La Hoja del 22 de octubre, día del DOMUND
/0 Comentarios/en De Misiones y Cooperación con las Iglesias, La Hoja, Noticias destacadas/por obsegorbecastellonEn la Hoja del 22 de octubre, día del DOMUND:
- Corazón misionero. Domund 2017.
- Anunciar a Jesucristo vivo, por mons. Casimiro López Llorente
- Colecta DOMUND 2016
- Entrevista con el carmelita misionero en Burkina Faso, Francisco Javier Abril
Puedes leerlo aquí.
COPE Castellón celebra su 50 aniversario
/0 Comentarios/en Noticias, Noticias destacadas/por obsegorbecastellonLa semana pasada COPE Castellón celebró su 50 aniversario con un acto en el Auditorio Municipal de Vila-real en el que conmemoró su nacimiento como Radio Popular de la Plana, fundada por Joan Soler. La primera emisión se realizó el 20 de octubre de 1967. En el evento se presentó un libro sobre la historia de este medio siglo y el próximo 3 de noviembre la emisora recibirá la Medalla de la Ciudad de Vila-real en reconocimiento a su servicio a la sociedad.
Vigilia de Oración del Congreso Interdiocesano de Educación
/0 Comentarios/en Homilías 2017/por obsegorbecastellonValencia, Plaza de la Virgen, 20.10.2107
(Neh 8, 1-4a;5-6;8 Tim 1,1-11; Mt. 28,16-20)
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¡Amados todos en el Señor! Sr. Cardenal-Arzobispo de Valencia, hermanos Obispos, y queridos sacerdotes, padres, catequistas y profesores cristianos:
Al comienzo de este Congreso Interdiocesano de la Educación, el Señor nos convoca esta tarde-noche para orar en torno a su Madre y Madre nuestra, la Virgen de los Desamparados. Antes de reflexionar sobre los retos de la educación hoy para los padres, la sociedad y la Iglesia, queremos abrir nuestra mente y nuestro corazón a Dios y a su Palabra; a Dios le pedimos luz para percibir y discernir los retos que nos plantea hoy la educación; por intercesión la Virgen le pedimos también luz para entender lo que es y significa educar; y le rogamos que nos conceda la docilidad necesaria para acoger sus caminos y fortaleza para afrontar nuestras las dificultades educativas. A los pies de la Virgen queremos mostrar nuestra alegría en la tarea educativa de nuestros hijos.
Pero, ¿qué es educar? Haríamos un flaco favor a nuestros hijos si limitásemos la educación a la instrucción, a la adquisición de conocimientos o de habilidades, a tener información. Lucas nos refiere en su evangelio que José y María, después de haber presentado a Dios en el templo a Jesús, regresaron a Nazaret y el niño iba creciendo en estatura, en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres (cf. Lc 2,40). Aquí se nos dan unas pinceladas sobre la educación.
Educar es ayudar al educando a desarrollar todas sus capacidades -dones recibidos de Dios-, es llevarlo hacia la plenitud de la gracia de Dios que le hace crecer como persona. Educar es ayudar a alguien ser persona, ayudarle a que tenga criterio y dignidad. Por parte del educador es seducir al educando con los valores y atraerlo por encantamiento y ejemplaridad hacia lo mejor. Es ayudarle a descubrir e integrar su propia identidad como hombre o como mujer, a crecer en la libertad y en la responsabilidad basadas en la verdad, en el bien y en la belleza; es ayudar al educando a descubrir la razón de su ser en el mundo y el sentido de su existencia, para hacerle capaz de vivir en plenitud y con esperanza, y de contribuir al bien de la comunidad, de la sociedad y de la Iglesia. Educar es enseñar el arte de vivir.
No se trata simplemente de enseñar a «hacer» o a «saber» muchas cosas; se trata de ayudar s nuestros hijos a «ser» personas desde la verdad del ser humano, a desarrollar todas sus capacidades y dimensiones, desde su apertura a Dios en Jesucristo.
La tarea educativa hoy no es fácil; nunca lo ha sido. Necesita mucha entrega y paciencia; y, sobre todo necesita, mucho amor para dar lo mejor de nosotros mismos a nuestros hijos. Pero hoy la educación se ha convertido en un verdadero reto. El papa Francisco habla de desafío educativo, como el reto fundamental ante el que se encuentran los padres, las familias, la escuela y el resto de los educadores en la sociedad y en la Iglesia; un reto que se hace más arduo y complejo por la realidad cultural actual y la gran influencia de los medios de comunicación y redes sociales (cf. AL, 84). El papa emérito, Benedicto XVI, acuño el término “emergencia educativa”; se refería a las dificultades que encuentra hoy todo educador a la hora de transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un correcto comportamiento; esta emergencia se debe a la fractura entre las generaciones, y se debe, sobre todo, al relativismo, al subjetivismo o la exaltación de la autonomía absoluta de la persona; incluso para determinar la propia identidad de hombre o mujer, como proclama la inicua y destructora ideología de género, que mediante la ley se ha de enseñar e imponer en nuestra Comunidad a todos a través de los centros educativos con medios coercitivos y punitivos. Una imposición que atenta directamente contra el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones religiosas; ellos son los primeros y principales educadores de sus hijos; una imposición que atenta también contra la libertad religiosa e ideológica. Ante esta imposición nos queda el derecho a la palabra, a acudir a los tribunales y, en último término, el voto.
En este contexto se hace muy difícil una auténtica formación de la persona humana; una formación que capacite al niño, al adolescente o al joven para orientarse en la vida, para encontrar motivos para el compromiso y para relacionarse con los demás de manera constructiva, sin huir ante la dificultad y las contradicciones. Ante esta situación los educadores nos vemos muchas veces desbordados y fácilmente tentados a abdicar de nuestros deberes educativos. Sin embargo, cada día sentimos más la urgente necesidad de ayudar a nuestros hijos para que desarrollen global e íntegramente su personalidad, incluidos los valores humanos y espirituales.
Es preciso retomar la idea de la formación integral, tan querida en la tradición educativa de nuestra Iglesia; así lo propone el papa Francisco en el capítulo 7 de la Exhortación Amoris laetitia. La formación integral podríamos describirla como el proceso continuo, permanente y participativo que busca desarrollar armónicamente todas y cada una de las dimensiones del ser humano -ética, espiritual, cognitiva, afectiva-sexual, estética, corporal, comunicativa y trascendente-, a fin de lograr su realización plena. Todas estas capacidades deben responder a las preguntas más profundas del ser humano. A la vista de todos está la necesidad y la urgencia de ayudar a los niños, adolescentes y jóvenes a proyectar la vida según valores auténticos, que hagan referencia a una visión ‘alta’ del hombre. Como hemos escuchado en la primera lectura, también nosotros hemos recibido una tradición, una fe, un modo de entender la vida y la persona, que fundamenta una sociedad de libertad y de esperanza. Una familia una sociedad que educa transmite los valores que ha recibido de sus mayores.
Para los cristianos, Jesús es el modelo de persona, es el modelo educativo de referencia: sólo en Él se esclarece el misterio del hombre (cf. GS 22), sólo en él encuentra el ser humano su plenitud. En el Evangelio Jesús nos acaba de decir: «Id y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo«. (Mt 16, 21). Son palabras también validas para la educación en general, para la educación cristiana de los padres cristianos y de cualquier obra educativa de la Iglesia. Yo resumiría este pasaje evangélico en tres palabras: envío, tarea y promesa.
En primer lugar está el envío a la misión. Los Apóstoles, discípulos predilectos de Jesús, recibieron un día de Él la misión de proclamar la Buena Nueva; una misión que se continúa en la Iglesia del Señor. Todos nosotros somos enviados como discípulos suyos a evangelizar, a educar en su nombre. «Id», dice Jesús a sus Apóstoles; «Id», nos dice Jesús hoy a nosotros. Id y educad en la fe y la vida cristiana.
Pero antes de ser enviados a la misión, los Apóstoles han conocido a Jesús, han aprendido a amarle y han caminado con él; es decir: se han convertido en discípulos del Señor: creen en Él, lo aman y lo siguen: viven prendidos y enamorados de Aquel que los envía como el Padre lo envió a Él: Él es el Cristo, el Hijo de Dios, el Señor, el enviado por Dios Padre y el Ungido por Dios Espíritu para anunciar la Buena nueva, para ofrecer la Vida nueva que salva y plenifica. Como a los Apóstoles en su momento, Jesús nos invita a estar con Él, a intimar con Él, a conocerlo, a amarlo, a vivir unidos a Él: sólo así podremos comunicarlo a los demás. Esta unión a Cristo y a su cuerpo, la Iglesia, ha fundamentar y alimentar nuestro trabajo educativo diario, nuestras preocupaciones, nuestros anhelos y nuestra esperanza en la dificultad.
En segundo lugar está la tarea. Esta no es otra sino: «haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado». No se trata sólo de transmitir una doctrina, unos valores, unos principios éticos; se trata en primer lugar de transmitir a Cristo, la Palabra, para ayudar a los educandos a ser discípulos de Jesús. Esto comienza llevándoles al encuentro personal con Él, ayudándoles a conocer a Jesús, sus palabras, su caminos y sus mandamientos, para así le sigan insertados vitalmente en su Iglesia, en su vida y su misión. En una palabra, educar significa ayudarles a ser cristianos de verdad, discípulos misioneros del Señor: Él es el Camino, la Verdad y la Vida
Y, por último, está la promesa. «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». El enviado a la misión de la educación sabe que no está solo; el mismo Cristo está con él, por la fuerza del Espíritu Santo. El educador cristiano nunca está solo.
Ante el contexto adverso a la educación, ante la indiferencia de muchos padres respecto de la educación de sus hijos, y ante las dificultades legislativas y las trabas administrativas podemos sentir la tentación del desaliento, o de sentirnos solos. No, queridos padres y educadores. No estamos solos: Jesucristo nos acompaña, nos conforta y nos alienta por la fuerza del Espíritu y la cercanía de su Iglesia. Él, que es más grande y más fuerte, está con, en y sobre nosotros inspirándonos las palabras qué debemos decir y las explicaciones que hemos de dar. Su fuerza persuasiva y efectiva actúa a través de nosotros.
Para sentir esa presencia es precisa una adhesión personal y firme a Cristo en el seno de su Iglesia que nos ayuda a brillar por dentro e iluminar por fuera. El testimonio de vida es el camino para seducir con los valores y atraer por encantamiento y ejemplaridad hacia lo mejor. Nuestra misión no se basa en el éxito fácil e inmediato, sino en la fuerza de la gracia de Dios y en nuestra fidelidad a Cristo y a su Iglesia.
No estamos solos. No nos faltará la presencia alentadora del Señor en forma de consuelo, de gozo y de paz. Contamos con la fortaleza del Espíritu Santo y del acompañamiento de la Iglesia. Que la Virgen, la Mare de Deú dels Desamparats , nos aliente y acompañe a lo largo de este Congreso y en nuestra tarea educativa, en nuestra tarea de anunciar la alegría del Evangelio. Amén.
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
Anunciar a Jesucristo vivo
/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2017, Noticias, Noticias destacadas/por obsegorbecastellonQueridos diocesanos:
Este domingo, 22 de octubre, celebramos con toda la Iglesia católica la Jornada Mundial de las Misiones, el día del Domund. Cada año, esta Jornada es una ocasión privilegiada para que todos los integrantes del Pueblo de Dios tomemos conciencia de la permanente validez del mandato misionero de Jesús de hacer discípulos suyos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19). Aún son muchos los que no conocen a Jesucristo. El mandato y el compromiso misioneros valen para todos los bautizados; la misión atañe a todos y cada uno de los cristianos, a nuestra Iglesia, a las parroquias, y a las comunidades, movimientos y asociaciones eclesiales. Todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a participar en la misión que el Señor nos ha confiado. La Iglesia es misionera por naturaleza; «si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería sólo una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su propósito y desapareciendo» nos dice el Papa Francisco.
El Mensaje del Papa nos recuerda que la misión es el corazón de la fe cristiana; y el lema de la Jornada nos invita a ser valientes porque la misión nos espera; una llamada urgente a compartir con el mundo entero la gracia del encuentro con Jesucristo.
Ante un mundo confundido por tantas ilusiones, herido por grandes frustraciones y desgarrado por numerosas guerras fratricidas, hemos de seguir anunciando el Evangelio de Cristo, Camino, Verdad y Vida. Nuestra misión como cristianos y como Iglesia se funda en la fuerza transformadora del Evangelio. Nuestra misión no es propagar una ideología religiosa ni tampoco proponer una ética sublime. La misión de la Iglesia es anunciar y ofrecer a Jesucristo y el Evangelio. El Evangelio es la Buena Nueva porque contiene y ofrece una vida nueva: la vida de Cristo resucitado. Cuando se acoge esta vida nueva, comunicada por el Espíritu Santo, Cristo Jesús se convierte en Camino, Verdad y Vida de las personas; en Camino que invita a seguirlo con confianza y valor para experimentar así la Verdad y recibir su Vida, que es la plena comunión con Dios y germen de comunión con todos los hombres y la creación; una comunión que nos libera de toda forma de egoísmo y es fuente de creatividad en el amor. La vida nueva de Cristo Resucitado transforma el corazón de la personas, condición siempre indispensable para la trasformación de la relaciones personales y sociales, y de las estructuras injustas y de pecado. De este modo, el anuncio del Evangelio se convierte en palabra viva y eficaz que realiza lo que proclama.
La misión de la Iglesia y la misión de todo cristiano es llevar al encuentro personal y transformador con Jesucristo vivo. A través de nuestra misión, Jesucristo mismo sigue evangelizando, saliendo al encuentro, actuando y salvando. A través del anuncio del Evangelio, Jesús se convierte en contemporáneo nuestro, de modo que quienes lo acogen con fe y amor experimentan la fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado que fecunda lo humano y la creación. Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo para siempre como una fuerza imparable. El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo como algo esencial, nos dice el papa Francisco. «Cristo, a través de la Iglesia, continúa su misión de Buen Samaritano, curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen Pastor, buscando sin descanso a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin una meta».
“Sé valiente, la misión te espera», es el lema del Domund de este año. A cada uno de nosotros, por el bautismo, se nos ha confiado la misión de ser misioneros valientes de Jesucristo en medio de nuestra vida. Ser valiente significa salir de nuestra comodidad para encontrarnos con el otro y llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio; ser valiente es dejarme involucrar y comprometer; ser valiente es sentirme responsable de la misión y colaborar con la oración y económicamente; ser valiente es responder a la llamada a implicar mi vida en la evangelización universal. “Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo” (Evangelii gaudium, 273). No busquemos justificaciones fáciles para inhibirnos. Redoblemos, pues, nuestro compromiso con la misión y las misiones.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
La propuesta de la Iglesia sobre educación. Mons. Cardenal Antonio Cañizares
/0 Comentarios/en De Enseñanza, Noticias, Noticias destacadas/por obsegorbecastellonEl Arzobispo de Valencia, el cardenal Mons. Antonio Cañizares, ha concluido el Congreso de Educación con una conferencia en la que ha recordado el magisterio de la Iglesia en la que se justifica la labor educativa de ésta.
Recordando que la finalidad es la educación integral de la persona, ha especificado que ésta incluye la dimensión moral y religiosa, que abra al sentido de la vida y despierte y avive la realidad trascendente, de Dios. Igualmente debe atender al bien de la sociedad de la que el educando es miembro, por ello ha de capacitarlo para contribuir a su desarrollo y cumplir con sus deberes con ella.
La educación, un reto para la sociedad. Mons. José Ignacio Munilla
/1 Comentario/en De Enseñanza, Noticias, Noticias destacadas/por obsegorbecastellonEl Obispo de San Sebastián, mons. Jose Ignacio Munilla , ha presentado diez claves del reto educativo en la tercera ponencia del Congreso de Educación:
- El equilibrio afectivo. La emergencia educativa es la punta del iceberg que toca la emergencia afectiva. EL gran número de familias desestructuradas afecta a la conciencia de amor, y solo cuando alguien se sabe amado de manera incondicional es capaz de dar lo mejor de sí mismo. Por eso el reto educativo pasa también por los Centros de Orientación Familiar para sostener los matrimonios.
- Cultivo del hambre y sed de la verdad. De una verdad objetiva en la que se cree. El relativismo es antagónico a la educación. Educar sin amor a la verdad es como nadar sin agua.
- Educar en la fortaleza interior. La educación es una carrera de alto recorrido, en el que es básica la capacidad de resistencia ante las adversidades. Es asumir frustraciones sin venirse abajo. La paciencia es la mayor fuerza de la fortaleza. La educación en la fortaleza pasa por el sacrificio y la austeridad.
- Libertad anclada en la verdad. Hay una crisis de la noción de autoridad que se vincula a la verdad, y eso implica una crisis de la paternidad. Un ejemplo es la ideología de género: tengo libertad sin naturaleza. El mensaje cristiano tiene bien resuelto el equilibrio entre libertad y obediencia.
- La educación personal y comunitaria. Se requieren ambas facetas. La personalizada está muy ponderada hoy en día. Jesús tenía una educación personalizada. Pero al mismo tiempo es muy importante conjugarlo con la educación comunitaria.
- El equilibrio entre la educación de la razón y del corazón. La gran herejía de nuestro tiempo es contraponer razón y corazón, verdad y caridad. Esto provoca una educación desequilibrada, cayendo en un emotivismo que no es racional. Vivimos en una cultura muy sensible a lo testimonial, por eso hay que integrar el corazón con la razón.
- Educación de los deseos. Ante los deseos hay el adicto que se entrega plenamente pero que no se llena, el estoico o budista para convencerse que no tengo deseos, y el cristiano, que descubre que detrás de cada deseo interior se esconde el deseo de Dios. Su voluntad es colmar las ansias más profundas de felicidad, aunque se pase por una purificación. El primer educador de los deseos es la familia, ayudada por el acompañamiento espiritual y el colegio.
- Educación en las actitudes. E=(C+H)A Educación es Conocimientos más Habilidades, multiplicado por Actitudes. Al final, lo que multiplica es qué actitud interior de generosidad, de optimismo, alegría o entrega tienes. Si no hay entrega generosa, la educación no existe.
- Educar en lo esencial. Existe el riesgo de centrarse en las especialidades perdiendo lo básico, lo esencial. Los valores fundamentales tienen que ocupar el lugar central. Cuando religión, humanidades, historia, filosofía no son materias esenciales, la educación pierde fundamento. Hay que educar en Jesucristo con prioridad sobre los valores, porque los valores es la consecuencia de fundar la existencia en Jesucristo.
- Poder educativo de la comunión de la Iglesia. La Iglesia es madre educadora, y tenemos que confiar en eso. El que se considera humilde en la Iglesia y quiere vivir en su seno, seguro que perseverará, concluía Mons. Munilla.
La educación, reto para los padres. Catherine L’Ecuyer
/0 Comentarios/en De Enseñanza, De Familia y Vida, Noticias, Noticias destacadas/por obsegorbecastellonLa segunda conferencia del Congreso Inter-diocesano de Educación se ha centrado en la educación, reto para los padres. La ponente ha comenzado despertando la consciencia de que los padres son los primeros educadores de los hijos: “Tiene un profundo significado, y a menudo se olvida que estamos ante uno de los misterios más profundos de la libertad, que es el de la libertad del educado y del educador, que participan en el misterio de la co-redención.
Tanto padres como educadores estamos invitados a acercarnos a ese misterio con misterio y reverencia”, afirmaba Catherine L’Ecuyer.
#JornadaMundialdelasComunicacionesSociales
📄✍️ Hoy se celebra la 58º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. «#InteligenciaArtificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana» es el tema que propone @Pontifex_es 💻❤️
#CartaDelObispo #MayoMesDeMaria
💐🙏 El Obispo nos exhorta, en su carta semanal, a contemplar a la Virgen e imitarla en su fe, esperanza y caridad, porque ella dirige siempre nuestra mirada hacia Jesús; y nos ofrece y nos lleva a Cristo ✝️