El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, ha dirigido una carta a todos los catequistas, profesores de religión y profesores cristianos, con motivo del Año Jubilar que estamos celebrando desde el pasado día 12 de abril por el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe.
Todos estamos llamados a acoger este tiempo de gracia, pero de un modo especial «los catequistas, en el proceso de iniciación cristiana de niños, jóvenes o adultos o en el neocatecumenado de adultos ya bautizados»; los profesores de Religión «en la transmisión de la fe y moral de la Iglesia»; y los profesores cristianos «en la transmisión de los valores evangélicos por la palabra y el testimonio de vida en el ejercicio de vuestra tarea docente».
Es por ello que realiza una invitación singular a participar en la celebración del Jubileo en la Catedral de Segorbe, que tendrá lugar el sábado día 15 de octubre: a todos los catequistas de parroquias, colegios y del Camino Neocatecumenal, a todos profesores de Religión en colegios e institutos, así como a los profesores cristianos.
El Jubileo comenzará en la Capilla del Seminario de Segorbe a las 10:00 h. para salir en procesión-peregrinación hacia la Catedral a las 10:45 h., y allí celebrar los ritos y la Santa Misa. Además, al final de la celebración, el Obispo enviará a los catequistas y entregará la missio a los profesores de Religión.
Queridos catequistas, profesores de religión y profesores cristianos.
Como bien sabéis, nuestra Iglesia diocesana está celebrando un Año Jubilar con motivo del 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe y, con ello, del origen de nuestra Diócesis. El Jubileo es un tiempo de gracia para la conversión y la renovación personal y comunitaria, pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia. Como reza el lema del Jubileo, es un tiempo “para crecer en comunión y salir a la misión”. Si todos los diocesanos estamos invitados a acoger la gracia jubilar, más si cabe, lo estamos quienes tenemos o tenéis una misión especial e importante en la Iglesia: los catequistas, en el proceso de iniciación cristiana de niños, jóvenes o adultos o en el neocatecumenado de adultos ya bautizados; los profesores de religión y moral católica en la transmisión de la fe y moral de la Iglesia; y los profesores cristianos en la transmisión de los valores evangélicos por la palabra y el testimonio de vida en el ejercicio de vuestra tarea docente.
Por ello os convoco e invito de corazón a la celebración del Jubileo en la Catedral diocesana en Segorbe a todos los catequistas de parroquias, colegios y del Camino Neocatecumenal, a todos profesores de religión y moral católica en colegios e institutos de iniciativa pública o social -eclesial o privada-, así como a los profesores cristianos. Tendrá lugar el sábado, 15 de octubre. Comenzaremos en la Capilla del Seminario de Segorbe a las 10:00 para salir en procesión-peregrinación hacia la Catedral a las 10:45, y allí celebrar los ritos del Jubileo y la Santa Misa. Para no multiplicar las convocatorias hemos hecho coincidir esta celebración con la que tenemos anualmente para el envío de catequistas y la entrega de la missio a los profesores de religión. Esto lo haremos como otras veces al final de la Misa.
Os animo a participar en esta celebración del Jubileo. Todos necesitamos crecer en comunión con el Señor y entre nosotros, sabernos y sentirnos Iglesia diocesana, fortalecer nuestra vinculación afectiva y efectiva con nuestra Iglesia diocesana por quien somos enviados como catequistas o profesores de religión, El encuentro en el Señor con quienes compartimos la fe y la misión nos ayuda a recuperar la alegria en la tarea y nos alienta en la misión. Celebrar juntos el Jubileo con la santa Misa reavivará nuestra fe en la presencia del Señor Resucitado en medio de nosotros y abrirá nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo para acometer con esperanza en la dificultad la tarea que la Iglesia nos encomienda. Pido a los párrocos y a los directores de colegios de la Iglesia que animen a sus catequistas y profesores a participar en esta celebración. Muchas gracias.
La parroquia de la Natividad de Ntra. Sra. de Villahermosa del Río acogió, el pasado fin de semana, el Encuentro de final de curso de los catequistas del Arciprestazgo de Lucena del Cid, en el que también participaron los sacerdotes. Para concluir y realizar una valoración del curso, pero también para empezar a organizar el próximo, del 2022-23.
Tras la oración en la capilla de la Comunión, los participantes se reunieron en los salones parroquiales para conocerse mejor e intercambiar las experiencias relativas a la catequesis desarrollada en cada una de las respectivas parroquias, especialmente en lo relativo a la Primera Comunión, tratando también sus preocupaciones.
Entre los problemas se abordó la cuestión de que en varios pueblos no existen niños de Primera Comunión ni jóvenes de Confirmación, la necesidad que tienen muchos de ellos de una transmisión de la fe en casa, así como de la participación familiar en los sacramentos y en la vida de la Iglesia, y el problema de que muchas veces la Primera Comunión se convierte en la última. Frente a estas dificultades, los asistentes al Encuentro propusieron diferentes soluciones para facilitarse la tarea de catequizar.
Una vez finalizado el intercambio de las experiencias de la vida catequética, realizaron una visita guiada al templo parroquial. El párroco, D. Héctor Gozalbo, acompañado por el Arcipreste, D. Pepe Aparici, explicó la historia de la parroquia, los retablos góticos y las piezas del museo parroquial. El Encuentro concluyó con una comida fraternal en un restaurante del municipio.
El servicio del catequista dentro de la Iglesia es muy antiguo. Ya en el Nuevo Testamento encontramos que se llama maestros a los encargados de enseñar la vida cristiana a los que van a recibir el bautismo y el mismo evangelista Lucas escribe su evangelio con afán de transmitir las cosas que se han vivido en su tiempo para dar una enseñanza sólida y segura y fuerza a cuantos han recibido el Bautismo.
Desde sus orígenes, la comunidad cristiana ha ido generando nuevos ministerios para el desarrollo de su misión. Unos ayudan en la celebración de la eucaristía, otros sirven a los necesitados, otros colaboran en el anuncio del Evangelio, entre los más lejanos, como los misioneros, y entre los más cercanos.
Son los catequistas, más de 85.000 en la Iglesia en España los que han recibido el encargo de la Iglesia de acompañar en la fe, por medio de la formación, a quienes se preparan para dar un paso más en la vivencia de esa fe. Es el Espíritu Santo el que mueve el corazón de los cristianos para servir a la Iglesia en cualquiera de sus servicios, también en el de catequista.
Catequistas son los bautizados que ejercen en la comunidad el servicio de transmitir la enseñanza de los apóstoles, de los evangelistas y de toda la Iglesia de manera organizada, en estrecha relación con las circunstancias del tiempo presente y de las circunstancias en que viven los catecúmenos. La Iglesia reconoce este servicio como una expresión concreta del carisma personal que ayuda notablemente al crecimiento de la misión evangelizadora.
La historia de la evangelización de estos dos milenios muestra la eficacia de la misión de los catequistas. Laicos, hombres y mujeres animados por una gran fe y auténticos testigos de santidad que, en algunos casos, fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida al servicio de la catequesis, a fin de que la fe fuese un apoyo válido para la existencia de cada persona.
Algunos, además, reunieron en torno a sí a otros hermanos y hermanas que, compartiendo el mismo carisma, constituyeron órdenes religiosas dedicadas completamente al servicio de la catequesis.
También en nuestros días, muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe. Para continuar esa misión, el Espíritu llama a nuevos catequistas que salgan al encuentro de todos los que esperan conocer la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana.
El próximo sábado, día 5 de marzo, el Seminario Mater Dei acogerá la celebración del Encuentro Diocesano de catequistas y profesores de religión, al que también pueden unirse todas aquellas personas que lo deseen, de las parroquias o colegios de la Diócesis.
La Jornada, organizada por la Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado, comenzará a las 9:30 h con la acogida, y a continuación se celebrará la Eucaristía, que estará presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro.
Además, se contará con la asistencia de Patxi Velasco, más conocido como Fano, que con sus dibujos y su testimonio de cristiano comprometido ayudará a los asistentes en la tarea de educar en la fe.
Es posible comer en el Seminario, lo que deberá comunicarse antes de mañana, día 2 de marzo, al correo electrónico catequesis@obsegorbecastellon.org
Con el inicio del mes de diciembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención para la evangelización por los catequistas: “Recemos por los catequistas, llamados a proclamar la Palabra de Dios: para que sean testigos de ella con valentía, creatividad y con la fuerza del Espíritu Santo”.
“¡Sed catequistas!, no trabajéis de catequistas: ¡esto no sirve! Yo trabajo de catequista porque me gusta enseñar. Pero si no eres un catequista, no sirve. ¡No serás fecundo, no serás fecunda! Ser catequista es una vocación: ser catequista, esta es la vocación, no trabajar de catequista. Prestad atención, no he dicho hacer de catequista, sino serlo, porque involucra la vida. Lleva al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio”.
“A menudo pienso en el catequista como aquel que se ha puesto al servicio de la Palabra de Dios, que frecuenta esta Palabra diariamente para hacer de ella su alimento y participarla con los demás con eficacia y credibilidad. El catequista sabe que esta Palabra está viva (Hb 4:12) porque constituye la regla de la fe de la Iglesia (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Dei Verbum, 21; Lumen Gentium, 15). En consecuencia, el catequista no puede olvidar, especialmente hoy en un contexto de indiferencia religiosa, que su palabra es siempre un primer anuncio. Pensadlo bien: en este mundo, en esta área de tanta indiferencia, vuestra palabra siempre será un primer anuncio, que llega a tocar el corazón y la mente de muchas personas que están a la espera de encontrar a Cristo. Incluso sin saberlo, pero lo están esperando. Y cuando digo el primer anuncio no lo digo solo en el sentido temporal. Por supuesto, esto es importante, pero no siempre es así. ¡El primer anuncio equivale a subrayar que Jesucristo muerto y resucitado por el amor del Padre, da su perdón a todos sin distinción de personas, si tan solo abren sus corazones para dejarse convertir! A menudo no percibimos el poder de la gracia que, a través de nuestras palabras, llega profundamente a nuestros interlocutores y los moldea para que puedan descubrir el amor de Dios. El catequista no es un maestro o un profesor que cree que da una lección. La catequesis no es una lección; la catequesis es la comunicación de una experiencia y el testimonio de una fe que enciende los corazones, porque introduce el deseo de encontrar a Cristo. ¡Este anuncio de varias maneras y con diferentes idiomas es siempre el “primero” que el catequista está llamado a dar!”.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española (CEE), por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los sacerdotes y diáconos, para que vivan siempre en fidelidad a la vocación recibida, y vean confortada su entrega a Dios y a la Iglesia por el amor y respeto de sus fieles”.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, en su carta del 5 de diciembre de 2020, nos decía que “para seguir las huellas del Buen Pastor, la vocación de pastor pide una entrega total, una entrega de amor, que compromete toda la vida. Puede que hablar de una entrega total de sí mismo y para siempre, resulte hoy especialmente difícil. Pero, es preciso ser claros y fieles al modo como Jesús y la Iglesia nos enseña a recibir esta vocación sacerdotal. En el desarrollo y la maduración de la vida cristiana de niños, jóvenes y adultos, hay etapas y altibajos, pero lo importante es saber orientar un camino que, confiando en la gracia del Señor, mira siempre a una entrega más grande y total”.
Esta mañana, la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón, ha acogido la Eucaristía en la que nuestro Obispo, D. Casimiro, ha enviado a los catequistas y ha entregado la Missio Canónica a los profesores de Religión y Moral Católica.
Ha acudido una amplia representación de aquellos que catequizan en las parroquias o enseñan en los centros educativos de la Diócesis, que comprometidos con la fe de la Iglesia y fieles a la vocación cristiana, responden al Señor y afrontan la tarea que Él pone en sus manos, de llevarle a los demás.
El Obispo, en la homilía les ha invitado a “caminar juntos para crecer en comunión y salir renovados a la misión”. “Vuestra tarea no es algo que os habéis adjudicado personalmente”, sino “que evangelizáis en la catequesis, enseñáis en la escuela, no en nombre propio sino en nombre del Jesús, una llamada que os llega a través de la llamada del Obispo, en la Iglesia”, les ha dicho, “eso es lo que celebramos”.
Ante las dificultades que encuentran a diario los catequistas y profesores, también ataques, el Obispo les ha exhortado a escuchar la Palabra y a buscar el rostro de Dios. Para ello, hoy se ha centrado en tres palabras: Espíritu, conversión y frutos.
“Acojamos la acción del Espíritu”
“Abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu”, ha dicho, “porque sin Él no podemos hacer nada”, pues es quien “nos lleva una vez más al encuentro con el Señor resucitado, el Maestro interior que nos ayuda a conocer a Jesús, a encontrarnos con Él, a recuperar nuestra fe”.
En relación a la primera lectura proclamada, Rm. 8, 1-11, ha explicado que el deseo del Espíritu es vida y paz, “desear que todos aquellos que el Señor ponga en vuestras manos tengan Vida, la Vida que brota de Dios a través del Señor Jesús, muerto y resucitado para que en Él tengamos Vida”. Para ello es necesario “abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu, ser dóciles a lo que Él nos va diciendo, acoger también su fuerza en la debilidad, su aliento en el desfallecimiento, Él es el que alienta a nuestra Iglesia”.
Una conversión personal, pastoral y misionera
«Si no os convertís, todos pereceréis», ha dicho D. Casimiro citando el Evangelio de Lc. 13, 1-9. “Una conversión personal al Señor” es “una tarea diaria, porque no es solo volver la mirada a Dios sino renovarse desde dentro, dejarse purificar, y eso es algo que hay que cultivar en el encuentro con el Señor a través de la lectura orante de su Palabra, del encuentro con Él en la Eucaristía, porque sino, vuestra vida como cristianos se irá debilitando y apagando”, ha advertido.
También es precisa una conversión pastoral “para transmitir la fe y ayudar a que los niños vayan creciendo como cristianos creyentes, testigos y discípulos del Señor, y que lleve a una conversión misionera”. En la catequesis y en la clase de Religión, “en el centro siempre ha de estar Jesucristo, pero habrá que renovar los métodos”, ofreciendo siempre la doctrina de la Iglesia, el Evangelio, “para que llegue a aquellos que el Señor ha puesto en nuestras manos”, decía. “Hay que seguir formándose, es fundamental una formación permanente para cumplir debidamente la misión”, les ha pedido.
Sembrar bien para que haya frutos
“Vuestra tarea es sobre todo sembrar, pero sembrar bien”, pues “no sembramos cualquier cosa sino al Señor, su Evangelio, la doctrina y la moral de la Iglesia, ayudando a los catequizandos a que vayan creciendo como cristianos, discípulos misioneros del Señor”, ha dicho a profesores y catequistas, “proponiéndoles lo mejor que tenemos en nuestras manos, que es Cristo Jesús, muerto y resucitado”.
“Antes que nada sois cristianos”, les ha recordado, pues “no se puede ser catequista o profesor de Religión “si uno no vive la fe que, en nombre de la Iglesia, ha de ofrecer a otros”, sería una contradicción “no estar en comunión con Cristo y con la Iglesia”.
Tras ello, tanto los profesores como los catequistas, ante el Obispo, Pastor de la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Segorbe-Castellón, han aceptado la misión, han renovado su compromiso bautismal y han profesado la fe de la Iglesia.
Queridos diocesanos, queridos catequistas y profesores de religión:
Recién comenzado el curso pastoral, todos los catequistas y profesores de religión en nuestra Diócesis son convocados para recibir de manos del Obispo el encargo de catequizar en las parroquias o comunidades eclesiales y de enseñar la religión y la moral católica en la escuela de iniciativa pública o social, concertada o no concertada. Lo hacemos dentro de la celebración de la Eucaristía, que es la fuente de la vida y de la misión de la Iglesia. De este modo, catequistas y profesores de religión adquirieren una conciencia más viva de que es Jesús mismo quien los envía a través de su Iglesia a catequizar y a enseñar.
Si bien es propio de todo cristiano, por su bautismo, ser discípulo misionero del Señor y anunciar el Evangelio de palabra y por el testimonio de vida, como nos recuerda el Papa Francisco, los catequistas y profesores de religión participan de un modo especial del ministerio de la Palabra que Jesús confía a sus Apóstoles. Y unos y otros desempeñan su tarea en ámbitos distintos, pero complementarios y necesarios en el proceso unitario de la iniciación cristiana y de la trasmisión de la fe a niños, adolescentes y jóvenes.
El gesto del envío nos conecta y une con el mismo Jesús. Los Apóstoles recibieron un día de Cristo Jesús la misión de proclamar en su nombre y con su autoridad el Evangelio: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15), les dijo. Esta misión se continúa en la Iglesia en el ministerio apostólico de los Obispos. Y los catequistas y profesores de religión son enviados para cooperar en este ministerio y misión apostólicos.
Por ello, como en el caso de los Apóstoles, quien es enviado a la misión ha de ser, antes de nada, un discípulo del Señor: es decir, ha de conocer, creer, amar y seguir a Jesucristo, a quien ha de anunciar y de quien procede toda misión en la Iglesia. Él es el Hijo de Dios, el Señor, el enviado por Dios Padre y ungido por el Espíritu para anunciar la Buena nueva. Como a los Apóstoles en su momento, Jesús invita a catequistas y profesores de religión a estar con Él, a intimar con Él, a conocerlo, a amarlo para poder ser enviados a catequizar y enseñar. Aquí ha de fundamentarse toda acción catequética y toda clase de religión. Aquí radica la necesidad de la formación inicial y permanente de catequistas y profesores de religión. Este es alimento de su tarea diaria, de sus preocupaciones, de sus anhelos y de sus esperanzas. Esta es la fuerza para su dedicación y entrega cordial a catequizandos y alumnos.
Además, no olvidemos que los enviados no actúan en nombre propio sino en nombre de Cristo y de su Iglesia. Lo que han de ofrecer y transmitir no son sus ideas, ni sus opiniones. Es Cristo mismo quien ha de ser anunciado y transparentado por el enviado. Es Cristo y su Evangelio, tal como nos llega en la tradición viva de la Iglesia bajo de la guía de los Obispos en comunión con el Papa, a quienes han de anunciar para llevar al encuentro con Jesús a todo aquel que la Iglesia y los padres ponen en sus manos. Se trata de ayudarles a ser discípulos misioneros del Señor en el seno de la comunidad eclesial, a madurar integralmente como personas, y a saber darse y dar razón de su fe y de su esperanza.
En su tarea, los catequistas y los profesores de religión no lo tienen fácil. Se encuentran con la dificultad de la indiferencia religiosa ambiental y la despreocupación de muchos padres, con la falta de interés de catequizandos y alumnos, con trabas legislativas y administrativas. Ante ello puede que surja la tentación del desaliento. Esta, en formas diferentes a lo largo de la historia, es la nota de los seguidores de Jesús y de los enviados por la Iglesia. Pero no tengáis miedo, queridos catequistas y profesores. A todos os recuerdo la promesa de Jesús. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 21). No, no estáis solos: el Señor resucitado os acompaña, os conforta y os alienta por la fuerza del Espíritu Santo y la cercanía de vuestra Iglesia, de vuestros compañeros y sacerdotes. Para sentir esta presencia es precisa la adhesión personal a Cristo y la comunión con su Iglesia. Todo catequista y profesor de religión ha de cuidar la vivencia de la fe, su conducta exterior y su adhesión a la Iglesia.
Un enviado por Jesús a través de su Iglesia en misión eclesial y al servicio de los educandos, no puede hacerse ilusiones acerca del éxito. Su misión no se basa en el éxito fácil e inmediato, sino en la fuerza de la gracia de Dios y en su fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Su encargo no es recolectar, sino sembrar.
Que la Virgen María, que supo acoger con fe y obediencia la Palabra de Dios y transmitirla fielmente a los demás sea el modelo de catequistas y profesores. Que Ella os aliente, conforte y proteja en vuestra misión.
Tras tener que paralizarse el año pasado a causa de la pandemia de la Covid-19, la escuela de catequistas de nuestra Diócesis ha retomado este nuevo Curso Pastoral con ilusión y de forma presencial. Un curso que, en palabras del Delegado diocesano, D. Carlos Asensi, es especialmente importante porque está “marcado por la Reflexión Diocesana que también nos remite al Sínodo sobre la sinodalidad del año 2023 y el Año Jubilar diocesano por el 775º aniversario de la sede episcopal segorbina”.
Así, el próximo lunes 18 de octubre comenzará el 3er curso de catequistas en Castellón, en los salones parroquiales de Santa María, y el sábado 30 de octubre se iniciará el 2º curso en Segorbe, en el Seminario Menor Diocesano.
Cabe recordar que el curso completo consta de tres módulos que se imparten durante tres años consecutivos: el ser, el saber y el hacer del catequista. Las sesiones son presenciales y la metodología es activa, participativa y expositiva para lo cual se entrega el material necesario, así como la documentación complementaria, con el fin de ofrecer la posibilidad de ahondar en los contenidos.
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