Bajo el interrogante “¿QUIÉN ERES TÚ PARA MÍ?”, la Asociación de Familias Nuevas del Movimiento de los Focolares de la Diócesis de Segorbe-Castellón organiza un retiro especial para matrimonios y familias, con el objetivo de profundizar en la relación conyugal y familiar desde la perspectiva del amor y la fe.
Este encuentro, que tendrá lugar del 25 al 27 de abril de 2025 en el Seminario Mater Dei de Castellón, se presenta como una oportunidad para hacer una pausa en la rutina diaria y redescubrir el valor de la pareja y la familia. Según Ariadna Gómez, responsable de Familias Nuevas en nuestra Diócesis, se trata de «un detenerse en la vida cotidiana, que a veces nos tiene atrapados en un ritmo frenético y estresante. Será un fin de semana para mirar a nuestra pareja, nuestro compañero o compañera, y redescubrir este tesoro, siempre con la certeza de que no vivimos esta aventura a dos, sino con la presencia de Aquel que da alma a nuestra unión: Dios».
A lo largo del retiro, los participantes compartirán momentos de charlas, diálogos en pareja y dinámicas interactivas, que les permitirán descubrir quién es realmente el otro para ellos y cómo pueden fortalecer su relación.
El encuentro está dirigido a matrimonios y familias que deseen profundizar en su vocación y en el matrimonio como fuente de esperanza y unidad. En este sentido, la cita se inspira en las palabras de Igino Giordani: “El matrimonio se basa en un elemento divino: el amor. Dios es Amor y el matrimonio se basa en Dios, que se manifiesta como amor. Si los dos esposos se aman, Dios pasa entre ellos; dos esposos que pierden el tiempo en no amarse son dos criaturas que pierden el tiempo en morir”.
Además, el retiro contará con guardería y actividades para niños y niñas, brindando un espacio donde los más pequeños podrán aprender, compartir y crecer en la fe, construyendo familia desde su propia experiencia.
Este encuentro representa una oportunidad única para revitalizar la relación de pareja y familiar, con la mirada puesta en el amor verdadero que une y fortalece. Para más información e inscripciones, los interesados pueden contactar con la organización de Familias Nuevas en la Diócesis.
Con el inicio del mes de junio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los que huyen de su país: “Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades de vida en sus países de acogida”.
En su discurso a los participantes en un encuentro organizado por la “Fraterna Domus” de Sacrofano, Francisco decía lo siguiente:
La acogida es una expresión del amor, de ese dinamismo de apertura que nos impulsa a poner la atención en el otro, a buscar lo mejor para su vida (cf. FT, 91-94) y que en su pureza está la caridad infundida por Dios. En la medida en que está impregnada por esta actitud de apertura y acogida, una sociedad se vuelve capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversas razones son “extranjeros existenciales” o “exiliados ocultos”, como a veces, por ejemplo, se encuentran las personas con discapacidad o los ancianos (cf. FT, 97-98). Sobre este aspecto del amor la referencia fundamental es la primera Encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est (25 de diciembre de 2005).
El segundo pasaje que os propongo de Fratelli tutti es el número 141. Lo cito completo: «La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas. Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro». Estamos en el capítulo cuarto, titulado «Un corazón abierto al mundo entero», ahí donde se habla de la «gratuidad que acoge» (cf. nn. 139-141). El aspecto de la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social. Para vosotros subrayo la última frase: «Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro» (n. 141). La acogida gratuita. A menudo se habla de la aportación que los migrantes dan o pueden dar a las sociedades que los acogen. Esto es verdad y es importante. Pero el criterio fundamental no está en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí que esta representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o que puede tener, o que puede dar, sino por lo que es.
Siempre me ha llamado la atención, en el Antiguo Testamento, la recurrencia —en los profetas, en los Libros históricos— de las tres personas por las que se debe tener una atención especial: la viuda, el huérfano y el migrante. Y se repite en el Deuteronomio, en el Éxodo —en el Éxodo no tanto, pero en el Deuteronomio— en el Levítico se repite esto: la atención, el cuidado por las viudas, por los migrantes, por los huérfanos. Es recurrente. Por ejemplo: “si tú estás segando, no pases otra vez: lo que se queda ahí, que sobra ahí, déjalo para la viuda, el huérfano, el migrante”. Siempre está esto. Es importante retomar esta tradición de la acogida, del modo de acoger a aquellos que no tienen y que viven una situación difícil.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los padres cristianos, para que fieles a los compromisos que adquirieron en el bautismo de sus hijos, sepan transmitirles la fe y hacer de sus hogares auténticas iglesias domésticas, abiertos generosamente a las necesidades de todos.”
Una familia cristiana es una ‘iglesia doméstica’ (LG 11), o una iglesia en pequeño, como decía San Juan Crisóstomo. Es y vive como una comunidad de fe, de esperanza y de amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. La familia comparte con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. En ella se vive la comunión entre las personas, al igual que Dios Trino y la Iglesia y hay entrega desinteresada por el otro. Se comparten penas y alegrías. Se comprenden las dificultades, las limitaciones y los esfuerzos de sus miembros; se convive dialogando, comiendo o saliendo juntos.
La familia cristiana escucha la Palabra de Dios, sus miembros oran juntos y juntos participan en la Eucaristía los domingos en su comunidad parroquial, ‘familia de familias’. En la familia se aprende a rezar en los momentos de alegría y de dificultad. Al igual que Jesús y la Iglesia, la familia cristiana anuncia la Buena Nueva: en primer lugar, a sus hijos y a miembros, y luego en su entorno y más allá del mismo. Por eso la familia cristiana también es misionera y siente el deseo anunciar el Evangelio y transmitir el amor de Dios a otras personas. La familia cristiana se pone al servicio de la caridad, especialmente hacia los más necesitados. Cuando el Espíritu de Dios vive en la familia, no se queda ni se cierra en sí misma. Es testimonio de vida con la palabra y el ejemplo.
Los padres sois los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. En virtud del sacramento del matrimonio, los padres cristianos sois los primeros responsables de la transmisión de la fe a vuestros hijos mediante el testimonio de vida, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la oración en familia, mediante vuestra inserción en la vida de la Iglesia en la propia parroquia y vuestro compromiso en la iniciación cristiana de vuestros hijos. Hablad a vuestros hijos de Dios y de Jesús. Ningún otro anuncio es tan importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar.
La hermana Catalina Nowak, de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, Benicàssim, ofreció el pasado viernes 19 de enero una conferencia en los Salones de la Caja Rural de San José de Burriana.
Fue impartida bajo el título «Transmisión de la Fe a los Hijos y Primer Anuncio» y, al término de la misma, la religiosa fue obsequiada con una lámina de la Patrona de Burriana, dibujada por un reconocido artista local.
El acto estuvo organizado por la Corte de Damas de la Virgen de la Misericordia de Burriana, y enmarcado dentro del programa de actos del XXV Aniversario de la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de la Misericordia, que se están celebrando en la Basílica El Salvador.
Celebramos el domingo 31 de diciembre la Jornada de la Sagrada Familia con el lema “Familia, portadora de la Buena Noticia”. Las familias cristianas encuentran en la Sagrada Familia el modelo y ejemplo a seguir, puesto que “la familia es el lugar ordinario y cotidiano del encuentro con Cristo” (Sínodo de los Obispos, 2014); así como un sólido punto de referencia y una firme inspiración, lo que implica, como tarea principal, poner a Jesucristo en el centro de cada familia.
Somos conscientes de la situación actual de la familia. En una sociedad en la que reina el individualismo, el relativismo, el materialismo y que ha arrinconado a Dios, las familias tienen heridas y pobrezas afectivas consecuencia de aislamientos y rupturas, les faltan raíces, están construidas sobre arena, y en el kerigma, en el anuncio del amor de Dios y de Cristo como nuestro salvador, pueden calmar su sed, encontrar la paz y las claves del Amor que ansían.
Es por ello que las familias cristianas deben ser la respuesta a esta sociedad, ahora más necesarias que nunca, llamadas a ser esperanza, luz y sal en nuestro entorno, desde la acogida y el acompañamiento de todos aquellos que necesiten encontrar al Señor en su respectiva familia, en su matrimonio y en su vida. Porque ellas muestran la importancia y la belleza del proyecto cristiano sobre el matrimonio y la familia, que lleva a plenitud el amor humano entre el hombre y la mujer.
Construidas sobre este amor, son el primer ámbito donde se ejercita y se aprende el darse a los que en ellas conviven, y la unión con Cristo por parte de los miembros que la forman es garantía para salir adelante, también ante las dificultades, con paciencia y comprensión. “Hacer familia”, sobre todo para un cristiano, es un don y una tarea diaria.
La vivencia de la comunión familiar es un verdadero antídoto contra este individualismo y egoísmo del que hablábamos, ya que la familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos, de los parientes. Su primer cometido es el de vivir fielmente la realidad de la comunión con el empeño constante de desarrollar una auténtica comunidad de personas.
Pero la vida familiar necesita un acompañamiento constante por parte de la Iglesia, en clave cristiana, iluminada por la Palabra de Dios y los sacramentos; y con misericordia y ternura por parte de otras familias, de las parroquias, de los movimientos y asociaciones. Un acompañamiento que se hace especialmente necesario ante las situaciones difíciles (crisis de diversos tipos, violencia, abandono, etc.).
A partir de ahí podrá anunciar, desde su experiencia, el Evangelio, la buena noticia que pregona a Cristo resucitado, que está en medio de nosotros y de nuestras familias; e interpelar a quienes les rodean, de modo que el Espíritu Santo toque el corazón del otro y que, si así lo desea, le lleve a un cambio de vida y al encuentro con el Señor.
Este testimonio debe estar marcado por la más profunda alegría porque la familia es portadora de la mejor de las noticias: la salvación que ha venido a traernos Jesucristo. Y esta alegría se debe contagiar a todo el mundo. Y cuando una familia comparte la alegría que viene de Dios es misionera. Esta llamada a la misión brota del sacramento del bautismo y del sacramento del matrimonio.
También nuestro Obispo D. Casimiro expresó recientemente, en una carta a todos los sacerdotes de la Diócesis, su preocupación por la escasez de las vocaciones cristianas, entre ellas al matrimonio, y solicitaba promover una cultura vocacional que lleve al encuentro personal con Cristo, por lo que toda acción pastoral debe estar orientada a “desarrollar una atmósfera en la que los niños, jóvenes y adultos puedan disponerse a discernir con cuidado y abrazar libremente la propia vocación como forma permanente de vida a la que están llamados por el Señor en la Iglesia”.
Experiencias de primer anuncio en las familias
Proyecto Amor Conyugal: concebido como un método de acompañamiento y de formación que está transformado a muchos matrimonios.
Equipos de Nuestra Señora: movimiento formado por matrimonios que se comprometen a ayudarse mutuamente a crecer, a vivir su matrimonio dentro de la realidad cotidiana poniendo a Dios en el centro.
La iniciativa formativa “La promesa, forma del amor”, organizada por la Asociación Persona y Familia, que tendrá lugar en el Mater Dei del 19 al 21 de enero.
Y las iniciativas de la Diócesis con las familias, como los Encuentros Matrimoniales, organizadas por la delegación para la Familia y la Defensa de la Vida en colaboración con las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, y que en este curso se centran en “Las Pequeñas Virtudes del Hogar”.
Centro de Orientación Familiar “Domus Familiae”, una auténtica ayuda para los matrimonios y las familias, un servicio especializado de atención integral a los problemas familiares, matrimoniales y personales.
Grupos Parroquiales de Matrimonios, que buscan mostrar la belleza y el contenido del amor conyugal, así como fomentar la amistad entre los miembros de los grupos parroquiales de matrimonios.
El domingo después de Navidad celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia y la Jornada de la familia. En Navidad, el Hijo de Dios se hace hombre para traer al mundo el amor de Dios. Dios entra en nuestra historia, se hace uno de los nuestros y viene a nuestro encuentro, porque nos ama a cada uno sin medida y quiere darnos su amor y su vida, que salva y da la felicidad plena. Quien acoge con fe al Niño-Dios tendrá parte en el Amor, la Vida y la Gloria de Dios, será su hijo, en su Hijo, Jesús. Este es el contenido nuclear del Primer Anuncio. El Niño-Dios nos muestra quienes somos cada uno de nosotros para Dios. Somos creados por Dios por amor, para amar y ser amados; nuestra vida se realiza plenamente si vivimos en el amor de Dios, siguiendo el sueño y la llamada de Dios para cada uno para llegar a la perfección del amor.
Para hacerse hombre, Jesús eligió una familia en la que fue acogido, nació, creció y se educó, obediente siempre a Dios-Padre, a María y a José. Con ello nos enseña, sin palabras, la dignidad y el valor primordial de la familia. En la Sagrada Familia de Nazaret, cada uno de sus integrantes vive el designio amoroso de Dios para con cada uno de ellos: José vive la llamada de Dios a ser esposo y padre; María, la de esposa y madre; y Jesús, su llamada y misión de enviado para salvar a los hombres. En este hogar es donde Jesús pudo educarse y formarse para la misión recibida de Dios. La Sagrada Familia es una escuela de amor recíproco, de diálogo y de comprensión mutua; es una escuela de oración y de apertura a Dios, que es el fundamento de su vida cotidiana. Cada uno está dispuesto a buscar lo mejor para el otro, a desvivirse por él y a anteponer el amor a cualquier otro interés. Con su vida y sus palabras, Jesús ha devuelto su verdadero sentido al amor, al matrimonio y a la familia.
La Sagrada Familia es el modelo donde los cristianos, los novios cristianos y las familias cristianas encuentran la luz para acoger y vivir de acuerdo a su vocación al matrimonio y a la familia. Uno de los mayores males que afectan a nuestra sociedad es el individualismo exasperado, origen de tantas formas de pobrezas afectivas, consecuencia de aislamientos, rupturas y la ausencia de verdadero diálogo y compañía. Hoy hemos de ayudar a nuestros jóvenes a descubrir la grandeza y la belleza del matrimonio y de la familia; y hemos de acompañar a los novios y a las familias cristianas a descubrir, prepararse y vivir su matrimonio y la familia como una llamada de Dios, a vivir el amor de Dios en su amor matrimonial y familiar. En el plan de Dios, la familia se funda en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, quienes, en su mutua y total entrega en el amor, han de estar siempre abiertos a la vida y a la tarea de educar a sus hijos. Mediante el sacramento del matrimonio, los esposos quedan unidos por Dios y con su relación de esposos son signo eficaz del amor de Cristo, que ha entregado su vida por la salvación del mundo.
Ayudemos a las familias cristianas a descubrir y vivir su ser y misión. La familia cristiana es una ‘iglesia doméstica’, en palabras del Concilio Vaticano II (LG 11); y su misión es la misma misión de la Iglesia: anunciar el amor de Dios por cada persona, de palabra y por el testimonio de vida, orar y celebrar la fe y estar al servicio de la caridad.
La familia cristiana es una comunidad de fe, esperanza y amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se dialoga, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. Los padres comparten con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. En la familia, ‘iglesia domestica’, se vive la comunión de las personas, a imagen de la Trinidad y de la Iglesia, y se ejercita el amor verdadero, desinteresado y gratuito, que por encima de todo sabe entregarse desinteresadamente por el otro. Se comparten las penas y las alegrías, las dificultades, las limitaciones y los esfuerzos de todos sus miembros.
Al igual que Jesús y la Iglesia, la familia cristiana tiene la misión de anunciar la buena Noticia del amor de Dios por cada persona, a sus hijos y familiares y a los que están en su entorno. La familia cristiana es misionera porque siente el deseo de salir a anunciar y transmitir el amor de Dios a otras personas. Así se pone al servicio de la caridad, especialmente hacia los más necesitados. La familia cristiana no se cierra en sí misma, sino que preocupa por los demás para que llegue, a todos, el amor de Dios manifestado y ofrecido en el Niño-Dios, que nace en Belén,
Pido a Dios que nuestras familias cristianas comprendan que, a pesar de las dificultades, lo único que salva es acoger el plan y la gracia de Dios en el hogar.
Esta web utiliza 'cookies' propias y de terceros para ofrecerte una mejor experiencia y servicio. Pulsando en "aceptar" consientes el uso de todas las cookies, pero puedes cambiar la configuración de 'cookies' en cualquier momento.
Como la mayoría de los servicios en línea, nuestro sitio web utiliza cookies propias y de terceros para varios propósitos. Las cookies de origen son principalmente necesarias para que el sitio web funcione correctamente y no recopilan ninguno de sus datos de identificación personal.
Las cookies de terceros utilizadas en nuestros sitios web se utilizan principalmente para comprender cómo funciona el sitio web, cómo interactúa con nuestro sitio web, mantener nuestros servicios seguros, proporcionar anuncios que sean relevantes para usted y, en general, brindarle una mejor y mejor experiencia del usuario y ayudar a acelerar sus interacciones futuras con nuestro sitio web.
Cookies Necesarias
Algunas cookies son esenciales para que pueda experimentar la funcionalidad completa de nuestro sitio. Nos permiten mantener las sesiones de los usuarios y prevenir cualquier amenaza a la seguridad. No recopilan ni almacenan ninguna información personal. Por ejemplo, estas cookies le permiten iniciar sesión en su cuenta y agregar productos a su carrito y pagar de forma segura.
Respetamos completamente si desea rechazar las cookies, pero para evitar preguntarle una y otra vez, permítanos almacenar una cookie para eso. Puede optar por no participar en cualquier momento u optar por otras cookies para obtener una mejor experiencia. Si rechaza las cookies, eliminaremos todas las cookies establecidas en nuestro dominio.
Le proporcionamos una lista de las cookies almacenadas en su computadora en nuestro dominio para que pueda verificar lo que almacenamos. Por razones de seguridad, no podemos mostrar ni modificar cookies de otros dominios. Puede comprobarlos en la configuración de seguridad de su navegador.
Cookies para Google Analytics
Estas cookies almacenan información como el número de visitantes al sitio web, el número de visitantes únicos, qué páginas del sitio web se han visitado, la fuente de la visita, etc. Estos datos nos ayudan a comprender y analizar qué tan bien funciona el sitio web y donde necesita mejorar.
Si no desea que rastreemos su visita a nuestro sitio, puede deshabilitar el rastreo en su navegador aquí:
Otros servicios externos
También utilizamos diferentes servicios externos como Google Webfonts, Google Maps y proveedores de video externos. Dado que estos proveedores pueden recopilar datos personales como su dirección IP, le permitimos bloquearlos aquí. Tenga en cuenta que esto podría reducir considerablemente la funcionalidad y la apariencia de nuestro sitio. Los cambios entrarán en vigor una vez que vuelva a cargar la página.
Google Webfont:
Google Maps:
Google reCaptcha:
Vimeo and Youtube videosembeds:
Política de Privacidad
Puede leer sobre nuestras cookies y la configuración de privacidad en detalle en nuestra Página de Política de Privacidad.