Este Domingo, último del Año Litúrgico, celebramos la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Esta fiesta nos muestra que Jesucristo es como la piedra angular sobre la que se edifica el mundo creado y la historia de la humanidad y la clave que los cerrará como Juez de vivos y muertos, cuando vuelva con poder y gloria al final de la historia. Su confesión ante Pilatos “Soy Rey”, queda completada por San Pablo al decir que Jesús es “imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, Cabeza del Cuerpo, que es la Iglesia, reconciliador de todas las cosas” (cf. Col 1,12-20). Cristo es el centro de la creación, del pueblo de Dios y de la historia de la humanidad.
Queridos todos en el Señor: laicos, religiosos, diáconos permanentes y sacerdotes:
Como sabéis, este año estamos celebrando el Centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús por el Rey Alfonso XIII el 30 de junio de 1919. Nuestra Diócesis se ha unido a esta efeméride con distintos actos, que queremos culminar con la Consagración de toda nuestra Iglesia diocesana al Corazón de Jesús, invitando a todos a consagrarse personalmente a Él.
Con este acto de Consagración no se trata de reivindicar con nostalgia una situación sociopolítica del pasado, sino de confiar a toda nuestra Diócesis – a sus miembros, familias, comunidades e instituciones- al Corazón del Hijo de Dios, hecho hombre, pues queremos que a todos llegue el amor de Dios que se nos ha revelado en el Corazón de Jesús. En el amor de Dios está la fuente indispensable para nuestra renovación personal, comunitaria, pastoral y misionera y dar respuesta a las exigencias evangelizadoras del presente.
Este domingo, 27 de octubre, celebraremos la Jornada dedicada a las personas sin hogar, bajo el lema “Ponle cara”. Porque estas personas tienen un nombre y un rosto propio; no es un mero fenómeno sociológico, el llamado ‘sinhoragismo’. Estas personas no nos pueden ser indiferentes. Como tú y como yo, tienen la dignidad propia e inalienable de hijos o hijas de Dios. Por ello las personas sin hogar nos interpelan a todos y cada uno personalmente, como cristianos y como ciudadanos, como comunidad cristiana y como sociedad. De ahí la pregunta permanente de la campaña: “¿Y tú qué dices? Di basta. Nadie sin Hogar”.
Se estima que sólo en España 40.000 personas sin hogar son acompañadas por Cáritas española; muchas de ellas están entre nosotros. Los cristianos no podemos ignorarlas, cuando sabemos bien que el hogar es una condición necesaria para que el hombre o la mujer pueda venir al mundo, crecer, desarrollarse, para que pueda trabajar, educar y educarse, para que los hombres puedan constituir esa unión más profunda y más fundamental que se llama ‘familia’. No tener hogar es más que no tener una casa una vivienda digna; implica también verse privado de cosas fundamentales para el desarrollo y el bienestar de todo ser humano como las relaciones personales, el sentido vital, el acceso a derechos fundamentales como la atención sanitaria y otros.
Son muchas las causas que intervienen para que una persona no tenga hogar. Cada una tiene su propia historia. Sin embargo, hay algunas causas que aparecen en los procesos de la mayoría de estas personas, como son la falta de recursos económicos y de ayudas sociales o la falta de un trabajo digno; a veces son circunstancias personales como la enfermedad, las adicciones, las relaciones familiares rotas o los hábitos; otras veces tienen que ver con la soledad; y al final, con la ausencia de acceso al derecho a una vivienda. Los que no tienen hogar constituyen una categoría de pobres todavía más pobres, a quienes debemos ayudar, convencidos de que una casa es mucho más que un simple techo, y que allí donde el hombre realiza y vive su propia vida, construye también, de alguna manera, su identidad más profunda y sus relaciones con los otros.
Varios documentos de carácter internacional afirman claramente entre otros derechos propios de la persona humana, el derecho a la vivienda. La misma Constitución española declara “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” y que “los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación” (art. 47). Ahora bien, estas formulaciones jurídicas tratan de expresar la verdadera dimensión de la carencia de vivienda. No es sólo un hecho de carencia o privación. Es la carencia o privación de algo debido y, por consiguiente se trata de una injusticia cuando una persona sin culpa suya directa carece de una vivienda.
Por su parte la Iglesia, que siempre ha estado cerca de los que sufren, de los pobres y los empobrecidos, porque ellos son los preferidos de su Señor, también se ha manifestado reiteradamente a este respecto, abogando por el derecho a la vivienda digna: es exigencia del bien común y del derecho a disfrutar de los bienes de la tierra justamente distribuidos como consecuencia del destino universal de los mismos.
La Iglesia, participando “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (GS 1), considera grave deber suyo asociarse a cuántos operan con dedicación y desinterés para que las personas sin hogar encuentren soluciones concretas y urgentes.
Para todo cristiano y la Iglesia, la realidad de las personas sin hogar es un llamamiento a la conciencia y una exigencia a poner remedio. En cada persona que carece de hogar, el cristiano debe identificar al mismo Cristo: “fui forastero y no me hospedasteis; estuve desnudo y no me vestisteis” (Mt 25, 43). En estas palabras se puede ver justamente, en cierto modo, la situación real de las personas sin hogar, en los cuales es necesario identificar al Señor.
Trabajemos unidos como sociedad y como comunidad cristiana, en la solución y la prevención del problema. Es posible y urgente acabar con estas situaciones de vulneración de derechos, de sufrimiento, de vivir en la calle, de inseguridad, de no poder acceder a una vivienda y, en definitiva, de no tener hogar.
En unos días recibiremos las reliquias de santa Bernardita con motivo de la celebración en 2019 de un Año dedicado a ella. Nuestra Diócesis ha querido sumarse a esta celebración recibiendo, como otras 47 diócesis de España, sus reliquias para acercar a esta santa especialmente a todas aquellas personas que, por diversos motivos, no pueden ir a Lourdes. Deseamos que así nazca o renazca entre nosotros la devoción a Bernardita y a Nuestra Señora de Lourdes. A través de las reliquias de Bernardita podemos experimentar aquí la cercanía de la Virgen y escuchar y acoger su Mensaje en Lourdes, que no ha perdido actualidad.
El día 24 de septiembre celebramos la fiesta Ntra. Sra. de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias. En el día de vuestra patrona os saludo de corazón en primer lugar a vosotros, hermanos y hermanas, que estáis condenados a la privación de libertad en los centros penitenciarios de nuestra Diócesis – Castellón y Albocàsser; sabéis que siempre os llevo en mi corazón y rezo por vosotros, aunque sólo puntualmente pueda visitaros en la cárcel. Os saludo también a los PP. Mercedarios, a los capellanes y los voluntarios en las prisiones y os agradezco vuestra entrega generosa y dedicación gratuita a los presos. Mi saludo se extiende también a todos los funcionarios de los dos Centros Penitenciarios de Castellón; gracias por vuestra acogida y por vuestro apoyo a nuestra tarea pastoral. A todos os deseo una celebración gozosa del día de Virgen la Merced.
«No se trata sólo de migrantes» JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y REFUGIADO
Carta a todo el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón
Queridos diocesanos:
El domingo, 29 de septiembre, tiene lugar la Jornada mundial del migrante y del refugiado. Esta Jornada se celebrará en lo sucesivo, por decisión de la Santa Sede, el último domingo de septiembre y no el tercer domingo de enero, como hasta ahora. Quiero llamaros la atención sobre este cambio para que esta Jornada no pase desapercibida, sino que se celebre en todas las parroquias y comunidades eclesiales de nuestra Diócesis. Con este fin se ha enviado el material oportuno desde nuestro Secretariado diocesano de Migraciones.
El Papa Francisco resume su Mensaje para este año, titulado No se trata sólo de migrantes, con cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. “Pero estos verbos – dice el Papa- no se aplican sólo a los migrantes y a los refugiados. Expresan la misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Si ponemos en práctica estos verbos, contribuimos a edificar la ciudad de Dios y del hombre, promovemos el desarrollo humano integral de todas las personas y también ayudamos a la comunidad mundial a acercarse a los objetivos de desarrollo sostenible que ha establecido y que, de lo contrario, serán difíciles de alcanzar”.
Por eso invito a tomar conciencia de la responsabilidad que nos concierne como creyentes en Jesucristo y como ciudadanos en un mundo en el que las fronteras son cada vez más frágiles. Es preciso superar prejuicios de todo tipo y tratar de acercarse a los que vienen de otros lugares para conocerlos, valorarlos, respetar su forma de ser, su cultura y su religión, interesarse por sus vidas y familias, ayudarles a integrarse y ofrecerles nuestros locales, en una palabra, poner en práctica el mandamiento del amor fraterno que recibimos del Señor. Nuestros miedos a los desconocidos y forasteros o ante la llegada de migrantes y refugiados condicionan muchas veces nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de volvernos intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta incluso racistas. Nuestros miedos nos privan del encuentro con el otro y de la oportunidad de encuentro con el Señor. Acordaos de estas palabras de Jesús: «fui extranjero y me acogisteis» (Mt 25,35). Confío en vuestro sentido cristiano y en la capacidad de acogida de nuestro pueblo y de nuestras comunidades parroquiales.
Finalmente os convoco e invito a todos a la celebración de Eucaristía que, D.m., presidiré con motivo de esta Jornada en la Concatedral de Santa María en Castellón el 29 de septiembre a las 19:00 horas. Hagamos un pequeño esfuerzo y mostremos con nuestra asistencia y participación nuestra sensibilidad para acoger a los migrantes y refugiados. Os espero. Muchas gracias.
La Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre, nos invita a reflexionar sobre el sentido de la Cruz. Muchos quizá se preguntarán por qué los cristianos celebramos la Cruz, que es un instrumento de tortura, un signo de sufrimiento, de fracaso y derrota. Es verdad que la cruz tiene todos estos significados. Es más: en tiempos de Jesús, la cruz era la más vil de todas las condenas a muerte.
Sin embargo, a causa de que quien muere en la cruz es el mismo Hijo de Dios y lo hace por nuestros pecados y por nuestra salvación, la Cruz representa también el triunfo definitivo del amor de Dios sobre todos los males del mundo. Desde entonces, la Cruz ya no es sinónimo de maldición sino de bendición. Porque “Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).
sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y seglares
Queridos todos en el Señor:
En el presente mes de septiembre son muchas las parroquias y pueblos que celebran sus fiestas patronales, que en la mayoría de los casos están dedicadas a la santísima Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, bajo distintas advocaciones. Es posible que muchos desconozcan que el día 11 de este mes de septiembre es la Fiesta litúrgica de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de nuestra diócesis de Segorbe-Castellón. Así fue declarada por el Papa Juan XXIII, juntamente con San Pascual Baylón, por el Breve Apostólico de 12 de junio de 1961. Además, la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos por decreto de 20 de enero de 2015 (Prot. N. 90/14) aprobó nuestro Calendario propio diocesano tal como habíamos solicitado y, entre otras cosas, estableció que en el futuro la fiesta litúrgica de la Virgen de la Cueva Santa se celebre en nuestra Diócesis con el grado de Fiesta. Y así hemos de hacerlo tanto en la Misa como en el rezo de las Horas. Estamos gestionando la aprobación por la citada Congregación de los textos litúrgicos para la Misa y la Liturgia de las Horas para Calendario propio.
A todo el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón: sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y seglares
Queridos todos en el Señor:
Después de la pausa del verano nos disponemos ya a comenzar un nuevo curso pastoral en toda nuestra Iglesia diocesana: servicios diocesanos, arciprestazgos, parroquias y comunidades, movimientos, asociaciones y grupos. El Señor nos llama a retomar con fuerzas renovadas la misión evangelizadora, que Él nos ha confiado.
En nuestro Plan Diocesano de Pastoral (2014-2021) nos hemos propuesto trabajar para que nuestras parroquias sean comunidades evangelizadas y evangelizadoras. El primer curso lo dedicamos a la reflexión sobre la Exhortación del papa Francisco Evangelii Gaudium; los cuatro cursos posteriores nos fijábamos en el anuncio de la Palabra y en la celebración de la Liturgia, en especial en la Eucaristía. Llegamos ahora al cuarto objetivo específico del Plan de pastoral que nos llama a «vivir el mandamiento del amor y el compromiso por la justicia como servicio a los más necesitados y testimonio de fe”. En este curso nos vamos a fijar en la Caridad; el próximo lo dedicaremos al compromiso por la justicia. El Señor nos llama a una sincera conversión al amor de Dios y a Dios, y, desde ahí, al amor al prójimo; es decir, a abrir nuestros corazones al amor de Dios que nos perdona, transforma y capacita para descubrir y vivir el amor al prójimo. Hacemos nuestras las palabras de Jesús en la última Cena con sus Apóstoles: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros» (Jn 13, 34).
El pasado 4 de agosto, el Papa Francisco ha escrito una emotiva carta a todos los sacerdotes del mundo, con motivo del 160º aniversario de la muerte del santo Cura de Ars, patrono de todos los párrocos del mundo. El Santo Padre ha manifestado que los destinatarios de la epístola no son sólo los párrocos sino también «todos los hermanos presbíteros que sin hacer ruido ‘lo dejan todo’ para estar empeñados en el día a día de (sus) comunidades» (…) «Me dirijo a cada uno de ustedes que, tantas veces, de manera desapercibida y sacrificada, en el cansancio o la fatiga, la enfermedad o la desolación, asumen la misión como servicio a Dios y a su gente e, incluso con todas las dificultades del camino, escriben las páginas más hermosas de la vida sacerdotal«.
El Romano Pontífice reconoce, a su vez, «la preocupación de que, en no pocas regiones, nuestros sacerdotes se sienten ridiculizados y ‘culpabilizados’ por crímenes que no cometieron y (…) necesitan encontrar en su obispo la figura del hermano mayor y el padre que los aliente en estos tiempos difíciles, los estimule y sostenga en el camino». Como hermano mayor y padre -continúa el Papa- «también quiero estar cerca, en primer lugar para agradecerles en nombre del santo pueblo fiel de Dios todo lo que recibe de ustedes y, a su vez, animarlos a renovar esas palabras que el Señor pronunció con tanta ternura el día de nuestra ordenación y constituyen la fuente de nuestra alegría: «Ya no los llamo siervos…, yo los llamo amigos» (Jn 15,15)».
Por su indudable interés, publicamos a continuación el texto íntegro de la carta remitida por el Papa Francisco a todos los sacerdotes católicos del mundo:
CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS SACERDOTES EN EL 160° ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL CURA DE ARS
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