Organizado por la Delegación de Medios de Comunicación Social junto a la Delegaciones para la Catequesis y el Catecumenado, la segunda edición del Concurso Fotográfico de Belenes Familiares de la Diócesis de Segorbe-Castellón ya tiene ganadores.
El jurado designado ha valorado la originalidad artística, la recuperación del belén tradicional, los materiales utilizados, el esfuerzo y la laboriosidad en su ejecución. Cabe indicar que no ha sido una decisión sencilla, ya que ha quedado patente el esfuerzo y la implicación de muchas familias, que han realizado un importante trabajo manual.
Así pues, los ganadores de esta segunda edición son los siguientes:
Primer premio: Javier Rubert Cándido, de Vila-real.
Segundo premio: Eduardo Delgado García, de Almenara.
Tercer premio: Familia Marti-Diago, de Onda.
Enhorabuena a los premiados. Recibirán un diploma acreditativo y un lote de películas con valores y temática católica.
Con el inicio del mes de diciembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención para la evangelización por los catequistas: “Recemos por los catequistas, llamados a proclamar la Palabra de Dios: para que sean testigos de ella con valentía, creatividad y con la fuerza del Espíritu Santo”.
“¡Sed catequistas!, no trabajéis de catequistas: ¡esto no sirve! Yo trabajo de catequista porque me gusta enseñar. Pero si no eres un catequista, no sirve. ¡No serás fecundo, no serás fecunda! Ser catequista es una vocación: ser catequista, esta es la vocación, no trabajar de catequista. Prestad atención, no he dicho hacer de catequista, sino serlo, porque involucra la vida. Lleva al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio”.
“A menudo pienso en el catequista como aquel que se ha puesto al servicio de la Palabra de Dios, que frecuenta esta Palabra diariamente para hacer de ella su alimento y participarla con los demás con eficacia y credibilidad. El catequista sabe que esta Palabra está viva (Hb 4:12) porque constituye la regla de la fe de la Iglesia (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Dei Verbum, 21; Lumen Gentium, 15). En consecuencia, el catequista no puede olvidar, especialmente hoy en un contexto de indiferencia religiosa, que su palabra es siempre un primer anuncio. Pensadlo bien: en este mundo, en esta área de tanta indiferencia, vuestra palabra siempre será un primer anuncio, que llega a tocar el corazón y la mente de muchas personas que están a la espera de encontrar a Cristo. Incluso sin saberlo, pero lo están esperando. Y cuando digo el primer anuncio no lo digo solo en el sentido temporal. Por supuesto, esto es importante, pero no siempre es así. ¡El primer anuncio equivale a subrayar que Jesucristo muerto y resucitado por el amor del Padre, da su perdón a todos sin distinción de personas, si tan solo abren sus corazones para dejarse convertir! A menudo no percibimos el poder de la gracia que, a través de nuestras palabras, llega profundamente a nuestros interlocutores y los moldea para que puedan descubrir el amor de Dios. El catequista no es un maestro o un profesor que cree que da una lección. La catequesis no es una lección; la catequesis es la comunicación de una experiencia y el testimonio de una fe que enciende los corazones, porque introduce el deseo de encontrar a Cristo. ¡Este anuncio de varias maneras y con diferentes idiomas es siempre el “primero” que el catequista está llamado a dar!”.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española (CEE), por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los sacerdotes y diáconos, para que vivan siempre en fidelidad a la vocación recibida, y vean confortada su entrega a Dios y a la Iglesia por el amor y respeto de sus fieles”.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, en su carta del 5 de diciembre de 2020, nos decía que “para seguir las huellas del Buen Pastor, la vocación de pastor pide una entrega total, una entrega de amor, que compromete toda la vida. Puede que hablar de una entrega total de sí mismo y para siempre, resulte hoy especialmente difícil. Pero, es preciso ser claros y fieles al modo como Jesús y la Iglesia nos enseña a recibir esta vocación sacerdotal. En el desarrollo y la maduración de la vida cristiana de niños, jóvenes y adultos, hay etapas y altibajos, pero lo importante es saber orientar un camino que, confiando en la gracia del Señor, mira siempre a una entrega más grande y total”.
El pasado viernes, 26 de noviembre, se celebró la primera Vigilia de catequistas de este nuevo curso pastoral bajo el lema «Catequistas, mensajeros de alegría y esperanza”. Coincidiendo con el fin del año litúrgico y el comienzo del Tiempo de Adviento, convocados por la Delegación diocesana de Catequesis, se celebró esta Vigilia en la Parroquia de Lucena con la presencia de catequistas de las parroquias del arciprestazgo. Así mismo, se ha enviado la reflexión a todas las parroquias para que a lo largo de este Adviento pueda celebrarse con los grupos de catequistas en sus parroquias y sentirnos comunidad diocesana que ora unida y camina de la mano del Señor en la misma misión.
El objetivo de la Vigilia fue disponerse como catequistas ante Dios en este tiempo tan especial y renovar así la vocación para ser mensajeros de esperanza en una sociedad que, como la actual, tiende a la tristeza, la depresión y la desesperanza. Ante todo esto, tal como aseguró el delegado diocesano de catequesis, Carlos María Asensi, «no podemos quedarnos pasivos, pues aún hay esperanza». La estructura de la Vigilia invitó a mirar el interior de cada uno para descubrir «la verdadera necesidad de una luz que nos alumbre para vivir este tiempo con intensa esperanza, al igual que María, mujer del Adviento, que «fue la primera catequista que vio cómo crecía la esperanza en su interior» y “supo esperar en cuerpo y alma la venida del Mesías».
Durante la oración se invitó a los participantes a vivir el Adviento como un tiempo de gracia y de esperanza como preparación a la venida de Jesús , conmemorando su venida histórica. A partir de la lectura de la Palabra (Isaías 9, 1-6) y la exposición del Santísimo para que Dios hablara directamente al corazón de cada uno, la reflexión se centró en la luz que da sentido a su caminar como catequistas y que les cambia la vida
Esta mañana, la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón, ha acogido la Eucaristía en la que nuestro Obispo, D. Casimiro, ha enviado a los catequistas y ha entregado la Missio Canónica a los profesores de Religión y Moral Católica.
Ha acudido una amplia representación de aquellos que catequizan en las parroquias o enseñan en los centros educativos de la Diócesis, que comprometidos con la fe de la Iglesia y fieles a la vocación cristiana, responden al Señor y afrontan la tarea que Él pone en sus manos, de llevarle a los demás.
El Obispo, en la homilía les ha invitado a “caminar juntos para crecer en comunión y salir renovados a la misión”. “Vuestra tarea no es algo que os habéis adjudicado personalmente”, sino “que evangelizáis en la catequesis, enseñáis en la escuela, no en nombre propio sino en nombre del Jesús, una llamada que os llega a través de la llamada del Obispo, en la Iglesia”, les ha dicho, “eso es lo que celebramos”.
Ante las dificultades que encuentran a diario los catequistas y profesores, también ataques, el Obispo les ha exhortado a escuchar la Palabra y a buscar el rostro de Dios. Para ello, hoy se ha centrado en tres palabras: Espíritu, conversión y frutos.
“Acojamos la acción del Espíritu”
“Abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu”, ha dicho, “porque sin Él no podemos hacer nada”, pues es quien “nos lleva una vez más al encuentro con el Señor resucitado, el Maestro interior que nos ayuda a conocer a Jesús, a encontrarnos con Él, a recuperar nuestra fe”.
En relación a la primera lectura proclamada, Rm. 8, 1-11, ha explicado que el deseo del Espíritu es vida y paz, “desear que todos aquellos que el Señor ponga en vuestras manos tengan Vida, la Vida que brota de Dios a través del Señor Jesús, muerto y resucitado para que en Él tengamos Vida”. Para ello es necesario “abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu, ser dóciles a lo que Él nos va diciendo, acoger también su fuerza en la debilidad, su aliento en el desfallecimiento, Él es el que alienta a nuestra Iglesia”.
Una conversión personal, pastoral y misionera
«Si no os convertís, todos pereceréis», ha dicho D. Casimiro citando el Evangelio de Lc. 13, 1-9. “Una conversión personal al Señor” es “una tarea diaria, porque no es solo volver la mirada a Dios sino renovarse desde dentro, dejarse purificar, y eso es algo que hay que cultivar en el encuentro con el Señor a través de la lectura orante de su Palabra, del encuentro con Él en la Eucaristía, porque sino, vuestra vida como cristianos se irá debilitando y apagando”, ha advertido.
También es precisa una conversión pastoral “para transmitir la fe y ayudar a que los niños vayan creciendo como cristianos creyentes, testigos y discípulos del Señor, y que lleve a una conversión misionera”. En la catequesis y en la clase de Religión, “en el centro siempre ha de estar Jesucristo, pero habrá que renovar los métodos”, ofreciendo siempre la doctrina de la Iglesia, el Evangelio, “para que llegue a aquellos que el Señor ha puesto en nuestras manos”, decía. “Hay que seguir formándose, es fundamental una formación permanente para cumplir debidamente la misión”, les ha pedido.
Sembrar bien para que haya frutos
“Vuestra tarea es sobre todo sembrar, pero sembrar bien”, pues “no sembramos cualquier cosa sino al Señor, su Evangelio, la doctrina y la moral de la Iglesia, ayudando a los catequizandos a que vayan creciendo como cristianos, discípulos misioneros del Señor”, ha dicho a profesores y catequistas, “proponiéndoles lo mejor que tenemos en nuestras manos, que es Cristo Jesús, muerto y resucitado”.
“Antes que nada sois cristianos”, les ha recordado, pues “no se puede ser catequista o profesor de Religión “si uno no vive la fe que, en nombre de la Iglesia, ha de ofrecer a otros”, sería una contradicción “no estar en comunión con Cristo y con la Iglesia”.
Tras ello, tanto los profesores como los catequistas, ante el Obispo, Pastor de la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Segorbe-Castellón, han aceptado la misión, han renovado su compromiso bautismal y han profesado la fe de la Iglesia.
La Delegación diocesana de Catequesis y la de Enseñanza han organizado una jornada en la que serán enviados los catequistas de la Diócesis, y será entregada la Missio canónica a los profesores de Religión y Moral Católica, por parte de nuestro Obispo, D. Casimiro.
Será con la celebración de la Eucaristía, el próximo sábado 23 de octubre a las 11 h., en la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón. En ella, los profesores y catequistas renovarán su compromiso bautismal y profesarán la fe de la Iglesia.
Queridos diocesanos, queridos catequistas y profesores de religión:
Recién comenzado el curso pastoral, todos los catequistas y profesores de religión en nuestra Diócesis son convocados para recibir de manos del Obispo el encargo de catequizar en las parroquias o comunidades eclesiales y de enseñar la religión y la moral católica en la escuela de iniciativa pública o social, concertada o no concertada. Lo hacemos dentro de la celebración de la Eucaristía, que es la fuente de la vida y de la misión de la Iglesia. De este modo, catequistas y profesores de religión adquirieren una conciencia más viva de que es Jesús mismo quien los envía a través de su Iglesia a catequizar y a enseñar.
Si bien es propio de todo cristiano, por su bautismo, ser discípulo misionero del Señor y anunciar el Evangelio de palabra y por el testimonio de vida, como nos recuerda el Papa Francisco, los catequistas y profesores de religión participan de un modo especial del ministerio de la Palabra que Jesús confía a sus Apóstoles. Y unos y otros desempeñan su tarea en ámbitos distintos, pero complementarios y necesarios en el proceso unitario de la iniciación cristiana y de la trasmisión de la fe a niños, adolescentes y jóvenes.
El gesto del envío nos conecta y une con el mismo Jesús. Los Apóstoles recibieron un día de Cristo Jesús la misión de proclamar en su nombre y con su autoridad el Evangelio: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15), les dijo. Esta misión se continúa en la Iglesia en el ministerio apostólico de los Obispos. Y los catequistas y profesores de religión son enviados para cooperar en este ministerio y misión apostólicos.
Por ello, como en el caso de los Apóstoles, quien es enviado a la misión ha de ser, antes de nada, un discípulo del Señor: es decir, ha de conocer, creer, amar y seguir a Jesucristo, a quien ha de anunciar y de quien procede toda misión en la Iglesia. Él es el Hijo de Dios, el Señor, el enviado por Dios Padre y ungido por el Espíritu para anunciar la Buena nueva. Como a los Apóstoles en su momento, Jesús invita a catequistas y profesores de religión a estar con Él, a intimar con Él, a conocerlo, a amarlo para poder ser enviados a catequizar y enseñar. Aquí ha de fundamentarse toda acción catequética y toda clase de religión. Aquí radica la necesidad de la formación inicial y permanente de catequistas y profesores de religión. Este es alimento de su tarea diaria, de sus preocupaciones, de sus anhelos y de sus esperanzas. Esta es la fuerza para su dedicación y entrega cordial a catequizandos y alumnos.
Además, no olvidemos que los enviados no actúan en nombre propio sino en nombre de Cristo y de su Iglesia. Lo que han de ofrecer y transmitir no son sus ideas, ni sus opiniones. Es Cristo mismo quien ha de ser anunciado y transparentado por el enviado. Es Cristo y su Evangelio, tal como nos llega en la tradición viva de la Iglesia bajo de la guía de los Obispos en comunión con el Papa, a quienes han de anunciar para llevar al encuentro con Jesús a todo aquel que la Iglesia y los padres ponen en sus manos. Se trata de ayudarles a ser discípulos misioneros del Señor en el seno de la comunidad eclesial, a madurar integralmente como personas, y a saber darse y dar razón de su fe y de su esperanza.
En su tarea, los catequistas y los profesores de religión no lo tienen fácil. Se encuentran con la dificultad de la indiferencia religiosa ambiental y la despreocupación de muchos padres, con la falta de interés de catequizandos y alumnos, con trabas legislativas y administrativas. Ante ello puede que surja la tentación del desaliento. Esta, en formas diferentes a lo largo de la historia, es la nota de los seguidores de Jesús y de los enviados por la Iglesia. Pero no tengáis miedo, queridos catequistas y profesores. A todos os recuerdo la promesa de Jesús. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 21). No, no estáis solos: el Señor resucitado os acompaña, os conforta y os alienta por la fuerza del Espíritu Santo y la cercanía de vuestra Iglesia, de vuestros compañeros y sacerdotes. Para sentir esta presencia es precisa la adhesión personal a Cristo y la comunión con su Iglesia. Todo catequista y profesor de religión ha de cuidar la vivencia de la fe, su conducta exterior y su adhesión a la Iglesia.
Un enviado por Jesús a través de su Iglesia en misión eclesial y al servicio de los educandos, no puede hacerse ilusiones acerca del éxito. Su misión no se basa en el éxito fácil e inmediato, sino en la fuerza de la gracia de Dios y en su fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Su encargo no es recolectar, sino sembrar.
Que la Virgen María, que supo acoger con fe y obediencia la Palabra de Dios y transmitirla fielmente a los demás sea el modelo de catequistas y profesores. Que Ella os aliente, conforte y proteja en vuestra misión.
Tras tener que paralizarse el año pasado a causa de la pandemia de la Covid-19, la escuela de catequistas de nuestra Diócesis ha retomado este nuevo Curso Pastoral con ilusión y de forma presencial. Un curso que, en palabras del Delegado diocesano, D. Carlos Asensi, es especialmente importante porque está “marcado por la Reflexión Diocesana que también nos remite al Sínodo sobre la sinodalidad del año 2023 y el Año Jubilar diocesano por el 775º aniversario de la sede episcopal segorbina”.
Así, el próximo lunes 18 de octubre comenzará el 3er curso de catequistas en Castellón, en los salones parroquiales de Santa María, y el sábado 30 de octubre se iniciará el 2º curso en Segorbe, en el Seminario Menor Diocesano.
Cabe recordar que el curso completo consta de tres módulos que se imparten durante tres años consecutivos: el ser, el saber y el hacer del catequista. Las sesiones son presenciales y la metodología es activa, participativa y expositiva para lo cual se entrega el material necesario, así como la documentación complementaria, con el fin de ofrecer la posibilidad de ahondar en los contenidos.
La Iglesia Diocesana de Segorbe-Castellón ha acogido, con júbilo e inmensa alegría, a una nueva feligresa en la Parroquia de San Juan Bautista en la Vall d’Alba. Alma María Amor López ha recibido este mediodía los Sacramentos de Iniciación Cristiana de manos del Obispo de nuestra Diócesis, D. Casimiro López Llorente, en una celebración que ha tenido lugar en la misma parroquia.
Ha sido una celebración de profunda emoción, tanto para Alma María y su familia, como para la comunidad parroquial de La Vall d’Alba que la ha acompañado hoy, y el conjunto de la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón. La ceremonia ha estado presidida por nuestro Obispo y concelebrada por el párroco, D. Óscar Bolumar, y el Secretario D. Ángel Cumbicos y, en la parte musical ha participado el Coro parroquial de La Vilavella. En las semanas previas a la celebración de hoy, tal como ha mencionado D. Casimiro al inicio de la celebración, Alma María ha realizado los escrutinios y las celebraciones del «Padre Nuestro» y del «Credo» tal como indica el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos y el Decreto del Catecumenado vigente en nuestra Diócesis.
Durante la homilía, D. Casimiro, ha tenido palabras de profundo cariño hacia Alma María por «recibir los Sacramentos ya adulta y libremente porque eso es testimonio para los demás». Este ha sido un día «muy grande – ha dicho el Obispo – para Alma María, para la comunidad parroquial de La Vall d’Alba y para nuestra Iglesia diocesana». Y es que D. Casimiro se había comprometido especialmente con Alma María (en proceso de recuperación de su enfermedad) en administrarle el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión, «porque no hay nada más grande para un Obispo que ser mediador de la vida de Dios y de su palabra para los humanos».
La administración de los Sacramentos de Iniciación Cristiana suponen «la celebración de la vida de Dios en medio de nosotros» y, hoy, especialmente en la vida de la nueva feligresa y de su familia (esposo e hijo). El Señor ha actuado hoy de una forma especial a través de las manos de nuestro Obispo en favor de Alma María. En su camino de conversión ha estado acompañada por el párroco, Rvdo. D. Óscar Bolumar Asensi; por su madrina en la celebración, María Remolar; y por el grupo de oración de la parroquia.
El Señor, ha destacado D. Casimiro, «se sirve de representantes suyos como los pastores y las comunidades parroquiales para llegar a su encuentro, y poco a poco Él va tocando el corazón y tú – refiriéndose a Alma María- , has hecho este proceso ya adulta haciendo tuya su palabra y dejando que haya cambiando tu vida». De esta forma, en la predicación de nuestro Obispo durante su homilía, ha recordado qué celebramos en el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión.
Bautismo
«A través del Bautismo celebramos el amor de Dios hacia la persona». De esta forma, hoy, Alma María ha «renacido a la vida de los hijos e hijas de Dios pues Él te limpia de toda mancha que se haya producido en tu vida para hacerte su hija amada y te entronca en el Misterio de Jesucristo haciéndote discípula de Él». Con el Bautismo de hoy, Alma María, ya forma parte de la comunidad parroquial de La Vall d’Alba y de la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón. «El Bautismo representa la muerte de Jesús y nuestra muerte en el pecado para renacer a la vida nueva que brota de la Cruz del Señor y que está representada en el Cirio Pascual»
Confirmación
Hoy el Señor ha estado grande, pues «te va a llenar con el Espíritu Santo en la Confirmación, llenándote de su amor para siempre. Y podrás contar con Él como tu padre, con Jesús como tu hermano, y con la Iglesia como tu familia», gracias al Don del Espíritu Santo recibido a través de la Confirmación por la imposición de las manos de nuestro Obispo. Este es un Don que es «fuerza que necesitamos todos y, especialmente tu, para sobrellevar estos momentos de dolor y de incertidumbre, ayudando también a tu familia a llevarlos». Y es que a través del Don del Espíritu Santo, «sabemos que Jesús nunca nos abandona, nos guía, siempre está ahí y te dará ánimo y fuerza en los momentos más duros», a través de la familia, los vecinos, pero también a través de la comunidad cristiana de la, Alma María, ya forma parte.
Con los dones recibidos hoy Alma María nunca más va a estar sola en su enfermedad, en la fe o en su crecimiento de vida espiritual, ha dicho D. Casimiro, «para que no decaigas y perseveres en el Don que hoy vas a recibir y que es la siembra de la vida del Señor dentro de ti, llamada a germinar, a madurar y a dar frutos de buenas obras, de santidad y de amor», también en el matrimonio y en la familia, ha exhortado D. Casimiro, porque estamos creados «por amor y para el amor», ha concluido el Obispo, dando paso a la Liturgia de la Eucaristía en la que Alma María ha recibido la Primera Comunión.
La Iglesia, como agente de evangelización, promueve con este libro que se ha publicado recientemente («Catequesis inclusiva: orientaciones para adaptar la catequesis a las personas con discapacidad»), una «catequesis abierta, apoyando así las adaptaciones necesarias para las personas con necesidades físicas, auditivas, visuales, intelectuales, mentales y orgánicas» ha confirmado Carlos María Asensi, Delegado diocesano de Catequesis y autor del libro junto a los delegados diocesanos de Santiago de Compostela, Madrid y Sevilla.
El objetivo general del libro es poder atender, a partir del conocimiento de las características y especificidades de cada discapacidad, «a todos los niños y niñas, así como a aquellos adultos para, siguiendo las pautas que ofrece esta guía se puedan incorporar a las catequesis parroquiales». Esta dirigido principalmente a catequetas y catequistas, así como a los agentes de pastoral diocesana y parroquial, pero también a los seminaristas, familias, teólogos y alumnado de Teología y Ciencias religiosas con intereses académicos, pastorales y catequéticos en la evangelización de las personas con necesidades de apoyo en la Iglesia. El libro se puede adquirir en la Delegación Diocesana de Catequesis (Palacio Episcopal en C/ Gobernador, 8).
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