Abby Johnson siempre quiso ayudar a las mujeres. Por eso aceptó el puesto de directora de una clínica de «planificación parental»… hasta que un día entró en quirófano y vio practicar un aborto. Entonces comenzó un replanteamiento de su vida hasta convertirse en una firme defensora de la vida. Es una historia real que ahora se ha llevado a la gran pantalla. Unplanned se acaba de estrenar en España y el viernes próximo, 10 de julio, llega a las salas Ocine EstePark, en Castellón. Los pases serán desde el viernes 10 hasta el martes 15 a las 20:15h.
La Pontificia Academia para la Vida, ha escrito una nota sobre la emergencia del Covid-19, Pandemia y Fraternidad universal, en la que invita y promueve la necesidad de una alianza entre la ciencia y la ética en la búsqueda del mejor humanismo posible, aportando su propia reflexión que nos puede ser útil para todos. D. José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez y Presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, hace la siguiente síntesis.
Mons. Casimiro López Llorente ha bendecido esta tarde, 14 de noviembre, el Proyecto Sí a la vida – Hogar Nazareth. Se culmina así el proyecto diocesano que nació con motivo del Jubileo de la Misericordia en 2016 para acoger a jóvenes madres solteras. El Obispo ha deseado que esta casa sea “de verdad un signo visible de la Misericordia, que nos lleve a ser misericordiosos como el Padre, en este caso con las jóvenes que se encuentran con una necesidad y así realmente seamos promotores de la vida”.
Una vez concluido el curso y que se han vaciado las aulas del colegio y el Seminario, el Mater Dei se convierte en una casa de veraneo. Entre las familias de muy diversas procedencias que vienen unos días a descansar, el complejo acogió del 22 al 28 de julio a un grupo de jóvenes madres solteras y sus hijos para disfrutar de unos días de vacaciones, formación y espiritualidad. Durante el curso participan en otras actividades, y se les ofrece el recurso del piso de acogida creado en la Diócesis como fruto del Jubileo de la Misericordia.
La peregrinación diocesana a la Catedral de Segorbe con motivo del Jubileo de San Vicente Ferrer, el próximo sábado 9 de marzo, destinará la colecta al proyecto Sí a la Vida – Hogar Nazareth. Esta iniciativa nació en el Año de la Misericordia. El 13 de febrero de 2016, más de mil fieles de los arciprestazgos de Castellón y la Costa iniciaban, como la próxima semana, las peregrinaciones a la Catedral de Segorbe. Al final de la celebración, Mons. Casimiro López Llorente hizo un anuncio: respondiendo a la invitación del Papa para que este jubileo tuviera continuidad en un proyecto concreto, la Diócesis impulsaría una casa de acogida para jóvenes que, a raíz de su maternidad, se encuentran en situaciones complicadas por falta de recursos, exclusión social, rechazo de la familia u otras circunstancias que las hacen vulnerables a la hora de acoger la vida de su bebé.
Como fruto visible del Jubileo de la Misericordia, nuestra Diócesis puso en marcha el “Proyecto sí a la vida, Hogar de Nazaret”. Está pensado para acompañar a adolescentes embarazadas y ayudarles en la acogida de la vida que llevan en su seno. Es un compromiso más de nuestra Iglesia en nuestro ‘Sí, a toda vida humana’ en todos los momentos y circunstancias de su existencia terrenal.
El derecho a la vida es un derecho universal, que corresponde a todo ser humano. El primer derecho de una persona humana es su vida; es el bien fundamental, condición para todos los demás. Las cosas tienen un precio y se pueden vender, pero las personas tienen una dignidad que no tiene precio y que vale más que cualquier otra cosa. Por el sólo hecho de haber sido querido por Dios y creado a su imagen y semejanza, todo ser humano tiene una dignidad innata e inalienable que pide y merece ser reconocida, respetada y promovida por parte de todos. La vida de todo ser humano, en cualquier fase de su desarrollo, desde su fecundación hasta su muerte natural es inviolable. El respeto y la defensa de toda vida humana es la primera expresión de la dignidad inviolable de toda persona humana.
Toda vida humana siempre ha de ser acogida y protegida -ambas cosas juntas: acogida y protegida- desde la concepción hasta la muerte natural, y todos estamos llamados a respetarla y cuidarla. Por otro lado, es responsabilidad del Estado, de la Iglesia y de la sociedad acompañar y ayudar concretamente a quienquiera que se encuentre en situación de grave dificultad, para que nunca sienta a un hijo como una carga, sino como un don, y no se abandone a las personas más vulnerables y más pobres. Muchas veces nos hallamos en situaciones donde vemos que lo que menos vale es la vida de un ser humano. Por esto la atención a la vida humana en su totalidad se ha convertido en los últimos años en una auténtica prioridad del Magisterio de la Iglesia, particularmente a la más indefensa, o sea, al discapacitado, al enfermo, al que va a nacer, al niño, al anciano, que es la vida más indefensa.
Entre nosotros se extiende la así llamada ‘cultura de la muerte’, basada en el egoísmo individualista. A nuestra sociedad le aqueja una grave incoherencia, un doble lenguaje y una doble vara de medir a la hora de reconocer, respetar y promover el derecho a la vida. En la cultura del culto al cuerpo, se subraya la importancia y el valor de la vida de los sanos, pero no se valora igual la vida de los enfermos incurables, ni de los discapacitados, ni la de los ancianos, ni la de los niños no nacidos. Una mentalidad muy difundida de lo útil, la “cultura del descarte” -en palabras del papa Francisco-, esclaviza los corazones y las inteligencias de muchos. Esta “cultura” pide eliminar seres humanos, sobre todo si son física o socialmente más débiles e improductivos.
Nuestra respuesta a esta mentalidad es un ‘sí’ decidido y sin titubeos a la vida. La vida de todo ser humano es un bien en sí mismo. Además, en el ser humano frágil cada uno de nosotros está invitado a reconocer el rostro del Señor, que en su carne humana experimentó la indiferencia y la soledad a la que a menudo condenamos a los más pobres, débiles e indefensos. Cada niño no nacido, pero condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo, que antes aún de nacer, y después recién nacido, experimentó el rechazo del mundo. Y cada enfermo, cada discapacitado, y cada anciano, aunque esté enfermo o al final de sus días, lleva en sí el rostro de Cristo. No nos pueden ser indiferentes ni pueden ser marginados o descartados.
Los cristianos estamos llamados a sertestigos y difusores de la cultura de la vida humana frente a los desafíos de nuestro tiempo. Cada vida es un don de Dios y una responsabilidad nuestra. El futuro de la libertad y de la humanidad de nuestra sociedad depende del modo en que sepamos responder a estos desafíos. No podemos eludir estas cuestiones ni silenciarlas. Son aspectos irrenunciables de la misión de la Iglesia y pertenecen al núcleo de lo que nos ha sido transmitido por el Señor. Esto no sólo requiere palabras sino también hechos; y pide conquistar espacio en el corazón de los hombres y en la conciencia de la sociedad. Es éste un compromiso de evangelización que requiere a menudo ir a contracorriente. El Señor cuenta con nosotros para difundir el “Evangelio de la vida”.
El diario El País sacaba ayer una noticia demoledora: «El hambre aumenta por tercer año y alcanza a 821 millones de personas». Los conflictos, los eventos climáticos extremos y las crisis económicas son los principales responsables de esta regresión, según un estudio elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En la Diócesis de Segorbe-Castellón, Manos Unidas lleva varios años trabajando en proyectos de desarrollo en América Central, América del Sur y África. La misión concreta de lucha contra el hambre de estos proyectos se fundamenta en ayudar a los ciudadanos a ser «autores de su propio desarrollo, para que puedan vivir sin depender de los demás», asegura Pilar Acín, presidenta de Manos Unidas de la Diócesis.
Los proyectos que han llevado a cabo hasta ahora se desenvuelven en el áreas de la agricultura, de agua, sanidad, formación de la mujer y educación. En este último campo, han trabajado mucho para ampliar aulas escolares en un centro de Madagascar.
Subcomisión Episcopal para la familia y la defensa de la vida
1. El mandamiento “no matarás” se encuentra en el fundamento de toda ética verdaderamente humana y, de modo particular, en la tradición cristiana. “Explícitamente, el precepto «no matarás» tiene un fuerte contenido negativo: indica el límite que nunca puede ser transgredido. Implícitamente, sin embargo, conduce a una actitud positiva de respeto absoluto por la vida, ayudando a promoverla y a progresar por el camino del amor que se da, acoge y sirve.” (San Juan Pablo II, EV, 54). Leer más
Estas son las palabras de María Esperanza Puente, presidenta de la Asociación Voz PostAborto y colaboradora de la Fundación RedMadre. En esta ocasión nos ha concedido unas horas para charlar sobre la importancia de dar soporte a las mujeres que por alguna razón han provocado la interrupción del embarazo.
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