El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, en una carta remitida esta misma mañana a sacerdotes, religiosos y religiosas, diáconos y laicos, pide oraciones por la lluvia y por la paz.
Sensible ante la «la tremenda sequía que estamos padeciendo desde hace meses», nuestro Obispo reflexiona sobre las consecuencias de la falta de lluvia que afecta «personas, campos, cosechas, pastos y montes, con el consiguiente aumento del riesgo de incendios», aumentando el riesgo de desertificación y la consiguiente destrucción «de la naturaleza, don del Creador».
Nos recuerda que, como creyentes, sabemos que el agua es un regalo de Dios y nos exhorta a «ser responsables en su uso y saber compartirla con todos» así como, siguiendo las enseñanzas del Señor, «orar por el alimento de cada día», tanto material como espiritual.
Por todo ello pide a los sacerdotes incorporen una petición por la lluvia en las preces de la Misa, especialmente en las de los Domingos, así como en la oración de Laudes y de Vísperas; invitando también a quienes rezan la Liturgia de las Horas.
Del mismo modo, y ante la terrible situación en Tierra Santa, en Ucrania y en otras partes del mundo, pide intensificar la oración por la paz en el mundo «que callen las armas y los responsables busquen caminos de reconciliación y de paz, basada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad» incorporando una intención especial por la paz en el mundo en las preces de la Misa, de Laudes y de Vísperas.
El pasado sábado 3 de febrero, 10 de los jóvenes que se están preparando para recibir la Confirmación en la Parroquia de San José Obrero de Castellón, participaron en el encuentro anual de «Confirmandos» organizado por la Provincia Mercedaria de Aragón en el Monasterio de El Puig de Santa María (Valencia).
El lema y trabajo de este año es: «¿Qué entendemos por fe?»
Fue un día de convivencia, reflexión, oración y de compartir con otros jóvenes venidos de Elche, Zaragoza y El Puig de Santa María.
El próximo mes de octubre tendrá lugar el Sínodo convocado por el Papa Francisco, dedicado al tema de la sinodalidad. Se trata de la fase final de un largo proceso de escucha del pueblo de Dios en las Iglesias locales y de las posteriores etapas desarrolladas por parte de las Conferencias Episcopales y Asambleas Continentales.
La primera sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos tendrá lugar en Roma del 4 al 29 de octubre, y el Papa Francisco ha dedicado la intención de oración del mes de octubre a rezar por este acontecimiento: «Sin oración no habrá Sínodo», nos recuerda el Papa.
También nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, hace una llamada a los fieles de la Diócesis a participar mediante la oración por este gran acontecimiento para la Iglesia Universal, que se inaugurará en el Vaticano el 4 de octubre, pues es ante todo un acontecimiento espiritual, de oración y de escucha del Espíritu Santo, verdadero protagonista del evento.
Además, a pocos días de comenzar los trabajos de la Asamblea, hemos recibido desde Roma un subsidio para la oración comunitaria, que contiene la oración de los fieles de los domingos XXV y XXVI del tiempo ordinario y de las ferias de ambas semanas, y para la bendición solemne de este último domingo, el inmediatamente anterior al comienzo de la Asamblea Sinodal.
También, desde la Comisión Episcopal para la Liturgia se enviará próximamente un nuevo subsidio, con materiales para la oración durante el transcurso de la Asamblea.
Fase Diocesana del Sínodo de los Obispos
Cabe recordar que la fase diocesana del Sínodo en Segorbe-Castellón terminó en junio del año pasado con la celebración de la Asamblea de clausura, y en la que se presentó la “Síntesis Diocesana en el Proceso Sinodal” con las principales aportaciones de los grupos que participaron.
En la Diócesis participaron cerca de 2.000 personas repartidas en unos 180 grupos, con una edad media un poco superior a los 55 años. Fueron 73 las parroquias que crearon grupos sinodales, 8 congregaciones religiosas, 3 instituciones educativas, 9 instituciones de distintos carismas, y 60 participaciones en el cuestionario online.
Desde que diera comienzo en octubre de 2021, esta fase estuvo centrada en las Iglesias particulares y otras realidades eclesiales que pusieron “en escucha” a todo el Pueblo de Dios, sin excluir a nadie, y que en Segorbe-Castellón integramos en la Reflexión Diocesana, en el contexto de la celebración del Año Jubilar.
Un hito importante en la puesta en marcha del proceso fue la visita de nuestro Obispo a todos los Arciprestazgos. Además, fue acogido con gran alegría e ilusión, pero también con gran responsabilidad, y la mayoría de los participantes manifestó su gratitud por el hecho de poder participar, aportar su propio punto de vista y experiencia, y ser escuchados.
En febrero de este año tuvo lugar la segunda de las tres fases del Sínodo 2021-2024, en nuestro caso con la Asamblea continental europea del Sínodo 2021-2024 celebrada en Praga, y que reunió a los delegados y presidentes de las distintas Conferencias Episcopales de Europa.
En este encuentro se presentó la Síntesis definitiva de la propuesta de la Iglesia en España para esta asamblea continental. El texto recogió las aportaciones que enviaron las diócesis, movimientos, congregaciones y distintos grupos.
Fase universal: Asamblea General del Sínodo de los Obispos
Los tres temas centrales que estarán en el centro de los trabajos de la Asamblea sinodal de octubre se relacionan con las tres palabras que constituyen el tema del Sínodo: la cuestión de cómo crecer en comunión acogiendo a todos, en fidelidad al Evangelio; la cuestión de los modos concretos de corresponsabilidad, reconociendo y valorando la aportación de cada bautizado con vistas a la misión común; y la identificación de estructuras y dinámicas de gobierno a través de las cuales articular en el tiempo la participación y la autoridad en una Iglesia sinodal misionera.
Fruto de todo el proceso de escucha, los participantes en esta Asamblea trabajarán con el Instrumentum Laboris, como un instrumento para el discernimiento.
La semana pasada, nuestro Obispo, D. Casimiro, pedía a los fieles de nuestra Diócesis que se uniesen en oración y solidaridad con los afectados del terremoto ocurrido en Marruecos, que en estos momentos ascienden a más de 2.950 los muertos y a 5.600 heridos. Y la Diócesis ha respondido con varias iniciativas, destacando la ayuda económica enviada por la Delegación diocesana para las Misiones; la colaboración, con la comunidad musulmana de Castellón, por parte de la Delegación para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso para el envío de enseres; así como la campaña puesta en marcha por Cáritas Diocesana.
Del mismo modo, el Obispo realiza un nuevo llamamiento urgente a la oración y a la solidaridad, en este caso por los afectados por las lluvias extremas y graves inundaciones que ha sufrido Libia a causa del huracán Daniel, apuntando algunas cifras que podrían haber más de 20.000 muertos, con miles de desaparecidos.
Además, desde la Vicaría General se ha enviado a las parroquias una intención de oración por estas últimas catástrofes, para que se añada a la oración universal de las misas del domingo.
También el Papa Francisco, tras la Audiencia General del pasado miércoles, expresó que sus pensamientos «están con las poblaciones de Libia, duramente afectadas por las fuertes lluvias que han provocado inundaciones, causando numerosas víctimas, heridos y graves daños».
Asimismo, invitó a los fieles a unirse en oración «por aquellos que han perdido la vida, sus familias y las personas desplazadas. No debemos dejar de mostrar nuestra solidaridad hacia estos hermanos y hermanas que están pasando por una calamidad tan devastadora», expresó el Santo Padre.
El Obispo de la Diocesis de Segorbe-Castellon, Mons. Casimiro López Llórente, se une al escrito remitido hoy por la Conferencia Episcopal Española a Mons.Cristóbal López Romero, Arzobispo de Rabat, y pide a los fieles de nuestra Diócesis que se unan en oración y solidaridad con los afectados del terremoto ocurrido en Marruecos.
En el escrito de la CEE, el presidente y el secretario general de la Conferencia, muestran su consternación ante las noticias del terrible terremoto que ha asolado la ciudad de Marrakech.
En nombre de la Iglesia en España, afirman, «le hacemos llegar nuestra aflicción y dolor por el sufrimiento de todas aquellas personas que están padeciendo las terribles consecuencias de este desastre».
A la vez, se unen a toda la Iglesia «para rezar por las personas afectadas, por los difuntos, por los heridos, por los desaparecidos y por todas aquellas que han perdido sus bienes y sobre todo a sus seres queridos, para que encuentren la protección divina, el consuelo y la fortaleza en estos momentos de sufrimiento».
Con el inicio del mes de mayo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención por los movimientos y grupos eclesiales: “Oremos para que los movimientos y grupos eclesiales redescubran cada día su misión evangelizadora, poniendo sus propios carismas al servicio de las necesidades del mundo”.
«1. Quería estar aquí hoy, en primer lugar, para deciros gracias. Gracias por vuestra presencia como laicos y laicas, jóvenes y mayores, comprometidos en vivir y testimoniar el Evangelio en las realidades ordinarias de la vida, en vuestro trabajo, en tantos contextos diferentes —educativos, sociales, en la calle, en el terminal de los trenes; allí estabais todos vosotros—éste es el vasto campo de vuestro apostolado, es vuestra evangelización. Nosotros debemos entender que la evangelización es un mandato que viene del Bautismo; el Bautismo que nos hace sacerdotes juntos, en el sacerdocio de Cristo: el pueblo sacerdotal, ¿no? Y no hay que esperar a que venga el sacerdote, el cura a evangelizar, el misionero… Sí, lo hacen muy bien, pero quien ha sido bautizado tiene la tarea de evangelizar. Vosotros, con vuestros movimientos, habéis avivado esta tarea. Y está muy bien. Gracias.
En los últimos meses, habéis visto con vuestros propios ojos y tocado con vuestras manos el sufrimiento y la angustia de tantos hombres y mujeres a causa de la pandemia, sobre todo en los países más pobres, donde muchos de vosotros estáis presentes. Uno de vosotros me hablaba de esto. Tanta pobreza, miseria… Pienso en nosotros que aquí, en el Vaticano, nos quejamos cuando la comida no está en su punto, cuando hay gente que no tiene qué comer. Os doy las gracias porque no os habéis detenido: no habéis dejado de aportar vuestra solidaridad, vuestra ayuda, vuestro testimonio evangélico incluso en los meses más duros, cuando los contagios eran muy altos. A pesar de las restricciones debidas a las medidas de prevención necesarias, no os habéis rendido, al contrario, sé que muchos de vosotros multiplicasteis vuestro compromiso, adaptándoos a las situaciones concretas que se os presentaban y se os presentan, con esa creatividad que nace del amor, porque quien se siente amado por el Señor ama sin medida.
Este “sin medida” es lo que sale en estos momentos críticos. Y este “sin medida” también lo hemos visto en muchas monjas, en muchas consagradas, en muchos sacerdotes y en muchos obispos. Pienso en un obispo que acabó entubado por estar siempre con la gente. Ahora se está recuperando lentamente. Sois vosotros y todo el pueblo de Dios el que ha participado en esto y habéis estado ahí. Ninguno de vosotros ha dicho: “No, no puedo ir, porque mi fundador piensa de otra forma”. Así que, nada de fundador: aquí estaba la llamada del Evangelio y todos acudieron. Muchas gracias. Habéis sido testigos de «esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos» (Meditación en tiempo de pandemia, 27 de marzo de 2020). O somos hermanos o somos enemigos. “No, no, yo me separo: o hermanos o enemigos”. No hay término medio.
2. Como miembros de asociaciones de fieles, movimientos eclesiales internacionales y otras comunidades, tenéis una misión eclesial verdadera y propia. Buscáis con dedicación vivir y hacer fructificar aquellos carismas que el Espíritu Santo, a través de los fundadores, ha dado a todos los miembros de vuestras asociaciones, en beneficio de la Iglesia y de los muchos hombres y mujeres a los que os dedicáis en vuestro apostolado. Pienso especialmente en aquellos que, hallándose en las periferias existenciales de nuestras sociedades, experimentan en su carne el abandono y la soledad, y sufren por tantas necesidades materiales y pobreza moral y espiritual. Nos hará bien a todos recordar cada día no sólo la pobreza de los demás, sino también, y antes que nada, la nuestra.»
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los consagrados, para que, con el ejemplo y la intercesión de María, perseverando durante toda su vida en los consejos de pobreza, castidad y obediencia, sean dignos testigos y verdaderos servidores del Evangelio”.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, en su carta del 29 de enero de 2022, nos decía lo siguiente: «Junto con toda la Iglesia, damos gracias a Dios por todas las personas consagradas, por sus dones y carismas: por las monjas y monjes de vida contemplativa, por los religiosos y religiosas de vida activa, y por las vírgenes y todas las personas consagradas que viven en el mundo. Todos ellos se han consagrado a Dios para seguir las huellas de Cristo obediente, pobre y casto, en el carisma propio de su orden o instituto, y entregar su vida al servicio de la vida y misión de la Iglesia para el bien de la humanidad».
«Pidamos a Dios por los consagrados para que sean fieles a su vocación y consagración, lo vivan con alegría y sean faros luminosos que nos remitan a Dios y a los hermanos. Roguemos también para que Dios siga suscitando vocaciones a la vida consagrada tan escasas en nuestra Iglesia diocesana.»
D. Casimiro, afirma que la labor del movimiento es motivo de alegría, de gozo y de gratitud»
Los salones de la concatedral de Santa María, han acogido esta mañana el encuentro de la líder para Iberoamérica de 40 días por la Vida, Lourdes Varela, junto a Nayeli Rodríguez, responsable en España con los voluntarios del movimiento en Castellón, que ha estado presidido por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, dando así su apoyo al movimiento en nuestra Diócesis.
Al mismo también ha asistido el equipo de voluntarios que desde el pasado 22 de febrero y hasta el próximo 2 de abril se han sumado a la campaña de 40 días por la Vida, así como fieles de diferentes parroquias. Lourdes Varela y Nayeli Rodrígez han dado su testimonio de fe explicando cómo surgió este movimiento en Texas y se ha expandido por todo el mundo. En este sentido, ha dicho Loirdes Varela, 40 días por la Vida surgió de la «frustración del esfuerzo humano por tratar de acabar con el aborto en varias ciudades» y lejos de conseguirlo comprobaban cómo cada día eran más las mujeres que decidían acabar con la vida de sus bebés».
El movimiento surgió de la oración y precisamente es la oración lo que ha motivado a cientos de miles de personas en todo el mundo que, durante 40 días, establecer turnos de oración de una hora frente a clínicas abortistas, «con la esperanza y la fe de que el Señor sí puede acabar con el aborto». Por ello ha afirmado que «esta batalla contra el aborto es una batalla espiritual basada en la oración y el ayuno para terminar con este gran genocidio».
De esta forma han dado su respaldo a los voluntarios que, tanto en Castellón, como en el resto de ciudades españolas donde se está desarrollando la campaña, están siendo sometidos a controles policiales debido a las quejas que presentan responsables de las clínicas abortistas. No obstante han recalcado que la labor de los voluntarios debe seguir siendo la misma: cooperar con las autoridades locales y rezar haciéndolo bajo el compromiso que cada uno de ellos asumen firmando la «declaración de paz» al acudir a la vigilia de oración.
En este sentido se comprometen a:
Buscar soluciones pacíficas a la violencia del aborto cuando esté de voluntario(a) en la campaña 40 Días por la Vida.
Mostrar compasión y reflejar el amor de Cristo al personal, empleados, voluntarios y clientes del abortorio.
No actuar de manera violenta o dañina porque eso les desasocia inmediata y completamente de la campaña 40 Días por la Vida.
No estar asociado(a) de ninguna forma con el abortorio o sus filiales mediante empleo, medio de comunicación, voluntariado, clientes, ni en ningún otro aspecto.
No promocionar a ningún partido político; ni apoyar el voto a favor o en contra de ningún candidato político a través de la campaña de 40 Días por la Vida.
No realizar proselitismo de ningún tipo a través de la campaña de 40 Días por la Vida.
No obstruir las calles o la acera mientras esté de pie en el paso peatonal público.
No tirar basura en la calle o en la acera.
Responsabilizase de las personas menores de edad que lleve a la vigilia de oración.
No amenazar, ni entrar en contacto físico, u ofender verbalmente a las personas que sean empleados, voluntarios o clientes del abortorio.
No dañar de ninguna forma la propiedad privada.
Cooperar con las autoridades locales de la ciudad en la que esté llevando a cabo la campaña.
Por su parte, el Obispo de la Diócesis, Mons. Casimiro López Llorente, ha aplaudido la labor del movimiento y ha asegurado que para la Iglesia de Segorbe-Castellón «es motivo de alegría, de gozo y de gratitud». Del mismo modo ha recalcado la importancia de que en este momento, «los laicos apoyen estas causas». Así ha reconocido que pese a ser un momento difícil los voluntarios de 40 días por la vida «habéis aportado esperanza porque para los cristianos la vida siempre vence a la muerte». Y en esa esperanza es en la que debemos vivir aún comprobando que si miramos a nuestro alrededor, «parece que el diablo está ganando la batalla».
En este sentido les ha recordado su carta para esta semana, en la que se refiere a «cómo el Concilio Vaticano II denunció los numerosos delitos y atentados contra la vida humana; entre otros, los homicidios, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario, o todo lo que viola la integridad y la dignidad de la persona humana». De esta forma ha asegura que hoy no es fácil denunciar estos hechos porque «se prohíbe que se hable a favor de la vida», y si se habla se silencia y aun estando convocados los medios no interesa salvo que haya motivo para la polémica». También se ha referido a la reciente entrada en vigor «la nueva ley del aborto y a la aplicación del derecho penal renovado que prohíbe cualquier acoso a personas que vayan a abortar».
Del mismo modo ha afirmado que «no es nada perjudicial para nadie rezar y ayunar», animándoles a hacerlo para concienciar a que «merece la pena salvar vidas y también a ofrecer medios a aquellas mujeres que se encuentran en una situación desesperada, acompañándolas como Iglesia y como sociedad disponiendo medios para evitar que vean una salida en el aborto».
La Cuaresma, recién comenzada, es un tiempo de gracia y de salvación, que nos conduce a las celebraciones pascuales. Este tiempo nos llama a renovar nuestra fe y vida cristiana, personal y comunitaria, a saciar nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y a recibir con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo.
Dios es misericordia. En su Hijo Jesucristo, la misericordia encarnada, Dios nos espera siempre, sale a nuestro encuentro, se hace cercano a todos los hombres y nos reconcilia consigo, con nosotros mismos, con el prójimo y con toda la creación. En la persona de Cristo, Dios no deja de llamarnos e invitarnos a recuperar o intensificar la amistad con Él. Tan sólo tenemos que responder a sus invitaciones y abrirle nuestro corazón, para recuperar nuestra amistad con Dios, ser perdonados, reconciliados y sanados.
El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son los santos medios que nos propone la Iglesia para intensificar la vida del espíritu en este tiempo cuaresmal y que nos preparan para el encuentro salvador con Dios; son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. Ese triple ejercicio nos ayuda a que el paso de Dios por nuestras vidas en la cuaresma no sea en vano. Es verdad que sabemos que la Iglesia nos propone estos medios para la Cuaresma. Pero ¿los consideramos como algo trasnochado o, por el contrario, los acogemos cordialmente como medios necesarios para nuestra renovación espiritual? ¿Sabemos ir más allá de su mero cumplimiento?
La oración cristiana es estar y hablar con Dios. Como dice Sta. Teresa de Jesús, la oración es “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. Y ‘tratar de amistad’ y ‘tratar a solas’ implica buscar estar a solas con Aquél que “sabemos nos ama”. Quien está a solas y en silencio con Dios, se deja hablar e interpelar por Él. Dios nos habla de muchas maneras: a través de las personas, de los pobres, de los acontecimientos de cada día, pero sobre todo y de modo especial por su Palabra: por su Hijo, Jesús, que es la Palabra encarnada, y por su Palabra escrita, contenida en la Sagrada Escritura que nos llega en la tradición viva de la Iglesia. La oración personal es una práctica vital para nuestra vida espiritual; es como la respiración de nuestra alma. Si nos falta la oración, la muerte de nuestra alma está asegurada. Sería bueno proponernos para esta cuaresma momentos precisos de oración, a poder ser al comienzo de cada jornada, antes de cualquier otra acción, sirviéndose del Evangelio del día. Tonificados por la oración, el día y el trabajo, nuestras relaciones en la familia, en el trabajo o en el ocio serán distintas.
Junto a la oración, el Señor nos propone el ayuno durante todo el tiempo cuaresmal y no sólo en los días establecidos por Iglesia; a saber, el ayuno, el miércoles de ceniza y el Viernes santo, y la abstinencia de comer carne, todos los viernes de Cuaresma. Hemos de ayunar no sólo de alimentos materiales, sino también de todo aquello que dificulta nuestra apertura a Dios y al hermano necesitado, y engorda nuestro egoísmo; hemos de ayunar de todo aquello que favorece los vicios, las pasiones, las ataduras a las cosas y el egocentrismo. Hemos de ayunar, en definitiva, de todo aquello que mata nuestro amor a Dios y a los hermanos. Ayunar es autocontrol, negación de sí mismo, ascesis, renuncia a las cosas superfluas, incluso a lo necesario, para que su fruto redunde en ayuda a los más necesitados. En un mundo dominado por el consumo y el afán del dinero, que potencia el endurecimiento del corazón ante tanta pobreza y sufrimiento, necesitamos ayunar. Y hemos de hacerlo para ayudar a los necesitados. El ayuno de los ricos debe convertirse en alimento de los pobres y los pobres en alimento de los ricos.
Junto a la oración y al ayuno, el Señor nos propone el ejercicio de la limosna, que se expresa en gestos de amor hacia el hombre herido y en obras de caridad hacia los más necesitados de cerca o de lejos. Hemos de saber compartir nuestro dinero; pero también nuestro tiempo y nuestra preocupación activa por el bien del otro, necesitamos aligerar nuestras mochilas para recorrer con presteza el itinerario cuaresmal. Así llegaremos llenos de alegría a la meta de la Pascua.
La Parroquia de Santo Tomás, en Benicàssim, ha puesto en marcha este curso pastoral, una sugerente iniciativa de oración. Lo hace en colaboración con las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret y junto a los catequistas y familias de los niños y adolescentes que están en proceso de crecimiento y maduración de su fe.
Todos los lunes las catequistas y las Hnas de Nazaret, acompañados por el párroco, se reúnen para orar por esa intención. A este rato de oración se invita a los niños, jóvenes, y familias que quieran participar, así como a todos los fieles de la parroquia para que puedan hacer suyo el crecimiento en la fe de los pequeños y sus familias.
Obviamente no pueden acudir todos los que desean por motivos diversos. Las catequistas tienen la misión de “recolectar” las intenciones de oración de los niños y las familias para llevarlas cada lunes a Jesús. La dinámica de este tiempo de oración es diferente cada lunes y consiste en una breve predicación del sacerdote, la lectura de algún texto del Papa Francisco, o el rezo de una parte del Rosario, pero en cualquier caso, siempre a los pies del Santísimo Sacramento.
Es muy importante, asegura el párroco, D. Luis Oliver, «que todas las familias tengan la certeza de que cada lunes la parroquia reza por ellas, de tal modo que ese es el mejor servicio que puedan recibir, más allá de unos conocimientos de catequesis que, por otra parte, siempre son necesarios».
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