Se ha presentado, en esta ocasión de forma virtual, el Anuario 2020 de COPE Castellón, que recoge lo más destacado del pasado año en nuestra provincia y que reconoce el papel de los colectivos que han sido y siguen siendo esenciales contra la pandemia.
El periodista Raúl Puchol y el Director de COPE Castellón, Josep Lázaro, han sido los encargados de presentar este Anuario, contando con la participación, a través de diferentes vídeos, de algunos de los protagonistas de esta publicación, como es el caso de nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
En el Anuario se resume, mes a mes y con sus protagonistas, lo más destacado del pasado año y, como no podía ser de otra manera, en sus páginas centrales recoge, a modo de sencillo reconocimiento, el apartado “El año de pandemia” con las opiniones de representantes de diferentes colectivos o sectores que han sido y siguen siendo esenciales en la lucha contra el coronavirus o que han sufrido los negativos efectos del mismo. Entre ellos se encuentran Juan Manuel Aragonés, Director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, y José María Mira de Orduña, Director del centro de Castellón de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
El próximo lunes, 8 de febrero, festividad de Santa Josefina Bakhita, la Iglesia celebra la VII Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata, este año bajo el lema “Economía sin trata de personas”.
Es un lema “vinculado con la encíclica del Papa Francisco Fratelli Tutti, que aporta el marco propicio para sentar las bases y el fundamento para lograr un sistema económico justo y sostenible, donde no haya lugar alguno para la trata de personas ni a la explotación”, indicia el director del Secretariado de Migraciones de la Diócesis, Juan Crisóstomo Nangagahigo.
El Papa Francisco convoca esta Jornada desde el año 2015, y en el Ángelus del 8 de febrero de 2015 manifestó su deseo: «que cuantos tienen responsabilidades de gobierno tomen decisiones para remover las causas de esta vergonzosa plaga, plaga indigna de una sociedad civil. Que cada uno de nosotros se sienta comprometido a ser portavoz de estos hermanos y hermanas nuestros, humillados en su dignidad».
La Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana, dedica esta jornada a todas las personas que son víctimas de este tráfico, por falta de recursos o porque pertenecen a sectores sociales “invisibles”.
Círculo del Silencio
El año pasado, el Secretariado organizó una vigilia de oración en la parroquia de San Agustín, Castellón, pero en esta ocasión no va a ser posible una celebración similar por las circunstancias que estamos viviendo, por lo que Juan Crisóstomo nos invita a unirnos en la oración desde casa. Para ello, el Departamento de Trata de la Conferencia Episcopal Española ha organizado un Círculo del Silencio, que tendrá lugar esta tarde a las 19 horas, y al que invita a unirse con una vela encendida.
De la misma forma, el Departamento de Trata, también ha organizado la Vigilia de Oración, que se celebrará el lunes 8 de febrero a las 19 horas y que podrá seguirse a través del siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=t651cahnLKs&feature=youtu.be El Secretariado de Migraciones de la Diócesis nos invita a que nos unamos en oración a dicha Vigilia.
«Esta celebración obedece al claro llamamiento que el Papa Francisco viene haciendo a toda la humanidadpara construir un presente de paz en el encuentro con el otro»
El 21 de diciembre del pasado año, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una propuesta de resolución para que cada 4 de febrero se celebrase el Día Internacional de la Fraternidad Humana, por ser la fecha en la que el Papa Francisco y el imán de la Universidad de Al-Azhar firmaron el Documento sobre la fraternidad humana en 2019 en Abu Dabi.
Es por ello que el próximo jueves, de cara a la primera Jornada, el Cardenal Miguel Ángel Ayuso, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, indica que la orientación ofrecida por la Encíclica Fratelli tutti es central. Dar a conocer su contenido, indica, contribuye a mostrar “la comunión intraeclesial y la gracia sacramental que nos une unos a otros y que juntos nos convierte en un solo cuerpo cum Petro y sub Petro, mientras celebramos la fraternidad y amistad social a la que nos llama” la misma Encíclica y la celebración del Día Internacional de la Fraternidad Humana.
La propuesta de la amistad social y de una fraternidad universal, reitera haciendo mención a la Encíclica, es un camino que debe recorrerse bajo el reconocimiento básico de “percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia”, pues “el amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Solo el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos”.
Para ello se recogen una serie de requisitos indispensables que deben ser respetados y tenidos en cuenta, como son:
“Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente”.
La justicia, pues “mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal”.
“La libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones”.
La Iglesia tiene un importantísimo papel público en este camino, y para los cristianos, “el manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo. De él surge para el pensamiento Cristiano y para la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos”.
El Papa Francisco participará en la primera celebración
Organizado por el Jeque Mohammed bin Zayed, el próximo jueves 4 de febrero, tendrá lugar en Abu Dhabi una celebración virtual en la que participará el Papa y del Cardenal Ayuso. También asistirá el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, además de otras personalidades.
En este mismo encuentro se otorgará el Premio Zayed a la Fraternidad Humana, inspirado en el Documento de la Fraternidad Humana. Tanto el encuentro como la ceremonia de entrega de premios serán retransmitidos en varias lenguas a partir de las 14:30 p.m (hora de Roma), 13:30 (hora GMT) por Vatican News, el portal de información multimedia de la Santa Sede, y difundidos por Vatican Media.
La Iglesia española celebra hoy la Jornada Mundial de la Vida Consagrada de la que se cumplen hoy 25 años desde que en 1995 quedara así instituida por el Papa Juan Pablo II. Hoy se recuerda con especial gratitud y aprecio a las mujeres y hombres que a lo largo de los siglos, «dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han elegido este camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con corazón «indiviso» (cf. 1 Co. 7, 34),
En palabras de Juan Pablo II, esta celebración «quiere ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor».
Esta XXV Jornada lleva por lema: «La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido», haciéndose eco, por un lado «de la condición llagada del ser humano y de la creación entera, en la que todos nos sentimos reconocidos y espoleados; y por otro, evocar la vocación y misión de las personas consagradas en la Iglesia y en la sociedad, como signo visible de la verdad última del Evangelio, de la llamada perenne de Jesucristo y de la cercanía del Padre para con cada ser humano».
La vida consagrada constituye una fuente de riqueza para la comunidad eclesial, en todos sus carismas e instituciones porque, tal como dijo San Juan Pablo II, «anima y acompaña el desarrollo de la evangelización en las diversas regiones del mundo, donde no sólo se acogen con gratitud los Institutos procedentes del exterior, sino que se constituyen otros nuevos, con gran variedad de formas y de expresiones». Los consagrados han desempeñado siempre un papel de ayuda y apoyo a la Iglesia que también es necesario en el presente del Pueblo de Dios porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión.
El Subsidio Litúrgico de la Conferencia Espiscopal Española, tal como afirma nuestro Obispo en su carta semanal, advierte respecto a las heridas del mundo actual. Unas heridas que «supuran sin descanso más allá de los vaivenes de la política, la economía o la vida social». Los consagrados por el Señor, se afirma desde la Conferencia Episcopal Española, «conocen las luchas y los dolores de la existencia en carne propia y ajena; aprenden en la escuela de Cristo cómo acoger con profundidad y generosidad la fragilidad del día a día y el cáliz de angustia de las horas más amargas: las suyas y las de todos». La invitación a «la fraternidad» de esta Jornada, tal como advierte el Papa Francisco en «Fratelli tutti», es comprender «que hay algo que nos une a todos, por encima de diferencias y de muros; es aspirar a una lógica que ayude a sanar las heridas, y es también la consecuencia de sentirnos hijos de un mismo Dios.» La fraternidad, como reza el lema de la Jornada, es una apuesta por bajar las barreras y abrirnos las puertas. Por conjugar el «nosotros» por encima del «yo», por compartir más que acaparar. En este contexto de pérdida del sentido trascendente de la existencia, la vida consagrada se presenta como un modelo de ayudar a sanar algunas de esas heridas y a poner los propios talentos al servicio del Reino, sabiendo que ninguno de nosotros vale para todo, pero todos valemos para algo.
Vida consagrada en nuestra Diócesis
La Diócesis cuenta con más de una trentena de institutos de Vida Consagrada y casi 300 religiosas y religiosos «tocados por el amor de Dios», como asegura nuestro Obispo, y que viven entregados a la salud, a la educación, a prestar atención a los pobres, a la vida contemplativa y a la oración, dándose y entregándose a los demás siguiendo el ejemplo de Jesús como auténticos discípulos, por quienes damos gracias a Dios por el don que suponen para la Iglesia Diocesana de Segorbe-Castellón.
Con el inicio del mes de febrero se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención de oración universal para pedir que se erradique la violencia contra la mujer: “Recemos por las mujeres que son víctimas de la violencia, para que sean protegidas por la sociedad y para que su sufrimiento sea considerado y escuchado”.
En la Misa de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios del 1 de enero de 2020, Francisco nos recordó que “toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer”, y que “la salvación para la humanidad vino del cuerpo de una mujer: de cómo tratamos el cuerpo de la mujer comprendemos nuestro nivel de humanidad”.
Recordamos que el Santo Padre confía cada mes al Apostolado de la Oración una intención de oración que expresa sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la Iglesia. Además de comprometerse a orar por ellas, el Apostolado de la Oración se hace responsable de difundirla por el mundo.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española (CEE), por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por quienes se encuentran en situación de pobreza, falta de trabajo, marginalidad, discriminación, abuso o violencia, para que sean siempre respetados en su dignidad y puedan salir de esas situaciones injustas”.
Con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que celebramos mañana, martes 2 de febrero, entrevistamos a Miguel Mateu (Miguel María del Corazón de Jesús), Novicio en la Comunidad de Carmelitas Descalzos del Desierto de las Palmas.
Miguel tiene 20 años, es de Castellón y pertenece a la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen. Desde bien pequeño quería estudiar Medicina, concretamente le atraía la Traumatología, hasta que descubrió que el Señor le llamaba a consagrarse y a formar parte de esta comunidad.
Háblanos un poco de ti, ¿cómo descubriste tu vocación?
Fue aquí, en el Convento del Desierto de las Palmas, yo iba a 1º de Bachiller y tenía 16 años. A través de mi profesor de Religión, que nos invitó a una Pascua Joven, en 2016. Yo no iba buscando a Dios, era metalero, tocaba la guitarra eléctrica, tenía un piercing, solo me importaba salir con mis amigos…
Al año siguiente estaba muy agobiado por los estudios y por las cosas de esa edad, y ya venía buscando paz en un sitio especial como este. Nada más llegar vi a un Novicio, que no sabía ni lo que era, de rodillas rezando en la iglesia, y esa imagen me llamó mucho la atención, y me pregunté: “¿y ese que estará haciendo ahí, y por qué irá vestido así?”. Ese fue el primer toque que me dio el Señor.
Al día siguiente, un chico trajo agua del Jordán y nos hicieron la señal de la cruz con ella, y nos impusieron las manos, y en ese momento arranqué a llorar porque algo estaba pasando dentro de mí, y yo no sabía que era. Luego con los amigos volví a la misma vida de siempre, pero me acerqué a un fraile a explicarle lo que había experimentado, me dijo: “bueno, ya vamos hablando, vamos a dejar que el Señor haga”.
Llegó otra vez la Vigilia de Pascua y le dije que sí a Jesús, que quería entregarle mi vida y perderla por Él, y que además quería hacerlo siendo Carmelita Descalzo, sin saber bien que era, porque el Señor puso esa certeza en mí desde el principio. Estuve toda la celebración llorando.
¿En qué consiste el noviciado?
Es una etapa de más recogimiento, donde lo que se pretende es probar al Novicio para ver si esta es su verdadera vocación, de profundizar en tu vida interior, intentando reducir al mínimo todos los estímulos de fuera para conocerte mejor y escuchar la voz del Señor.
Yo diría que es la etapa más importante, en el sentido de que se forma al religioso en su propio carisma. La mitad de la mañana trabajamos, o barremos, que es nuestro hobby favorito, y por la tarde tenemos dos horas de clase.
Ser joven y optar por la vida consagrada hoy en día ¿no es un poco raro?
A ojos del mundo, seguir a Cristo es muy raro. Por desgracia, hoy en día vemos que los valores cristianos se han convertido en contravalores de la sociedad, incluso a veces dentro de la misma Iglesia, algunos valores, como la castidad, no se entienden.
Ser consagrado de Dios significa ser “de uso exclusivo para Él”, y hoy en día el compromiso es algo que da terror y que no está bien visto, además, lanzarse a un compromiso con alguien que no se ve con los ojos físicos desde luego que en el mundo no se entiende, y a veces incluso nosotros no lo entendemos. Seguimos a Cristo porque Él se ha enamorado de nosotros. Uno no decide de quien se enamora, es algo que acontece, y el amor como tal, por esencia es eterno. Otra cosa son los sentimientos, pero el amor es eterno, y el consagrado responde a ese amor que ha recibido de Dios.
¿Qué estudiáis los novicios?
Básicamente como ser un seguidor de Cristo, un buen religioso y un buen Carmelita Descalzo. Con el estudio y la lectura de nuestros santos, de la regla y las normas por las que nos regimos, y nos preparamos para la consagración religiosa a la que nos llama Cristo mediante la Iglesia. También hacemos cursos de los votos (obediencia, pobreza y castidad), de vida religiosa, de liturgia….
¿Qué es lo que te atrae de este modo de vida?, ¿crees que puedes encontrar la felicidad en la vida consagrada?
Muchas veces pensamos que Jesús nos llama aquí para ser felices, y la felicidad conforme se entiende y se nos vende, de estar bien, de no estar nunca triste, que no te pase nada, sin problemas… yo no he venido a buscar eso, porque Jesús me propone mucho más que todo eso.
Si Cristo murió por nosotros en la cruz, expresándonos el mayor amor que puede haber, no he venido a preocuparme por si soy feliz o no lo soy, he venido a seguirle. Si estoy aquí no ha sido por una decisión mía, ha sido porque Jesús me mostró en un momento que estaba enamorado de mí, y yo, sin poder prácticamente resistirme a su amor le dije que sí, y eso es lo que mueve mi vocación.
¿Qué papel juega la oración en la vida de un novicio?
Doy gracias a Dios porque tenemos dos horas de oración personal comunitaria, donde nos reunimos todos los hermanos de la comunidad en la capilla y estamos en silencio, buscando a ese Dios escondido y que se encuentra dentro de nosotros, buscando el conocimiento propio, que no es otra cosa que saber nuestra propia miseria y que no somos nada, y ¿qué miseria es esa?, pues que somos limitados, que las cosas y lo que hacemos no es como a nosotros nos gustaría, esa es nuestra verdad, y es una miseria que nos ayuda a amar a Dios. La verdad de uno mismo, aunque así nos lo vendan, no se puede encontrar sin Dios. Solo ante los ojos de Dios podemos saber quiénes somos realmente. Y eso es lo que se pretende en la oración. Dice Santa Teresa de Jesús que “el alma es de cristal, castillo luminoso, perla oriental”, en el alma mora Él, y con la oración pretendemos unirnos a Jesús y ser completamente de Él. Sin oración yo no entiendo mi vida, ni mi vocación, y nada tendría sentido. Si hay algún eje transversal en mi vida es la continua búsqueda de Dios, y sin la oración no hay búsqueda de Dios.
La vida interior es un aspecto fundamental y esencial de la vida cristiana, ¿crees que la cuidamos lo suficiente?
A veces arrasamos con nuestra vida interior, y vivimos como si Él no existiera, y es normal, porque profundizar en nuestra vida interior es una de las cosas más desgarradora que hay. A nadie le gusta reconocer su miseria, o ser sabedor de que todo no depende de sí mismo, de que necesita ayuda.
La vida interior hace que seas consciente de tus propios sentimientos y eso es mortal, porque te preguntas porqué estas triste, porqué sufres, es la expresión de la autocrítica, de cuestionarse, y este mundo vende todo lo contrario, vende la aparente superficialidad, donde todo es plano y no hay movimiento, y se busca el no sufrir, el no cuestionarse las cosas, el acallar la voz interior.
Los cristianos, que estamos en esta sociedad corremos el riesgo de beber de esta forma de pensar y de caer en la superficialidad que destroza nuestra vida interior e impide la comunicación con Dios, porque si el hombre tiene un anhelo de Dios, mucho más es el amor y el anhelo que tiene Dios de nosotros, siempre Él nos busca primero a nosotros, y sin vida interior no hay vida de fe, no hay vida de oración, no hay vida con Dios.
¿Quién es Dios para ti?
El Dios que se me muestra siempre ha sido un Dios muy amoroso, pero incluso en un sentido muy humano, con mucha pasión, muy parecido a una relación amorosa entre dos personas, Él es el amado, el esposo del alma, quien por las mañanas me levanta de la cama diciéndome: “es hora de amar, es hora de amarme”. Mi relación con Dios es como una canción de amor de estas muy empalagosas.
Ante el cierre de la Basílica de la Mare de Déu del Lledó y la imposibilidad de que los fieles tengan la oportunidad de honrar y rendir culto a su Patrona, esta mañana se ha celebrado el acto de Entronización de una imagen de la Virgen del Lledó en el altar mayor de la S. I. Concatedral de Santa María, Castellón, tal como «ha tenido a bien encomendar, nuestro Obispo y Pastor, D. Casimiro, a la Real Cofradía de la Mare de Déu del Lledó«, ha explicado el Prior de la Real Cofradía y Vicario de Pastoral de la Diócesis, Miguel Abril.
Con una «ceremonia sencilla y entrañable» se ha trasladado la imagen de la Patrona, que se ubica en una de las capillas laterales de la Concatedral, al altar mayor. Con ello, ha destacado Miguel Abril, «significamos la presencia de nuestra Madre que con su ternura quiere estar cerca de sus hijos y nosotros de Ella». De esta forma, los castelloneros podrán seguir manifestado su fervor y devoción, así como encomendarse a Ella que «con su mirada maternal acoge a todas las personas que están sufriendo: a los mayores, a los más jóvenes y a cuantos han perdido el trabajo o se encuentran en una gran incertidumbre sobre su futuro; la mirada de cuantos se encuentran en soledad y necesitados de razones para vivir con esperanza y sentido». El Prior de la Real Cofradía ha venerado con gran devoción a la Lledonera porque es Ella – ha dicho – «quien nos da amor, esperanza y consuelo y de quien recibimos el abrazo de Dios que debe estar en el centro de nuestra vida».
La entronización de hoy junto al altar mayor y la cruz lo es porque María «supo estar al pie de la cruz acogiendo la entrega de amor de su Hijo y quiere ser el corazón que nos guía, ampare, sostenga, siendo mediadora e intercesora por el fin de la pandemia, por el eterno descanso de los fallecidos, por la fortaleza para los sanitarios y trabajadores en primera línea» ha resaltado Miguel Abril. Y con la misma cercanía que la Mare de Déu nos mira y acoge «nosotros también queremos estar cerca, mirarle y rezarle porque creemos en la esperanza y queremos ser testigos de la fe y del amor inmenso de Dios; y ayudar a todos a saber encomendarnos como Jesús: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu, nuestras vidas, para siempre, para tu Reino, para la vida eterna».
El acto de entronización ha concluido con la celebración de una Eucaristía en la que como rezan los gozos se ha pedido a la Patrona «sigau llum i auxiliadora, del amor nostre, Senyora, Mare de Déu del Lledó», y se ha invitado a todos los fieles a «acoger a la Virgen con fervor y efusión».
En la Fiesta de las Candelas, el día 2 de Febrero, si las circunstancias lo permiten, iremos alegres con cirios encendidos al encuentro del Señor, que es presentado a Dios y al pueblo en el templo de manos de María y de José. Recordando la consagración de Jesús al Padre celebramos también este día la Jornada mundial de la vida consagrada. En este día tendremos presentes con cariño y gratitud a las monjas y los monjes de vida contemplativa, a los religiosos y las religiosas de vida activa y a las personas consagradas que viven en medio del mundo: todos ellos se han consagrado a Dios siguiendo las huellas de Cristo obediente, pobre y casto, para ponerse al servicio de la Iglesia y de todos los hombres. Configurados con Cristo son llamados y enviados a ser testigos de fraternidad en un mundo herido, como dice el lema de este año.
En Navidad, Jesús, el Hijo de Dios, nace en Belén para mostrar el amor de Dios hacia todo hombre y mujer, para revelarnos que todos somos hijos de un mismo Padre, llamados a participar de su mismo amor y vida. Toda persona humana es criatura de Dios, ha sido creada a imagen y semejanza de Dios y lleva en sí la impronta de Dios. Somos hijos e hijas de un mismo Padre. Este es el fundamento de la fraternidad universal a que llama el Papa Francisco en su hermosa encíclica social Fratelli tutti: “Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad. Estamos convencidos de que sólo con esta conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros. Porque la razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad” (n. 272).
Vivimos en un mundo herido. Es una realidad constatable en todos los pueblos y en todas las etapas de la historia. El hambre, la indigencia, la guerra, la persecución o la explotación no son cosa del pasado: siguen teniendo rostro concreto en tantos que están apaleados al borde de los caminos. A estos rostros se unen los afectados por la pandemia de la COVID-19, en especial los mayores y los más vulnerables; las víctimas de la degradación del planeta y de las catástrofes naturales; los inmigrantes y refugiados, que no encuentran acogida entre nosotros; las familias rotas y enfrentadas; las personas que han sufrido abuso y violencia en su dignidad humana; las nuevas generaciones y los parados de todas las edades, y un sinfín de seres humanos que sufren a nuestro lado.
Por su consagración a Dios en Cristo, los consagrados son y están llamados a ser para la Iglesia y la sociedad en un mundo herido, signo visible de la llamada perenne de Jesucristo a sentirse hermanos de un mismo Padre y a construir la fraternidad universal. Ellos muestran día a día con su oración, su presencia y su compromiso la cercanía de Dios Padre para con cada ser humano. Y todo ello lo hacen siguiendo el ejemplo del buen samaritano; se acercan, curan y atienden a los heridos por la vida.
En el silencio del monasterio con la oración o en el día a día al lado de los pobres y marginados, de los inmigrantes o de los encarcelados, de los ancianos o de los jóvenes, en la pastoral de las ciudades o del mundo rural, los consagrados muestran la misericordia del Padre Dios para con todos, y en especial para los más necesitados del amor de Dios. Su presencia es testimonio del paso del Señor por la vida de los hombres.
La vida consagrada es un don de Dios a la Iglesia y a la sociedad. Demos gracias a Dios por todos los consagrados siempre y en especial en esta Jornada. Pidamos a Dios por todos ellos para que sean fieles a su consagración, vocación y misión, y así nos remitan constantemente a Jesucristo, el Buen Samaritano. Él nos dice “Anda y haz tú lo mismo” (Lc 10, 35): ten compasión con el hermano herido al borde del camino, acércate, venda sus heridas, y cuida de él. Así serás también signo eficaz de fraternidad.
Roguemos también para que Dios siga suscitando entre nosotros vocaciones a la vida consagrada. Los consagrados -mujeres y hombres- son necesarios para la vida y la misión de nuestra Diócesis y de nuestras comunidades; son una riqueza que no siempre sabemos valorar. Pero hoy los necesitamos como nunca a estos testigos de Dios y testigos de fraternidad en un mundo herido. Pongamos nuestra confianza siempre en el Señor, que nunca nos abandona.
El miércoles pasado se celebró, vía online a causa de la pandemia, el Encuentro Anual de Delegados Diocesanos de Liturgia con el objetivo de establecer un diálogo entre todos los delegados de las diócesis españolas, con el fin de contar sus experiencias y propuestas sobre la liturgia en situación de pandemia: balance, retos y perspectivas. En dicho Encuentro participó Antonio Sanfélix, Delegado Diocesano de Liturgia y Música Sacra.
“La primera ponencia fue sobre el camino recorrido hasta ahora en nuestras diócesis desde que empezó la pandemia, con aportaciones que las distintas delegaciones habíamos hecho llegar”, ha informado Antonio Sanfélix. Para ello se analizaron todos “los aspectos positivos de cómo se ha vivido la liturgia durante el confinamiento y de todas las iniciativas que se han llevado a cabo en las diócesis”.
Pero por otra parte también se resaltaron “aquellas acciones que se tienen que reconducir y los abusos que se han observado durante este tiempo”. Un punto muy importante tratado en el Encuentro fue “la necesidad de ayudar a los fieles a la vuelta a las iglesias para la celebración presencial de la Eucaristía y demás sacramentos”.
“La segunda ponencia trató de afrontar retos y perspectivas ante esta realidad que, por desgracia, todavía estamos padeciendo y con la que tendremos que convivir un tiempo, Dios quiera sea lo más breve posible”, ha continuado el Delegado Diocesano. En este sentido, se incidió “en abrir caminos para prestar atención a las personas que, por cualquier motivo, están marginadas o se excluyen de la asamblea y de la sociedad” con el fin de poder acercarlos a la comunidad. En cuanto a la liturgia doméstica, se resaltó la importancia de desarrollar y cuidar la “oración en las familias como preparación a la celebración con la comunidad eclesial”.
Como dijo el Papa Francisco, «peor que esta crisis, es solamente el drama de desaprovecharla, encerrándonos en nosotros mismos». Por eso, desde las delegaciones de liturgia de las distintas diócesis españolas se quiere contribuir a seguir ayudando a las comunidades y parroquias a vivir, «de un modo distinto» pero con la misma intensidad, las celebraciones del Año Litúrgico, que tiene como centro el Misterio Pascual de Nuestro Señor Jesucristo.
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