Las dominicas del convento de la Sagrada Familia, en Burriana, concluyeron el sábado 21, junto con toda la familia dominica, el jubileo de los 800 años de la fundación de la orden por Santo Domingo de Guzmán. Sus ocho siglos de historia como orden, y los 500 años que suman las religiosas, lejos de ser un peso son un tesoro de experiencia que hace mirar el futuro con esperanza.
Después de XVI ediciones, la Jornada Diocesana de la Infancia Misionera ha dejado de ser noticia por la asistencia. Ya no es novedad porque la alta participación es una constante. El sábado pasado participaron 600 niños de diferentes poblaciones de la Diócesis, y el secreto está en la colaboración de parroquias, movimientos y congregaciones en esta iniciativa de la Delegación de Misiones. El lema del 2017 ha sido Sígueme, a partir del cual el Obispo ha invitado los niños a un encuentro con Cristo.
Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no
os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Salmo: Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32 R. Te alabarán, Señor, los que te buscan.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Viva su corazón por siempre! R.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán los que duermen en al tierra,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R.
Mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor». R.
EVANGELIO
Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor.
Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con sólo tocarle el manto curaré». Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba
curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaron:
«Ves como te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?»».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
-«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
ENTREVISTA – Hermanas de la Congregación ‘Oblatas de Cristo Sacerdote’ del Monasterio de Moncada, Valencia
La Congregación de las ‘Oblatas de Cristo Sacerdote‘ la funda don José Mª García Lahiguera y María del Carmen Hidalgo de Caviedes el 25 de abril de 1938. Cuenta con una fundación en Perú y diferentes monasterios en España: uno de ellos es el de Moncada, de la misma provincia eclesiástica que la Diócesis de Segorbe-Castellón. ¿Su peculiaridad? Rezan 24 horas por la santidad de los sacerdotes de todo el mundo. Mercedes es la Madre superiora de este monasterio, y Mª Celeste, Mª de los Ángeles, Rosa Mª y Concepción son algunas de las hermanitas de este monasterio, al que nos hemos acercado para conocerlas y hacerle algunas preguntas.
¿Cómo organizarse para rezar 24 horas por los sacerdotes?
Madre Mercedes: Si el Señor ha querido estar con nosotras, nosotras siempre con Él. La fundadora no veía el hecho de que llegara la noche y se echara la llave a la puerta de la capilla. Siempre nos quedamos una de guardia, en representación de todas, rezando por los sacerdotes, y esto es muy hermoso. Todas sabemos cuándo nos toca nuestro turno de oración, y cuando suenan las tres campanadas, la hermana deja todo lo que está haciendo y acude al relevo. La hermana que sale y la que rezan juntas en ese momento:
Todas: Padre Santo, por Cristo, con Cristo y en Cristo sacerdote. Por ellos ruego, porque son tuyos. Santifícalos en la verdad. Padre de Cristo sacerdote, ruega por nosotros. Leer más
Durante la mañana del pasado viernes, los sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón continuaron con la formación permanente sobre profundización teológica en el Seminario Mater Dei. La cita del jueves se centró en los Hechos de los Apóstoles en el seguimiento de Cristo y misión evangelizadora. El viernes, la protagonista fue la III edición, de acuerdo con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, del Misal Romano, aprobada por la Santa Sede en 2015 y que los sacerdotes comenzarán a emplear en las eucaristías a partir del I domingo de Cuaresma, el próximo 5 de marzo. Para ello, el Obispo ha ofrecido a todas las parroquias un ejemplar del mismo.
“No hay ninguna acción en la Iglesia que supere, por dignidad, la eucaristía”, aseguró don Antonio Sanfélix, Delegado Diocesano para la Liturgia. Y por ello presentó al liturgista D. Manuel González López-Corps, profesor de liturgia de la universidad San Dámaso de Madrid, que empleó toda la mañana en presentar el Misal Romano a todos los sacerdotes presentes. Leer más
Hermanos:
¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos. Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados; el mundo no era digno de ellos: vagabundos
por desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra. Y todos éstos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido; porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin nosotros a la perfección.
Salmo: Sal 30, 20. 21. 22. 23. 24 R. Sed valientes de corazón los que esperáis en en Señor.
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos. R.
En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R.
Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. R.
Yo decía en mí ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante cuando yo te gritaba. R.
Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces. R.
EVANGELIO
Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó:
«¿Cómo te llamas?». Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su
juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
COMENTARIO
En el Evangelio de hoy nos encontramos con dos ruegos de muy distinto signo. Rogar supone llamar la atención de alguien sobre una realidad profunda, importante del propio ser. Ruegan muchos en el Evangelio: el ciego de nacimiento, Jairo, el leproso.
Muchos descubren en Jesucristo alguien que tiene poder sobre sus aflicciones y el afecto necesario para interesarse por ellas.
Sin embargo, llamativamente, los dueños de los cerdos precipitados al lago «comenzaron a rogarle que se fuese de su territorio». Le piden encarecidamente que se vaya, incluso después de haber visto a su vecino totalmente liberado y curado. No saben discernir el verdadero valor de lo que ha pasado. La cercanía del Salvador y el bien del ser humano han pasado a un segundo lugar frente a la mera posesión material de cosas.
En cambio «el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él». Le ruega estar con él. Sólo quien ha experimentado sobre la propia vida la compasión, el poder, la acción de Dios tiene el deseo imperioso de no apartarse de Cristo.
La Palabra de Dios hoy nos invita a imitar a este último personaje gritando ante el Señor nuestras aflicciones para experimentar su mirada y no apartarnos nunca de ella.
Buscad al Señor, los humildes de la tierra, los que practican su derecho, buscad la justicia, buscad la humildad, quizá podáis resguardaros el día de la ira del Señor.
Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor. El resto de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán, y no habrá quien los inquiete.
Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10 R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
2ª LECTURA
1ª Corintios 1, 26-31
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría, de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así – como está escrito -: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
EVANGELIO
Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo
su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
COMENTARIO
Dios ha escogido lo débil, lo despreciable, lo que no cuenta. San Pablo no se anda con rodeos y así nos lo dice en la segunda lectura de la Misa de hoy. También Jesús en la escena que recoge el Evangelio habla de los que lloran. Y el Señor señala nuestra debilidad, pero no para despreciarla, sino porque le atrae. Tanto que se acaba inclinando totalmente sobre ella. De hecho, también a nosotros nos sucede lo mismo cuando con serenidad conocemos la debilidad del otro – cuando el afecto es genuino. Nos conmovemos, y con sorpresa descubrimos en nuestro interior el deseo de dar la vida por la persona querida, para que no le determine su incapacidad; ¡cuánto más sucede esto en el corazón infinito de Dios!
Las lecturas de la Misa de hoy nos pueden ayudar a salir de un error típico de nuestro tiempo, porque nos muestran que débil y malo no significan lo mismo. No a los ojos de Dios, por mucho que así lo pensemos nosotros o así se valore en este mundo nuestro. En el Reino de los Cielos, que ya ha empezado, necesitado no quiere decir despreciable o sin valor. Casi siempre nos precipitamos, pensamos a medias, como cerrando un ojo, entendiendo poco, y terminamos por identificar estos dos conceptos.
Antes, los pueblos o las instituciones tenían por patrones a los santos. Hay tantas tradiciones en todas partes y las gentes con más edad te las explican y justifican. Y se miraba a los santos, que eran hombres y mujeres de carne y hueso. Y eso ensanchaba el alma. Hoy sólo tenemos ojos para las pantallas, y en las pantallas habitan nuevos patrones: deportistas, pero no todos, sólo unos pocos que hemos endiosado; actrices, pero no todas, sólo las que están de moda y las recién llegadas. Y los ricos y los poderosos, mientras lo sean. Pero todos camuflados, bajo unas luces que misteriosamente no hacen sombra. Y nosotros vamos y nos lo creemos todo. Y eso nos encoge. Porque no somos así.
Al Señor le atraen los débiles. Es una cosa maravillosa. Nuestro límite o debilidad es el recordatorio no negociable de que necesitamos a otro. Casi como una puerta que desencajada no cierra bien y queda siempre abierta. Y así se convierte en el espacio por donde Dios puede alcanzarnos. A nosotros, cuando no tenemos presente lo que dicen las lecturas, nuestra pequeñez o incapacidad, nuestro defecto, nos hace sufrir. Y en cambio es lugar por donde el Señor cabe. Esto hemos de aprenderlo: la gracia de Dios no es un premio; es un regalo. Son cosas distintas. Lázaro estaba muerto, sin nada que ofrecer. Pero esa nada fue suficiente: el Señor se conmovió del todo y acudió a despertarle. Por tanto, ¿qué argumentamos nosotros para sostener que Jesucristo no va a querer estar con nosotros?
Hermanos:
La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los antiguos. Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por fe, también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía. Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.
Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «lsaac continuará tu descendencia». Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.
Salmo: Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75 R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. R.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza. R.
Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. R.
EVANGELIO
Marcos 4, 35-41
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban . Se levantó una fuerte tempestad, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».
En la Fiesta de las Candelas, el día 2 de Febrero, iremos gozosos con cirios encendidos al encuentro del Señor, la Luz de los pueblos, que es presentado y consagrado a Dios en el Templo de manos de María y de José. Recordando la consagración de Jesús al Padre celebramos este día la Jornada mundial de la vida consagrada. Junto con toda la Iglesia, este día recordaremos con gratitud a todas las personas consagradas: a los monjes y las monjas de vida contemplativa, a los religiosos y religiosas de vida activa y a todas las personas consagradas que viven en el mundo, y a la vírgenes consagradas: todos ellos se han consagrado a Dios siguiendo las huellas de Cristo obediente, pobre y casto, para ponerse al servicio de la Iglesia y de todos los hombres. Configurados así con Cristo son testigos de la esperanza y de la alegría. Leer más
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