Los catequistas de comunión de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, Castellón, se han aliado con las nuevas tecnologías para facilitar que los niños y niñas que se están preparando para recibir la Primera Comunión no pierdan sus catequesis.
Es un complemento a las catequesis presenciales, tal y como explica uno de los seis catequistas, Rodrigo Más, en estos tiempos de dificultad a causa de la pandemia de la Covid-19. Es un proyecto que se inició en marzo y que duró hasta mayo. “Empezó el año pasado, cuando nos confinaron y no hubo catequesis de comunión, y para no dejar a los niños sin catequesis les hicimos videos con lo que les iba quedando, ya fuera en Semana Santa, Pascua…”.
Para ello “simplemente creamos un canal en YouTube que se llama Catequesis Online Castellón y vamos subiendo como mínimo dos videos a la semana en los que se explican a los niños diferentes temas de catequesis”, explica Rodrigo. Además, han creado un perfil en Instagram llamado “catequesiscastellon”.
Pero debido a la situación sanitaria actual han optado por retomar el proyecto, “como estas dos semanas la cosa se ha puesto fea, ante la dificultad para asistir de los niños, hemos paralizado la catequesis presencial, de momento estas dos semanas, y hemos decidido seguir haciéndoles la catequesis de manera ‘online’, haciendo también Kahoots o gymkanas online”. Algunos de estos catequistas pertenecen al movimiento Juvenil JUNIORS, un movimiento vinculado a la parroquia en el que se busca evangelizar a los niños a través de juegos.
El archivo Catedralicio de Segorbe ha localizado y recuperado para sus fondos una carta manuscrita original (210 x 150 mm), de puño y letra del mismo obispo de Segorbe Francisco Cepeda y Guerrero (Cádiz, 1668- Segorbe, 1748), dirigida a su hermano Antonio Cepeda, que hasta el momento se conservaba en manos privadas.
Datada en 24 de mayo de 1744, en ella el Obispo acepta la propuesta de la Hermandad de la Esclavitud del Rosario de Cádiz de ser incorporado como Hermano, al igual que lo habían hecho los obispo de Yucatán y Paraguay.
Francisco de Cepeda Guerrero (1731-1748), gaditano de nacimiento, estudiante en Sevilla, donde fue juez eclesiástico y canciller y, posteriormente canónigo de su ciudad natal y visitador de la diócesis, fue nombrado Obispo de Segorbe en 1731, siendo un obispo muy querido por sus diocesanos. En su episcopado se firmó el concordato de 1737, siendo una de sus iniciativas más importantes la ordenación del archivo capitular, trasladado bajo sus indicaciones a la conocida desde entonces como torre del Archivo, ubicada sobre la sala capitular antigua.
También promulgó la realización de un censo de población en sus territorios diocesanos, a los que visitó pastoralmente, impulsó el culto a la Virgen de la Cueva Santa, cuyo santuario mejoró arquitectónicamente y pleiteó con la Cartuja por la cuestión de las aguas. Murió en la ciudad episcopal, donde fue enterrado en el Panteón de Obispos de la Seo.
Entre sus obras publicadas reconocidas encontramos su “Panegírico fúnebre que la Ciudad de Cádiz celebró por la muerte de Luis XV de Francia, Padre de Felipe V de España, en la Catedral de esta Ciudad (1711)» y la de su «Oración fúnebre que hizo en la Catedral de Segorbe (1746) por la muerte del rey de España, Felipe V.»
Esta mañana se ha celebrado, en la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón, la Misa de lanzamiento de Campaña de Manos Unidas. Ha sido presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y a pesar de las circunstancias sanitarias y de movilidad han podido asistir numerosos socios y voluntarios, además de la directiva de la ONG de la Iglesia Católica en la Diócesis, encabezada por su presidenta, Amparo Faulí.
En el inicio de la homilía, D. Casimiro ha dicho que “somos colaboradores de la obra del Señor, y es bueno recalar una y otra vez en la fuente de nuestra tarea, de nuestra misión, en vuestro caso de luchar contra el hambre de pan de cultura y de Dios en el mundo”.
“Y lo hacemos en un momento muy delicado y complejo, donde el miedo puede paralizarnos”, ha advertido, y por ello “es bueno mirar hacia lo alto y saber que no estamos solos, que con nosotros camina el Señor, que nos sigue enviando a la misión, en este caso ayudar en la lucha contra el hambre, contra la falta de educación y contra la falta de sanidad en los países más pobres y más desfavorecidos”.
Y para ello también debemos saber que “María, la madre de Jesús y madre nuestra, la Mare de Déu del Lledó, también nos acompaña, vela por nosotros y nos alienta en la misión, en el inicio de esta nueva campaña de Manos Unidas”, ha continuado.
Ante las lecturas proclamadas, las de este día, el Obispo ha invitado a centrar la mirada en Cristo Jesús y “a ofrecer sacrificios de alabanza que sean expresión de nuestra fe, y sacrificios que no se queden en la mera alabanza a Dios, sino que se conviertan en una caridad activa, hacer el bien”. También invitaba, atendiendo a la voluntad del Padre, al amor fraterno, “no solo a los que nos rodean, sino abierto al mundo entero, a los más pobres, a los más necesitados, porque esos son los más cercanos de Dios”.
“Hemos de dejar que nuestro corazón sea un corazón compasivo, es decir, que sufra con el necesitado, con el pobre, con aquel que le falta lo más fundamental para vivir, que es el alimento material, el alimento de cultura y el alimento de Dios”, ha exhortado.
Ante la situación actual de pandemia, el Obispo ha invitado a trabajar por el bien común, a la solidaridad, “y a colaborar para que a todos lleguen los medios necesarios para superarla con la dignidad de hijos e hijas de Dios”. Ante la distribución de las vacunas “pocos piensan en aquellos más necesitados que no tienen el dinero necesario y suficiente para pagarlas”.
Campaña 62
En su Campaña 62, que en este año 2021 se va a desarrollar bajo el lema “Contagia solidaridad para acabar con el hambre”, Manos Unidas se va a centrar en denunciar las consecuencias que la pandemia de coronavirus está teniendo entre las personas más vulnerables del planeta, y en promover la solidaridad entre los seres humanos como única forma de combatir la pandemia de la desigualdad, agravada por la crisis sanitaria mundial, que castiga con hambre y pobreza a cientos de millones de personas en el mundo.
La ONG de la Iglesia Católica quiere reafirmar este año la dignidad de todo ser humano y sus derechos; la necesidad de generar nuevos estilos de vida más solidarios; y la urgencia, desde la política y la economía, de crear condiciones de vida más humanas, centradas en la dignidad de cada persona y en el bien común.
Proyectos asumidos en la Diócesis
Tras cumplir con los objetivos del curso pasado, con los proyectos de Camerún y Haití, son dos más los proyectos que Manos Unidas Castellón ha asumido para trabajar en esta campaña. Se va a impulsar «el acceso igualitario a la justicia, el cuidado y la protección de mujeres y niñas en el distrito de Sagar (India) que beneficiará a más de 2.600 mujeres, niñas y adolescentes.
Se trata de un proyecto cuyo presupuesto supera los 67.500€ y que tiene como como objetivo primordial el empoderamiento de la mujer, como escalón fundamental, para que pueda participar en las decisiones políticas de su comunidad, priorizando el acceso a las ayudas gubernamentales que les corresponden.
Por otra parte, desde los arciprestazgos de Almassora, Burriana, Nules, Onda, Segorbe, Jérica, La Vall d’Uixó y Vila-real trabajarán por «el impulso de la justicia social y la economía familiar en el contexto del Covid» en el Altiplano (Guatemala). El proyecto, con un presupuesto de 69.820 €, va dirigido a que más de 3.500 jóvenes de entre 14 y 30 años de edad adquieran habilidades comunicativas y de análisis para incorporarse en las agendas municipales y logren representatividad. Esto es especialmente crucial en este momento en que la crisis social y económica se ha incrementado por la situación de la pandemia del coronavirus, que está azotando a las poblaciones más necesitadas y abandonadas de la acción del Estado.
En la fiesta de la Virgen de Lourdes, el 11 de febrero, celebramos la Jornada Mundial del Enfermo. Este día es propicio para recordar, para traer a nuestra memoria y a nuestro corazón, a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su asistencia como en el seno de las familias. Desde aquí quiero mostrar mi cercanía espiritual y la de nuestra Iglesia a todos los enfermos y de modo particular a quienes sufren los efectos de la pandemia del coronavirus, y a sus cuidadores. A todos les aseguro la solicitud, el afecto y el compromiso activo de nuestra la Iglesia, de las comunidades parroquiales y de cuantos la integramos hacia los enfermos, sus familias y sus cuidadores.
La pandemia del Covid-19 nos ha mostrado con toda claridad que somos frágiles, vulnerables y mortales; y que nos necesitamos los unos de los otros. Toda enfermedad es un signo de nuestra condición humana, finita y limitada, y de nuestra dependencia. También esta es una condición que caracteriza nuestro ser ‘creaturas’; no somos dueños de la vida. El reconocimiento de esta verdad nos invita a ser humildes, a practicar la solidaridad y, sobre todo, a abrir nuestra mirada a Dios, que nunca nos abandona. Así lo muestra la figura de Job. En la obscuridad de su enfermedad y en su aparente sinsentido, él pregunta. Al final, Dios mismo le confirma que su sufrimiento no es una condena o un castigo, tampoco lejanía de Dios o un signo de su indiferencia. Así, del corazón herido y sanado de Job, brota esa conmovida declaración al Señor: “Te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos” (42,5).
Los enfermos no nos pueden ser indiferentes: no podemos olvidarlos, ocultarlos o marginarlos. Jesús siempre se acercaba y atendía a los enfermos, especialmente a los que habían quedado abandonados y arrinconados por la sociedad. La cercanía y compasión de Cristo hacia los enfermos, sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase son un signo maravilloso de que Dios ha visitado a su pueblo y del amor de Dios hacia cada uno de ellos. La compasión de Jesús hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: “estuve enfermo y me visitasteis” (Mt 25, 36).
Ante los enfermos, que siempre tienen un rostro concreto, Jesús nos pide acercarnos y detenernos, escucharles y establecer una relación directa y personal con el enfermo, sentir empatía y conmoción por él o por ella, dejarse involucrar en su sufrimiento hasta llegar a hacerse cargo de él por medio del servicio, como hace el buen Samaritano (cf. Lc 10,30-35). En la atención gratuita y en la acogida afectuosa de cada vida humana, sobre todo de la débil y enferma, el cristiano expresa un aspecto importante de su testimonio evangélico siguiendo el ejemplo de Cristo, que se ha inclinado ante los sufrimientos materiales y espirituales del hombre para curarlos.
Este es el amor fraterno que todo cristiano y toda comunidad cristiana hemos de tener hacia los enfermos. El mismo Jesús encargó a sus discípulos la atención de los enfermos. Por ello el cuidado cercano y fraterno de los enfermos, hecho con compasión y gratuidad, no puede faltar nunca en nuestra Iglesia diocesana y en cada parroquia. Los enfermos han de ocupar un lugar prioritario en la oración, vida y misión de todas nuestras comunidades cristianas y de los cristianos, siguiendo las palabras de Jesús y su ejemplo al modo del buen samaritano. Contamos con un buen número de visitadores de enfermos en muchas parroquias y, en los hospitales, con muchos voluntarios: junto con los sacerdotes y los capellanes, se acercan y atienden a los enfermos y a sus familias humana y espiritualmente. Cada vez hay más personas enfermas y solas a las que acercarse y cuidar.
Es lamentable que haya quienes priven a sus familiares enfermos de la atención y cercanía del sacerdote o de los visitadores sea en casa o en los hospitales. Muchas veces lo hacen en contra de voluntad del mismo enfermo, lo que denota falta de respeto y de verdadero amor. De otro lado, no olvidemos que en todos los hospitales existe un servicio religioso católico, que se ha pedir expresamente para que los capellanes o visitadores puedan acudir a las habitaciones y evitar trabas administrativas.
Un acompañamiento integral u holístico de los enfermos, pide cuidar también la dimensión espiritual de los enfermos; es la mejor manera de tratarles con verdadera humanidad y caridad cristiana. La fe en Cristo Jesús, muerto y resucitado, cura y sana, y da aliento y esperanza en la enfermedad al enfermo y a la familia.
Esta mañana, en la parroquia de La Asunción de Alboraya, Valencia, se ha celebrado la Misa Exequial por el eterno descanso del Rvdo. D. José Burgos Casares, que falleció el miércoles pasado en su localidad natal. La celebración ha estado marcada por las especiales circunstancias de la pandemia.
La celebración ha sido presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, con quien ha concelebrado el Cardenal Arzobispo de Valencia, D. Antonio Cañizares. En el comienzo de la homilía, D. Casimiro ha indicado los diferentes cargos ejercidos a lo largo de su ministerio sacerdotal, en el ámbito formativo, de acompañamiento espiritual, y en los ámbitos parroquial y diocesano.
Cargos pastorales que ejerció con una entrega total, en “una vida gastada y desgastada al servicio de Dios, de su Iglesia y del Evangelio”, ha dicho, ejerciendo “un ministerio siempre con fidelidad, con generosidad, con mucha prudencia y celo pastoral, con amor y total disponibilidad a su Iglesia y a su Obispo”.
“Podemos afirmar que ha sido un sacerdote benemérito y ejemplar, y por ello entra a formar parte ya del patrimonio espiritual de nuestro presbiterio de Segorbe-Castellón, y también del vuestro, queridos sacerdotes de la Archidiócesis de Valencia”, ha continuado el Obispo.
Por todo ello, en “esta mañana damos gracias a Dios pos su persona, por su sacerdocio, por su buen ejemplo y por su fidelidad al ministerio, y a la vez oramos a Dios para que le perdone todas sus faltas y pecados y pueda contemplarle ya, cara a cara, en la plenitud de su gloria”.
Bajo el lema «Presos y Familias», era el décimo tercer año consecutivo que la Pastoral lanzaba su campaña de Navidad, con la que la Iglesia tenía los objetivos de recaudar dinero y hacer visibles a los presos y a sus familias, «invisibles por la pandemia».
La pandemia ha zarandeado todas nuestras estructuras y proyectos, y está dejando como consecuencia demasiadas pobrezas: emocionales, psicológicas, laborales y evidentemente económicas.
Sonia Barreda, delegada diocesana de Pastoral Penitenciaria, ha explicado que “desde la delegación salimos a contar a nuestra Diócesis como los presos son víctimas de todas las pobrezas mencionadas, y como además esta pandemia los ha hecho mucho más invisibles”.
“Los muros de nuestras cárceles son ahora mucho más altos y difíciles de atravesar, para poder visitar a un familiar o llevarle ropa, para recibirlo en la calle disfrutando de un permiso o simplemente para que pueda llamarles por teléfono”, informa.
En este sentido, la pastoral ha podido ser su voz en los tiempos de Adviento y de Navidad, “las parroquias de nuestra Diócesis nos han abierto las puertas generosamente y han dejado que los pobres de los pobres sean también parte de su comunidad”, ha continuado. Todos los sábados y domingos, en varias eucaristías se pudo escuchar testimonios de voluntarios que acercaban una realidad que para muchos es desconocida.
Según la Delegada, “como fina lluvia que penetra en la tierra, esto dio su fruto y ha hecho posible que muchos feligreses, parroquias, comunidades de religiosos y religiosas hayan dado valor a la misericordia en forma de aportaciones económicas, y con ellas se ha cubierto con éxito la campaña más complicada que seguramente vamos a vivir”.
“La incertidumbre con la que comenzábamos se transformó poco a poco en sorpresa y especialmente en agradecimientos por tanta generosidad. Satisfacción por el trabajo y el esfuerzo realizado a pesar de las dificultades que el maldito bicho nos ponía cada día, satisfacción cuando ahora veremos que hombres y mujeres podrán salir de permiso a nuestras casas, recibirán peculio que podrán invertir en llamadas de teléfono, recibirán zapatillas nuevas y ropa de abrigo para tan gélido invierno etc. ¡Y se repite el milagro de los panes y los peces! (Mt 14, 13-22), a pesar de nuestra incredulidad”, concluye Sonia Barreda.
La caridad, y en particular la justicia social, guían las prioridades pastorales del curso en la Diócesis. Es un tema complejo y, aseguran los agentes de pastoral, desconocido en muchos sectores. Por ello es importante la oferta formativa que ha programado Cáritas Diocesana.
Esta tarde, de 17 a 18:30 horas, tendrá lugar la segunda conferencia del ciclo de este curso 2020-21, y con el que Cáritas Diocesana trata el aspecto de «Vivir el mandamiento del amor y el compromiso por la justicia como servicio a los más necesitados y testimonio de la fe».
En esta ocasión el ponente será Armando Cester, que hablará de la «Dimensión social de la evangelización» en su conferencia online. Para poder recibir el enlace a la charla es necesario inscribirse previamente en: https://forms.gle/rDQrWmmtzYZizVjR9 Recordamos también que para información se puede escribir a formación@caritas-sc.org o enviar un mensaje de WhatsApp al 657894857.
Cursos y sesiones informativas
Junto con las conferencias trimestrales, el curso de Cáritas incluye sesiones informativas sobre la labor que realiza con los más necesitados y de testimonio de la fe, de formación para voluntarios, o sobre diversos temas relacionados con la realidad de exclusión, pobreza e injusticia, como la sesión formativa sobre acoso y violencia psicológica de mayo.
El sacerdote D. José Burgos ha fallecido hoy en su localidad natal, Alboraya (Valencia). Nació el 12 de febrero de 1931, hijo de D. Daniel Burgos y Dña. María Casares, y bautizado en la parroquia de La Asunción de Alboraya. Ingresó en el seminario de Segorbe en 1945, y se licenció en Teología por la Universidad Gregoriana. Recibió el presbiterado en la Concatedral de Santa María, Castellón, en 1966.
Desde entonces, D. José desempeñó numerosos cargos en nuestra Diócesis. Entre ellos fue profesor y Superior del Seminario Mater Dei; Delegado Diocesano de Ecumenismo; capellán del Colegio Universitario de Castellón; profesor de Religión en el Instituto “Francisco Ribalta”, y Capellán del Colegio Menor de Castellón.
Además, fue Teniente cura de la Santísima Trinidad de Castellón, párroco de San Bartolomé y San Jaime de Nules, Arcipreste de Nules y representante en el Consejo de Presbiterio, miembro del Colegio de Consultores y del Consejo Pastoral Diocesano, párroco de Santa María de Castellón, y Delegado de Misiones y Cooperación entre las Iglesias. Se jubiló en el año 2012.
La misa exequial por su eterno descanso tendrá lugar este viernes, 5 de febrero a las 12 horas en la parroquia de La Asunción de Alboraya.
Ayer, martes 2 de febrero, se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar las solicitudes presentadas por las Cáritas en el territorio.
Esta semana se han presentado dos peticiones globales, de Cáritas Interparroquial de Castellón y de Cáritas Parroquial de Almenara. Las ayudas concedidas se destinarán a vales de alimentación y apoyar especialmente la respuesta de los equipos en estos momentos.
Además, se han presentado diez peticiones de ayuda desde los equipos de Cáritas de San Francisco, de Santa María y de Ntra. Sra. del Carmen de Castellón, de Cáritas de San Jaime de Vila-real, de Cáritas Interparroquial de La Vall d’Uixó, de Cáritas de San Bartolomé de Onda y de Cáritas de Almenara. Las peticiones han sido para cubrir necesidades básicas de alimentación, alquileres y suministros de luz y agua. Entre todas, esta semana se han cubierto ayudas por valor de 5.589,38€.
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