El pasado fin de semana tuvo lugar la acampada que organiza el Grupo de Jóvenes de la Parroquia de San Francisco de Vila-real, a la que se invitó también a asistir a los jóvenes de Catequesis de Confirmación. Fueron alrededor de 25 jóvenes los que se reunieron en el Centro Social Emaús de Torrechiva para compartir un fin de semana con diferentes juegos, dinámicas y actividades centradas en el Evangelio de Mateo, «El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» (Mt, 23, 1-12). El encuentro tenía como objetivo trabajar y potenciar dos de los valores fundamentales en la vida de todo cristiano, el servicio y la humildad, enriqueciendo al mismo tiempo la importancia del respeto hacia los demás, el compartir y la amistad.
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El párroco, el P. Àngel Talens, acompañó a los jóvenes durante una de las jornadas y celebró la Eucaristía en la capilla del propio centro, en la cual los jóvenes participaron con cantos, peticiones, ofrendas y lecturas.
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Este fin de semana tan esperado para los jóvenes culminó con un balance más que positivo por parte de todos ellos, que tuvieron tiempo para desconectar y orar, además de pasarlo muy bien y conocerse entre ellos, con el privilegio de estar rodeados de la hermana naturaleza, ofreciéndoles así una nueva oportunidad de encontrarse con Dios.
“Orgullosos de nuestra fe”. Este es el lema con el que este año celebraremos el Día de la Iglesia Diocesana, el próximo 12 de noviembre. Es un día de fiesta, de celebración, en el que recordamos y agradecemos nuestra pertenencia a una comunidad cristiana, en nuestro caso la Diócesis de Segorbe-Castellón, para tomar conciencia de que somos miembros de una gran familia.
Y lo hacemos en el contexto social actual, en que no es fácil reconocerse como creyente en muchos ambientes, por lo que la Iglesia nos invita a quitarnos ese “sentimiento” de “cierta vergüenza” para mostrar que estamos orgullosos de nuestra fe, por lo que somos y lo que hacemos, con humildad, pero sin complejos, convencidos de que Cristo y el Evangelio hacen de este mundo un lugar mejor.
Por eso, cada año se pone en marcha una campaña con el fin de reforzar ese sentimiento de pertenencia de los creyentes, y para “tocar” nuestro corazón. También el de aquellos que, por distintas circunstancias de la vida, se han alejado de la práctica religiosa. Porque la celebración y la vivencia de la fe son un motivo de alegría en un mundo sediento de esperanza. Del mismo modo, es una oportunidad para reconocer y agradecer todo el bien que hace la Iglesia.
Le hemos preguntado a Lolita, una feligresa de la parroquia de Albocàsser, si se sentía orgullosa de su fe y porqué. Nos ha contado que es muy consciente de la importancia de haber recibido el Bautismo, para su vida y para su fe, y aunque ha pasado por diversas angustias y alegrías, “me he mantenido esperanzada y confiada en el Señor. Su gracia me sostiene y, como María, proclamo la grandeza del Señor, y la alegría y el orgullo de pertenecer a la Iglesia Católica”. Su caminar en la parroquia y en la Diócesis lo vive “asumiendo con disponibilidad, preocupación, corresponsabilidad y agradecimiento todo lo que soy, doy y recibo”. Además, formar parte de su comunidad parroquial y de su grupo (pertenece a la Grupos de Oración y Amistad) “ha sido y es muy importante para mí en la vivencia y crecimiento en la fe”, ha explicado.
Juntos llegamos más lejos, y para ello tenemos cuatro alternativas posibles de colaborar. Con nuestra oración: podemos rezar por nuestra parroquia, porque nuestra oración es necesaria y será el alma de toda la actividad que se realice. Además, el testimonio de la fe se hace visible y eficaz participando en la oración por la Diócesis, viviendo en comunión con sus proyectos. Con nuestro tiempo: dedicando parte de él a la parroquia, a los demás. Con nuestras cualidades: cada uno puede aportar un poco de lo que sabe, una sonrisa cercana, una mano que apoya un hombro desconsolado, remangarse cuando sea necesario, acompañar en silencio al que sufre… Apoyemos a los sacerdotes y a los catequistas, a los visitadores de enfermos y de los privados de libertad, a los voluntarios de Cáritas y de Manos Unidas, a los religiosos y misioneros, y a todas aquellas personas que desarrollan una impagable labor de formación o de asistencia en las celebraciones litúrgicas.
Y, por último, con nuestro apoyo económico: haciendo un donativo, porque la Iglesia de la que somos miembros todos los bautizados necesita para su desarrollo, en todos los ámbitos, de la colaboración económica. Con ello se ayuda a tantas realidades que engloban su acción evangelizadora y se atiende a los pobres que se acercan a las parroquias. De ahí que hemos de sentirnos orgullosos de pertenecer a esta comunidad cristiana que se siente amada por Jesucristo, que ha prometido permanecer siempre en medio de ella.
Somos los protagonistas
Los protagonistas del Día de la Iglesia Diocesana somos todos nosotros, que formamos parte de la Iglesia y de su misión, todo el Pueblo de Dios. En España, la Iglesia Católica se estructura en torno a 70 diócesis que están al servicio de toda la sociedad. Según los datos de la última Memoria anual de actividades, cuenta con 22.947 parroquias; 16.126 sacerdotes; 1.028 seminaristas; 35.507 religiosas y religiosos; 8.326 monjes y monjas de clausura; 10.382 misioneros; y millones de laicos. De ellos, 408.722 forman parte de alguna de las 86 asociaciones y movimientos.
Entre otros datos (correspondientes al año 2022), nuestra Diócesis cuenta con 146 parroquias; 8.487 alumnos en los centros concertados; 41 misioneros; 17 proyectos de construcción y rehabilitación y 159 centros dedicados a la actividad caritativa y asistencial.
Albocàsser celebró con una solemne Eucaristía la fiesta anual de los jubilados. A la Misa, presidida por el párroco, D. Gabriel Bettín, acudió un numeroso grupo de feligreses y las autoridades locales.
Recordando las palabras del Papa Francisco dirigidas a los mayores, el párroco destacó que «su presencia en las familias y en las comunidades es valiosa, nos da la conciencia de compartir la misma herencia y de formar parte de un pueblo en el que se conservan las raíces. Sí, son los ancianos quienes nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios».
Los Viajes de Formación de Manos Unidas son una oportunidad para conocer de primera mano los proyectos de la ONG y poder, de vuelta en España, transmitir a la sociedad la realidad de las comunidades a las que apoyan.
Con estos Viajes, que se realizan todos los años, varias de las personas que trabajan para la organización, bien como voluntarios o bien como contratados, se convierten en protagonistas… y se empapan de la realidad y de los problemas de aquellos países en los que apoyan proyectos, para conocer a las personas con y por las que trabajan.
Una de estas personas protagonistas ha sido Amparo Faulí, Presidenta-Delegada de Manos Unidas de la Diócesis Segorbe-Castellón.
Este año has tenido la oportunidad de realizar uno de estos Viajes de Formación de MU a Ecuador…
También teníamos la oportunidad de haber podido visitar o India o Marruecos. Pero elegí Ecuador por la facilidad del idioma, porque quería empaparme, por decirlo así, de la realidad, de poder hablar con nuestros beneficiarios con soltura, cosa que de haber estado en India no me hubiese sido tan fácil. Con lo cual, esta fue la principal motivación de haber elegido Ecuador.
¿Qué proyectos has visitado?, ¿Quiénes son los beneficiarios de estos proyectos en los que trabajáis allí?
Los beneficiarios son muchísimos. No voy a decir una cifra porque es una cantidad enorme. Eso sí, hemos visitado Ecuador de norte a sur. Hemos estado visitando siete proyectos totalmente diferentes unos de otros, con una riqueza que eso nos ha dado increíble.
Me quiero enfocar en uno, por la impotencia que me produjo, que fue el problema que están teniendo en una zona de Amazonas, donde hubo un derrame de petróleo hace muchos años. Aquello me conmovió muchísimo porque vimos las familias afectadas, que son muchísimas. Se les han muerto el ganado por la contaminación, la tierra olía a petróleo, ha desaparecido la vegetación… era triste ver plantas de cacao que no florecían, se veía la planta, pero enseguida moría.
Claro, en esa zona ¿cómo se vive?, las personas que viven en la zona nos miraban como pidiéndonos ayuda. Se les han facilitado tanques de agua de lluvia, que luego se depura para que puedan beber. Pero en toda esa zona que visitamos hay cantidad de enfermos de cáncer. Nos tocó el corazón, porque duele mucho.
¿Cuál es la realidad con la que te has encontrado?, ¿Cómo es la vida de estas personas?
La vida de estas personas es durísima, con muchas dificultades para sobrevivir, y muchos han tenido que migrar ante esa situación. Era curioso cómo veías una chica jovencita, muy guapa, pero no tenía dientes…, o con las manos encallecidas por el duro trabajo.
Todo eso conmueve muchísimo. Es una vida muy, muy dura. Una vida que te hace sentir, a los que desde aquí nos desplazamos, que tenemos que movernos, que tenemos que movernos y mucho.
Tras 10 días allí, conviviendo con estos grupos de población, con estos problemas, ¿qué has aprendido?
He aprendido, sobre todo, a ser más agradecida con lo que Dios nos da. Allí tienen una espiritualidad tan grande. Cuando ves a estas personas que carecen prácticamente de todo, hasta de lo más esencial, que es el agua… Para ellos, tener agua potable en casa es algo que les parece tan maravilloso, que cuando lo han recibido te miran con tal agradecimiento que te hacen ver lo egoístas que aquí somos, que tenemos prácticamente de todo, y no lo agradecimos o no lo valoramos.
A pesar de su situación se pasan la vida dándole gracias a Dios, los satisfechos que están, la espiritualidad que tienen. A mí eso me ha conmovido mucho, y por supuesto que me ha motivado más de lo que ya estaba.
¿Cómo podemos colaborar nosotros con Manos Unidas… para que podáis seguir poniendo en marcha nuevos proyectos?
Este año, Manos Unidas de Segorbe-Castellón estamos financiando tres proyectos en Asia, uno en Honduras, uno en Brasil y otro en África. Nuestra ayuda va dirigida a toda persona de cualquier nación que nos necesite. Podemos ayudar haciéndonos socios, es la ayuda más sostenible. Pero también haciéndonos voluntarios, con donaciones, contribuyendo cuando convocamos a algún acto benéfico, acudiendo al Mercadillo Solidario que se inaugurará ahora, el día 17…, todo eso es un fondo muy positivo para estas ayudas. Luego, cuando empiece la Campaña pondremos en marcha otros actos y otras cosas, pero simplemente con la asistencia y colaborando es una ayuda muy grande.
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón ha celebrado su Asamblea en la que se han marcado los principales ejes de actuación que debe contemplar el IV Plan Estratégico para los próximos tres años.
Esos ejes definidos surgen de las 300 aportaciones previas presentadas, que han sido valoradas en el trabajo grupal realizado por las más de 200 personas que han asistido a esta Asamblea, celebrada en la Fundació Caixa Rural Vila-real.
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En este sentido, se han destacado como algunas de las prioridades que debe contemplar el IV Plan Estratégico de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón profundizar en la atención sociocaritativa a las personas más desfavorecidas, incidir en la comunidad cristina para incrementar el número de voluntarios y reivindicar que los derechos humanos abarquen a toda la sociedad y no excluyan a los colectivos más vulnerables, todo ello con una organización sostenible e innovadora.
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En la inauguración de esta Asamblea, tras el saludo inicial y oración, a cargo del delegado episcopal en Cáritas Diocesana, Sergio Mendoza, han intervenido el alcalde de Vila-real, José Benlloch, dando la bienvenida a la ciudad a los asistentes, y el presidente de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón y obispo de la Diócesis, Casimiro López Llorente.
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Monseñor Casimiro López Llorente, ha destacado la importancia de este encuentro y, en su homilía en la Eucaristía, celebrada posteriormente en la Arciprestal San Jaime, ha agradecido la labor de los voluntarios y trabajadores de Cáritas Diocesana “porque, a través de vosotros y de tantos otros, lleváis a cabo esta tarea hermosa que tiene la Iglesia, encomendada por el Señor, de llevar el amor de Dios manifestado en Cristo, en especial a los más pobres, a los más necesitados”.
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También añadía “si en Cáritas, si en cada uno de vosotros se refleja el amor de Dios manifestado en Cristo, el que se acerca lo experimentará, y le llevará a mirar a Cristo y al encuentro con Él, para que también él participe de la vida nueva, del amor de Dios que se nos da en el Señor”.
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El director de Cáritas Diocesana, Francisco Mir, por su parte, ha expuesto los principales retos con los que se enfrenta la entidad en estos momentos y los que se deberán afrontar en los próximos años, partiendo de las prioridades que contemplará el IV Plan Estratégico, “transitando por caminos de esperanza, dejándonos renovar y venciendo nuestros miedos”.
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Una vez finalizada la Asamblea, el obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Casimiro López Llorente, ha presidido la Eucaristía celebrada en la Arciprestal San Jaime de Vila-real y, por la tarde, los asistentes a esta Asamblea de Cáritas Diocesana han visitado la Casa de Acogida San Pascual “El Pati”, que, en los próximos días, ya contará con sus primeros inquilinos.
Un año más celebramos el Día de la Iglesia Diocesana; esta vez, el próximo Domingo, 12 de noviembre. Esta jornada quiere ayudar a todos los católicos a tomar conciencia de nuestra pertenencia a una Iglesia diocesana, en nuestro caso a la diócesis de Segorbe-Castellón, para conocerla, sentirla y amarla como propia, y para vivir con alegría nuestra condición de cristianos siendo todos responsables de su vida y de su misión evangelizadora.
Nuestra diócesis no es un territorio, una estructura, un conjunto de servicios o una organización humana con fines religiosos. Nuestra Iglesia diocesana es una porción del pueblo de Dios, extendido por toda la tierra. Está formada por hombres y mujeres, los bautizados, pero tiene su origen en Dios mismo. Como la misma palabra ‘Iglesia’ indica, es la asamblea, la comunidad, convocada por Dios. Tiene su origen en Dios; somos su pueblo, elegido por Dios para continuar y hacer presente en medio del mundo la obra de salvación de Cristo. Por el bautismo, renacemos a la vida de Dios. Dios mismo nos hace sus hijos amados en Cristo y nos incorpora a este su pueblo, a esta gran familia de los hijos de Dios. Ningún cristiano católico puede considerarse ajeno a la gran familia de la Iglesia diocesana: es nuestra Iglesia y nuestra familia, y como tal la debemos conocer, amar, sentir y ayudar.
La Iglesia diocesana la formamos todos los católicos que vivimos en el territorio diocesano. En ella se hace presente la única Iglesia de Cristo, se comunica la vida divina al hombre y experimentamos el misterio del amor de Dios. Con frecuencia no valoramos debidamente los dones y bienes que recibimos a través de nuestra Iglesia, como son, entre otros, la fe en Jesucristo, la Palabra de Dios, la vida nueva del Bautismo, la Eucaristía y los demás sacramentos, la educación en la fe de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, el acompañamiento personal y de matrimonios y familias, la atención a mayores y enfermos, la ayuda a los necesitados, el compromiso con nuestra tierra y la esperanza en la vida eterna. En nuestra Iglesia diocesana y en sus parroquias está presente y actúa el amor de Dios como fermento de la sociedad para que se vaya instaurando el reino de Dios y todo se vaya transformando y humanizando según Dios. Desde ella hemos de salir para llevar el Evangelio y el amor de Dios a todos.
Demos gracias a Dios por los dones de Él recibidos en su Iglesia, muestra de su amor por cada uno de nosotros. Saberse personalmente amados para siempre y sin medida por Dios es la fuente de nuestra alegría cristiana. Es la experiencia que funda y da consistencia a la existencia de todo cristiano. Quien vive con alegría el amor que Dios le tiene, no lo puede ocultar ni callar. Lo anuncia y lo acerca a todos porque a todos está destinado el amor de Dios, que purifica, sana y salva.
Hoy, entre nosotros, a muchos bautizados les cuesta decir en público, incluso a conocidos, que son cristianos, dado el ambiente de cancelación de lo cristiano, de laicismo, de indiferencia religiosa, o de alejamiento de la fe cristiana y de la práctica religiosa. En esta situación pedimos a Dios que nos conceda la gracia de no tener miedo a vivir y mostrar nuestra condición de cristianos. Y que lo hagamos con alegría, con humildad, sin vanidad ni prepotencia, en privado y en público, en el trabajo o con los amigos, en la vida profesional o pública. Hay vergüenza a declararse cristianos y a actuar como tales, con coherencia entre la fe y la vida, y sin ocultar la razón de nuestra formar de ser y de actuar. Los cristianos deberíamos estar convencidos que Cristo Vivo y el Evangelio es el mayor tesoro que tenemos y debemos ofrecer a nuestro mundo. Mostremos con claridad y alegría que somos cristianos y que formamos parte de la comunidad de los discípulos de Jesús, que es su Iglesia.
El Día de la Iglesia Diocesana nos llama a fortalecer nuestro amor a nuestra Iglesia diocesana, a sentirnos miembros activos de esta nuestra gran familia y a colaborar con nuestra parroquia y con nuestra diócesis, con nuestra oración, nuestro tiempo y nuestros donativos. Nuestro amor nos ha de llevar al compromiso con nuestra Iglesia: en la vivencia de la fe y vida cristianas, en la cooperación en sus tareas y en su mantenimiento económico. Todos estamos llamados a redoblar nuestra generosidad para que no nos falten los medios humanos y materiales para que el amor de Dios llegue a todos. Seamos generosos en nuestro compromiso y en la colecta de este día.
Bajo el título «Los jóvenes ante el Primer Anuncio», será uno de los 7 talleres que se impartirán el 11 de noviembre en el Encuentro Diocesano de Primer Anuncio (Ágora de Betxí).
Especialmente dirigido a aquellos jóvenes que participen en la Jornada, o para los agentes de Pastoral Juvenil, será dirigido por el P. Javier García, sacerdote de la Archidiócesis de Santiago de Compostela, delegado de la pastoral juvenil, y muy activo en todos los métodos de Primer Anuncio y evangelización para adolescentes y jóvenes.
En un acontecimiento repleto de significado espiritual, la comunidad parroquial de Los Santos Evangelista de Vila-real se congregó para celebrar la primera Misa en la recién inaugurada Capilla del Complejo Parroquial Santos Evangelistas. La ceremonia, que coincidió con la solemnidad de Todos los Santos, fue un momento de unión, fe y reflexión para los fieles presentes.
El encargado de oficiar la misa, Mn. Sergio, compartió una homilía emotiva, resaltando la importancia de la santidad en la vida cotidiana y la presencia de los santos en nuestro camino de fe. “Hoy nos reunimos con alegría y esperanza para celebrar a todos los santos, conocidos y desconocidos, que han vivido vidas de amor y servicio,” expresó Mn. Sergio.
A través de sus palabras hizo una invitación a reflexionar sobre la llamada universal a la santidad, recordando que todos estamos llamados a vivir vidas santas, independientemente de nuestra condición o procedencia. Resaltó las lecturas del día, destacando la visión de una gran multitud de santos de todas las naciones presentada en el Apocalipsis y el camino hacia la santidad que las Bienaventuranzas nos proponen.
“La santidad se encuentra en las pequeñas acciones diarias, realizadas con amor y generosidad. Todos estamos llamados a ser santos en nuestra vida cotidiana,” enfatizó Mn. Sergio, animando a los fieles a seguir el ejemplo de los santos y a vivir su fe con alegría y compromiso.
La comunidad respondió con entusiasmo y participación activa, sintiéndose parte de este momento tan especial. Al finalizar la misa, muchos expresaron su emoción y gratitud por tener un nuevo espacio para la oración y el encuentro comunitario.
“Es un regalo para nuestra parroquia y todo Vila-real,” comentó uno de los asistentes, mientras que otros destacaron cómo la celebración les había tocado el corazón y renovado su compromiso con la vida cristiana.
Con el inicio del mes de noviembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el Papa: “Oremos por el Papa, para que en el ejercicio de su misión siga acompañando en la fe a la grey que le ha sido encomendada, con la ayuda del Espíritu Santo”.
“Es importante que la gente rece por el Papa y sus intenciones. El papa está tentado, está muy asediado: solo la oración de su pueblo puede liberarlo, como se lee en los Hechos de los Apóstoles. Cuando Pedro estaba prisionero, la Iglesia oró incesantemente por él. Si la Iglesia ora por el papa, esto es una gracia. Yo siento de verdad continuamente la necesidad de pedir la limosna de la oración. La oración del pueblo sostiene”.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “Por el fin de todas las guerras y violencias que asolan la faz de la Tierra, por el triunfo del diálogo, el perdón y la reconciliación.”
“La paz es, pues, un don que debemos pedir a Dios. Pero también es tarea de todos, que de ser construida día a día con la implicación de todos para que se extienda entre los hombres y los pueblos. La paz no es la mera ausencia de guerras ni el equilibrio de las fuerzas adversarias ni el fruto de una dominación despótica. El Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in terris, señalaba hace 60 años que los cuatro pilares sobre los que construye la paz auténtica son la verdad, la justicia, el amor y la libertad, y que tiene su corazón en el respeto a toda persona humana.
Hemos de promover la verdad, para ser rectos y honrados en el pensamiento y en la acción. A la verdad ha de unirse el compromiso por la justicia que pide el respeto exquisito de la dignidad y derechos inviolables de todo ser humano. Pero no se puede construir la paz en el mundo sin amor sincero y compromiso desinteresado hacia todo ser humano. La justicia por sí sola no podrá asegurar la paz al hombre y al mundo. La verdadera paz florece cuando en el corazón se vence el egoísmo y el afán de poder, dando paso a la solidaridad y al compromiso efectivo.
Todo cristiano ha de ser testigo comprometido por la paz y constructor de una cultura de la paz. Unido a todos los hombres de buena voluntad, el cristiano ha de trabajar por el respeto efectivo de la igual dignidad de todo ser humano, ha de poner en práctica el amor fraterno hacia todos”.
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