Los religiosos celebran el día de la Vida Consagrada en el templo jubilar vicentino de Castellón
No fue una Jornada más de la Vida Consagrada. Unos 50 religiosos de distintas congregaciones de la Diócesis participaron el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, en una eucaristía presidida por Mons. Casimiro López Llorente, y celebrada en la parroquia de San Vicente de Castellón, uno de los templos jubilares por el VI aniversario de la muerte del santo dominico: «Ardía del amor de Dios y se dedicaba a hablar a los demás de Él. Como san Vicente, lo que hemos recibido gratis lo tenemos que dar gratis», exhortaba el Obispo.
En la homilía, Mons. López Llorente se centró en tres palabras: consagración, encuentro y misión. Definió la primera como «la donación de la vida respondiendo a la llamada a seguir la huellas de Jesús y así encontrar la verdadera Alegría, la verdadera felicidad». El encuentro, explicaba, es «dejarse encontrar por el Señor para enamorarnos de Él. Un encuentro que nos llena de Vida y que debemos mantener vivo». Finalmente vinculaba la misión al amor: «El amor de Dios no se puede tener si no se ama al hermano que está a nuestro lado».
La misa comenzó con la procesión de las candelas. Tras la homilía los religiosos renovaron su consagración al Señor y en el ofertorio presentaron el pan y el vino como signo de la vocación de entrega a los demás. Una imagen de la cruz representó cómo los religiosos silenciosamente reparten el amor de Dios a las personas más necesitadas, y se concretó con un donativo, «signo de compartir lo que somos y tenemos con los más empobrecidos», explica Fina Gómez, religiosa de la Consolación y presidenta de CONFER Diocesana.