Este fin de semana, todas las parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón se han vestido de fiesta para celebrar la solemnidad del Corpus Christi, una de las festividades más importantes del calendario litúrgico. Las diferentes comunidades han participado con fervor en las distintas actividades organizadas para honrar el Santísimo Sacramento.
Las celebraciones comenzaron con la Eucaristía, en la que Cristo nos ha dejado el memorial de su entrega total en la cruz por amor a toda la humanidad. En muchas parroquias, la Santa Misa fue el preludio de las procesiones que recorrieron las calles, llevando el Santísimo Sacramento bajo palio y acompañados por los cánticos y oraciones de los fieles.
Una de las tradiciones más arraigadas y vistosas de esta festividad es la confección de alfombras florales. Con gran dedicación y creatividad, los feligreses diseñaron y elaboraron alfombras con pétalos de flores, adornando el recorrido de las procesiones. Estos tapices efímeros embellecen las calles y simbolizan la acogida del Cuerpo de Cristo.
Asimismo, los altares en la calle, preparados por distintas familias y grupos parroquiales, añadieron un toque especial a la solemnidad. Decorados con esmero, estos altares se convirtieron en estaciones de oración y adoración durante las procesiones. La comunidad se detuvo en cada uno de ellos para rendir homenaje y elevar sus plegarias al Santísimo.
La festividad del Corpus Christi en la Diócesis de Segorbe-Castellón ha sido, una vez más, un momento de profunda espiritualidad y unión comunitaria. Las parroquias han demostrado su compromiso con las tradiciones y su fervor religioso, haciendo de esta celebración una experiencia memorable y significativa para todos los participantes.
Mons. Casimiro López LLorente preside la Solemnidad del Corpus Christi en Segorbe
La Santa Iglesia Catedral de Segorbe acogió ayer tarde con toda Solemnidad la Santa Misa que antecedía a la procesión que más tarde recorrería las calles de la capital del Alto Palancia. El Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar era venerado públicamente ensalzando su presencia viva y real entre nosotros.
El Obispo de Segorbe-Castellón presidía la Santa Misa, acompañado del Cabildo Catedral. D. Federico Caudé, así como por una representación de sacerdotes concelebrantes, diáconos y seminaristas. Como ocurriera el sábado en Castellón, especial protagonismo tuvieron también las niñas y niños de Primera Comunión que junto a sus catequistas ocupaban los primeros bancos, seguidos de sus padres y el resto de los fieles.
También las principales autoridades políticas, civiles y militares se sumaron a la celebración en la que D. Casimiro, a partir de la liturgia de la Palabra puso el énfasis en el memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor que «que bajo las especies dle pan y del vino se entrega a todo hombre como alimento y bebida de salvación», dijo, de forma que la solemnidad del Corpus Christi, «nos ayuda a crecer en la conciencia del lugar central que corresponde a la Eucaristía en nuestra vida como cristianos, como comunidad eclesial y en nuestra historia».
Describió la Eucaristía como «memorial, comunión y presencia» porque conmemoramos «el sacrificio redentor de Jesús en la cruz que actualizamos de modo incruento en cada Santa Misa» donde «el Señor mismo se nos da en comida de salvación», y «presencia real, permanente y sustancial bajo la apariencia de pan de Cristo resucitado entre nosotros».
El amor de Dios
El sacramento eucarístico fue el hilo conductor de una homilía en la que «el amor de Dios» estuvo muy presente pues «es el mayor signo del amor de Dios hacia todos los hombres, manifestado de una vez para siempre en el sacrificio redentor de Cristo en la cruz que nos descubre el verdadero rostro de Dios».
D. Casimiro recordó también que la Eucaristía «es el sacramento de la nueva y eterna alianza de Dios con la humanidad en Cristo» pues el cuerpo entregado y la sangre derramada de Cristo son un nuevo y definitivo pacto entre Dios y la humanidad. Una entrega, recordó el Obispo, que es única «para la reconciliación de la humanidad con Dios y que la actualizamos de modo ininterrumpido en cada Santa Misa para que el amor de Dios alcance a todos en todos los tiempos». En esta alianza definitiva «instaura una relación radicalmente nueva de Dios con los hombres; una relación de amor y de comunión de vida establecida por Jesucristo» quien durante su vida, advirtió D. Casimiro, «no tuvo otro fin que darnos a conocer y comunicarnos el misterio de Dios que es amor, comunión de vida y de amor infinito en sí mismo».
Eucaristía: centro de la vida de la Iglesia
El Obispo se refirió también a la Eucaristía como centro de la vida de la Iglesia, de todo cristiano y de toda comunidad cristiana, «fuente de la que nos nutrimos y, a la vez, cima hacia la que caminamos que está destinada a ser «fermento de la unidad de Dios con los hombres y de estos entre sí». La Iglesia nace y se renueva en cada Eucaristía y sin «la participación plena en este sacramento, la fe y la vida de todo cristiano languidecen, se apagan y terminan muriendo».
Exhortó a participar de una manera activa y plena en cada Eucaristía «para perseverar y existir como discípulos del Señor y no ser cristianos de ocasión que han dejado de ser sal en la tierra y luz en el mundo, que se han mundanizado». Del mismo modo invitó a «la fraternidad participando de la Eucaristía de la que brota el mandamiento nuevo del amor: amaos los unos a los otros, como yo os he amado».
Llamados a la caridad
D. Casimiro recordó también que coincidiendo con el Corpus Christi celebramos el Día de la Caridad. Dejándonos empapar del amor de Dios «todos estamos llamados a vivirlo de tal modo que a todos llegue porque a todos está destinado».
Se refirió al lema de la Semana de la Caridad este año y «abrir caminos de esperanza siendo cristianos «llamados a ser la comunidad de los que se conmueven ante la necesidad de los demás que siguen los pasos de Jesús y se implican en la atención de los más desfavorecidos». Todos los que en la comunión comparten el amor de Cristo «son enviados a ser sus testigos».
Finalmente exhortó a «contemplar su amor supremo, participando de Él y dejándonos moldear para ser testigos comprometidos de su amor en el mundo».
«Seamos sembradores de amor, de perdón y de reconciliación»
La Concatedral de Santa María, en Castellón, acogió ayer tarde la celebración de la fiesta del Corpus Christi con la celebración de la Santa Misa que estuvo presidida por Mons. Casimiro López Llorente y concelebrada por el Deán de la Concatedral y párroco de Santa María, D. Miguel Simón; y por el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, así como por el conjunto de párrocos de la ciudad que se sumaron a esta celebración conjunta y acompañaron a los catequistas y niños de Primera Comunión de sus respectivas parroquias. También lo hicieron las autoridades políticas, policiales y militares de la ciudad, con la alcaldesa Dª. Begoña Carrasco a la cabeza.
La liturgia de la Palabra dio paso a la homilía del Obispo que dirigió, principalmente, a las niñas y niños de Primera Comunión que, junto a sus catequistas, padres y familiares, tuvieron un papel destacado en la celebración. D. Casimiro hizo una catequesis sobre la Eucaristía poniendo el broche final a la formación que han recibido como paso previo. Así explicó cómo tras la lectura de la Palabra alza el Evangelio en señal de «bendición al Pueblo de Dios que recibe la Palabra de Dios aquí y ahora».
Recordó que lo más importante de la celebración de la Eucaristía es rememorar la última cena de Jesús con sus apóstoles en la que «toma el pan, lo bendice, lo parte y dice tomad y comed esto es mi Cuerpo; tomad y bebed esta es mi sangre». Con esta bendición, continuó D. Casimiro, «instituyó la Eucaristía y pidió que así lo hicieran siempre en memoria suya».
Memorial, banquete y presencia
Tres palabras sonaron con fuerza en el mensaje que nuestro Obispo trasladó a los más pequeños. Memorial, banquete y presencia. De esta forma explicó que la Eucaristía «no es un mero recuerdo, sino un memorial que actualiza, cada vez que celebramos la Santa Misa, lo que ocurrió en la última cena» y cada vez que se repite es el mismo Jesús quien a través del Obispo o sacerdote lo hace en conmemoración suya. «Ese es el mandato para actualizar el memorial de la última cena» dijo D. Casimiro, y que anticipa lo que ocurriría después al ser entregado a la Cruz derramando su sangre.
Por ello la Eucaristía «es el memorial del misterio pascual, de su muerte y resurrección para que todo el que crea en Él tenga vida eterna» sellando una nueva alianza que «es un pacto de comunión de Dios, que es amor, con toda la humanidad». Desde entonces, «el pecado y la muerte han sido vencidos y brota la esperanza para toda la humanidad».
El Señor se nos da cuando comulgamos, continuó el Obispo, «porque el pan se ha convertido en su cuerpo y el vino en su sangre». Se refirió así a la comunión como banquete y «como alimento necesario para todos los cristianos» recordando su primera comunión y animándolos «a que no sea la última y a hacerlo con fe, creyendo de verdad que es el Cuerpo de Jesús», que se hace presente en nosotros.
Él nos atrae hacía sí mismo para formar junto a Él un mismo Cuerpo. En este sentido explicó que «la Eucaristía no puede faltar en la vida de un cristiano que quiera vivir de verdad como un creyente y como un testigo del Señor». Si faltase la Eucaristía, «la Iglesia dejaría de existir», advirtió. Participando del amor de Dios a través de la Eucaristía «genera una fraternidad entre nosotros para que seamos testigos de su amor en el mundo».
«Día de la Caridad»
El amor que recibimos al participar de la Eucaristía es un amor para compartir «con aquellos que no tienen, con los pobres de pan, de cultura de Dios, con los destruidos, con las personas viven en soledad, que están enfermas, que necesitan nuestro acompañamiento». Se refirió así a la celebración del «Día de la Caridad» y al mandamiento del amor: «amaos los unos a los otros como yo os he amado». Y así es como se nos da el mismo Jesús en la cruz, afirmó, «hasta el final, derramando hasta la última gota de su sangre para darnos la vida».
Para terminar, Mons. Casimiro López Llorente exhortó a los presentes «a ser sembradores de amor de perdón y de reconciliación». La cruz, dijo D. Casimiro como en otras tantas ocasiones, «no tiene una denominación histórica, sino que es el signo puro de reconciliación».
La presencia del Señor a la que hizo alusión el Obispo durante la homilía, fue real en el transcurso de la procesión por las principales calles de la ciudad para, como él mismo había dicho durante la homilía «ofrecer a nuestra sociedad y al mundo, el amor de Dios que está presente en Cristo Eucaristía». Siendo así, «hemos de adorarlo para que contemplando el amor de Dios, nos dejemos llenar de ese amor, nos dejemos transformar por Él para, allí donde estemos, seamos testigos del amor de Dios para el mundo».
Y así fue pues los fieles de la ciudad se rindieron a la grandiosidad del Señor que bendijo a su paso a cuántos le alababan con cánticos, oraciones y postrándose ante Él. Representantes de las principales Cofradías, así como asociaciones y movimientos se sumaron a la procesión solemne que culminó de nuevo en la Concatedral con la bendición final.
Este Domingo celebramos la fiesta del Corpus Christi, que ha venido precedida y preparada en nuestra Iglesia diocesana por la “Semana de la Caridad”. En el centro de esta fiesta está la Eucaristía, el sacramento del amor; en ella, Cristo Jesús nos ha dejado el memorial de su entrega total en la cruz por amor a toda la humanidad, el mismo Jesús se nos da en comida como el Pan de la Vida y se queda presente entre nosotros para que, en adoración, contemplemos su amor supremo y nos dejemos empapar de él.
La Eucaristía es vital para todo cristiano y para toda comunidad cristiana; es la cima hacia la que caminan y la fuente de la que se nutren. Sin la participación plena y fructuosa en la Eucaristía, la fe y vida cristianas languidecen, se apagan y mueren. En la Eucaristía, el Señor mismo nos invita a su mesa y se nos da Él mismo en su Cuerpo partido y repartido. Al comulgar el Cuerpo de Cristo, el Señor nos atrae hacia sí, nos une consigo y nos transforma; al comulgar el mismo Pan, se alcanza la comunión de unos con otros. La Eucaristía crea y recrea la comunidad y la fraternidad cristiana que, como el verdadero amor, es expansiva y no conoce fronteras.
La Eucaristía tiene por ello unas exigencias concretas para cada comunidad eclesial y para cada cristiano; en ella está enraizado el mandamiento nuevo del amor. Cada comunidad eclesial y cada cristiano estamos llamados a ser testigos del amor de Cristo, que celebramos y del que participamos en la Eucaristía, para que este amor llegue a todos. El amor celebrado ha de convertirse en un amor vivido.
El día del Corpus salimos en procesión por nuestras calles acompañando a Jesus, en el sacramento de la Eucaristía. Con ello manifestamos nuestra fe en que Jesús está realmente presente en la Eucaristía y que camina con nosotros en nuestra vida diaria. De este modo hacemos nuestra la voluntad de Jesus de acercarse a todos para que el amor que Él nos da entre en nuestros hogares y transforme nuestra relación con los demás. Unidos a Cristo Jesus, que nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía, podemos establecer una nueva relación con las personas que están a nuestro alrededor. La participación en la Eucaristía nos va configurando con Jesús y va cambiando nuestro corazón para que veamos a los demás con la mirada de Cristo.
La celebración y adoración de la Eucaristía, de un lado, y las obras de caridad, por el otro, están íntimamente unidas; la una lleva a la otra. Ante la Eucaristía hemos de recordar las palabras de Jesus: “Dadles vosotros de comer” (Lc 9,13). Por ello, el día del Corpus celebramos el Día de la Caridad para que el amor de Cristo Jesús llegue a través de nosotros a todos, en especial a los excluidos de nuestra sociedad, de modo que todos puedan formar parte de la nueva fraternidad creada por el Jesús. Quien en la comunión participa del amor de Cristo es enviado a ser su testigo compartiendo su pan, su dinero, su tiempo y su vida con el que está a su lado y con el que está necesitado no sólo de pan sino también de Dios y de su amor: con los enfermos, los pobres y los mayores abandonados, con los marginados y excluidos, con los reclusos, emigrantes o parados. Como reza el lema del Día de la Caridad de este año: “Allí donde nos necesitas, abrimos caminos a la esperanza”. Los cristianos estamos llamados a ser la comunidad de los conmovidos, que siguen los pasos de Jesús y se implican en la atención de los más desfavorecidos.
El amor de Cristo, presente en la Eucaristía, nos capacita y nos apremia a una caridad efectiva y comprometida con todos los necesitados. La caridad no puede faltar en la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana, de las parroquias y de todos los cristianos. Aunque pensemos que podemos aportar poco, Jesús siempre puede acrecentar nuestra generosidad, nuestra entrega y nuestro amor. “Dadles vosotros de comer”, nos dice hoy Jesús a sus discípulos. Nadie puede quedar excluido de nuestro amor, porque nadie está excluido del amor de Dios, manifestado y ofrecido en Cristo-Eucaristía.
Un modo concreto de expresar nuestro compromiso en el amor es ser generosos en la Colecta de Cáritas en este día. Hemos de redoblar nuestro esfuerzo y compromiso en favor de todos los excluidos de nuestra sociedad y del mundo entero, para que llegue a todos el amor del Señor a través de nuestros gestos de amor. Gracias a todos por vuestra generosidad y por vuestra entrega.
“Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza” es el lema de la Semana de la Caridad de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón que, un año más, alrededor de la celebración del Corpus Christi, representa uno de los momentos más significativos y especiales del año para la entidad, recordando y refrendando su labor social en favor de las personas más vulnerables y necesitadas.
La Semana de la Caridad comenzará el viernes 24 de mayo con la tradicional cuestación, para sensibilizar e informar sobre la función social que desempeña Cáritas en la Diócesis de Segorbe-Castellón.
El lunes 27 de mayo, Cáritas Diocesana se unirá a la Vigilia de oración que tendrá lugar en la Basílica de El Salvador de Burriana.
Un día más tarde, el martes 28 de mayo, se ha convocado un Gesto Solidario, en la plaza Mayor de Castellón, junto a la Concatedral, en el que explicarán algunas de las acciones que realiza Cáritas Diocesana para afrontar los principales problemas que afectan a las personas más necesitadas.
El miércoles 29 de mayo, se presentará la Memoria 2023 en la que se detallan las diferentes actividades llevadas a cabo durante el año pasado, con especial atención hacia las personas a las que acompañó Cáritas y extrayendo las principales conclusiones sobre las preocupaciones y dificultades básicas con las que se enfrentan los colectivos más vulnerables.
El viernes 31 de mayo, el Teatre del Raval Rafa Lloret de Castellón acogerá “El Día del Donante”, en el que se reconocerá el papel de las personas que con sus aportaciones económicas ayudan a la labor social de Cáritas. Este acto, en el que también se entregarán los premios del Concurso Fotográfico “Cuidando la Creación”, actuará, con una colaboración totalmente solidaria y altruista, el grupo castellonense Jacaranda.
Por último, el primer fin de semana de junio contemplará el Día de la Caridad, celebrando el Corpus Christi, con sendas Santas Misas y Procesiones, el sábado enCastellón y el domingo en Segorbe.
Paralelamente, varias Cáritas Interparroquiales han previsto diferentes actos alrededor de esta Semana de la Caridad.
Por ejemplo, Cáritas Interparroquial de La Vall d’Uixó.
También Cáritas Interparroquial de Vila-real ha previsto diversos actos en esta Semana de la Caridad.
El director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, Francisco Mir, recuerda que la Semana de la Caridad sirve, un año más, para mostrar a la sociedad la labor social que realiza la entidad, agradece la colaboración de instituciones y particulares y realiza un llamamiento para “trasladar nuestro sentimiento de solidaridad hacia las personas que acuden a Cáritas”.
Tras dos años de catequesis los pequeños vivieron su primer encuentro con Jesús en la celebración de su primera Comunión que, en la mayoría de parroquias de nuestra Diócesis se han venido realizando durante los fines de semana del mes de mayo. Así, durante el pasado fin de semana las parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón han hecho partícipes a las niñas y niños en la solemne celebración del Corpus Christi.
Padres, familiares y catequistas les acompañaron durante las Eucaristías celebradas para rememorar la institución de la Úlltima Cena y la presencia real de Jesús desde entonces. Tal como hiciera el Obispo el sábado en la Concatedral de Castellón y el domingo en la Catedral de Segorbe, los sacerdotes interactuaron con los niños haciéndoles partícipes de la ceremonia, y solicitaron la implicación de padres y catequistas para seguir contribuyendo al crecimiento en la fe de quienes ya han participado de la amistad de Jesús para siempre.
Vila-real
La tradición procesión con el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad, que ste año estuvo presidida por el párroco de los Santos Evangelistas y contó con la participación de fieles y asociaciones de todas las parroquias de Vila-real.
El Señor se hace presente cada día en la celebración de la Santa Misa pero en la solemnidad del Corpus Christi experimentamos cada año la grandeza de este Sacramento.
La Vall d’Uixó
Las inclemencias meteorológicas no impidieron que saliera la procesión solemne y la bendición del Señor a los fieles que participaron engalanando las calles.
Oropesa
Diferentes Cofradías, asociaciones, fieles en general y corporación municipal participaron en la Eucaristía que precedió la solemne procesión. La tromba de agua impidió realizar todo el recorrido, teniendo que trasladarse al interior de la Parroquia de San Jaime Apóstol con la bendición final a todos los fieles.
Benicàssim
Los vecinos engalanaron las calles para venerar con culto y adoración al Santísimo Sacramento a su paso. Las niñas y niños de Primera Comunión, con su presencia, volvieron a pedirle a Jesús : «Ven, Señor, quédate conmigo y no te vayas para que los demás conozcan tu Amor «.
Torreblanca
En Torreblanca, la revitalización de las cofradías viene siendo una constante en esta comunidad cristiana. El día de Corpus Christi, siete nuevos cofrades – Claudio, Jorge, Luis, Vicent, José Luis, Placido y Alejandro – asumieron el compromiso de promover en la parroquia el culto a Jesús presente en la Eucaristía.
Mons. Casimiro López, Obispo de la Diócesis, presidió la Eucaristía y posterior procesión en la Solemnidad del Corpus Christi en Segorbe, que se celebró ayer domingo.
Las niñas y niños que este año han celebrado su Primera Comunión fueron los principales protagonistas de esta fiesta que tiene una especial e importante relevancia en el calendario litúrgico. Celebramos la humanidad de Jesús y la presencia de Dios en los hombres.
Dios es carne que nace, que goza y sufre; que da y recibe; que muere y resucita. Carne que, unida a la sangre, es el signo de la vida. Unidos a Jesús en la Eucaristía, reforzamos nuestra fe creyendo verdaderamente, en la presencia real de Jesucristo Sacramentado.
Catequistas y familias, junto a las autoridades civiles y militares, así como el Director de Cáritas Diocesana y representantes de Cofradías, asociaciones y movimientos eclesiales, además de los fieles devotos, se sumaron a la Eucaristía en la que D. Casimiro puso de relieve la celebración de «la Santísima Eucaristía como una fiesta excepcional para fortalecer nuestra fe en la presencia real del Señor».
Dirigiéndose especialmente a los pequeños recordó cómo Jesús, reunido con sus discípulos en la última cena antes de ser entregado para morir en la cruz, instituyó la Eucaristía «como acto de amor de Dios para que así Jesús se quedara sacramentalmente con nosotros». Así puso de relieve su presencia constante en el Sagrario, lugar al que acudir, dijo, «para orar con Él, para escucharle y para manar de esa fuente permanente de amor de Dios por cada uno de nosotros».
Sacrificio, banquete y presencia
Mons. Casimiro López se acercó a los pequeños con quienes interactuó en una catequesis muy especial en la que definió la Eucaristía como sacrificio, banquete y presencia.
Recordó la entrega hasta el final en la cruz, muriendo y resucitando por amor a cada uno de nosotros, como acto de sacrificio por la salvación de la humanidad.
Jesús es banquete porque al pronunciar aquellas palabras: «tomad y comed, tomad y bebed», y «se nos dio para unirse a nosotros», resaltó D. Casimiro quien exhortó a todos los presentes a recibir al Señor con fe porque «se nos da para quien crea en Él tenga vida eterna».
y Jesús es presencia «porque se queda con nosotros en el Sagrario para que vengamos a estar con Él». Así puso de relieve su presencia constante en el Sagrario, lugar al que acudir, dijo, «para orar con Él, para escucharle y para manar de esa fuente permanente de amor de Dios por cada uno de nosotros».
La celebración en Segorbe estuvo acompañada en la parte musical por la Capilla Catedral bajo la dirección de D. David Montolio.
Procesión Claustral
La adversa situación meteorológica de ayer tarde obligo a celebrar la procesión en el claustro de la S.I.Catedral. El Señor, portado por el Obispo de la Diócesis, fue acompañado por el Cabildo Catedral, los sacerdotes concelebrantes, así como por los fieles que, una vez más, le rindieron culto y adoración.
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