Esta mañana, la comunidad de clarisas del convento de la Divina Providencia de la Vall d’Uixó ha elegido a su nueva abadesa, la madre María del Rocío. La jornada ha comenzado con la celebración de la Eucaristía, presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por D. Joaquín Guillamón, Delegado diocesano para la Vida Consagrada y Visitador Episcopal de las monjas de clausura en la Diócesis; D. Ángel Cumbicos, Secretario Particular; y D. Mauro Zúñiga, Capellán del Monasterio.
Durante su homilía, el Obispo ha exhortado a la comunidad, formada por siete hermanas, a mantener la mirada fija en Cristo y confiar en su fidelidad. Como ha explicado, el Señor es quien sostiene la vida de la comunidad y brinda la fortaleza necesaria en las dificultades, confiando en que Él nunca abandona a quienes le han entregado su vida.
Tras la celebración, se ha procedido a la votación en la que la madre María del Rocío ha sido elegida como abadesa, asumiendo la responsabilidad de guiar a la comunidad durante los próximos años.
La Iglesia en España ha celebrado su Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy?”, entre el viernes, 7 de febrero, y hasta el domingo, día 9. El Congreso se ha celebrado en el «Madrid-Arena» y se ha podido seguir en la página web del Congreso y en el canal de Youtube de la Conferencia Episcopal. La Asamblea Plenaria de la CEE encomendó la organización de este evento al Servicio de Pastoral Vocacional. La Conferencia Episcopal Española cierra, con este Congreso, su ciclo del Plan Pastoral que inició en 2021.
Día primero. Inauguración, ponencia marco y vigilia de oración
El viernes 7 por la tarde comenzó la acogida de participantes, que llegaron de las 70 diócesis españolas, entre ellas de Segorbe-Castellón con una delegación encabezada por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y por el Delegado diocesano para la Pastoral Vocacional, D. Jon Solozabal. Y lo hicieron con la alegría de los bautizados, de ser peregrinos, de compartir, de vivir desde el comienzo, personal y comunitariamente, los retos que plantea este Congreso: que sea un encuentro que ayude a reconocer que el Señor sigue llamando a la vida, a la fe y a la misión.
La inauguración del Congreso comenzó con música, con la proyección del video-clip del himno del Congreso de Vocaciones, «Para quien soy yo», compuesto y cantado por Hakuna, en un acto amenizado por los periodistas Mª Ángeles Fernández y Fran Otero, que invitaron a una pequeña dinámica con algunas frases del himno del Congreso, que i nterpelaban al público: “Lo que todo el mundo ansía — ¿Qué ansía tu corazón?”; “¿Para quién soy?” – “¿Qué hago aquí?” — “¿Qué haces aquí?” y la frase “Tu mirada da sentido a nuestra vida” con la pregunta “¿Cómo me mira Jesús?”. Los congresistas escribieron sus respuestas en unos folios que alzaban con las manos. La música y las canciones acompañaron también las distintas partes y reflexiones del Congreso.
.
Seguidamente, comenzó un momento de oración guiado por un grupo de la Archidiócesis de Valencia. “Somos una Asamblea de los llamados. Nos hemos preparado. La cuestión vocacional es un gran reto para nuestra Iglesia, que abre una respuesta desde el discernimiento y el acompañamiento que ofrece la Iglesia. El Señor nos sigue llamando a la vida. La vida cristiana es vocación. Toda vida es vocación. Se vive como una llamada y se ofrece como una misión particular”, reflexionaron.
Saludos iniciales de bienvenida
Los saludos iniciales de acogida corrieron a cargo del arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo; del arzobispo de Braga, Mons. José Manuel García Cordeiro, responsable de Vocaciones y Jóvenes en el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE); del nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, quien agradeció la celebración del encuentro y transmitió el mensaje que el papa Francisco envió a los participantes de este Congreso. Por último, el presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, dio la bienvenida también, cerrando este acto de recibimiento, a todos los congregados.
Cardenal Cobo: «nuestra vida tiene futuro, nuestra vida tiene sentido»
El cardenal Cobo acogió con su saludo a todos los participantes en Madrid, con unas palabras y un deseo compartido: que nos escuchemos unos a otros durante estos días. Afirma que “lo mejor que a alguien le puede ocurrir en la vida es poder conducir su libertad a su horizonte más amplio y eso solo se hace si es capaz de formular a las preguntas fundamentales. Nada es tan obvio que no merezca ser interrogado. Nuestro tiempo presenta una grieta peligrosa y es la falta de preguntas”.
“Dedicamos -continuó- mucho esfuerzo a nuestra personalidad on-line, pero la falta de preguntas nos hace volar muy bajo. Navegamos en la incertidumbre y nos da mucho miedo el futuro. Ante una pandemia como la que tuvimos olvidamos las preguntas y no hacemos nada ante el miedo”.
Por ello, explicó qué si no nos dejamos sorprender por el Dios que nos llama por nuestro nombre, seremos seres deshumanizados. Pero si cultivamos la capacidad del asombro seremos capaces de ver a Dios. “Despertad es la llamada. Despertad de la dormidera para poder hacer en el corazón las preguntas fundamentales. Para percibirnos creados y amados desde siempre. La revelación es así. La historia de un coloquio amoroso entre Dios y el hombre. Debemos apostar por la cultura del encuentro: que incorpora al otro y a los otros. La revelación es la que da sentido a nuestra vida. Hay que sentarse a escuchar y estar juntos”, constató.
El cardenal Cobo explicó que el divorcio de la fe en el día a día es una grieta y limita nuestra capacidad de vivir la fe en todos los aspectos de la vida. Por ello, el reto que nos propone es: integrar la fe en la vida cotidiana y así puede cumplir cada persona su misión en el mundo. “Él no nos propuso solo un ideal, Él se encarna. Nos propuso un encuentro con Él, vino a nuestro lado. «Maestro, ¿dónde vives? esta es la pregunta. Venid y veréis, la respuesta”, reflexionó.
También destacó que “nuestra vida tiene futuro, nuestra vida tiene sentido porque depende de la mirada Dios. Somos convocados, Dios llama en la Asamblea que es la Iglesia. Por ello, «estar juntos nos da alas, para vivir más arraigados, haciendo uso de nuestra libertad. Nos hace caminar y aprender juntos”. Así, indicó que “Dios nos saca de nuestras ideas que polarizan la convivencia, que no acepta a los otros”. Por ello, como toda vocación es un don y una vida, «todas las vocaciones deben ser acompañadas. La vocación es una llamada, la llamada del Maestro para seguirle. Vivimos un momento de gracia para la Iglesia. El Espíritu santo nos empuja a descubrirnos como Pueblo de Dios. Todos somos discípulos de Cristo en misión. Vocación única que nos iguala a todos. En la comunidad todos nos sentiremos valorados. Pongámonos en camino y preguntémonos “¿Para quién soy?”.
A continuación, tomó la palabra Mons. José Manuel García Cordeiro, quien aseguró en su saludo que “todos estamos llamados – todos somos una asamblea de llamados a la misión. De hecho, la Iglesia o es misionera o no existe. Salir, evangelizar y discipular son verbos activos para una Iglesia en misión peregrina de esperanza”.
Mons. García Cordeiro dio un «Sí» a la vocación misionera, sinodal y de comunión que tiene la Iglesia: “Sí, soñamos con una Iglesia en actitud permanente de oración, formación, renovación y misión; una Iglesia cada vez más atenta a todas las personas y a los signos de los tiempos. Sí, soñamos con una Iglesia que sienta, viva, comparta y se esfuerce por ayudar a resolver los innumerables problemas que afectan a las familias. Sí, soñamos con una Iglesia que se convierta en compañera de viaje de los jóvenes, atenta a sus sueños, deseos y dificultades, sabiendo que los jóvenes vienen a la Iglesia no para divertirse, sino para alimentarse desde dentro”.
Ante ello, subrayó el arzobispo, que más que saber responder a la pregunta fundamental: ¿Quién soy yo? “debemos responder con nuestra vida: ¿Para quién soy yo? ¿Para qué sirve la vida, sino para dar? ¿Qué puedo hacer por la Iglesia?”.
Mensaje del papa Francisco al Congreso
Por su parte, el Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito C. Auza, mostró su alegría por la organización de este Congreso vocacional y dio lectura al Mensaje con el que el Papa Francisco quiso unirse a la celebración de este Congreso de Vocaciones “agradeciendo a todos los que trabajan por las vocaciones en las amadas tierras de España”.
El Santo Padre manifestó su alegría porque el lema del Congreso recoja las palabras de la Exhortación apostólica postsinodal Christus vivit. Un documento que advierte que muchas veces “perdemos tiempo preguntándonos: «Pero, ¿quién soy yo?»” y “no llegamos a la pregunta fundamental: «¿Para quién soy yo?»”. Sin duda, responde el Pontífice “eres para Dios”. Pero, matiza, “Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros” (n. 286).
El Papa recordó la escena del joven rico que le pregunta al Señor qué tiene que hacer para alcanzar la vida eterna. En su respuesta, “el Señor nos hace ver, con una dulce pedagogía, que la bondad a la que aspiramos no se consigue cumpliendo requisitos y alcanzando objetivos y, aunque hayamos tratado de realizar todo esto desde nuestra juventud, siempre nos faltará algo muy simple, el don total de nosotros mismos, el seguir a Jesús en la prueba del amor más grande”.
Lo que le pide al joven rico: «anda, vende lo que tienes, y dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme» (Mc 10,21), “lo podemos escuchar dirigido a cada uno de nosotros. Todos somos administradores de los dones de gracia y de naturaleza que el Señor nos ha regalado, y nuestros talentos son para ponerlos en el banco y sacar interés, nuestros bienes para venderlos, de forma que el fruto llegue a los demás”.
Francisco puso como ejemplo la DANA “una situación que nos interpela profundamente, y que deja al vivo la idea de «para quién soy». Cuántos testimonios de valentía, de solidaridad, de ver que en ese contexto lo que tengo, lo que soy, tiene un propósito concreto: los otros”. Ante la actitud del joven rico que “no supo invertir en el negocio esencial al que Dios le invitaba”. El Papa ensalzó el testimonio de “todos esos jóvenes que, como hemos visto en la catástrofe de la DANA, en la acogida de los migrantes o del volcán de La Palma, son los primeros en ponerse manos a la obra”.
En el discernimiento de la propia vocación, sigamos “ese ejemplo para captar el valor de los bienes espirituales o materiales que estamos llamados a gestionar. Como aquel administrador deshonesto de la parábola recogida por san Lucas no los «derrochemos», usándolos para alejar a los demás de nosotros y de Dios, sino busquemos poder decir que no nos debemos más que amor (cf. Rm 13,8)”.
“No pensemos que lo que tenemos no es suficiente” afirma el Papa apoyándose en el ejemplo de los apóstoles que no tenían “oro ni plata” pero que, después de recibir el Espíritu Santo, perciben la necesidad del pobre paralítico. También Felipe movido por el Espíritu, “consigue ver la necesidad del otro y, por encima de sus expectativas, anunciarle a Jesús, en la Palabra y los sacramentos, atendiendo una pobreza que no es material sino espiritual (cf. Hch 8,27-35)”.
En este Congreso de Vocaciones “pidamos una mirada capaz de percibir la necesidad del hermano, no en abstracto, sino en lo concreto de unos ojos que se clavan en nosotros como los del paralítico del templo. En la oficina, en la familia, en el apostolado, en el servicio, lleven a Dios allí donde Él los envíe, esa es nuestra vocación”. Con la pregunta «¿para quién soy?», concluyó, “nos introducimos en el misterio de Dios y de su proyecto sobre nosotros, pero no tengan miedo y abandónense a la voluntad divina, el Espíritu los sorprenderá a cada paso, haciéndoles bajar del tren de la vida, como a santa Teresa de Calcuta, para reducir las distancias que los separan de Dios y del hermano, para cambiar sus rumbos y encontrar a Jesús en el abrazo de aquel al que son enviados”.
Palabras de acogida de Mons. Argüello
Así cerró este bloque de bienvenida Mons. Luis Argüello, presidente de la CEE, con su saludo a los participantes. En primer lugar, dio gracias al Papa por su mensaje al Congreso, del que ha desbrozado el lema: “El Yo del lema del Congreso es un Yo que es un nosotros. Para quién soy yo es preguntarnos para quien somos nosotros”. El arzobispo de Valladolid subrayó lo esperanzador de este encuentro, cuando recuerda que 60 diócesis “nos hemos congregado aquí, preguntándonos para quién somos”.
Mons. Argüello puso de relieve el valor de la cruz, “donde vemos el corazón que se entregó por nosotros, la sangre que nos redime y alimenta y el aliento que nos hace descubrir quiero ser santo”. También invitó a todos a esperar con María en los momentos de dificultad. Además de “a vivir el domingo, día del Señor, día del hombre, día de la creación, para comunicar la alegría del Evangelio, como Pueblo que camina y que podamos decir: he descubierto un nuevo Yo, el Yo que es un nosotros, que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos”.
Ponencia marco inicial
A continuación, Ana Samboal y Alfonso Alonso-Las Heras presentaron a los asistentes la ponencia marco inicial, que recogía el trabajo en común anterior a este Congreso. En ella destacaron que la razón de realizar este Congreso era ofrecer la certeza de que “Dios sigue amando y llamando”. “La vocación es el regalo que Dios nos dona junto a la vida, que debemos descubrir y a la que hay que responder”, subrayaron.
Por ello, la Iglesia quiere ayudar a fortalecer la cultura vocacional para que cada persona pueda descubrir su vocación y alcanzar la plenitud a la que ha sido llamada.
El Congreso de Vocaciones “¿Para quien soy yo. Asamblea de llamados para la misión”, cierra el ciclo pastoral 2021-2025 de la CEE, continuando el trabajo del Congreso de Laicos de 2020 “Pueblo de Dios en salida”. Con este encuentro se quiere dar un paso más: del anuncio del Kerigma a vivir la propia vida como respuesta al mismo. La razón última de este Congreso es descubrir la “certeza de que Dios sigue invitándonos a todos a una existencia plena y dichosa”. Es mostrar la certeza de que “todos tenemos vocación”. Por ello, la Iglesia quiere ayudar a fortalecer la cultura vocacional para que cada persona pueda descubrir su vocación y alcanzar la plenitud a la que ha sido llamada.
El Congreso comenzó hace meses con el trabajo previo y este fin de semana continúa el itinerario de encuentro, formación, oración y celebración.
Diagnóstico del momento actual: una crisis antropológica
Esta ponencia inicial partía de un diagnóstico de la situación actual, donde explica el porqué de este énfasis en el tema de la vocación en los últimos años. La respuesta es que existe una crisis antropológica, “de comprensión de lo que somos”. Esta crisis no se limita a la disminución de vocaciones de “especial consagración” sino a la falta de vidas entendidas y vividas como vocación. En todos los ámbitos: en el familiar, en el profesional, en la Iglesia… lo que está en crisis es la “vida entendida como vocación”.
Explicaron que esta situación tiene diferentes causas, entre las que destacan:
–La exacerbada búsqueda de libertad, que quiere a toda costa generar sujetos autónomos e independientes. Una exaltación de la autonomía casi por encima de todo. Una libertad, reduciéndola a su dimensión negativa, sin límites y sin asumir responsabilidades.
-Hoy se sitúa en el centro al sujeto y la búsqueda de bienestar se convierten en el foco de toda decisión. De manera que no hay cabida al amor, centro de un paradigma vocacional. La libertad en la sociedad actual se pone por encima del amor y desemboca en valores que son opuestos a las virtudes necesarias para poder responder a la propia vocación.
-Están en crisis los elementos antropológicos esenciales para la vocación. Existe una pérdida de trascendencia. Los jóvenes viven sumergidos en un mundo lleno de información, pero carecen de las herramientas básicas para la vida, con consecuencias de vacío existencial y soledad.
Pese a este contexto, la razón de realizar este Congreso no es esta crisis actual, es la certeza de que “Dios sigue amando y llamando”, afirman. Es ayudar a descubrir y alcanzar la vocación de cada uno y acompañar en el proceso. Por ello, la Iglesia, con este encuentro, quiere ofrecer lo que Dios “sueña para todos y cada uno, que es un camino de dicha y verdadera plenitud”.
La vocación: una llamada al ser y un don para darse a los demás
Con este planteamiento recordaron que la vocación no se reduce a una tarea o profesión, sino que tiene que ver con el ser antes que con el hacer. La vocación se convierte “en modo de vivir y de plantearse la existencia”. La vocación constituye a la persona. La vocación es un don que se recibe del amor de Dios y nos lleva a la felicidad y plenitud de vida.
En este sentido, se constata que la vida es vocación. Esto significa que la vida ha de vivirse como un don y encuentra su sentido convirtiéndola en un bien que se dona para todos. Además, ofrecieron algunas características que ayudan a entender mejor la vocación:
No es una auto-realización. Dios llama y tienen la iniciativa. Los propios sentimientos no son creadores de la realidad ni de la vocación.
Tiene un horizonte de sentido hacia el que dirigir la vida: marca la dirección de la vida como una brújula, más que como un GPS que indique tiempo y lugar a cada paso.
Es un don que ha de concretarse en una respuesta. Tiene carácter personal y dialógico: implica una relación con Dios que demanda respuesta libre y concreta.
Es un proceso dinámico: es un camino continuo de actualización del «sí». La vocación no se impone. Es clave la revisión de vida, escuchar y avanzar.
Dimensión comunitaria, en un doble sentido eclesial y misional: toda vocación se verifica y enriquece en la Iglesia y en la misión común, en la sinodalidad. La vivencia personal es imposible sin los otros.
Tiene carácter de perpetuidad. La llamada vocacional nos lleva al compromiso y a perseverar en ella, incluso frente a los fracasos. Hay una continuidad inseparable entre vocación, misión y santidad.
La cultura vocacional: un desafío compartido
Ante una sociedad que prioriza el bienestar personal y la eficacia por encima del amor y el bien común, es esencial crear una cultura vocacional que ayude a cada persona a plantearse la vida como una respuesta a la llamada de Dios. Esta cultura debe impregnar todas las dimensiones de la Iglesia y sus estructuras. “Toca remar a contracorriente apostando por una cultura vocacional en todos los ámbitos”, apuntaron.
El Servicio Nacional de Vocaciones, creado por la CEE en 2022, es un ejemplo de esta apuesta integral. Su objetivo es coordinar esfuerzos pastorales para generar un ambiente vocacional que anime a niños, jóvenes y adultos a descubrir su llamada personal y a responder con generosidad.
Promover una educación cristiana, ayudar en los procesos de iniciación, una visión comunitaria de las vocaciones, destacando la complementariedad entre ellas (sacerdocio, vida consagrada, laicado, matrimonio), así como ofrecer experiencias de encuentros con el Espíritu, especialmente a través de la Palabra y el sacramento de la Reconciliación, además de fomentar el acompañamiento y el discernimiento se muestran como herramientas claves.
Conclusión: una invitación a la conversión y la esperanza
Como conclusión, el horizonte de este Congreso es crecer en la conciencia de que la vida es don recibido y está llamada a ser don para otros. Es una llamada a la conversión personal y comunitaria. Crear una cultura vocacional es un proceso largo, que exige superar el pesimismo y el derrotismo. Los jóvenes, lejos de ser culpables de la crisis actual, son víctimas de una cultura que los desorienta, pero también muestran una sed de sentido y una apertura a un discurso alternativo.
Este momento, por tanto, es una gran oportunidad para la evangelización y para testimoniar la belleza de una vida bien vivida, plena y en sintonía con el proyecto de Dios. El Congreso es una celebración de la riqueza de todas las vocaciones y una invitación a cada persona a descubrir para quién ha sido creada, con la certeza de que este camino es fuente de plenitud y alegría auténtica. «¿Para quien soy? nos preguntamos, con una respuesta clara en la vida cristiana: para Dios y para los demás, han concluido.
Día segundo. Cuatro itinerarios: Palabra, Comunidad, Sujeto, Misión
La jornada comenzó con la celebración de la Eucaristía, presidida por Mons. Jesús Pulido, obispo de Coria-Cáceres.
A continuación, dio comiendo la sesión de la mañana con dos ponencias para todos los congresistas. En el pabellón Arena, Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología del Norte (Burgos), pronunció la conferencia del itinerario Comunidad (descargar aquí); y en el pabellón Satélite, José Luis Albares Martín, profesor titular del Centro Universitario Cardenal Cisneros, en Alcalá de Henares (Madrid), pronunció la ponencia en el itinerario Palabra (descargar aquí).
Por la tarde intervino María Concepción Isart Hernández, de la Universidad Católica de Valencia quien desarrolló el itinerario Vocación (descargar aquí); y en el pabellón Satélite intervino María José Castejón Giner, del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote que desarrolló el itinerario Sujeto (descargar aquí).
Itinerario Palabra
En el primer itinerario del Congreso de Vocaciones, José Luis Albares partió de la constitución dogmática Dei Verbum para identificar hasta quince arquetipos de llamada en la Sagrada Escritura.
Dei Verbum establece que el Concilio busca exponer la doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre su transmisión y este enfoque, señaló Albares, se puede relacionar con el pasaje de Marcos 3, 13-14, donde se narra cómo Jesús llama a sus discípulos para que estén con él y los envía a predicar. Esta conexión, prosiguió, nos permite reflexionar sobre el significado de «estar con Jesús», la transmisión de la revelación y la llamada vocacional.
De esta forma, el primer objetivo de los discípulos es «estar con él» (Mc 3, 14a), no solo como una cuestión de proximidad física, sino de una relación profunda y amistosa. La Dei Verbum describe la revelación como un «diálogo amistoso» donde Dios se revela a sí mismo y se comunica con la humanidad: «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor». La revelación, por tanto, es una invitación a una relación personal del hombre con el creador. La fe cristiana se basa en este diálogo, donde cada creyente es llamado a reconocer que «soy amado-llamado, por eso existo».
Al darse, la revelación no puede quedarse en la intimidad de una relación cerrada con Dios debe ser transmitida. Tomando nuevamente la autoridad de la Dei Verbum, afirma que Dios benignamente… dispuso que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre. De aquí, resulta fácil deducir que la misión de la Iglesia es evangelizar, llevando el mensaje de Cristo a todos los pueblos (Mt 28, 19). Desde esta perspectiva, la evangelización no trata solamente de la transmisión de doctrinas, sino de la presentación de Jesucristo, quien se hace presente en la historia. La misión de la Iglesia es, en este sentido, una expresión de la economía de la revelación.
La llamada de Dios es algo central en la experiencia cristiana. La Escritura reafirma esta percepción, pues está llena de relatos de vocación, donde Dios toma la iniciativa y llama a personas a cumplir una misión. Estos relatos siguen un patrón: una situación inicial, una manifestación de Dios, una respuesta de disponibilidad, una misión encomendada y, a menudo, una objeción por parte del llamado.
1. Agricultor, ganadero: representa el dinamismo de la llamada, donde la semilla de la Palabra debe caer en un terreno fértil (Mc 4, 1-20).
2. Constructor: simboliza la edificación de la comunidad de fe, donde cada uno contribuye al proyecto de Dios (1 Cor 3, 9).
3. Juez: implica discernimiento y servicio a la comunidad, guiando a otros en la justicia (Mt 5, 20).
4. Sanador, médico: la curación es una misión que supone restaurar a las personas y comunidades (Mt 8, 17).
5. Luchador, soldado, guerrero, centinela: nos brindan la idea de que la llamada de Dios requiere una respuesta valiente, induce a interpretar las opciones del creyente como una conquista que hay que vivir día a día (1 Sam 17, 45).
6. Maestro, educador: Dios educa a su pueblo y Jesús es el Maestro por excelencia. La respuesta a la voluntad del Señor capacita al creyente para enseñar la verdad (Dt 8, 2-6).
7. Mediador, sacerdote: es crucial en la relación entre Dios y la humanidad, ejemplificado por figuras como Abrahán y Moisés, y culmina en Jesucristo. La misión implica construir relaciones y escuchar las necesidades de los demás. (1 Tim 2, 4-6).
8. Padre, madre: esenciales para la vocación, reflejando la paternidad de Dios y la maternidad de la Virgen María, simbolizando amor y cuidado. La llamada divina invita a desarrollar un amor fraternal hacia los demás (Éx 4, 22).
9. Pastor, guía: representa la responsabilidad de guiar a otros en el camino de Dios. La vocación implica ser un punto de referencia para los demás (Jn 10, 11).
10. Peregrino, caminante: en busca de Dios, siguiendo el camino hacia la Jerusalén celeste, como lo hizo Israel en su travesía. La llamada es el inicio de un viaje hacia la plenitud (Sal 84, 4).
11. Pescador de hombres: invitar a otros a la salvación, transformando la pesca en un símbolo de relación y servicio (Mt 4, 19).
12. Predicador, profeta, mensajero: esenciales en la misión de evangelización, con su capacidad de escuchar y responder a la Palabra (Mt 28, 19).
13. Siervo, servidor: refleja la identidad de quien recibe una misión de Dios, destacando el servicio y la humildad, como ejemplifica Jesús (Mc 10, 45).
14. Esposo, esposa: simboliza el amor y la comunión, donde la llamada divina se vive como una experiencia de amor único (Is 62, 5).
15. Testigo: atestigua la veracidad no solo con la comunicación verbal, sino con el testimonio existencial. Constituye un elemento básico y provee la necesaria credibilidad para interpretar con fruto el mandato vocacional (Jn 18, 37).
Itinerario Comunidad
Eloy Bueno de la Fuente señaló que hablar de comunidad en un evento sobre pastoral vocacional es “fundamental”, ya que toda vocación cristiana es eclesial y la vida de la Iglesia se manifiesta como un dinamismo continuo de vocaciones. La vocación y la comunidad están intrínsecamente unidas, como lo expresa el papa Francisco: sin el «nosotros» que trasciende el «yo», la vida eclesial se fractura.
En este sentido, toda pastoral vocacional intenta salvar la distancia que las personas establecen entre la fe personal y la realidad de la comunidad eclesial. Si esto no ocurre se corre el riesgo de reducir la eclesialidad a un cumplimiento de normas o a la pertenencia a un grupo, en lugar de reconocer que la Iglesia es una realidad personal, en la que las relaciones son fundamentales.
Eloy Bueno estableció que la Iglesia como ekklesía, es una comunidad de llamados, que existe gracias a la iniciativa de Dios y que, por tanto, antecede a la Iglesia y a cada creyente. Sin embargo, vocación y misión están íntimamente ligadas, pues ser cristiano implica una decisión consciente en respuesta a la gracia de Dios. Desde esta perspectiva, apuntó Bueno de la Fuente, el Bautismo no es solo un rito, sino el inicio de una vida que integra al individuo en la historia de amor de Dios con la humanidad.
En relación al Concilio Vaticano II, en el que se introdujo la noción de «Pueblo de Dios» y estableciendo y destacando la igualdad y dignidad de todos los bautizados, el bautismo implica que todos somos corresponsables de la misión de la Iglesia. La máxima expresión de la dignidad de cada bautizado se manifiesta en su participación activa en la vida de la Iglesia, que debe ser entendida como una «comunidad en salida, comprometida con el mundo».
Solo de esta forma, prosiguió, la Iglesia superará la comprensión de sí misma como una entidad abstracta, pasando a realidad concreta, habitada por personas, cada una en su contexto específico. Dentro de esta variedad de circunstancias, las Iglesias locales cobran protagonismo erigiéndose como estructura básica de la Iglesia universal, donde cada comunidad, con su casuística, debe ser vista como un «nosotros» eclesial. Y todo ello sin olvidar que la familia, como «Iglesia doméstica», también juega un papel crucial en la transmisión de la fe y en la vivencia de la vocación.
La diversidad de vocaciones en la Iglesia debe ser entendida como algo que produce un enriquecimiento mutuo: cada miembro tiene un papel que desempeñar, y la comunidad debe fomentar un ambiente en el que se produzca el florecimiento de estas vocaciones. Siguiendo el hilo de la argumentación de Bueno de la Fuente, la pastoral vocacional debe ser transversal, integrando todas las dimensiones de la vida eclesial. Como ya se ha comentado anteriormente, el discernimiento comunitario es una cuestión esencial para identificar y promover vocaciones: la comunidad debe ser protagonista en este proceso, reconociendo que cada vocación surge en respuesta a las necesidades de la Iglesia.
Itinerario Misión
La ponencia correspondiente al cuarto y último itinerario del Congreso Nacional de Vocaciones 2025 corrió a cargo de María Consolación Isart. Ella comenzó su exposición destacando la pasión por evangelizar como aquello que nos apela e invita a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como cristianos. La pregunta inicial que surge es: «¿Por qué evangelizar?» La respuesta, a su juicio, es clara: la Iglesia tiene la obligación de anunciar a Jesucristo a todos los pueblos, tal como se nos recuerda en el mandato de Jesús: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio».
Sin embargo, pese a esta rotundidad evangélica es fundamental que cada uno de nosotros reconozca su papel como misionero. Isart citó una encuesta reciente que reveló que un 72 % de los católicos nunca había intentado hablar de su fe, lo que la ha llevado a cuestionarse si estamos contagiados por el relativismo que nos rodea.
La historia de la Iglesia nos muestra que la actividad misionera brota del dinamismo de la fe, donde la mayoría de los evangelizadores eran laicos. La evangelización se realiza en la cotidianidad, en el hogar, en el trabajo, y no necesariamente en grandes eventos. La pasión por evangelizar “surge de la experiencia personal con Cristo”. “No es lo mismo —afirmó— haber conocido a Jesús que no conocerlo”, y esta vivencia nos impulsa a compartirlo con otros. La Iglesia crece por atracción, y ahí es donde cada nuevo cristiano tiene la responsabilidad de transmitir su experiencia. La historia está llena de ejemplos de personas que, con poco conocimiento, lograron llevar a muchos a Cristo. Porque la evangelización no es un adorno para la vida, sino una responsabilidad ineludible. San Juan Crisóstomo nos recuerda que «¡Cristiano, tendrás que dar cuenta del mundo entero!».
También señaló que la evangelización se dirige especialmente a los jóvenes, quienes tienen el potencial de transformar la sociedad. Sin embargo, en este contexto es crucial que se les presente un “ideal atractivo”. La educación en la oración es fundamental, ya que “no se puede dar a conocer a Dios únicamente con palabras”, y hay que dar a los más jóvenes formas de conectarse con Dios y prepararles para llevar su mensaje a otros. Además de la oración, la acción emerge también como algo esencial, pues no basta con charlas y buenos consejos, sino que debemos «educar la voluntad de los jóvenes» para que actúen en consecuencia.
El acompañamiento, como se vio a lo largo de todas las ponencias, es otro aspecto clave. Como es sabido, el papa Francisco nos invita a ser “personas-cántaros” que den de beber a los demás, y en este sentido, la amistad es el medio más eficaz para llevar el amor de Dios a otros. Este apostolado se realiza uno a uno, con paciencia y respeto, siguiendo el ejemplo de Jesús. La evangelización no busca resultados inmediatos, sino que se basa en la confianza en que Dios actúa en cada corazón.
Por último, Isart concluyó con mucho optimismo que la secularización del mundo no es irreversible. Si todos nos convertimos en apóstoles de apóstoles y forjamos una minoría santa, podremos transformar la sociedad, siendo testigos de la alegría que supone seguir a Jesucristo.
Itinerario Sujeto
María José Castejón Giner, del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote desarrolló el itinerario Sujeto. María José Calderón puso de manifiesto la importancia de ir formando personas que descubren su vocación como algo que configura su identidad personal. Según destacó, “deseamos suscitar la pregunta “¿Para quién soy?” frente a una cultura que promueve la idea del hombre sin vocación. Por ello resulta fundamental el discernimiento, la formación y el acompañamiento”.
La vocación: es un camino de encuentro y comunión ya que desde el principio ya existía la Palabra. Este principio nos invita a explorar tres dimensiones fundamentales del sujeto de toda vocación: el yo, el tú y el nosotros. Estas dimensiones nos ayudan a profundizar en nuestra identidad, nuestra relación con Jesucristo y nuestra pertenencia a la comunidad de creyentes.
En la relación con uno mismo, el yo nos invita a mirar hacia dentro y reconocer que cada uno de nosotros es un sujeto de vocación, estamos “abiertos a la trascendencia”. La dignidad humana y la vocación cristiana son resaltadas en la constitución Lumen gentium, que nos recuerda que «hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios». Esta conciencia de ser criaturas nos conecta con nuestra propia vulnerabilidad y, al mismo tiempo, con la sed de infinitud que nos impulsa a buscar a Dios.
En el encuentro con Jesucristo se da el tú, y se centra en la relación íntima con el Verbo. En fase más avanzada, este encuentro personal con Dios Trinitario nos invita a la conversión y a querer avanzar más en su conocimiento. De esta forma, “en el encuentro con el Tú amoroso de Dios” reconocemos nuestra identidad como hijos y hermanos, llamados a seguir las huellas de Cristo y a participar en su misión. Este encuentro transforma nuestra vida y nos convierte en testigos del amor y la misericordia de Dios.
Finalmente, está la dimensión del nosotros nos lleva a entender que nuestra relación con el tú nos conduce a una comunidad. “No estamos solos en nuestro camino espiritual; somos parte de un cuerpo más grande, el Cuerpo de Cristo, indicó. Esta comunión nos llama a vivir en solidaridad y amor mutuo, reflejando el amor de Dios en nuestras relaciones cotidianas. Del mismo modo, la fe en Jesucristo nos impulsa a generar relaciones nuevas basadas en el amor y la misericordia.
Participar en la vida de la Iglesia es una respuesta a la llamada a ser “apóstoles de las vocaciones”. Esta invitación nos desafía a ser generadores de una cultura vocacional, donde cada uno de nosotros es mediador de vocación para otros. En este proceso, la provocación es esencial, ya que genera reacciones y preguntas que nos llevan a un encuentro con Cristo. De manera inevitable, “la experiencia personal de Dios” es fundamental, asimismo, combinada con la experiencia comunitaria que nos invita a caminar junto a otros en la fe.
64 talleres y experiencias
Tras las dos ponencias, por la mañana y de la tarde, se desarrollaron los 64 talleres, en torno a los cuatro itinerarios: Palabra, Comunidad, Misión, Sujeto, en los que participaron los más de 3000 congresistas asistentes.
.
A las diez de la noche dio comienzo el festival con la participación de Shemá, Marta Mesa, Hermanas Pobres de Santa Clara, Musical Sueños de Toño Casado y Hakuna Group Music, que se pudo seguir aquí:
.
Día tercero. Ponencia final y eucaristía de envío
Con el rezo de las laudes dio comienzo la jornada final del Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy?”.
A continuación se presentó la ponencia final del Congreso, elaborada por un equipo compuesto por Alfonso Salgado, María Ruíz, Raúl Tinajero, Luis Manuel Suárez cfm, Juan Carlos Mateos, José María Calderón y Mons. Jesús Pulido (descárgala aquí). A las 12.00 h. se celebró la Eucaristía de envío presidida por Mons. Luis Argüello.
Ponencia final. Un pueblo de Dios vocacional: De los sueños a los retos
Siete ideas para un pueblo de Dios vocacional: De los sueños a los retos
“El Congreso Vocacional es una gran fiesta del Espíritu”
“El pueblo santo de Dios es un pueblo vocacional y es un pueblo de soñadores”
“Hemos constado que toda vocación cristiana, asumida y entregada, es un mensaje de alegría para la Iglesia y para el mundo”
La pregunta clave para una vida cristiana es: “¿Para quién soy?, que tiene una respuesta: para los demás. “Dios es el que llama y llama por amor. La misión es inundar el mundo de fe, amor y esperanza”
“Una pastoral vocacional debe centrarse en fomentar esta amistad y ayudar a cada persona a descubrir su lugar en la comunidad cristiana”.
“La Iglesia es una gran familia vocacional y cada vocación enriquece la vida”.
Este Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy?” pide vivir la vocación como un fuego que transforma el mundo.
El Congreso de Vocaciones ha sido una gran fiesta del Espíritu, un momento de encuentro para reflexionar sobre la vocación, entendida como don y llamada personal al servicio de los demás. “El pueblo santo de Dios es un pueblo vocacional y es un pueblo de soñadores. El Dios que llama y hace soñar es el Dios de la historia”, se subraya en esta ponencia final. Este evento, que ha congregado a laicos, sacerdotes, consagrados y obispos, se ha preparado y vivido para avanzar juntos y proponer algunos retos para caminar como una Iglesia misionera y vocacional.
Asimismo, constatan lo que se ha vivido estos días: “una fiesta del Espíritu porque hemos experimentado que toda vocación cristiana, asumida y entregada, es un mensaje de alegría para la Iglesia y para el mundo, un mundo que en ocasiones muestra un rostro a-vocacional o incluso anti-vocacional”. Y recuerdan que en este Congreso la pregunta clave para una vida cristiana es: “Para quién soy?”, de la cual emerge la respuesta “tu vida para los demás”.
1. La vocación: un don que se recibe y se entrega
Toda vocación nace en Dios y es una llamada para el bien del mundo. No es una elección personal basada en intereses propios, sino un don gratuito que se acoge con agradecimiento. La vocación debe vivirse como una respuesta al amor de Dios, alejándose de una perspectiva de conquista personal para abrazar una actitud de entrega generosa. “Dios llama por amor y su llamada envía a extender el amor. En esencia la misión no es otra cosa que inundar el mundo de fe, amor y esperanza”, manifiestan en esta ponencia final del Congreso.
Durante estos días de Congreso se han identificado tres actitudes fundamentales ante la vocación:
-Acoger el don: No es algo que se merece, sino que se recibe con humildad, como María en su respuesta al ángel: “Hágase en mí según tu palabra”.
–Agradecer el don: La gratitud es clave, reconociendo la llamada como una gracia que transforma la vida, como muestra el evangelio del leproso agradecido.
–Entregar el don: La vocación no se guarda, sino que se comparte, convirtiéndose en una donación plena al prójimo.
2. La vocación brota de la amistad con Jesús
La relación con Cristo es el fundamento de toda vocación cristiana. La amistad con Él no solo nos define como creyentes, sino que también transforma nuestra vida y nos impulsa a vivir en comunión con los demás.
Recuerdan, en el texto final, estas las palabras de Jesús, del Evangelio de San Juan: «Ya no os llamo siervos, sino amigos» (Jn 15,15). Esta amistad se vive especialmente en la oración, descrita por Santa Teresa de Ávila como un “tratar de amistad con quien sabemos que nos ama”. Una pastoral vocacional debe centrarse en fomentar esta amistad y ayudar a cada persona a descubrir su lugar en la comunidad cristiana.
3. La Iglesia como familia vocacional
La Iglesia es una gran familia vocacional, donde conviven diversas vocaciones: laical, sacerdotal y consagrada, cada una con su riqueza y especificidad.
Los laicos son llamados a santificar el mundo desde su vida cotidiana, viviendo el Evangelio en el ámbito familiar, laboral y social.
Los sacerdotes son servidores del pueblo de Dios, mediadores entre Dios y los hombres, llamados a anunciar el Evangelio y celebrar los sacramentos.
Los consagrados son un signo de la trascendencia de Dios, viviendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, y testimoniando la vida eterna.
La diversidad de estas vocaciones enriquece a la Iglesia y muestra su comunión y misión. Cada vocación contribuye a la misión común de anunciar el Reino de Dios. Todos, cada uno según su propia vocación, hemos sido llamados por el Espíritu a la plenitud de la vida cristiana: la santidad.
4. De los sueños a los retos
Este Congreso de Vocaciones invita a pasar de los sueños a los retos concretos para promover una cultura vocacional y dar un nuevo impulso a la pastoral vocacional. Esto implica discernir los signos del Espíritu Santo en nuestra vida y comunidad, y asumir el compromiso de fomentar las vocaciones en todas sus formas.
Entre los principales retos identificados están:
Pedir al dueño de la mies que suscite nuevas vocaciones.
Reavivar la conciencia vocacional y misionera en la Iglesia.
Vivir gozosamente la propia vocación, agradeciendo y celebrando la diversidad vocacional.
Fomentar una pastoral integrada que tenga un “alma vocacional” en todas sus dimensiones: familiar, juvenil, educativa y cultural.
5. La urgencia vocacional y misionera
Por todo ello, en esta ponencia final subrayan la urgencia de promover las vocaciones y la conciencia misionera. En un contexto de crisis vocacional, el Papa Francisco nos invita a no rendirnos ni refugiarnos en el pasado, sino a lanzarnos con valentía al mar de la evangelización y la misión. La clave está en testimoniar con alegría la vocación recibida, contagiando a otros el fuego del amor de Dios.
Los participantes del Congreso se sienten llamados a ser embajadores del compromiso vocacional, llevando a sus familias, parroquias y comunidades el mensaje de la vocación como una llamada al servicio y a la misión. La vocación, lejos de ser un privilegio para unos pocos, es el núcleo de toda vida cristiana, un camino de amor, esperanza y comunión.
Finalmente, este Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy? realiza una llamada a vivir la vocación como un fuego que transforma el mundo. Jesús, quien nos bautiza en el Espíritu Santo y en el fuego, nos envía a iluminar y calentar el mundo con su presencia. Ser una Iglesia misionera es, en esencia, ser una Iglesia vocacional. La misión de cada bautizado es transmitir este fuego y hacer de su vida un signo del amor de Dios para todos.
Eucaristía de clausura y de envío al Pueblo de Dios
“Que la alabanza llene de alegría nuestro corazón, hermanos» con estas palabras comenzaba Mons. Argüello la homilía. Una alabanza, que «nos permita levantar las manos, estrecharlas y ofrecerlas”.
“Jesucristo ha muerto por nosotros, según las Escrituras. Ha entrado en la hondura del sepulcro, según las Escrituras y ha resucitado, según las Escrituras. Y así se lo ha ido comunicando a unos y a otros, a Simón, a Cefas, a sus amigos, a Pablo, a quienes nosotros aquí somos presencia de los sucesores de los apóstoles”.
El presidente de la CEE, se dirigió a los “hermanos laicos, Pueblo santo de Dios, que venís a la eucaristía a caer en la cuenta de que este pueblo tiene la forma de un cuerpo, el cuerpo de Cristo”. A la vida consagrada, “que realizáis ensayos para que este pueblo peregrino pueda seguir una senda. Nos ofrecéis ensayos de alabanza, de fraternidad, de acoger a los que están tirados en las cunetas de la historia. Peregrinando vais delante, pero vais tantas veces en medio y detrás de nosotros”. A los “queridos matrimonios, iglesia doméstica, que hacéis presente el amor singularísimo que Cristo tiene a su esposa, la iglesia, a nosotros, la Iglesia, esposa de Jesucristo”.
Mons. Argüello invitó a acoger la invitación del Señor que nos dice, «Duc in altum», «rema mar adentro» para hacer su voluntad. Con tres referencias concretas:
Rema mar adentro para configurarte cada día más y mejor con Jesucristo, cuerpo entregado y sangre derramada.
«Duc in altum», entra en lo profundo de este misterio de comunión que es la iglesia. Navega en tu lugar concreto, en tu parroquia concreta, en tu comunidad, en tu asociación, en tu diócesis. Navega la comunión. Vete mar adentro en la hondura de la comunión, de este misterio de belleza, de comunión que es la Iglesia y rema adentro.
Vete a la espesura de la historia, atraviesa las dificultades, anuncia el reino de Dios en tu ambiente, en tu trabajo, que las diversas redes que cada uno de nosotros tenemos, según la vocación en la que hemos sido llamados, nos permita navegar más adentro en la espesura de la historia.
Por último, invitó a los asistentes a la Eucaristía a ofrecer una antropología de comunión como referencia de la vida cristiana: “Viviremos una presencia en la que la comunión y el encuentro superará las polarizaciones. Viviremos una presencia en el que el curar las llagas de los pobres nos curará nuestras propias heridas como Iglesia, nuestros propios pecados de los que hemos de pedir perdón”.
Y terminó la homilía con una petición y una invocación: “acordémonos de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde somos convocados. Duc in altum, a lo alto, a lo ancho, a lo hondo, para responder a la pregunta, ¿para quién soy yo? Ya sabemos la respuesta Para el Señor en los hermanos. Bendito y alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha convocado en esta liturgia de alabanza”.
Con el inicio del mes de febrero se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por lasvocaciones a la vida sacerdotal y religiosa: “oremos para que la comunidad eclesial acoja los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a servir la misión de Cristo en la vida sacerdotal y religiosa”.
Por ello, Francisco propone acompañar el discernimiento: “Es necesario acompañar a los jóvenes, caminar con ellos, escucharlos, provocarles, moverles para que vayan más allá de las comodidades en las que descansan, despertar el deseo, interpretarles lo que están viviendo, llevarlos a Jesús y siempre favoreciendo la libertad para que respondan a la llamada del Señor libre y responsablemente.”
Oración Mensual
Padre bueno,
que sigues llamando jóvenes
a servir la misión de Cristo
en la vida sacerdotal y religiosa,
enséñanos a acoger sus dudas y deseos.
Te pedimos que nos concedas
mayor apertura y cercanía a sus preguntas,
desde una escucha atenta y gratuita,
para acompañar mejor sus discernimientos
con una libertad y entusiasmo renovados.
Que como comunidad eclesial
cultivemos una pastoral vocacional
alegre, valiente, auténtica y movilizadora.
Que, centrándonos en Jesús y su reino,
animados por la fuerza del Espíritu Santo,
generemos condiciones favorables
para que el ‘evangelio de la vocación’
encienda el corazón de quienes
se abren a tu llamada.
Amén.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por aquellos que viven la riqueza de los distintos carismas en la vida consagrada, para que sean testigos misioneros de los valores del Reino en el mundo”.
En su mensaje del pasado domingo, con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, nuestro Obispo D. Casimiro expresaba lo siguiente:
«Se pide a las personas consagradas caminar con esperanza y sembrar esperanza. Las dificultades actuales de la vida consagrada como la falta de vocaciones, el envejecimiento, el cierre de conventos y de obras educativas, caritativas y apostólicas, el rechazo o la irrelevancia social podrían llevar a la tristeza, al desaliento o la desesperanza de cara al futuro. Es precisamente en esta situación donde hemos de escuchar la llamada a caminar con esperanza, que brota de la fe confiada en el Señor de la historia. Jesús nos sigue diciendo “No tengáis miedo. Confiad en mi”. El Papa Francisco nos pide permanecer despiertos y vigilantes para no caer en la desesperanza.
De otro lado, con frecuencia encontramos a personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo. Hay quienes han perdido toda esperanza, familias en dificultad, niños abandonados, jóvenes sin futuro alguno, enfermos y ancianos abandonados, encarcelados desesperanzados, ricos hartos de bienes y con el corazón vacío, hombres y mujeres en busca del sentido de la vida y sedientos de lo divino. En estas situaciones, las personas consagradas están llamadas a sembrar esperanza, a poner signos tangibles de la esperanza que no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (cf. Rom 5,5). Es una esperanza que tiene como fundamento a Cristo Jesús, nuestra esperanza, en quien hemos puesto nuestra confianza. Él es la esperanza que no defrauda y que permitirá a la vida consagrada seguir escribiendo una gran historia en el futuro, conscientes de que nos asiste el Espíritu Santo para continuar haciendo cosas grandes con nosotros.»
La Basílica de Nuestra Señora de Lledó acogió ayer tarde la celebración de la Eucaristía en la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada que estuvo presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón.
.
.
Bajo el lema “Peregrinos y sembradores de esperanza”, la Jornada quiso poner el acento en las personas que, a través de la consagración, dedican su vida por completo a Cristo, destacando la belleza de la vocación, más en el contexto de este Año Santo que la Iglesia nos llama a todos a ser «peregrinos y sembradores de esperanza». Un camino hacia Dios propio de todos los bautizados y que anticipa los dones celestiales en la peregrinación.
.
.
El encuentro con Jesucristo Eucaristía unió a religiosos, religiosas y fieles que se congregaron para dar gracias a Dios por la vocación de quienes han consagrado su vida a Él y a su servicio en la Iglesia.
.
.
Encuentro, consagración y esperanza
Durante la homilía, el Obispo destacó tres pilares fundamentales que guían la vida consagrada: encuentro, consagración y esperanza. “Dios nos bendice con su Palabra, una Palabra viva que sigue hablándonos aquí y ahora”, afirmó, invitando a los presentes a vivir un encuentro permanente con Cristo, ya que solo en Él se encuentra el verdadero sentido de la vocación y la misión cristiana.
.
.
Mons. Casimiro López Llorente recordó que esta jornada coincide con la festividad de la Presentación del Señor, también conocida como la fiesta de la Candelaria, un momento en el que María y José llevaron al Niño Jesús al Templo, ofreciendo su vida a Dios. «Es un día en el que recordamos nuestra propia consagración y renovamos nuestro compromiso de vivir en fidelidad a la llamada del Señor», afirmó el Obispo.
.
.
El Obispo subrayó la importancia de la consagración como entrega total a Dios. «Jesús se ofreció al Padre por nuestra redención, y así también vosotros, consagrados y consagradas, sois llamados a vivir con radicalidad evangélica en pobreza, castidad y obediencia, como testimonio vivo del Reino de Dios», expresó.
.
.
Asimismo, abordó el desafío de la esperanza en el mundo actual, destacando que la vida consagrada está llamada a ser luz en medio de las dificultades. «Vivimos tiempos de incertidumbre, con crisis de vocaciones y comunidades envejecidas, pero nuestra confianza debe estar puesta en el Señor. Hemos de ser promotores de esperanza para tantos que han perdido la fe o viven en la oscuridad de la desesperanza», alentó.
.
En este sentido, animó a los consagrados a seguir siendo signos de esperanza en sus comunidades y en la sociedad, especialmente ante los jóvenes, los enfermos, los pobres y los que sufren, y recordando las palabras del Papa Francisco, les exhortó «a ser testigos de la esperanza que no defrauda, y que tiene nombre: Jesús», subrayó.
.
.
La celebración concluyó con la renovación de los votos religiosos por parte de los consagrados presentes y con la oración a la Virgen del Lledó, patrona de Castellón, pidiéndole que siga acompañando y protegiendo a todos los que han entregado su vida a Dios.
.
.
Con este encuentro, la Diócesis de Segorbe-Castellón reafirma su compromiso de oración y apoyo a la vida consagrada, una vocación esencial para la Iglesia y para el mundo, testimonio vivo del amor y la entrega total a Dios y a los hermanos.
El 2 de febrero a las 18:00 h en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó
El próximo domingo día 2 de febrero, fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, celebraremos la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Este 2025, el lema es “Peregrinos y sembradores de esperanza”. Esta Jornada anual se centra en las personas que, a través de la consagración, dedican su vida por completo a Cristo. Con ello, el encuentro busca dar a conocer la figura de las personas consagradas y sus testimonios para mostrar el valor de ellas.
Es un día que busca destacar la belleza de las vocaciones de las personas consagradas, una cualidad que nace de las alegres noticias que portan y transmiten. Además, en el marco delAño Jubilar, la Iglesia llama a todas las personas a ser «peregrinos y sembradores de esperanza». Un camino hacia Dios propio de todos los bautizados y que anticipa los dones celestiales en la peregrinación.
Con todo ello, la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, en su mensaje para la Jornada presenta a estas personas como estandartes de dicha peregrinación que, a su vez, esparcen las semillas de la esperanza en su camino. Durante la Jornada del pasado 2024, el Papa Francisco puso en valor la paciencia de los consagrados en su espera diaria en Cristo y animó a observar esta virtud. También destacó los «corazones jóvenes» de las personas consagradas, que no desisten en su espera ni se rinden en el camino de la esperanza.
Asimismo, en su próxima carta semanal, nuestro Obispo subraya la importancia de la vida consagrada como un don de Dios, cuya presencia en monasterios, parroquias, hospitales y otros ámbitos es signo visible de su amor. Ante las dificultades actuales, como la falta de vocaciones y el cierre de conventos, D. Casimiro anima a los consagrados a caminar con confianza en Cristo y a llevar esperanza a quienes la han perdido. Además, recuerda que la Iglesia diocesana ora por ellos y les agradece su testimonio fiel y entregado.
En nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada tendrá una celebración especial con la Eucaristía presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. La Santa Misa se celebrará el domingo 2 de febrero a las 18:00 h en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, en Castellón. Se invita a toda la comunidad diocesana a unirse a los religiosos y consagrados en esta celebración, para dar gracias a Dios por su testimonio y pedir por nuevas vocaciones que sigan enriqueciendo a la Iglesia.
Este año la Jornada se centra en dos virtudes de quienes viven esta vocación, dos de esas semillas que comparten con el mundo. La primera es la misión profética de los consagrados. Rodeados de dificultades, estas personas comparten la labor de transmitir el mensaje de Jesucristo, una esperanza nueva. Los consagrados, fieles a su identidad, deben mantenerse con actitud vigilante para despertar al mundo.
La segunda semilla son las relaciones nuevas. En un mundo que puede ser frío e individualista, los consagrados recuerdan que cada encuentro humano debe ser gozoso. Estas relaciones nacen del encuentro con Jesucristo y suponen una enorme fuente de esperanza, ya que contribuyen a la formación de una comunidad solidaria y peregrina.
Estas relaciones tienen un valor especial en la actualidad, donde conviven distintas culturas. Además, las personas consagradas muestran al mundo el valor de las relaciones nuevas, a través de su convencimiento de que salir de sí mismo para unirse a otros siempre genera grandes bienes.
El pasado martes 13 de agosto, la comunidad de Carmelitas Descalzas del Monasterio del Sagrado Corazón, en Alquerías del Niño Perdido, llevó a cabo la elección de su nueva priora, siguiendo las normas de la Constitución de la Orden, que establece un mandato de tres años para este cargo.
La elección se realizó en presencia de D. Joaquín Guillamón, Delegado diocesano para la Vida Consagrada y Visitador Episcopal de las monjas de clausura en la Diócesis. Con la guía del Espíritu Santo, las hermanas eligieron a la Hna. María José de Cristo, quien asumirá este servicio durante los próximos tres años.
La ceremonia ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente y se ha celebrado esta mañana en la Iglesia del Convento de las Hermanas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada de Castellón. La Santa Misa ha estado concelebrada por el visitador para la Vida Contemplativa, D. Joaquín Guillamón y por el Secretario, D. Ángel Cumbicos.
La hermana Irma Yolanda ha estado acompañada por las hermanas de la Congregación de Castellón, así como por la Madre General y la superiora de la comunidad.
Tras la liturgia de la Palabra, que precisamente hoy nos recordaba la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel, D. Casimiro ha dado gracias a Dios proclamando «la grandeza del Señor hacia tu persona -ha dicho dirigiéndose a la Hermana – y a través de tu persona, hacia nuestra Iglesia y a vuestra congregación, porque Dios está grande en tu persona para todos nosotros».
D. Casimiro ha repasado la llamada a la vocación de la hermana a la vida consagrada y contemplativa según el carisma de la Congregación de las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada y recordando el Magníficat ha expresado «la alegría del Espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humildad de su esclava». Una alegría que brota, ha dicho aludiendo al Papa Francisco, «de sentirse y saberse siempre amados y que sin Dios nada somos, tal como expresó la Virgen».
Ella, ha dicho el Obispo, «es la esclava del Señor por excelencia y sabe que sin Dios nada es, todo es fruto de su gracia y de su amor». Por ello ha dado gracias a Dios por la Hermana Irma Yolanda que «es motivo de esperanza para nuestra Iglesia que ve cómo una joven como tú, está dispuesta a acoger la vocación de Dios y consagrarse de por vida para vivir, consagrada a Él y, en Él al servicio de toda la Iglesia, al servicio de la comunidad y de tu congregación».
«Alégrate llena de gracia»
D. Casimiro ha puesto el acento en el pasaje evangélico de La Anunciación para enfatizar en el amor de Dios que se ha hecho presente en la celebración. Así ha explicado que la vocación nace del amor de Dios y que Él es signo y presencia en nuestras vidas.
«Tu vocación y la bendición que hoy vas a recibir son muestra del amor de Dios». Se ha referido a la vocación temprana de la hermana Irma Yolanda que, con apenas 17 años sintió la llamada y ya con 18 ingresó en el Convento en su Guatemala natal hasta su traslado a España donde ha madurado la vocación con la formación y, pasando por el aspirantado, el noviciado y los votos simples «hoy consagras de por vida tu existencia al Señor para desposarte con Él y vivir como verdadera esposa suya todos los días de tu vida».
«Me sedujiste Señor»
Dios nos ha creado por amor y a través de la iniciativa amorosa de Dios, ha dicho el Obispo, «te ha concedido la gracia de responder a su llamada y te concederá la gracia para que vivas siempre tu consagración con una eternidad gozosa, libre y total de ti misma para entregarte al Señor».
Le ha exhortado a tener siempre presente la historia de Dios para con ella y a recordar a todas las personas que Él ha ido poniendo en su camino para dar una respuesta afirmativa y hacerlo con generosidad, con gratuidad y humildad: «vive unida a Cristo, tu Esposo y Señor, a un Cristo que se hace especialmente presente en la Eucaristía, donde está el manantial de nuestra respuesta al amor de Dios».
Nuestro Obispo ha remitido una carta a todos los párrocos y sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón solicitando promover una cultura vocacional que lleve al encuentro personal con Cristo.
D. Casimiro expresa su preocupación y el de toda la Iglesia diocesana por escasez de las vocaciones cristianas, tema tratado en las últimas reuniones del Consejo Presbiteral y del Consejo Diocesano de Pastoral. Tal y como explica, la vocación cristiana y la pastoral vocacional en general están muy relacionadas con el Primer Anuncio, tema en el que nos estamos centrando en el presente curso pastoral.
Dicha escasez de vocaciones abarca al sacerdocio, a la vida consagrada, a los matrimonios y al laicado comprometido, indica el Obispo. Aunque muchos son los bautizados, pocos son “los que entienden y viven su condición de bautizados como una llamada a la santidad, a la perfección del amor, en el camino concreto por el que el Señor nos llama”. No hay cristiano sin vocación, explica, pues “cada bautizado tiene de Dios una llamada a vivir su vocación cristiana”.
Ha habido un claro cambio en el estatus cultural anterior, de modo que ahora nuestra cultura “rechaza esta manera de concebir la plenificación humana”. Por ello, “la nueva evangelización debe reanunciar el sentido fuerte de la vida como «vocación», en su fundamental llamada a la santidad”.
En estos momentos, tal y como recordó el Papa Francisco en el reciente encuentro con los obispos españoles, es “urgente promover una cultura vocacional”, por lo que toda acción pastoral debe estar orientada a “desarrollar una atmósfera en la que los niños, jóvenes y adultos puedan disponerse a discernir con cuidado y abrazar libremente la propia vocación como forma permanente de vida a la que están llamados por el Señor en la Iglesia”, señala D. Casimiro.
Para ello, la pastoral vocacional debe entenderse y desarrollarse como “un verdadero itinerario de fe que lleve al encuentro personal con Cristo”, y debe estar en estrecha relación con la pastoral ordinaria, en especial con la pastoral de la iniciación Cristiana, de la infancia y juventud y con la pastoral de la familia.
Por ello, como un primer paso en la creación de esta necesaria cultura vocacional, y de acuerdo con el Delegado diocesano para la pastoral vocacional, D. Juan Carlos Vizoso Corbell, el Obispo ha encargado a la Hna. Catalina Nowak, de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret de Benicàssim, “que se ofrezca para ir a parroquias y otras realidades eclesiales a hablar de esta cuestión”, con quien se puede contactar a través del teléfono 680 563 596.
Primer 5 aniversario de nuestra misión en España (de muchos más)
Han pasado 5 años desde la fundación de nuestra misión en Benicasim, ¡5 maravillosos años! ¿Os acordáis?
Llegamos cuatro de nosotras, sin conocer el idioma ni creernos del todo estar aquí. Hoy en día, mirando hacia atrás, aun nos sorprende el giro inesperado que dieron nuestras vidas y como estos cinco años nos han llenado de gratitud por lo vivido. Voy a mencionar algunos aspectos por los que estamos más agradecidas a Dios:
TIEMPO DE POBREZA
Invitadas a una cultura tan diferente de la polaca, llegamos con un conocimiento muy básico de la historia de este país y nulo del idioma. Este simple hecho nos impidió establecer un diálogo cotidiano con la gente, con el mundo que nos rodeaba. Aprendimos a escuchar y a conocer de otra manera: observando, escuchando con el corazón, callando.
No podíamos proponer nada, ningún apostolado, no sólo por las limitaciones lingüísticas, sino sobre todo porque no conocíamos a la gente, sus necesidades y sus experiencias. Lo único que podíamos hacer era amar y dejar que nos amaran y se entregaran de tantas maneras… ¡Oh, sí! Los feligreses nos acogieron con un gran corazón, con generosidad, con alegría, con un cariño inmediato que expresaron diariamente de mil maneras.
Dios nos trajo de una vida ajetreada y acelerada en Polonia al desierto, detuvo el ritmo de la vida y quiso hablar a nuestros corazones. Era como si nos llamara de nuevo, preparándonos lentamente para una nueva misión. Nos quitó toda sensación de poder y fuerza, nuestras herramientas más básicas, nos hizo pequeñas e indefensas en tantos ámbitos. Teníamos a Dios y sólo Él nos bastaba. Esto despertó en la gente mucho amor por nosotras y a nosotras nos dio una gran lección de humildad.
TIEMPO DE COMUNIDAD
Desde el principio, también ha sido una época especial de consolidación de relaciones en nuestra comunidad. Nos teníamos al principio solo las unas a las otras y pasábamos días enteros juntas. Cuatro caracteres y personalidades tan diferentes, cuatro historias de vida tan distintas. Ha sido un tiempo de conocernos, un tiempo de escuchar y un tiempo de compartir de la manera más sincera y profunda que sólo estas circunstancias podían fomentar.
Puesto que Dios nos ha conducido al desierto, queríamos vivir este tiempo juntas de manera fructífera. Aprovechamos para leer juntas nuestras Constituciones, los documentos de la Iglesia sobre la vida religiosa (Vitae consecrata), nos interesamos y pedimos lecciones sobre la historia de la Iglesia en España. Comenzamos un interesante e intenso programa de formación, con la ayuda de nuestros nuevos directores espirituales y de nuestro infalible tutor, Don Luís Oliver.
Rezamos y hablamos mucho: ¿cómo vivir en este mundo postcristiano? ¿Qué espera Dios de nosotras? Nos hicimos preguntas sobre nuestra identidad en el contexto de la desaparición de la vida consagrada en Occidente. Lo bueno de empezar de cero es poder asentar unas bases sólidas y meditadas.
ESPERA
Desde el principio no hemos tenido ninguna duda de que era Dios quien guía esta historia, esta misión. Parece que a Él no le interesaba demasiado nuestra creatividad o iniciativa en esta aventura, sino que buscaba nuestra docilidad y obediencia. Dios nos hizo comprender que debíamos esperar, rezar y seguir esperando, sin impacientarnos, él nos mostraría sus planes a su debido tiempo. Le preguntamos muchas veces: ¿qué esperas de nosotras aquí? …A veces su respuesta venía con una suave sonrisa, a veces con silencios, a veces a través de las palabras de los directores espirituales: «vivid el carisma, sed santas, lo demás vendrá con el tiempo».
Esta gracia de la espera purificó nuestras intenciones, nuestras ambiciones apostólicas, nuestro celo polaco… Si soy santa, eso le basta a Él. ¡Cuánta luz y libertad da esto!
LA ALEGRÍA DE LOS PRIMEROS PASOS
Después de las primeras semanas y meses, Dios nos fue invitando poco a poco a participar en sus planes para la Diócesis de Segorbe-Castellón. Dimos nuestros primeros pasos en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Benicàssim – fuimos participando en las catequesis, en Cáritas, en los hogares de ancianos y personas que viven en soledad. Con el tiempo, cuando fuimos cogiendo cierta base lingüística y cultural que nos hizo sentirnos un poco más seguras a cada una de nosotras, se nos fueron abriendo diversos caminos: algunas fueron llamadas a participar más en el Colegio católico Mater Dei, otras en el COF (Centro de Orientación Familiar). Y cuando ya habíamos iniciado nuestro camino, Dios lentamente empezó a soltarnos la mano, como si dijera: adelante, pruébalo, continúa tú misma.
Y así comenzaron nuestras iniciativas como los encuentros de Lectio Divina, los Encuentros Matrimoniales, las convivencias para niños y jóvenes, los retiros familiares. En todo ello nos sentimos todavía hoy con esa alegría fresca y el entusiasmo de un niño que sabe que El Padre amoroso le mira constantemente, le protege y le sonríe. Y le anima a seguir avanzando y cada vez andar con más seguridad.
Nos hemos enamorado mucho de esta gente, rezamos mucho por ellos y le preguntamos a Jesús: «Señor, ¿qué podríamos hacer nosotras junto a ti por ellos?». Porque sabemos que esto no es más que el comienzo de nuestra misión en España.
***
Esta misión nos ha cambiado a cada una de nosotras. Nos sentimos llenas de libertad interior, felicidad y entusiasmo: éste es Su don, el fruto de Su amor.
Hace poco alguien me preguntó: «¿No te priva este mundo secularizado de la esperanza y del celo apostólico?». Le contesté rápidamente: «¡No! Este es Su mundo, Su Iglesia y Su misión a la que nos ha invitado. Como decía Santa Teresa de Jesús: «Dios y yo somos mayoría». ¡Estamos en Su equipo! Y cuando uno se sabe amado y salvado, es capaz de hacer más de lo que puede por sí mismo.
Esta web utiliza 'cookies' propias y de terceros para ofrecerte una mejor experiencia y servicio. Pulsando en "aceptar" consientes el uso de todas las cookies, pero puedes cambiar la configuración de 'cookies' en cualquier momento.
Como la mayoría de los servicios en línea, nuestro sitio web utiliza cookies propias y de terceros para varios propósitos. Las cookies de origen son principalmente necesarias para que el sitio web funcione correctamente y no recopilan ninguno de sus datos de identificación personal.
Las cookies de terceros utilizadas en nuestros sitios web se utilizan principalmente para comprender cómo funciona el sitio web, cómo interactúa con nuestro sitio web, mantener nuestros servicios seguros, proporcionar anuncios que sean relevantes para usted y, en general, brindarle una mejor y mejor experiencia del usuario y ayudar a acelerar sus interacciones futuras con nuestro sitio web.
Cookies Necesarias
Algunas cookies son esenciales para que pueda experimentar la funcionalidad completa de nuestro sitio. Nos permiten mantener las sesiones de los usuarios y prevenir cualquier amenaza a la seguridad. No recopilan ni almacenan ninguna información personal. Por ejemplo, estas cookies le permiten iniciar sesión en su cuenta y agregar productos a su carrito y pagar de forma segura.
Respetamos completamente si desea rechazar las cookies, pero para evitar preguntarle una y otra vez, permítanos almacenar una cookie para eso. Puede optar por no participar en cualquier momento u optar por otras cookies para obtener una mejor experiencia. Si rechaza las cookies, eliminaremos todas las cookies establecidas en nuestro dominio.
Le proporcionamos una lista de las cookies almacenadas en su computadora en nuestro dominio para que pueda verificar lo que almacenamos. Por razones de seguridad, no podemos mostrar ni modificar cookies de otros dominios. Puede comprobarlos en la configuración de seguridad de su navegador.
Cookies para Google Analytics
Estas cookies almacenan información como el número de visitantes al sitio web, el número de visitantes únicos, qué páginas del sitio web se han visitado, la fuente de la visita, etc. Estos datos nos ayudan a comprender y analizar qué tan bien funciona el sitio web y donde necesita mejorar.
Si no desea que rastreemos su visita a nuestro sitio, puede deshabilitar el rastreo en su navegador aquí:
Otros servicios externos
También utilizamos diferentes servicios externos como Google Webfonts, Google Maps y proveedores de video externos. Dado que estos proveedores pueden recopilar datos personales como su dirección IP, le permitimos bloquearlos aquí. Tenga en cuenta que esto podría reducir considerablemente la funcionalidad y la apariencia de nuestro sitio. Los cambios entrarán en vigor una vez que vuelva a cargar la página.
Google Webfont:
Google Maps:
Google reCaptcha:
Vimeo and Youtube videosembeds:
Política de Privacidad
Puede leer sobre nuestras cookies y la configuración de privacidad en detalle en nuestra Página de Política de Privacidad.