Presentación
Decía el beato Juan Pablo II: “Sin sacerdotes la Iglesia no podría vivir aquella obediencia fundamental que se sitúa en el centro mismo de su existencia y de su misión en la historia” (PDV 1). El ministerio ordenado es necesario para generar y regenerar la comunidad cristiana como sacramento del Cristo, Cabeza y Pastor de su Iglesia, y para garantizar la identidad de las comunidades cristianas. Por eso la pastoral vocacional es urgente, y hay que situarla en un lugar privilegiado de nuestras comunidades cristianas. Toda la comunidad cristiana –sacerdotes, miembros de la vida consagrada y laicos– tenemos que poner en el centro de nuestro corazón esta tarea pastoral y dedicar un notable esfuerzo para alentar la llamada al ministerio sacerdotal.
La iglesia tiene que vivir en la confianza que le infundó el Señor: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”(Lc 10, 2). Acto de confianza plena en el amor de Dios que sigue agraciando a su Iglesia con niños, adolescentes y jóvenes a los que el Señor continúa llamando al ministerio ordenado. La base irrenunciable de toda Pastoral Vocacional es esa confianza en la acción amorosa de Dios unida a la cooperación activa por parte de cada uno de nosotros.
En esta mediación activa nos encontramos todos los miembros de la Iglesia, y de modo especial los Obispos. Con claridad lo afirma la citada Exhortación Postsinodal Pastores Dabo Vobis recogiendo la indicación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia: “La primera responsabilidad de la pastoral orientada a las vocaciones sacerdotales es del Obispo, que está llamado a vivirla en primera persona, aunque podrá y deberá suscitar abundantes tipos de colaboraciones” (PDV 41). Conscientes de esa importante responsabilidad, los Obispos de la Provincia Eclesiástica hemos tratado en varias reuniones el modo de impulsar en nuestras iglesias diocesanas esta tarea pastoral. Nuestra reflexión ha estado acompañada por el trabajo previo y simultáneo de los delegados diocesanos de Pastoral Vocacional.
Como fruto de nuestro trabajo ofrecemos ahora a nuestras iglesias diocesanas la presente orientación sobre la Pastoral Vocacional de la Provincia Eclesiástica Valentina. Cada diócesis, bajo la dirección de su Obispo, verá el modo y el momento concreto de aplicar las distintas líneas y propuestas de acción.
Confiamos a la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia y de las vocaciones sacerdotales, que la Pastoral Vocacional en nuestras diócesis se vea coronada con el fruto abundante de buenos y santos sacerdotes.
Valencia, 3 de mayo de 2012
Fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago
+Carlos, Arzobispo-Metropolitano de Valencia
+Rafael, Obispo de Orihuela-Alicante
+Jesús, Obispo de Mallorca
+Casimiro, Obispo de Segorbe-Castellón
+Vicente, Obispo de Ibiza
+Salvador, Obispo de Menorca
+Enrique, Obispo Auxiliar de Valencia
Introducción
La llamada que el Señor dirige a los niños, adolescentes y jóvenes para que estén con él, para que le sigan y para enviarles a predicar, es permanente. También hoy el Señor sigue llamando.
Constatamos que esta llamada del Señor hoy es escuchada especialmente en determinadas realidades eclesiales, caracterizadas por una fuerte vivencia personal y comunitaria de la fe: movimientos, asociaciones, comunidades… También resulta esperanzador constatar que hay ámbitos de la vida eclesial en los que es factible hacer una propuesta vocacional, especialmente en la pastoral de infancia y adolescencia.
A pesar de esto, no podemos ignorar las dificultades que encontramos en nuestra cultura para que esta llamada permanente del Señor alcance a muchos jóvenes.
Estas dificultades, en parte, tienen su origen tanto en el hecho de que en la cultura actual de occidente se infravalora el sacerdocio, como en el fenómeno que se da en algunos grupos y miembros de la misma Iglesia que minusvaloran la Pastoral Vocacional.
A partir del Concilio Vaticano II se ha destacado en la predicación y en la pastoral de la Iglesia el valor fundamental de la vocación a la santidad de todos los bautizados. Este hecho ha provocado que haya distintas realidades eclesiales (secretariados, delegaciones, órdenes religiosas…) que dirigen sus esfuerzos a promover la vocación universal a la santidad. Sin embargo, la tarea propia de la Pastoral Vocacional es promover directa y específicamente las vocaciones de especial consagración.
Puesto que el ministerio sacerdotal forma parte de la estructura constitutiva de la Iglesia, ya que sin ministerio no hay Eucaristía y sin Eucaristía no hay Iglesia, en este documento nos centraremos más específicamente en la Pastoral Vocacional orientada al ministerio sacerdotal.
Estas orientaciones, elaboradas por los Obispos de las distintas Diócesis de la Provincia Eclesiástica Valentina, pretenden ofrecer un proyecto marco para la Pastoral Vocacional, que tenga como eje vertebrador la llamada a ser Apóstol.
La llamada
En estos momentos constatamos que las situaciones en las que pueden surgir los planteamientos vocacionales son muy distintas y variadas, por ello debemos tener en cuenta que los gérmenes vocacionales pueden hallarse en ámbitos y momentos de la vida que hasta ahora no eran frecuentes. Los responsables de la Pastoral Vocacional deben prestar atención a esta pluralidad.
A modo de ejemplo indicamos tres situaciones que pueden ser paradigmáticas y que exigen respuestas diversas.
- La llamada a Samuel en el templo (I Sam 3,1-21)
Nos encontramos con niños, adolescentes y jóvenes vinculados a las parroquias, colegios, movimientos, grupos… que se encuentran en la misma situación que Samuel, a quien nadie le había hablado directamente de la llamada del Señor y no entendía lo que estaba ocurriendo. Dios le llama “mientras Elí duerme”.
Estos jóvenes pueden tener la experiencia de acudir a un sacerdote buscando luz en su situación y encontrarle ocupado en tantas cosas que le cueste reconocer que tal vez Dios les esté llamando.
- ii. La invitación de Jesús al Joven Rico (Mt 19, 16-22)
Nos encontramos con jóvenes que tienen una experiencia de Dios, que trabajan con los pobres, que forman parte de grupos que les ayudan a madurar en la fe… Esta experiencia les puede llevar a preguntarse sobre el sentido de la vida y a desear ir más allá de lo que están haciendo. Puede ser éste un buen momento para que el sacerdote, al constatar estas inquietudes, invite al joven a entregarse al servicio del Evangelio.
Esto es lo que el Papa Benedicto XVI planteó a los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid:
“Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su designio sobre mi vida? ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca?”.
iii. La llamada de Jesús a los apóstoles (Mc 1, 16-20)
La mayoría de jóvenes están muy ocupados en sus trabajos y estudios, no se han preguntado lo que el Señor quiere de ellos y no será fácil que se lo cuestionen si alguien no les invita directamente al seguimiento del Señor. Aunque esta llamada resulte sorprendente y novedosa y en un primer momento sea rechazada, la semilla vocacional ya ha quedado sembrada en su corazón, y en algún momento puede fructificar.
Los dos primeros caminos que hemos indicado se dan de una manera más o menos ordinaria en muchos ámbitos de la realidad eclesial. Actualmente se hace necesaria una vuelta al dinamismo vocacional del Evangelio, en el que el Señor llama directa, personal e individualmente al ministerio apostólico, incluso a jóvenes que no se lo habían planteado explícitamente.
Líneas de acción
- Orar
El primer paso de cualquier proyecto de Pastoral Vocacional es retomar el mandato del Señor “Rogad al dueño de la mies…” (Mt 9, 36-38). La oración por las vocaciones, al responder a una indicación del mismo Cristo, es siempre eficaz, crea una conciencia vocacional en toda la comunidad cristiana, y “prepara la tierra” allí donde hay que sembrar la semilla vocacional. Por estas razones se hace necesario potenciar todas las iniciativas que se están realizando en cada una de las diócesis y promoverlas donde no existan.
A modo de indicación habría que recordar algunas de estas acciones:
- Exposición del Santísimo los jueves, ofreciendo desde las Delegaciones de Pastoral Vocacional materiales sencillos para orar por las vocaciones.
- Invitar a los sacerdotes, a las comunidades religiosas y a los laicos a rezar por las vocaciones en el Oficio Divino. Para ello se elaborará una separata donde se propondrá una sencilla plegaria para laudes y vísperas de cada día.
- Organizar en la provincia eclesiástica, en torno a la celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, una cadena de oración.
- Potenciar las vigilias de oración con Jóvenes, en las que se pida por las vocaciones sacerdotales y por la fidelidad y la santidad de los que han sido llamados.
- Pedir en distintos momentos del curso la oración de:
- Los mayores, enfermos e impedidos, tanto de las parroquias como de los hospitales, quienes con el ofrecimiento alegre y confiado de sus dolencias y sufrimientos, se convierten en agentes privilegiados de esta oración. Para ello se pedirá la colaboración de Pastoral de la Salud y de los Capellanes de los hospitales.
- Las comunidades contemplativas, que en el silencio fecundo de su vida escondida con Cristo en Dios, se entregan por la Iglesia y sus necesidades. Para ello se potenciará en los conventos y monasterios de clausura una oración personal por cada uno de los seminaristas.
- Acudir a la intercesión de la Virgen María y de los Santos. Al respecto nos indica el Catecismo de la Iglesia Católica «por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad […] No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra […] Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad»[1].
- Sensibilizar
Además de la oración por las vocaciones, es necesario crear ámbitos y espacios donde se pueda plantear a los jóvenes el sentido de la vida vivida como vocación, donde puedan descubrir que la Palabra de Dios les interpela y, conociendo el testimonio de personas consagradas, puedan preguntarse por el proyecto que Dios tiene sobre su vida. Esta sensibilización es importantísima ya que puede hacer nacer en el joven la pregunta: ¿Qué quiere Dios de mí?
- Se trata de una responsabilidad de toda la comunidad cristiana, especialmente de los sacerdotes y consagrados que no pueden sustraerse a esta misión. Es el testimonio de su vida el que puede despertar en el joven el deseo de identificarse con el ministerio.
Por ello todo lo que pueda ayudar a los sacerdotes a vivir con alegría y amor a Jesucristo su sacerdocio redundará en un bien directo en la Pastoral Vocacional. Dado el ritmo de vida en el que nos movemos se hace necesario proponer a los sacerdotes un retorno a lo esencial del ministerio, ofreciéndoles los medios necesarios (Encuentros sacerdotales donde revisar la escala de valores en la acción ministerial, Retiros y Ejercicios Espirituales). Todo esto les ayudará a vivir la alegría del ministerio y a contagiarla.
- Es necesario ayudar a la comunidad cristiana a que valore, desde los ojos de la fe y no desde una perspectiva sociológica o humana, el ministerio sacerdotal. Para ello se sugiere que se tengan momentos en la vida de las comunidades cristianas que ayuden a ver al sacerdote como alguien que actúa en persona de “Cristo cabeza”. Uno de esos momentos puede ser la celebración de la fiesta del “Buen Pastor” donde se invite a las comunidades cristianas a agradecer el don del sacerdocio.
- Un instrumento privilegiado para esta sensibilización son aquellos ámbitos donde los jóvenes puedan encontrase personalmente con el Señor y compartir esta experiencia comunitariamente: oraciones, convivencias, retiros, ejercicios espirituales… Esto les ayudará a descubrir el amor de Cristo en su propia vida, y a “responder con amor a quien por amor se entregó por nosotros”[2].
- Habrá que crear ocasiones en parroquias, colegios, grupos, movimientos, universidad… Y en aquellos ambientes donde tal vez es difícil tener contacto con seminaristas, sacerdotes o novicios… en las que los jóvenes puedan escuchar testimonios vocacionales que les lleven a identificarse con ellos y preguntarse: ¿Me llama Cristo a seguirle más de cerca?
- Privilegiar algunos lugares concretos en los que es posible la sensibilización vocacional.
- El proceso catequético de iniciación cristiana
- Destacar el carácter sacramental del ministerio sacerdotal en las catequesis.
- Cuidar la presencia del sacerdote en la catequesis para propiciar la relación personal con los niños y adolescentes.
- Participar en la oración por las vocaciones, con especial atención a la oración por el sacerdote.
- Proponer en el proceso de iniciación cristiana algunas catequesis específicas sobre la vocación.
- ii. Colegios Diocesanos
- Potenciar la figura del director espiritual.
- Proponer visitas al Seminario Menor o Mayor.
- Proponer una jornada vocacional en la que sacerdotes y seminaristas puedan dar testimonio de su vocación.
- Organizar concursos de redacción, fotografía, canción… sobre temática vocacional.
iii. Monaguillos
- Crear donde no existan y potenciar donde los haya grupos de monaguillos que además de participar en la liturgia se reúnan para rezar juntos, formarse, realizar actividades vocacionales y encontrarse con sacerdotes que, desde su testimonio personal, les ayuden a plantearse la vocación.
- Conseguir que estos grupos de monaguillos conozcan el Seminario Menor, mediante convivencias, encuentros, oraciones… creándose de este modo una relación con los seminaristas y con el mismo seminario.
- Movimientos de adolescencia
- Invitar a los movimientos de infancia y adolescencia a aquellas actividades, convivencias y retiros en los que se plantee la llamada del Señor.
- Sugerir a los movimientos que en su plan de formación incluyan explícitamente el planteamiento vocacional.
- Proponer
Una propuesta vocacional debe tomar como modelo el llamamiento que hizo Jesús a sus discípulos y apóstoles.
- La llamada de Jesús a sus discípulos fue directa. Jesús llamó a los que él quiso y cuando él quiso después de pasar la noche orando (Lc 6,12). Por ello es necesario que no se tenga miedo alguno a proponer explícitamente la vocación al sacerdocio. Debemos ser conscientes siempre de que, si la respuesta es negativa ya tenemos respuesta; si es dubitativa hay que hacer un seguimiento, y si es afirmativa ya tenemos una vocación. Esto implica que no se puede confundir la Pastoral Vocacional con la Pastoral de Juventud, ya que aunque toda Pastoral Juvenil debe ser vocacional, la Pastoral Vocacional, debe explicitar su carácter propio.
- La llamada de Jesús a sus discípulos fue personal, de “tú a tú”. Para que esto pueda darse no se puede descuidar en la pastoral aquellos ámbitos de trato personalizado con los niños, adolescentes y jóvenes: sacramento de la penitencia, dirección espiritual…
- La llamada de Jesús a sus discípulos proviene de alguien que está totalmente identificado con su misión. Para la propuesta vocacional se necesita mediaciones convencidas: sacerdotes, seminaristas, personas consagradas que vivan desde un auténtico amor a Jesucristo su vocación. Éstos son los mejores agentes vocacionales.
- Acompañar
La Iglesia tiene la responsabilidad de acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes que se sienten llamados por el Señor para ayudarles a discernir y madurar su vocación.
Para cumplir esta tarea manifestamos nuestra preferencia por algunos medios e instituciones que deberían estar presentes en las Diócesis de la Provincia Eclesiástica Valentina.
- Se apuesta decididamente por el Seminario Menor como espacio en el que “proporcionar a quienes manifiestan indicios de vocación sacerdotal la formación que les disponga a seguir a Cristo pastor con espíritu de generosidad y pureza de intención”[3], evitando de este modo que el Seminario Menor se convierta en un Colegio Diocesano.
Sería positivo que hubiera una relación entre los Seminarios Menores de la Provincia Eclesiástica para compartir experiencias, intercambiar materiales, etc.
- Dada la diversidad de situaciones personales y familiares que encontramos en la actualidad debemos abrir el ámbito de posibilidades de acompañamiento vocacional a niños y adolescentes que por distintos motivos no puedan residir en el Seminario Menor: Seminario en Familia, pre-seminario, grupos de acompañamiento…
- Instituir el Centro de Orientación Vocacional (C.O.V.) donde no lo haya y potenciarlo donde ya exista, como lugar en el cual los jóvenes puedan ser acompañados en su proceso de discernimiento vocacional, y puedan madurar en su planteamiento. Se les invitará a participar en oraciones, convivencias, retiros…
Junto a estas instituciones es necesario que los sacerdotes y agentes de pastoral acompañen a las familias, y especialmente a aquellas que tengan hijos que muestran inquietud vocacional, para que se cree un clima espiritual en el que se valore positivamente y se favorezca la vocación.
Responsables
Siguiendo las orientaciones de la exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis del beato Juan Pablo II (nº 41) recordamos la urgencia de que “se difunda y arraigue la convicción de que todos los miembros de la Iglesia, sin excluir ninguno, tienen la responsabilidad de cuidar las vocaciones”. También el Concilio Vaticano II nos recordó que “el deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la comunidad cristiana”[4].
Esta responsabilidad compete en primer lugar al Obispo, que está llamado a vivirla en primera persona aunque pueda y deba buscar colaboraciones. “Él se preocupará de que la dimensión vocacional esté siempre presente en todo el ámbito de la pastoral ordinaria”. Él, además, tiene “el deber de promover y coordinar las diversas iniciativas vocacionales”.
También los sacerdotes son solidarios y corresponsables con el Obispo en la búsqueda y promoción de las vocaciones presbiterales. Su vida misma, su testimonio de servicio al Señor y a su Iglesia, su concordia fraterna y su celo por la evangelización son el factor primero y más persuasivo de fecundidad vocacional.
La familia cristiana debe ofrecer las condiciones favorables para el nacimiento de las vocaciones. Al participar de la misión educativa de la Iglesia, las mismas familias formen como un primer seminario en el que los hijos adquieran el sentido de la piedad, de la oración y el amor a la Iglesia.
En sintonía con la labor de los padres está la escuela. Cuando ésta está enriquecida de espíritu cristiano puede despertar en el corazón de los jóvenes el deseo de cumplir la voluntad de Dios sin excluir la vocación al ministerio sacerdotal, e incluso presentándola explícitamente.
También los fieles laicos que desempeñan tareas eclesiales (catequistas, seminaristas, profesores, educadores, animadores de pastoral juvenil…) tienen una gran importancia en la pastoral de las vocaciones sacerdotales. Si profundizan en el sentido de su misión y ministerio en la Iglesia, ayudarán a descubrir el valor de la vocación y de la misión sacerdotal.
Conclusión
Estamos convencidos de que hoy Dios sigue llamando a niños, adolescentes y jóvenes de nuestras comunidades cristianas a ser apóstoles.
Dirijamos nuestra mirada al Dueño de la mies para que nos ayude a ver la realidad en la que vivimos como lugar donde él quiere manifestarse, y a asumir como un reto esperanzador los nuevos métodos, ardores y lenguajes que hoy necesita la Pastoral Vocacional.
Ponemos la Pastoral Vocacional de las Diócesis de nuestra Provincia Eclesiástica bajo la protección de la Virgen María, Madre de la Iglesia y de los sacerdotes, y del Beato Juan Pablo II, quien siempre tuvo un celo especial por las vocaciones y animó sin cesar a los jóvenes a que no tuvieran miedo de seguir a Cristo. Que su intercesión haga fructificar esta tarea pastoral.
Valencia, 20 de febrero de 2012
[1] Catecismo de la Iglesia Católica 956.
[2] Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con los voluntarios, (JMJ Madrid 2011).
[3] Pfsm 1.
[4] OT 2.