La Catedral de la Asunción de Nuestra Señora de Segorbe acogió, ayer por la tarde, la Eucaristía con motivo del Día del Seminario, que presidió nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. Entre otros sacerdotes concelebró el Cabildo Catedral, el rector del Seminario Mayor Mater Dei, D. Juan Carlos Vizoso; del Seminario Redemptoris Mater, D. Pablo Vela; y del Seminario Menor Mater Dei, D. José Antonio Morales.
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Según datos publicados por la Conferencia Episcopal Española (CEE) con motivo del Día del Seminario, el número de seminaristas en España baja, por primera vez, de los 1.000. En total, nuestro país cuenta con 974 seminaristas mayores, la peor cifra desde que hay registros, y las causas son claras: la secularización y la falta de compromiso de los jóvenes.
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Este día, decía el Obispo en la homilía, es “para orar por las vocaciones, para que el Señor nos siga enviando vocaciones a nuestra Iglesia diocesana y a toda la Iglesia en el mundo, por la formación de estos jóvenes que han sentido la llamada, para que crezcan dando una respuesta generosa al Señor, y que crezcan en santidad, para ser buenos y santos pastores del pueblo santo de Dios”.
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En este sentido, D. Casimiro explicó que la pastoral vocacional es una responsabilidad que afecta a todos los miembros de la Iglesia. “Es responsabilidad de todos ayudarnos mutuamente para vivir nuestra vocación cristiana y específica – decía – porque necesitamos sacerdotes que sigan representando y actuando en la persona de Cristo Jesús, proclamando la Palabra en su nombre, y celebrando la Eucaristía, que es la fuente necesaria para que la Iglesia permanezca”.
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El encuentro personal con el Jesús “es lo que cambia el corazón, y a eso tenemos que tender todos, los bautizados en general, y los seminaristas, matrimonios y, por su puesto el Obispo junto con los sacerdotes”. Sin ese encuentro es imposible que se dé “la tarea que tenemos encomendada por el Señor de llevar a otros al encuentro sanador, liberador y recreador”.
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Hoy se ha perdido “el sentido de la llamada del Señor – advertía-, porque no hay sentido para la trascendencia, incluso en nuestras catequesis, porque lo que interesa en muchos casos es recibir un sacramento y cumplir”. Por ello, “toda la actividad pastoral, pero sobre todo la catequesis, de iniciación, en las parroquias y colegios, tienen que ser: llevar al encuentro con el Señor”.
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Exhortó “a ayudar a los niños y a los jóvenes a que se pongan a la escucha de Jesús para ver si les llama, y si es el caso acompañarles”, decía mencionando a sacerdotes, catequistas, profesores, padres y comunidades. “No tener miedo a proponer la vocación»: «Si la respuesta es negativa ya tenemos respuesta; si es dubitativa hay que hacer un seguimiento, y si es afirmativa ya tenemos una vocación. La propuesta vocacional necesita personas convencidas e identificadas con su vocación».
El día 19 de marzo celebramos el Día del Seminario. Por san José, todos los años, nuestros seminarios diocesanos mayores –Mater Dei y Redemptoris Mater– y el seminario menor Mater Dei y las vocaciones al sacerdocio están de un modo más intenso en el centro de nuestra oración, reflexión y acción pastoral.
En este momento contamos con dieciocho seminaristas mayores –tres en el Mater Dei y quince en el Redemptoris Mater-, así como con tres en el seminario menor. A pesar de lo que nos puedan parecer estos números padecemos una fuerte sequia vocacional al sacerdocio. Sólo cuatro seminaristas mayores proceden de nuestra Iglesia diocesana: uno del Mater Dei y tres del Redemptoris Mater.
Esta sequía vocacional entre nosotros nos ha de interpelar a todos. Los sacerdotes son y siguen siendo necesarios para generar y regenerar la comunidad cristiana como pastores en nombre de Jesús, el buen Pastor, Cabeza y Pastor de su Iglesia. Nos urge pues situar la pastoral vocacional en un lugar privilegiado de nuestras comunidades cristianas. Decía san Juan Pablo II que “la pastoral vocacional exige ser acogida, sobre todo hoy, con nuevo, vigoroso y más decidido compromiso por parte de todos los miembros de la Iglesia” (PDV, n. 34d). Todos -obispo, sacerdotes, religiosos y seglares, familias y comunidades cristianas- hemos de implicarnos activamente en la promoción de las vocaciones sacerdotales. No nos quedemos en una tristeza o queja inútil; es la hora de la fe y de la confianza en el Señor que nos envía a seguir echando las redes en la tarea de la pastoral vocacional.
Cuatro palabras nos han de acompañar en nuestro camino y tarea: orar, sensibilizar, proponer y acompañar. En primer lugar y antes de nada está la oración. La vocación es don de Dios. Jesús nos mandó: “rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 36-38). La oración confiada e insistente a Dios por las vocaciones es siempre eficaz, crea conciencia vocacional en toda la comunidad cristiana y prepara la tierra para sembrar la semilla vocacional. Potenciemos las iniciativas que ya se están realizando en muchas parroquias, comunidades de religiosas y de contemplativas, como la exposición del Santísimo los jueves para orar por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales. Además podemos añadir cada día una petición por las vocaciones en las preces de Laudes y Vísperas, unirnos a las cadenas de oración con este fin o pedir a los enfermos que oren y ofrezcan sus sufrimientos por las vocaciones, Y hemos de acudir siempre a la intercesión de la Virgen María y de los Santos en nuestra oración.
Es necesario además sensibilizar creando ámbitos donde se pueda plantear a los adolescentes y jóvenes el sentido de la vida como vocación y donde puedan preguntarse ¿qué quiere Dios de mí? Se trata de una responsabilidad de todos, especialmente de los sacerdotes; es el testimonio de su vida el que puede despertar en el joven el deseo de identificarse con el ministerio. En este sentido hemos de ayudar a la comunidad y a las familias cristianas a valorar, desde la fe y no desde una perspectiva sociológica o humana, el ministerio sacerdotal. Para esta sensibilización se ofrecen aquellos ámbitos donde los jóvenes puedan encontrase personalmente con el Señor en la oración, en retiros o ejercicios espirituales, que les ayude a descubrir el amor de Cristo en su propia vida, y a responder con amor a quien por amor se entregó por nosotros. La sensibilización vocacional no puede faltar en el proceso catequético de iniciación cristiana, en los colegios diocesanos, en las convivencias con monaguillos o en los movimientos de adolescentes.
En tercer lugar propongamos personalmente a niños, adolescentes y jóvenes la llamada de Dios al sacerdocio tomando como modelo el llamamiento de Jesús a sus apóstoles. La llamada de Jesús fue siempre directa y personal. No tengamos miedo a proponer explícitamente la vocación al sacerdocio. Si la respuesta es negativa ya tenemos respuesta; si es dubitativa hay que hacer un seguimiento, y si es afirmativa ya tenemos una vocación. La propuesta vocacional necesita personas convencidas e identificadas con su vocación.
Y finalmente hemos de acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes que se sienten llamados por el Señor para ayudarles a discernir y madurar su vocación. Con este fin reabrimos hace unos años el Seminario Menor. Pensemos también en el seminario en familia o en grupos de acompañamiento. Los sacerdotes y agentes de pastoral deberían acompañar a las familias y en especial a aquellas que tengan hijos con inquietud vocacional, para que favorezcan la vocación.
Cuidemos con esmero a nuestros seminarios, a nuestros seminaristas y las vocaciones al sacerdocio ordenado. Seamos también generosos en la colecta. La Iglesia y nuestro mundo necesitan sacerdotes, hombres de Dios para servir a los hermanos.
Todos los años, en torno a San José, celebramos el Día del Seminario. En esta ocasión, el día 19 de marzo es Domingo por lo que la celebración de la Solemnidad de San José ha de trasladarse al lunes, 20 de marzo.
La Conferencia Episcopal propone que el Día del Seminario se pueda celebrar el Domingo, día 19, o el lunes, día 20. En nuestra Diócesis celebraremos el Día del Seminario, el día 19 de marzo. IV Domingo de Cuaresma. Por tanto, en las Misas vespertinas del sábado y en las Misas del Domingo, se tomarán los textos del IV Domingo de Cuaresma, se tendrá en cuenta el Día del Seminario en la monición de entrada, en la homilía y en la oración universal de los fieles, y se hará la colecta en favor del Seminario en todas las Misas. Aprovechemos este día para conocer, rezar y apoyar, también económicamente, a nuestros seminarios mayores Mater Dei y Redemptoris Mater, y a nuestro seminario menor Mater Dei.
La Solemnidad de San José, patrono de la Iglesia universal, se celebrará el día 20 de marzo. Esta fiesta es día de precepto en toda la Iglesia (cf. c. 1246 CIC) y, en consecuencia, en nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón. Así pues, se recuerda a todos los miembros de la Iglesia diocesana la obligación de participar ese día en la celebración de la Eucaristía, a no ser que, por razones de trabajo u otras circunstancias, exista dificultad grave para cumplir con este precepto. Se recuerda a los sacerdotes, que en todas las parroquias han de ofrecer el horario de Misas de los Domingos y se ruega pedir por nuestros Seminarios y las vocaciones al sacerdocio ordenado en la oración universal de los fieles.
Nuestra Iglesia y nuestras comunidades necesitamos buenos y santos sacerdotes según el corazón de Cristo. Hemos de amar a los Seminarios y rezar de manera especial por nuestros seminaristas, por su santificación y su buena formación, además de ayudarles económicamente con nuestro donativo. En los próximos días el rector del Seminario Mater Dei hará llegar los materiales necesarios para la Jornada (carteles, guion litúrgico, sobres).
En este tiempo de sequía vocacional os pido redoblar nuestra oración por las vocaciones al sacerdocio y cuidar la pastoral vocacional. Hemos de rogar personal y comunitariamente al Dueño de la mies, para que envíe obreros a su mies. Toda vocación es un don de Dios, pero lo hemos de pedir con humildad e insistencia. Nuestra oración por las vocaciones se hace más intensa en torno al Día del Seminario; pero no puede faltar todos los días a lo largo del año. Muchas gracias
Fue ayer en el contexto de la Vigilia de Oración por las Vocaciones organizada anualmente por ANE y ANFE
Cercano el día de San José, patrón del Seminario, la Adoración Nocturna Española (ANE) y la Adoración Nocturna Femenina Española (ANFE) se reunieron ayer noche en el Seminario Mater Dei para celebrar la Vigilia de oración por las vocaciones sacerdotales.
Además, en el contexto de esta vigilia anual de ANE y ANFE, en la Iglesia mayor del Seminario tuvo lugar el rito de Institución de Acólitos para tres candidatos al diaconado permanente – Vicente Meneu, Paco Rubio y Abraham Saera – y de un seminarista del Mater Dei – Álvaro González.
Por este motivo, tras el rezo del Santo Rosario por parte de los adoradores, de los seminaristas diocesanos y de sus formadores, tuvo lugar la Misa con el rito de Institución de Acólitos, que presidió Monseñor Casimiro López, y en la que también participaron familiares, diáconos y sacerdotes.
Cabe recordar que el acólito ayuda al diácono y al sacerdote en el servicio del altar.
El Obispo indicó la conveniencia para nuestra Iglesia diocesana de que, en las próximas celebraciones de esta Vigilia de oración por las vocaciones, estuviera involucrada toda la Diócesis, “porque a todos nos tiene que implicar la oración ante la necesidad que tenemos de seminaristas y de sacerdotes”, también “ante la dificultad que tenemos para que se generen cristianos”.
D. Casimiro también recordó el documento “Pastoral Vocacional. Orientaciones de los Obispos de la Provincia Eclesiástica Valentina”, elaborado en el año 2012, y en el que se recogen las líneas de acción de cualquier proyecto de Pastoral Vocacional orientada al ministerio sacerdotal: la oración; la sensibilización, que haga nacer en el joven la pregunta “¿Qué quiere Dios de mí?”; la propuesta, que debe tomar como modelo el llamamiento que hizo Jesús a sus discípulos; y el acompañamiento, ya que la Iglesia tiene la responsabilidad de acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes que se sienten llamados por el Señor para ayudarles a discernir y madurar su vocación.
Con el inicio del mes de marzo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención por las víctimas de abusos: “Oremos por los que sufren a causa del mal recibido por parte de los miembros de la comunidad eclesial: para que encuentren en la misma Iglesia una respuesta concreta a su dolor y sufrimiento”.
Nuestro trabajo nos ha llevado a reconocer, una vez más, que la gravedad de la plaga de los abusos sexuales a menores es por desgracia un fenómeno históricamente difuso en todas las culturas y sociedades. Solo de manera relativamente reciente ha sido objeto de estudios sistemáticos, gracias a un cambio de sensibilidad de la opinión pública sobre un problema que antes se consideraba un tabú, es decir, que todos sabían de su existencia, pero del que nadie hablaba. Esto también me trae a la mente la cruel práctica religiosa, difundida en el pasado en algunas culturas, de ofrecer seres humanos —frecuentemente niños— como sacrificio en los ritos paganos. Sin embargo, todavía en la actualidad las estadísticas disponibles sobre los abusos sexuales a menores, publicadas por varias organizaciones y organismos nacionales e internacionales (OMS, Unicef, Interpol, Europol y otros), no muestran la verdadera entidad del fenómeno, con frecuencia subestimado, principalmente porque muchos casos de abusos sexuales a menores no son denunciados, en particular aquellos numerosísimos que se cometen en el ámbito familiar.
De hecho, muy raramente las víctimas confían y buscan ayuda. Detrás de esta reticencia puede estar la vergüenza, la confusión, el miedo a la venganza, los sentimientos de culpa, la desconfianza en las instituciones, los condicionamientos culturales y sociales, pero también la desinformación sobre los servicios y las estructuras que pueden ayudar. Desgraciadamente, la angustia lleva a la amargura, incluso al suicidio, o a veces a vengarse haciendo lo mismo. Lo único cierto es que millones de niños del mundo son víctimas de la explotación y de abusos sexuales.
La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética. El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños. No hay explicaciones suficientes para estos abusos en contra de los niños. Humildemente y con valor debemos reconocer que estamos delante del misterio del mal, que se ensaña contra los más débiles porque son imagen de Jesús. Por eso ha crecido actualmente en la Iglesia la conciencia de que se debe no solo intentar limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia. La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces.
Quisiera reafirmar con claridad: si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad. Hermanos y hermanas, en la justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de la ira de Dios, traicionado y abofeteado por estos consagrados deshonestos. El eco de este grito silencioso de los pequeños, que en vez de encontrar en ellos paternidad y guías espirituales han encontrado a sus verdugos, hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder. Nosotros tenemos el deber de escuchar atentamente este sofocado grito silencioso.
Así pues, el objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren. La Iglesia, para lograr dicho objetivo, tiene que estar por encima de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “para que el testimonio de los sacerdotes ayude a que broten nuevas vocaciones al sacerdocio y los jóvenes respondan a la llamada de Dios”.
Estamos viendo estos días el gran papel que sacerdotes, religiosos y consagrados están llevando a cabo en esta situación lacerante de pandemia. La importancia de su presencia se ha visto subrayada por tantos testimonios de entrega y acompañamiento en nuestra diócesis y en el mundo entero. En muchos casos, sacerdotes y consagrados han entregado su vida por atender a los contagiados por el coronavirus.
Hemos de rezar con fe e insistencia a Dios para que muchos jóvenes escuchen la voz de Dios, acojan la llamada del Señor a seguirle y entreguen su vida al servicio del Evangelio y de los hermanos, en el sacerdocio o en la vida consagrada. Jesús mismo, el Buen Pastor, nos pide orar por las vocaciones: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 36-38). Jesús mismo, antes de llamar a los apóstoles, pasa la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre (cf. Lc 6, 12). Como la vocación de los discípulos, también las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de la oración confiada e insistente al ‘Señor de la mies’, sea en la oración personal o de las comunidades parroquiales, de las familias cristianas o de los grupos de oración.
Este fin de semana ha tenido lugar, en el Seminario Mater Dei, la quinta convivencia vocacional para chicos de este curso pastoral, organizada por el Seminario Menor Diocesano y la Delegación de Pastoral Vocacional, y en la que en esta ocasión han participado trece.
En total son 10 las convivencias organizadas, a las que pueden asistir chicos a partir de sexto de primaria y hasta bachillerato. Tal y como explicó el Rector del Seminario Menor, D. José Antonio Morales, “estos encuentros pretenden ser sólo un apoyo a la labor que se realiza en cada parroquia”, ofreciendo un servicio de colaboración con los párrocos.
Colaborar con ellos en esta tarea, indica, “es la mejor manera de trabajar por despertar vocaciones al sacerdocio, pues muchas veces conocéis personalmente a estos chicos, les queréis acompañar y no descartáis, al traerlos, la esperanza de una posible llamada vocacional”. Todos aquellos chicos que estén interesados tienen un correo electrónico en el que se les informa de todos los detalles: seminariomenorsegorbecastellon@gmail.com.
Cabe recordar que, junto a las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret de Benicàssim, también se han organizado convivencias vocacionales de fin de semana para chicas, desde quinto de primaria hasta bachillerato. En este caso, las interesadas deberán escribir a convivenciaschicas@gmail.com. En ambos casos pueden participar en juegos o campeonatos, disponen de momentos de oración y de formación cristiana, así como de acompañamiento vocacional.
El Rector del Seminario Menor Diocesano Mater Dei de Castellón, D. José Antonio Morales, ha escrito una carta a las parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón informando de todas las convivencias vocacionales organizadas para este curso pastoral, tanto para chicos como para chicas.
Para los chicos, a partir de sexto de primaria y hasta bachillerato, se han preparado 10 convivencias, que tendrán lugar en fin de semana en el Seminario Mater Dei. Según explica el Rector, “estos encuentros pretenden ser sólo un apoyo a la labor que se realiza en cada parroquia”, ofreciendo un servicio de colaboración con los párrocos. Colaborar con ellos en esta tarea, indica, “es la mejor manera de trabajar por despertar vocaciones al sacerdocio, pues muchas veces conocéis personalmente a estos chicos, les queréis acompañar y no descartáis, al traerlos, la esperanza de una posible llamada vocacional”.
En el caso de los encuentros para chicas, desde quinto de primaria hasta bachillerato, se han organizado junto a las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret de Benicàssim. Son 9 convivencias, también de fin de semana, en el Seminario Mater Dei. En ambos casos podrán participar en juegos o campeonatos, momentos de oración y de formación cristiana, así como de acompañamiento vocacional.
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