ENTREVISTA – Vicente Botella, Decano de la Facultad de Teología de Valencia.
¿En qué nos afecta, a ti, a mí y al mundo entero, que Dios se haya hecho hombre? Esa es la primera pregunta que se me plantea cuando me siento ante Vicente Botella, Decano de la Facultad de Teología de Valencia, que asegura que el Misterio de la Encarnación no es otra cosa que Dios – ese Dios misterioso – que en un momento dado de la historia «se ha hecho un hombre verdadero y ha compartido con nosotros el tiempo y la condición». Y además, esto se ha hecho posible – por voluntad de Dios evidentemente – pero también porque «ha habido una persona, María, que le ha dicho a este Dios: ‘No sé muy bien cómo va esto, pero cuenta conmigo, me fío de ti'», declara Botella. Esto significa que Dios tiene en cuenta la libertad humana y se ha acercado para pedir permiso: «oye, quiero contar contigo para hacer esto. Tú quieres?», y la otra persona, aunque no entendiese muy bien, ha dicho «sí», comenta el decano.
¿En qué nos afecta que Dios se haya hecho hombre?
En primer lugar, que es un Dios cercano, está con nosotros, no es despreocupado ni distante. Porque nos quiere, se acerca tanto a nosotros que se hace uno de nosotros. Por eso, y en segundo lugar, en que la dignidad del ser humano es extraordinaria, porque Dios cabe, de alguna forma, en lo humano. En tercer lugar, nos afecta dándonos esperanza y confianza. Creo que la encarnación es una invitación a confiar en Él y en su obra.
¿Existe algo parecido en otras religiones?
Yo creo que no. Creo que para otras religiones es un escándalo, porque un Dios que se hace hombre parece que es un Dios debilitado, vulnerable, que se pueda manipular. Ese es el gran secreto del cristianismo, la encarnación, no existe algo similar en otras religiones.
¿Por qué carpintero y no rey?
La encarnación de Jesús de Nazaret en un hombre normal, que no destaca por su condición real ni su posición social, responde a la lógica de la propia encarnación. Es decir, Dios se hace hombre y de alguna manera quiere invitarnos a encontrar en esa humanidad de Jesús aquellos elementos que pueden ayudarnos a encontrar a Dios, como la humildad, el servicio, la entrega, el amor sin condiciones. Vemos a Dios encarnado en el amor por el prójimo y en el sacrificio. Carpintero y no rey porque… ¿Dios dónde está? En la humanidad, sí, pero en la humanidad cuando vive humildemente, cuando vive el amor, cuando nos entregamos y cuando nos sacrificamos los unos por los otros, ahí está el Dios de la encarnación. Por eso no está por los palacios, sino que está con la gente sencilla y los empobrecidos, que quizá también lo reconocemos más fácilmente que los grandes de este mundo.
¿Qué sentido tiene la encarnación en el siglo XXI?
Los cristianos deberíamos de ser capaces de testificar y revelar la encarnación para devolver la esperanza a este ser humano que ha tirado la toalla, y demostrarle que nosotros tenemos esa esperanza por la cercanía de Dios, que nos ha dicho «tú vales, no te decepciones, confía en mí». El sentido en este siglo sería como devolver la esperanza del ser humano en el ser humano.
¿La encarnación qué ha cambiado en la historia?
Por una parte, toda la cuestión de la visión de que si hay salvación, tiene que ser una salvación terrena donde se encuentra el ser humano, que tiene que ver con lo corpóreo y lo psíquico, las dimensiones sociales… También ha abierto la posibilidad de un diálogo constante entre la Fe y la razón: si Dios se ha hecho uno con nosotros, hay aspectos que nos tienen que unir.
Para una persona que no cree, ¿cómo le explicarías que Dios nace cada año?
Es cierto que en la historia este acontecimiento sólo se ha producido una vez, en el nacimiento de Jesús, que lo celebramos en Navidad, pero como se trata de un hecho tan importante, de pronto su repercusión no sólo tiene que ver con aquel momento y lugar, sino que se expande, y por la importancia y su relación con nosotros, se actualiza constantemente, y puede nacer en una persona y en una familia si nos abrimos a Él.
¿Qué relación guarda la encarnación con la caridad?
Muchísima. La encarnación es una manifestación de amor enorme de Dios hacia el ser humano y la manera en que los cristianos la aceptamos es en la caridad y en la entrega. Nosotros nos dejamos movilizar por este amor de Dios manifestado en Jesús. Es decir, si Dios es amor y en la encarnación se manifiesta este máximo amor de Dios hacia nosotros, quien es creyente de este Dios – en la encarnación de Jesús – se llena de este amor y lo extiende allí donde esté.