Entrevista a Juan José Porcar, voluntario de Misión Etiopía 2024
«He descubierto que tengo sed del amor de Dios pero que Él también tiene sed de mi»
1.- ¿Qué te motivó a participar en el «Voluntariado Etiopía ’24»?.
Tenía la sensación de que Dios me llamaba a salir de mi zona de confort y mis comodidades para darme a los demás. En cuanto surgió la oportunidad no me lo pensé dos veces….pensé que era una ocasión estupenda de ayudar y conocer otra realidad diferente a la de España y Europa en general.
2.- ¿Te preparaste para esta experiencia de algún modo en especial? (Espiritualmente, mentalmente, logísticamente).
Hubo una preparación previa en diversos ámbitos. A nivel espiritual tuvimos varios encuentros y catequesis en los que pudimos comenzar a profundizar en el «Tengo sed» de Madre Teresa de Calcuta, junto con alguna visita a las monjas de Navalón o las de Iesu Communio que nos hablaron sobre su vocación y la entrega al prójimo. A nivel logístico no teníamos demasiada información sobre el lugar ni lo que íbamos a hacer exactamente. De todas formas nos organizamos para llevar medicamentos, muchos de ellos para bebés y niños, y materiales para hacer actividades y juegos con los chicos. A nivel mental lo cierto es que hasta poco antes del viaje no pensaba demasiado en lo que me iba a encontrar ni tenía unas expectativas, quería dejarme sorprender. Aún así, los días previos sentí una necesidad de despedirme de la familia y amigos de una manera especial, como si la persona con quien iban a verse al mes siguiente ya no fuera la misma… creo que ha sido así.
3.- ¿Cómo fue trabajar junto a otros jóvenes voluntarios y con las Hermanas Misioneras de la Caridad?
Ha sido una experiencia de compartir y vivir todo con todos. Unos días muy intensos y con muchas experiencias, rodeado de gente entregada a la misión y con unas ganas de ayudar tremendas. De hecho, pienso que he aprendido mucho de cada uno de mis compañeros, ahora amigos, en las situaciones que hemos ido compartiendo día a día. De las Misioneras solo puedo decir que estoy muy agradecido por el trato que nos dieron desde el primer día, acogiendo a tanta gente y siempre con una sonrisa y una palabra servicial. Además, compartir momentos de oración con las Misioneras me ayudó a acercarme mucho más a Dios y experimentar la fe que las mueve a hacer tanto por los pobres del lugar.
4.- ¿Qué destacarías de vuestra labor en el orfanato y en el hospital?
Como dijo Don Manuel en la primera homilía que tuvimos en el viaje, Dios nos quiere no por las cosas que hacemos sino simplemente porque somos hijos suyos. Pienso que lo más destacable de nuestra labor en estos lugares fue el estar. En algunos momentos significaba una sonrisa, un abrazo, una palabra amable (que probablemente no entendían), coger a un bebé, etc. Pero pienso que el simple hecho de que estuviéramos con ellos les hacía sentirse amados, y lo veíamos reflejado en el ímpetu con que nos recibían cada día y las lágrimas con las que nos despidieron el último.
5.- ¿Hubo algún momento o experiencia que te haya marcado profundamente durante la misión?
Ha habido muchas, pero un día concreto visitamos un centro de chicos internos. En una de las salas había un olor muy fuerte que me impedía entrar y dentro estaban los chicos con mayores problemas mentales y físicos. Aunque algo reticente me decidí a pasar dos segundos, ver desde la lejanía las camas donde yacían y pensar: pobrecitos, todo el día encerrados en un lugar así y sin poder hacer nada. Después de la visita, las Misioneras nos invitaron a quedarnos un rato más para una sorpresa. Nos sentamos en una sala y en el centro pusieron unas colchonetas para algún tipo de representación. Lo que vieron mis ojos fue a esos chicos de la sala que tanto había juzgado, preparados para hacer un baile al son de la música. Entendí que, aún con sus dificultades físicas, ahí estaban sonriendo y haciendo lo que les gustaba. Esos chicos probablemente eran más felices y afortunados de lo que yo había pensado. Fue una experiencia de la que he aprendido mucho a mirar más allá de los rasgos y apariencias físicas y simplemente amar sin barreras.
6.- ¿Ha influido este voluntariado en tu vida de fe o en tu relación personal con Cristo?
Afortunadamente, hace menos de un año tuve la oportunidad de hacer el retiro de EFFETA que me ayudó en gran medida en mi relación con Dios y mi vida de fe. Aún así, en este viaje he descubierto la sed de Dios de la cual habla Madre Teresa. Ahora comprendo que tengo sed de su amor así como Él tiene sed de mí, pues Dios nos ama a todos y cada uno individualmente. Lo he visto reflejado a través de las caras de los niños con cada mirada o sonrisa que me dedicaban sin yo sentir que hiciera nada especial por ellos. También he sentido esa presencia de Dios a través de las jóvenes madres solteras, de los enfermos, de las Misioneras, de mis compañeros. Y sobre todo, he sentido muy cercano a Cristo en la Eucaristía, y ahora lo siento como un regalo de humildad el hacerse pequeño en el sagrario, y que me da Dios porque me quiere y quiere que esté con Él.