La parroquia de los Santos Juanes de Almenara acogió, el pasado lunes, el rito de institución de cuatro lectores, en una celebración que presidió nuestro Obispo, D. Casimiro.
Fue instituido lector un candidato al sacerdocio, Álvaro González, del Seminario Mater Dei, y tres candidatos al diaconado permanente, Abraham Saera, Vicent Meneu y Paco Rubio, quienes ya celebraron el rito de admisión a ordenes en mayo.
«El lector es instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, excepto el Evangelio. Puede también proponer las intenciones de la oración universal, y, en ausencia del salmista, proclamar el salmo responsorial» (IGMR n°99).
Es este uno de los pasos que se administran en el camino hacia la ordenación diaconal y sacerdotal, y se confiere a los candidatos a medida que van completando su formación y van configurando su vida con las dimensiones básicas del ministerio presbiteral del servicio de la Palabra y del altar.
Como indicó el Obispo en la homilía, los lectores son ministros y servidores de la Palabra de Dios, para llevar a los demás al encuentro con el Señor y suscitar la fe a través de la escucha. Para que así, “el Señor pueda actuar, pueda sanar, pueda dar, pueda perdonar los pecados, pueda dar la salud que necesitamos”.
“Para ser ministros de la Palabra de Dios, en primer lugar es necesario conocerla, estudiarla en profundidad”, pero también “hay que dejarse encontrar por Él, dejarse sanar, purificar”, ya que “los primeros destinatarios de la Palabra sois vosotros”, les decía.
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, participó ayer en la Novena a la Inmaculada Concepción celebrado en el Seminario Metropolitano de Moncada, en el que viven nuestros seminaristas diocesanos junto a los de la Archidiócesis de Valencia. Lo hizo junto al Cardenal Arzobispo, Mons. Antonio Cañizares.
En la homilía, D. Casimiro recordó que estamos celebrando el Adviento, un tiempo fuerte como preparación para la Navidad. Toda nuestra vida es Adviento, indicó, ya que nos preparamos para la venida de Jesús y para nuestro encuentro definitivo con el Señor. “Él sale constantemente a nuestro encuentro”, se quiere encontrar con nosotros “en cada persona, en los acontecimientos de la vida, en su Palabra, en la Eucaristía”.
Puso a la Virgen como modelo de escucha, discernimiento, acogida, y de salida a la misión, lo que les ayudará en su etapa formativa. Ella escucha atentamente lo que le dice el ángel, escucha a Dios, pregunta y disipa sus dudas. Disipadas sus dudas, María contesta al ángel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. Acoge la llamada y el plan de Dios, y se fía de Él. Y María actúa, a pesar de las dificultades sale y se pone en camino para servir a su prima Isabel, llevando en su seno al Hijo de Dios.
Nos han llegado nuevas noticias desde allí, y es que esta semana han visitado al Arzobispo de Nairobi, Mons. Philip Anyolo, a quien le han entregado una carta de nuestro Obispo, D. Casimiro. Según han explicado, “nos ha recibido en su casa y hemos cenado juntos”. También “hemos compartido con él nuestra experiencia en las parroquias donde estamos realizando nuestra misión”: Kayole, Soweto y Mihango.
Mons. Anyolo les habló sobre “la pastoral en Kenia en general y en Nairobi en particular”. “Ha sido una cena distendida, nos ha demostrado su cercanía y ha enviado saludos a los fieles de la Diócesis de Segorbe-Castellón, en especial a los seminaristas”, concluyen.
Ayer, día 10 de mayo, en el contexto de la festividad de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, y en el marco del Año Jubilar diocesano, la parroquia de Ntra. Sra. de los Ángeles de Betxí acogió el rito de Admisión a órdenes de un seminarista, de tres candidatos al Diaconado Permanente, y el rito de institución de cuatro lectores. La celebración estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro.
La recepción por parte de la Iglesia del compromiso público de cuatro candidatos y la asunción de un ministerio de servicio a la Palabra de Dios por parte de otros cuatro son motivos para dar muchas gracias a Dios, que actúa en los corazones y los empuja al servicio, sea a través del diaconado o del presbiterado.
“El Señor resucitado, que es el Buen Pastor, nos quiere llenar de su amor y de su vida para que seamos sal de la tierra y luz del mundo”, decía el Obispo en la homilía. “Él sale a nuestro encuentro para llenar nuestro corazón de la alegría del encuentro con el Señor”, “la alegría de ser cristianos y discípulos del Señor, de ser miembros de su Iglesia peregrina, la familia de los hijos de Dios en esta tierra”.
“Vivimos tiempo de escasez vocacional”, indicó D. Casimiro, “al ministerio ordenado y a la vida consagrada, pero también al matrimonio cristiano, porque esta generación de un cristiano discípulo misionero del Señor no la sabemos cultivar como se merece”. Ante ello, y a pesar de las dificultades, exhortó a llevar a los niños, en la familia y en la parroquia, al encuentro con el Señor, “es fundamental para que el bautizado viva su condición de hijo de Dios”.
Ministerio del Lectorado
Los cuatro seminaristas que fueron instituidos lectores por el Obispo, del Seminario Redemptoris Mater, fueron Armando Zapata, Pablo Ruiz, Samuel Albaladejo y Martín Vera.
«El lector es instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, excepto el Evangelio. Puede también proponer las intenciones de la oración universal, y, en ausencia del salmista, proclamar el salmo responsorial» (IGMR n°99). Es este uno de los pasos que se administran, junto al acolitado, en el camino hacia la ordenación diaconal y sacerdotal. Se confiere a los candidatos a medida que van completando su formación y van configurando su vida con las dimensiones básicas del ministerio presbiteral del servicio de la Palabra y del altar.
Rito de Admisión a órdenes
El seminarista que fue admitido a órdenes es Álvaro González, del Seminario Mater Dei.
La Admisión es un rito que se realiza con la finalidad de manifestar el propósito y deseo, de aquellos que se preparan para el ejercicio del sacerdocio ministerial, de ser aceptados entre los candidatos a las Sagradas Órdenes.
Y con este Rito, la Iglesia, a través de los responsables del seminario, reconoce en el candidato las cualidades y aptitudes necesarias para que algún día pueda ser ordenado. Por lo tanto, es recibido oficialmente como candidato para que continúe su formación para el sacerdocio.
Rito de Admisión al Diaconado Permanente
Los tres laicos que fueron admitidos como candidatos al Diaconado Permanente, dos de ellos casados, fueron Abraham Saera, Vicent Meneu y Paco Rubio.
En el Rito de Admisión, los aspirantes al Diaconado Permanente manifiestan públicamente su deseo de abrazar la vocación a la que el Señor los ha llamado, a la que quieren responder con generosidad, y representa de manera oficial la voz de la Iglesia constatando y acogiendo la vocación de estas personas. También, las esposas de los candidatos casados manifestaron públicamente su consentimiento al compromiso asumido por sus esposos.
Hoy, festividad de San José, se celebra el «Día del Seminario». Bajo el lema «Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino» se hace un guiño al proceso que la Iglesia está viviendo en el Sínodo de los Obispos que se inició en 2021 y finalizará en 2023, haciéndoles partícipes del camino que la Iglesia Universal está llevando a cabo.
En su encuentro con seminaristas el año pasado, el Papa Francisco aseguró que le gusta imaginar el Seminario “como la familia de Nazaret, donde Jesús fue acogido, custodiado y formado con vistas a la misión que le encomendó el Padre”. El Día del Seminario es una ocasión especial para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, sus formadores y las vocaciones sacerdotales.
En el momento actual, 22 son los seminaristas que están en proceso de discernimiento vocacional o formándose en los dos seminarios que hay en la Diócesis. Uno de ellos, el Redemptoris Mater, en Betxí, donde residen 9 chicos, más otros dos que ya han finalizado los estudios y están «en misión» o itinerancia por un periodo de tiempo previsto por su rector, D. Pablo Vela. A ellos se suman otros 11 candidatos que preparan su formación en el Seminario Diocesano Mater Dei, en Castellón, cuyo rector es D. Juan Carlos Vizoso. Cuatro lo hacen en el Seminario Mayor y los siete restantes (3 ya en Bachillerato) en el Seminario Menor.
El proceso de acceso habitual al seminario para cualquier joven que sienta la llamada de Dios al sacerdocio, es vivir el periodo de discernimiento vocacional en comunidad como lugar de referencia para la fe. De esta forma el primer intermediario para discernir la vocación es la persona que le acompaña en la fe (presbítero, catequista o su propia comunidad parroquial). Otro recurso es dirigirse a los rectores de los seminarios de la Diócesis o a través de la Delegación Diocesana para la Pastoral Vocacional que, en palabras de su delegado, D. Juan Carlos Vizoso, «es el momento en el que el candidato solicita a la Iglesia que le acompañe en el discernimiento y buscar luz para saber si aquello que siente en su corazón, es realmente una llamada al sacerdocio». El Seminario, asegura D. Juan Carlos Vizoso, «es la institución donde el candidato se siente acompañado por formadores y compañeros en la búsqueda de la voluntad de Dios».
Dimensiones de la formación de los seminaristas de la Diócesis
Cuatro son las dimensiones de la formación de los seminaristas en las que la Iglesia se apoya:
Dimensión intelectual: se adquiere a través de los 5-6 cursos académicos de formación universitaria y de manera profunda y sistemática sobre la Filosofía, la Teología y la Sociología entre otras materias, que les permiten conocer la realidad de Dios y del ser humano.
Dimensión espiritual: consiste en gestar su personal relación con el Señor, pues darle la vida a Cristo implica hacerlo, en persona, con absoluta libertad, con transparencia y atravesado completamente por esa decisión.
Dimensión comunitaria: consiste en vivir ese discernimiento acompañado, compartiendo tiempo, dificultades, anhelos y sufrimientos con otros candidatos en el Seminario porque se puede ver la llamada de Dios a través de la llamada de los otros.
Dimensión pastoral: a pesar de que, como seminaristas no tienen una tarea pastoral concreta, forman parte de la misma, porque la pastoral de la Diócesis contribuye a su discernimiento vocacional y porque la viven día a día viendo lo que la Iglesia está haciendo en medio de ellos y con ellos.
Cada año en torno a la fiesta de san José celebramos el Día del Seminario. Este año lo haremos el sábado, día 19, y el domingo, día 20 de marzo. San José es patrono de la Iglesia universal y de los seminarios. Él es el hombre justo, que Dios puso al frente de la familia de Nazaret para cuidar de María y de Jesús. Allí se fue educando y formando el corazón sacerdotal de Jesús. Hoy san José sigue cuidando de los que se preparan para ser pastores al servicio de los hermanos.
El Día del Seminario es una ocasión muy propicia para que todo el pueblo de Dios le demos gracias por las vocaciones sacerdotales, nos preocupemos de su formación y pidamos al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. En sintonía con el proceso sinodal a que nos ha convocado el Papa Francisco y con la preparación del Año Jubilar diocesano pedimos especialmente a Dios que nos conceda el don de Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino. Así reza el lema de este año.
El seminario es la comunidad educativa en que se forman juntos aquellos que han sentido la llamada al sacerdocio. La tarea fundamental del seminario es acompañar a estos jóvenes ayudándoles en el discernimiento y maduración de su vocación y formándoles para servir al pueblo de Dios. Del mismo modo que Jesús llamó a los apóstoles para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar (cf. Mc 3, 14-15), el seminario es la comunidad de los llamados por Jesús, para estar con él, que escuchan su palabra, la interiorizan y se ponen en camino para seguir sus pasos. La vocación es siempre personal, pero no madura ni se vive en solitario sino en comunidad. A semejanza del Señor, que reunió al grupo de los apóstoles, en el seminario se vive en comunidad para establecer relaciones de fraternidad y lazos de amistad sincera. Así se preparan para un estilo de ser sacerdote junto con otros sacerdotes y de estar presente en medio de la Iglesia y del mundo.
El seminario ha de cuidar las dimensiones humana, comunitaria, espiritual, intelectual y pastoral de la formación; todas son importantes. Junto a la espiritual, hoy es especialmente urgente ayudar a los seminaristas a crecer en verdadera amistad y en fraternidad. Los sacerdotes no hemos sido llamados para estar ni trabajar solos. Y esto se aprende en el seminario. Así los seminaristas, una vez ordenados sacerdotes, se sabrán unidos a un presbiterio, llamados a trabajar juntos y a vivir la fraternidad sacerdotal. Los responsables de acompañar este proceso son el obispo y los formadores; lo son también la propia familia, el presbiterio y la comunidad diocesana; pero lo es sobre todo el propio seminarista. Cada uno, desde su lugar, ora y trabaja, para que aquellos que son llamados por el Señor a ocuparse de su viña respondan con generosidad y se preparen debidamente para el ministerio sacerdotal.
Jesús nos dijo además que él “está en medio de nosotros como el que sirve”. Todos los discípulos de Jesús estamos llamados a imitarle. Por eso el sacerdocio solo puede entenderse desde el servicio. El sacerdote es para los demás y toda vocación auténtica es para servir a Jesucristo, a la Iglesia, a la comunidad y a los hermanos. En el seminario, los seminaristas han de aprender a vivir el servicio y a servir a los hermanos. Los intereses egoístas y el provecho propio han de desterrarse y deben dejar lugar al desarrollo de una vocación recibida para ser entregada.
El seminario es el corazón de nuestra Iglesia diocesana, que hoy está llamada dejarse purificar para crecer en comunión y salir a la misión. De nuestros seminarios depende en gran medida el futuro de nuestras comunidades cristianas; en ellos se forman sus futuros pastores. Nuestra Iglesia necesita sacerdotes que sean servidores de las comunidades y del resto de los cristianos para que cada uno viva según su propia vocación y carisma, y para que toda nuestra Iglesia sea misionera.
Todos los diocesanos deberíamos sentir nuestros seminarios como algo muy nuestro, conocerlos, amarlos y apoyarlos humana, espiritual y económicamente, para que los futuros pastores reciban la mejor formación.
Además y ante la enorme escasez de vocaciones al sacerdocio entre nosotros, todos debemos comprometernos en la pastoral vocacional y en la promoción de nuevas vocaciones. Ante todo es necesaria una oración personal y comunitaria más intensa al Dueño de la mies, para que envíe obreros a su mies. Toda vocación es una gracia de Dios para su Iglesia; un don que hemos de pedir con humildad pero con insistencia. Nuestra oración por las vocaciones se hace más intensa en torno al Día del Seminario; pero no puede faltar todos los días a lo largo del año.
Presidido por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, esta mañana se ha celebrado el claustro de profesores del Centro Superior de Estudios Teológicos (CSET) Mater Dei, lugar en el que son formados los seminaristas de nuestra Diócesis.
Dicho claustro está compuesto por una veintena de profesores, que imparten las materias de 9:15 a 13:15 h. de lunes a viernes. Cabe indicar que este curso cuenta con 6 alumnos de Filosofía y 7 de Teología.
También hay un grupo formado por cuatro candidatos al diaconado permanente, y junto a ellos hay alumnos externos que están cursando estas asignaturas por interés propio, asistiendo a las clases que se imparten los martes de 18 a 21 h. y los sábados de 8 a 12:30 h.
Tras la oración de la Hora Intermedia, D. Casimiro ha valorado junto al profesorado la visita ad limina apostolorum, que realizó junto a los obispos de las provincias eclesiásticas de Barcelona, Tarragona y Valencia, del 10 al 15 de enero.
Sobre todo, en relación a la nueva evangelización, a la crisis de fe que estamos viviendo en Europa actualmente, y de cómo evangelizar hoy en un mundo secularizado y alejado de la Iglesia y de Jesucristo. En este sentido, ha resaltado la importancia de la religiosidad popular como un camino a la evangelización. Por su parte, entre otros temas, los profesores han valorado el presente curso y su evolución, así como las diferentes materias.
Tras la celebración de la Eucaristía, los seminaristas, formadores y personal de apoyo de los Seminarios diocesanos felicitaron el miércoles la Navidad a nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
En la homilía, el Obispo indicó que el “Adviento es un tiempo litúrgico fuerte, que la Iglesia nos ofrece para prepararnos para la venida del Señor, para nuestro encuentro definitivo con Él, porque nuestro mundo, nuestra historia, nuestra existencia personal no termina en la nada, sino que va caminando al encuentro del Señor”.
Dios es el creador de todo, de la naturaleza y del ser humano, y nos envía la salvación por amor. Este “es un tiempo de conversión”, recalcó, en el que debemos “ponerle a Él en el centro de nuestra vida, preparando el camino del Señor que viene a nuestro encuentro, para celebrar la Navidad, la natividad del Hijo de Dios”.
Al comenzar el curso con el inicio de las clases en el Centro Superior de Estudios Teológicos Mater Dei (CSET), lugar en el que son formados los seminaristas de la Diócesis de Segorbe-Castellón, así como en el Instituto de Ciencias Religiosas, ayer tuvo lugar la Apertura del Curso Académico 2021-22 presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente.
Se celebró con una Eucaristía y con un Acto Académico, al que asistieron los seminaristas mayores, los rectores y los profesores. En la homilía, D. Casimiro se mostró agradecido al Señor porque “todo cuanto tenemos, cuanto somos, todo don bueno viene de Dios”, y exhortó a fijar “nuestra mirada en Dios creador, Dios providente, Dios que nos conduce, para no pensar que todo depende de nosotros”. Así, demos “dar gracias a Dios en todo momento por todos los dones que el Señor ha derramado en cada uno de vosotros”, y “por vosotros, por los seminarios”, añadió.
“El seminario, la vida académica, la formación, la maduración vocacional…, no es solo fruto de vuestro esfuerzo, sino de Él que os capacita para ello, como un don recibido, para seguir caminando, cada uno en su proceso personal y en vuestras comunidades”, les decía.
Los rectores son “vuestros pastores, quienes os han de llevar al encuentro con el Señor”, y los profesores “son aquellos que os van formando”, explicó, y a los seminaristas y estudiantes les pidió “abrir vuestro corazón a lo que el Señor quiere y espera de vosotros, que es lo mejor que os puede ocurrir”. “Que este año, este tiempo en el seminario, sea un tiempo de maduración y de encuentro con el Señor”, dijo.
Tras la Eucaristía tuvo lugar la lectura de la Memoria del CSET y del Instituto de Ciencias Religiosas, así como la lección inaugural a cargo de D. David Barrios, profesor de Derecho Canónico, bajo el título “Las iglesias orientales católicas a la luz del Derecho”.
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