Más de 300 personas acudieron ayer a la Eucaristía de acción de gracias por los 50 años de los campamentos de verano de la Congregación de Hijas de María Inmaculada, les Purissimeres de Vila-real.
Tuvo lugar en el Colegio Virgen del Carmen, y estuvo presidida por el director de la Congregación y párroco de la Arciprestal San Jaime, D. Javier Aparici. Concelebró D. José Miguel Sala, Delegado diocesano de Infancia y Juventud, D. Aníbal Cumbicos, Capellán de la Basílica de San Pascual Baylón, y el Prior de la comunidad carmelita de Vila-real, D. David Oliver.
Dña. Conchita Catalán, administradora de estos campamentos desde sus inicios, ha informado de que en el primero que se llevó a cabo participaron 18 niñas, y actualmente pueden llegar a celebrarse 2 turnos de hasta 65 niños y niñas. Se celebran entre julio y agosto, alrededor de la festividad de San Jaime, en Montanejos, y pueden participar niños y niñas de entre 6 y 10 años en los campamentos de menores, de entre 11 y 14 años en los de juventud, y a partir de 15 años en los de premonitores. El fin es “la transmisión de la fe y que conozcan a la Virgen, siempre hay una formación cristiana, pero también hay juegos y ocio”.
Durante 9 días recorreremos un camino acompañando a quienes han perdido un ser querido, gracias a una Novena que ha organizado D. Daniel Castro, responsable de la Pastoral del Duelo de la Diócesis, «para que puedan elaborar sanamente el duelo y recibir la paz interior que os dará Jesús Resucitado».
Desde hoy, 25 de octubre al 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos; «aunque puede realizarse en cualquier fecha cuando el duelo por un ser querido así lo requiera». Para ello es importante entender nuestro dolor, pues «en el camino del duelo vamos a reflexionar como lo estamos transitando, siguiendo la pedagogía de Jesús Resucitado iremos confrontando el sufrimiento para poder asumirlo, sanarlo, amando en verdad y libertad». Se trata de un proceso que «lleva su tiempo, entonces durante estos nueve días iremos reflexionando y percibiendo si hay algo en nuestro duelo que no esta bien, algo que podamos mejorar, actitudes que podamos cambiar para ir sanando las heridas, porque mas importante que el tiempo que estemos en duelo, es que hacemos con ese tiempo».
Esta Novena está disponible en la aplicación Hozana. Al descargarla en nuestro dispositivo móvil (está disponible tanto en App Store como en Google Play) tendremos acceso a un Itinerario en el que cada día recibirásun texto para meditar, un audio para escuchar y una oración para hacer.
Itinerario
Día 1: Discípulos en duelo
Día 2: Como entender lo sucedido
Día 3: Caminando con Jesús
Día 4: Jesús nos escucha
Día 5: La sana confrontación
Día 6: Sufrimiento
Día 7: Purificar el amor
Día 8: Duelo personal, pero no solo
Día 9: El final del duelo
Oración de la Novena: Oración en el duelo
Padre y Dios nuestro. te bendecimos, te alabamos, te damos gracias: -Porque en Cristo brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección. -Porque Cristo aceptó la muerte para librarnos del morir eterno. -Porque Cristo es la vida de los hombres y la resurrección de los muertos. -Porque Cristo entregó su vida para que todos tuviéramos vida eterna. -Porque la vida de los creyentes no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo. Amén.
Ayer tuvo lugar la Eucaristía de acción de gracias por el 350 Aniversario del Convento de Carmelitas Descalzas de Caudiel (21 de octubre de 1671 – 21 de octubre de 2021), presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro. Con esta celebración se concluyeron todos los actos de conmemoración que se han llevado a cabo entre los días 17 y 24 de octubre.
Los fieles de Caudiel, el Alcalde, D. Antonio Martínez, así como los benefactores quisieron acompañar a la comunidad de Madres Carmelitas en este día tan significativo para ellas. Como explicó el Obispo, era “una Eucaristía de acción de gracias por el pasado, que nos ayuda a vivir el presente y así afrontar el futuro de este Convento con esperanza”. Acompañó el Coro de la Catedral-Basílica de Segorbe y D. Augusto Belau al órgano.
Además, concelebraron varios sacerdotes: el Delegado diocesano para la Vida Consagrada, D. Joaquín Guillamón; el Arcipreste de Jérica, D. Alexander Alzate; el Arcipreste de Segorbe, D. Federico Caudé; D. José Cebrián, Canónigo del Cabildo Catedral de Segorbe; D. Ángel Cumbicos, Secretario Particular; D. Héctor Gozalbo, Delegado diocesano para las Comunicaciones Sociales; y D. Tomás Tomás, que ha sido capellán del Convento durante muchos años.
“Lo primero que tenemos que hacer es – dijo D. Casimiro en la homilía – “dar gracias a Dios por estos 350 años de existencia de este Monasterio, y de presencia en Caudiel del carisma de Santa Teresa de Ávila durante todo este tiempo”. Recordó también al fundador del Monasterio, “D. Pedro Miralles, que después de ciertas dificultades comenzó su andadura en octubre de 1671”, cuando acudieron las primeras monjas. También a todos aquellos que, a lo largo de todos estos años, han contribuido y ayudado, de una manera u otra, al Convento y a la comunidad.
Pero “tenemos el peligro de quedarnos mirando al pasado”, advirtió, pues todos los aniversarios que estamos celebrando, así como los 775 años de la sede episcopal en Segorbe, “nos debe llevar a mirar nuestro presente”, “si queremos que Dios siga presente en nuestra historia debemos examinar en que medida acogemos ese legado, y si lo dejamos reavivar para seguir caminando como Iglesia peregrina del Señor”.
El Obispo resaltó cuatro notas de la carta del Papa Francisco al Obispo de Ávila con motivo de la apertura del Año Jubilar Teresiano. “Para seguir las huellas de la Santa Madre es necesario vivir la alegría, desde la oración, haciendo fraternidad, en el mundo que nos toca vivir”. “La verdadera alegría brota de la santidad – indicó – porque brota de Dios mismo”, y “una santa triste es una triste santa, una monja triste es una triste monja”. Exhortó a las Hermanas a “mantener la alegría de vuestra vocación, en el día a día, para que realmente podáis ser faro luminoso en un mundo relativista”.
En segundo lugar, “donde se ha de alimentar esa alegría es en la oración, que es estar con Dios sabiendo que nos ama, para sentir su presencia y su amor”, “esa es la fuente de la alegría de todo cristiano”. La oración, debemos hacerla “desde el Señor, que se acerca al que sufre, al pobre, al necesitado de su sanación y de su cuidado”.
En tercer lugar, explicó, “la fraternidad desde aquel que nos une, que es Cristo Jesús Eucaristía, que es la fuente de la verdadera fraternidad”, y para ello son necesarias tres cosas, “amarse unos a otros como el Señor nos ama, desasirse de lo que se tiene, de los egoísmos, de querer estar siempre en el centro, y sobre todo mucha humildad para reconocer al otro como un don de Dios, y para reconocer nuestra faltas y pecados”.
Por último, “viviendo la realidad que nos toca vivir”. “El hecho de que viváis en la clausura no significa que olvidéis el mundo y sus necesidades, y las de nuestra Iglesia, y para ello debéis rogar al Señor”, les dijo.
Tras la celebración de la Eucaristía se presentó el libro “Convento de Monjas Carmelitas Descalzas Ntra. Sra. de Gracias y San José de la Villa de Caudiel”, que se acaba de publicar desde la Delegación de Patrimonio de la Diócesis con motivo de este Aniversario, con textos de D. David Montolío y de Dña. Sonia Cercós.
Este libro estará disponible en la papelería Agua Limpia de Segorbe y en el Palacio Episcopal de Castellón. Los donativos recaudados irán destinados al Convento y a las necesidades de la comunidad.
Hoy, domingo 24 de octubre, celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, Domund, una Jornada que nos recuerda que formamos parte de la familia universal de la Iglesia y que todos somos misioneros. Este año lo hacemos con el lema “Cuenta lo que has visto y oído”, extraído de la cita de los Hechos de los Apóstoles 4, 20: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído».
Esta Jornada es importantísima para la Iglesia y para la evangelización. Es necesaria para explicar la labor evangelizadora que la Iglesia realiza en los territorios de misión, para dar a conocer la vida de las comunidades que constituyen las Iglesias jóvenes, para fomentar las vocaciones misioneras, así como la formación y la oración de todo el Pueblo de Dios, para buscar la ayuda económica que permita sostener a las Iglesias más pobres y para dar a conocer las Obras Misionales Pontificias como instrumento del Papa para la misión.
En su mensaje para el Domund 2021, el Papa Francisco realiza una invitación a cada uno de nosotros. «Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás», «los cristianos – nos dice – no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación».
Que esta Jornada sirva también para agradecer «a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición».
Los misioneros no pueden dejar de hablar de lo que han visto y oído, y durante estos días hemos ido publicando en la web diocesana los testimonios de varios misioneros de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, como el de Marta Iturralde, de María Dolores Montoliu, del P. Reinel Muñoz, de la familia Tortosa-Rubert, de Magdalena Vicent y de los Padres Blancos, que ya están experimentando la alegría que se siente llevando el amor de Dios al mundo. Así empieza el camino de santidad, que es una llamada para todos nosotros, pues todos tenemos ojos para ver la belleza del bien, tenemos oídos para escuchar la voz de Dios, y tenemos boca para llevar la única Palabra que transforma.
P. Lucas Blanch, misionero castellonense en Colombia
Hoy publicamos un nuevo testimonio misionero, el de Lucas Blanch, sacerdote de Castellón formado en el Seminario Redemptoris Mater de Bogotá. En Colombia lleva 17 años, concretamente es el párroco de Santa Teresa de los Andes, en una de las zonas más humildes y más necesitadas de Bogotá.
Explica que está muy agradecido al Señor y contentísimo de estar allí, “creo que es una gracia de Dios que un día me pusiera en el corazón el partir a ser misionero, porque estar donde Dios te quiere enviar es algo maravilloso”.
El P. Lucas también ha querido agradecer a la Diócesis de Segorbe-Castellón todo el apoyo y ayuda recibida. “Ustedes, como muchas otras personas, familias, parroquias, la Delegación diocesana de Misiones, nos han apoyado, hermanos de mi comunidad de la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, que constantemente me están enviando ayudas, no solo materiales, también de oración, sabemos que nos apoyan y se preocupan por nosotros”, indica, “nosotros ponemos lo que nos dan al servicio de la misión”.
“Hemos ayudado a familias, en el tiempo de la pandemia hemos socorrido con medicamentos, hemos pagado alquileres a familias que no tenían como hacerlo, y lo hemos hecho porque Dios es generoso con nosotros. Cuanto más damos más nos dan”, concluye.
El Obispo, D. Casimiro, inauguró ayer en La Vall d´Uixó el «Café en la Inter», un espacio informal de intercambio de información y conocimientos que van a llevar a cabo una vez al mes los equipos de voluntariado de las Cáritas parroquiales.
En este espació también partició D. Pascual Andrés, Director de la Cáritas Interparroquial de La Vall d’Uixó, y el sacerdote D. Vicent Pasqual Esteller, Consiliario de Cáritas en La Vall d´Uixó.
D. Casimiro habló al voluntariado de “la caridad y la justicia en la misión de la comunidad cristiana”, y recordó “que la caridad está dentro de la comunión y de la misión de la Iglesia, no es algo añadido”. “Cuando se ejerce la caridad cristiana estamos también evangelizando”, dijo, porque como Iglesia, como comunidad cristiana, “nuestra misión es llevar la cercanía del amor de Dios a todos, que en el caso de Cáritas se concreta con los más necesitados, y también tener en cuenta el cuidado hacia la creación”, explicó.
Haciendo referencia a la encíclica `Deus caritas est´ de Benedicto XVI, el Obispo recalcó que, en la vida de todo cristiano, como en toda comunidad cristiana, “no puede faltar la caridad”, que forma parte de “tres elementos que se alimentan: la Palabra, la Eucaristía, y la caridad”.
Los cristianos “proclamamos el amor de Dios manifestado y ofrecido en Cristo Jesús”, indicó, y lo celebramos en la Eucaristía, que hace presente el misterio pascual, “la manifestación suprema del amor de Dios hacia la humanidad”, indicó, y “Él nos envía a vivir lo proclamado y lo celebrado”.
Por lo tanto, “si falta la caridad algo le falta al cristiano, a la comunidad, o a la Iglesia diocesana”, añadió, y “algo le falta a la caridad si no se alimenta de la Eucaristía y de la Palabra”. “El cristiano, si quiere ser de verdad un cristiano, una parroquia, la Iglesia diocesana – subrayó- debe ser siempre presencia del amor de Dios en el pueblo, en el barrio o en el territorio diocesano”, y “esa es nuestra razón de ser, llevar a otros al Señor”.
También exhortó a “buscar la comunión con Dios, con los demás y con la creación”, tanto en nuestra vida personal como en la comunitaria, “es la triple dimensión que se rompe con el pecado original”. Del mismo modo que “la dimensión caritativa no puede faltar en cualquier cristiano que quiera vivir en plenitud su fe”, afirmó, “tampoco puede faltar esta dimensión en una comunidad cristiana”.
Esta mañana, la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón, ha acogido la Eucaristía en la que nuestro Obispo, D. Casimiro, ha enviado a los catequistas y ha entregado la Missio Canónica a los profesores de Religión y Moral Católica.
Ha acudido una amplia representación de aquellos que catequizan en las parroquias o enseñan en los centros educativos de la Diócesis, que comprometidos con la fe de la Iglesia y fieles a la vocación cristiana, responden al Señor y afrontan la tarea que Él pone en sus manos, de llevarle a los demás.
El Obispo, en la homilía les ha invitado a “caminar juntos para crecer en comunión y salir renovados a la misión”. “Vuestra tarea no es algo que os habéis adjudicado personalmente”, sino “que evangelizáis en la catequesis, enseñáis en la escuela, no en nombre propio sino en nombre del Jesús, una llamada que os llega a través de la llamada del Obispo, en la Iglesia”, les ha dicho, “eso es lo que celebramos”.
Ante las dificultades que encuentran a diario los catequistas y profesores, también ataques, el Obispo les ha exhortado a escuchar la Palabra y a buscar el rostro de Dios. Para ello, hoy se ha centrado en tres palabras: Espíritu, conversión y frutos.
“Acojamos la acción del Espíritu”
“Abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu”, ha dicho, “porque sin Él no podemos hacer nada”, pues es quien “nos lleva una vez más al encuentro con el Señor resucitado, el Maestro interior que nos ayuda a conocer a Jesús, a encontrarnos con Él, a recuperar nuestra fe”.
En relación a la primera lectura proclamada, Rm. 8, 1-11, ha explicado que el deseo del Espíritu es vida y paz, “desear que todos aquellos que el Señor ponga en vuestras manos tengan Vida, la Vida que brota de Dios a través del Señor Jesús, muerto y resucitado para que en Él tengamos Vida”. Para ello es necesario “abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu, ser dóciles a lo que Él nos va diciendo, acoger también su fuerza en la debilidad, su aliento en el desfallecimiento, Él es el que alienta a nuestra Iglesia”.
Una conversión personal, pastoral y misionera
«Si no os convertís, todos pereceréis», ha dicho D. Casimiro citando el Evangelio de Lc. 13, 1-9. “Una conversión personal al Señor” es “una tarea diaria, porque no es solo volver la mirada a Dios sino renovarse desde dentro, dejarse purificar, y eso es algo que hay que cultivar en el encuentro con el Señor a través de la lectura orante de su Palabra, del encuentro con Él en la Eucaristía, porque sino, vuestra vida como cristianos se irá debilitando y apagando”, ha advertido.
También es precisa una conversión pastoral “para transmitir la fe y ayudar a que los niños vayan creciendo como cristianos creyentes, testigos y discípulos del Señor, y que lleve a una conversión misionera”. En la catequesis y en la clase de Religión, “en el centro siempre ha de estar Jesucristo, pero habrá que renovar los métodos”, ofreciendo siempre la doctrina de la Iglesia, el Evangelio, “para que llegue a aquellos que el Señor ha puesto en nuestras manos”, decía. “Hay que seguir formándose, es fundamental una formación permanente para cumplir debidamente la misión”, les ha pedido.
Sembrar bien para que haya frutos
“Vuestra tarea es sobre todo sembrar, pero sembrar bien”, pues “no sembramos cualquier cosa sino al Señor, su Evangelio, la doctrina y la moral de la Iglesia, ayudando a los catequizandos a que vayan creciendo como cristianos, discípulos misioneros del Señor”, ha dicho a profesores y catequistas, “proponiéndoles lo mejor que tenemos en nuestras manos, que es Cristo Jesús, muerto y resucitado”.
“Antes que nada sois cristianos”, les ha recordado, pues “no se puede ser catequista o profesor de Religión “si uno no vive la fe que, en nombre de la Iglesia, ha de ofrecer a otros”, sería una contradicción “no estar en comunión con Cristo y con la Iglesia”.
Tras ello, tanto los profesores como los catequistas, ante el Obispo, Pastor de la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Segorbe-Castellón, han aceptado la misión, han renovado su compromiso bautismal y han profesado la fe de la Iglesia.
Cada penúltimo domingo del mes de octubre celebramos con toda la Iglesia católica el Domingo Mundial de las Misiones, el Domund. Cada año, este día constituye una ocasión privilegiada para recordar, orar y ayudar con nuestra generosa aportación económica a todos los misioneros en los ‘países de misión’.
Pero esta Jornada nos ayuda a todos los cristianos a tomar conciencia de que el Señor nos llama a todos a ser sus discípulos misioneros, en todas partes, allá donde nos encontremos, también entre nosotros. Como Iglesia hemos sido convocados por Jesús para ser enviados a la misión; esta es nuestra razón de ser, nuestra dicha y nuestro gozo. Al despedirse de sus Apóstoles, Jesús les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Estas palabras de Jesús, este envío y este mandato, valen para todos los bautizados de todos los tiempos. “La misión atañe a todos los cristianos” (Juan Pablo II, Redemptoris Missio, n. 2).
Los discípulos de Jesús “no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído” (Hech 4,20). Así respondieron Pedro y Juan ante el Sanedrín que les prohibió bajo amenazas predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Es la respuesta de todo bautizado que quiere ser verdadero cristiano; es decir, discípulo misionero del Señor. Para sentir este ardor misionero, para salir a la misión y contar lo que hemos visto y oído, primero hay que experimentar el amor de Dios por toda la humanidad en el encuentro personal con Jesús, encarnado, muerto y resucitado. Es la experiencia que hicieron los primeros discípulos al ver a Jesús curar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, perdonar a los pecadores, invitar a las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y con autoridad, entregar su vida hasta la muerte para el perdón de los pecados y resucitar para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Esta experiencia transforma el corazón de los discípulos, provoca su asombro y genera en ellos un ardor y una alegría expansiva y gratuita que nada ni nadie puede contener.
Andrés, después del encuentro con Jesús y haber pasado con Él toda la tarde junto con Juan, al salir se encuentra con su hermano Pedro y le dice lo que ha visto y oído: “Hemos encontrado al Mesías”, le dice; y lo llevo a Jesús (Jn 1,41). Quien hace la experiencia del encuentro con Jesús, el Mesías, quien en Jesus, la misericordia encarnada de Dios, se siente amado por Dios, no puede retenerlo para sí solo; se siente impulsado a contar lo que ha visto y oído, se siente llamado a llevar a otros al encuentro con Jesús y anunciarlo de palabra y por el testimonio de vida. Como Pedro y Juan, el discípulo misionero no se arredra ante la dificultad o la prohibición de anunciar a Cristo y de mostrar con su formar de ser y de actuar el amor de Dios a todos, en especial a los más pobres, enfermos y necesitados.
Nuestra Iglesia diocesana y cuantos la formamos nos estamos preparando para celebrar el Año Jubilar diocesano, que tiene como objetivo: crecer en comunión para salir juntos a la misión. Si acogemos de corazón este año de gracia de Dios, este Jubileo nos ayudará a ponernos con nuevo ardor y esperanza al servicio de la Evangelización. Recordar con gratitud en este día del Domund el testimonio de vida de los misioneros nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordemos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar a tantas personas sedientas de bendición. Renovemos nuestro recuerdo agradecido, nuestra oración sincera y nuestro compromiso solidario con tantos misioneros y misioneras, que, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su existencia para que la Buena Nueva resuene en todos los continentes.
Son muchas y, en algunos casos, extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta del Domund. La pandemia del Covd-19 ha agravado la situación de pobreza y de marginación de los países más pobres. Hagamos un mayor esfuerzo en nuestra colaboración económica.
El Señor nos llama a anunciar y testimoniar el Evangelio; Él nos llama a compartir nuestros bienes y a hacerlo de modo especial con los más necesitados desfavorecidos.
Con motivo del Domund 2021, el martes pasado publicamos los testimonios del P. Agustín Arteche y del P. José María Alcober, Padres Blancos, de los años en misión en varios países de África. Hoy, el P. Agustín Arteche nos remite varios testimonios de compañeros misioneros que continúan en el continente anunciando el Evangelio, que nos cuentan lo que han visto y oído. A continuación su carta:
Me llamo Agustín Arteche. Tengo 84 años. Trabajé en una parroquia de la periferia de Jartum, compuesta por refugiados del Sur de Sudán, que huían de la guerra civil. Fue una experiencia terrible durante 10 años, en unas condiciones agotadoras, tanto física como espiritualmente. Me marché definitivamente del país hace casi 20 años. Las circunstancias han cambiado, muchos han vuelto a su tierra, pero todavía son muchos los que quedan en aquella parroquia, esperando el momento de la vuelta. Mientras tanto la misión continúa. Yo me vina España definitivamente hace casi 20 años, pero sigo en contacto con los que siguen trabajando anunciando el Evangelio. He aquí una carta reciente que me ha escrito el párroco africano de aquella parroquia:
Testimonio I: P. Emmanuel Tredou
“Buenos días, Agustín:
Saludos desde Jartum. Supongo que te encuentras bien, así como tu familia y tu comunidad Padre Blanco en Benicasim, a pesar de las preocupaciones e inquietudes que provoca la pandemia. Aquí, da la impresión de que todo está bien, pero la realidad es diferente. La pandemia, cuya existencia es ignorada deliberadamente por la mayoría de la población, continúa elevando el número de infecciones y de muertes.
La misión es así. Acaban de rehusar el visado de residencia a nuestro joven compañero burkinés por haber dado positivo en un test de hepatitis. De un golpe nuestra comunidad se reduce. Estoy con dos sacerdotes jóvenes que tuve en el seminario de Nairobi y un hermano padre blancos.
Ahora lo que nos preocupa es la vuelta próxima de los niños a la escuela. No sabemos a ciencia cierta si podremos abrirlas o no. A este respecto, como bien sabes presenté un proyecto educativo a Manos Unidas. Trato de cumplir con las condiciones que me piden para obtenerlo. El aval de la diócesis está en buen camino.
Antes del comienzo del año escolar solemos multiplicar las reuniones con los maestros de las escuelas para obtener une visión común. Este año, abrimos una clase más con un programa totalmente en inglés, en el que el estudio del árabe forma parte de las materias. La razón es favorecer la inserción de los niños en el sistema del Sur cuando vuelvan un día a su país.
Las necesidades son cada vez mayores. Hacemos lo que podemos con las ayudas que recibimos… Ahora estamos reparando con losas de cemento el suelo de las clases en la escuela del barrio de Shigla, y evitar de esta manera el polvo de las clases. El coste sobrepasa nuestras posibilidades… Aunque mucho es cuestión de tocar timbres en varios lugares. Gracias por tu ayuda, que nos permite mirar con esperanza el futuro de nuestros niños.
Unidos en la oración y la amistad
Emmanuel Tredou
Testimonio II: P. Pepe Visiedo
…
Se llamaba Teresa, de unos 25 años durante la guerra entre la RENAMO y el FRELIMO. Yo estaba en Malawi; mis superiores me enviaron a Mozambique que estaba en guerra civil y la pobre gente lo estaba pasando muy mal, pero mal. Un día me encontré a una mujer con dos críos pequeños, ella un poco deficiente mental, enferma, los críos en el suelo como ella en plena calle. Yo los miraba y me conmovió el alma y avergonzado y con lágrimas en los ojos al ver queTeresaestaba llenas de llagas y gusanos en su cuerpo. Hice por ella juntamente con otra misionera portuguesa lo que podíamos que no podíamos mucho.
De mi tiempo en Mozambique (15 años) nunca he olvidado a Teresa. Ella ha sido mi encuentro con Jesús en mi tiempo en Mozambique.
Pepe Visiedo
Testimonio III: P. J. Salas, La misión, la casa de todos
Allá por los años 1990 me encontraba solo en la misión de Ubundu (R.D. del Congo); mi compañero se había marchado a la segunda cuasi-parroquia que teníamos, a unos 120km, rio Congo abajo. Hacia las tres de la mañana, tres individuos, militares desertores, atacaron la misión; me amenazaron, me pegaron y robaron lo que pudieron.
Unos jóvenes protestantes, que solían pescar durante la noche, se toparon con los ladrones, recuperaron parte del botín y entregaron a dos de los ladrones a los militares.
Pasado el susto, a las seis y media de la mañana, como de costumbre, celebraba yo la eucaristía, y cual no fue mi sorpresa, al terminar la celebración y salir de la iglesia, encontraba a la casi totalidad del pueblo de Ubundu esperándome: católicos, protestantes, musulmanes, kibanguistas y otras denominaciones religiosas. Todos, unánimes, con ofrendas y oraciones, querían manifestar su pesar, su solidaridad y su afecto con la misión, pues para ellos, la misión, a pesar de las diferencias, era la casa de todos.
Con motivo de los días internacionales de la Alimentación y de la Erradicación de la Pobreza, Manos Unidas organizó el 19 de octubre la mesa redonda «Hambre, violencia y cambio climático: el caso de Haití», en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid.
Contó con la participación de varios expertos, entre ellos Fidel Podga, coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas, que se refirió, con datos alarmantes, al aumento del hambre y la pobreza a nivel global y a las causas estructurales de este incremento.
Según su opinión, la pobreza se debe a un concurso de varios factores. Entre ellos «el modelo económico alejado del desarrollo humano integral de las personas, el cambio climático que se ceba con los más vulnerables, los conflictos, y la desigualdad socioeconómica que alimenta también la violencia social».
Obstáculos para el desarrollo en Haití
Juan de Amunátegui, coordinador del departamento de Proyectos de Manos Unidas en América, señaló los principales obstáculos para el desarrollo del país. «Haití es el perfecto ejemplo de un estado fallido que viene sufriendo en los últimos años una crisis profunda que surgió por unos niveles de corrupción elevados y que ha afectado a todos los ámbitos de la vida: al político, al económico y al social».
«Esa crisis también ha generado una situación de violencia extrema; las bandas criminales han ocupado un vacío del poder del Estado y nuestros socios y amigos en el país han vivido en primera persona esa violencia en forma de secuestros, asesinatos y amenazas, como el asesinato de nuestra amiga, la hermana Isabel Solá, misionera española, y el más reciente ocurrido el fin de semana pasado con el secuestro de quince personas en una misión estadounidense».
Amunátegui reseñó la labor que Manos Unidas lleva realizando desde hace más de 40 años acompañando al pueblo haitiano. «Entre 2010 y 2020 hemos llevado a cabo 168 proyectos de desarrollo, con un importe de 12.700.000, en los sectores de agricultura, agua, protección del medio ambiente, salud y educación. Por supuesto, hemos estado presentes en las grandes tragedias, en el terremoto de 2010 con 46 proyectos por 4.120.000 € de inversión, en el huracán Matthew con cuatro proyectos por 331.000 € y también a lo largo de la pandemia con una aportación de 395.000 € en ocho proyectos».
Consecuencias de los desastres naturales
Para Stevelson Edouard, director del área de Gestión Social de América Solidaria, «en Haití no existe una política efectiva de protección del medio ambiente a pesar de que en los últimos años el país ha sufrido varios desastres naturales», y explicó algunas de las iniciativas que están llevando a cabo tras el terremoto de agosto. «Nuestra intervención tiene cuatro componentes: salud, educación, desarrollo económico y de infraestructuras, una labor para la que hemos contado con el apoyo de Manos Unidas».
Las necesidades y fortalezas del pueblo haitiano
El padre Richard Frechette, fundador de Nuestros Pequeños Hermanos (NPH), unos de los principales socios locales de la ONG de la Iglesia Católica en el país, destacó cómo NPH se mantienen desde hace muchos años, «en una lucha positiva para mejorar las condiciones de las personas, para ofrecer dignidad, para hoy y para mañana»; un trabajo que llevan a cabo, explicó el religioso, «reforzando las estructuras de salud y educación en muchos pueblos».
Tras casi 40 años en el país, compartió su perspectiva sobre algunas de las necesidades y fortalezas del pueblo haitiano. «Las condiciones de vida en Haití son muy duras y muy tristes, pero se puede avanzar. El país no levanta cabeza, no solo porque falta comida o dinero, sino también porque carece de imaginación para concebir un país moderno y estable», lamentó. Sin embargo, se mostró optimista al señalar que se puede avanzar con la educación y, así, avanzar en los sueños. «Haití tiene que dejar de ser el país que mata los sueños», declaró.
El trabajo con la juventud haitiana
La importancia de un entorno no violento para el desarrollo de los jóvenes haitianos es una de las prioridades que subrayó en su intervención Xavier Adsará, director de NPH España y presidente de NPH Europa. Explicó que la forma de evitar que los jóvenes estén en las calles es a través de programas de desarrollo comunitario.
«Con la financiación de Manos Unidas pudimos construir un campo de deportes de fútbol y de basket donde hemos invitado a más de 300 jóvenes entre los 0 a 18 años para que practiquen deporte cada día cuando salen de la escuela. Todos esos jóvenes que vengan al programa de deportes van a tener su tiempo ocupado, no van a estar por las calles de Puerto Príncipe con todos los peligros que esto entraña: abusos sexuales, pertenencia a banda armada…», relató.
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