El Primer Anuncio en la escuela
Queridos diocesanos.
Acabamos de estrenar un nuevo Plan de Pastoral en nuestra Iglesia Diocesana bajo el lema “Unidos en Cristo, enviados con esperanza a la misión”. Este primer curso pastoral nos vamos a centrar en el Primer Anuncio o Kerigma. Nuestra Iglesia nos llama a anunciar con obras y palabras a Jesucristo, muerto y resucitado, para que todo el que crea en Él tenga vida en plenitud, la vida eterna. Este es el anuncio que responde al anhelo de infinito que hay en todo corazón humano. No puede darse nunca por supuesto ni puede ser sustituido por ningún otro mensaje que impida el encuentro de cada persona con el amor de Dios, manifestado y ofrecido en Jesucristo; un encuentro que mueva a cada persona a entrar en una relación existencial personal con Cristo y a orientar toda su vida según el Evangelio en el seno de la comunidad de los creyentes. Entre todos los bautizados hemos de promoverlo mediante la manifestación explícita de la fe y el anuncio del Evangelio para facilitar a todos el encuentro personal con Cristo.
También el ámbito educativo de la escuela es lugar propicio para hacer este anuncio primordial que favorezca el encuentro personal con Cristo Vivo. En la escuela católica, porque participa de la misión evangelizadora de la Iglesia; como católica, además de tener las características propias de toda escuela, tiene una cualidad que determina su identidad específica: se trata de su referencia a la concepción cristiana de la realidad. Jesucristo Vivo es el centro de tal concepción. Y en las de iniciativa pública o social a través de los bautizados y profesores cristianos, llamados a ser discípulos misioneros, y de los profesores de religión, además, por la misión que han recibido de la Iglesia.
Llevar a otros al encuentro Cristo Vivo es una llamada para todo bautizado, y, en el caso de la escuela católica, para toda la comunidad educativa: alumnos, familias, profesores y directiva. Quien se ha encontrado personalmente con Cristo Vivo y ha experimentado en su vida el gozo de saberse amado por Aquel que ha muerto y ha resucitado por cada uno de nosotros, no lo puede silenciar. Su corazón sabe que no es lo mismo la vida sin Él que con Él. Y eso que ha descubierto, que le ayuda a vivir y le da esperanza, necesita comunicarlo a los otros. Todos los cristianos debemos anunciarlo por nuestro testimonio de vida y por nuestras palabras sin excluir a nadie, como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello y ofrece un banquete deseable.
La acción educativa de la Iglesia, en la que se entrelazan la evangelización y la promoción humana integral, es parte esencial de su identidad y misión. Es imprescindible que familia, parroquia y escuela caminemos juntos, acordes y concordes, al servicio siempre de la educación integral y de la transmisión de la fe a los más jóvenes. Y más aún hoy, en las circunstancias socioculturales en que vivimos, donde todo cambia con vertiginosa rapidez y se ejerce tanta presión ideológica en el ámbito educativo.
En nuestra diócesis más de 10.700 alumnos estudiaron el pasado curso en colegios católicos, y más de 30.000 optaron por la asignatura de Religión. Es de agradecer el esfuerzo y la creatividad de los profesores de religión y de los equipos directivos de los colegios católicos. Su testimonio de fe, así como el de los profesores cristianos y demás miembros de la comunidad educativa, constituyen el caldo de cultivo propicio para llegar al anuncio explícito de Jesús como Salvador: tanto para los más niños y adolescentes como para el resto de los miembros de la comunidad educativa que no han vivido aún un encuentro de gracia con el Señor.
Con gozo agradecemos también a Dios que varios alumnos de nuestros colegios, que no recibieron la fe cristiana en sus hogares, piden ser bautizados porque están descubriendo a Jesús Vivo en su convivencia con los otros compañeros, con los profesores y el acompañamiento del equipo de pastoral del colegio.
Es también admirable el crecimiento en la experiencia de fe en Cristo Vivo de muchos alumnos con la ayuda del Oratorio para niños pequeños y otros proyectos similares. Estos nuevos caminos de evangelización abren la posibilidad de proponer el Primer Anuncio a los padres de estos niños. En el Encuentro Diocesano del Primer Anuncio, el próximo 11 de noviembre, tendremos la oportunidad de conocer más de estas y otras experiencias de Primer Anuncio para adolescentes y jóvenes, que pueden desarrollarse tanto en la escuela como en las parroquias.
Y porque es responsabilidad de todos, “que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido” (1 Pe 4,10).
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón