Este domingo, 18 de octubre, es el DOMUND, una jornada especial para sostener y orar por las misiones y los misioneros. Pero no se trata de un solo día. Todo el mes de octubre es mes misionero, y toda la Iglesia es siempre iglesia en misión, como a menudo nos recuerda el Papa Francisco. Desde esta perspectiva amplia, Salvador Prades, delegado diocesano de Misiones, reflexiona sobre la disponibilidad, la generosidad y la permeabilidad de los que se consagran al anuncio de la Buena Noticia y el desarrollo de los hermanos de las tierras de misión.
– ¿Cómo se presenta la celebración del Domund este año?
– El mes de octubre es el mes misionero por excelencia y desde las Obras Misionales Pontificias (OMP) se nos insiste mucho de que no se reduzca al día del Domund con la colecta y oraciones en la Misa, por muy importante que sea. Sino que a lo largo de estas semanas debemos tener presentes en nuestra oración, celebraciones y encuentros a los misionero. Pidamos por ellos, para que vivan la disponibilidad de la que habla el lema de la campaña de este año: “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Y pidamos también para que los territorios de misión sean la tierra buena y fecunda que acoja la Palabra de Dios y de una buena cosecha.
Un año más nos disponemos a celebrar el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones. Convocada por el Papa, es un día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y organiza una colecta para colaborar con ellos. Se celebra sin interrupción desde 1926 en todo el mundo, siempre el penúltimo domingo de octubre, el mes de las misiones.
Este año, la coronación del Mes Misionero será el próximo domingo, 18 de octubre, Jornada que lleva por lema «Aquí estoy, envíame» (Is. 6,8). La misión tiene, desde su origen, la dinámica del envío. El Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo, y Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las gentes.
Toda la historia de la Iglesia se ha tejido con envíos de misioneros que, desde sus comunidades de origen, han salido a anunciar a Cristo con obras y palabras, formando nuevas comunidades. A través de ellos, la Iglesia puede presentar la Buena Noticia en todo el mundo y estar con los que más sufren, también durante estos tiempos de pandemia.
“La Iglesia continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
OMP y los Territorios de Misión:
El DOmingoMUNDial de las misiones está organizado por Obras Misionales Pontificias (OMP), el instrumento oficial de la Iglesia que se encarga del sostenimiento de los Territorios de Misión. Es la red mundial que, en nombre del Papa, sostiene la misión y a las jóvenes iglesias con la oración y la caridad. Son el instrumento que tiene la Iglesia para hacernos conscientes a todos los bautizados de que todos somos misioneros.
Los Territorios de Misión, son aquellas zonas del mundo donde la misión de la Iglesia se encuentra con serias dificultades para seguir adelante por falta de medios personales y económicos:
Hay 1.115 Territorios de Misión.
Representan un tercio de las diócesis del mundo.
Casi la mitad de la población mundial vive en los Territorios de Misión (44,82%).
En las misiones se celebra uno de cada tres bautismos del mundo.
Un sacerdote en un Territorio de Misión atiende a más del doble de habitantes que otro sacerdote de la Iglesia Universal.
La Iglesia tiene una gran capilaridad: llega a las aldeas más remotas.
Más de la mitad de las escuelas de la Iglesia Católica están en las misiones: allí hay 119.200 escuelas.
El 26% del trabajo social de la Iglesia universal se desarrolla en los Territorios de Misión: allí hay 26.898 instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias de ancianos…).
En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto de media 2 instituciones sociales y 6 instituciones educativas al día en las misiones.
“Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Misioneros en tiempos de coronavirus
Sabiendo que son muchos más, desde aquí queremos recordar a aquellos misioneros que pertenecen o tienen relación con nuestra diócesis, y de los que nos hemos hecho eco, sobre todo durante el confinamiento, para dar a conocer su situación y para que nos dieran una palabra de luz y de esperanza desde la fe. Han sido:
Luisa Herrera, misionera en Israel; Álex Díaz, sacerdote misionero en India; Magdalena Vicent, misionera en Japón; Lucas Blanch, sacerdote en Colombia; María Castell, misionera en Estonia; Constancia Silvestre, misionera en Burkina Faso; Mons. D. Luis Capilla, en Suiza; la familia Tortosa Rubert, misioneros en Hungría; y la familia Rubio Millán, misioneros en Ucrania.
También nos gustaría recordar a José Miguel Celma, misionero en Indonesia, Chile, Argentina y Uruguay, fallecido el mes pasado a causa del Covid-19.
¿Qué tienen todos ellos en común?, una llamada de Dios, a la que todos respondieron: “Aquí estoy, envíame”.
Que el Covid-19 no frene tu donativo
El Domund se enfrenta este año a una situación difícil por la pandemia, y desde Obras Misionales Pontificias se anima a que la situación sanitaria no obstaculice el donativo de aquellos que quieran participar en la misión de la Iglesia. Se puede colaborar de muchas formas:
Por Bizum: 00500
Por transferencia: Destinatario. Obras Misionales Pontificias – ES32 0049 5117 2821 1009 4950
“La celebración del Domund significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Lee AQUÍ el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Misiones 2020
Nos disponemos a celebrar el próximo domingo, 18 de octubre, la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, bajo el lema “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Este año, marcado por el dolor, el temor y la incertidumbre que en todo el mundo está causando la pandemia de la Covid-19, el camino misionero queda iluminado por la frase del lema, tomada del relato de la vocación del profeta Isaías. Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: “¿A quién enviaré?” (ibíd.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su Amor misericordioso que interpela a nuestra Iglesia y a cada bautizado personalmente. Dios nos invita a ser misioneros de su Amor, mostrado y ofrecido en Jesucristo. Jesús nos llama especialmente en esta situación a salir de nosotros mismos por amor a Dios y al prójimo para compartir, servir e interceder.
“En el sacrificio de la cruz, -escribe el Papa en su Mensaje- donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros. Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús (cf. Jn 3,16). Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre (cf. Jn 4,34; 6,38; 8,12-30; Hb 10,5-10). A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos”.
Jesucristo mismo es la encarnación, revelación y realización más perfecta del amor de Dios en la historia humana. Quien se encuentra personalmente con Cristo resucitado, vivo y presente, escucha su pregunta y acoge su propuesta a compartir su misión de llevar el amor de Dios a todos los hombres y mujeres; el misionero sabe que Jesús “camina con él, habla con él, respira con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera” (Francisco, EG 266).
El misionero sale de sí mismo para ir al encuentro de todos, especialmente de los más pobres, enfermos y necesitados, y mostrarles con palabras y obras a Dios, que es compasivo y misericordioso, cercano y providente. Con su vida entregada al Señor, el misionero sirve a los hombres y les revela la alegría que produce ser y saberse amados por Dios. Por medio de los misioneros, la cercanía y el amor de Dios alcanzan a cada persona allá donde se encuentra. El amor es la identidad de Dios que ofrece y da a todo aquel que lo acoge amor, perdón, reconciliación, luz, vida, esperanza y salvación. El amor es también la identidad de la Iglesia, hogar donde cada persona puede y debe sentirse acogida, amada y alentada a vivir desde el amor de Dios manifestado en Cristo; y es también la identidad del misionero, que acompaña a las personas, compartiendo su día a día en sus alegrías y en sus penas.
La misión nace de un amor apasionado por Jesús y que se convierte en un amor apasionado por todo hombre y mujer. Quien contempla a Jesús crucificado, reconoce todo el amor, que nace del corazón traspasado de Cristo, y que está destinado a la humanidad entera. El misionero descubre que Jesús le quiere tomar como instrumento para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado y de todos aquellos que lo buscan con corazón sincero.
El día del Domund es una ocasión privilegiada para que todos los integrantes del Pueblo de Dios tomemos conciencia de la permanente validez y la urgencia del mandato misionero de Jesús: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda creatura”. Un mandato y un envío que valen para todos los cristianos. La Iglesia, toda comunidad cristiana y todos los cristianos hemos sido convocados para ser enviados, para salir al mundo y ser testigos con obras y palabras de la Buena Noticia del Amor de Dios.
Esta Jornada debe servir también para renovar nuestro recuerdo agradecido por los misioneros, para orar por ellos y ofrecerles nuestra ayuda generosa: los misioneros, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su vida para que la Buena Nueva del Amor de Dios resuene en todos los continentes. Son muchas y, en algunos casos extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo integral de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta de este día. Sigamos rezando al Señor para que suscite en nuestra Iglesia nuevas vocaciones para la misión, entre nosotros y en los países llamados de misión: para que no falten nunca misioneros, testigos del Amor de Dios.
Desde octubre pasado, con la convocatoria por parte del Papa del Mes Misionero Extraordinario, se ha estimulado «la conversión misionera de muchas comunidades». Así lo asegura Francisco en su mensaje para el Domund de este año. El lema del 2020, «Aquí estoy, envíame (Is 6,8)», hace un llamamiento a la dimensión misionera de todo cristiano. En el contexto actual de pandemia, esta interpelación «se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida», como se afirma en el mensaje pontificio.
El Domingo Mundial de las Misiones – DOMUND– se ha celebrado este año en un marco excepcional: el Mes Misionero Extraordinario (MME) convocado por el Papa Francisco con motivo del centenario de la carta apostólica de Benedicto XV Maximum Illud, y con el objetivo de “alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes”, según declaraba en el Ángelus del domingo 22 de octubre del año pasado. En la Diócesis se están realizando diversos actos con motivo de este acontecimiento, y uno de los principales ha sido la Eucaristía del DOMUND presidida por el Mons. Casimiro López Llorente en la Concatedral de Santa María, en Castellón.
El Obispo ha destacado la palabra misión para explicar que, si tradicionalmente la llamada misión ad gentes se ha entendido como la que se realiza en países lejanos, más bien es “llevar al encuentro con Cristo a todo aquel que no lo conoce o que se ha alejado”. En este sentido, aseguraba Mons. López Llorente, “la misión está entre nosotros y es tarea de todo bautizado”.
Durante el Mes Misionero Extraordinario (MME), convocado por el Papa, destaca especialmente el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND) que se celebra el próximo 20 de octubre. A las 12h Mons. Casimiro López Llorente presidirá una Eucaristía en la Concatedral de Santa María, en Castellón. Será un acto diocesano pero cada parroquia está invitada a unirse con sus celebraciones dominicales. Para ello presentamos material para la liturgia y una vigilia de oración elaborados por las Obras Misionales Pontificias (OMP).
Salvador Prades fue nombrado delegado de Misiones en julio y, providencialmente, tres meses después le ha tocado dirigir la celebración del Mes Misionero Extraordinario en octubre. Desea que este acontecimiento eclesial revitalice la conciencia misionera y difunda el conocimiento de las realidades misioneras de la Diócesis.
– ¿Qué desea que aporte el mes misionero extraordinario?
– Lo primero, revitalizar la consciencia misionera de nuestras comunidades parroquiales, religiosas y educativas. También difundir el conocimiento de las distintas realidades misioneras de nuestra Diócesis, compartir experiencias, carismas, y la vida de los misioneros tanto sacerdotes, como religiosas y religiosas, y seglares.
El domingo, 20 de octubre, celebraremos el Domingo mundial de las misiones, el Domund. Este año será dentro del mes extraordinario misionero, convocado por el Papa Francisco para este mes de octubre. El Papa desea así impulsar en los bautizados el compromiso por la misión en todo el mundo. El Domund de este año debería tener entre nosotros un carácter extraordinario, en su preparación y en su celebración.
El Domund es una ocasión privilegiada para que todos bautizados tomemos conciencia de la permanente validez del mandato misionero de Jesús: “Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19). Este mandato y este envío valen para todos los bautizados, porque la misión atañe a todos los cristianos, a todas las Diócesis y parroquias, a las instituciones y asociaciones eclesiales. Francisco nos invita a orar y reflexionar sobre la missio ad gentes, es decir, sobre la misión que Jesús nos ha encomendado a todos los cristianos de todos los tiempos de anunciar y llevar a Jesucristo a quienes no lo conocen. Para preparar el Domund de este año os ruego que en esta semana previa pidamos personalmente a Dios por la misión, las misiones y los misioneros; y a las parroquias y otras comunidades y movimientos eclesiales les pido que tengan momentos especiales de reflexión sobre la misión y momentos de oración comunitaria, vigilias de oración y de adoración ante Santísimo Sacramento para pedir por la misión y las misiones.
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