El sacerdote Manuel Díaz, párroco de los Santos Juanes de Almenara, junto a Álvaro González, seminarista del Mater Dei, han estado unos días en un barrio de Addis Abeba, capital de Etiopía, para atender y apoyar el trabajo de las Misioneras de la Caridad, dedicadas a los más pobres entre los pobres. El Padre Manuel ha estado del 17 al 21 de julio, mientras que Álvaro llegó allí el día 3 y volverá mañana, día 27 de julio.
La Casa de las hermanas se divide en varios edificios. Allí atienden y cuidan a niños y jóvenes huérfanos, a madres con sus bebés, y a niños y adultos discapacitados y enfermos. Además, varios días a la semana, enfermos que viven en las calles se acercan a la Casa para ser curados.
El sacerdote y el seminarista han ofrecido y participado en las celebraciones religiosas – Laudes, Eucaristía, Hora Santa – y han ayudado en las labores de comidas e higiene. Además, han colaborado en el campamento que las hermanas organizan para los niños del barrio, con momentos de oración, juegos y clases de idiomas.
También han estado unos días en otra Casa de las Misioneras de la Caridad, en la que atienden a enfermos y a mujeres de familias pobres que van a dar a luz.
El Nuncio de S. S. el Papa en España ha pedido «compromiso» a los sacerdotes, «confianza en el Señor» a la Vida Consagrada, y «anunciar la alegría del Evangelio» a los laicos
El Nuncio de S.S. el Papa Francisco en España, Mons. Bernardito C. Auza ha presidido esta mañana, en la Iglesia del Seminario Diocesano Mater Dei, una Eucaristía que marca el inicio de su agenda en la Diócesis de Segorbe-Castellón durante este fin de semana.
La visita responde a la invitación de nuestro Obispo, Mons. Casimiro López, con motivo de la Clausura del Año Jubilar Diocesano que tendrá lugar mañana domingo en la S.I. Catedral Basílica de Segorbe.
La importancia de la visita radica, precisamente, en la necesidad de comunión de nuestra Iglesia Diocesana con la Iglesia Universal. La oportunidad de agradecer personalmente al máximo representante de las diócesis españolas, y del Papa en España, la concesión de este Año de Gracia, es motivo también para mostrarle que la Iglesia de Segorbe-Castellón, está en camino, como nos pide el Papa, y sale, con renovado espíritu, a cumplir con la tarea evangelizadora.
La jornada de hoy, coincidiendo con la octava de Pascua, se ha iniciado con la Eucaristía. Así, a través de la Palabra de Dios, y de la comunión en Cristo, los asistentes se han preparado para el encuentro que el Nuncio ha tenido posteriormente con los sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas, así como con la Comisión del Año Jubilar Diocesano, y con los laicos a través de sus representantes en los diferentes Consejos Pastorales Parroquiales, incluyendo movimientos, asociaciones y diferentes realidades parroquiales.
La Eucaristía daba comienzo con las palabras de bienvenida y de agradecimiento de Mons. Casimiro López Llorente hacia el Nuncio de S.S. por el encuentro y a través de él con el Papa Francisco a quien representa en España y ante todas las Diócesis españolas con el fin de que «se fortalezcan los lazos de comunión de la Iglesia de Segorbe-Castellón con la Iglesia Universal a través del Santo Padre». El de hoy, ha dicho D. Casimiro, será un día de «acción de gracias al Señor a través de la Eucaristía que es la fuente, el centro y la cima hacia donde camina la Iglesia peregrina de Segorbe-Castellón y cada uno de los que formamos parte de ella».
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio»
Providencialmente la Palabra que se ha proclamado nos invitaba a todos, a través de San Marcos (16,9-15) a cumplir con la misión evangelizadora, y en esa misma Palabra ha basado su homilía Mons. Bernardito C. Auza en este sábado de la octava de Pascua. A través del Evangelio, el Nuncio Apostólico ha puesto de relieve «la Palabra que hoy dirige el Señor al colegio apostólico que pasan al colegio episcopal y también necesariamente a los colaboradores de los Obispos: los presbíteros».
Y lo ha hecho destacando la importancia del Seminario Diocesano Mater Dei como lugar de la celebración «por ser el espacio donde todo circula en torno a la tarea evangelizadora cuyo núcleo vital es la Eucaristía, de donde nace y se nutre la Iglesia». Así, se ha referido a la Eucaristía como «el principio y el fin de toda la acción de la Iglesia; el lugar donde se ilustra la mente, pero también se educa y se forma el corazón con la amistad y convivencia con Cristo».
El mensaje de Mons. Bernardito C. Auza se ha dirigido a los sacerdotes y seminaristas; a los representantes de los religiosos y religiosas, así como a la Vida Consagrada; y a la representación de los laicos presentes.
«Contad lo que hemos visto y oído«
En su mensaje a los sacerdotes y seminaristas, el Nuncio de S.S. se ha servido de la 1ª lectura (Hch. 4, 13-21) exhortándolos «a contar lo que hemos visto y oído, como advirtió Pedro, ante aquel Tribunal, inspirado por el Espíritu Santo, y en predicar la Divina Palabra sin disminuirla y darla tal como han recibido».
En este sentido ha invitado a los sacerdotes concelebrantes, a hacer del trato, de la intimidad y de familiaridad con la Palabra y con la vida del Señor, nuestra experiencia de vida cotidiana, porque sin la experiencia de Cristo es arriesgado entrar en un estado de vida que lo pide absolutamente todo». Se ha dirigido a ellos como «colaboradores esenciales del Obispo», invitándoles «a crecer en el amor a Cristo a través de la oración, de la práctica sacramental, la dirección espiritual y la convivencia sincera y fraterna, porque así también crece el interés por el conocimiento de la Iglesia Universal y Diocesana, y de todas sus necesidades y realidades».
En el contexto «de estos tiempos recios», ha agradecido el compromiso del Obispo y de los formadores en el acompañamiento y el camino de la formación hacia los seminaristas, animando a éstos a prepararse ante un futuro «que no es fácil». En este sentido ha recordado el mensaje de los Obispos en el Plan Pastoral 2021-2025 cuando se refieren a la sociedad actual como «una sociedad post-moderna líquida y voluble» que ha dejado atrás, aquella sociedad moderna «que buscaba la solidez en los grandes principios ideológicos y las grandes causas» en la que prima «la desconfianza en los vínculos humanos» que se deja llevar por «el individualismo y se caracteriza por relaciones efímeras en las que no se mantienen la lealtad ni el compromiso adquirido». Son tiempos líquidos, ha insistido, «en una sociedad líquida, donde el amor es líquido y el hombre es líquido porque solo quiere ser ciudadano del mundo sin ataduras ni en el amor, ni en la forma de vida». Y a este tipo de sociedad «ha de dirigirse nuestro compromiso en la formación», ha dicho.
Por ello, ha continuado, «los sacerdotes ordenados y quienes se preparan para el Ministerio sacerdotal deben de participar de la riqueza y la belleza del sacerdocio de Cristo, siendo conscientes que el sacerdocio ordenado es una llamada dentro de la llamada universal de un sacerdocio de todos los bautizados».
Se ha referido también a las enseñanzas de San Juan de Ávila como ejemplo de «predicar lo que recibía del Señor a través de la oración, desde el corazón; un hombre que escuchaba con la fe, miraba desde el amor, y predicaba con el corazón». Les ha exhortado a «permanecer generosos en el compromiso a su ministerio, testimoniando la misericordia de Dios en las tareas de cada día».
Mensaje del Papa Francisco
Depositar la confianza en el Señor
A las religiosas, religiosos y representantes de la Vida Consagrada que han participado en la Eucaristía, les ha alentado a depositar la confianza en el Señor. Ha puesto en valor la encomiable labor que realizan en beneficio de la Iglesia y de la sociedad en general en todas aquellas tareas y labores que realizan. Desde las diferentes congregaciones e institutos, ha dicho Mons. Bernardito C. Auza, «respondéis a la voz de la Iglesia que cuenta con vuestra entrega y vuestra fidelidad para asegurar el bien de la misma Iglesia y de las personas que se benefician de vuestra acción según vuestra vocación y carisma».
También ha recordado la próxima celebración de la 52ª Semana de la Vida Consagrada que se va a centrar en el déficit de esperanza en la Iglesia y en la sociedad, con el objetivo de dar respuesta a las muchas inquetudes manifestadas por los consagrados, ante la amenaza de extinción de algunos institutos de Vida Consagrada. En este sentido les ha agradecido «la insustituible labor» que realizan en la Iglesia de Segorbe-Castellón y, encomendado su tarea a la Virgen, les ha animado y alentado a mantener «el coraje para seguir adelante».
Es la hora de los laicos
También ha tenido palabras para los representantes del laicado de nuestra Diócesis: movimientos, asociaciones, apostolados y miembros de los Consejos parroquiales. Les agradecido, en nombre del Santo Padre, «su compromiso en la Diócesis colaborando y actuando con el compromiso de fe asumido en el Bautismo» así como por su participación en la convocatoria del Papa Francisco en el proceso sinodal.
Como miembros de la Iglesia, ha dicho, «los fieles laicos tenéis la vocación y la misión de anunciar el Evangelio en estos tiempos recios en que decae la fe y la práctica religiosa por parte de nuestros contemporáneos». En este sentido, les ha exhortado a «ser comunidades fuertes y comprometidas para emprender la Nueva Evangelización». Llevar el mensaje del Evangelio a la sociedad contemporánea «con nuevos métodos y nuevas formas en la vida comunitaria pero también entre quienes no practican la fe recibida en el Bautismo».
Por último, les ha recordado el mensaje del Papa Francisco durante el Congreso de Laicos celebrado en Madrid en 2020: «es la hora de hombres y mujeres comprometidos en todos los ámbitos, que con su modo de vivir son capaces de llevar la alegría del Evangelio allí donde estén».
Tras la Eucaristía, sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas, y los laicos a través de sus representantes en los diferentes Consejos Pastorales Parroquiales, incluyendo movimientos, asociaciones y diferentes realidades parroquiales, han mantenido un encuentro con Mons. Bernardito Auza en el que han podido conocer los acentos, las dificultades y los anhelos que están en el corazón del Santo Padre, asumiéndolos como propios y seguir el camino marcado en este Año Jubilar como Iglesia peregrina que camina, en comunión con el Papa y con el Obispo, en la tarea evangelizadora de la Iglesia misionera del Señor.
También se ha proyectado un vídeo resumen del Año Jubilar Diocesano que ha producido la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación y que, en palabras de D. Casimiro, refleja «cómo hemos vivido este Año de Gracia del Señor.
La Catedral de la Asunción de Nuestra Señora de Segorbe acogió, ayer por la tarde, la Eucaristía con motivo del Día del Seminario, que presidió nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. Entre otros sacerdotes concelebró el Cabildo Catedral, el rector del Seminario Mayor Mater Dei, D. Juan Carlos Vizoso; del Seminario Redemptoris Mater, D. Pablo Vela; y del Seminario Menor Mater Dei, D. José Antonio Morales.
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Según datos publicados por la Conferencia Episcopal Española (CEE) con motivo del Día del Seminario, el número de seminaristas en España baja, por primera vez, de los 1.000. En total, nuestro país cuenta con 974 seminaristas mayores, la peor cifra desde que hay registros, y las causas son claras: la secularización y la falta de compromiso de los jóvenes.
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Este día, decía el Obispo en la homilía, es “para orar por las vocaciones, para que el Señor nos siga enviando vocaciones a nuestra Iglesia diocesana y a toda la Iglesia en el mundo, por la formación de estos jóvenes que han sentido la llamada, para que crezcan dando una respuesta generosa al Señor, y que crezcan en santidad, para ser buenos y santos pastores del pueblo santo de Dios”.
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En este sentido, D. Casimiro explicó que la pastoral vocacional es una responsabilidad que afecta a todos los miembros de la Iglesia. “Es responsabilidad de todos ayudarnos mutuamente para vivir nuestra vocación cristiana y específica – decía – porque necesitamos sacerdotes que sigan representando y actuando en la persona de Cristo Jesús, proclamando la Palabra en su nombre, y celebrando la Eucaristía, que es la fuente necesaria para que la Iglesia permanezca”.
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El encuentro personal con el Jesús “es lo que cambia el corazón, y a eso tenemos que tender todos, los bautizados en general, y los seminaristas, matrimonios y, por su puesto el Obispo junto con los sacerdotes”. Sin ese encuentro es imposible que se dé “la tarea que tenemos encomendada por el Señor de llevar a otros al encuentro sanador, liberador y recreador”.
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Hoy se ha perdido “el sentido de la llamada del Señor – advertía-, porque no hay sentido para la trascendencia, incluso en nuestras catequesis, porque lo que interesa en muchos casos es recibir un sacramento y cumplir”. Por ello, “toda la actividad pastoral, pero sobre todo la catequesis, de iniciación, en las parroquias y colegios, tienen que ser: llevar al encuentro con el Señor”.
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Exhortó “a ayudar a los niños y a los jóvenes a que se pongan a la escucha de Jesús para ver si les llama, y si es el caso acompañarles”, decía mencionando a sacerdotes, catequistas, profesores, padres y comunidades. “No tener miedo a proponer la vocación»: «Si la respuesta es negativa ya tenemos respuesta; si es dubitativa hay que hacer un seguimiento, y si es afirmativa ya tenemos una vocación. La propuesta vocacional necesita personas convencidas e identificadas con su vocación».
Los seminaristas de la Diócesis y sus formadores se reunieron ayer en el Seminario Redemptoris Mater, en Betxí, en la que ha sido la primera de las felicitaciones navideñas con nuestro Obispo.
D. Casimiro les exhortó a «acoger al Señor para que nazca de verdad en nuestra vida», poniendo como modelo a la Virgen María y su actitud: de oración, de acogida de la palabra del ángel, y de escucha y confianza total en Dios.
Sobre todo, les animó, ante las dificultades en el camino de maduración de la vocación y de discernimiento, a poner la confianza en Dios, a fiarse de su llamada, sabiendo que para Él no hay nada imposible.
“El Señor viene, el Señor nace una vez más por cada uno de nosotros”, les dijo, porque en Navidad “celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, que nos trae el amor, la alegría y la paz de Dios”.
“Se hace un niño, frágil y débil, para que no tengamos miedo a abrirnos al amor que Dios nos ofrece”, del que nos quiere hacer partícipes. Ello “debe producir alegría en nuestro corazón, por saberse siempre amados y nunca abandonados por Dios”, y “nos trae su paz, el perdón, la sanación y la salvación”.
La parroquia de los Santos Juanes de Almenara acogió, el pasado lunes, el rito de institución de cuatro lectores, en una celebración que presidió nuestro Obispo, D. Casimiro.
Fue instituido lector un candidato al sacerdocio, Álvaro González, del Seminario Mater Dei, y tres candidatos al diaconado permanente, Abraham Saera, Vicent Meneu y Paco Rubio, quienes ya celebraron el rito de admisión a ordenes en mayo.
«El lector es instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, excepto el Evangelio. Puede también proponer las intenciones de la oración universal, y, en ausencia del salmista, proclamar el salmo responsorial» (IGMR n°99).
Es este uno de los pasos que se administran en el camino hacia la ordenación diaconal y sacerdotal, y se confiere a los candidatos a medida que van completando su formación y van configurando su vida con las dimensiones básicas del ministerio presbiteral del servicio de la Palabra y del altar.
Como indicó el Obispo en la homilía, los lectores son ministros y servidores de la Palabra de Dios, para llevar a los demás al encuentro con el Señor y suscitar la fe a través de la escucha. Para que así, “el Señor pueda actuar, pueda sanar, pueda dar, pueda perdonar los pecados, pueda dar la salud que necesitamos”.
“Para ser ministros de la Palabra de Dios, en primer lugar es necesario conocerla, estudiarla en profundidad”, pero también “hay que dejarse encontrar por Él, dejarse sanar, purificar”, ya que “los primeros destinatarios de la Palabra sois vosotros”, les decía.
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, participó ayer en la Novena a la Inmaculada Concepción celebrado en el Seminario Metropolitano de Moncada, en el que viven nuestros seminaristas diocesanos junto a los de la Archidiócesis de Valencia. Lo hizo junto al Cardenal Arzobispo, Mons. Antonio Cañizares.
En la homilía, D. Casimiro recordó que estamos celebrando el Adviento, un tiempo fuerte como preparación para la Navidad. Toda nuestra vida es Adviento, indicó, ya que nos preparamos para la venida de Jesús y para nuestro encuentro definitivo con el Señor. “Él sale constantemente a nuestro encuentro”, se quiere encontrar con nosotros “en cada persona, en los acontecimientos de la vida, en su Palabra, en la Eucaristía”.
Puso a la Virgen como modelo de escucha, discernimiento, acogida, y de salida a la misión, lo que les ayudará en su etapa formativa. Ella escucha atentamente lo que le dice el ángel, escucha a Dios, pregunta y disipa sus dudas. Disipadas sus dudas, María contesta al ángel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. Acoge la llamada y el plan de Dios, y se fía de Él. Y María actúa, a pesar de las dificultades sale y se pone en camino para servir a su prima Isabel, llevando en su seno al Hijo de Dios.
Nos han llegado nuevas noticias desde allí, y es que esta semana han visitado al Arzobispo de Nairobi, Mons. Philip Anyolo, a quien le han entregado una carta de nuestro Obispo, D. Casimiro. Según han explicado, “nos ha recibido en su casa y hemos cenado juntos”. También “hemos compartido con él nuestra experiencia en las parroquias donde estamos realizando nuestra misión”: Kayole, Soweto y Mihango.
Mons. Anyolo les habló sobre “la pastoral en Kenia en general y en Nairobi en particular”. “Ha sido una cena distendida, nos ha demostrado su cercanía y ha enviado saludos a los fieles de la Diócesis de Segorbe-Castellón, en especial a los seminaristas”, concluyen.
Ayer, día 10 de mayo, en el contexto de la festividad de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, y en el marco del Año Jubilar diocesano, la parroquia de Ntra. Sra. de los Ángeles de Betxí acogió el rito de Admisión a órdenes de un seminarista, de tres candidatos al Diaconado Permanente, y el rito de institución de cuatro lectores. La celebración estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro.
La recepción por parte de la Iglesia del compromiso público de cuatro candidatos y la asunción de un ministerio de servicio a la Palabra de Dios por parte de otros cuatro son motivos para dar muchas gracias a Dios, que actúa en los corazones y los empuja al servicio, sea a través del diaconado o del presbiterado.
“El Señor resucitado, que es el Buen Pastor, nos quiere llenar de su amor y de su vida para que seamos sal de la tierra y luz del mundo”, decía el Obispo en la homilía. “Él sale a nuestro encuentro para llenar nuestro corazón de la alegría del encuentro con el Señor”, “la alegría de ser cristianos y discípulos del Señor, de ser miembros de su Iglesia peregrina, la familia de los hijos de Dios en esta tierra”.
“Vivimos tiempo de escasez vocacional”, indicó D. Casimiro, “al ministerio ordenado y a la vida consagrada, pero también al matrimonio cristiano, porque esta generación de un cristiano discípulo misionero del Señor no la sabemos cultivar como se merece”. Ante ello, y a pesar de las dificultades, exhortó a llevar a los niños, en la familia y en la parroquia, al encuentro con el Señor, “es fundamental para que el bautizado viva su condición de hijo de Dios”.
Ministerio del Lectorado
Los cuatro seminaristas que fueron instituidos lectores por el Obispo, del Seminario Redemptoris Mater, fueron Armando Zapata, Pablo Ruiz, Samuel Albaladejo y Martín Vera.
«El lector es instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, excepto el Evangelio. Puede también proponer las intenciones de la oración universal, y, en ausencia del salmista, proclamar el salmo responsorial» (IGMR n°99). Es este uno de los pasos que se administran, junto al acolitado, en el camino hacia la ordenación diaconal y sacerdotal. Se confiere a los candidatos a medida que van completando su formación y van configurando su vida con las dimensiones básicas del ministerio presbiteral del servicio de la Palabra y del altar.
Rito de Admisión a órdenes
El seminarista que fue admitido a órdenes es Álvaro González, del Seminario Mater Dei.
La Admisión es un rito que se realiza con la finalidad de manifestar el propósito y deseo, de aquellos que se preparan para el ejercicio del sacerdocio ministerial, de ser aceptados entre los candidatos a las Sagradas Órdenes.
Y con este Rito, la Iglesia, a través de los responsables del seminario, reconoce en el candidato las cualidades y aptitudes necesarias para que algún día pueda ser ordenado. Por lo tanto, es recibido oficialmente como candidato para que continúe su formación para el sacerdocio.
Rito de Admisión al Diaconado Permanente
Los tres laicos que fueron admitidos como candidatos al Diaconado Permanente, dos de ellos casados, fueron Abraham Saera, Vicent Meneu y Paco Rubio.
En el Rito de Admisión, los aspirantes al Diaconado Permanente manifiestan públicamente su deseo de abrazar la vocación a la que el Señor los ha llamado, a la que quieren responder con generosidad, y representa de manera oficial la voz de la Iglesia constatando y acogiendo la vocación de estas personas. También, las esposas de los candidatos casados manifestaron públicamente su consentimiento al compromiso asumido por sus esposos.
Hoy, festividad de San José, se celebra el «Día del Seminario». Bajo el lema «Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino» se hace un guiño al proceso que la Iglesia está viviendo en el Sínodo de los Obispos que se inició en 2021 y finalizará en 2023, haciéndoles partícipes del camino que la Iglesia Universal está llevando a cabo.
En su encuentro con seminaristas el año pasado, el Papa Francisco aseguró que le gusta imaginar el Seminario “como la familia de Nazaret, donde Jesús fue acogido, custodiado y formado con vistas a la misión que le encomendó el Padre”. El Día del Seminario es una ocasión especial para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, sus formadores y las vocaciones sacerdotales.
En el momento actual, 22 son los seminaristas que están en proceso de discernimiento vocacional o formándose en los dos seminarios que hay en la Diócesis. Uno de ellos, el Redemptoris Mater, en Betxí, donde residen 9 chicos, más otros dos que ya han finalizado los estudios y están «en misión» o itinerancia por un periodo de tiempo previsto por su rector, D. Pablo Vela. A ellos se suman otros 11 candidatos que preparan su formación en el Seminario Diocesano Mater Dei, en Castellón, cuyo rector es D. Juan Carlos Vizoso. Cuatro lo hacen en el Seminario Mayor y los siete restantes (3 ya en Bachillerato) en el Seminario Menor.
El proceso de acceso habitual al seminario para cualquier joven que sienta la llamada de Dios al sacerdocio, es vivir el periodo de discernimiento vocacional en comunidad como lugar de referencia para la fe. De esta forma el primer intermediario para discernir la vocación es la persona que le acompaña en la fe (presbítero, catequista o su propia comunidad parroquial). Otro recurso es dirigirse a los rectores de los seminarios de la Diócesis o a través de la Delegación Diocesana para la Pastoral Vocacional que, en palabras de su delegado, D. Juan Carlos Vizoso, «es el momento en el que el candidato solicita a la Iglesia que le acompañe en el discernimiento y buscar luz para saber si aquello que siente en su corazón, es realmente una llamada al sacerdocio». El Seminario, asegura D. Juan Carlos Vizoso, «es la institución donde el candidato se siente acompañado por formadores y compañeros en la búsqueda de la voluntad de Dios».
Dimensiones de la formación de los seminaristas de la Diócesis
Cuatro son las dimensiones de la formación de los seminaristas en las que la Iglesia se apoya:
Dimensión intelectual: se adquiere a través de los 5-6 cursos académicos de formación universitaria y de manera profunda y sistemática sobre la Filosofía, la Teología y la Sociología entre otras materias, que les permiten conocer la realidad de Dios y del ser humano.
Dimensión espiritual: consiste en gestar su personal relación con el Señor, pues darle la vida a Cristo implica hacerlo, en persona, con absoluta libertad, con transparencia y atravesado completamente por esa decisión.
Dimensión comunitaria: consiste en vivir ese discernimiento acompañado, compartiendo tiempo, dificultades, anhelos y sufrimientos con otros candidatos en el Seminario porque se puede ver la llamada de Dios a través de la llamada de los otros.
Dimensión pastoral: a pesar de que, como seminaristas no tienen una tarea pastoral concreta, forman parte de la misma, porque la pastoral de la Diócesis contribuye a su discernimiento vocacional y porque la viven día a día viendo lo que la Iglesia está haciendo en medio de ellos y con ellos.
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