con el tiempo se hayan ido incorporando otro tipo de celebraciones.
La «Romería de les Canyes» tiene, en sus inicios, una vinculación religiosa que está asociada al traslado de la población de Castellón de la Plana desde la montaña al llano, por lo que la presencia del clero ha estado siempre vinculada a la misma tal como consta en la documentación existente.
Lo verdaderamente importante, ha dicho D. Casimiro es que «caminamos desde el Señor hasta el origen de nuestro pueblo, hasta su raíz cristiana». Así se ha referido al pueblo de Israel, también peregrino por el desierto, y como a ellos, «a falta de agua, a nosotros nos pasa que, anhelando llenar los deseos de nuestro corazón murmuramos contra Dios, le dejamos de lado e intentamos saciar nuestra sed, no solo física, sino también espiritual, en fuentes contaminadas».
En este sentido, recordando la Palabra proclamada, ha exhortado a los romeros «a escuchar la voz del Señor que sale a nuestro encuentro como lo hizo con aquella samaritana» (Juan 4, 5-42) a quien pidió «dame de beber». Así se ha referido a San Agustín para recordarnos que lo que verdaderamente le pedía el Señor a la samaritana «era su fe y poco a poco fue creciendo en ella hasta poder proclamar que Él era el Salvador». También ha recordado a María Magalena, «otra mujer conversa que dedicó toda su vida y su amor al Señor, teniendo la dicha de ser la primera que se encontró con el Señor Resucitado».
Lo confesemos o no, ha dicho D. Casimiro, «tenemos sed, no sólo de agua, sino de plenitud y de felicidad que muchas veces buscamos en fuentes contaminadas que nunca saciarán la sed espiritual porque el único que la puede saciar es Cristo Jesús, fuente del agua viva que nos lleva a la vida eterna».
En este día de romería, el Señor, ha remarcado D. Casimiro, «nos ofrece un reencuentro con Él y con nuestra fe para que se avive nuestra condición cristiana y nos vayamos preparando para celebrar con verdadera alegría el Misterio más grande: la Muerte y Resurrección del Señor para que todo el que crea en Él tenga vida eterna». No ha dejado de exhortarnos a la misión en este día de Romería «sea una expresión de nuestra fe para que otros, como ocurrió con el caso de la samaritana, conozcan a Aquel que es el único capaz de llevar a la plenitud que la mujer y el hombre de hoy también buscan».
Para concluir ha elevado intención para que este día lo sea también de acción de gracias «por todos los beneficios recibidos de Dios a través de nuestra fe». La romería reproduce año tras año la protección penitencial que rememora el nacimiento de la ciudad de Castellón en 1252.
En la actualidad está declarada Bien de Interés Cultural y para los cristianos también es de carácter penitencial y de acción de gracias. De hecho tal y como está documentado, existe una rogativa vinculada a las pestes de la época medieval… En el siglo XIV, se autorizan las procesiones por la sequía y más adelante se instaura una romería penitencial para invocar ayuda tanto material como espiritual. En 1991 se publica la Cosueta o ritual de la romería que recoge el protocolo entre el que se incluyen los símbolos religiosos, el volteo de campanas, la misa de romeros, y la romería propiamente dicha.
Hoy, como entonces, el clero ha participado en la Romería como «acción de gracias» uniéndose a la manifestación de la identidad de todo un pueblo siendo el portador de la reliquia de Santa María Magdalena, D.Miguel Abril, Vicario de Pastoral, seguido de nuestro obispo, D, Casimiro, que encabezaban la procesión.
El Seminario Diocesano Mater Dei ha acogido esta mañana la celebración de la Asamblea anual de la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes que ha reunido a los hospitalarios y consiliarios de las diferentes secciones de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Todo ello tras la celebración de las elecciones a la presidencia que tuvieron lugar el pasado 5 de marzo, en la que se presentaron las candidaturas de Pascual Aznar y Noelia Nicolau. Con un 42% de la participación, finalmente resultó elegido D. Pascual Aznar, que afronta, a partir de ahora, el reto inminente de la organización de la próxima peregrinación diocesana prevista para el mes de junio.
La Asamblea comenzaba a las 10.30 horas con la oración de la mañana, para abordar, a continuación, el orden del día que, entre otras cuestiones, ha presentado las cuentas anuales.
Lema Pastoral del año
El consiliario de la Hospitalidad Diocesana, D. José Luis Valdés, presentó el lema pastoral de este año y que, tal como se presentó en el 49º Congreso Nacional de Hospitalidades celebrado el pasado año en Castellón, tiene su origen en las palabras que dirigió la Virgen a Bernardita: «Vaya a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla».
En este sentido, esta es la meditación que se propone para la preparación de las peregrinaciones que se van a celebrar en este 2023, incluida de la nuestra Hospitalidad y que está dirigida a todos cuantos participan en la labor pastoral que realizan los capellanes del santuario de Ntra. Sra. de Lourdes en favor de los peregrinos.
Por eso, más que ninguna otra, esta historia singular de María y Bernardita está iluminada por las Sagradas Escrituras, la Enseñanza de la Iglesia, pero también por la experiencia de los peregrinos de Lourdes que no dejan de vivirla.
Tal como recordó D. José Luis Valdés, el lema es una invitación «a la misión» trasnmitida a Bernardita, por María misma, objeto de esta misión desde su Inmaculada Concepción, para participar plenamente en la ofrenda de su Hijo para la salvación del mundo.
El papel de los sacerdotes
Como ministros de la Palabra y de los sacramentos, los sacerdotes anuncian a Cristo Jesús y lo entregan sacramentalmente para que cada bautizado sea fortalecido por él. Servidores de la Iglesia, los sacerdotes enseñan y santifican al pueblo santo y fiel de Dios.
María ama a los sacerdotes con un amor maternal y protector, viendo en cada uno de ellos un ministro servidor y cooperador ferviente de su Hijo para la salvación del mundo.
Y, como hace con Bernardita, María atrae hacia sí a los pecadores a los que indica los sacerdotes para que vayan a confesar sus pecados y reciban el perdón sacramental de todas sus faltas y vivan de la superabundancia de la misericordia de Dios.
A todo ello se suma la petición de construir una Capilla. En el plano espiritual, es el contenido de la relación que María entabló con Bernardita lo que es la base de la capilla y, por tanto, de la peregrinación a Lourdes.
Este contenido es la gracia que Dios da a María, para que la difunda ampliamente en la Gruta de Lourdes. Las curaciones y milagros son solo un aspecto. Así, el gran milagro de Lourdes no se encuentra en las curaciones de algunas personas, sino en la gracia de la aceptación que una multitud recibe de María, la Virgen Inmaculada. El fruto de esto es la conversión, es decir, el cambio de vida y la aceptación de la salvación ofrecida por Cristo Jesús.
La asamblea finalizaba este mediodía con una Eucaristía que ha estado presidida por el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente a lo que ha seguido una comida fraterna. Durante la homilía el Obispo se ha referido a la figura del «hijo menor» en este tiempo de Cuaresma, y recordando la parábola del Hijo pródigo se ha referido a la veces que abandonamos la casa del Padre. El hijo menor, ha dicho «nos muestra el camino del arrepentimiento de nuestros pecados y faltas para volver al Padre» y ha exhortado ha analizar nuestra vida «a la luz de la Palabra, mirándonos a nosotros mismos con los ojos de Dios», para recorrer el camino del Hijo pródigo y que nos nos ocurra cómo al hermano mayor, «siendo misericordiosos como nuestro Padre con aquellos que no piensan como nosotros».
La Parroquia Santos Evangelistas de Vila-real, al igual que en muchas parroquias de nuestra Diócesis, se está viviendo la Cuaresma con la implicación de los diferentes grupos parroquiales. De hecho, ayer tarde fueron los jóvenes parroquianos quienes dirigieron el Vía Crucis en el tercer viernes de Cuaresma.
Los jóvenes, implicados al máximo en las diferentes realidades de la sociedad actual, eligieron el via crucis preparado por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia necesitada por los cristianos perseguidos. De esta forma, rezaron junto al resto de feligreses, siendo conscientes de la complicada vida que tienen muchos hermanos en la fe por el hecho de ser Cristianos.
Al finalizar , participaron en la Misa celebrada por el párroco, D. Sergio Mendoza, que se celebró por diversas necesidades que, según confirma el párroco, «nos invita a tener presente la realidad de los cristianos perseguidos».
El día 19 de marzo celebramos el Día del Seminario. Por san José, todos los años, nuestros seminarios diocesanos mayores –Mater Dei y Redemptoris Mater– y el seminario menor Mater Dei y las vocaciones al sacerdocio están de un modo más intenso en el centro de nuestra oración, reflexión y acción pastoral.
En este momento contamos con dieciocho seminaristas mayores –tres en el Mater Dei y quince en el Redemptoris Mater-, así como con tres en el seminario menor. A pesar de lo que nos puedan parecer estos números padecemos una fuerte sequia vocacional al sacerdocio. Sólo cuatro seminaristas mayores proceden de nuestra Iglesia diocesana: uno del Mater Dei y tres del Redemptoris Mater.
Esta sequía vocacional entre nosotros nos ha de interpelar a todos. Los sacerdotes son y siguen siendo necesarios para generar y regenerar la comunidad cristiana como pastores en nombre de Jesús, el buen Pastor, Cabeza y Pastor de su Iglesia. Nos urge pues situar la pastoral vocacional en un lugar privilegiado de nuestras comunidades cristianas. Decía san Juan Pablo II que “la pastoral vocacional exige ser acogida, sobre todo hoy, con nuevo, vigoroso y más decidido compromiso por parte de todos los miembros de la Iglesia” (PDV, n. 34d). Todos -obispo, sacerdotes, religiosos y seglares, familias y comunidades cristianas- hemos de implicarnos activamente en la promoción de las vocaciones sacerdotales. No nos quedemos en una tristeza o queja inútil; es la hora de la fe y de la confianza en el Señor que nos envía a seguir echando las redes en la tarea de la pastoral vocacional.
Cuatro palabras nos han de acompañar en nuestro camino y tarea: orar, sensibilizar, proponer y acompañar. En primer lugar y antes de nada está la oración. La vocación es don de Dios. Jesús nos mandó: “rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 36-38). La oración confiada e insistente a Dios por las vocaciones es siempre eficaz, crea conciencia vocacional en toda la comunidad cristiana y prepara la tierra para sembrar la semilla vocacional. Potenciemos las iniciativas que ya se están realizando en muchas parroquias, comunidades de religiosas y de contemplativas, como la exposición del Santísimo los jueves para orar por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales. Además podemos añadir cada día una petición por las vocaciones en las preces de Laudes y Vísperas, unirnos a las cadenas de oración con este fin o pedir a los enfermos que oren y ofrezcan sus sufrimientos por las vocaciones, Y hemos de acudir siempre a la intercesión de la Virgen María y de los Santos en nuestra oración.
Es necesario además sensibilizar creando ámbitos donde se pueda plantear a los adolescentes y jóvenes el sentido de la vida como vocación y donde puedan preguntarse ¿qué quiere Dios de mí? Se trata de una responsabilidad de todos, especialmente de los sacerdotes; es el testimonio de su vida el que puede despertar en el joven el deseo de identificarse con el ministerio. En este sentido hemos de ayudar a la comunidad y a las familias cristianas a valorar, desde la fe y no desde una perspectiva sociológica o humana, el ministerio sacerdotal. Para esta sensibilización se ofrecen aquellos ámbitos donde los jóvenes puedan encontrase personalmente con el Señor en la oración, en retiros o ejercicios espirituales, que les ayude a descubrir el amor de Cristo en su propia vida, y a responder con amor a quien por amor se entregó por nosotros. La sensibilización vocacional no puede faltar en el proceso catequético de iniciación cristiana, en los colegios diocesanos, en las convivencias con monaguillos o en los movimientos de adolescentes.
En tercer lugar propongamos personalmente a niños, adolescentes y jóvenes la llamada de Dios al sacerdocio tomando como modelo el llamamiento de Jesús a sus apóstoles. La llamada de Jesús fue siempre directa y personal. No tengamos miedo a proponer explícitamente la vocación al sacerdocio. Si la respuesta es negativa ya tenemos respuesta; si es dubitativa hay que hacer un seguimiento, y si es afirmativa ya tenemos una vocación. La propuesta vocacional necesita personas convencidas e identificadas con su vocación.
Y finalmente hemos de acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes que se sienten llamados por el Señor para ayudarles a discernir y madurar su vocación. Con este fin reabrimos hace unos años el Seminario Menor. Pensemos también en el seminario en familia o en grupos de acompañamiento. Los sacerdotes y agentes de pastoral deberían acompañar a las familias y en especial a aquellas que tengan hijos con inquietud vocacional, para que favorezcan la vocación.
Cuidemos con esmero a nuestros seminarios, a nuestros seminaristas y las vocaciones al sacerdocio ordenado. Seamos también generosos en la colecta. La Iglesia y nuestro mundo necesitan sacerdotes, hombres de Dios para servir a los hermanos.
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