Ayuda a tu Iglesia en sus necesidades
Queridos diocesanos:
La Iglesia, también nuestra Iglesia diocesana, no existe para sí misma, sino para la misión. Ha sido convocada por Jesús para ser enviada a evangelizar. Recordemos las palabras de Jesús: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15). Son sus últimas a los suyos, poco antes de volver al Padre. El Evangelio está destinado a todos; nadie puede quedar excluido. Todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares son destinatarios de la alegría del Evangelio. San Pablo VI dejó escrito que “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14).
La tarea evangelizadora de la Iglesia nos corresponde a todos cuantos la formamos; es decir, a todos los bautizados, –laicos, religiosos, diáconos y sacerdotes-, a cada uno conforme a su vocación, carisma, estado y ministerio en la Iglesia, y a cada una de las comunidades cristianas. Todos somos corresponsables de la misión de nuestra Iglesia. Para ello es necesario sentirnos miembros de la Iglesia y amarla como propia, implicarse en su vida y en su misión poniendo a disposición nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestra ayuda económica.
Todo esto presupone una vida de fe personal en Cristo Resucitado, coherente en palabras y obras, y una participación en la vida de nuestra comunidad parroquial y de nuestra Iglesia diocesana. Y demanda también nuestra colaboración económica. Recordemos cómo era la primera comunidad cristiana, que es punto de referencia para nosotros. Los primeros cristianos “perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones,… vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno”; esta forma de vida llamaba la atención y muchos se iban agregando al grupo de los creyentes (cf. Hech 2, 42-47).
Nuestra Iglesia, sin ser de este mundo, está en el mundo, por lo que necesita de personas y de medios materiales para su misión; entre otras cosas, para la atención espiritual y humana de quien lo necesita, para el culto y el mantenimiento de templos, casas abadías y centros parroquiales, para las actividades pastorales con adultos, jóvenes y niños, para la atención de la caridad o para la remuneración de sacerdotes y seglares. La labor evangelizadora de la Iglesia abarca también la atención de ancianos, discapacitados o personas vulnerables, la acogida de inmigrantes y refugiados, la ayuda a los más pobres y necesitados o a los misioneros en los lugares más pobres de la tierra. Todo esto es posible gracias a personas entregadas y a la generosidad de quienes aman a su Iglesia. Gracias al apoyo económico de miles de personas entre nosotros y en toda España, la Iglesia sigue haciendo tanto para cuantos lo necesitan. Son muchas las necesidades de nuestra Iglesia para cumplir su misión y seguir haciendo el bien.
Desde hace años, la financiación de la Iglesia depende exclusivamente de los católicos y de todas aquellas personas que reconocen la labor de la Iglesia y la apoyan. Todo católico debería sentirse implicado en la misión de la Iglesia y ayudarla en sus necesidades. Desde la primera comunidad cristiana, la financiación de la Iglesia ha dependido siempre de la implicación económica de sus fieles.
Ha comenzado el periodo de la Declaración de la Renta. Una forma sencilla, pero necesaria, de colaborar con tu Iglesia es poner la X en la Declaración de la Renta, impresa o digital, en la casilla correspondiente a la Iglesia católica. Un 0,7 por ciento de los impuestos se dedicará a la Iglesia. Este sencillo gesto no le supone a nadie tener que pagar más ni que le vayan a devolver menos. No cuesta nada poner la X en la Declaración de la Renta y rinde mucho. También hay que poner la X si sale a devolver, porque tampoco nos van a devolver menos. Marcar la X es, pues, absolutamente gratis; en definitiva, no cuesta nada.
Nos hemos de preocupar personalmente de poner la X o, si nos hacen la declaración, nos hemos de asegurar de que se ponga. Comprobemos, en su caso, el borrador para comprobar que la casilla aparece marcada. En caso contrario, modificarlo es muy sencillo. Además se puede marcar también la casilla llamada “Fines sociales”. La Administración del Estado dedicará entonces un 0,7% de los impuestos a esos “fines” y un 0,7% a la Iglesia. Muchas gracias por tu implicación. Así ayudas a tu Iglesia en sus muchas necesidades.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón