Cada penúltimo domingo del mes de octubre celebramos con toda la Iglesia católica el Domingo Mundial de las Misiones, el Domund. Cada año, este día constituye una ocasión privilegiada para recordar, orar y ayudar con nuestra generosa aportación económica a todos los misioneros en los ‘países de misión’.
Pero esta Jornada nos ayuda a todos los cristianos a tomar conciencia de que el Señor nos llama a todos a ser sus discípulos misioneros, en todas partes, allá donde nos encontremos, también entre nosotros. Como Iglesia hemos sido convocados por Jesús para ser enviados a la misión; esta es nuestra razón de ser, nuestra dicha y nuestro gozo. Al despedirse de sus Apóstoles, Jesús les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Estas palabras de Jesús, este envío y este mandato, valen para todos los bautizados de todos los tiempos. “La misión atañe a todos los cristianos” (Juan Pablo II, Redemptoris Missio, n. 2).
Los discípulos de Jesús “no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído” (Hech 4,20). Así respondieron Pedro y Juan ante el Sanedrín que les prohibió bajo amenazas predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Es la respuesta de todo bautizado que quiere ser verdadero cristiano; es decir, discípulo misionero del Señor. Para sentir este ardor misionero, para salir a la misión y contar lo que hemos visto y oído, primero hay que experimentar el amor de Dios por toda la humanidad en el encuentro personal con Jesús, encarnado, muerto y resucitado. Es la experiencia que hicieron los primeros discípulos al ver a Jesús curar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, perdonar a los pecadores, invitar a las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y con autoridad, entregar su vida hasta la muerte para el perdón de los pecados y resucitar para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Esta experiencia transforma el corazón de los discípulos, provoca su asombro y genera en ellos un ardor y una alegría expansiva y gratuita que nada ni nadie puede contener.
Andrés, después del encuentro con Jesús y haber pasado con Él toda la tarde junto con Juan, al salir se encuentra con su hermano Pedro y le dice lo que ha visto y oído: “Hemos encontrado al Mesías”, le dice; y lo llevo a Jesús (Jn 1,41). Quien hace la experiencia del encuentro con Jesús, el Mesías, quien en Jesus, la misericordia encarnada de Dios, se siente amado por Dios, no puede retenerlo para sí solo; se siente impulsado a contar lo que ha visto y oído, se siente llamado a llevar a otros al encuentro con Jesús y anunciarlo de palabra y por el testimonio de vida. Como Pedro y Juan, el discípulo misionero no se arredra ante la dificultad o la prohibición de anunciar a Cristo y de mostrar con su formar de ser y de actuar el amor de Dios a todos, en especial a los más pobres, enfermos y necesitados.
Nuestra Iglesia diocesana y cuantos la formamos nos estamos preparando para celebrar el Año Jubilar diocesano, que tiene como objetivo: crecer en comunión para salir juntos a la misión. Si acogemos de corazón este año de gracia de Dios, este Jubileo nos ayudará a ponernos con nuevo ardor y esperanza al servicio de la Evangelización. Recordar con gratitud en este día del Domund el testimonio de vida de los misioneros nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordemos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar a tantas personas sedientas de bendición. Renovemos nuestro recuerdo agradecido, nuestra oración sincera y nuestro compromiso solidario con tantos misioneros y misioneras, que, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su existencia para que la Buena Nueva resuene en todos los continentes.
Son muchas y, en algunos casos, extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta del Domund. La pandemia del Covd-19 ha agravado la situación de pobreza y de marginación de los países más pobres. Hagamos un mayor esfuerzo en nuestra colaboración económica.
El Señor nos llama a anunciar y testimoniar el Evangelio; Él nos llama a compartir nuestros bienes y a hacerlo de modo especial con los más necesitados desfavorecidos.
Con la memoria litúrgica de Santa Teresa de Lisieux, proclamada por el Papa Pío XI Patrona de las Misiones junto con San Francisco Javier, hoy se inaugura el mes de octubre, el Mes Misionero, en el que celebraremos el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), el domingo 24. El tema que ha escogido el Papa Francisco está tomado de los Hechos de los Apóstoles: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch. 4,20).
La Diócesis de Segorbe-Castellón lo hizo ayer por la tarde-noche con la celebración de la “Vigilia con Santa Teresita” en la parroquia de San Cristóbal de Castellón, organizada junto a la Delegación diocesana para las Misiones y la Cooperación de las Iglesias. Estuvo presidida por el Delegado, D. Salvador Prades, y por el párroco, D. Recaredo Salvador.
Tras la exposición del Santísimo se proclamó el Evangelio de San Marcos: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Después se leyeron varios fragmentos de cartas que la santa escribió a dos misioneros, concretamente al P. Roulland, en China, y al P. Bellière, en Argel, mostrando como ella también era misionera por la oración, el sufrimiento y las pequeñas obras de amor.
D. Salvador dio su testimonio misionero, explicando su experiencia en Safané (Burkina Faso), y mostrando el compromiso de los misioneros. Tras ello se visualizó el video del DOMUND de este año.
Para finalizar, se invitó al compromiso misionero a través de pequeñas acciones que podemos realizar todos. Ello se hizo a través de la reflexión en tres campos: en nuestro entorno y en nuestra vida diaria, en las Redes Sociales, y en la compra y consumo de cosas.
Vigilia de Oración «Pétalos de Rosas«
Por otra parte, mañana a las 18 h. habrá otra celebración, en esta ocasión será en la capilla del Carmen de Benicàssim, que acogerá la Vigilia de Oración «Pétalos de Rosas». Está organizada por la Comunidad de las Bienaventurazas, y su objetivo es confiar a Santa Teresita las intenciones de quienes participan en ella.
Tiene 31 años y pertenece a la Parroquia de San Bartolomé y San Jaimede Nules
Es la segunda de siete hermanos y vive su fe en el Camino Neocatecumenal desde hace 19 años. La inquietud por la misión evangelizadora y llevar a los demás el testimonio de Jesús vivo y resucitado le llegó a partir del sufrimiento, «tras una etapa de conflicto interior», según afirma ella misma, en la que sintió «la necesidad de acompañar en el sufrimiento a quienes se sienten solos por no conocer el amor de Jesús». Buscando respuestas a esta inquietud, hizo un voluntariado en Calcuta junto a las Hermanas de la Caridad, y allí, asegura, «se me concedió como gracia, compartir el amor que yo he recibido de Dios».
Llegó la pandemia y el confinamiento que María vivió como «tiempo de gracia que me sirvió para escrutar la palabra de Dios». Dedicó el confinamiento a vivir en total plenitud la Eucaristía (online) y a incrementar el tiempo dedicado a la oración lo que contribuyó a su discernimiento sintiendo una «llamada muy fuerte a dedicar mi vida a la misión evangelizadora». Tras un periodo de tres meses en Mombassa (Kenia) donde se entregó a las necesidades de la Iglesia y del Señor colaborando con una comunidad de esta ciudad, ocupada principalmente, por los musulmanes Mijikenda y la población swahili, puso en conocimiento de su párroco, Manuel Agorreta, la voluntad de servir a la Iglesia, al Señor y a su comunidad, en misión.
El pasado sábado, en el transcurso de la celebración Eucarística, presidida por nuestro Obispo, se oficializó el envío a misión de María Planelles, que va destinada a dos parroquias de Arusha (Tanzania). Durante la homilía, D. Casimiro, puso en valor «el Sí de María» desde su pertenencia a la comunidad y a la Iglesia que es a quien representa en esta misión que, tal como afirma María «no es fácil» por el fuerte arraigo de los nativos a la «tribu», cuya cultura y tradición es tan fuerte, que influye en su camino de fe en Dios. María se encuentra ultimando la documentación necesaria para, en una semana, desplazarse a su destino y cumplir con la voluntad del Señor, «allí donde Él me necesita».
Hoy hace justo un año que entrevistamos a la familia Rubio Millán, una familia de nuestra Diócesis que está en misión en Ucrania desde hace 10 años. Ahora hemos vuelto a hablar con ellos para que nos cuenten como están y como han vivido este año de misión allí.
Son el castellonense David Rubio (36 años) y la vallera María Millán (34 años), de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, Castellón, en la que desde hace 23 años forman parte de la 4ª comunidad del Camino Neocatecumenal, “donde estamos siendo formados en un itinerario de formación cristiana”, explican, y donde “hemos descubierto a Jesucristo y el amor de Dios, viviendo la fe en comunidad”. Eso es “lo que nos ha hecho partir, abandonar todo e ir a anunciar este amor”.
David y María tienen ocho hijos: Israel (14), Josué (13), David (10), Juan (9), Pablo (7), Francisco Javier (5), que es el único nacido en la misión, en Odesa, María (3) y Cecilia (1). Además, están de enhorabuena, pues están esperando a su novena hija, “que se llama Gloria, y que está previsto que nazca en dos semanas”.
Explican que estaban “dispuestos a ir a cualquier parte del mundo”, y en el año 2010 la Iglesia les envió y les dio como destino Ucrania. Allí fueron enviados en el 2011 por el Papa Benedicto XVI, y posteriormente por el Papa Francisco. Desde entonces, 9 años, han estado en la diócesis de Odesa-Simferópol, aunque este año han cambiado de diócesis, concretamente a la de Kiev-Zhytómyr.
La última vez que hablamos, hace justo un año, nos contabais que habían fallecido 1500 personas por coronavirus en Ucrania. ¿Cómo está actualmente el país?
Ha habido un cambio, porque ahora los datos dicen que hay más de 2 millones de contagios, y cerca de los 50.000 fallecidos. También hay que tener en cuenta que Ucrania no está dentro de la Unión Europea, y a diferencia de otros países europeos tienen dificultades en la contabilización de los contagios y en la gestión de la vacunación.
Realmente, los contagios y las muertes se han empezado a contabilizar bien más tarde, y seguramente hay mucha gente que ha muerto de Covid sin saberlo, en sus casas, sobre todo gente mayor, sabemos de algún caso. Y es que Ucrania tiene un sistema sanitario más precario y la sanidad cuesta dinero. A diferencia de España, por ejemplo, allí no se ha comenzado a vacunar en masa.
La Diócesis de Kiev, donde estamos nosotros, ha estado en zona roja en dos ocasiones en este año, lo que ha supuesto el cierre de los comercios, las clases para los mayores han sido online, los colegios han estado cerrados, con el uso obligatorio de la mascarilla… Y esta ha sido un poco nuestra realidad en este curso. Gracias a Dios no han cerrado las iglesias, puesto que la ley permitía la asistencia de una persona cada 5 m2, por lo que las iglesias grandes no han tenido problema, pero sí que se ha acudido un número menor de fieles a la parroquia por temor.
Rusia y Ucrania están en guerra desde el año 2014, ¿cómo vivís este hecho?, ¿os afecta?
Ahora la situación no es la que era en el año 2014. La guerra está muy localizada en la zona del Dombás, donde están las ciudades de Donetsk y Lugansk, que hacen frontera con Rusia. Ahí sí que hay conflicto, que en estos momentos está controlado gracias a la intervención de países como Francia y Alemania. De momento es un conflicto con cese al fuego, y es una guerra más política que otra cosa.
Al final, detrás de todas las guerras están los intereses económicos, y para Ucrania este conflicto supone una crisis económica, no puede prosperar y no puede entrar en la Unión Europea, como quieren los ucranianos.
En nuestro día a día no nos afecta para nada. El país sí que está preparándose por si tuviera que entrar en combate, hay una tensión política y ves muchos tanques por la calle, pero la realidad es que en el día a día no nos afecta. Gracias a Dios no es la misma situación que en el año 2014.
En la última entrevista nos hablasteis de vuestra misión allí, ¿sigue siendo la misma?, ¿ha habido cambios?
Sí que ha habido cambios. Este año hemos cambiado de diócesis. Hemos estado en la diócesis de Odesa-Simferópol durante 9 años, y este año hemos pasado a la de Kiev-Zhytómyr, donde hay una aceptación mucho mayor a los católicos.
Nuestra misión consiste en anunciar a Jesucristo resucitado. Somos parte de la missio ad gentes, una comunidad formada por varias familias, que en este caso son dos ucranianas, una polaca, otra española, de Valencia, tres chicas, y nosotros, que somos los responsables junto a un sacerdote y un seminarista. Formamos una comunidad cristiana y vivimos allí como lo hacían las primeras comunidades cristianas, encontrándonos para celebrar la Palabra, la Eucaristía y anunciar que Cristo ha resucitado. Este año, en la medida que hemos podido, hemos salido a la calle a anunciar que Cristo ha resucitado, y que ama a los ucranianos, un pueblo que ha sufrido mucho en su ser, en su alma, a causa del comunismo.
Otra parte de nuestra misión consiste en apoyar a la parroquia, que es la catedral, como catequistas, en la formación de comunidades cristianas. Durante este año hemos hecho catequesis y ha nacido una nueva comunidad cristiana. Ha sido un regalo de Dios poder participar de esta catequización. También nos hemos dedicado a acompañar a los jóvenes de la parroquia, realizando convivencias con ellos.
Y otra parte de la misión ha sido participar de un proyecto que se está realizando en la ciudad en la que vivimos ahora, Zhytomir, con la construcción de una casa en la que poder celebrar convivencias a nivel nacional, y en la que aquellas personas que vayan puedan sentirse amadas y queridas, encontrándose con Cristo, con el amor de Dios. Cuando esté terminada podrán alojarse hasta 500 personas, pero ahora mismo ya hay una parte que está habitada por seminaristas en formación, y también por chicos que tienen problemas de adicciones (drogas, pornografía, juego…).
Allí siempre hay un presbítero y un matrimonio en misión, y nosotros, que también participamos, ayudándoles a que tengan una estructura desde la oración, con las Laudes por la mañana, desde la celebración de la Eucaristía, y después trabajan en aquellas cosas en las que pueden ayudar, acabando el día con las Vísperas. Todo este ritmo de oración y de trabajo, y de mantener un contacto diario con seminaristas y con las familias en misión, les ayuda muchísimo. En este curso hemos visto milagros con chicos que tenían problemas muy serios, y en los que ahora ha habido un cambio, recuperando la dignidad de ser hijos de Dios.
¿Cómo viven vuestros hijos la misión?
D- Cada uno la vive de una forma. Nuestros hijos más mayores son más conscientes de lo que es la misión y son más participativos. Ellos la viven de una forma en la que, al igual que el matrimonio, se sienten llamados. Viven la misión con mucha fe, creyéndose de verdad los motivos por los que estamos allí, y forman parte de ella en el mismo grado que los padres, porque el carisma es `familia en misión´, no padres en misión o hijos en misión. También la viven con sufrimiento, por la adolescencia, por la persecución de este mundo, en el que ser cristiano es muy difícil, y tienen sus combates, pero saben y tienen grabado a fuego que son parte de esta misión. Por otra parte, es una maravilla ver a los niños más pequeños, que han crecido en misión y forman parte de ella. Ellos ya saben que nosotros estamos llamados a la misión y a anunciar a Jesucristo.
M- Mi opinión como madre es que viven la misión con alegría. Hay momentos difíciles, pero están contentos cuando están en la misión. Les ayuda muchísimo el contacto con la Palabra de Dios, el poder formar parte de su comunidad, el poder formar parte de un prevocacional en el que se escruta la Palabra, en el que celebran la Eucaristía, en el que tienen contacto con otros jóvenes que también se preguntan por su vocación. Los pequeños lo asocian todo con Dios y con su providencia, y todo esto es gracias a la misión. A veces hay gente que nos pregunta por los sufrimientos de los hijos en la misión, como si fuese algo que a ellos les coarte la libertad, o les haga vivir de una forma más precaria que otros niños, cuando ellos lo viven al revés, como una riqueza, en obediencia a sus padres, con alegría y sin rebeldía.
¿Cuáles son los pilares de vuestra convivencia familiar?
La oración, sin lugar a dudas. Nosotros dos rezamos juntos todos los días, las Laudes, a primera hora de la mañana, y esto es un pilar fundamental en el que nos apoyamos. Sin esta oración no podríamos ni siquiera estar juntos como matrimonio cristiano, ni estar en misión. Con ella lo que hacemos es poner a Dios lo primero cada día, y decir que `yo no soy Dios´, que `hay Otro que es Dios, que es el que me ama y que provee´.
Otro pilar es la sinceridad, el hablar el uno con el otro y contarnos nuestros sufrimientos, apoyándonos y pidiéndonos perdón cada vez que discutimos. Otro pilar es la mesa. En ella comemos juntos todos los días, con nuestros hijos, y la bendecimos antes de comer. Este momento es muy importante, porque es ahí donde hablamos con los niños y les preguntamos como están, y ellos nos cuentas como ha ido el día, los problemas que han tenido en el colegio…, y muchos días, cuando el Señor me lo inspira sacamos la Biblia y leemos alguna lectura durante la comida, y les explicamos la Palabra. Todo esto nos lo ha transmitido nuestra madre la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal.
Creo que para que una familia pueda manifestarse cristiana tiene que habitar Cristo en ella. Para que Cristo pueda habitar en la familia primero tiene que habitar en sus miembros, de tal forma que alguien que no es creyente, viendo a una familia cristiana pueda ver a Cristo.
Mi experiencia es que Cristo puede habitar en mí si yo no me separo de la Iglesia, si voy de su mano y vivo en comunión con ella, si voy de la mano de mis catequistas, si obedezco al Obispo, en la apertura a la vida, en tener los hijos que Dios quiera, en no vivir egoístamente el acto conyugal, en la forma de vestirse, en la forma de educar a los hijos, en la relación con las redes sociales…, Ahí el mundo puede ver que existe Cristo, cuando lo primero que se pone en la familia es a Él.
La transmisión de la fe a los hijos es un reto para todos, ¿cómo lo hacéis vosotros?
D- Es verdad que es un reto, pero es fundamental para la Iglesia, porque su futuro son los hijos, y si a ellos no les transmitimos la fe el futuro de la Iglesia está en riesgo. ¿Cómo lo hacemos nosotros?, como nos ha enseñado la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal. A través de la oración, rezando con ellos las Laudes todos los domingos. Eso ha sido muy importante en mi vida, porque es como mis padres me transmitieron a mí la fe desde pequeño, y así es como ahora María y yo se la transmitimos a nuestros hijos. Todos los domingos nos reunimos alrededor de la mesa y rezamos todos juntos, y después elegimos un personaje de la Biblia o un evangelio y lo leemos, y les damos una catequesis haciéndoles ver que en la Sagrada Escritura está su vida y la sabiduría de Dios, la riqueza del cristianismo, y les preguntamos cómo les ayuda esta palabra que les damos en su vida. Es una celebración preciosa, en la que los niños participan cantando, leyendo, nos cuentan como están, los sufrimientos que tienen, le piden aquello que necesitan al Señor, nos damos la paz, también los padres nos pedimos perdón delante de ellos, les hablamos de nuestra historia y de los milagros que ha hecho Dios en nuestra vida. Vivimos el domingo de una forma distinta. Es el día del Señor, el día que nos ha dado para descansar y para transmitir la fe a los niños, poniéndole a Él lo primero y haciendo una comida especial.
M- También los hijos ven como el domingo es el día del descanso, no de la pereza y de no hacer nada, sino al contrario. Nos levantamos temprano, nos vestimos de una forma elegante para ponernos de cara a Dios en la oración de las Laudes, y lo hacemos todo en familia. La transmisión de la fe no solo son momentos concretos como estos, sino que es algo diario, que tiene mucho que ver con el modo en el que vivimos nosotros, con el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Creemos que una forma de transmitirles la fe es que vean que vamos a la celebración de la Palabra, a la Eucaristía, a las convivencias, poniendo siempre a Dios lo primero en nuestra vida. Eso es lo que ven y reciben, aun con precariedad y debilidad, pero poniéndole a Él lo primero todos los días. También es muy importante que ellos puedan conocer nuestra historia, porque en la historia se manifiesta Cristo resucitado, y en cada acontecimiento de muerte Él ha sacado vida.
D- Los hijos son muy inteligentes. Los padres les podemos contar, nos podemos saber muy bien la Biblia de memoria, podemos contarles la vida de los santos…, pero si ellos no ven en nosotros una coherencia y una sinceridad de lo que decimos con lo que hacemos, la fe no se transmite. Pero si ellos ven una concordancia entre lo que decimos y nuestra forma de vivir, la fe se pasa, se transmite.
Cerrado el ejercicio económico, Obras Misionales Pontificias (OMP) ha presentado la ‘Memoria de actividades 2020’, que informa sobre lo realizado por la institución en España, en un año marcado por la pandemia COVID 19 y que ha transformado las formas de promover el espíritu misionero. Gracias a la generosidad de los españoles, OMP pudo enviar en 2020, 13.677.596€ para el sostenimiento de las 1.116 diócesis consideradas territorios de misión.
El director nacional de OMP, P. José Mª Calderón, ha querido destacar que “el 45% de la población vive en territorios de misión, además, un 44% del trabajo de la Iglesia está situado en esos territorios”. Asimismo, ha comentado “el compromiso creciente de la formación de los jóvenes que realizan labores de misión en cortos periodos de tiempo”. El padre Calderón ha subrayado que “OMP no es una ONG, es una parte de la Iglesia, y gracias a lo que se recauda, se mantiene a las Iglesias diocesanas que hay en el mundo”.
También se ha referido a la campaña de emergencia iniciada por el Papa Francisco con motivo del COVID-19, y a la transformación digital de OMP para seguir prestando servicios de formación misional e impulsar a las nuevas tecnologías. “Lanzamos una serie de iniciativas para que durante el tiempo de pandemia la gente pudiera a través de la web, mantener la actividad de formación misionera. También estamos presentes en televisión a través de un programa de televisión semanal que se llama `Tú eres misión´, y por último hemos fomentado el tema de las newsletter y las redes sociales».
Posteriormente, el presidente de OMP internacional, monseñor Giampietro Dal Toso, ha expresado su reconocimiento a la labor de OMP en el año de pandemia. “Quiero agradecer el gran aporte de España a los fondos de la Santa Sede a pesar de la pandemia que nos ha afectado mucho. Doy un agradecimiento particular a los católicos de España, recalcando su larga tradición misionera”. Monseñor Dal Toso ha mencionado que la Iglesia es misionera por naturaleza, y las OMP son un instrumento muy concreto que tiene los católicos para expresar su fe misionera. Ya sea mediante la participación, la ofrenda o el aporte económico. Desde Roma nos recuerdan que la misión es algo que toca la vida de todo cristiano a pesar de la situación y del país en el que se viva, y en la que todos pueden participar como símbolo de corresponsabilidad.
La labor misional en datos
Gracias a la generosidad de los españoles, OMP pudo enviar en 2020, 13.677.596€ para el sostenimiento de las 1.116 diócesis consideradas territorios de misión.
Pero la aportación más importante son los 10.629 misioneros españoles registrados, con 7.180 en activo. Las mujeres suponen la mayoría de misioneros con un porcentaje del 54%, y el 68,03% colaboran en América. En el perfil de los misioneros activos destacan obispos, sacerdotes y religiosos, aunque también hay laicos. En cuanto al país con más misioneros españoles, sigue siendo Perú con 673.
El trabajo de misión en el año de pandemia
En un año marcado por el COVID 19, OMP ha intensificado sus esfuerzos por ayudar a las comunidades afectadas por el virus a través de su inclusión en el Fondo de Emergencia COVID 19, establecido por el Papa Francisco. A la aportación de 750.000$ del Santo Padre, se sumó OMP España por medio de la campaña #AhoraMásQueNunca, en la cual contribuyó con 452.140,10 euros. De igual forma, OMP ha puesto en marcha iniciativas para adaptar su labor a la crisis sanitaria. Tal es el caso de la distribución de mascarillas entre jóvenes e influencers, y la realización de una Carrera Solidaria Virtual con motivo del Domund para hacer visible el trabajo de los misioneros en tiempos de pandemia. En el cómputo global, OMP ayudó en el año 2020 a un total de 940 proyectos.
Hoy se ha clausurado la 17ª edición del Encuentro de Empleados y Voluntarios de Obras Misionales Pontificias (OMP), que en esta ocasión se ha celebrado online, centrándose en la reflexión sobre una de las cuatro Obras, la Pontificia Unión Misional. La secretaria de la Delegación Diocesana de Misiones, Lidón Rodrigo, ha participado en este encuentro anual, organizado por OMP y la Comisión de Misiones de la Conferencia Episcopal Española, en el que se ofrece un espacio de encuentro y formación para todos aquellos que trabajan en las delegaciones diocesanas y en la dirección nacional de OMP. Han podido participar un total de 127 inscritos en estas jornadas que comenzaron ayer, 25 de febrero.
Este año las Jornadas se han centrado en la Pontificia Unión Misionera (PUM), que es la Obra Pontificia más desconocida al no tener jornada propia, pero es la que ofrece formación misionera al pueblo de Dios y actúa de impulso de las otras tres Obras (Propagación de la Fe –Domund-, Infancia Misionera y San Pedro Apóstol –Vocaciones Nativas-). De hecho, el Papa Juan Pablo II le nombró como el “alma” de las OMP.
El encuentro comenzó con una oración y las palabras de bienvenida de monseñor Francisco Pérez, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, que agradeció la presencia virtual de todos los asistentes, a quienes les ofreció un cariñoso saludo de parte del Papa Francisco. Por su parte, José María Calderón, director nacional de OMP, agradeció el trabajo de todos en este año tan complicado, porque gracias al trabajo de todas las diócesis se ha podido sacar adelante las campañas e iniciativas misioneras de todo el año, desde que en marzo comenzó la pandemia.
Primera jornada
La conferencia inaugural corrió a cargo de Fernando García Rodríguez, sx, Superior General de los Misioneros Javerianos, con el título “Francisco y el espíritu de la PUM”. Hizo un repaso histórico de esta Obra, fundada por el beato Pablo Manna en 1916, y que nació para impulsar el espíritu misionero de los sacerdotes, porque “estaba convencido que sólo un clero misionero podía animar misionalmente todo el pueblo de Dios”.
Según mostró el javeriano, en la carta apostólica Graves et increscentes, el Papa Pablo VI establece los objetivos de esta Obra: formar e instruir a los sacerdotes en la tarea misionera de la Iglesia, sostener las vocaciones misioneras, promover la recogida de ayuda económica para los misioneros y la educación misionera del pueblo de Dios.
También puso el foco en el mensaje que el Papa Francisco dirigió a la Asamblea General de OMP el pasado mes de mayo, recordando que el protagonista de la misión es el Espíritu Santo, y que la misión nace de un corazón enamorado que se ha encontrado con Cristo. Según explicó Fernando García, el Papa también pidió volver a los orígenes y encontrar formas nuevas y creativas para desarrollar el carisma -fundado en el binomio oración-cooperación-, e insertarse más en las parroquias e iglesias locales.
Según subrayó el javeriano, uno de los puntos esenciales defendidos por el Papa es que la misión no se reduzca a la ayuda a los pobres exclusivamente. “Que nadie ni nada nos quite la alegría e urgencia de anunciar y testimoniar el amor de Dios manifestado en Jesucristo, a través de la acción del Espíritu Santo”, concluyó. Tras sus palabras tuvo lugar un debate, en el que se puso de manifiesto la importancia de la oración en un doble sentido: por un lado, como relación personal con Cristo, sin el que la misión no tiene sentido, y por otro lado como acompañamiento de los misioneros y de las comunidades jóvenes.
Segunda jornada
En la segunda jornada del Encuentro ha intervenido D. Pedro Andrés Miguel, Superior Provincial de los Misioneros Combonianos, que ha hablado del Servicio Conjunto de Animación Misionera (SCAM), el organismo misionero de la Iglesia española que agrupa a distintos institutos religiosos y laicos que trabajan unidos para impulsar el espíritu misionero, marcándose como objetivos ser signo de comunión, tender puentes entre las culturas y pueblos, promover la fraternidad universal desde el espíritu del Evangelio y difundir de todas las maneras posibles el espíritu misionero.
La conferencia de cierre ha sido sobre la “Realidad de la Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación entre las Iglesias”, que tiene entre sus tareas ayudar a las diócesis y a sus respectivos delegados diocesanos de misiones a la formación misionera de sus fieles y a la atención de sus misioneros.
También han dado a conocer la labor de la ONG `Misión América´, vinculada a la Comisión Episcopal, y promovida por iniciativa de los misioneros diocesanos españoles de la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana) para la ayuda y el desarrollo integral de las personas más desfavorecidas de los países de América Latina y África.
Y, por último, se ha informado sobre el Fondo para la Nueva Evangelización, una contribución de la Iglesia española para ayudar a las comunidades cristianas que sufren necesidad en otras partes del mundo. Procede de la asignación de la Conferencia Episcopal Española del Fondo Común Interdiocesano (aproximadamente un 0,5% de la campaña Xtantos). También contribuyen la práctica totalidad de las diócesis españolas, los monasterios e institutos de vida consagrada, otras instituciones eclesiales (como Caritas o la OCSHA) y los fieles cristianos. Entre todos, cada año, se logra distribuir algo más de dos millones de euros.
El próximo domingo 17 de enero, la Iglesia celebra la Jornada de la Infancia Misionera, una oportunidad para renovar la misión evangelizadora y fraterna de los cristianos con las misiones en zonas de necesidad, y para fomentar en los más pequeños la semilla de la solidaridad y el amor hacia los más pobres desde el seguimiento a Jesús de Nazaret.
Esta Jornada tiene el objetivo de promover la ayuda recíproca entre los niños de todo el mundo. Ellos son quienes realmente ejercen como pequeños misioneros convirtiéndose en auténticos protagonistas de la evangelización. «Con Jesús Niño, a la misión» es un proyecto que trabaja la dimensión misionera de los niños a través de un itinerario de cuatro años (2019-2022).
Este año lo celebraremos bajo el lema «Con Jesús a Nazaret, ¡somos familia!», en un recorrido que pretende enseñar a los más pequeños cómo era la vida familiar y social de Jesús. Era Dios, era el niño que salvaría al mundo, pero era justamente eso, un Niño que pertenecía a una comunidad que compartía su fe con sus hermanos y que, desde el hogar y la familia, también fue misionero.
Infancia Misionera es una de las Obras Misionales Pontificias y forma una red mundial de niños que está presente en más de 150 países. Nació hace 178 años como una ONG «de los niños y para los niños». A través de esta obra los más pequeños se forman y ayudan a los niños necesitados en las misiones alrededor del mundo bajo el lema: «los niños ayudan a los niños».
Esta Obra, instituida por el Papa Pio XII, sostiene miles de iniciativas de solidaridad, educando a los niños para que crezcan con un espíritu de apertura al mundo y de atención a las dificultades de sus coetáneos menos favorecidos.
La Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias, celebrada el pasado mes de julio de forma virtual, aprobó la distribución de las ayudas económicas de España para atender proyectos pastorales y sociales a favor de los niños en territorios de misión.
Estos fondos proceden de las aportaciones de los fieles del ejercicio anterior. Con estos donativos se ayuda a cubrir necesidades espirituales y materiales de la infancia en las misiones, creando y sosteniendo dispensarios, centros de distribución de alimentos y artículos de primera necesidad, hospitales, instituciones de acogida para niños abandonados y huérfanos, así como escuelas infantiles.
España ha repartido más de dos millones de euros, de los que 1,3 millones se han destinado a las misiones de África, más de 600.000€ a las de Asia, casi 43.000€ a Oceanía y casi 16.000€ en Haití.
Con Jesús a Nazaret ¡somos familia!
Los nuevos recursos para el recorrido de este tercer año del cuatrienio «Con Jesús Niño a la misión», del Secretariado de la Infancia Misionera, ayudarán a los niños a crecer en su relación con Dios, con los hermanos, con el mundo y la sociedad.
Enero: fiesta de la infancia misionera. A través de la familia los niños van creciendo a nivel espiritual aprendiendo a conocerse por lo que saben y por lo que son. Siguiendo el ejemplo de la familia de Nazaret podrán comprobar qué tiene en común con otras familias del mundo.
Febrero-Marzo: nuestra familia espiritual. En este tiempo de preparación para la Cuaresma y la Pascua tan importantes para crecer en la fe, los niños descubrirán otra familia: la familia espiritual de su parroquia.
Abril-Mayo: Jesús el Maestro. Jesús niño también aprendía y tenía maestros que le ayudaban a crecer en sabiduría llegando a ser un verdadero Maestro. Se fortalecerá así la motivación de los niños para enseñar a los demás.
Junio-Julio: una familia especial. Como la de Nazaret, cada familia tiene algo especial. El objetivo de esta fase es conocer a otras familias y, si la situación lo permite, se organizará alguna actividad al aire libre.
Mensaje del Papa Francisco
El Papa Francisco, en la Exhortación Apostólica «Evangelii Gaudium», ofrece una visión motivadora e interpelante acerca del espíritu misionero y evangelizador de la Iglesia, a partir de una transformación misionera en la que ofrece claves para el anuncio evangélico en el mundo actual.
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.
La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras; que la pastoral ordinaria, en todas sus instancias, sea más expansiva y abierta; que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad.
Como decía Juan Pablo II a los obispos de Oceanía, «toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial» (Ecclesia in Oceania, 19) (EG 27).
P. Calderón en la presentación de Infancia Misionera: “La Iglesia ejerce el papel de madre de muchos niños en el mundo”
En una rueda de prensa virtual, esta mañana se ha presentado la Jornada de manos de José María Calderón, Director Nacional de OMP España, y en la que también ha participado Mons. Vincent Sowa Boi-Nai, Obispo de Yendi (Ghana), así como Sister Therese Stan, religiosa que acoge a niños acusados de brujería en el Hogar Nazaret de Yendi.
“Queremos concienciar a los españoles, especialmente a los niños, de que vivimos en una gran familia, y no podemos ser indiferentes a las necesidades de los demás por estar lejos”, ha afirmado José María Calderón. “La Iglesia ejerce un papel de madre, padre y familia de muchos niños en el mundo”, ha explicado quien ha sido testigo directo de ello en sus experiencias misioneras, “decimos a los niños que tienen un valor, que son dignos de ser amados”.
Muestra de ello es la diócesis de Yendi, protagonista de la campaña de comunicación de esta Jornada. En ella, una zona rural y poco desarrollada al sur de Ghana, las tradiciones supersticiosas están a la orden del día. “Cuando un niño nace con un defecto físico, piensan que es un niño con un espíritu maligno, y se tienen que deshacer de los niños, y nosotros decimos que eso no se puede hacer”, ha explicado monseñor Vincent Sowa.
Por ello la diócesis sostiene el Hogar de Nazaret, que dirige la hermana Therese Stan. Pero la acción de la Iglesia no se limita solo a estos niños, también sale en ayuda de los pequeños desnutridos, de los niños de la calle, y de los más necesitados. Han creado escuelas y hospitales para atenderlos. “Hay niños que son muy listos, pero nadie les ayuda”, ha afirmado monseñor Sowa.
Esta diócesis es uno de los 1.115 Territorios de Misión que reciben anualmente el apoyo del Santo Padre a través de Infancia Misionera. “No podemos hacer todo esto sin la ayuda de Obras Misionales Pontificias. La ayuda que hemos recibido durante los últimos años ha sido para apoyar a los orfanatos, y a promocionar el cuidado de los niños, y por ello agradecemos a todos por su ayuda”, ha concluido el obispo.
La hermana Therese Stan acoge a más de 80 niños de la zona en el Hogar de Nazaret de Yendi, fundado en 2009. Estos pequeños tienen discapacidades muy variadas: malformaciones, ceguera, síndrome de Down, sífilis… “Todos estos niños han sido acusados de brujería y se les han echado de sus comunidades y familias, y se les ha amenazado de muerte”, ha explicado la hermana Stan. El hogar rescata a estos niños y se responsabiliza absolutamente de ellos.
Niños como Sarah, una niña de 4 años a la que habían condenado a muerte por no saber hablar, y que fue rescatada por la hermana Stan. Ahora ha aprendido a hablar, y es feliz en el Hogar. O como Lisbeth, una niña con una úlcera en la pierna que con 8 años fue acusada de brujería, y que gracias a la hermana Stan hoy sigue viva y ha podido acceder a cuidados en el hospital. La lista es innumerable.
Esta religiosa ha afirmado que encuentra la fuerza y el sentido de lo que hace en la fe. “Sabemos que estos niños son la imagen viva de Dios, y nosotros, como discípulos de Jesús, hacemos lo que él hace”. De hecho, según ha explicado, los musulmanes de la zona reconocen en su trabajo la obra de Dios, porque sin Él nadie podría hacer lo que ellas hacen.
Un año más nos disponemos a celebrar el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones. Convocada por el Papa, es un día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y organiza una colecta para colaborar con ellos. Se celebra sin interrupción desde 1926 en todo el mundo, siempre el penúltimo domingo de octubre, el mes de las misiones.
Este año, la coronación del Mes Misionero será el próximo domingo, 18 de octubre, Jornada que lleva por lema «Aquí estoy, envíame» (Is. 6,8). La misión tiene, desde su origen, la dinámica del envío. El Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo, y Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las gentes.
Toda la historia de la Iglesia se ha tejido con envíos de misioneros que, desde sus comunidades de origen, han salido a anunciar a Cristo con obras y palabras, formando nuevas comunidades. A través de ellos, la Iglesia puede presentar la Buena Noticia en todo el mundo y estar con los que más sufren, también durante estos tiempos de pandemia.
“La Iglesia continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
OMP y los Territorios de Misión:
El DOmingoMUNDial de las misiones está organizado por Obras Misionales Pontificias (OMP), el instrumento oficial de la Iglesia que se encarga del sostenimiento de los Territorios de Misión. Es la red mundial que, en nombre del Papa, sostiene la misión y a las jóvenes iglesias con la oración y la caridad. Son el instrumento que tiene la Iglesia para hacernos conscientes a todos los bautizados de que todos somos misioneros.
Los Territorios de Misión, son aquellas zonas del mundo donde la misión de la Iglesia se encuentra con serias dificultades para seguir adelante por falta de medios personales y económicos:
Hay 1.115 Territorios de Misión.
Representan un tercio de las diócesis del mundo.
Casi la mitad de la población mundial vive en los Territorios de Misión (44,82%).
En las misiones se celebra uno de cada tres bautismos del mundo.
Un sacerdote en un Territorio de Misión atiende a más del doble de habitantes que otro sacerdote de la Iglesia Universal.
La Iglesia tiene una gran capilaridad: llega a las aldeas más remotas.
Más de la mitad de las escuelas de la Iglesia Católica están en las misiones: allí hay 119.200 escuelas.
El 26% del trabajo social de la Iglesia universal se desarrolla en los Territorios de Misión: allí hay 26.898 instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias de ancianos…).
En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto de media 2 instituciones sociales y 6 instituciones educativas al día en las misiones.
“Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Misioneros en tiempos de coronavirus
Sabiendo que son muchos más, desde aquí queremos recordar a aquellos misioneros que pertenecen o tienen relación con nuestra diócesis, y de los que nos hemos hecho eco, sobre todo durante el confinamiento, para dar a conocer su situación y para que nos dieran una palabra de luz y de esperanza desde la fe. Han sido:
Luisa Herrera, misionera en Israel; Álex Díaz, sacerdote misionero en India; Magdalena Vicent, misionera en Japón; Lucas Blanch, sacerdote en Colombia; María Castell, misionera en Estonia; Constancia Silvestre, misionera en Burkina Faso; Mons. D. Luis Capilla, en Suiza; la familia Tortosa Rubert, misioneros en Hungría; y la familia Rubio Millán, misioneros en Ucrania.
También nos gustaría recordar a José Miguel Celma, misionero en Indonesia, Chile, Argentina y Uruguay, fallecido el mes pasado a causa del Covid-19.
¿Qué tienen todos ellos en común?, una llamada de Dios, a la que todos respondieron: “Aquí estoy, envíame”.
Que el Covid-19 no frene tu donativo
El Domund se enfrenta este año a una situación difícil por la pandemia, y desde Obras Misionales Pontificias se anima a que la situación sanitaria no obstaculice el donativo de aquellos que quieran participar en la misión de la Iglesia. Se puede colaborar de muchas formas:
Por Bizum: 00500
Por transferencia: Destinatario. Obras Misionales Pontificias – ES32 0049 5117 2821 1009 4950
“La celebración del Domund significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Lee AQUÍ el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Misiones 2020
Ayer por la tarde, jueves 24 de septiembre, falleció en Madrid a causa del Covid-19 el misionero claretiano José Miguel Celma. Hijo de Ares del Maestre, el 3 de octubre hubiera cumplido 75. Dos días antes de que se decretara el confinamiento, visitó la Delegación Diocesana de Misiones para avisar de que ya regresaba de misiones. Ejerció su labor misionera en Indonesia, Chile, Argentina y Uruguay.
Su cuenta de facebook se está llenando desde ayer de numerosos mensajes de reconocimiento y pésame. Revisando las fotos publicadas, se ve un hombre cercano, de eterna sonrisa, de cercanía y de celo por anunciar el Evangelio. Recibió la ordenación sacerdotal en 1971 y desde 1992 ejerció su ministerio en tierras de misión. Una parte importante de su actividad fue dar a conocer la Palabra de Dios, sobre la que impartió numerosos cursos y conferencias.
José Miguel Celma, en la Delegación Diocesana de Misiones, en una de sus últimas visitas.
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