VII Jornada Mundial de los Pobres: «ellos nos evangelizan, nos muestran el rostro de Cristo Jesús, doliente y sufriente”
La Diócesis ha celebrado esta mañana la VII Jornada Mundial de los Pobres con una Eucaristía que ha tenido lugar en la Basílica de Ntra. Sra. del Lledó, Castellón, presidida por nuestro Obispo D. Casimiro. Ha sido en el templo dedicado a la Patrona de la ciudad con motivo de la celebración del Año Jubilar Mariano por el centenario de su coronación. Ha concelebrado el Prior de la Basílica, D. Joaquín Guillamón; el Prior de la Real Cofradía de la Mare de Déu del Lledó, D. Miguel Abril; y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos. Ha asistido D. Guillem Farré, diácono permanente.
Y entre los asistentes se encontraban miembros de las diferentes entidades caritativas y sociales de la Diócesis, como Cáritas y Manos Unidas. También la alcaldesa de la ciudad y clavariesa de las fiestas del centenario, Dña. Begoña Carrasco; el concejal y Perot, D. Vicent Sales; acompañados por varios miembros de la corporación municipal; el Presidente de la junta de gobierno de la Cofradía, D. Jesús Lumbreras; y la presidenta de la junta de Camareras, Dña. Lledó Querol.
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Este año lo hacemos con el lema “No apartes tu rostro del pobre” (Tb. 4,7). Lema propuesto por el Papa Francisco, y que explica en su Mensaje para la ocasión: «Tobit, en el momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz de reconocer a los pobres. Es fiel a la Ley de Dios y observa los mandamientos, pero esto no le es suficiente. La atención efectiva hacia los pobres le era posible porque había experimentado la pobreza en su propia carne. Por lo tanto, las palabras que dirige a su hijo Tobías son su auténtica herencia: “No apartes tu rostro de ningún pobre” (4,7). En definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien en esa expresión “de ningún pobre”. Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio».
Puedes leer el Mensaje del Santo Padre AQUÍ
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Además, con motivo de la celebración, la Conferencia Episcopal Española (CEE) y Cáritas han sumado de nuevo sus esfuerzos para movilizar a las comunidades cristianas y a toda la sociedad en los objetivos de esta cita anual convocada por el Santo Padre.
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La idea de impulsar esta Jornada surgió el 13 de noviembre de 2016, durante el cierre del Año de la Misericordia y cuando en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a las personas marginadas. Al finalizar la homilía, y de manera espontánea, Francisco expresó un deseo: «quisiera que hoy fuera la Jornada de los Pobres».
Al hilo de la Palabra proclamada en este XXXIII domingo del Tiempo Ordinario, D. Casimiro ha exhortado a poner al servicio de los demás cuanto hemos recibido, en especial en esta Jornada, de aquellos que están más necesitados de nosotros. La finalidad de la Jornada “es que cada comunidad cristiana, cada cristiano, tomemos conciencia de que a través de nuestra vida, de nuestros hechos, hemos de ser signo del amor y de la misericordia de Dios ante el pobre y el necesitado”.
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“Los pobres no son una categoría abstracta, un colectivo anónimo, – ha explicado el Obispo – los pobres tienen un rostro concreto, son personas, hombres, mujeres, ancianos, niños, niñas que sufren el dolor de la pobreza material, el dolor de la soledad, el dolor de no tener una vivienda digna, el dolor de no ver respetada su dignidad personal y tantas y tantas otras realidades que podemos ver en nuestro mundo”.
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Ante esta realidad no podemos ser indiferentes, ha continuado, “porque los pobres los tenemos entre nosotros, a nuestro lado, a la puerta de nuestra casa, y no podemos pasar como si no existieran”. Es por ello que, tanto la Jornada como la Palabra de Dios, “nos llama a tener esa cercanía a los pobres, ese amor donde ellos sientan el amor de Dios que proclamamos y que nos ofrece Cristo Jesús”.
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También ellos “necesitan que se les anuncie el amor de Dios, la cercanía misericordiosa del Padre a través de nuestros gestos”, “necesitan ser evangelizados, llevarles al encuentro con el Señor, y lo necesitan a través de nuestros buenos gestos reales”, ha recalcado.
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Pero también ellos nos evangelizan a nosotros, ha señalado el Obispo, “porque nos hacen recapacitar que de los pobres en el espíritu es el Reino de los Cielos, y lo que realmente cuenta al final de los tiempos no es lo que tenemos, sino cómo hemos vivido los dones que de Dios hemos recibido poniéndolos a servir de los demás”. Ellos nos muestran, por tanto, “el rostro de Cristo Jesús, un Cristo doliente y sufriente”.