Gustavo Adolfo y Josefina dejaron Venezuela hace un año. Con una edad avanzada tuvieron que emigrar porque Gustavo sufre una dolencia cardíaca y el tratamiento era imposible por la escasez de medicamentos. Hace seis meses que viven en Castellón, donde se han integrado en la parroquia de la Sagrada Familia. Con otros venezolanos y el párroco, Miguel Abril, han organizado una vigilia de oración por su país el domingo 10 de febrero a las 18h.
“La verdad la verdad es que en Venezuela tenemos 20 años sufriendo tanto”, se lamenta Yunei. “Allá no hay comida. La gente piensa que exageramos, pero vaya cinco días y se dará cuenta de cómo están las cosas. Puedes pasar toda la noche haciendo cola para comprar alimentos, y si cuando llegas aún queda algo, no te alcanza para un paquete de arroz. ¡Estamos luchando por un paquete de arroz!. Da dolor cuando ves la policía que detiene a un joven con una bolsa negra… ¡que era para buscar en la basura desperdicios que pudiera comer!”.
La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana ha difundido recientemente un comunicado en el que describe la situación de las últimas semanas: “Las condiciones de vida del venezolano de hoy por todos conocidos en la vulneración de su derecho a la alimentación, salud , trabajo y seguridad, unido a una emigración forzada reciente, se ve ahora agravada por una represión violenta contra quienes manifiesta su descontento.”
Los obispos venezolanos piden el respeto a la vida y seguridad, la garantía de los derechos de todos los ciudadanos, y que se frene “la represión sistemática ante el descontento popular”. Ya no se trata solo de opiniones políticas. El drama está en la carestía que resulta mortal por falta de alimentos o de medicinas. Como Gustavo y Yunei, se calcula que 2,3 millones de venezolanos han tenido que abandonar sus casas.
Cáritas Española mantiene abierta una campaña de emergencia a través de la cual ha destinado en los últimos meses 100.000 € a Cáritas Venezuela. Hay que añadir 190.000 € más para sostener la tarea que en Colombia y Brasil se hace con los exiliados.U
Una luz de esperanza
María José Asensi Arnau es hermana de la Consolación. Hace un año volvió a Castellón después de 27 años de misión en América, 15 de los cuales en Venezuela. Primero estuvo en un hogar para niñas en Barcelona y en la última etapa trabajaba en la escuela que la congregación tiene en Maracai. “Hay miedo, mucha violencia y falta de libertad. Faltan alimentos básicos y medicamentos, y lo poco que se vende es inaccesible por el precio”.
Con todo, asegura que en la situación actual “hay una luz de esperanza muy distinta a la de otros momentos. Creo que está en el corazón de todos. Se ve que hay un camino posible para reconstruir el país. Pero para ello se necesita un tiempo de estabilidad y unas elecciones en las que la gente sepueda expresar libremente”.
Gustavo y Yunei tampoco se resignan a la fatalidad: “Tenemos que esperar y esperar a que todo se solucione pronto y bien. Con fe en Dios creemos que nos guardará y cuidará para poder sacar el país adelante”. Y concluyen: “Claro que nos gustaría volver. Pero de momento nos toca esperar a que todo esto pase y podamos recuperar lo que perdimos. Venezuela se volverá a levantar”.