Jornada de Inicio del Curso Pastoral, «Iglesia peregrina del Señor».
Carta del Obispo, D. Casimiro: “Un curso pastoral bajo el signo del Año Jubilar”.
La celebración de la Solemnidad de Nuestra Señora de la Cueva Santa, Reina, Madre y Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, marca el inicio del curso pastoral.
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Este sábado iniciamos un nuevo curso pastoral con la Jornada diocesana en el Seminario Mater Dei. Un nuevo curso es un tiempo de gracia de Dios para crecer en santidad y comunión como Iglesia peregrina del Señor al servicio de la misión. Jesús nos dice a todos: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20).
Puede que estemos cansados y desalentados, pero el Señor nos envía de nuevo. Hemos de salir a los caminos y a las periferias con una finalidad bien precisa: Hacer discípulos del Señor mediante el anuncio de Jesucristo vivo, que lleve al encuentro con personal con Él, a la conversión y adhesión a su Persona y a su Evangelio, al bautismo y a una vida conforme con lo que Jesús nos ha enseñado.
La misión de nuestra Iglesia corresponde a cuantos la formamos: a cada uno de los bautizados conforme a su vocación, carisma y estado –laicos, religiosos, diáconos y sacerdotes- y a cada una de las comunidades cristianas. Nuestra Iglesia entera –miembros y comunidades- estamos llamados a ponernos en estado de misión y a comprometernos en el anuncio del Evangelio, que lleve al encuentro personal y transformador con Jesucristo, que “da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus caritas est, 1).
Este curso nos vamos a centrar en tres cosas: la celebración del Año Jubilar, la reflexión sobre nuestra Iglesia Diocesana y la preparación de un nuevo Plan diocesano de Pastoral. Me detengo brevemente en la celebración del Jubileo que comenzábamos el pasado día 12 de abril.
Algunos de los actos jubilares ya se han llevado a cabo, pero la mayoría tendrán lugar en este nuevo curso, hasta la clausura del Jubileo el 16 de abril de 2023. De los actos pendientes quiero resaltar las peregrinaciones por Arciprestazgos a la Catedral en Segorbe. Hemos de prepararlas con esmero pues de ello dependerán en gran medida los frutos espirituales, personales y comunitarios del Jubileo.
Recordemos que el objetivo del Año Jubilar es Crecer en comunión para salir a la misión. Se trata de la comunión con Dios y con los hermanos para salir a la misión siempre nueva de anunciar a Cristo vivo y su Evangelio. Como nos recuerda el papa Francisco, la misión pide evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo para anunciar la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios (cf. EG 259). Hemos pues de cuidar y favorecer la conversión y la renovación espiritual, personal y comunitaria, para crecer en la comunión. Esta es la fuente, la fuerza y la meta de la misión. Sin comunión no será posible la necesaria renovación pastoral y misionera de nuestra Iglesia. Una comunión viva y vivida hará de todos nosotros “evangelizadores con Espíritu”.
La comunión con Dios y los hermanos es un don de Dios, que hemos de suplicar con insistencia y acoger con gratitud. Estamos necesitados de Dios, de su Palabra, de su vida y de su gracia: esta es la fuente de la vitalidad espiritual, pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana y de cuantos la formamos. El Jubileo nos llama a volver nuestra mirada y nuestro corazón a Dios para convertirnos a Él, nos ofrece la oportunidad y la gracia de recuperar y/o fortalecer la comunión con Dios y con los hermanos. Reconozcamos con humildad nuestros pecados, nuestras tibiezas y nuestras mundanidades; pidamos perdón a Dios y a los hermanos con sinceridad y con mucha humildad. Abrámonos al abrazo del perdón misericordioso del Padre que nos espera en el sacramento de la Penitencia. Recuperemos la alegría de estar en la casa del Padre formando parte de su Iglesia, que es su Pueblo, la familia de los hijos de Dios.
Os animo a todos a participar en las peregrinaciones a la Catedral y a cuidar con esmero su preparación espiritual. Es una buena oportunidad para intensificar la oración personal y comunitaria. Pido a los sacerdotes que ofrezcan el sacramento de la Reconciliación. Para ganar la Indulgencia plenaria del Jubileo es necesaria, entre otras cosas, la confesión personal de los pecados.
Sin la gracia de Dios, sin la savia de la Vid que es Cristo Jesús y sin la fuerza del Espíritu nada podemos ser o hacer ni como cristianos ni como Iglesia. Vivamos el nuevo curso pastoral con ánimo y esperanza renovados. El Señor Jesús es nuestro compañero de camino y su Espíritu nos ilumina, alienta y fortalece. ¡Que la Virgen de la Cueva Santa nos guíe, proteja y aliente en este nuevo Curso pastoral!
Nuestro Obispo, D. Casimiro, ha dirigido una carta a todo el Pueblo de Dios de la Diócesis de Segorbe-Castellón animando a participar en la Jornada Diocesana de Inicio del Curso Pastoral, que se celebrará el próximo sábado, día 17 de septiembre, en el Seminario Diocesano Mater Dei de Castellón.
«El Señor nos llama a todos a trabajar en su Viña»
Tras la pausa veraniega, las parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones y grupos, arciprestazgos y los servicios diocesanos estamos llamados por el Señor «a retomar con fuerzas renovadas la misión evangelizadora, que Él nos ha confiado», nos recuerda en la misiva.
Además, este nuevo Curso, con mayor motivo lo haremos inmersos en la celebración del Año Jubilar diocesano, a cuyo fin deben orientarse todas las acciones previstas, pero de un modo especial las peregrinaciones por arciprestazgos a la Catedral en Segorbe, indica D. Casimiro. Peregrinaciones que conviene preparar «con esmero para que la gracia de Dios del Jubileo toque nuestros corazones, nos convierta más a Cristo y nos renueve espiritual y pastoralmente».
«Todos estamos convocados a esta Jornada»
A todo ello se dedicará la Jornada de Inicio del Curso, en la que participaremos sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, y seglares, junto al Obispo. Comenzará con la acogida, a las 9:30 h. de la mañana, para a continuación celebrar la Eucaristía, «fuente y cima de la comunión y misión de la Iglesia, de toda comunidad cristiana y de todo cristiano». Tras ello, D. Juan Ignacio Damas López, Vicario General de la Diócesis de Jaén, impartirá la conferencia “La Reflexión Diocesana, una oportunidad para crecer en la comunión y salir a la misión”. La Jornada concluirá con la presentación de la programación pastoral y otras comunicaciones.
Mons. Casimiro López Llorente ha presidido la Solemne Eucaristía en su honor
Desde primera hora de esta mañana, el Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa (Altura) se ha convertido en centro neurálgico al que han acudido cientos de fieles para honrar y venerar a la Virgen de la Cueva Santa.
A pesar de que la fiesta este año es mañana domingo, 11 de septiembre, un Decreto de nuestro obispo publicado la semana pasada, trasladaba la celebración al día de hoy «con el deseo de favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales».
Máxime este año en el que, el Año Jubilar Diocesano que, con motivo del 775º Aniversario de la creación de la sede espiscopal en Segorbe, estamos celebrando, se ha puesto bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Cueva Santa.
La Solemne Eucaristía ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, y concelebrada por el Vicario General, Javier Aparici y el Rector del Santuario, Juan Manuel Gallent, así como el Vicario de Pastoral, Miguel Abril, el Vicario del Clero, Marc Estela y el Deán de la Catedral de Segorbe, D. Federico Caudé. La celebración ha estado marcada por la devoción y el culto a la Blanca Paloma, Patrona de nuestra Iglesia diocesana, en la que han participado también una nutrida representación de los sacerdotes de la diócesis, así como los seminaristas.
A través de la liturgia de la Palabra, los fieles han podido loar a Dios, creador del mundo y protector de su pueblo. El cántico de Judit (13, 14. 17-20) nos ha recordado a un «Te Deum» solemne después de una gran victoria en la que el enemigo ha sido derrotado.
«Tu eres el honor de nuestro pueblo»(Jdt 13, 18bcde. 19) rezaba el Salmo que ha precedido a la lectura del Evangelio según San Lucas (1, 39-47) en el que la Virgen María «proclama mi alma la grandeza del Señor». A través de la Virgen María, hoy hemos sentido la inmensa alegría del encuentro con Jesucristo a través de la Eucaristía. Y es que pocos encuentros evangélicos son tan llenos de alegría y de gozo. Una alegría tan abrumadora, que siente vibrar en su vientre al Hijo de Dios y pone en valor la actitud de servicio de la Virgen hacia su prima Isabel.
Y, a la luz de la Palabra proclamada, la homilía de nuestro Obispo ha puesto el énfasis en las virtudes de María, Madre de Dios, «modelo y guía para todos los fieles».
Las primeras palabras de D. Casimiro han sido de acción de gracias y de recuerdo a todos los afectados por el incendio que, el pasado mes de agosto, afectaba a miles de vecinos de diferentes municipios de la comarca y dejaba el fuego a escaso metros del Santuario, aunque es visible que afecto al paraje que lo rodea. De esta forma, el agradecimiento que se ha elevado a la Virgen de la Cueva Santa por su intercesión.
Escuchar, creer, acoger y actuar
Durante la homilía, el Obispo ha puesto en valor estas cuatro actitudes de María, exhortándonos a imitarla «allí donde el Señor ponga nuestra vocación, seamos como María, una Iglesia misionera que escucha su palabra, cree en Él, acogemos su voluntad y actuamos según su llamada seremos portadores de Cristo y del Evangelio como María, sirviendo al necesitado, no solo de pan, sino de Dios».
La Virgen, Nuestra Señora de la Cueva Santa, es «defensora, protectora, abogada e intercesora ante Dios, y también guía de nuestro caminar porque ella dirige y orienta nuestra mirada, nuestros pasos y nuestra vida hacia su Hijo, el Hijo de Dios, el Salvador, el Camino, la Verdad y la Vida».
En ese sentido se ha referido también a la protección de María «a quien podemos acudir en los momentos de debilidad o de aflicción, de dificultad y de incertidumbre, como también en los momentos de alegría o de alivio». Ella es quien nos lleva a Cristo, y «nos enseña a vivir fieles a nuestra fe y existencia cristiana en el seno de la Iglesia diocesana».
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También ha habido referencias al Año Jubilar que estamos celebrando en el que la Virgen de la Cueva Santa ha de ser nuestra referencia y modelo. Así, nos ha exhortado a «dejarnos renovar para crecer en comunión y salir con alegría a la misión». Para hacerlo hemos de mirar «con fe y devoción a la Virgen de la Cueva Santa, escuchemos sus palabras y contemplemos su vida: acojamos de sus manos la gracia del encuentro o re-encuentro personal y comunitario con su Hijo y que transforme nuestros corazones».
Bajo la dirección de D. David Montolio, la parte musical de la celebración ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados en los acordes por el organista de la Catedral, Santiago Díaz. Al concluir la ceremonia se han cantado los Gozos.
La celebración ha finalizado en la plaza de la explanada del Santuario donde los trabajadores del Santuario y voluntarios de la parroquia de Altura ha preparado un ágape que ha servido para confraternizar. Hasta la Virgen de la Cueva Santa han acudido hoy fieles de diferentes puntos de nuestra Diócesis atraídos por la devoción a la Patrona de la Diócesis a la que le es reconocida su intercesión.
Algunos de los fieles han visitado el Santuario y participado en la celebración en recuerdo de sus antepasados que, «acudían en carro tirado por mulas en peregrinación en agradecimiento por los favores concedidos». Y otros tantos llamados por la invitación que nuestro Obispo hizo extensiva esta semana pasada a toda la Iglesia de Segorbe-Castellón «por ser este un Año de Gracia en el que celebramos -decían- el Año Jubilar y en apoyo a nuestro pastor».
Con motivo del Año Jubilar por el 775 aniversario de la sede episcopal en Segorbe, la Comisión Diocesana del Jubileo ha organizado un Ciclo de Conciertos de Órgano. En total serán seis conciertos que acogerán diferentes parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón durante este curso. Han colaborado la Fundación Dávalos – Fletcher, la Diputación de Castellón y el ayuntamiento de Vila-real.
Al oír hablar de música de órgano pensamos inmediatamente en la iglesia, y es verdad, las iglesias han sido su medio desde hace muchos siglos. Pero su presencia en ellas no es ornamental, sino que cumple una función muy concreta e importante en la Liturgia.
La constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada Liturgia nos dice que «la tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne».
Pero además nos pide que tengamos «en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales».
El primero de los recitales tendrá lugar este sábado, día 10 de septiembre a las 21 h., en la Concatedral de Santa María, en Castellón, a cargo del prestigioso organista Daniel Oyarzabal, que cuenta con una ya larga trayectoria internacional con conciertos en más de 25 países de Europa, Asia, África y América. Ha estudiado en Vitoria-Gasteiz, Bilbao, Viena, La Haya y Ámsterdam. Ha sido Premio Especial de la Prensa en la Muestra Nacional para Jóvenes Intérpretes en Ibiza (1991), Primer Premio en el Concurso Internacional de Música de Roma (1998) y Tercer Premio en el XIX Concurso Internacional de Nijmegen, Holanda (2002). Actualmente es organista principal de la Orquesta Nacional de España y profesor del Grado en Composición de Músicas Contemporáneas de la Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos TAI-Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, ha dirigido una carta a todo el Pueblo de Dios de la Diócesis de Segorbe-Castellón animando a participar en la Santa Misa en el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, nuestra Madre y Patrona,el próximo sábado día 10 de septiembre a las 11 h. de la mañana.
«El pasado agosto ha sido un mes muy atípico», indica, por las altas temperaturas, por la sequía y por los devastadores incendios que han afectado a varios municipios de la Diócesis, en especial el de Bejís y el de Les Useres. También tiene en cuenta otras situaciones preocupantes y que producen desazón, entre ellas la guerra en Ucrania, la crisis económica y la energética, y todas las consecuencias que sufrirán, de un modo más acusado, las familias más desfavorecidas.
Es por ello que mueve a sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y a fieles devotos a darle gracias a la Virgen por su protección, pues «el incendio quedó a las puertas del Santuario y no hay que lamentar pérdidas de vidas humanas», pero también a pedirle «su intercesión por las necesidades propias y ajenas, especialmente por los que han sufrido directamente los incendios».
Del mismo modo, el día de la Fiesta litúrgica de la Virgen de la Cueva Santa es el momento para dar gracias a Dios por todos aquellos que han estado luchando contra las llamas, y le pediremos «que nos envíe la lluvia tan necesaria para nuestras fuentes, campos y bosques. Y bajo la protección de la Virgen María pondremos el nuevo curso pastoral y los frutos del Año Jubilar diocesano».
Nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha dispuesto a través de un Decreto el trasladado de la celebración litúrgica de la Fiesta de la Virgen de la Cueva Santa, patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, al sábado 10 de septiembre.
Tal y como indica en el documento, la Fiesta de nuestra Patrona es el día 11 de septiembre, pero se ha trasladado considerando que este año cae en Domingo, «que por ser Solemnidad tiene prioridad sobre las Fiestas». El fin, explica el Obispo, es que todos podamos celebrarla y vivirla. Además, recuerda que a la Virgen le hemos encomendado la celebración del Año Jubilar diocesano, albergando el deseo de «favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales».
Del mismo modo, el Decreto dispone que en todas las iglesias se celebre «la Misa de la Bienaventurada Virgen María de la Cueva Santa. El rezo del Oficio divino o Liturgia de las Horas será el propio de la Virgen de la Cueva Santa», teniendo en cuenta que «las Misas vespertinas del sábado, así como las primeras Vísperas serán ya del Domingo XXIV del Tiempo ordinario».
También que en la monición de entrada de las Misas se haga referencia «al patrocinio diocesano de la Virgen de la Cueva Santa», que en las preces se pida «su intercesión por la renovación espiritual, pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana y por los frutos del Año Jubilar», y que en la homilía se explique «el significado del patrocinio de la Virgen de la Cueva Santa para toda la Diócesis».
DECRETO POR EL QUE SE TRASLADA LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA FIESTA DE LA VIRGEN DE LA CUEVA SANTA, PATRONA DE LA DIÓCESIS
CASIMIRO LÓPEZ LLORENTE,
POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA,
OBISPO DE SEGORBE-CASTELLÓN
Según nuestro calendario litúrgico diocesano, aprobado por la Santa Sede, la celebración litúrgica de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, es el 11 de septiembre y tiene el rango de Fiesta. Considerando que el presente año la fecha asignada cae en Domingo, que por ser Solemnidad tiene prioridad sobre las Fiestas, y con el fin de que nuestra Iglesia diocesana pueda celebrar y vivir la Fiesta de su Patrona, bajo cuyo patrocinio hemos puesto el Año Jubilar Diocesano con motivo del 775º Aniversario de la creación real de la sede episcopal en Segorbe y con el deseo de favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales, por el presente
DISPONGO
1º. El traslado de la celebración litúrgica de la Fiesta de la Virgen de la Cueva Santa este año del día 11 de septiembre, al día anterior, sábado 10 de septiembre.
2º. En todas las iglesias, parroquiales y no parroquiales, abiertas al culto en nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, se celebrará la Misa de la Bienaventurada Virgen María de la Cueva Santa. El rezo del Oficio divino o Liturgia de las Horas será el propio de la Virgen de la Cueva Santa. Con este fin, el Delegado Diocesano para la Liturgia y la Espiritualidad enviará los textos propios para la santa Misa y para el Oficio divino. Las Misas vespertinas del sábado así como las primeras Vísperas serán ya del Domingo XXIV del Tiempo ordinario.
3º. En las Misas con participación de fieles hágase referencia en la monición de entrada al patrocinio diocesano de la Virgen de la Cueva Santa, en las preces pídase por su intercesión por la renovación espiritual, pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana y por los frutos del Año Jubilar y, en la homilía, si la hubiere, explíquese el significado del patrocinio de la Virgen de la Cueva Santa para toda la Diócesis.
Dado en Castellón de la Plana, a 1 de septiembre de dos mil veintidós.
Un episodio sugestivo para el conocimiento y divulgación de la historia diocesana, en este Jubileo del 775 Aniversario de la Sede Episcopal, corresponde a una de las circunstancias históricas más especialmente curiosas de nuestro pasado, la vinculación al antiguo obispado de la localidad de Arcos de las Salinas (y su industria de la sal) hasta 1960, población limítrofe entre los reinos de Aragón y Valencia y enclavada en la actual Comunidad Autónoma de Aragón, al sur de la provincia de Teruel.
Reconocida como parte del territorio pastoral del obispo segobricense en el año 1236, de la mano del mismo Zayd Abu Zayd, último gobernador almohade de Valencia (ca. 1195-1268) convertido y bautizado en 1232, su pertenencia jurisdiccional a la sede respondía al gran beneficio financiero que, para el mantenimiento de la Iglesia Diocesana, significaba la explotación de las primitivas salinas, de origen islámico, ubicadas a las afueras de la población, en el pequeño valle que aprovecha las cristalinas aguas del barranco del río de Arcos y un acuífero de agua salada, en un paraje rodeado de montañas de sal que destellean con los rayos de sol de cada mañana.
Si bien, los obispos de Segorbe realizaban sus visitas en el itinerario que llegaba a esta población de frontera a través de la imponente y fortificada Alpuente y sus aldeas, o atravesando los puertos de montaña por la Vereda Real desde Abejuela, a caballo entre los dos reinos, para no pisar territorios ajenos al propio, el mejor acceso, entonces y ahora, era desde el mismo Camino Real, actual autovía Mudéjar (A-23) que, subiendo desde Barracas y atravesando el altiplano de San Agustín y Rubielos, se desviaba por Albentosa buscando Manzanera y Torrijas para acabar desembocando en Arcos.
Un lugar hasta tal punto protegido por el prelado, en un obispado eminentemente pobre y sin recursos que, en la desmembración propiciada por Felipe II en 1577, Segorbe impuso su criterio de dominio sobre unas demarcaciones que, con la conquista cristiana de 1210 del rey Pedro II de Aragón, en una campaña en la que también se recuperaron los territorios de Ademuz, Arcos había quedado como parte, en un principio, de ese entramado de localidades.
Sin embargo, la voluntad de sus pobladores de integrarse en la Comunidad de Teruel, con la que se encontraba mucho más comunicada por buenos caminos, la llevaron a integrarse en el Aragón por gracia de Jaime I de 17 de junio de 1269, con la única excepción de sus salinas, -bajo dominio y patrimonio real y jurisdicción de Valencia-, al contrario que con Segorbe, de la que la separaba y separa la imponente línea montañosa de la Serranía de El Toro, de clima continental y desfavorables condiciones climáticas buena parte del año. Fue el propio rey “Conquistador”, quien había visitado personalmente las instalaciones en 1259, quien se interesó por el lugar que había de formar parte del patrimonio real y episcopal, y cuya explotación habría de establecerse como futuros arrendamientos, exigiendo a sus propias poblaciones y “vasallos” a adquirir obligatoriamente la sal de este maravilloso y desértico enclave que, en siglos posteriores fue Real
En la actualidad, la ermita de la Virgen de los Dolores o del Salinar, del siglo XVIII, las salinas, casa señorial, viviendas, las estructuras industriales, los almacenes y la noria, pese a su muy deficiente estado de conservación, han sido declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), desde 2010, por la Diputación General de Aragón, siendo plasmación de una historia ininterrumpida de más de setecientos años de actividad, donde aún se aprecia una extensión de 19.000 metros cuadrados y ocho tablares, con las piletas donde cristalizaba la sal. Desde la extinción del monopolio episcopal y real, en 1869, las Salinas siguieron en funcionamiento, en manos privadas, hasta 1982, constituyendo uno de los testimonios más dilatados de esta actividad económica en Aragón y uno de los acontecimientos históricos más interesantes de nuestra historia diocesana durante centurias, que en la localidad de Arcos se plasmó, aparte de la constante asistencia a necesitados y mantenimiento de las fábricas de los edificios parroquiales, en la creación de becas de estudio para hijos del pueblo y la fundación, el 22 de agosto de 1772, del Monte de Piedad en la población, a instancias del Obispo de Segorbe, Alonso Cano y Nieto.
Mons. Prosper Bonaventure Ky, obispo de Dédougou (Burkina Faso) ha sido recibido esta mañana por el Vicario General de Segorbe-Castellón, D. Javier Aparici. Al encuentro también han asistido los sacerdotes D. Juan Antonio Albiol y D. Eduardo García.
El fin de la visita era relanzar los lazos de fraternidad y colaboración entre ambas diócesis con motivo del Año Jubilar diocesano que estamos celebrando. La conexión entre Nouna-Dédougou (hoy dividida en dos diócesis distintas) y Segorbe-Castellón nace en la década de los 60 del siglo pasado, cuando Monseñor Jean Lesourd (Padre Blanco) le pidió a Monseñor Josep Pont i Gol que enviase sacerdotes a su diócesis.
D. Ricardo Miralles, “el Barbas”, fue el primer sacerdote diocesano en responder a esa llamada, pero le acompañaron más, Juan Antonio Albiol, Eduardo García, Manolo Mechó y Joan Llidó. Más tarde acudirían Juan José Ventura, Antonio Climent, Antonio Caja, y el actual Delegado diocesano para las Misiones, Salvador Prades, que recoge la historia misionera de la Diócesis de Segorbe-Castellón en Burkina Faso en el libro «Una historia de hombres íntegros».
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