El clero joven recibe formación sobre las cinco motivaciones para el acompañamiento espiritual de los sacerdotes
La parroquia de San Vicente Ferrer de Almassora acogió ayer una nueva sesión formativa mensual del clero joven de la Diócesis de Segorbe-Castellón, presidida por nuestro Obispo D. Casimiro.
En esta ocasión, D. Juan Carlos Vizoso, rector del Seminario Mater Dei y párroco de Sant Joan de Moró, abordó las bases y motivaciones del acompañamiento espiritual como un pilar fundamental para fortalecer la fraternidad y la comunión sacerdotal. La formación destacó cinco motivaciones esenciales que invitan a los sacerdotes a buscar apoyo mutuo y a vivir la misión desde una comunidad cohesionada.
La primera motivación es evangélica y señala la importancia de recibir una “palabra de fuera” que ilumine la vida espiritual. Este acompañamiento, en clave evangélica, busca ser un apoyo que señale el camino desde la verdad del Evangelio.
La segunda motivación es antropológica, y aborda la realidad de la fragilidad humana en sus diversas dimensiones: corporal, psicológica y espiritual. Según el ponente, en el alma se libran luchas con pensamientos y pasiones, llamados logismoi, que pueden llevar al pecado, como explicó san Gregorio. Así, el acompañamiento espiritual permite confrontar estos pensamientos negativos con la ayuda de una palabra de claridad que guíe al sacerdote hacia el bien.
La tercera motivación es eclesial. Dios ha querido salvar a la humanidad formando un pueblo, en el que cada miembro es llamado a escuchar y proclamar la Palabra. En este sentido, el acompañamiento pastoral ayuda a cada sacerdote a redescubrir y vivir la fe como “garantía de lo que se espera”. El propósito es recordar la verdad revelada y acompañar el camino hacia la conversión y el fortalecimiento de la fe.
La cuarta motivación, de carácter pedagógico, subraya que todos los seres humanos necesitan ser guiados, incluso los más expertos en su campo, como un deportista de élite. “Si Rafael Nadal requiere un entrenador para perfeccionar su técnica, también el sacerdote necesita ser instruido y orientado en su vida espiritual”, ilustró el ponente, enfatizando la importancia de este aprendizaje continuo.
Finalmente, la motivación histórica recuerda que no ha habido santo en la Iglesia que haya alcanzado la santidad sin la ayuda de un guía espiritual. La historia de la santidad se ha forjado en el contexto de relaciones de acompañamiento que enriquecen la vida de la Iglesia y la de cada sacerdote.