Esta mañana se ha celebrado, en el Palacio Episcopal de Castellón, la reunión de constitución de la Mesa por la Vida de la Diócesis de Segorbe-Castellón que nace ante la necesidad de «promover la sensibilidad por la defensa de la vida» ha dicho Miguel Abril, Vicario de Pastoral y porque, «ahora que el COVID pone ante nosotros la salud, estamos ante una emergencia real por la vida» ha añadido Luis Oliver, Delegado Diocesano de Familia y Vida.
Según ha indicado Miguel Abril, los objetivos principales son «promover la defensa de la vida desde el inicio hasta la muerte natural; enseñar la antropología adecuada que desde la ley natural sustenta la dignidad absoluta de la vida humana; y para iluminar dando razones de sentido de la vida, del sufrimiento y la esperanza cristianos«. Para culminar los objetivos, en la reunión de hoy se ha trabajado con un calendario de actividades y acciones concretas para dar una respuesta cristiana «a través de la luz del Evangelio», ha matizado el Vicario de Pastoral.
Para ello se va a elaborar diverso material gráfico y audiovisual que se difundirá a través de los medios de comunicación de la propia Diócesis y también se hará llegar a las parroquias con el fin de dar a conocer a los fieles y a la sociedad en general el compromiso de la Iglesia por la vida porque como dice el Papa Francisco «el cuidado de la creación – afirma Luis Oliver – empieza por el cuidado de la propia vida del hombre que está creado a imagen y semejanza de Dios».
La Mesa por la Vida está integrada por la Vicaría de Pastoral y la delegaciones diocesanas de Familia, Pastoral de Salud, Pastoral Universitaria, Medios de comunicación y el Centro de Orientación Familiar (COF). Cada una de las delegaciones diocesanas trabajará con sus públicos objetivos sobre la base de la defensa por la vida con la divulgación de contenido y argumentos, para lidiar con «prejuicios y tópicos» que se han instalado en la sociedad actual.
El 14 de julio la Congregación para la Doctrina de la Fe difundió el documento «Samaritanus Bonus, sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida». El 4 de octubre el Obispo, D Casimiro López Llorente, afirmaba en su carta dominical que «el tema del final de la vida humana está de nuevo en el primer plano de la actualidad», y exhortaba a «administrar siempre a los enfermos en condiciones críticas y/o terminales los cuidados básicos de la alimentación y de la hidratación. Además hemos de ofrecerles los cuidados paliativos, que tienen como objetivo aliviar los sufrimientos en la fase final de la enfermedad y de asegurar al paciente un adecuado acompañamiento humano, afectivo y espiritual».
El trabajo de los capellanes de hospital de la diócesis ha cambiado mucho durante estas semanas para poder atender a todos los enfermos por coronavirus, y cada uno tiene su experiencia personal, aunque todos están siendo necesarios mensajeros de la fe y de la esperanza cristiana ante el sufrimiento de la enfermedad o de la muerte.
Eloy Villaescusa – Hospital General de Castellón
“Podemos vivir este tiempo gracias a las fuerzas que el Señor nos concede, para poder llevar con paz y serenidad toda esta tribulación, y bien dispuestos para llevar la gracia del Señor a quienes solicitan nuestros servicios”, comenta Eloy Villaescusa, uno de los capellanes del Hospital General de Castellón.
Los enfermos y familias a las que asiste se acogen al Señor con fe, “aunque esta crisis que estamos viendo pone aún más de manifiesto la frialdad religiosa que nos envuelve como sociedad”, asegura el sacerdote.
Muchos de estos enfermos mueren en soledad, “no es fácil acompañarlos debido al aislamiento en el que se encuentran, y la visita se ciñe a la administración de los sacramentos, pero la fe nos dice que el Señor no abandona a nadie, y que la Iglesia está místicamente presente junto al moribundo”, concluye Eloy.
Vicente-José Paulo – Hospital General de Castellón
Vicente-José Paulo también es capellán del Hospital General de Castellón, y asegura que “es difícil ver a una persona y no saber si mañana estará viva, pero si en cada enfermo no viéramos la presencia de Cristo, el miedo se apoderaría de nosotros y no volveríamos, lo que requiere de una gran dosis de amor a Dios y a las personas, y por supuesto de oración”.
Según el sacerdote, “es impresionante ver como los enfermos creyentes ponen su vida en manos de Dios, confiando en que Él sea su fuerza, y eso aporta serenidad y fuerza para luchar”.
Para poder atender a los enfermos de la Covid-19, del mismo modo que los sanitarios, los capellanes deben llevar un equipo de protección individual (EPI), pero “hay veces que los enfermos o sus familias piden la asistencia y no podemos ir inmediatamente, pues no hay equipos de protección adecuados, y pensar que una persona se muere sin poder hablar con ella es muy duro”.
“Es reconfortante cuando podemos atender a estas personas o a sus familias, y el poder estar a su lado aporta la satisfacción de haber podido ayudar y consolar”, concluye.
Vicent Pasqual Esteller – Hospital de La Plana de Vila-real
Hace poco más de un mes que Vicent Pasqual Esteller se encuentra atendiendo, como capellán interino, a los enfermos del Hospital de La Plana de Vila-real. “Para mi, este tiempo está siendo un regalo, un tiempo de gracia, en medio del sufrimiento que está produciendo esta pandemia, ver tan cercana la mano del Señor, que continua fiel a su amor y cuidado preferencial con aquellos que por la enfermedad están unidos a Cristo en la Cruz”.
El sacerdote dice sentirse “instrumento inútil, lápiz en manos del Señor, que escribe la historia, sintiendo cómo Dios, a través de nuestra presencia, toca lo más profundo del corazón de aquel que sufre”. Además, dice sentirse agradecido por el modo en el “acontecen encuentros providentes, en los que sientes que tu no haces nada y el Señor te lleva, provee las palabras y los momentos”.
Vicent Pasqual explica que no solo los capellanes de hospital acercan a Dios a los enfermos, pues “hay muchos profesionales sanitarios, más de los que nos imaginamos, con los que compartimos la misma fe, inquietudes y la necesidad de presentarle a Dios en la oración lo que estamos viviendo, tantas situaciones, historias y vidas, y vivir con alegría todo lo que nos une”.
“Los enfermos acogen nuestra visita con una gran paz y alegría, necesitan hablar y sentir la presencia del otro, pues este tiempo de enfermedad y soledad está siendo duro y difícil – continúa explicando – y se les abre la puerta a Cristo, que viene a poner luz en nuestras vidas, pues sabemos que ha vencido a la muerte en la Cruz y está resucitado”.
Asegura que en muchas de estas personas, “tras hablar y recibir la comunión se produce el milagro, pues encuentran una profunda paz y la alegría de saber que Jesús se queda con ellos en ese momento, al atardecer de su vida”.
“En algunos momentos la gente te dice que no sabe como rezar, o se les olvidan las oraciones, y yo siempre les comento que su cama en estos momentos es altar, donde ellos también ofrecen a Dios su sufrimiento, se unen a Cristo y sus vidas se convierten en oración, en Eucaristía”, concluye.
Lucio Rodrigues – Hospital Provincial de Castellón
Lucio Rodrigues se encuentra en el Hospital Provincial de Castellón, y explica que “la capilla del Hospital se ha convertido en sala de espera de los enfermos oncológicos, y tanto los enfermos como el personal sanitario y la dirección han agradecido la disponibilidad de dicho espacio”.
“He podido comprobar en los semblantes de estos pacientes la preocupación justa por su salud y la de los suyos, y cómo muchos de ellos, no pocos, se han puesto a orar con verdadero recogimiento, pidiendo confesión y comunión – asegura – y lo mismo puedo decir del personal de la casa, ya que médicos, enfermeros, cocineros, limpiadoras, seguridad…, que en nuestros breves encuentros por los pasillos o en la sacristía, con gran profesionalidad han expresado su preocupación, han pedido oración y a la vez han demostrado su aprecio al capellán”.
Lucio se muestra agradecido, porque “siempre han favorecido la asistencia religiosa preservando la integridad del paciente y del sacerdote, y realmente está siendo un tiempo de unión y amistad entre nosotros”.
El Obispo de la Diócesis ha asegurado el acompañamiento y atención espiritual en tres hospitales de la provincia donde los capellanes titulares no podían ir por prudencia a causa de su elevada edad. Por este motivo D. Casimiro López Llorente ha nombrado a otros sacerdotes que puedan realizar esta labor de forma interina durante el tiempo que sea necesario.
Las tres de la tarde. Eloy Villaescusa, uno de los capellanes del Hospital General, recorre equipado con la mascarilla el pasillo junto a la UCI, rosario en mano y oración en el corazón. Normalmente está lleno de familiares con los que se inicia una conversación, pero desde hace tres semanas ese pasillo está vacío. Solo al otro lado de la pared, en las habitaciones, hay la actividad impagable de los sanitarios y la soledad de los enfermos de Covid-19.
Los cuatro hospitales en el territorio de la Diócesis de Segorbe-Castellón cuentan con la asistencia de ocho capellanes. Solo en el de la Magdalena, en Castellón, se ha dispuesto que no esté de forma permanente el sacerdote dado el alto riesgo que correrían los enfermos en caso de contagio. El resto, ahí siguen asegurando ante todo una presencia y, cuando se da la posibilidad, acompañando y alentando tanto a pacientes como a familiares.
Ante la expansión y recrudecimiento de la pandemia de Covid-19, se hace necesario e imprescindible que los Capellanes de Asistencia Religiosa Católica en los Hospitales colaboren en todas las medidas higiénicas que impidan o dificulten el contagio del Covid-19. Por el bien de toda la humanidad, es muy importante parar la cadena infecciosa del coronavirus y, por ello, se ha de evitar por todos los medios posibles que los Capellanes no resulten infectados, para que así no se conviertan, a su vez, en un medio de transmisión de la infección para los numerosos enfermos, ancianos y debilitados que han de atender en su misión pastoral.
Esta mañana se ha celebrado la I Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud, a la que han asistido voluntarios, sanitarios, visitadores de enfermos, sacerdotes, religiosas, así como miembros de varios movimientos y asociaciones como Hospitalidad Ntra. Sra. de Lourdes o Vida Ascendente.
Tras la oración con la que ha comenzado la jornada, el sacerdote Francisco Román, director del secretariado diocesano de pastoral del enfermo y del mayor de la diócesis de Orihuela-Alicante, ha presentado su conferencia sobre la nueva organización y el funcionamiento del secretariado en dicha diócesis.
«Al principio empezamos trabajando en encontrar la forma con la que poder realizar nuestra labor con las dos realidades con las que nos encontramos, ya que por un lado están los enfermos, y por el otro los mayores, las dos muy grandes y muy importantes».
«Estas realidades no siempre van unidas – ha dicho – pues el enfermo no tiene porque ser mayor, y el mayor no siempre tiene porque estar enfermo, y cada una tiene sus propias características y sus propias necesidades».
De igual modo que la realidad del enfermo de hoy no es la misma que la del enfermo de los años 90, «también ha cambiado mucho la realidad del mayor, por muchos factores, como la inversión de la pirámide poblacional, el envejecimiento de la población, la baja natalidad, la proliferación de las residencias de mayores», ha proseguido.
«¿Y qué les ofrecemos?, ¿qué respuesta les damos?, ¿estamos llegando a ellos? – ha continuado – en mi opinión, las delegaciones o secretariados de la salud, del enfermo, del mayor, deben cumplir una función de servicio, ya que es el delegado el que debe ir a las parroquias a preguntar e interesarse por la situación en la que se encuentran y por las necesidades concretas que puedan tener, así como ayudar a dar soluciones».
Desde esta perspectiva, la diócesis de Orihuela-Alicante creó la figura de los coordinadores, de modo que cada zona pueda estar atendida por dos laicos y un sacerdote. «Se trata de dos figuras bien delimitadas, así, por un lado está el sacerdote, que cumple con las funciones de consiliario, que acompaña, orienta, anima, administra los sacramentos, y por el otro están los dos coordinadores, que se encargan de la coordinación, de convocar, de llegar a la gente y de detectar posibles problemas en su zona».
Una vez finalizada la conferencia, esta primera jornada de pastoral de la salud ha concluido con el trabajo por grupos y con la puesta en común de los asistentes.
El 11 de febrero se celebra la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, conmemorando la primera de las 18 apariciones de la Virgen a la joven francesa Bernadette Soubirous en 1858, presentándose como la “Inmaculada Concepción”.
En una de las apariciones, la del 25 de febrero, la Virgen le pidió a la niña de catorce años que bebiera de una fuente inexistente, «me dijo que fuera a beber a la fuente (…). No encontré más que un poco de agua fangosa. Al cuarto intento, conseguí beber», contó la santa, que tras escarbar en la tierra surgió un manantial de la gruta de Massabielle. Cabe recordar, que las reliquias de la santa pasaron por la Diócesis el pasado mes octubre.
A esta gruta acudió Catalina Latapie durante la aparición del 1de marzo, quien mojando su brazo dislocado en el agua del manantial recuperó la salud. Desde entonces, millones de personas visitan el lugar desde la fe y la oración en busca de curación física o espiritual.
Por este motivo, la Iglesia también celebra cada 11 de febrero la “Jornada Mundial del Enfermo”, en esta ocasión con las palabras que pronuncia Jesús, «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11,28).
El Papa Francisco, en el mensaje para esta jornada, indica que «Jesús dirige una invitación a los enfermos y a los oprimidos, a los pobres que saben que dependen completamente de Dios y que, heridos por el peso de la prueba, necesitan ser curados».
Se trata pues de una situación que entiende, porque «él mismo se hizo débil, vivió la experiencia humana del sufrimiento y recibió a su vez consuelo del Padre. Efectivamente, sólo quien vive en primera persona esta experiencia sabrá ser consuelo para otros» añade el Papa en su mensaje.
Con motivo de esta jornada, la Diócesis también celebrará la I Jornada Diocesana de Pastoral de Salud el próximo sábado, 15 de febrero, en el Seminario Mater Dei. Eloy Villaescusa, Delegado Diocesano de Pastoral de la Salud, ha explicado que «la labor que hacemos los capellanes de hospital es atender a los enfermos y a sus familias en las necesidades espirituales y humanas que puedan tener», por lo que «es importante relanzar esta pastoral a nivel diocesano para poder dar un mejor servicio a nuestros mayores, a nuestros enfermos y a sus familias en todo aquello que puedan necesitar de nosotros».
A esta jornada están convocados todos aquellos que tengan interés, pero especialmente aquellos que tengan alguna relación con esta pastoral, como puede ser Hospitalidad Ntra. Sra. de Lourdes, Vida Ascendente, profesionales sanitarios, voluntarios, sacerdotes o visitadores de enfermos.
PROGRAMA I JORNADA DIOCESANA DE PASTORAL DE SALUD
10h. Acogida
10:30h. Oración
10:45h. Conferencia de D. Francisco Delegado, Pastoral de la Salud de Orihuela – Alicante
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