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Homilía en la Ordenación de Diácono de Fray César de Nazareth Blanco Hernández

30 de octubre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

O. de la Merced

Iglesia parroquial de San José Obrero de Castellón, 29 de octubre de 2022

(Sab  9, 1-18;  Sal 83, 3-12; Stg 3, 13-18; Mt 25, 31-40)

Hermanas y hermanos muy amados todos en el Señor, querido César.

1. “Nada nos separará del amor de Dios” (cf. Rom 8, 35-39). Así hemos cantado en la aclamación al salmo. Hoy damos, ante todo, gracias a Dios la vocación al sacerdocio en la Orden de la Merced y por la ordenación diaconal de nuestro hermano César. Porque tu vocación al sacerdocio, que se verifica hoy por la llamada de la Iglesia, y tu ordenación son un don del amor de Dios, que nunca nos abandona. “Nos me habéis elegido vosotros a mi; soy yo quien os elegido a vosotros”, nos dice Jesús (Jn 15.16). Dios puso un día en tu corazón la semilla de tu vocación: una llamada que descubriste gracias a las convivencias vocacionales en el Seminario Mercedario “San Pedro Nolasco” de Palmira (Venezuela) en 2011, y gracias al acompañamiento de la comunidad de Padres Mercedarios de San Juan de los Morros, y, en especial de Fr. Eduardo Pérez, que, como acólito, te enseñó a servir en la Eucaristía. Fue tu experiencia al participar por primera vez en una ordenación sacerdotal (de Fr. Juan Duque) lo que te decidió a ingresar en el Seminario en 2012, con tan solo dieciséis años. 

Dios, que te dio la vocación, ha ido cuidando también de ti y te ha ido enriqueciendo con sus dones a lo largo de estos años de discernimiento y maduración de la llamada: los años de filosofía, de noviciado, de estudiantado y de teología hasta tu Profesión de Votos solemnes, en abril de este año. Gracias damos a Dios por tu vocación, por tu corazón disponible, generoso y agradecido; gracias le damos por tu fe confiada en el Señor, que te ha ayudado a superar miedos y temores; gracias a Dios damos por tu familia sencilla, pero trabajadora, que ha apoyado tu vocación y no ha obstaculizado tu respuesta; gracias le damos por la ayuda que en el camino de maduración de tu vocación te han prestado las comunidades mercedarias, los amigos y los compañeros y, sobre todo, tus formadores: gracias a todo ello te has convertido en tierra buena donde la semilla va dando sus frutos. Uno de esos frutos es tu ordenación diaconal. 

Por todo ello, nuestra celebración es un motivo de alegría y de esperanza para la Orden de la Merced y para la Iglesia universal. Hoy nos consuela ver que, no obstante la penuria vocacional que padecemos, Dios sigue llamando; pese a las circunstancias adversas, hay todavía tierra buena donde la semilla de la vocación al sacerdocio es acogida, madura y va dando sus frutos.

2. Mediante la imposición de mis manos y la oración consagratoria, el Señor va a derramar sobre ti el Espíritu Santo y te va a consagrar diácono para siempre. Al ser ordenado de diácono participarás de los dones y del ministerio que los Apóstoles recibieron del Señor Resucitado y serás en la Iglesia y en el mundo signo e instrumento de Cristo, Siervo, que vino no “para ser servido sino para servir”. El Señor imprimirá en ti una marca profunda e imborrable, que te conformará para siempre con Cristo Siervo. Él espera que seas en todo momento con tu palabra y con tu forma de vida signo de Cristo Siervo, obediente a la voluntad del Padre hasta la muerte. Sé en todo momento, como Bernabé, hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, para que otros muchos se acerquen y adhieran al Señor (cf. Act 11,24).

Al ser ordenado diácono eres llamado, consagrado y enviado para llevar a cabo un triple servicio, una triple diaconía: la de la Palabra, la de la Eucaristía y la de la caridad. Fortalecido con el don del Espíritu Santo, ayudarás al Obispo y a los sacerdotes en el anuncio de la Palabra, en el servicio del Altar y en el ministerio de la caridad, mostrándote servidor de todos, especialmente de los más pobres y necesitados.

3. Es tarea del Diácono el servicio de la Palabra, la proclamación del Evangelio como también la de ayudar a los presbíteros en la explicación de la Palabra de Dios. En la ceremonia de ordenación te entregaré el Evangelio con estas palabras: «Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero: convierte en fe viva lo que lees y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado».

Como servidor de la Palabra eres a la vez destinatario y mensajero la Palabra. Para que tu enseñanza de la Palabra de Dios sea creíble, habrás de acoger con fe y hacer vida el Evangelio que anuncias. Antes de nada, el mensajero del Evangelio ha de escuchar, estudiar, comprender, contemplar, asimilar y hacer vida propia la Palabra de Dios: el buen mensajero se deja configurar, guiar y conducir por la Palabra, de modo que ésta sea la luz para su vida, transforme sus propios criterios y lo lleve a un estilo de vida según el Evangelio. Esto pide delicadeza espiritual y valentía para dejar las cosas que creemos de valor y en realidad no lo tienen. La cerrazón de corazón, el egoísmo, la envidia, la vanidad, el afán de poseer, la comodidad o la tibieza hacen infecunda la buena sementera de la Palabra de Dios.

Por la ordenación diaconal, vas a ser constituido en mensajero de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no es nuestra palabra. En último término, la Palabra de Dios es el mismo Jesucristo quien pasará a otros por medio de tus labios y de tu vida, para que se encuentren con Él, se conviertan y adhieran a Él, se hagan discípulos misioneros suyos. Como a los Apóstoles, el Señor te envía y te dice hoy: “Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28, 19).

La Palabra de Dios es viva y eficaz, es incisiva, inquieta la falsa paz de muchas conciencias, corta cualquier ambigüedad y cura los corazones más endurecidos. Serás mensajero de la Palabra de Dios tal como ésta nos llega en la tradición viva de la Iglesia, y no con interpretaciones personales que miren halagar los oídos o adaptarse a un mundo alejado de Dios. La Palabra de Dios pide ser proclamada y enseñada sin reduccionismos, sin miedos, sin complejos y sin fisuras ante la cultura dominante o lo políticamente correcto. No olvides nunca que la Palabra no se impone, sino que se propone. ¡Cuánto respeto, cuánta oración, cuánto sentido del temor y del amor debe anidar en el interior de aquel, que hace resonar la Palabra de Dios y que debe explicar su sentido para la vida de las personas, de la comunidad eclesial y de la misma sociedad!.

Confiados en la fuerza inherente de la Palabra de Dios no tengamos miedo de ofrecerla como el único camino que ilumina los caminos de todo hombre y lleva a la Vida plena y feliz. La Palabra de Dios es la única es capaz de derribar los ídolos y las falsedades mundanas, y de liberar al hombre de las diversas formas de esclavitud y de pecado, que truncan su verdadera dignidad y su vocación más alta. Como heraldo del Evangelio estás destinado a ser profeta de un mundo nuevo, de la nueva creación instaurada por la muerte y resurrección del Señor; eres portador de un mensaje que arroja la luz sobre los problemas claves del hombre y que no se cierra en los pobres horizontes de este mundo.

4. Como diácono serás también colaborador del Obispo y del sacerdote en la celebración de la Eucaristía, el gran “misterio de la fe”. Tendrás también el honor y el gozo de ser su servidor. Se te entregará el Cuerpo y la Sangre del Salvador para que lo reciban y se alimenten los fieles. Trata siempre los santos misterios con íntima adoración, con recogimiento exterior y con devoción de espíritu, consciente de la alta dignidad de su tarea.

Al diácono se confía de modo particular el ministerio de la caridad, que se encuentra en el origen de la institución de la diaconía. El ministerio de la caridad dimana de la Eucaristía, fuente y cima de la vida de la Iglesia. Cuando la Eucaristía es efectivamente el centro de la vida del diácono no sólo lleva a los creyentes al encuentro de la comunión con Cristo, sino que también le lleva y le da la fuerza para el encuentro en la comunión con los hermanos. Atender a los pobres y necesitados, tener en cuenta las penas y los sufrimientos de los hermanos, ser capaz de entregarse en bien del prójimo: estos son los signos distintivos del diácono, discípulo del Señor, que se alimenta con el Pan Eucarístico. El amor al prójimo no se debe solamente proclamar, sino que se debe ante todo practicar.

5. El Señor nos ha dado ejemplo de siervo y servidor. En tu condición de diácono, es decir, de servidor de Jesucristo, sirve con amor y con alegría a Cristo presente en los hermanos: en los hambrientos y sedientos, en los forasteros y desnudos, en los enfermos y en los encarcelados (cf. Mt 25, 31-40), Sé compasivo y misericordioso, acogedor y benigno; dedica a los demás, en especial a los encarcelados, tu persona, tus intereses, tu tiempo, tus fuerzas y tu vida; sé servidor de la Misericordia. El diácono debe ser la viva y operante expresión de la caridad de la Iglesia: pan para el hambriento, luz para el ciego, consuelo para el triste y apoyo para el necesitado.

Para ser fiel a este triple servicio vive día a día enraizado en lo más profundo del misterio eclesial, de la comunión de los santos y de la vida sobrenatural; vive sumergido en la plegaria de modo que tu trabajo diario esté lleno de oración. Sé fiel a la celebración de la Liturgia de las Horas; es la oración incesante de la Iglesia por el mundo entero, que te está encomendada de modo directo. Esfuérzate en fijar tu mirada y tu corazón en Dios con la oración personal diaria. La oración te ayudará a superar el ruido exterior, las prisas de la jornada y los impulsos de tu propio yo, y así a purificar tu mirada y tu corazón: la mirada para ver el mundo con los ojos de Dios y el corazón para amar a los hermanos con el corazón de Cristo. Así encontrarás en la oración el humus necesario para vivir tu promesa de disponibilidad y obediencia a Dios, a tus Superiores y así a los hermanos.

El celibato que acoges libre, responsable y conscientemente, y que prometes observar durante toda la vida por el reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hermanos sea para ti símbolo y, al mismo tiempo, estímulo de tu servicio y fuente de fecundidad apostólica. No olvides que el celibato es un don de Cristo que tanto mejor vivimos, cuanto más centrada está nuestra vida en Él. Movido por un amor sincero a Jesucristo, tu consagración se renovará día a día. Por tu celibato te resultará más fácil consagrarte con corazón indiviso al servicio de Dios y de los hombres.

6. Queridos hermanos todos: Dentro de pocos momentos suplicaré al Señor para que derrame el Espíritu Santo sobre este hermano, con el fin de que le “fortalezca con los siete dones de su gracia y cumplan fielmente la obra del ministerio”. Unámonos todos en esta suplica. Que la Virgen María, Nuestra Señora de la Meced, sierva y esclava del Señor, interceda para que este hermano nuestros reciba una nueva efusión del Espíritu Santo. Y oremos a Dios, fuente y origen de todo don, que nos conceda semillas de nuevas vocaciones al ministerio ordenado, en la Orden de la Merced y en nuestra Iglesia diocesana. A Él se lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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La comunidad parroquial de San José Obrero celebra con alegría y júbilo la ordenación diaconal de Fray César de Nazareth

30 de octubre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas /por obsegorbecastellon

De manos de Mons. Casimiro López Llorente

Ayer tarde se celebró con gran alegría la solemne Eucaristía en la que, de manos del Obispo de la Diócesis, se ordenó diácono a Fray César de Nazaret, de la Orden religiosa de los Padres Mercedarios de Santa María de la Merced, con sede en la Parroquia de San José Obrero, en Castellón.

A la celebración se sumaron los fieles de la comunidad parroquial, así como algunos sacerdotes diocesanos, padres mercedarios y novicios de la Orden religiosa en una ceremonia que lo es de gran importancia por el significado que, en sí mismo, tiene el rito de la ordenación diaconal. De hecho, los diáconos se ordenan mediante la imposición de las manos heredada de los Apóstoles, en el caso de ayer tarde, de manos de nuestro Obispo, para desempeñar eficazmente su ministerio por la gracia sacramental.

La ordenación, para la que se ha preparó con oración la comunidad parroquial de San José Obrero, se celebró durante la celebración de la Misa, tras la liturgia de la Palabra y previa a la liturgia Eucarística, en la que ya pudo participar el ordenado cumpliendo así con una de sus funciones como diácono.

Así lo expuso D. Casimiro durante una homilía que se caracterizó por el cariño fraterno que, como pastor de la Iglesia diocesana, manifestó el Obispo hacia el joven mercedario. Unas palabras en las que recordó el Salmo que se había entonado minutos antes y que hicieron tener muy presente a los fieles que «nada nos separará del amor de Dios».

Por ello nuestro Obispo mostró un profundo agradecimiento a Dios por la familia del joven, «que supo acoger tu vocación para dar una respuesta afirmativa a la llamada del Señor». Un agradecimiento que se hizo extensivo «por la ayuda que en el camino de maduración de la vocación» le han prestado al joven «las comunidades mercedarias, así como los compañeros y los formadores que a lo largo de los años previos el Señor ha puesto en tu camino y que te han convertido en tierra buena donde la semilla ha dado sus frutos».

D. Casimiro no ocultó que la celebración era «motivo de alegría y esperanza para la Orden de la Merced y también para la Iglesia», pues sirve de consuelo «a pesar de la penuria vocacional que padecemos en este contexto que es adverso a la vocación cristiana, a la sacerdotal, a la vida consagrada, incluso al matrimonio y a la familia cristiana». Y es que con la ordenación de ayer «vemos cómo Dios sigue llamando y, pese a las circunstancias adversas, hay todavía tierra buena donde la semilla de la vocación es acogida, va madurando y dando sus frutos».

Así exhortó a los jóvenes, cuya presencia fue muy notoria en la celebración, «a acoger la vocación que les llama a vivir el amor que Dios nos tiene y a vivirlo a través del amor fraterno que se vive en comunidad, o través del amor conyugal que se vive en el matrimonio».

D.Casimiro expuso también durante la homilía, el importante significado del Rito de la Ordenación que a continuación se iba a celebrar resaltando cómo, a través de la imposición de las manos y de la unción consagratoria «el Señor derramará sobre ti el Espíritu Santo y participarás para siempre de los dones del Ministerio que los apóstoles recibieron del resucitado siendo, en la Iglesia y en el mundo, signo del Señor resucitado que vino al mundo no a ser servido, sino a servir».

En este sentido aseguró que el diaconado «imprime un carácter de servicio al Señor y a su Iglesia para que, con el ejemplo de tu vida, seas siervo de Él, hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe para que otros muchos al verte se acerquen al Señor y se adhieran a Él por la fe».

Durante la predicación D. Casimiro subrayó cómo, al ser ordenado diácono, el joven es «consagrado y enviado para ejercer el triple servicio de la palabra, la liturgia y la caridad», y así, fortalecido con el don del Espíritu Santo ayudar al Obispo y a los sacerdotes » en el anuncio de la Palabra, en el servicio del Altar, y en el ministerio de la caridad, mostrándote en todo momento servidor de todos y, en especial, de los más pobres y necesitados».

Como servidor de la Palabra, al recibir el Evangelio de Cristo «serás destinatario y mensajero de la misma para hacerla viva». Para ello D. Casimiro le exhortó a tener delicadeza espiritual y «la misma humildad que se nos recuerda en la Carta de Santiago, con valentía y dejando de lado la vanidad, la envidia, el egoísmo, la comodidad y el afán de poseer». Ser mensajero de la Palabra, «que no es nuestra palabra sino la suya», incidió el Obispo, «una palabra viva y eficaz, incisiva y capaz de dar paz a las conciencias, cortar la ambigüedad y sanar los corazones endurecidos», y, recordando al Papa Francisco, en ese servicio «no imponer la fe, sino proponerla».

Como servidor de la liturgia, a través de la celebración Eucarística, «te conviertes en colaborador y servidor del Señor llevando con honor y gozo a los fieles el alimento de Cristo». De esta forma, le ha exhortado a «tratar los santos misterios en íntima adoración, con recogimiento exterior y devoción de espíritu, consciente de la alta dignidad de tu tarea».

También se refirió al ministerio de la caridad, que se encuentra en el «origen de la institución de la diaconía y mana de la misma Eucaristía que es fuente de la vida y misión de la Iglesia y, por tanto, de comunión de los fieles con Cristo, y de comunión con los hermanos». Otro de los signos distintivos del diaconado, dijo D. Casimiro, «es atender a los pobres y necesitados, teniendo en cuenta las penas y sufrimientos de los hermanos siendo capaz de entregarse en bien del prójimo, porque el amor al prójimo no se debe solo proclamar, sino, ante todo, practicar con el ejemplo».

En este triple servicio, el Obispo recordó el pasaje evangélico de San Mateo (25, 35-39) que es en sí mismo referente del carisma de la obra mercedaria para que, en su condición de siervo lo haga «unido a Cristo, fiel a la liturgia de las horas, recogido en oración fijando la mirada en Dios». Para concluir, D. Casimiro, elevó oración de intercesión «a la Virgen María, Nuestra Señora de la Merced, para que siendo sierva y esclava del Señor, interceda para que recibas la efusión del espíritu Santo y la mantenga viva a lo largo de tu vida».

Fray César de Nazareth tuvo la primera llamada en unas convivencias vocacionales celebradas en 2011 en las que participó en el seminario mercedaria San Pedro de Nolasco, en Venezuela. El discernimiento de esa llamada lo hizo en acompañamiento de los padres mercedarios de San Juan. Ya en 2012, con 16 años ingresó en el seminario y como resaltó ayer nuestro Obispo, Dios fue cuidando de él a lo largo de estos años de maduración de la vocación a través de los estudios de filosofía, durante el noviciado y el estudiantado hasta que, en abril de 2022, profesó los votos en Castellón.

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La Hoja del 23 de mayo

22 de mayo de 2021/0 Comentarios/en Noticias, Delegación para los Laicos, La Hoja, Redemptoris Mater /por obsegorbecastellon

En La Hoja del 23 de mayo:

  • Pentecostés, «El soplo del Espíritu Santo que mantiene viva la Iglesia»
  • Carta del Obispo, D. Casimiro: «Caminar y discernir juntos para la misión»
  • «Toda vuestra vida será, desde hoy, servicio», dijo D. Casimiro a los tres seminaristas del Redemptoris Mater ordenados diáconos.
  • Entrevista a Mons. Antoni Vadell Ferrer: «La vocación laical es la vocación por excelencia del anuncio del Evangelio en medio del mundo».
  • El Papa de cerca: «El Espíritu Santo es la unidad que reúne a la diversidad».
Puedes leer La Hoja AQUÍDescarga

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El Obispo, D. Casimiro, ordena a tres nuevos diáconos: “Toda vuestra vida será desde hoy servicio”

16 de mayo de 2021/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Ordenaciones, Redemptoris Mater /por obsegorbecastellon

Esta mañana, la S.I. Catedral de Segorbe se ha vestido de fiesta para acoger la ordenación de tres nuevos diáconos para la Iglesia de Segorbe-Castellón. El Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha ordenado diáconos a David Vázquez, Wilson González, Jae Kang Albino Hong, del Seminario Diocesano, Internacional y Misionero “Redemptoris Mater”.

Al inicio de la homilía, el Obispo se ha unido a la alegría de los tres seminaristas y sus familias, y ha alabado a Dios “por vuestra vocación sacerdotal y por vuestra ordenación diaconal”, sobre todo “en estos tiempos de escasez vocacional”, por lo que nuestra Iglesia “se ve de nuevo agraciada y enriquecida en vuestras personas, Dios no nos abandona nunca”.

También ha expresado su agradecimiento al Señor por cuidar de ellos “durante todos estos años de formación en los que habéis sabido acoger, discernir y madurar su llamada”, les ha dicho, signo de “la acción amorosa y misericordiosa de Dios”, que les “ha ayudado a superar miedos y temores”.

“Habéis ido descubriendo, cada uno con su historia personal, con vuestras dudas, resistencias y huídas en algún caso, que Dios os había elegido desde siempre para ser sacerdotes; no por vuestros méritos ciertamente, sino por pura gracia”, ha dicho dirigiéndose a ellos.

A raíz de la primera lectura proclamada (Jr. 1,4-9), les ha alertado de que “puede que os embargue también el miedo, miedo ante vosotros mismos por vuestras limitaciones y debilidades, miedo ante la misión en un mundo secularizado y la debilidad de nuestra Iglesia en muchos de sus miembros y comunidades, miedo ante un ambiente cada vez más indiferente ante Dios y hostil frente a su Iglesia”, y ante ello les ha recordado las palabras del Señor a Jeremías: “No les tengas miedo, que yo estaré contigo para librarte”.

Pues “Dios, que os concede el don del ministerio diaconal, os dará también la fuerza para poder vivirlo”, aunque para ello “es necesario acoger y vivir hoy y siempre la vocación y el ministerio con el temor de Dios, para que os sintáis siempre pequeños y pobres ante Dios, para que seáis conscientes hoy y siempre de vuestra flaqueza y debilidad ante la grandeza de Dios y de la misión”.

Mediante la imposición de las manos del Obispo “el Señor va a enviar sobre vosotros su Espíritu Santo y os va a consagrar diáconos”, les ha explicado. Este sacramento “es una gracia que no sólo os capacita para una misión, sino que toca vuestro propio ser, haciendo de vosotros un hombre nuevo”. “Toda vuestra vida será desde hoy servicio”, y “lo que sois, lo que pensáis, lo que sentís, lo que tenéis, incluso lo que esperáis llegar a ser, ya no es vuestro, es del Señor, y en Él, de los hermanos”, ha proseguido nuestro Obispo, invitándoles a seguir el ejemplo de Cristo.

Como servidores de la caridad, “los pobres no os pueden ser ajenos, forman parte de la esencia de vuestra vocación y ministerio diaconal”, pues “ciertamente hoy la pobreza se manifiesta en rostros muy diversos, y vuestra misión es descubrir esos rostros y servirlos como lo hace el mismo Señor, servirlos como serviríais a Cristo, con entrega y delicadeza, con tiempo y con paciencia, con acogida y compasión”.

También serán servidores de la Palabra de Dios, “que habréis de proclamar de un modo creíble”, “pasando por vuestros ojos al leerla, por vuestros oídos al escucharla, por vuestra inteligencia al estudiarla, por vuestro corazón al contemplarla, y por toda vuestra persona al asimilarla y hacerla vida”.

Como servidores en la Eucaristía, “a partir de ahora acompañaréis al Obispo y a los presbíteros en la celebración eucarística”, que es “expresión del amor entregado y servidor de Jesucristo”. “Adorad a Cristo en el servicio eucarístico que vais a ejercer, y recordad que sólo se adora en el amor”, les ha recordado.

“Dentro de un instante vais a prometer obediencia a vuestro Obispo”, les decía, y “ser obediente no está en las palabras, se lleva en el corazón, pues se es obediente en el abandono a la voluntad de Dios, en la aceptación de sus planes que no coinciden con los nuestros, en la renuncia a mis preferencias para afirmar con mi vida y mi actitud la primacía de Dios”.

En relación a la promesa de celibato, ésta “será para vosotros símbolo, y al mismo tiempo estímulo de vuestra caridad pastoral y fuente peculiar de fecundidad apostólica en el mundo”, y gracias a ella “os resultará más fácil consagraros, sin dividir el corazón, al servicio de Dios y de los hombres, y con mayor facilidad seréis ministros de la obra de la regeneración sobrenatural”.

Por último, D. Casimiro les ha animado a perseverar en la oración, pues “vuestra oración diaria, unidos a toda la Iglesia, aunque la hicierais solos, es expresión de intimidad con el Señor y de amor a vuestro pueblo”. “Rezad cada día con pausa y devoción la oración de la Iglesia, que tiene como centro la Eucaristía, y que consagra a Dios nuestro esfuerzo cotidiano ofreciéndole nuestro tiempo, y en él nuestra vida”.

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Homilía en la ordenación de tres diáconos

16 de mayo de 2021/0 Comentarios/en Noticias, Homilías, Homilias 2021, Ordenaciones, Redemptoris Mater /por obsegorbecastellon

(David Vázquez Parente, Wilson González Lluberes, Jae Kang Albino Hong)

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S.I Catedral-Basílica de Segorbe, 15 de mayo de 2021

(Jr 1,4-9; Sal 83; Hechos ó, 1-7b; Mt 20,25b-28)

Amados todos en el Señor

Alabanza y acción de gracias

1. “Dichosos los que viven en tu casa, Señor, alabándote siempre” (Sal 83). En esta mañana nos unimos a vuestra alegría, queridos Albino, David y Wilson; y con vosotros alabamos al Señor por su gran amor hacia vosotros, y, en vuestras personas, hacia vuestras familias y hacia toda nuestra Iglesia. El Salmista nos invita a la alabanza y a la acción de gracias a Dios: hoy lo hacemos por vuestra vocación sacerdotal y por vuestra ordenación diaconal: son gracias de Dios para vosotros, pero ante todo para su Iglesia. En estos tiempos de escasez vocacional, nos vemos de nuevo agraciados y enriquecidos en vuestras personas; Dios no nos abandona nunca.

Gracias sean dadas a Dios, que os llamado al sacerdocio, que ha cuidado de vosotros a lo largo de estos años de formación en los que habéis sabido acoger, discernir y madurar su llamada. En todo este proceso vuestro no hay aparentemente nada de extraordinario, salvo la acción amorosa y misericordiosa de Dios. Gracias le sean dadas por vuestro corazón disponible y generoso a su llamada; gracias por vuestra fe confiada en el Señor, que os ha ayudado a superar miedos y temores.

Quiero también expresar mi profunda gratitud y felicitación a vuestros padres y familiares, a cuantos han cuidado de vuestra formación: a vuestros catequistas, formadores y a todos los que os han ayudado a madurar la llamada del Señor; y mi agradecimiento también a cuantos, en momentos de crisis, os han animado a corresponder a la llamada con alegría, confianza y generosidad. Estoy seguro de que seguirán cerca de vosotros y así podáis cumplir la misión que el Señor os confía hoy.

La vocación: elección, don y fuerza de Dios

2. En la primera lectura hemos proclamado la llamada del profeta Jeremías: “Antes de formarte en el vientre, te escogí; ante de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles” (Jer 1, 4-5). Jeremías es elegido y llamado por pura gracia de Dios. El Señor le llama no por mérito propio, sino por puro don y gracia. Jeremías, por su parte, se siente indigno ante la grandeza de la elección e incapaz para la difícil misión que Dios le encomienda; tiene miedo ante la misión. Es la elección de Dios, es su llamada y es su fuerza las que hacen de Jeremías profeta del Señor.

Vosotros también, queridos Albino, David y Wilson, habéis ido descubriendo poco a poco –cada uno con su historia personal, con vuestras dudas, resistencias y huídas en algún caso – que Dios os había elegido desde siempre para ser sacerdotes; no por vuestros méritos ciertamente, sino por pura gracia. Vosotros también habéis escuchado la llamada certera del Señor a su seguimiento. El también os dice hoy: “Antes de formarte en el vientre, te escogí”; y, como a los apóstoles, os dice: «No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido» (Jn 15. 17).

Como en el caso de Jeremías puede que os embargue también el miedo: miedo ante vosotros mismos por vuestras limitaciones y debilidades, miedo ante la misión en un mundo secularizado y la debilidad de nuestra iglesia en muchos de sus miembros y comunidades; miedo ante un ambiente cada vez más indiferente ante Dios y hostil frente a su Iglesia. En estas circunstancias resuenan hoy de nuevo las palabras del Señor a Jeremías: “No les tengas miedo, que yo estaré contigo para librarte” (Jer 1, 30). La iniciativa y la fuerza de Dios rompen siempre los débiles razonamientos humanos.

¡No les tengas miedo! os dice el Señor hoy a vosotros. Dios, que os concede el don del ministerio diaconal, os dará también la fuerza para poder vivirlo. Es necesario, sin embargo, acoger y vivir hoy y siempre la vocación y el ministerio con el temor de Dios, para que os sintáis siempre pequeños y pobres ante Dios, para que seáis conscientes hoy y siempre de vuestra flaqueza y debilidad ante la grandeza de Dios y de la misión. Jeremías se ve indigno e incapaz; es la fuerza de Dios lo que le hace superar sus miedos y la que mueve su ministerio.

Consagrados por la imposición de la manos

3. Queridos Wilson, David y Albino: Como lo hicieron los apóstoles con los primeros diáconos, mediante la imposición de mis manos y la oración consagratoria, el Señor va a enviar sobre vosotros su Espíritu Santo y os va a consagrar diáconos. El sacramento, que vais a recibir, es una gracia que no sólo os capacita para una misión, sino que toca vuestro propio ser, haciendo de vosotros un hombre nuevo; es la gracia que os transforma en diáconos, en servidores. Toda vuestra vida será desde hoy servicio. Lo que sois, lo que pensáis, lo que sentís, lo que tenéis, incluso lo que esperáis llegar a ser, ya no es vuestro, es del Señor, y en Él, de los hermanos.

El servicio es entender y vivir la vida como la entendió y la vivió Cristo, nuestro Señor. El modelo de vuestro servicio ha de ser siempre el modelo del Evangelio. Cristo Siervo ha de inspirar cada momento de vuestra vida, cada rincón de vuestra existencia, nada en nosotros escapa del don que hoy recibís en el diaconado. Con el Siervo Jesús lo podréis todo, sin Él no podréis nada.

A partir de vuestra ordenación diaconal, seréis, pues, en la Iglesia y en el mundo signo e instrumento de Cristo, que no vino “para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20,28). Hoy quedaréis configurados con Cristo Siervo para siempre. Habréis, pues, de vivir y mostrar en todo momento con vuestra palabra y con vuestra vida esta vuestra condición de signo de Cristo Siervo, obediente hasta la muerte y muerte de Cruz, para la salvación de todos.

Para el servicio de la caridad, la Palabra y la Eucaristía 

4. Los primeros diáconos, según nos cuenta el libro de los Hechos de los apóstoles, fueron instituidos para el servicio de las mesas, es decir, para el servicio de la caridad, de los pobres. Los pobres, queridos hermanos, no os pueden ser ajenos, forman parte de la esencia de vuestra vocación y ministerio diaconal. Ciertamente hoy la pobreza se manifiesta en rostros muy diversos; vuestra misión es descubrir esos rostros y servirlos como lo hace el mismo Señor, servirlos como serviríais a Cristo, con entrega y delicadeza, con tiempo y con paciencia, con acogida y compasión.

Recuerdo unas hermosas palabras del Papa Benedicto XVI en la Catedral de la Almudena, dirigida a los seminaristas: “Pedidle, pues, a Él que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con vuestra ayuda, se conviertan y vuelva al buen camino. Pedidle que os enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad. Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana, y, por consiguiente, sus defensores incondicionales”.

La primera obra de caridad será mostrar el camino de la fe. Como dijo San Juan Pablo II: “el anuncio de Jesucristo es el primer acto de caridad hacia el hombre, más allá de cualquier gesto de generosa solidaridad” (Mensaje para las migraciones, 2001). Por eso, el ministerio que se os va a encomendar os convierte también en servidores de la Palabra de Dios, que habréis de proclamar de un modo creíble. Cuando os entregue el Evangelio os diré: “convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva enséñalo y cumple aquello que has enseñado”. Dejaréis que la Palabra pase por vuestros ojos, al leerla; por vuestros oídos, al escucharla; por vuestra inteligencia, al estudiarla; por vuestro corazón, al contemplarla; y por toda vuestra persona, al asimilarla y hacerla vida.

Junto al servicio de la caridad y de la Palabra, se os encomienda la diaconía de la Eucaristía, el servicio del altar. A partir de ahora, acompañaréis al Obispo y a los presbíteros en la celebración eucarística. Colaborando con el Obispo y el sacerdote, sois servidores del “misterio de la fe”, que es misterio de amor y de servicio. La Eucaristía es expresión del amor entregado y servidor de Jesucristo, por eso el servicio cristiano encuentra su fuente en el sacrificio eucarístico. Adorad a Cristo en el servicio eucarístico, que vais a ejercer, y recordad que sólo se adora en el amor.

Con plena disponibilidad

5. “No digas ‘soy un muchacho’, que a donde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás” (Jer 1,7), dice Dios a Jeremías. Conscientes de vuestra debilidad como Jeremías, habéis hecho vuestras las palabras de Jesús Siervo: “Aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad”. Es la muestra de vuestra plena disponibilidad, que nos habla de obediencia. Dentro de un instante vais a prometer obediencia a vuestro Obispo. Bien sabéis que no es este un rito sin más, ni un acto de cesión de vuestra libertad; todo lo contrario: es el mayor acto de libertad que quiere quedar rendida a la voluntad de Dios expresada en la comunión de la Iglesia, en el ministerio apostólico del Obispo. Ser obediente no está en las palabras, se lleva en el corazón. Se es obediente en el abandono a la voluntad de Dios, en la aceptación de sus planes que no coinciden con los nuestros, en la renuncia a mis preferencias para afirmar con mi vida y mi actitud la primacía de Dios. El acto de obediencia es unirme a Cristo en la obra de la salvación de los hombres.

Expresión también de esta disponibilidad es el celibato que hoy asumís. El celibato “será para vosotros símbolo, y al mismo tiempo, estímulo de vuestra caridad pastoral y fuente peculiar de fecundidad apostólica en el mundo. Movidos por un amor sincero a Jesucristo, el Señor, y viviendo este estado con una total entrega, vuestra consagración a Cristo se renueva de modo más excelente. Por vuestro celibato, en efecto, os resultará más fácil consagraros, sin dividir el corazón, al servicio de Dios y de los hombres, y con mayor facilidad seréis ministros de la obra de la regeneración sobrenatural” (Ritual de la ordenación de los diáconos).

Vuestra vocación al ministerio sagrado es un misterio, una gracia grande dada a nuestra pequeñez, ¿cómo poder responder entonces a esta llamada?, ¿cómo realizar la misión a la que se nos envía? La respuesta, mis queridos hermanos, está en el Evangelio la unión con Cristo, como los sarmientos a la vid. Unidos a Él lo podemos todo, sin Él no podemos nada. Los frutos del ministerio no son el resultado de nuestras cualidades personales, ni del esfuerzo humano, son el don de la presencia del Señor por la fuerza del Espíritu Santo en nuestra vida.

La Iglesia pone también hoy en vuestras manos, queridos hijos, un medio precioso para la unión con el Señor: la Liturgia de las Horas. Vuestra oración diaria, unidos a toda la Iglesia, aunque la hicierais solos, es expresión de intimidad con el Señor y de amor a vuestro pueblo. Rezad cada día con pausa y devoción la oración de la Iglesia, que tiene como centro la Eucaristía, y que consagra a Dios nuestro esfuerzo cotidiano ofreciéndole nuestro tiempo, y en él nuestra vida. Aunque en muchas ocasiones el cansancio os tiente a dejar la oración, no cedáis, dedicad vuestro mejor tiempo al encuentro con el Señor que será también la mejor garantía de fecundidad apostólica, pues sin Él no podemos hacer nada.

 Y mirad siempre a María, la esclava  del Señor, que acompaña nuestro ministerio con el consuelo y la alegría de los que siguen a Cristo. Que ella os acompañe en el camino de servicio que hoy emprendéis. Que ella ruegue siempre por la Iglesia y por cada uno de nosotros. Amén

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Ordenación diaconal: una llamada a servir a Jesucristo y a la Iglesia de tres jóvenes seminaristas del Redemptoris Mater

14 de mayo de 2021/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Entrevistas, Redemptoris Mater /por obsegorbecastellon

Mañana sábado, día 15 de mayo, la Diócesis de Segorbe-Castellón va a vivir uno de esos acontecimientos que nos llenan de esperanza. El Obispo, D. Casimiro López Llorente, administrará el sagrado Orden del Diaconado (transitorio) a tres seminaristas del Seminario “Redemptoris Mater”. Será a las 11 h. en la S.I. Catedral, en Segorbe.

Se trata de David Vázquez, tiene 27 años y es natural de Morón de la Frontera (Sevilla); de Wilson González, tiene 31 años y es de Santo Domingo (República Dominicana); y de Jae Kong Albino Hong, tiene 37 años y es de Corea del Sur.

Ante vuestra inminente ordenación diaconal, ¿de qué o de quién os acordáis?

Wilson- Yo me acuerdo de mis padres. Gracias al “sí” que ellos le dieron al Señor, luego me transmitieron y me educaron en la fe, me corrigieron con amor. Recuerdo que Dios me sacó de un infierno, de una situación en la que no encontraba sentido a mi vida, y Él me ha regalado el poder ser feliz, me ha sacado de mi país para encontrarse conmigo aquí, en el seminario.   

David- Me acuerdo de toda mi historia, del proceso que ha tenido el Señor conmigo, de todo lo que me ha ayudado, sanando la relación con mi familia, de lo contento que vivo ahora y de cómo puedo descansar en Él. También de mi familia, de mi comunidad de Morón y de la de Castellón. De todas las personas que Dios ha puesto en mi vida para que yo hoy pueda estar aquí, de los formadores, de los compañeros, de los bienhechores del Seminario.

Albino- Yo también me acuerdo de mi familia, sobre todo de mi abuela y de mi madre, que siempre han rezado por mi, me han hablado de Dios y me han transmitido la fe. También de los hermanos de mi comunidad.

El diaconado es un paso previo al sacerdocio, pero en sí mismo también tiene una identidad propia que me gustaría que explicaseis. ¿Quién es el diácono?.

Wilson- Es el servicio. Nos ordenamos, no para ser alguien, sino para servir a la Iglesia, al Obispo y a las comunidades. Me ordeno, no para ser servido sino para servir.

David- Para estar al servicio del Obispo, donde él nos pida, y a los sacerdotes. En la predicación de la Palabra de Dios, en la distribución de la comunión y en las obras de la caridad.

Albino- Si, y además es una confirmación de la llamada de Dios al sacerdocio.

¿Recordáis el día, el momento, en el que en vuestro corazón le dijisteis que “si” al Señor para hacer su voluntad?

David- Nunca me había planteado ser sacerdote, era algo que siempre había rechazado. Yo estudiaba en un colegio de monjas, y en una confesión, en Cuaresma, el cura me preguntó sobre la vocación. Más tarde me vino una pregunta “¿y por qué no?”. En ese momento me entró una inquietud muy fuerte, y empecé a planteármelo, fue un combate de dos años, no lo hablaba con nadie, pero cuando dije que si pude descansar y estaba contento.

Wilson- Para mí fue un momento concreto en el que pude abrirle el corazón a Jesucristo y dejar que entrara. Descansé y vi que Dios me estaba llamando a algo más, a servirle haciendo su voluntad, primero como cristiano, y luego como sacerdote.

Albino- Yo he tenido tres momentos. El primero fue cuando tenía 5 años, cuando fui a Misa con mis padres y vi al sacerdote, en ese momento pensé “quiero ser sacerdote como este hombre”.

En el segundo tenía 17 años, tenía dudas importantes sobre la vida, sobre la vocación y sobre Dios. Un sacerdote me dijo “Dios siempre está contigo”, y entendí que Dios me había creado y me había llamado, pero mi madre murió y sufrí mucho. Le preguntaba al Señor “¿qué quieres de mí?”, y un día fui a un funeral, el cura en la homilía habló sobre el amor de Dios. Ese acontecimiento curó todas mis heridas, y entendí que en realidad, desde los 5 años quería ser sacerdote para hacer mi voluntad, no la de Dios. Entonces acepté la llamada para hacer su voluntad y no la mía.

El tercero es cuando llegué aquí, a España, al seminario. También sufrí porque no era mi cultura, mi idioma… y pensaba que este no era mi sitio, pero sentí que el Dios me decía “sígueme”, como a los discípulos, que lo dejaron todo y le siguieron.     

En este Año de San José, y con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa dice…

Los sueños condujeron a José a aventuras que nunca habría imaginado. El primero desestabilizó su noviazgo, pero lo convirtió en padre del Mesías; el segundo lo hizo huir a Egipto, pero salvó la vida de su familia; el tercero anunciaba el regreso a su patria y el cuarto le hizo cambiar nuevamente sus planes llevándolo a Nazaret, el mismo lugar donde Jesús iba a comenzar la proclamación del Reino de Dios. En todas estas vicisitudes, la valentía de seguir la voluntad de Dios resultó victoriosa.

¿Es posible abandonarse a la voluntad de Dios sin dejar de lado los propios planes y comodidades?, ¿ha salido victorioso el Señor en vuestra vocación?

Wilson- A pesar de que lo había dejado todo por Él, cuando llegué aquí no entendía nada y me sentía raro, pero poco a poco, con el paso del tiempo, el Señor me iba consolando, y me ha saciado, me ha regalado amor por esta tierra, por los españoles, el sentirme querido por mi comunidad y por mis compañeros.

David- Si que hay que arriesgar por el Señor, sobre todo en el proyecto que uno tiene, pero Él siempre sale victorioso, y te das cuenta de que tu proyecto no era el que te iba a hacer feliz, su proyecto es mucho mejor. Dejas tu familia, arriesgas, y Dios te regala padres, madres, hermanos… Dejas tu casa, pero el Señor me da un montón de casas en las que me acogen y me quieren. Así en muchas otras cosas.

Albino- Él siempre me ha escuchado, pero a su tiempo y a su manera, ha sido un proceso, poco a poco. La llamada cuando tenía 5 años me ha protegido de muchas cosas y de muchos pecados. Estoy muy contento.

Nos lee un joven, con sus dudas y temores, con sus planteamientos de futuro, que está pensando si quizás su vida pasa por el sacerdocio, ¿Qué le diríais?

Wilson- Primero le contaría mi historia, y le diría que estar con Jesucristo es con mucho lo mejor, y también le animaría a escuchar la voz de Dios, sin miedo a abrirse a su voluntad.

David- Que no tenga miedo, yo he tenido muchos miedos y complejos, pero el Señor siempre va saliendo a tu encuentro en cada situación o problema, y te quita este miedo, es mucho más fuerte que todo eso.

Albino- Yo también le animaría a la oración, Dios siempre escucha. Esta vida es un don.

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La Hoja del 9 de mayo

8 de mayo de 2021/0 Comentarios/en Noticias, La Hoja /por obsegorbecastellon

En La Hoja del 9 de mayo:

  • Pascua del Enfermo: «La relación de confianza, fundamento del cuidado del enfermo».
  • Carta del Obispo, D. Casimiro: «En la Pascua del Enfermo».
  • Ordenación diaconal: una llamada a servir a Jesucristo y a la Iglesia de tres jóvenes seminaristas del Redemptoris Mater.
  • Entrevista: Manuel Martínez-Sellés, Presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
  • El Papa de cerca: «Llamados por Dios a promover la cultura del encuentro».
Puedes leer La Hoja AQUÍDescarga

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Ocho nuevos Diáconos Permanentes para la Iglesia de Segorbe – Castellón

1 de febrero de 2020/0 Comentarios/en Comisión Diaconado Permanente, Noticias, Noticias destacadas, Ordenaciones /por obsegorbecastellon

A mediodía, la S. I. Concatedral  de Santa María de Castellón se ha vestido de fiesta para acoger la ordenación de ocho laicos como diáconos permanentes. Sus esposas e hijos, sus familiares y amigos, junto a fieles del resto de la Diócesis y numerosos sacerdotes, han llenado la concatedral para asistir a la ceremonia.

Se trata de Daniel, Carlos, Julio, Alejandro, Guillem, Vicente, Manuel y Francisco, que pertenecen a las parroquias de Santo Tomás de Villanueva de Castellón, Santo Tomas de Villanueva de Benicàssim, Ntra. Señora del Carmen de Burriana, Santa Sofía de Vila-real, La Asunción de Benassal y San Bartolomé de Torreblanca.

Al inicio de su homilía, el Obispo se dirigía a los ordenados asegurando que su ordenación y vocación al diaconado permanente «es una muestra más de la misericordia divina para con cada uno de vosotros, para vuestras familias y comunidades, y sobre todo para nuestra Iglesia diocesana de Segorbe – Castellón», y recordaba que «casi 30 años después, nuestra diócesis acoge de nuevo la ordenación de diáconos permanentes».

Casimiro López Llorente ha manifestado su gran alegría por la ordenación, «vuestra vocación y ordenación son dones de Dios que enriquecen al pueblo santo de Dios que peregrina en esta tierra, y nos recuerda a la vez que nuestra iglesia es servidora de Cristo y de los hombres, por eso hoy está de fiesta», señaló.

Les ha animado a no tener miedo, «¡no tengáis miedo!, os dice el Señor hoy a vosotros, pues Dios os concede el don del diaconado, os concede la fuerza para vivirlo con pasión y alegría, con fidelidad, entrega y perseverancia», pero también les ha advertido de que «es bueno que lo acojáis y lo viváis siempre con el temor de Dios para que no dejéis nunca de sentiros pobres y necesitados de Dios, ante la grandeza del ministerio que hoy os es concedido».

«El Señor va a enviar sobre vosotros su Espíritu Santo y os va a consagrar diáconos para siempre, y seréis a partir de ahora en la Iglesia y en el mundo, signo e instrumento de Cristo siervo, que vino, no para ser servido sino para servir», ha continuado. Así, también les ha pedido que «no os sintáis nunca señores sino servidores, no caigáis en la tentación de la vanidad, o de buscar la grandeza mundana de ser el primero o el mayor de todos».

RITO DE ORDENACIÓN DE LOS NUEVOS DIACONOS
Tras la homilía ha comenzado el rito de ordenación, en el que el Obispo ha ido llamando a los ocho aspirantes al diaconado permanente para preguntarles sobre sus disposiciones delante de todos los presentes.

Después de jurar respeto y obediencia, se han postrado en el suelo en señal de humildad durante la oración de los fieles, y en un gesto heredado de los apóstoles, el Obispo ha impuesto las manos sobre la cabeza de los candidatos, confiriéndoles así, autoridad y capacidad para ejercer la función de diácono, y les ha entregado el Evangelio como signo de enseñar y proclamar la Buena Noticia.

Una vez revestidos con la dalmática y la estola cruzada, los diáconos fueron recibidos por el Obispo con el signo y el abrazo de la paz.

COMISIÓN PARA EL DIACONADO PERMANENTE

Al finalizar, Casimiro López Llorente ha anunciado la creación de una “Comisión Diocesana para el Diaconado Permanente”, «para que sigáis siendo acompañados en vuestra formación, en vuestra tarea, en vuestro espíritu, unidos a vuestras esposas, para que sigáis recibiendo el apoyo personal y colegial».

 

 

 

 

 

 

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Ordenación diaconal de César Igual, Ion Solozábal y Jesús Chávez

7 de diciembre de 2019/0 Comentarios/en Homilías 2019, Noticias, Noticias destacadas /por obsegorbecastellon

HOMILÍA EN LA ORDENACIÓN DE DIÁCONOS DE CÉSAR IGUAL, ION SOLOZÁBAL Y JESÚS CHÁVEZ
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S.I. Concatedral de Sta. María de Castellón, 7 de diciembre de 2019

(Jer 1,4-9; Sal 88; Hech 10,341.37-43; Jn 12,24-26)

Amados todos en el Señor!

Alabanza y acción de gracias

1. “Cantaré eternamente, tus misericordias, Señor” (Sal 88). Estas palabras del Salmista nos invitan una vez más a la alabanza y a la acción de gracias a Dios: esta mañana lo hacemos por vuestra vocación sacerdotal y por vuestra ordenación diaconal, queridos César, Ion y Jesús. Son dones del amor gratuito de Dios ante todo para nuestra Iglesia diocesana, a cuyo servicio seréis ordenados y que se ve una vez más agraciada en vuestras personas. Nos unimos a vuestra alegría, y juntos cantamos al Señor por su gran amor para con vosotros, para vuestras familias y para nuestra Iglesia diocesana.

Alabamos y damos gracias a Dios, que os escogió desde el seno materno (cf. Jer 1, 4), que os llamó al sacerdocio, y que os ha cuidado y enriquecido con sus dones a lo largo de estos años de seminario en que habéis sabido acoger, discernir y madurar su llamada. Cada uno tenéis vuestra personal historia vocacional; Dios tiene sus tiempos y sus caminos. En todo este proceso vocacional quizá no encontréis nada especialmente extraordinario, salvo la acción misericordiosa de Dios, que han conducido vuestros pasos hasta aquí. Gracias le sean dadas por vuestro corazón disponible, generoso y agradecido a su vocación; gracias por vuestra fe confiada en el Señor, que os ha ayudado a superar miedos, temores y pruebas; gracias damos a Dios por vuestras familias, que, lejos de obstaculizar vuestra vocación, la han apoyado; gracias le damos por cuantos os han ayudado en el camino del discernimiento y maduración de vuestra vocación: vuestras comunidades y catequistas, vuestros amigos y compañeros, y, sobre todo, vuestros rectores y formadores de ambos Seminarios y todos aquellos –sacerdotes y laicos- que el Señor ha puesto en vuestro camino vocacional.

Llamados y consagrados para ser siervos

2. Mediante la imposición de mis manos y la oración consagratoria, el Señor va a derramar sobre vosotros su Espíritu Santo y quedaréis consagrados diáconos. Participaréis así de los dones y del ministerio que los Apóstoles recibieron del Resucitado y seréis en la Iglesia y en el mundo signo e instrumento de Cristo, que no vino “para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28). El Señor imprimirá en vosotros un sello imborrable, que os configurará para siempre con Cristo Siervo: seréis para siempre signo de Cristo Siervo, obediente hasta la muerte y muerte de Cruz para la salvación de todos. ¡Sedlo con vuestra palabra y, sobre todo, con vuestra vida! ¡Mantened siempre viva esta vuestra condición de “siervos”, de servidores de Cristo, de su pueblo y de su misión; también cuando seáis presbíteros! Ello os librará de la tentación de consideraros dueños del pueblo de Dios, de buscar los primeros puestos y de la tentación de la mundanidad, siempre al acecho.

“El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor” (Jn 12, 26), os dice Jesús hoy a cada uno de vosotros, queridos hijos. Como diáconos os ponéis al servicio incondicional del Señor Jesús; estáis llamados a servir a Cristo y, como Él, a su Iglesia y a los hermanos: es decir, sin poner condiciones de tiempo, de lugar o de tarea, estando siempre disponibles para Dios y para los hermanos en total obediencia a la Iglesia y al Obispo diocesano. ¡Es fácil prometer obediencia; más difícil es vivirla! Como Cristo estáis llamados a poner toda vuestra persona y vida –capacidades, energías, tiempo y deseos- al servicio de Cristo, de su Evangelio y de la vida y misión de la Iglesia para la salvación del mundo. Morir a sí mismos para dar mucho fruto como el grano de trigo ha de morir en la tierra para desplegar toda su fecundidad: este es el camino indicado por Cristo y que se simboliza plásticamente en el rito de la postración.

Al postraros con todo vuestro cuerpo, manifestáis vuestra completa disponibilidad para el servicio que se os confía. En ese yacer por tierra en forma de cruz antes de la ordenación mostráis que acogéis en vuestra propia vida la Cruz de Cristo, que es la entrega total de sí mismo por amor. Como nos recuerda el mismo Señor en el Evangelio: No se genera nueva vida sin entregar la propia. Amar como Cristo es darse sin escatimar nada, hasta desaparecer uno mismo. Solamente el don total de sí libera la capacidad del hombre para amar de verdad, mientras que el apego a sí mismo lleva a la autodestrucción. Se trata de una verdad que se rechaza o menosprecia en el mundo de hoy, cuando se hace del amor a sí mismo el criterio último de la existencia. Pero para el discípulo de Cristo, la búsqueda de su interés personal y de su bienestar no es el camino de la fidelidad al Evangelio. Por el contrario, sabe que entregar la propia vida por amor a Cristo y a los hermanos es el camino de la santidad, de la perfección en el amor, para la vida definitiva y eterna. Ser discípulo de Cristo significa vivir como Él, aun en medio de la hostilidad y de la incomprensión; quien así vive se encuentra, como Jesús, en la esfera del Espíritu, en el hogar del Padre. Quien así vive pasará por este mundo haciendo el bien, como Jesús (cf. Hech 10, 38).

La gracia divina, que recibiréis con el sacramento, os hará posible esta entrega total y la dedicación plena a los otros por amor de Cristo; y además os ayudará a buscarla con todas vuestras fuerzas. Este será el mejor modo de prepararos para recibir un día la ordenación sacerdotal: servir, en efecto, es un ejercicio fecundo de caridad. Hoy, todos nosotros pediremos al Señor la gracia que os ayude a transformaros en fiel espejo de su caridad, hecha servicio.

En la triple diaconía de la Palabra, de la Eucaristía y de la Caridad

3. Al ser ordenados diáconos seréis “ungidos por la fuerza del Espíritu Santo” (Hech 10, 38), capacitados y enviados para ejercitar un triple servicio, una triple diaconía: la de la Palabra, la de la Eucaristía y la de la caridad, en especial hacia los más pobres y necesitados, para los que habéis de tener una especial predilección.

Entre otras, es tarea del diácono proclamar el Evangelio como también la de ayudar a los presbíteros en la explicación de la Palabra de Dios. Más tarde os entregaré el Evangelio con estas palabras: “Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero: convierte en fe viva lo que lees y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado”. Como Felipe (cf. Hech 8, 26-40) os habéis de poner en camino, dóciles a la moción del Espíritu, para anunciar el Evangelio de Jesús a todo el que expresa o implícitamente os lo pida, para guiarlos en su comprensión y acompañarles hasta el encuentro personal Jesús y su salvación. Para poder proclamar y anunciar el Evangelio de Cristo, su mensajero ha de leer y escuchar, escrutar y acoger, contemplar y asimilar previamente la Palabra de Dios, hasta dejarse él mismo configurar y conducir por la Palabra de Dios. No olvidéis que no sois dueños, sino servidores del Evangelio de Cristo. Habréis de anunciarlo íntegramente tal como nos es transmitido en la comunión de fe de la Iglesia; no os dejéis llevar por vuestras interpretaciones personales o por el deseo de halagar los oídos de quienes la escuchan. El Evangelio pide ser enseñado sin reducciones, sin miedos y sin complejos, también ante la cultura dominante. Una de las tareas más urgentes de nuestra Iglesia y el mejor servicio que puede prestar hoy es la diaconía a la Verdad de la Palabra de Dios, y en ella a la verdad del hombre, del matrimonio, de la familia y de la vida, de la sociedad y de la historia. Sed con vuestra palabra y con vuestra vida heraldos del Evangelio, profetas de un mundo nuevo, portadores de un mensaje que sigue arrojando la luz sobre los problemas de hoy.

Como servidores de la Eucaristía seréis los primeros colaboradores del Obispo y del sacerdote en la celebración de la Eucaristía; consideradlo siempre como un servicio; vivid con humildad, con profundo gozo y con sentido de adoración vuestra condición de servidores del ‘misterio de la fe’ y del ‘sacramento del amor’ para alimento de los fieles. Podréis también administrar solemnemente el bautismo, reservar y repartir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el Viático a los moribundos, administrar los sacramentales y presidir el rito de los funerales y de la sepultura.

A vosotros se os confía, de modo particular, el ministerio de la caridad. La comunión con Cristo en la Eucaristía, fuente permanente del amor de Dios, os ha de llevar a dejaros llenar de la Caridad, que es Dios, para vivir la caridad con todos. La atención a los hermanos en sus necesidades, penas y sufrimientos serán vuestros signos distintivos como diáconos del Señor. Sed compasivos, caritativos, solidarios, acogedores y benignos con todos ellos.

Exhortación final

4. Por la ordenación de diáconos, queridos hijos, ya no os pertenecéis a vosotros mismos. Como servidores de Jesucristo, que se mostró servidor de sus discípulos, servid con amor y alegría tanto a Dios como a los hombres.

Para ser fieles al don que hoy recibís habréis de vivir enraizados en la vida de gracia, alimentada por la recepción de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación. Sed fieles al rezo diario y completo de la Liturgia de las Horas, a lo que hoy os comprometéis; es la oración incesante de la Iglesia por el mundo entero, que a partir de hoy os está encomendada de modo directo. Esforzaos por fijar vuestra mirada y vuestro corazón en Cristo con la oración personal diaria, que os llevará a ver el mundo con los ojos de Dios y a amar a los hermanos y a la Iglesia con el corazón de Cristo.

El don del celibato que hoy acogéis y que libre, responsable y conscientemente prometéis observar durante toda la vida por causa del reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hermanos será para vosotros símbolo y, al mismo tiempo, estímulo de amor servicial y fuente de fecundidad apostólica. Movidos por un amor sincero a Jesucristo y su Iglesia y viviendo este estado con total entrega, os resultará más fácil consagraros con corazón indiviso al servicio de Dios y de los hombres.

Queridos todos: Dentro de unos momentos suplicaré al Señor para que derrame el Espíritu Santo sobre estos hermanos nuestros, con el fin de que los “fortalezca con los siete dones de su gracia y cumpla[n] fielmente la obra del ministerio”. Unámonos todos en esta oración para que César, Ion y Jesús se dejen llenar por esta nueva efusión del Espíritu Santo. Y oremos a Dios, fuente y origen de todo don, que nos conceda nuevas vocaciones al ministerio sacerdotal. A Él se lo pedimos por intercesión de María Inmaculada, la sierva y esclava del Señor. Amén.

+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón

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  • […] parroquial de San Francisco de Asís, en Castellón....25 de enero de 2023 - 16:11 por «Grave profanación» en una iglesia de Castellón - Alfa y Omega
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Diócesis Segorbe-Castellón

Diócesis Segorbe-Castellón
II Jornadas de formación sobre la Iglesia.
Estas segundas jornadas formativas se retoman tras la pandemia , la iniciativa se reanuda coincidiendo con «este tiempo de gracia de Dios, que está siendo el Año Jubilar, para seguir caminando juntos con alegría y esperanza como Iglesia del Señor – afirma D. Casimiro – según la vocación, el ministerio y el carisma que cada uno hemos recibido del Señor».
Repasamos la actualidad de la Diócesis de Segorbe-Castellón:
- Encuentro de la Infancia Misionera
- Misa de desagravio por la profanación del Santísimo en la Parroquia de San Francisco de Asís
NOTICIAS DE LA SEMANA
- La Delegación para la Infancia y la Juventud prepara el Encuentro Diocesano en el contexto del Año Jubilar
- Celebración de la Jornada de la Vida Consagrada
- Nos unimos a D. Casimiro en oración por la Fraternidad Humana
ENTREVISTA
Hablamos con Dª. Amparo Faulí, presidenta de Manos Unidas de Segorbe-Castellón
Este pasado Sábado 28 de Enero se celebró el XX Encuentro Diocesano de la Infancia Misionera, esta vez, el lugar escogido para el encuentro fue el Seminario de Segorbe, con motivo del Año Jubilar Diocesano.

@OMPEspana  
@mcmcastellon
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6 Feb

#Audio La actualidad de la diócesis de @segorbecastello en el Iglesia Noticia de este 5 de febrero. https://www.cope.es/a/2173345

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segorbecastello SegorbeCastellón @segorbecastello ·
22h

#conferencias #Diócesis #castellon #Segorbe

🗣️🎤⛪ Conferencia de Pastoral para realizar "una mirada evangélica a nuestra Diócesis"

https://bit.ly/40ARDhL

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Diócesis de Segorbe-Castellón

22 horas atrás

Diócesis de Segorbe-Castellón
#conferencias #Diócesis #castellon #Segorbe 🗣️🎤⛪ Conferencia de Pastoral para realizar "una mirada evangélica a nuestra Diócesis" ... Ver másVer menos

Conferencia de Pastoral para realizar "una mirada evangélica a nuestra Diócesis" - Obispado Segorbe-Castellón

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Los próximos 9 y 10 de febrero, en el contexto de celebración del Año Jubilar
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obispadosegorbecastellon

Lanzamiento de Campaña contra el Hambre de Manos Lanzamiento de Campaña contra el Hambre de Manos Unidas @manosunidascastellon @manosunidas

#manosunidas #manosunidascastellon #campañacontraelhambre #hambre #desigualdad #dignidad #derechos #fe #eucaristia #estáentusmanos
Eucaristía con el movimiento de Vida Ascendente Eucaristía con el movimiento de Vida Ascendente

#vidaascendente #eucaristia #castellon #mayores #fé #seglar #jubilados #movimiento
🗓️✍️ No te pierdas el VI Encuentro Dioce 🗓️✍️ No te pierdas el  VI Encuentro Diocesano de Jóvenes 

Contaremos con @quiquemira @marialorenzo99 @aute___ @aisha.rapmusic @diegoblancoalbarova y @juanfelixcolomina

#quiquemira #marialorenzo #aute #diegoblanco #aisharap #jovenes #fiesta #concierto #adoracion #eucaristia #castellon #segorbe
Eucaristía por la Vida Consagrada, presidida por Eucaristía por la Vida Consagrada, presidida por D. Casimiro

#vidaconsagrada #cee #iglesia #obispo #religiosas #monja #familia #consagrada #castellon #misa #virgenmaria #jesus #eucaristia
II Jornadas de formación sobre la Iglesia. El Ob II Jornadas de formación sobre la Iglesia.

El Obispo de la Diócesis nos invita a participar en estas Jornadas de formación sobre la Iglesia que se van a celebrar los próximos 6 y 7 de febrero en el Seminario Mater Dei.

#formación #materdei #iglesia #añojubilar #castellon
Misa de desagravio en la Parroquia de Francisco de Misa de desagravio en la Parroquia de Francisco de Asís de Castellón
Resumen XX Encuentro Diocesano de la Infancia Misi Resumen XX Encuentro Diocesano de la Infancia Misionera

#infanciamisionera #omp #segorbe #mision #iglesia #jubileo #añojubilar #puertasanta #niños #diversion #mcm #peregrinacion #eucaristia
🎉 Estamos de Aniversario 🎉 Las Hermanitas de 🎉 Estamos de Aniversario 🎉
Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados cumplen 150 años. 
150 años de amor a Jesús expresado en el Servicio de nuestros mayores.

#hermanitasdelosancianosdesamparados ##santateresajornet #saturninolopeznovoa #desamparados #castellon #mayores #religiosas #eucaristia
Presentación del Anuario de COPE Castellón #cop Presentación del Anuario de COPE Castellón

#cope #copecastellón #anuario #radio #bombersdipcas #ume #bomberos
Abierto el plazo de inscripción para participar e Abierto el plazo de inscripción para participar en la JMJ 2023 con la Delegación para la Infancia y Juventud de nuestra Diócesis (+info 601 201 098 o por e-mail jmj2023castellon@gmail.com )

#jmj2023 #lisboa #jovenes #diocesis #levantate
Oración Unida con los Hermanos Evangélicos Oración Unida con los Hermanos Evangélicos
Comunicado ante una nueva profanación de la Eucar Comunicado ante una nueva profanación de la Eucaristía

#eucaristia #desagravio #castellon #parroquia #sanfrancisco
Conocer y divulgar la Palabra de Dios (Podéis v Conocer y divulgar la Palabra de Dios 

(Podéis ver el vídeo en el Canal Diocesano de YouTube - @DiocesisSegorbeCastellon)
La Parroquia de Santo Tomás, en Benicàssim, está inmersa en los actos de celebración de Sant Antoni
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 
Actos en la Diócesis de Segorbe Castellón

#semanadeoracion #conferenciaepiscopalespañola #oracion #cristianos
#MisaFuneral #BenedictoXVI 🙏 Esta mañana de s #MisaFuneral #BenedictoXVI

🙏 Esta mañana de sábado, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, ha presidido la Misa Funeral por el eterno descanso del alma de Su Santidad el Papa Emérito Benedicto XVI en la Concatedral de Santa María, #Castellón, que se ha llenado de fieles.

✝ “Permanezcamos firmes en la fe. Vivamos con alegría nuestra condición de cristianos”.
#BenedictoXVI Nuestro Obispo, Mons. Casimiro Lóp #BenedictoXVI

Nuestro Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, convoca a todo el Pueblo de Dios en la Diócesis de Segorbe-Castellón a participar, el próximo sábado, en la Misa Funeral por el eterno descanso del Papa emérito Benedicto XVI.

⛪️ Santa Iglesia Concatedral de Santa María, #Castellón
🗓 7 de enero
⌚A las 11:30 h.
D.Casimiro preside la Eucaristía en la Solemnidad D.Casimiro preside la Eucaristía en la Solemnidad de la Natividad del Señor y nos exhorta a "celebrar la fe y la alegría del nacimiento del Salvador, el Mesías, el Señor"
#SantJoanDePenyagolosa 👷‍♀⛪ El Obispo d #SantJoanDePenyagolosa 

👷‍♀⛪ El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, visitó ayer el desarrollo de las obras de rehabilitación y restauración del Santuario de Sant Joan de Penyagolosa, junto a las autoridades y representantes de las tres instituciones implicadas.
#InmaculadaConcepción 🙏 La Arciprestal San Ja #InmaculadaConcepción

🙏 La Arciprestal San Jaime de #Vilareal ha acogido esta mañana la Eucaristía de la Congregación de Hijas de María Inmaculada, les Purissimeres de Vila-real, en el día de la Fiesta Principal, que ha presidido el Obispo de la Diócesis de Ibiza, D. Vicente Ribas Prats.
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