Este año se cumplen 25 años de la existencia del seminario Redemptoris Mater en la Diócesis de Segorbe-Castellón. Los presbíteros formados en este seminario, para celebrarlo, se han trasladado a Grecia para realizar una peregrinación siguiendo las huellas de san Pablo. Durante cinco días, están visitando Filipos, Tesalónica, Atenas y Corinto y otros lugares en los que el apóstol evangelizó.
Junto al rector, D. Pablo Vela, participan en la peregrinación 22 sacerdotes del Redemptoris Mater, los dos diáconos recientemente ordenados, D. Eduardo Zapata, que fue el rector durante 15 años, y 3 miembros del equipo itinerante del Camino Neocatecumenal.
Se trata de un momento de comunión entre todos los presbíteros, una ocasión para dar gracias al Señor por todo el amor que ha derramado sobre este Seminario y sobre nuestra Diócesis en estos años. Que los frutos de esta peregrinación para los presbíteros sean las palabras del propio apóstol: “Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir” (Ga. 1,21).
El martes pasado, día 30 de mayo, tras la celebración de Pentecostés, la ermita de San Pablo de Albocàsser se vistió de fiesta para congregar a los fieles de la parroquia, quienes se dirigieron en romería desde la población llevando en andas una pequeña y antigua imagen del santo, y también su reliquia, que fue venerada al terminar la solemne Eucaristía con canto de los gozos.
La devoción al Espíritu Santo, unida a la de San Pablo, así como pasar el día en la ermita es una antigua tradición local. Después, en el «prat» se reúnen las familias para hacer las paellas y celebrar así una fraternal comida, animada por la banda del pueblo.
Este domingo, 3 de julio, celebraremos en nuestra diócesis la festividad de san Pedro y san Pablo y el día del Papa; además se llevará a cabo la colecta del ‘Óbolo de san Pedro’. Lo hemos trasladado a este día porque el 29 de junio es laboral en nuestra comunidad autónoma. Queremos así facilitar su celebración considerando la devoción que existe entre nosotros a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y los sentimientos de afecto y adhesión que profesamos hacia el Santo Padre, cabeza visible de la Iglesia de Jesús.
El Papa es el sucesor de san Pedro. Los Apóstoles, testigos directos de las palabras, vida y obras de Jesús, fueron elegidos y enviados por Él mismo para enseñar en su nombre y ser testigos de su resurrección. Entre los Apóstoles, san Pedro tiene un puesto y significado especial por voluntad expresa de Jesús. Pedro fue elegido por Jesús para ser el apoyo firme de la fe de sus discípulos y el fundamento de su Iglesia. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18) y “yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos” (Lc 22, 32), le dice Jesús a Pedro. Los Apóstoles reconocieron a Pedro la función de presidencia y de primacía. Después de ascender Jesús al Cielo, Pedro presidía la vida y las actividades de los Doce. Pedro es la piedra firme de la fe de todos los creyentes, sobre la que Jesús construye su Iglesia. El ministerio de Pedro es signo visible de la unidad de la Iglesia y de la verdad evangélica y apostólica.
Después de anunciar el evangelio en Jerusalén, Pedro va primero a Antioquia y luego a Roma, siendo su primer Obispo. Roma era el centro del mundo conocido. Situarse en Roma era una manera de manifestar la universalidad del Evangelio de Jesús y de impulsar la difusión de la fe cristiana por todo el mundo. Hay testimonios muy antiguos de que todos los Obispos de entonces se sentían vinculados a la tradición cristiana de Roma. La huella de Pedro ha dado a la Iglesia de Roma y a su Obispo el papel de referencia para todas las demás Iglesias, de ser garantía de la autenticidad de la fe y principio de la unidad católica de la fe y de la vida de todos los cristianos.
El ministerio de Pedro se perpetúa en el Obispo de Roma, hoy en el Papa Francisco. El Santo Padre garantiza la unidad en la fe de todos los cristianos, de todos los Obispos y de todas las Iglesias diocesanas. Los cristianos católicos sabemos que nos encontramos dentro de la corriente viva de la fe de los Apóstoles, que arranca del mismo Cristo, si estamos en comunión en la fe con el sucesor de Pedro, con su persona y su doctrina. Esta es la garantía para saber que nuestra fe es auténtica, que somos verdaderos discípulos de Jesús y que pertenecemos a la Iglesia fundada de Jesucristo. Acojamos de corazón y vivamos con fidelidad las enseñanzas del Papa y caminemos por los senderos que él nos va marcando. Nuestra fe ha de ser personal, sí; pero también eclesial, apostólica y en comunión afectiva y efectiva con el Papa.
La persona y el ministerio del papa Francisco piden nuestro afecto filial y la acogida sincera de sus palabras. Como sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra, sus palabras nos confirman en la fe y renuevan nuestra esperanza. Hoy le damos gracias por su ejemplo claro de entrega desinteresada al servicio de la Iglesia y de la humanidad, en especial de los más pobres y desfavorecidos de la tierra. Acojamos cordialmente su llamada insistente a una ‘conversión pastoral y misionera’ de toda nuestra Iglesia, basada en la alegría del encuentro personal y transformador con Cristo vivo.
Oremos por la persona y por el ministerio del Santo Padre, siempre y en especial en este día del Papa. Su misión se ha hecho hoy particularmente difícil. En la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba por él. Oremos especialmente para que el Señor le conceda el don de sabiduría y el discernimiento necesario para conducir a su Iglesia en estos tiempos de cambio de época; y para que le conceda el don de fortaleza para que su fe no decaiga y pueda confirmarnos en la fe a todos los creyentes, como encomendó Jesús a Pedro, (cf. Lc 22,31), para que se eviten cismas en marcha.
Este domingo haremos también la colecta del ‘Óbolo de San Pedro’ para colaborar con el Papa en su ayuda continua a los más necesitados del mundo. Seamos generosos. Muchísimas gracias,
Esta mañana a las 9.30h, coincidiendo con la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Monseñor Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, ha presidido la Misa Internacional en la Basílica Pío X, en el Santuario de Lourdes. Una Eucaristía en la que han participado las peregrinaciones de diferentes hospitalidades del mundo, así como las españolas, que estos días están en Lourdes, entre ellas la de Segorbe-Castellón, Ourense y Tortosa.
Junto a D. Casimiro han concelebrado diferentes Obispos, así como los sacerdotes diocesanos que están participando en la peregrinación y otros tantos de diferentes Diócesis del mundo.
En la homilía, nuestro Obispo ha recordado «con alegría y en acción de gracias a Dios» a Pedro y Pablo como «las dos columnas de la Iglesia que ambos, por caminos diversos, anunciaron el Evangelio y congregaron la única Iglesia de Cristo, siendo coronados con el martirio en Roma por su fe en el Señor Resucitado».
De la figura del humilde pescador de Pedro, ha ensalzado su encuentro con Jesucristo, porque «marcó un antes y un después en su existencia». Tanto es así, ha dicho D. Casimiro, que cuando Jesús le pidió que lo dejara todo y le siguiera, así lo hizo para ser pescador de hombres. Así, nuestro Obispo ha recordado pasajes importantes de la vida de Pedro junto a Jesús, enfatizando en aquellos aspectos que vivió junto a Él sintiéndose abandonado por los suyos (Jn 6, 68) al hablarles de su cuerpo como pan de vida y verdadero alimento. Y es que para Pedro, Jesús tenía «palabras de vida eterna». Desde su conversión y sus vivencias con Jesús, Pedro es el Apóstol que no dudó en reconocer a Jesús como «el Mesías, el Hijo de Dios vivo», ha enfatizado D. Casimiro recordando el pasaje evangélico de Mateo (16, 15-16). Y es que Pedro es un ejemplo en el que mirarnos, pues «experimentó personalmente que las palabras y las obras de Jesús contienen vida eterna, dan sentido a la existencia y dan luz en el camino; que la persona, obras y palabras de Jesús llenan el corazón y dan esperanza».
También en la fragilidad humana, pues negó a Jesús hasta tres veces y «al verlo morir en la Cruz huyó junto con los otros apóstoles», ha recordado también nuestro Obispo. Tras la Resurrección, y «arrepentido de su negación del Maestro, Jesús lo acogió, lo perdonó y lo puso al frente de su Iglesia», y a cambio tan solo le pidió que lo amara.
«Para mi la vida es Cristo», ha dicho D. Casimiro recordando a Pablo, cuyo encuentro con Jesucristo resucitado en el camino de Damasco mientras perseguía a los cristianos, le llevó a darse y gastarse «en la predicación de Jesús y del Evangelio».
A los miles de fieles que han llenado casi prácticamente el aforo de la Basílica, D. Casimiro les ha exhortado a recibir la gracia del Santuario de Lourdes para «encontrarnos o reencontrarnos con Jesús, el Señor resucitado, de manos de la Virgen», pues eso es lo que verdaderamente «llenará nuestro corazón de alegría, de paz y de esperanza». Un mensaje con guiño a Bendicto XVI pues el encuentro personal con Jesucristo es lo que nos “da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1).
El Obispo no ha sido ajeno a las dificultades con las que nos encontramos en la vida, también en la enfermedad, pero «en la amistad con Jesús y en nuestra devoción a la Virgen encontraremos la fuerza y la energía suficientes para enfrentarnos a cuanto nos acontece», ha dicho D. Casimiro dando su aliento a los fieles.
Hoy, especialmente, ha tenido palabras de recuerdo hacia el Papa Francisco quien, como sucesor de Pedro, es el «Vicario de Cristo en la tierra, él garantiza la unidad en la fe apostólica de los cristianos, de los Obispos y de toda la Iglesia», siendo su misión, en el momento actual «particularmente difícil».
Por ello, las últimas palabras de la homilía del Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón ante fieles de diferentes partes del mundo han sido para pedir oración por el Santo Padre y por la Iglesia, ofreciéndole «nuestra comunión efectiva y afectiva, y que Dios le conceda el don de sabiduría para conducir a la Iglesia en estos tiempos de cambio de época y el don de fortaleza para que su fe no decaiga y pueda confirmarnos en la fe a todos los creyentes, como pidió Jesús a Pedro» (cf. Lc 22,31).
Recordamos que en la Diócesis de Segorbe-Castellón, por Decreto de nuestro Obispo, la Solemnidad de San Pedro y San Pablo se ha trasladado a este próximo Domingo, 3 de julio.
Tras la celebración Eucarística, D. Casimiro se ha trasladado hasta el comedor del Hospital Notre-Dame, para bendecir la comida de los enfermos de nuestra Diócesis. Este mediodía, los 68 jóvenes hospitalarios mantendrán un encuentro con el Señor, y ya esta tarde la Hospitalidad Diocesana participará en la Procesión del Santísimo.
Nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha dispuesto a través de un Decreto que ha firmado hoy, día 20 de junio, el trasladado de la solemnidad extrínseca de la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pabloal domingo 3 de julio, aunque manteniéndose el día 29 de junio la celebración litúrgica.
Se trata, tal y como indica, de una solemnidad «de honda significación litúrgica en el calendario romano», considerando para su traslado «la devoción que nuestra querida Diócesis ha dispensado siempre a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y los sentimientos de afecto y adhesión que profesa hacia el Santo Padre, cabeza visible de la Iglesia, sucesor de San Pedro y garantía de su unidad».
Así pues, para que podamos vivirla «con profundo sentido de comunión y solidaridad eclesial», dispone que en todas las iglesias de la Diócesis se celebre la Misa de esta solemnidad «en las Misas vespertinas del sábado, día 2, y en las del domingo, día 3 de julio, con asistencia de fieles», y que la predicación «esté dedicada al “ministerio petrino” como signo visible de la unidad de la Iglesia, de la sucesión apostólica y de la verdad evangélica».
Además, nos exhorta a todos los fieles «a rezar por el Papa Francisco, y a agradecer a Jesucristo el don del “ministerio petrino” concedido a su Iglesia», y a «colaborar generosamente en la colecta de este día», el Óbolo de San Pedro, «destinada a ayudar al Papa en las múltiples necesidades de caridad que le impone el ejercicio de su ministerio pastoral universal», por lo que se suprime la colecta de Cáritas del primer domingo de mes.
POR EL QUE SE TRASLADA LA SOLEMNIDAD EXTRINSECA DE LA
FESTIVIDAD DE LOS SANTOS APOSTOLES PEDRO Y PABLO
CASIMIRO LÓPEZ LLORENTE,
POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA,
OBISPO DE SEGORBE-CASTELLÓN
Próxima la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, de honda significación litúrgica en el calendario romano, y considerando la devoción que nuestra querida Diócesis ha dispensado siempre a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y los sentimientos de afecto y adhesión que profesa hacia el Santo Padre, cabeza visible de la Iglesia, sucesor de San Pedro y garantía de su unidad, hemos determinado trasladar la solemnidad extrínseca de la festividad de San Pedro y San Pablo al domingo día 3 de julio, manteniéndose el día 29 de junio la celebración litúrgica de este día.
Y para que nuestra Diócesis viva la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo con profundo sentido de comunión y solidaridad eclesial,
DISPONGO
Que en todas las iglesias abiertas al culto, parroquiales y no parroquiales:
1º.- Se celebre la Misa de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo en las Misas vespertinas del sábado, día 2, y en las del domingo, día 3 de julio, con asistencia de fieles.
2º.- La predicación en estas Misas esté dedicada al “ministerio petrino” como signo visible de la unidad de la Iglesia, de la sucesión apostólica y de la verdad evangélica.
3º.- Se exhorte a los fieles a rezar por el Papa Francisco, y a agradecer a Jesucristo el don del “ministerio petrino”, concedido a su Iglesia.
4º. También se exhortará a los fieles a colaborar generosamente en la colecta de este día, llamada tradicionalmente “Óbolo de San Pedro”, destinada a ayudar al Papa en las múltiples necesidades de caridad que le impone el ejercicio de su ministerio pastoral universal. En consecuencia queda suprimida la colecta de cáritas, imperada en nuestra Diócesis para los primeros domingos de mes.
Dado en Castellón de la Plana, a veinte de junio de dos mil veintidós.
El pasado sábado, día 22 de enero, los cursillistas se reunieron en la parroquia de San Cristóbal de Castellón para conmemorar la fiesta de la conversión de San Pablo, Patrón del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
En un clima de amistad y recogimiento, escucharon una charla de D. Vicente Agut, que fue consiliario del Movimiento durante muchos años. Según explica el presidente, D. Fernando Puchol, “en ella nos relató algunas anécdotas de su trabajo como consiliario y nos habló de cómo ha vivido él este amor misericordioso que Dios nos tiene, y que, a pesar de todos nuestros pecados, nuestros defectos, nuestras manías, nuestras deficiencias, Dios sigue amándonos y contando con nosotros para que anunciemos la Buena Noticia del Evangelio, como hizo San Pablo, que fue elegido por Cristo para predicar y llevar la Buena Noticia a todo el mundo”.
Cuando uno sabe, vive, y experimenta que Dios nos ama, la vida es de otra manera, no hay lugar para el desánimo, ni el cansancio ni el abandono, porque Dios va con nosotros abriéndonos camino. Como dice San Pablo “todo lo puedo en aquel que me conforta”.
Tras la charla tuvieron “un momento de esparcimiento durante el que pudimos charlar con el resto de los asistentes, ya que hacía tiempo que no nos veíamos”, y terminaron el encuentro celebrando la Eucaristía, “y dando gracias a Dios por el amor que nos tiene”.
El Movimiento de Cursillos de Cristiandad (MCC) de la Diócesis de Segorbe-Castellón celebrará con una convivencia la conversión de San Pablo, patrón del Movimiento. Será el próximo sábado, día 22 de enero, en la parroquia de San Cristóbal de Castellón.
Según indican desde MCC, esta “será una mañana para compartir, conocer nuestra historia y celebrar la Eucaristía”, además, “está abierto a cualquier persona que desee asistir”.
Este domingo 27 de junio, dos días antes de la fecha señalada en el calendario litúrgico, celebramos en nuestra Diócesis la solemnidad de San Pedro y San Pablo por ser el día 29 laborable en nuestra comunidad autónoma. En este día celebramos también el Día del Papa y tendrá lugar la colecta del Óbolo de San Pedro, llamada así desde los primeros siglos de la Iglesia.
En este día recordamos en primer lugar a San Pedro y San Pablo, columnas de la Iglesia y heraldos del Evangelio. Por caminos diversos, los dos anunciaron el Evangelio y congregaron la única Iglesia de Cristo, y ambos fueron coronados por el martirio en Roma a causa de la fe en Cristo Resucitado y el anuncio del Evangelio.
Entre los doce Apóstoles, Pedro ocupa un lugar especial. Todos ellos fueron testigos directos de las palabras y obras de Jesús, vieron al Señor Resucitado, y fueron enviados por Cristo para ser sus testigos y anunciar el Evangelio en todo el mundo. Pero a Pedro le corresponde por voluntad de Jesús un ministerio especial entre todos ellos: Jesús lo elige para ser su Vicario en la tierra, el apoyo firme de la fe y de la vida de todos sus discípulos. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” y “He orado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando estés fuerte confirma a tus hermanos”, dice el Señor a Pedro. Los Apóstoles reconocieron a Pedro este puesto de presidencia. Después de ascender Jesús al Cielo, Pedro presidía la vida y las actividades de los Doce. Pedro es testigo, fundamento firme de la fe de todos los creyentes: él es la piedra sobre la que Jesús construye su Iglesia, el fundamento de la unidad de la comunidad de los creyentes.
Pedro anunció el Evangelio en Jerusalén, después en Antioquia, y finalmente en Roma. Situarse en Roma era una manera de manifestar la universalidad del Evangelio de Jesús. Hay testimonios muy antiguos de que los Obispos de todo el mundo se sentían vinculados a la tradición cristiana de Roma. La huella de Pedro ha dado a la Iglesia de Roma ese papel de referencia para todas las demás Iglesias, como garantía de la autenticidad y de la unidad católica de la fe y de la vida de todos los cristianos.
Al celebrar a San Pedro tenemos un recuerdo especial por el Papa como sucesor suyo en el ministerio que Jesús le confió al frente de su Iglesia. El ministerio de Pedro se perpetúa en el Obispo de Roma, hoy el Papa Francisco: él es el Vicario de Cristo en la tierra y el Primado de la Iglesia; él garantiza la unidad en la fe de todos los cristianos, de todos los Obispos y de todas las Iglesias diocesanas. Los cristianos católicos sabemos que nos encontramos dentro de la corriente viva de la fe de los Apóstoles, que arranca del mismo Cristo, si estamos en comunión con el sucesor de Pedro, con su persona y su doctrina en cuestiones de fe y de moral. Esta es la garantía para saber que nuestra fe es auténtica, que somos verdaderos discípulos de Jesús y que pertenecemos a la única Iglesia del Señor. Nuestra fe ha de ser personal, sí; pero también eclesial, apostólica y en comunión afectiva y efectiva con el Papa.
En estos tiempos la misión del Papa se ha hecho particularmente difícil. Los últimos Papas, también Francisco, están siendo “bandera discutida”, como lo fue Jesús. Las críticas de unos y otros, los rechazos de su misión, las protestas en cualquier lugar de la Iglesia, las tempestades externas a la Iglesia y los graves pecados de sus miembros, en especial de miembros destacados de la jerarquía, cargan sobre sus hombros; y puede que consciente o inconscientemente nos afecten en nuestro afecto hacia el Papa.
En la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba por él. Hoy toda la Iglesia hemos de orar por el Papa, sucesor de Pedro. Hemos de estar muy cerca del Papa Francisco con nuestra oración y con nuestra comunión efectiva y afectiva. Oremos por el Papa para que Dios le conceda especialmente el don de sabiduría para conducir a su Iglesia en estos tiempos de cambio de época y el don de fortaleza para que su fe no decaiga y pueda confirmarnos en la fe a todos los creyentes, como pidió Jesús a Pedro (cf. Lc 22,31). El ministerio del Papa ha de suscitar en nosotros una actitud de escucha atenta y de acogida cordial. Su palabra nos confirma en la fe, nos renueva en la esperanza y nos envía a la misión.
Demos gracias a Dios por la persona y el ministerio del Santo Padre. Avivemos nuestro amor por su papel insustituible para toda la Iglesia.
En los templos de nuestra Diócesis haremos hoy la colecta del Óbolo de San Pedro para colaborar con el Papa en sus ayudas continuas a los más necesitados del mundo; seamos generosos. Muchas gracias.
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