Con el inicio del mes de junio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención por las familias:“Recemos por las familias cristianas de todo el mundo, para que, con gestos concretos, vivan la gratuidad del amor y la santidad en la vida cotidiana”.
A imitación de la Sagrada Familia, estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar, que debe fundamentarse en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza. En la familia se podrá experimentar una comunión sincera cuando sea una casa de oración, cuando los afectos sean serios, profundos, puros, cuando el perdón prevalezca sobre las discordias, cuando la dureza cotidiana del vivir sea suavizada por la ternura mutua y por la serena adhesión a la voluntad de Dios. De esta manera, la familia se abre a la alegría que Dios da a todos aquellos que saben dar con alegría. Al mismo tiempo, halla la energía espiritual para abrirse al exterior, a los demás, al servicio de sus hermanos, a la colaboración para la construcción de un mundo siempre nuevo y mejor; capaz, por tanto, de ser portadora de estímulos positivos; la familia evangeliza con el ejemplo de vida. Es cierto, en cada familia hay problemas, y a veces también se discute. “Padre, me he peleado…”; somos humanos, somos débiles, y todos tenemos a veces este hecho de que peleamos en la familia. Os diré una cosa: si nos peleamos en familia, que no termine el día sin hacer las paces. “Sí, he discutido», pero antes de que termine el día, haz las paces. Y sabes ¿por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. No ayuda. Y luego, en la familia hay tres palabras, tres palabras que hay que custodiar siempre: “Permiso”, “gracias”, “perdón”. “Permiso”, para no entrometerse en la vida de los demás. Permiso: ¿puedo hacer algo? ¿Te parece bien que haga esto? Permiso. Siempre, no ser entrometidos. Permiso, la primera palabra. “Gracias”: tantas ayudas, tantos servicios que nos hacemos en la familia: dar siempre las gracias. La gratitud es la sangre del alma noble. «Gracias”. Y luego, la más difícil de decir: «Perdón”. Porque siempre hacemos cosas malas y muchas veces alguien se siente ofendido por esto: “Perdóname”, “perdóname”». No olvidéis las tres palabras: “permiso”, “gracias”, “perdón”. Si en una familia, en el ambiente familiar hay estas tres palabras, la familia está bien.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por el ministerio del sucesor de Pedro y el de todos los obispos del mundo en comunión con él, para que, sirviendo fielmente al Pueblo de Dios, confirmen a sus hermanos en la fe y guíe sabiamente la nave de la Iglesia”.
En su carta del 26 de junio de 2021, nuestro Obispo, D. Casimiro, nos decía que «tenemos un recuerdo especial por el Papa como sucesor suyo en el ministerio que Jesús le confió al frente de su Iglesia. El ministerio de Pedro se perpetúa en el Obispo de Roma, hoy el Papa Francisco: él es el Vicario de Cristo en la tierra y el Primado de la Iglesia; él garantiza la unidad en la fe de todos los cristianos, de todos los Obispos y de todas las Iglesias diocesanas».
«En estos tiempos la misión del Papa se ha hecho particularmente difícil. Los últimos Papas, también Francisco, están siendo “bandera discutida”, como lo fue Jesús. Las críticas de unos y otros, los rechazos de su misión, las protestas en cualquier lugar de la Iglesia, las tempestades externas a la Iglesia y los graves pecados de sus miembros, en especial de miembros destacados de la jerarquía, cargan sobre sus hombros; y puede que consciente o inconscientemente nos afecten en nuestro afecto hacia el Papa». «Oremos por el Papa para que Dios le conceda especialmente el don de sabiduría para conducir a su Iglesia en estos tiempos de cambio de época y el don de fortaleza para que su fe no decaiga», nos pedía D. Casimiro.
El Seminario Mater Dei, acogerá este sábado, 23 de abril, la Jornada Diocesana de la Familia que ha organizado la Delegación Diocesana para la Pastoral Familiar y la Defensa de la Vida. Estará presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón y se celebrará con diferentes actividades que hay programadas durante todo la jornada.
A pesar de que la Solemnidad de la Sagrada Familia se celebra en el tiempo litúrgico de Navidad, la Diócesis de Segorbe-Castellón ha querido este año impulsar una celebración conjunta en el contexto de la celebración de la Pascua donde las familias sean las verdaderas protagonistas de la celebración y en la que puedan participar las diferentes generaciones de miembros de una misma familia, siendo la propia Diócesis «la familia de todas las familias diocesanas», ha comentado D. Luis Oliver, Delegado diocesano para la Pastoral Familiar y de Defensa de la Vida.
Se trata de una jornada muy especial, pues este año también estamos celebrando, a iniciativa del Papa Francisco, el Año de la Familia «Amoris Laetitia» por lo que la celebración se enmarcará, ha confirmado D. Luis Oliver, «en una jornada que será festiva y que se ha organizado con la esperanza de que pueda convertirse en una tradición anual».
La jornada arrancará con una charla del director de cine católico, Juan Manuel Cotelo, que estas navidades pasadas estrenó en las salas de toda España «Tengamos la fiesta en paz», una comedia muy familiar cuyo objetivo era ser parte de la solución a la pandemia de las rupturas familiares y ejercer influencia en la construcción de valores individuales, familiares y sociales apostando por un guión que se promueve, ante todo, la unidad familiar.
Bajo esta misma idea la Diócesis promueve también esta jornada en la que se podrán vivir y sentir diferentes experiencias familiares con nombre propio que han encontrado, en su unión a Jesucristo y la Iglesia, el camino y la guía donde sentirse acompañados, y cuyo testimonio es una invitación a la esperanza. Durante la jornada, los más pequeños van poder sentirse miembros partícipes de la Iglesia diocesana, a partir de las actividades que se han diseñado específicamente para ellos.
A las 12.30 horas se rezará el Santo Rosario y, tras la exposición del Santísimo Sacramento, el Obispo de nuestra Diócesis, Mons. D. Casimiro López Llorente consagrará a las Familias participantes a la Sagrada Familia.
Hoy hace justo un año que entrevistamos a la familia Rubio Millán, una familia de nuestra Diócesis que está en misión en Ucrania desde hace 10 años. Ahora hemos vuelto a hablar con ellos para que nos cuenten como están y como han vivido este año de misión allí.
Son el castellonense David Rubio (36 años) y la vallera María Millán (34 años), de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, Castellón, en la que desde hace 23 años forman parte de la 4ª comunidad del Camino Neocatecumenal, “donde estamos siendo formados en un itinerario de formación cristiana”, explican, y donde “hemos descubierto a Jesucristo y el amor de Dios, viviendo la fe en comunidad”. Eso es “lo que nos ha hecho partir, abandonar todo e ir a anunciar este amor”.
David y María tienen ocho hijos: Israel (14), Josué (13), David (10), Juan (9), Pablo (7), Francisco Javier (5), que es el único nacido en la misión, en Odesa, María (3) y Cecilia (1). Además, están de enhorabuena, pues están esperando a su novena hija, “que se llama Gloria, y que está previsto que nazca en dos semanas”.
Explican que estaban “dispuestos a ir a cualquier parte del mundo”, y en el año 2010 la Iglesia les envió y les dio como destino Ucrania. Allí fueron enviados en el 2011 por el Papa Benedicto XVI, y posteriormente por el Papa Francisco. Desde entonces, 9 años, han estado en la diócesis de Odesa-Simferópol, aunque este año han cambiado de diócesis, concretamente a la de Kiev-Zhytómyr.
La última vez que hablamos, hace justo un año, nos contabais que habían fallecido 1500 personas por coronavirus en Ucrania. ¿Cómo está actualmente el país?
Ha habido un cambio, porque ahora los datos dicen que hay más de 2 millones de contagios, y cerca de los 50.000 fallecidos. También hay que tener en cuenta que Ucrania no está dentro de la Unión Europea, y a diferencia de otros países europeos tienen dificultades en la contabilización de los contagios y en la gestión de la vacunación.
Realmente, los contagios y las muertes se han empezado a contabilizar bien más tarde, y seguramente hay mucha gente que ha muerto de Covid sin saberlo, en sus casas, sobre todo gente mayor, sabemos de algún caso. Y es que Ucrania tiene un sistema sanitario más precario y la sanidad cuesta dinero. A diferencia de España, por ejemplo, allí no se ha comenzado a vacunar en masa.
La Diócesis de Kiev, donde estamos nosotros, ha estado en zona roja en dos ocasiones en este año, lo que ha supuesto el cierre de los comercios, las clases para los mayores han sido online, los colegios han estado cerrados, con el uso obligatorio de la mascarilla… Y esta ha sido un poco nuestra realidad en este curso. Gracias a Dios no han cerrado las iglesias, puesto que la ley permitía la asistencia de una persona cada 5 m2, por lo que las iglesias grandes no han tenido problema, pero sí que se ha acudido un número menor de fieles a la parroquia por temor.
Rusia y Ucrania están en guerra desde el año 2014, ¿cómo vivís este hecho?, ¿os afecta?
Ahora la situación no es la que era en el año 2014. La guerra está muy localizada en la zona del Dombás, donde están las ciudades de Donetsk y Lugansk, que hacen frontera con Rusia. Ahí sí que hay conflicto, que en estos momentos está controlado gracias a la intervención de países como Francia y Alemania. De momento es un conflicto con cese al fuego, y es una guerra más política que otra cosa.
Al final, detrás de todas las guerras están los intereses económicos, y para Ucrania este conflicto supone una crisis económica, no puede prosperar y no puede entrar en la Unión Europea, como quieren los ucranianos.
En nuestro día a día no nos afecta para nada. El país sí que está preparándose por si tuviera que entrar en combate, hay una tensión política y ves muchos tanques por la calle, pero la realidad es que en el día a día no nos afecta. Gracias a Dios no es la misma situación que en el año 2014.
En la última entrevista nos hablasteis de vuestra misión allí, ¿sigue siendo la misma?, ¿ha habido cambios?
Sí que ha habido cambios. Este año hemos cambiado de diócesis. Hemos estado en la diócesis de Odesa-Simferópol durante 9 años, y este año hemos pasado a la de Kiev-Zhytómyr, donde hay una aceptación mucho mayor a los católicos.
Nuestra misión consiste en anunciar a Jesucristo resucitado. Somos parte de la missio ad gentes, una comunidad formada por varias familias, que en este caso son dos ucranianas, una polaca, otra española, de Valencia, tres chicas, y nosotros, que somos los responsables junto a un sacerdote y un seminarista. Formamos una comunidad cristiana y vivimos allí como lo hacían las primeras comunidades cristianas, encontrándonos para celebrar la Palabra, la Eucaristía y anunciar que Cristo ha resucitado. Este año, en la medida que hemos podido, hemos salido a la calle a anunciar que Cristo ha resucitado, y que ama a los ucranianos, un pueblo que ha sufrido mucho en su ser, en su alma, a causa del comunismo.
Otra parte de nuestra misión consiste en apoyar a la parroquia, que es la catedral, como catequistas, en la formación de comunidades cristianas. Durante este año hemos hecho catequesis y ha nacido una nueva comunidad cristiana. Ha sido un regalo de Dios poder participar de esta catequización. También nos hemos dedicado a acompañar a los jóvenes de la parroquia, realizando convivencias con ellos.
Y otra parte de la misión ha sido participar de un proyecto que se está realizando en la ciudad en la que vivimos ahora, Zhytomir, con la construcción de una casa en la que poder celebrar convivencias a nivel nacional, y en la que aquellas personas que vayan puedan sentirse amadas y queridas, encontrándose con Cristo, con el amor de Dios. Cuando esté terminada podrán alojarse hasta 500 personas, pero ahora mismo ya hay una parte que está habitada por seminaristas en formación, y también por chicos que tienen problemas de adicciones (drogas, pornografía, juego…).
Allí siempre hay un presbítero y un matrimonio en misión, y nosotros, que también participamos, ayudándoles a que tengan una estructura desde la oración, con las Laudes por la mañana, desde la celebración de la Eucaristía, y después trabajan en aquellas cosas en las que pueden ayudar, acabando el día con las Vísperas. Todo este ritmo de oración y de trabajo, y de mantener un contacto diario con seminaristas y con las familias en misión, les ayuda muchísimo. En este curso hemos visto milagros con chicos que tenían problemas muy serios, y en los que ahora ha habido un cambio, recuperando la dignidad de ser hijos de Dios.
¿Cómo viven vuestros hijos la misión?
D- Cada uno la vive de una forma. Nuestros hijos más mayores son más conscientes de lo que es la misión y son más participativos. Ellos la viven de una forma en la que, al igual que el matrimonio, se sienten llamados. Viven la misión con mucha fe, creyéndose de verdad los motivos por los que estamos allí, y forman parte de ella en el mismo grado que los padres, porque el carisma es `familia en misión´, no padres en misión o hijos en misión. También la viven con sufrimiento, por la adolescencia, por la persecución de este mundo, en el que ser cristiano es muy difícil, y tienen sus combates, pero saben y tienen grabado a fuego que son parte de esta misión. Por otra parte, es una maravilla ver a los niños más pequeños, que han crecido en misión y forman parte de ella. Ellos ya saben que nosotros estamos llamados a la misión y a anunciar a Jesucristo.
M- Mi opinión como madre es que viven la misión con alegría. Hay momentos difíciles, pero están contentos cuando están en la misión. Les ayuda muchísimo el contacto con la Palabra de Dios, el poder formar parte de su comunidad, el poder formar parte de un prevocacional en el que se escruta la Palabra, en el que celebran la Eucaristía, en el que tienen contacto con otros jóvenes que también se preguntan por su vocación. Los pequeños lo asocian todo con Dios y con su providencia, y todo esto es gracias a la misión. A veces hay gente que nos pregunta por los sufrimientos de los hijos en la misión, como si fuese algo que a ellos les coarte la libertad, o les haga vivir de una forma más precaria que otros niños, cuando ellos lo viven al revés, como una riqueza, en obediencia a sus padres, con alegría y sin rebeldía.
¿Cuáles son los pilares de vuestra convivencia familiar?
La oración, sin lugar a dudas. Nosotros dos rezamos juntos todos los días, las Laudes, a primera hora de la mañana, y esto es un pilar fundamental en el que nos apoyamos. Sin esta oración no podríamos ni siquiera estar juntos como matrimonio cristiano, ni estar en misión. Con ella lo que hacemos es poner a Dios lo primero cada día, y decir que `yo no soy Dios´, que `hay Otro que es Dios, que es el que me ama y que provee´.
Otro pilar es la sinceridad, el hablar el uno con el otro y contarnos nuestros sufrimientos, apoyándonos y pidiéndonos perdón cada vez que discutimos. Otro pilar es la mesa. En ella comemos juntos todos los días, con nuestros hijos, y la bendecimos antes de comer. Este momento es muy importante, porque es ahí donde hablamos con los niños y les preguntamos como están, y ellos nos cuentas como ha ido el día, los problemas que han tenido en el colegio…, y muchos días, cuando el Señor me lo inspira sacamos la Biblia y leemos alguna lectura durante la comida, y les explicamos la Palabra. Todo esto nos lo ha transmitido nuestra madre la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal.
Creo que para que una familia pueda manifestarse cristiana tiene que habitar Cristo en ella. Para que Cristo pueda habitar en la familia primero tiene que habitar en sus miembros, de tal forma que alguien que no es creyente, viendo a una familia cristiana pueda ver a Cristo.
Mi experiencia es que Cristo puede habitar en mí si yo no me separo de la Iglesia, si voy de su mano y vivo en comunión con ella, si voy de la mano de mis catequistas, si obedezco al Obispo, en la apertura a la vida, en tener los hijos que Dios quiera, en no vivir egoístamente el acto conyugal, en la forma de vestirse, en la forma de educar a los hijos, en la relación con las redes sociales…, Ahí el mundo puede ver que existe Cristo, cuando lo primero que se pone en la familia es a Él.
La transmisión de la fe a los hijos es un reto para todos, ¿cómo lo hacéis vosotros?
D- Es verdad que es un reto, pero es fundamental para la Iglesia, porque su futuro son los hijos, y si a ellos no les transmitimos la fe el futuro de la Iglesia está en riesgo. ¿Cómo lo hacemos nosotros?, como nos ha enseñado la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal. A través de la oración, rezando con ellos las Laudes todos los domingos. Eso ha sido muy importante en mi vida, porque es como mis padres me transmitieron a mí la fe desde pequeño, y así es como ahora María y yo se la transmitimos a nuestros hijos. Todos los domingos nos reunimos alrededor de la mesa y rezamos todos juntos, y después elegimos un personaje de la Biblia o un evangelio y lo leemos, y les damos una catequesis haciéndoles ver que en la Sagrada Escritura está su vida y la sabiduría de Dios, la riqueza del cristianismo, y les preguntamos cómo les ayuda esta palabra que les damos en su vida. Es una celebración preciosa, en la que los niños participan cantando, leyendo, nos cuentan como están, los sufrimientos que tienen, le piden aquello que necesitan al Señor, nos damos la paz, también los padres nos pedimos perdón delante de ellos, les hablamos de nuestra historia y de los milagros que ha hecho Dios en nuestra vida. Vivimos el domingo de una forma distinta. Es el día del Señor, el día que nos ha dado para descansar y para transmitir la fe a los niños, poniéndole a Él lo primero y haciendo una comida especial.
M- También los hijos ven como el domingo es el día del descanso, no de la pereza y de no hacer nada, sino al contrario. Nos levantamos temprano, nos vestimos de una forma elegante para ponernos de cara a Dios en la oración de las Laudes, y lo hacemos todo en familia. La transmisión de la fe no solo son momentos concretos como estos, sino que es algo diario, que tiene mucho que ver con el modo en el que vivimos nosotros, con el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Creemos que una forma de transmitirles la fe es que vean que vamos a la celebración de la Palabra, a la Eucaristía, a las convivencias, poniendo siempre a Dios lo primero en nuestra vida. Eso es lo que ven y reciben, aun con precariedad y debilidad, pero poniéndole a Él lo primero todos los días. También es muy importante que ellos puedan conocer nuestra historia, porque en la historia se manifiesta Cristo resucitado, y en cada acontecimiento de muerte Él ha sacado vida.
D- Los hijos son muy inteligentes. Los padres les podemos contar, nos podemos saber muy bien la Biblia de memoria, podemos contarles la vida de los santos…, pero si ellos no ven en nosotros una coherencia y una sinceridad de lo que decimos con lo que hacemos, la fe no se transmite. Pero si ellos ven una concordancia entre lo que decimos y nuestra forma de vivir, la fe se pasa, se transmite.
Coincidiendo con el «Año de la familia» se ha convocado, desde la fraternidad de «Familias invencibles» un encuentro de verano que se va a celebrar del 2 al 4 de julio en el Seminario Mater Dei y está dirigido, según confirman desde la organización «a todo tipo de familias: con hijos adolescentes; esperando el primer hijo; cuidando a los abuelos; padres de un hijo especial; de todas las edades; o familias numerosas».
Bajo el lema «Porque el Señor ama a su pueblo» (Salmo 149), el encuentro está basado en la reunión de las familias para compartir sus experiencias de vida familiar y vida de oración, en respuesta a la insistente llamada de S. Juan Pablo II en favor de la evangelización de las familias y desde las familias.
En estos encuentros, las familias descubren cómo el Espíritu Santo alienta la vida familiar y la riqueza que tiene la oración, la convivencia, compartir las experiencias, así como la vida con otras familias y entre ellas mismas. Es una gracia espiritual que no hay que dejar pasar. «Oramos, dialogamos, compartimos, celebramos, jugamos, recibimos formación los adultos, los niños, los jóvenes», haciendo posible que estos encuentros se conviertan en un retiro o vacaciones para fortalecerse.
Para reservar plaza, basta con cumplimentar el formulario que se puede descargar aquí (FORMULARIO DE INSCRIPCIÓN). Las plazas están limitadas a un aforo de 80 personas, y se desarrollara de viernes a domingo con un interesante programa:
De viernes (cena) a Domingo (comida) Adultos: 80 € Niños de 7 a 11 años: 60 € Niños de 3 a 6 años: 44 €
Por día Adultos: 40 € Niños de 7 a 11 años: 30 € Niños de 3 a 6 años: 22 €
Niños de 0 a 2 años: 0 €
INSCRIPCIÓN por FAMILIA: 30 €
– Comida extra: 8 € –
«Familias invencibles» son una fraternidad de familias cristianas católicas del siglo XXI que han experimentado la acción renovadora del Espíritu Santo en su Iglesia y sugraciapoderosa en el Sacramento del Matrimonio haciendo de nuestros hogares verdaderas Iglesias domésticas en las que se vive la oración en común, la hospitalidad, el servicio y la evangelización.
Ayer, con motivo de la festividad de la Divina de la Misericordia, una treintena de voluntarios y profesionales del Centro de Orientación Familiar de Castellón “Domus Familiae” (COF), celebraron una Eucaristía. Presidida por su capellán, Rafael Manzaneque, tuvo lugar en el convento de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, en Benicàssim.
La misión principal del COF, que lleva trabajando 21 años en la Diócesis, es ser una auténtica ayuda efectiva a los matrimonios y a las familias, como un servicio especializado de atención integral a los problemas familiares en todas sus dimensiones. Escuchando, orientando y acompañando a cada persona que lo solicite.
Para ello, el Centro cuenta con un equipo formado en Ciencias del Matrimonio y la Familia, colaborando todos ellos como voluntarios. Incluye un sacerdote, ocho orientadores, un psiquiatra, dos psicólogas, dos médicos, una bióloga, dos abogados, una trabajadora social y ocho secretarios.
Además de la atención directa a familias en crisis, también cuenta con un servicio de conocimiento de la fertilidad, una escuela de padres dirigida sobre todo a madres y padres jóvenes y con riesgo de exclusión social, y realizan charlas de formación en parroquias.
Cabe destacar que cada año atienden, de forma gratuita, a unas 400 personas, de las que un centenar son nuevas atenciones. El número aproximado de visitas realizadas es de 1700 al año.
El Centro está situado en la calle Estatut nº 2, entresuelo izquierdo, de Castellón. También es posible contactar con ellos a través del correo electrónico cofsegorbecastellon@planalfa.es, o en el teléfono 964723472 en horario de lunes a viernes de 10 a 13 h., y de lunes a jueves de 17 a 20 h.
Concretamente a la necesidad de intensificar el acompañamiento de las parejas en crisis (cf. AL 232 ss.) para sostener y formar en una actitud resiliente que les lleve a ver las dificultades como oportunidades, para crecer en el amor y hacerse más fuertes. Y también de las iniciativas de acompañamiento y discernimiento para las familias heridas (cf. AL 50 ss., 241 ss. y 291 ss.), para ayudarlas a descubrir y poner en práctica la misión que tienen en su familia y en su comunidad, a partir del Bautismo.
Con esta sugerente frase, las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret (Benicàssim) convocan una convivencia para chicas a partir de los 16 años, que se celebrará entre el 15 y el 18 de este mes de abril en la Casa de Espiritualidad del Desierto de las Palmas con el objetivo de discernir la vocación.
“Dios nos habla” es una realidad que experimentamos los cristianos que, abriendo el corazón, estamos expectantes ante las palabras del Señor. La Hermana Catalina, superiora de esta Comunidad, nos recuerda que “Él nos habla en la Palabra de Dios, pero también a través las personas que pone en nuestro camino y de los acontecimientos de la vida”, A partir de esa escucha atenta descubrimos que “Dios es Padre y nos quiere felices, puesto que para Él todo lo que vivimos tiene un sentido, una motivación de amor”. Es cierto, sin embargo, que todo lo que sucede no nos gusta, y entonces aparece la queja o la contrariedad, pero también en esos momentos podemos descubrir qué nos quiere decir el Señor, que siempre tiene palabras de vida.
Más allá de ofrecer las pautas para discernir la voz del Señor en el día a día, esta convivencia tiene por objetivo avivar la conciencia en chicas jóvenes que Dios tiene un plan de amor para cada una. No podemos ignorar ese plan, subraya la Hermana Catalina, puesto que “es el gran regalo de Dios para cada una”. En la mayoría de las jóvenes ese plan amoroso será formar una familia, pero también encontramos chicas que nos dicen que eso no les basta, que hay un “algo más”, nos recuerda la Hermana. Tanto para las que son llamadas a la vida matrimonial como a ese “algo más”, esta convivencia es para ellas.
Para más información pueden dirigirse a; casacsfn@gmail.com o al teléfono 680563596
En un mundo como el actual, en el que se ha relativizado el amor, hoy especialmente, como ha dicho en alguna ocasion el Santo Padre «se necesita la gracia de Cristo y la ayuda de los santos para poder vivir la vida matrimonial para siempre” (Audiencia General, junio de 2017). Del mismo modo tal como recoge la exhortación apostólica Amoris Laetitia, el Papa Francisco explica que el casamiento no es el final del camino, pues el matrimonio es “una vocación que los lanza hacia adelante, con la firme y realista decisión de atravesar juntos todas las pruebas y momentos difíciles”.
Por ello, hoy 14 de febrero, hemos querido entrevistar a un matrimonio cristiano, como es el de José Carlos y Lidón. Casados desde 1989, tienen dos hijos (18 y 16 años respectivamente) y forman parte de «Equipos de Nuestra Señora» desde hacen 20 años. Han pasado por todo tipo de etapas pero lo más importante es que se han sentido «acompañados en todo momento» en su matrimonio, compartiendo tanto las dificultades como los éxitos de los matrimonios que forman el equipo que dirigen, «ayudándonos mutuamente unos a otros», tanto a nivel humano, material y espiritual. Aseguran que ser conscientes del amor de Dios «facilita mucho las cosas».
Habladnos de ENS, ¿Cuál es el carisma de este movimiento? El movimiento Equipos de Nuestra Señora E.N.S. , está formado por matrimonios de diferentes edades y condiciones, que se comprometen a ayudarse mutuamente a crecer, a vivir su matrimonio dentro de la realidad cotidiana poniendo a Dios en el centro. El carisma del movimiento es la espiritualidad conyugal, es basar nuestra vida familiar en el Evangelio, como una forma de vivir en pareja en el mundo de hoy.
Los matrimonios que formais parte de ENS hacéis vida en equipo, ¿qué significa?, ¿cómo la hacéis? Las parejas de los ENS constituimos equipos, cuyos miembros compartimos el interés por progresar y para ello seguimos una metodología concreta. Nos reunimos, mensualmente, en casa de cada uno de los matrimonios (ahora vía Zoom, Meets, Whatsap…), y ponemos en común las vivencias personales y de pareja, compartiendo experiencias de las diferentes etapas del matrimonio, y reflexionamos sobre temas de actualidad relacionándolos con la fe. También hacemos regularmente reuniones de amistad (aquí no falla nadie), tiempo que pasamos juntos en ambientes cotidianos y distendidos, que nos ayudan a conocernos mejor.
¿Cuáles son los medios que permiten vuestro crecimiento personal y matrimonial? En todos los equipos el Consiliario es un miembro más, que nos acompaña y participa igualmente de la vida en equipo. En nuestro caso CS-3, Jose María Marin es el consiliario desde el principio y nos aporta su visión realista y sencilla del mundo, desde su servicio en la Frater.
¿Qué ha aportado a vuestro matrimonio?, ¿cómo os ha ayudado y os ayuda? Los medios concretos que propone ENS para el crecimiento personal y del matrimonio son la oración personal y la invitación a encontrarse personalmente con Dios. También reservamos un tiempo para orar juntos …cosa nada fácil…Escuchar, que no oír, asiduamente la Palabra de Dios y, al menos una «sentada» mensual, es decir, tiempo para dialogar de nuestras cosas, de forma sincera y poniendo a Dios en medio. También se organiza un retiro anual para reflexionar (es mejor si se hace en pareja). La «regla de vida» que supone fijarse acciones concretos de mejora personales y conyugales. En cualquier caso, hay que destacar que a partir de estas propuestas generales, cada pareja vive a su propio ritmo el compromiso del planteamiento que se hace desde Equipos de Nuestra Señora.
San Valentín, sacerdote y mártir protector del Santo Sacramento del Matrimonio
El martirologio romano recoge dos santos con el nombre de Valentín. Uno, Obispo de Interamna (San Valentín de Terni) y el otro, sacerdote de Roma (San Valentín de Roma). Del primero, los historiadores destacan su evangelización, milagros y curaciones. Fue arrestado, torturado y decapitado por Plácido Furius durante la persecución de Aurelius. Del segundo, San Valentín de Roma, y según recogen los textos de Legenda Sanctorum de Jacobus de Voragine y en la Crónica de Nuremberg (1493), fue un sacerdote de gran valentía y carácter que no solo protegía a los cristianos, sino que además casaba a los soldados pese a la prohibición expresa del entonces Emperador de Roma, Claudio II, que pensaba que un hombre sin familia estaba más comprometido con el emperador y centrado en la batalla. Fue perseguido por su fe, martirizado y decapitado el 14 de febrero del año 269 d.C. en Via Flaminia.
El matrimonio formado por José Vicente Gómez y Mari Carmen Darás tiene cuatro hijos y pertenecen a la 1ª Comunidad Neocatecumenal de la Parroquia de Santa María. En su camino de fe viven con intensidad la Palabra de Dios pues para ellos es la acción viva de Dios en sus vidas.
Sus hijos participan con ellos en la Eucaristía desde siempre conscientes de que escuchar la Palabra les ayuda a ver cómo Dios va actuando en sus propias vidas.
Además tienen una celebración familiar los domingos en la que todos participan. José Vicente y Mari Carmen invitan a sus hijos a compartir lo que la Palabra de cada domingo les dice para su vida.
¿Cuál es el poder evangelizador de las Sagradas Escrituras para vosotros? Dios nos habla por medio de su Palabra que está en las Escrituras. Esta Palabra está viva y es actual porque penetra nuestro corazón y es capaz de transformarlo, solo tenemos que escucharla y acogerla. El Señor tiene una Palabra para todo lo que nos sucede, unas veces de corrección, otras de cariño, otras de comprensión, otras de consolación, otras de ánimo…y siempre de amor. Para nosotros la Palabra de Dios es un acontecimiento, es la acción de Dios en nuestra vida y por eso cada uno de nuestros hijos es una Palabra de Dios. Cada día contemplamos como el Señor va llevando a cabo su Palabra.
¿Os habéis encontrado con alguna dificultad frente a la Palabra de Dios? Si. En algunos momentos hemos tenido dificultades para escuchar la Palabra de Dios por creernos autosuficientes y querer hacer nuestra vida al margen de Dios. También nuestros pecados nos han impedido aceptar y acoger esta Palabra.
¿Cómo se transmite la Palabra a los hijos? Primero la recibimos nosotros en una comunidad, celebrando la Palabra y la Eucaristía cada semana donde un grupo de hermanos la ha preparado previamente. También meditamos el evangelio de cada día. Nuestros hijos vienen con nosotros a la Eucaristía desde pequeños y van escuchando la Palabra y como Dios actúa en la vida de cada uno.
¿Hacéis en casa lectura de la Palabra? Tenemos una celebración doméstica los domingos por la mañana. Rezamos laudes juntos y abrimos una Palabra donde cada uno libremente comparte lo que Dios le dice en su vida con hechos concretos.
¿Cómo participan vuestros hijos? En la celebración doméstica del domingo participan cantando los salmos, escuchando y leyendo la Palabra, dando su experiencia y haciendo oraciones espontáneas de acción de gracias y petición al Señor. En la Eucaristía del sábado los niños tienen un momento especial después del Evangelio donde se les invita a compartir lo que la Palabra de Dios les ha dicho para su vida y en el momento de las oraciones piden espontáneamente aquello que el Espíritu les suscita. Ellos forman parte de los grupos de preparación de las Eucaristías junto con los adultos.
El próximo 19 de marzo se cumplirá el 5º aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” del Papa Francisco sobre “la alegría del amor que se vive en las familias” y que es motivo de “júbilo para la Iglesia”. Con la motivación de este aniversario el Santo Padre ha convocado para este 2021 el “Año especial dedicado a la familia” que se inaugurará el 19 de marzo (festividad de San José) y concluirá el 26 de junio de 2022 en el 10º Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en Roma.
En este año de la “Familia Amoris Laetitia”, la iniciativa del Papa Francisco pretende llegar a todas las familias con el objetivo de invitarlas a la reflexión a través de las diferentes “propuestas espirituales, pastorales y culturales que se podrán llevar a cabo en las parroquias, diócesis, universidades, movimientos eclesiales y asociaciones familiares” y ofrecer la posibilidad de profundizar para vivir la riqueza de la exhortación apostólica, según recoge la Conferencia Episcopal Española.
En el comunicado del Dicasterio para los Laicos se pone de relieve “el papel central de la familia como Iglesia doméstica” para lo que pondrán a disposición “instrumentos de formación al servicio de las comunidades y se organizarán simposios académicos internacionales para profundizar en el contenido y las implicaciones de la Exhortación Apostólica en relación con cuestiones de gran actualidad que afectan a las familias de todo el mundo».
Los objetivos de este “Año Familia Amoris Laetitia” son «hacer experimentar que el Evangelio de la familia es alegría que llena el corazón y la vida entera; proclamar el precioso valor del sacramento del matrimonio que tiene en sí mismo una fuerza transformadora del amor humano haciendo a las familias protagonistas de la pastoral familiar; y ampliar la mirada y la acción de la pastoral familiar para que se convierta en transversal y, así, incluir a todos los componentes de la familia”.
El nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito C. Auza, ha enviado a los obispos de la Conferencia Episcopal un escrito de la Secretaria de Estado de Su Santidad el Papa Francisco. El objetivo es ofrecer “algunos elementos útiles a una adecuada comprensión en relación a algunas afirmaciones del Santo Padre en el reciente documental Francisco”. Éstas han suscitado en los pasados días diversas reacciones e interpretaciones.
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