Ayer continuó la llegada de ayuda a diversas poblaciones de Valencia gravemente afectadas por la DANA, a través de las parroquias, comunidades y entidades de nuestra Diócesis. Esta vez, hasta Catarroja se desplazaron todos los seminaristas del Redemptoris Mater, acompañados por varios sacerdotes y algunos fieles, para apoyar en la limpieza de garajes llenos de fango y entregar ropa y alimentos a algunas familias necesitadas.
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Los seminaristas también prestaron ayuda en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, gravemente dañada por la riada, colaborando en la extracción de barro y agua acumulada en los salones parroquiales situados en el sótano. Junto a ellos, participaron sacerdotes y feligreses de la misma parroquia, un grupo de estudiantes de la Universidad CEU de Valencia y voluntarios de la parroquia de Santa Catalina de Siena de Madrid.
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Tras una intensa mañana de trabajo, todos se reunieron en oración para agradecer al Señor por la ayuda recibida y para elevar plegarias por las personas y familias más afectadas, especialmente aquellas que han perdido sus bienes o seres queridos en esta catástrofe.
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La Virgen de los Desamparados de Valencia preside un acto público del Papa
Además, en su audiencia general, el Papa Francisco dedicó un mensaje de solidaridad al pueblo valenciano. Acompañado de una imagen de la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, expresó: “Valencia sufre mucho. Y también otras partes de España, pero Valencia sufre bajo el agua. Hoy de manera especial pedimos por Valencia y por las demás regiones afectadas por el agua”.
Rito de Admisión a órdenes de dos seminaristasy del Ministerio del Lectorado a un tercero
La Iglesia parroquial de Sant Joan de Moró acogió ayer tarde la celebración del rito de institución de un lector y el Rito de Admisión a órdenes a los seminaristas Juan Manuel García-Cervigón, Samuel Medina y José Javier Pérez respectivamente. Fue en el transcurso de una Eucaristía que presidió el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente.
Estuvieron acompañados por sus familias, los rectores de los Seminarios Mater Dei, Redemptoris Mater y La Inmaculada (Moncada), así como por la comunidad parroquial de Sant Joan de Moró que se sumó con alegría a la celebración.
Durante la homilía el Obispo puso el acento en la Palabra proclamada en la que el evangelista hacía referencia a la llamada de Jesús a los primeros apóstoles para hacerlos «pescadores de hombres». Llamados, dijo D. Casimiro «a su seguimiento y en su nombre, anunciar a Cristo Jesús para que todos tuvieran luz y un encuentro con Él».
Así se dirigió especialmente a los tres candidatos a quienes, a través de la ceremonia de ayer tarde, la Iglesia les reconoce públicamente estar preparados como candidatos al sacerdocio. En el caso de Juan Manuel García-Cervigón al Ministerio del Lectorado; y a Samuel Medina García y José Javier Pérez Durán como candidatos al orden. Les exhortó a «ser humildes y a dejaos acompañar por la Iglesia, madurando doctrinalmente a través de los estudios». En este sentido, les animó también a configurar su corazón «con el corazón de Jesús, que no vino a ser servido sino a servir».
La formación, dijo el Obispo, «no acaba nunca, porque siempre estamos de camino y el Señor nos anima a seguir creciendo en santidad», y pidió oración por las vocaciones y por las familias «que es donde se vive y se transmite la fe, donde se contagia a los hijos, sobre todo, a aquellos que escuchan la Palabra y la acogen».
Ayer, domingo día 9 de junio, la parroquia de San Miguel Arcángel de Castellón acogió una celebración, organizada por la Delegación diocesana para la Pastoral Vocacional, en la que los tres diáconos que serán ordenados este mes dieron su testimonio sobre la vocación y sobre cómo, gracias a ella, han visto en sus vidas el amor de Dios.
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Se trata de Álvaro González, formado en el Seminario diocesano Mater Dei; y Pablo Durán y José Salas, formados en el Seminario diocesano y misionero Redemptoris Mater; que recibirán el sacramento del orden sacerdotal en una ceremonia presidida por monseñor Casimiro López en la Santa Iglesia Concatedral de Santa María, Castellón, el día 22 de junio a las 11:00 h.
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El evento fue presentado por el Delegado diocesano para la Pastoral Vocacional, D. Ion Solozábal, y comenzó con la oración de las Vísperas y una catequesis que dio el párroco, D. Joaquín Tejedo, sobre la corona mistérica que hay en el ábside, y que gira en torno a los misterios de la vida de Cristo.
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Los que pudieron asistir tuvieron una oportunidad única y preciosa de escuchar las experiencias vocacionales de estos jóvenes diáconos, en las que se pudo constatar que, en un tiempo en el que parece que la voz de Dios parece haberse perdido, se sigue escuchando con fuerza.
“En mi vida ha parecido poco a poco el amor de Dios y me he sentido muy querido – concluyó su experiencia José Salas – El Señor lo hace todo nuevo, y estoy contentísimo”. Y animó a aquellos que tienen “alguna inclinación en el corazón y piensan que a lo mejor Dios les llama, que pongan esa inquietud a los pies de la Iglesia, porque Dios no defrauda”.
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Pablo Durán explicó que “el tiempo del Seminario ha sido un tiempo duro y largo en el que me he conocido, me han corregido y en el que el Señor me ha enseñado muchas cosas, a rezar, a tener intimidad con Él, a poder vivir con otros”. “Dios ha tenido mucha misericordia de mí y me ha dado una lección profunda de amor – concluyó- estoy muy contento y muy agradecido con la elección del Señor”, porque “no ha tenido en cuenta mis pecados y se ha fijado en mí, me ha demostrado que, a pesar de ser un desastre y de mi debilidad, Él me quiere y se hace fuerte”. Y animó a los jóvenes a levantar la mirada al cielo, “pídele al Señor que te conceda ver el amor que te tiene y conocer la vocación a la que te llama”.
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“Dios me ha prometido la vida eterna, y aquí en la tierra el ciento por uno – indicó Álvaro González – y eso en mi vida se está cumpliendo y por ello le doy muchas gracias”. “Yo solo puedo deciros que confiéis en Dios – dijo – porque igual que a mí me está haciendo muy feliz, y hoy doy testimonio de ello, con vosotros también quiere hacer lo mismo. Dejadle entrar en vuestra vida”.
Con el inicio del mes de mayo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por la formación de religiosas, religiosos y seminaristas: “Oremos para que las religiosas, los religiosos y los seminaristas crezcan en su camino vocacional a través de una formación humana, pastoral, espiritual y comunitaria, que les lleve a ser testigos creíbles del Evangelio”.
2. […] Como tuve ocasión de destacar: «Buscar superar este divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida, ha sido precisamente uno de los principales aportes del Concilio Vaticano II. Me animo a decir que ha revolucionado en cierta medida el estatuto de la teología, la manera de hacer y del pensar creyente» (…)
3. Ha llegado el momento en el que los estudios eclesiásticos reciban esa renovación sabia y valiente que se requiere para una transformación misionera de una Iglesia «en salida» desde ese rico patrimonio de profundización y orientación, que ha sido confrontado y enriquecido —por así decir— «sobre el terreno» del esfuerzo perseverante de la mediación cultural y social del Evangelio, que ha sido realizada a su vez por el Pueblo de Dios en los distintos continentes y en diálogo con las diversas culturas.
En efecto, la tarea urgente en nuestro tiempo consiste en que todo el Pueblo de Dios se prepare a emprender «con espíritu» una nueva etapa de la evangelización. Esto requiere «un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma». Y, dentro de ese proceso, la renovación adecuada del sistema de los estudios eclesiásticos está llamada a jugar un papel estratégico. De hecho, estos estudios no deben sólo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial, en el que la Iglesia se ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo y que se alimenta de los dones de Sabiduría y de Ciencia, con los que el Espíritu Santo enriquece en diversas formas a todo el Pueblo de Dios: desde el sensus fidei fidelium hasta el magisterio de los Pastores, desde el carisma de los profetas hasta el de los doctores y teólogos.
Y esto tiene un valor indispensable para una Iglesia «en salida», puesto que hoy no vivimos sólo una época de cambios sino un verdadero cambio de época, que está marcado por una «crisis antropológica» y «socio-ambiental» de ámbito global, en la que encontramos cada día más «síntomas de un punto de quiebre, a causa de la gran velocidad de los cambios y de la degradación, que se manifiestan tanto en catástrofes naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras». Se trata, en definitiva, de «cambiar el modelo de desarrollo global» y «redefinir el progreso»: «El problema es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos».
Esta enorme e impostergable tarea requiere, en el ámbito cultural de la formación académica y de la investigación científica, el compromiso generoso y convergente que lleve hacia un cambio radical de paradigma, más aún —me atrevo a decir— hacia «una valiente revolución cultural». En este empeño, la red mundial de las Universidades y Facultades eclesiásticas está llamada a llevar la aportación decisiva de la levadura, de la sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia, que está siempre abierta a nuevos escenarios y a nuevas propuestas.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por quienes viven su espiritualidad cristiana ayudados por la piedad popular, para que acogiendo la Palabra de Dios con fe y humildad, a ejemplo de María, crezcan en el conocimiento de la fe y la vivan con coherencia.”
La religiosidad popular es expresión de la búsqueda de Dios y de la fe cristiana de un pueblo de acuerdo con su idiosincrasia y su historia. Pablo VI escribió que “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” (EN 48). Surge de la apertura a la Trascendencia, a Dios, propia de toda persona humana. En el ser humano y en los pueblos existe un hondo sentido de lo sagrado, que se expresa de diversas maneras, según las vivencias y la cultura propia del pueblo. La llamamos “popular” porque mediante ella el pueblo de Dios expresa su fe según los rasgos de la cultura propia de cada lugar; es una fe que se hecho cultura. En su origen es una expresión pública y compartida de la fe cristiana. Mediante ella el pueblo cristiano llano vive y expresa su relación con Dios, con la Virgen y con los Santos. Su fuente se encuentra en la presencia viva y activa del Espíritu de Dios en el organismo eclesial. Las formas auténticas de piedad popular son fruto del Espíritu Santo y deben ser consideradas como expresiones de la piedad de la Iglesia (Catecismo, 1674).
La religiosidad popular tiene, sin embargo, sus límites. Como todas las realidades cristianas no siempre está exenta de errores o desviaciones. A veces se puede quedar en un sentimiento pasajero o en lo superficial, y quedar vaciada de su verdadero sentido y fin. La piedad popular necesita también ser evangelizada, “para que la fe que expresa, llegue a ser un acto cada vez más maduro y auténtico” (Juan Pablo II).
Por san José celebramos el Día del Seminario. Este año, en nuestra Diócesis, lo haremos este fin de semana, en las Misas vespertinas del sábado y en las del Domingo. Nuestros seminaristas del Mater Dei y del Redemptoris Mater y la petición al Padre para que nos envíe pastores según su corazón estarán especialmente presentes en la oración de nuestras comunidades, lo que no debería faltar a lo largo de todo el año. Porque todos y cada uno estamos llamados a orar por la buena formación de nuestros seminaristas y pedir con insistencia y perseverancia a Dios que nos envíe vocaciones al sacerdocio ordenado. Nos urge –y mucho- recuperar o intensificar nuestro amor y compromiso por nuestros seminarios; en ellos se forman, aquellos que han sentido la llamada del Señor al sacerdocio y que serán los futuros pastores de nuestras comunidades.
Hemos de intensificar también nuestra oración por las vocaciones sacerdotales. Sufrimos un fuerte invierno de vocaciones en el mundo occidental, que entre nosotros alcanza extremos muy preocupantes. Esta situación no nos puede ser indiferente. Es, en efecto, muy escaso el número de nuestros seminaristas; y muy pocos proceden de nuestras comunidades. A decir verdad no sólo escasean las vocaciones al sacerdocio; también son escasas las vocaciones a la vida consagrada y cada día son menos los bautizados que entienden su matrimonio y familia como una vocación; pocos son también los seglares que viven su ser cristiano como vocación, llamados a ser testigos del Evangelio en el mundo y en la Iglesia. Necesitamos dar, pues, a toda nuestra pastoral un tinte vocacional, comenzando por la formación cristiana de nuestros niños bautizados en la familia y la catequesis de iniciación cristiana.
Ciertamente que hoy no es fácil hablar de vocación. El contexto cultural actual propugna un modelo de ‘hombre sin vocación’. Interesa lo inmediato, lo útil, el tener, el disfrute de la vida, la fama, la ostentación y el poder; falta una perspectiva global de la persona como proyecto de vida. El futuro de niños, adolescentes y jóvenes, en la mayoría de los casos, se plantea reducido a la elección de una profesión para logar una buena posición económica; su futuro se plantea sin apertura al misterio de la propia vida, a Dios, al prójimo o al propio bautismo. Es necesario que trabajemos por crear una cultura vocacional orando por las vocaciones y acogiendo en parroquias y movimientos el ofrecimiento que se hace de la Diócesis para trabajar en este sentido.
Una mirada creyente sobre el ser humano descubre que todos tenemos una vocación, una llamada de Dios. Así nos lo recordó el Sínodo de los Obispos de 2018 sobre los jóvenes, la fe y el descernimiento vocacional. Dios llama a cada uno a esta vida por amor y para vivir la alegría del amor, que será fuente de felicidad. La nueva vida recibida de Dios gratuitamente en el bautismo desarrolla esa llamada inicial de Dios al amor. Y, llegado el momento, esta vocación bautismal se concretará por parte de Dios en una llamada a vivir el amor en el sacerdocio entregando la propia vida al servicio del Evangelio y de los hermanos; o a vivirlo en la vida consagrada entregándose a Dios y a los hermanos en el carisma de un instituto religioso; o a vivir la llamada de Dios al amor en el amor entre un hombre y una mujer en el matrimonio y en la familia. Dios tiene un plan concreto para que cada uno alcance la felicidad y la perfección en el amor, la santidad. La vocación es el pensamiento amoroso de Dios sobre cada uno. En esa llamada encuentra cada uno su nombre y su identidad, que le garantiza su libertad y su felicidad.
Todos somos responsables de la pastoral vocacional. Ayudemos todos –en especial los padres, los sacerdotes y los catequistas- a nuestros niños, adolescentes y jóvenes a hacerse sin miedo esta pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga en mi vida”. Si sienten la llamada al sacerdocio, ayudémosles a responder con alegría y generosidad mediante nuestra cercanía y acompañamiento. Será nuestro mejor servicio a su libertad y felicidad.
Nuestra misión no es otra que evangelizar, mostrar a Cristo a todos los hombres para que se dejen encontrar por Él, escuchen su voz, respondan a su llamada con entrega y fidelidad. Oremos a Dios Padre para que nos envíe pastores según el corazón de su Hijo. El sacerdocio es un don inestimable de Dios y un ministerio indispensable en nuestra Iglesia. No tengamos miedo de hacer la propuesta vocacional al sacerdocio a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
Con motivo de la Solemnidad de San José, patrono de la Iglesia universal, el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, ha remitido una carta a todo el Pueblo de Dios, exhortando a «conocer, rezar y apoyar, también económicamente, a nuestros Seminarios diocesanos Mater Dei –Mayor y Menor- y Redemptoris Mater«.
Bajo el lema “Padre, envíanos pastores”, la Diócesis de Segorbe-Castellón celebrará el «Día del Seminario» el próximo 19 de marzo, día de precepto para toda la Iglesia y recuerda «a todos los miembros de la Iglesia diocesana la obligación de participar ese día en la celebración de la Eucaristía, a no ser que, por razones de trabajo u otras circunstancias, exista dificultad grave para cumplir con este precepto».
En los lugares donde el día de san José no es fiesta civil, dicha campaña se suele trasladar al fin de semana más cercano. A pesar de que en nuestra Diócesis, el día 19 es fiesta civil, D. Casimiro advierte que, debido a las fiestas locales que se celebran en muchos municipios, el Día del Seminario lo celebraremos en las misas dominicales del domingo anterior, día 17 de marzo y su víspera, pues la mayor afluencia de fieles en las misas dominicales puede favorecer una mayor acogida de la campaña.
El Obispo reconoce en su carta la disminución de los seminaristas en muchas diócesis y también en la de Segorbe-Castellón. Por ello exhorta «para que nos unamos todos en oración pidiendo al Padre que nos envíe pastores y a colaborar económicamente en las necesidades de nuestros seminarios para ofrecer una buena formación a los jóvenes que actualmente se están preparando para el sacerdocio».
Ayer día 20 de diciembre, nuestro Obispo D. Casimiro presidió, en el Seminario Redemptoris Mater, el rito de institución de acólito de dos seminaristas de dicho seminario, José Salas y Pablo Durán; que también realizaron la profesión de fe y la promesa de celibato junto a otro seminarista del Mater Dei, Álvaro González.
“Nuestra Iglesia es agraciada en vosotros”, les dijo el Obispo a los candidatos al presbiterado, “y al sentir la presencia del Señor y su amor, suscita en nosotros la alegría que surge de saberse personalmente, para siempre y sin medida, amados por Dios”.
En relación al Evangelio de la Anunciación a la Virgen, D. Casimiro les exhortó a fijarse y a imitar sus actitudes. Ella “está atenta, escucha a Dios que le habla a través del ángel, y pregunta, como vosotros os habréis preguntado tantas veces: ¿cómo será posible que esta llamada sea posible en mi fragilidad y en mi libertad?”.
La respuesta la encuentran “abriendo el corazón al Espíritu y siendo dóciles a sus indicaciones, a sus palabras, porque actúa tantas veces a través de las mediaciones de la Iglesia”. Y una vez discernido “pedís a la Iglesia dar estos pasos que os van acercando al presbiterado a través de los ministerios”.
“Vuestra actitud debe ser como la de la Virgen, que ha escuchado, que ha interrogado, que ha abierto su corazón a Dios, que ha discernido y dice: «He aquí la esclava del Señor»”. Ello indica su total disponibilidad “para hacer en todo momento la voluntad del Señor, en el seno de la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón, pero abiertos también a la Iglesia universal”, explicó.
El ministerio del acolitado “os hace servidores de los diáconos y también asistentes de los presbíteros en la liturgia, en especial en la Eucaristía”, les dijo, para lo que se necesita humildad y sencillez. Durante este tiempo “debéis meditar sobre el valor que ha de tener en vuestra vida servir como acólitos en la Eucaristía, qué es lo que la Iglesia espera de vosotros”, les exhortó.
Y la promesa de observar el celibato “es un don para integraros en alma, vida y corazón al servicio de Dios y de los hermanos. Es una renuncia a tener mujer, pero es vivir vuestro afecto hacia Dios y hacia los hermanos”, señaló.
Pero para ello “tendréis que tener disciplina, ascesis en vuestra vida para evitar peligros y, ante todo, pensad que es un don que recibís de Dios, como carisma que acogéis con la promesa que hacéis para, con la presencia y la fuerza de Dios, poder también responder a esa entrega que Él espera de vosotros, como ministros de su Iglesia, como ministros de las comunidades, para amar de verdad”.
D. Casimiro informó también de que el día de la Epifanía, el 6 de enero del 2024, tendrá lugar la ordenación diaconal de varios candidatos.
Tras la celebración, los seminaristas de ambos seminarios diocesanos felicitaron la Navidad al Obispo.
En la mañana de ayer, martes 28 de noviembre de 2023, tuvo lugar en la sala nueva del Sínodo en el Vaticano, el encuentro de los miembros de la Conferencia Episcopal Española (CEE) con el papa Francisco y los responsables del Dicasterio para el Clero de la Santa Sede. Acudió nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
El presidente de la CEE, cardenal Juan José Omella; el secretario general, Mons. Francisco César García Magán, y el presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, Mons. Jesús Vidal, han explicado en rueda de prensa los detalles de este encuentro.
Este encuentro, convocado en la última semana de octubre, sirvió para dar cuenta del resultado de la visita apostólica a los seminarios españoles que tuvo lugar en el primer trimestre de 2023. Los obispos mantuvieron una extensa conversación con el Santo Padre sobre los seminarios y la formación necesaria. Seguidamente recibieron el documento de trabajo elaborado por el Dicasterio para el Clero.
El encuentro comenzó a las 8 de la mañana con un tiempo de oración dirigido por el cardenal Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, quien hizo una meditación basada en el acontecimiento de Pentecostés, sobre la necesidad y la importancia del encuentro personal con Jesucristo de los sacerdotes y seminaristas. En el transcurso de la meditación, se unió al encuentro el papa Francisco.
Tras la meditación, el presidente de la CEE, cardenal Omella, dirigió el saludo al Santo Padre agradeciendo la invitación a este encuentro y la visita apostólica realizada.
Inmediatamente después, comenzó un extenso diálogo de más de dos horas con el papa Francisco, centrado en la cuestión de los seminarios. Se abordaron temas como la formación en los seminarios, la experiencia pastoral de los seminaristas, o la importancia de las diversas dimensiones de la formación (pastoral, espiritual, teológica, humana, etc.).
Conclusiones del documento de trabajo
Tras el encuentro con el Papa y un breve descanso, tuvo lugar la reunión con los miembros del Dicasterio que trasladó a los obispos las conclusiones del documento de trabajo.
Los miembros del Dicasterio señalaron los acentos importantes que el texto para la formación de los seminaristas, aprobado por la Conferencia Episcopal, ya recoge, y en lo que se debe insistir en adelante.
A partir del texto, se inició un diálogo entre los obispos y los miembros del Dicasterio para poder desarrollar las mencionadas recomendaciones, que tienen como objetivo formar sacerdotes misioneros para una Iglesia en salida. Como obispo referente para este proceso de discernimiento e impulso de la formación en los seminarios, se nombró a Mons. Jesús Vidal, presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios.
El documento de trabajo destacó algunos de los criterios que señala la «Ratio fundamentalis» de los seminarios españoles que lleva por título “Formar pastores misioneros”. El documento requiere que, en los próximos años, se afronte este proyecto con flexibilidad, sin rigores, adaptando a las circunstancias de cada provincia eclesiástica, diócesis, etc.
Los responsables del Dicasterio manifestaron su disponibilidad a colaborar con el desarrollo de estas medidas en las diversas diócesis y seminarios.
La visita apostólica a los seminarios
El Dicasterio para el Clero promovió la visita apostólica a los seminarios españoles que fue encomendada a dos obispos uruguayos: Mons. Arturo Eduardo Fajardo, obispo de Salto, y Mons. Milton Luis Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este – Minas.
La visita tuvo lugar entre el 11 de enero y el 3 de marzo de 2023. En este tiempo conocieron los 55 centros de formación españoles, además del Colegio internacional Bidasoa y el Centro de Formación Comillas.
A su llegada a España, los visitadores fueron recibidos por el presidente de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios, Mons. Joan Enric Vives, arzobispo obispo de la Seo de Urgell; y por el presidente de la Subcomisión de Seminarios, Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid; además de por los secretarios de la Comisión y la Subcomisión en la Conferencia Episcopal, Juan Carlos Mateos y Sergio Requena. Las visitas se realizaron en dos rutas simultáneas, cada una de ella con uno de los obispos visitadores.
Los seminarios españoles
En España hay erigidos 86 seminarios, distribuidos en diversas casas de formación. Hay un seminario interdiocesano en Cataluña, 14 seminarios que acogen en sus casas de formación a seminaristas de otras diócesis, y 40 seminarios que acogen a sus propios seminaristas. De estos 40, 29 son de las diócesis y 15 son seminarios Redemptoris Mater. Hay también una comunidad de formación de una realidad eclesial de ámbito diocesano.
«La necesaria madurez humana. Formando presbíteros expertos en humanidad»
El fin de semana del 13 al 15 de octubre tuvo lugar en Madrid el encuentro anual de rectores y formadores, organizado por la Subcomisión Episcopal para los Seminarios de la CEE. A dicho encuentro asistió D. Pablo Vela, rector del Seminario Redemptoris Mater de nuestra Diócesis.
Los asistentes pudieron escuchar la ponencia «Madurez en los candidatos al sacerdocio. Algunas líneas básicas para su desarrollo», a cargo del padre Adrián López, director de la Escuela de Formadores de Salamanca, en la que habló de la importancia de una ayuda en la madurez personal y afectiva de los candidatos al sacerdocio, de cómo detectar heridas, así como de la ayuda y el acompañamiento a cada seminarista en su proceso vocacional, y de madurez personal y espiritual.
Fue un encuentro muy rico, ha explicado D. Pablo, donde los diferentes formadores de los seminarios de España compartimos nuestras experiencias para enriquecernos mutuamente.
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