El pasado martes 13 de agosto, la comunidad de Carmelitas Descalzas del Monasterio del Sagrado Corazón, en Alquerías del Niño Perdido, llevó a cabo la elección de su nueva priora, siguiendo las normas de la Constitución de la Orden, que establece un mandato de tres años para este cargo.
La elección se realizó en presencia de D. Joaquín Guillamón, Delegado diocesano para la Vida Consagrada y Visitador Episcopal de las monjas de clausura en la Diócesis. Con la guía del Espíritu Santo, las hermanas eligieron a la Hna. María José de Cristo, quien asumirá este servicio durante los próximos tres años.
La ceremonia ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente y se ha celebrado esta mañana en la Iglesia del Convento de las Hermanas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada de Castellón. La Santa Misa ha estado concelebrada por el visitador para la Vida Contemplativa, D. Joaquín Guillamón y por el Secretario, D. Ángel Cumbicos.
La hermana Irma Yolanda ha estado acompañada por las hermanas de la Congregación de Castellón, así como por la Madre General y la superiora de la comunidad.
Tras la liturgia de la Palabra, que precisamente hoy nos recordaba la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel, D. Casimiro ha dado gracias a Dios proclamando «la grandeza del Señor hacia tu persona -ha dicho dirigiéndose a la Hermana – y a través de tu persona, hacia nuestra Iglesia y a vuestra congregación, porque Dios está grande en tu persona para todos nosotros».
D. Casimiro ha repasado la llamada a la vocación de la hermana a la vida consagrada y contemplativa según el carisma de la Congregación de las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada y recordando el Magníficat ha expresado «la alegría del Espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humildad de su esclava». Una alegría que brota, ha dicho aludiendo al Papa Francisco, «de sentirse y saberse siempre amados y que sin Dios nada somos, tal como expresó la Virgen».
Ella, ha dicho el Obispo, «es la esclava del Señor por excelencia y sabe que sin Dios nada es, todo es fruto de su gracia y de su amor». Por ello ha dado gracias a Dios por la Hermana Irma Yolanda que «es motivo de esperanza para nuestra Iglesia que ve cómo una joven como tú, está dispuesta a acoger la vocación de Dios y consagrarse de por vida para vivir, consagrada a Él y, en Él al servicio de toda la Iglesia, al servicio de la comunidad y de tu congregación».
«Alégrate llena de gracia»
D. Casimiro ha puesto el acento en el pasaje evangélico de La Anunciación para enfatizar en el amor de Dios que se ha hecho presente en la celebración. Así ha explicado que la vocación nace del amor de Dios y que Él es signo y presencia en nuestras vidas.
«Tu vocación y la bendición que hoy vas a recibir son muestra del amor de Dios». Se ha referido a la vocación temprana de la hermana Irma Yolanda que, con apenas 17 años sintió la llamada y ya con 18 ingresó en el Convento en su Guatemala natal hasta su traslado a España donde ha madurado la vocación con la formación y, pasando por el aspirantado, el noviciado y los votos simples «hoy consagras de por vida tu existencia al Señor para desposarte con Él y vivir como verdadera esposa suya todos los días de tu vida».
«Me sedujiste Señor»
Dios nos ha creado por amor y a través de la iniciativa amorosa de Dios, ha dicho el Obispo, «te ha concedido la gracia de responder a su llamada y te concederá la gracia para que vivas siempre tu consagración con una eternidad gozosa, libre y total de ti misma para entregarte al Señor».
Le ha exhortado a tener siempre presente la historia de Dios para con ella y a recordar a todas las personas que Él ha ido poniendo en su camino para dar una respuesta afirmativa y hacerlo con generosidad, con gratuidad y humildad: «vive unida a Cristo, tu Esposo y Señor, a un Cristo que se hace especialmente presente en la Eucaristía, donde está el manantial de nuestra respuesta al amor de Dios».
Nuestro Obispo ha remitido una carta a todos los párrocos y sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón solicitando promover una cultura vocacional que lleve al encuentro personal con Cristo.
D. Casimiro expresa su preocupación y el de toda la Iglesia diocesana por escasez de las vocaciones cristianas, tema tratado en las últimas reuniones del Consejo Presbiteral y del Consejo Diocesano de Pastoral. Tal y como explica, la vocación cristiana y la pastoral vocacional en general están muy relacionadas con el Primer Anuncio, tema en el que nos estamos centrando en el presente curso pastoral.
Dicha escasez de vocaciones abarca al sacerdocio, a la vida consagrada, a los matrimonios y al laicado comprometido, indica el Obispo. Aunque muchos son los bautizados, pocos son “los que entienden y viven su condición de bautizados como una llamada a la santidad, a la perfección del amor, en el camino concreto por el que el Señor nos llama”. No hay cristiano sin vocación, explica, pues “cada bautizado tiene de Dios una llamada a vivir su vocación cristiana”.
Ha habido un claro cambio en el estatus cultural anterior, de modo que ahora nuestra cultura “rechaza esta manera de concebir la plenificación humana”. Por ello, “la nueva evangelización debe reanunciar el sentido fuerte de la vida como «vocación», en su fundamental llamada a la santidad”.
En estos momentos, tal y como recordó el Papa Francisco en el reciente encuentro con los obispos españoles, es “urgente promover una cultura vocacional”, por lo que toda acción pastoral debe estar orientada a “desarrollar una atmósfera en la que los niños, jóvenes y adultos puedan disponerse a discernir con cuidado y abrazar libremente la propia vocación como forma permanente de vida a la que están llamados por el Señor en la Iglesia”, señala D. Casimiro.
Para ello, la pastoral vocacional debe entenderse y desarrollarse como “un verdadero itinerario de fe que lleve al encuentro personal con Cristo”, y debe estar en estrecha relación con la pastoral ordinaria, en especial con la pastoral de la iniciación Cristiana, de la infancia y juventud y con la pastoral de la familia.
Por ello, como un primer paso en la creación de esta necesaria cultura vocacional, y de acuerdo con el Delegado diocesano para la pastoral vocacional, D. Juan Carlos Vizoso Corbell, el Obispo ha encargado a la Hna. Catalina Nowak, de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret de Benicàssim, “que se ofrezca para ir a parroquias y otras realidades eclesiales a hablar de esta cuestión”, con quien se puede contactar a través del teléfono 680 563 596.
Primer 5 aniversario de nuestra misión en España (de muchos más)
Han pasado 5 años desde la fundación de nuestra misión en Benicasim, ¡5 maravillosos años! ¿Os acordáis?
Llegamos cuatro de nosotras, sin conocer el idioma ni creernos del todo estar aquí. Hoy en día, mirando hacia atrás, aun nos sorprende el giro inesperado que dieron nuestras vidas y como estos cinco años nos han llenado de gratitud por lo vivido. Voy a mencionar algunos aspectos por los que estamos más agradecidas a Dios:
TIEMPO DE POBREZA
Invitadas a una cultura tan diferente de la polaca, llegamos con un conocimiento muy básico de la historia de este país y nulo del idioma. Este simple hecho nos impidió establecer un diálogo cotidiano con la gente, con el mundo que nos rodeaba. Aprendimos a escuchar y a conocer de otra manera: observando, escuchando con el corazón, callando.
No podíamos proponer nada, ningún apostolado, no sólo por las limitaciones lingüísticas, sino sobre todo porque no conocíamos a la gente, sus necesidades y sus experiencias. Lo único que podíamos hacer era amar y dejar que nos amaran y se entregaran de tantas maneras… ¡Oh, sí! Los feligreses nos acogieron con un gran corazón, con generosidad, con alegría, con un cariño inmediato que expresaron diariamente de mil maneras.
Dios nos trajo de una vida ajetreada y acelerada en Polonia al desierto, detuvo el ritmo de la vida y quiso hablar a nuestros corazones. Era como si nos llamara de nuevo, preparándonos lentamente para una nueva misión. Nos quitó toda sensación de poder y fuerza, nuestras herramientas más básicas, nos hizo pequeñas e indefensas en tantos ámbitos. Teníamos a Dios y sólo Él nos bastaba. Esto despertó en la gente mucho amor por nosotras y a nosotras nos dio una gran lección de humildad.
TIEMPO DE COMUNIDAD
Desde el principio, también ha sido una época especial de consolidación de relaciones en nuestra comunidad. Nos teníamos al principio solo las unas a las otras y pasábamos días enteros juntas. Cuatro caracteres y personalidades tan diferentes, cuatro historias de vida tan distintas. Ha sido un tiempo de conocernos, un tiempo de escuchar y un tiempo de compartir de la manera más sincera y profunda que sólo estas circunstancias podían fomentar.
Puesto que Dios nos ha conducido al desierto, queríamos vivir este tiempo juntas de manera fructífera. Aprovechamos para leer juntas nuestras Constituciones, los documentos de la Iglesia sobre la vida religiosa (Vitae consecrata), nos interesamos y pedimos lecciones sobre la historia de la Iglesia en España. Comenzamos un interesante e intenso programa de formación, con la ayuda de nuestros nuevos directores espirituales y de nuestro infalible tutor, Don Luís Oliver.
Rezamos y hablamos mucho: ¿cómo vivir en este mundo postcristiano? ¿Qué espera Dios de nosotras? Nos hicimos preguntas sobre nuestra identidad en el contexto de la desaparición de la vida consagrada en Occidente. Lo bueno de empezar de cero es poder asentar unas bases sólidas y meditadas.
ESPERA
Desde el principio no hemos tenido ninguna duda de que era Dios quien guía esta historia, esta misión. Parece que a Él no le interesaba demasiado nuestra creatividad o iniciativa en esta aventura, sino que buscaba nuestra docilidad y obediencia. Dios nos hizo comprender que debíamos esperar, rezar y seguir esperando, sin impacientarnos, él nos mostraría sus planes a su debido tiempo. Le preguntamos muchas veces: ¿qué esperas de nosotras aquí? …A veces su respuesta venía con una suave sonrisa, a veces con silencios, a veces a través de las palabras de los directores espirituales: «vivid el carisma, sed santas, lo demás vendrá con el tiempo».
Esta gracia de la espera purificó nuestras intenciones, nuestras ambiciones apostólicas, nuestro celo polaco… Si soy santa, eso le basta a Él. ¡Cuánta luz y libertad da esto!
LA ALEGRÍA DE LOS PRIMEROS PASOS
Después de las primeras semanas y meses, Dios nos fue invitando poco a poco a participar en sus planes para la Diócesis de Segorbe-Castellón. Dimos nuestros primeros pasos en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Benicàssim – fuimos participando en las catequesis, en Cáritas, en los hogares de ancianos y personas que viven en soledad. Con el tiempo, cuando fuimos cogiendo cierta base lingüística y cultural que nos hizo sentirnos un poco más seguras a cada una de nosotras, se nos fueron abriendo diversos caminos: algunas fueron llamadas a participar más en el Colegio católico Mater Dei, otras en el COF (Centro de Orientación Familiar). Y cuando ya habíamos iniciado nuestro camino, Dios lentamente empezó a soltarnos la mano, como si dijera: adelante, pruébalo, continúa tú misma.
Y así comenzaron nuestras iniciativas como los encuentros de Lectio Divina, los Encuentros Matrimoniales, las convivencias para niños y jóvenes, los retiros familiares. En todo ello nos sentimos todavía hoy con esa alegría fresca y el entusiasmo de un niño que sabe que El Padre amoroso le mira constantemente, le protege y le sonríe. Y le anima a seguir avanzando y cada vez andar con más seguridad.
Nos hemos enamorado mucho de esta gente, rezamos mucho por ellos y le preguntamos a Jesús: «Señor, ¿qué podríamos hacer nosotras junto a ti por ellos?». Porque sabemos que esto no es más que el comienzo de nuestra misión en España.
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Esta misión nos ha cambiado a cada una de nosotras. Nos sentimos llenas de libertad interior, felicidad y entusiasmo: éste es Su don, el fruto de Su amor.
Hace poco alguien me preguntó: «¿No te priva este mundo secularizado de la esperanza y del celo apostólico?». Le contesté rápidamente: «¡No! Este es Su mundo, Su Iglesia y Su misión a la que nos ha invitado. Como decía Santa Teresa de Jesús: «Dios y yo somos mayoría». ¡Estamos en Su equipo! Y cuando uno se sabe amado y salvado, es capaz de hacer más de lo que puede por sí mismo.
Las 10 hermanas que forman la comunidad de Carmelitas Descalzas del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, en Alquerías del Niño Perdido, se reunieron ayer junto al Obispo, D. Casimiro, para celebrar las Bodas de Oro de la Priora, la Hermana Mª Rosa de la Eucaristía.
La Eucaristía estuvo concelebrada por una docena de sacerdotes, entre ellos el párroco de Alquerías, D. Manuel Martín; el capellán de la comunidad, D. Héctor Samuel Calvo; y los que residen en la Residencia Mosén Sol, así como Monseñor Rutilio, operario diocesano y obispo emérito de la diócesis estadunidense de San Bernardino.
También estuvo presente el Alcalde del municipio, D. Antonio Gil, así como los familiares de la Hermana Mª Rosa, que lleva 50 años como monja y 52 en el Monasterio, y que afirma sentirse agradecida con el Señor por todos estos años.
Según ha explicado, la celebración ha tenido lugar en el marco de la festividad de la Virgen del Carmen, un día especial para los carmelitas y para todos aquellos que veneran a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Además, la Orden de Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús están celebrando un Año Jubilar por el Centenario de su Fundación.
En estos momentos de celebración, indica la Hermana Mª Rosa, se fija en la Virgen, porque es “sencilla, humilde, servicial, y nunca quiso ser protagonista”. Del mismo modo nosotras, “estamos aquí al servicio unas de otras, al servicio de la Iglesia y para orar por los sacerdotes”. “Aquí nos sentimos necesarias, útiles, y cumplimos con nuestra misión”. Además, ha querido pedir a los fieles “oración por todas las vocaciones, pero en especial a la vida consagrada”.
Con el lema “Generar esperanza”, la Iglesia celebra mañana, día 4 de junio, la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus, dedicada a todas las mujeres y hombres que un día decidieron entregarle su vida al Señor, sirviendo a la Iglesia en la dimensión contemplativa de la vida religiosa.
Para celebrar esta fiesta, esta mañana se han reunido las monjas contemplativas de las ocho comunidades de la Diócesis de Segorbe-Castellón junto a nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. Lo han hecho en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, en Castellón, para celebrar juntas la Eucaristía, y ha concelebrado D. Joaquín Guillamón, Delegado diocesano para la Vida Consagrada y prior.
En la Diócesis de Segorbe-Castellón hay ocho comunidades:
– Las Agustinas de Benicàssim.
– Las Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada de Castellón.
– Las Carmelitas Descalzas de Alquerías del Niño Perdido, de Castellón y de Caudiel.
– Las Clarisas de La Vall d´Uixó y de Vila-real.
– Y la Fraternidad Monástica de la Paz de Castellón.
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Celebración de la Eucaristía
En el inicio de la homilía, D. Casimiro ha recordado que estamos celebrando el Año Jubilar del Lledó para prepararnos al Centenario de su Coronación pontificia, “que tiene como objetivo crecer en amor a la Virgen para que, de sus manos, podamos encontrarnos con el Señor”, dejando que “Él avive en nosotros, en la vocación o carisma concreto, que por puro don y gracia hemos recibido, porque solo así se podrá general esperanza”. La única esperanza que no defrauda, decía, “es Dios manifestado en su Hijo, Cristo Jesús”.
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El Obispo ha destaco cuatro palabras de la Virgen que nos pueden ayudar: escuchar, creer, acoger y actuar. En primer lugar, “María es la mujer de la escucha”, ha explicado, porque “escucha la Palabra, escucha a Dios”. Ella “es la mujer que cree y se fía plenamente de Dios, acoge su voluntad y, fruto de ello, sale a la misión”, ha explicado, “saliendo a servir a Isabel, llevando al Señor en su seno”.
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Ha exhortado también a estar atentos a la voluntad de Dios, que “nos habla a través de los acontecimientos, incluso de los acontecimientos duros”, como pueden ser “la falta de vocaciones o el cierre de los monasterios”. También a través “de las personas con las que nos encontramos en el día a día”, o de la Palabra, “que nos interpela y siempre tiene algo que decirnos”.
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Sois “la lámpara encendida que presenta ante el Señor todas las necesidades de nuestra Iglesia, de nuestro mundo y de la sociedad”, les decía a las hermanas, “fiémonos de Dios, Él nunca nos abandona, sabe lo que quiere para cada uno de nosotros y para vuestros conventos”, ha exhortado, “acojamos su voluntad para llevarle a Él a los demás, con la forma de vida, siendo faros luminosos en este mundo necesitado de Dios y de esperanza”. “Sois indispensables para la Iglesia y para la sociedad”.
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Felicita a las monjas contemplativas de la Diócesis por la Jornada Pro Orantibus
Desde la Delegación diocesana para la Vida Consagrada, junto a la Vicaria de Pastoral, se ha animado a los fieles a agradecer la labor de las monjas contemplativas de la Diócesis, enviándoles un mensaje de agradecimiento por sus continuas oraciones en nuestro beneficio, porque, como dice Francisco, «con el silencio orante y el sacrificio escondido, sostienen maternalmente la vida de la Iglesia».
Muchos han sido los mensajes que han enviado los fieles, y no solo de agradecimiento, sino también de ánimo y de oración ante la escasez de vocaciones.
Los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada resaltan que en el “luminoso horizonte” de la vida contemplativa “está «generar esperanza». Un lema que pone el foco en la esperanza ante una realidad en la que “no es difícil encontrar motivos para la tristeza y la desazón: amanecemos cada día con noticias de violencia, injusticia, egoísmo, exclusión, pobreza y sinsentido”. También, a una escala más personal, “al mirar con sinceridad nuestro interior y el conjunto de nuestras relaciones, nos topamos con heridas y sinsabores que pueden ir sumiéndonos poco a poco en un desaliento paralizante”.
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Además, lamentan que “esta percepción amarga” parece haber contagiado incluso a los más jóvenes, “entre quienes también se detectan altas dosis de desmoralización y abatimiento, e incluso un preocupante aumento de suicidios”. A ellos, recuerdan, se dirige con frecuencia el papa Francisco para “instarlos vivamente a la esperanza”.
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Así lo hizo en su mensaje a los jóvenes cubanos en 2015: Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor”. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna».
La vida contemplativa alienta nuestra esperanza
Estas palabras -recogidas años después en la encíclica Fratelli tutti– “pueden ayudarnos a reconocer, celebrar y orar por aquellos hermanos y hermanas que, abrazando la vida contemplativa, alientan nuestra esperanza y la requieren”. Ellos y ellas, matizan los obispos en su mensaje, “al renunciar al espíritu mundano y entregar radicalmente la vida «a querer tocar lo grande […], la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor», se convierten en parábola de la esperanza última para la Iglesia y para toda la humanidad”.
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En cada convento y monasterio “la esperanza que brota de la fe en la realidad última de Dios se hace carne cotidiana” al cultivar la oración y la celebración; la fraternidad y la reconciliación; la hospitalidad y la caridad; el trabajo y el descanso. Así, “cuantos caminamos tratando de dar respuesta a la sed de una vida lograda en medio de tantas desdichas agradecemos el testimonio de la vocación contemplativa, que se goza en buscar y esperar cada día al Señor que viene para que todos tengamos vida, y vida en abundancia; para que tengamos esperanza”.
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Los contemplativos “también lanzan su mirada al resto del pueblo de Dios, deseando recibir los dolores y las alegrías de este mundo para poder esperar por todos y con todos”. Por eso, en esta Jornada Pro Orantibus “no dejemos de acercarnos, si tenemos ocasión, a nuestros hermanos y hermanas contemplativos, con el fin de compartir entre todos los consuelos y las fatigas de los hombres y mujeres de esta tierra. Comprometámonos juntos en la misión de generar esperanza donde haga más falta, donde más urgente sea el anuncio del Señor resucitado. Y recemos también por ellos, para que puedan recibir el sostén de nuestra plegaria sincera ante Dios y se vean apoyados en su deseo de peregrinar sin desfallecer a la luz del rostro del Señor”.
Con el inicio del mes de mayo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención por los movimientos y grupos eclesiales: “Oremos para que los movimientos y grupos eclesiales redescubran cada día su misión evangelizadora, poniendo sus propios carismas al servicio de las necesidades del mundo”.
«1. Quería estar aquí hoy, en primer lugar, para deciros gracias. Gracias por vuestra presencia como laicos y laicas, jóvenes y mayores, comprometidos en vivir y testimoniar el Evangelio en las realidades ordinarias de la vida, en vuestro trabajo, en tantos contextos diferentes —educativos, sociales, en la calle, en el terminal de los trenes; allí estabais todos vosotros—éste es el vasto campo de vuestro apostolado, es vuestra evangelización. Nosotros debemos entender que la evangelización es un mandato que viene del Bautismo; el Bautismo que nos hace sacerdotes juntos, en el sacerdocio de Cristo: el pueblo sacerdotal, ¿no? Y no hay que esperar a que venga el sacerdote, el cura a evangelizar, el misionero… Sí, lo hacen muy bien, pero quien ha sido bautizado tiene la tarea de evangelizar. Vosotros, con vuestros movimientos, habéis avivado esta tarea. Y está muy bien. Gracias.
En los últimos meses, habéis visto con vuestros propios ojos y tocado con vuestras manos el sufrimiento y la angustia de tantos hombres y mujeres a causa de la pandemia, sobre todo en los países más pobres, donde muchos de vosotros estáis presentes. Uno de vosotros me hablaba de esto. Tanta pobreza, miseria… Pienso en nosotros que aquí, en el Vaticano, nos quejamos cuando la comida no está en su punto, cuando hay gente que no tiene qué comer. Os doy las gracias porque no os habéis detenido: no habéis dejado de aportar vuestra solidaridad, vuestra ayuda, vuestro testimonio evangélico incluso en los meses más duros, cuando los contagios eran muy altos. A pesar de las restricciones debidas a las medidas de prevención necesarias, no os habéis rendido, al contrario, sé que muchos de vosotros multiplicasteis vuestro compromiso, adaptándoos a las situaciones concretas que se os presentaban y se os presentan, con esa creatividad que nace del amor, porque quien se siente amado por el Señor ama sin medida.
Este “sin medida” es lo que sale en estos momentos críticos. Y este “sin medida” también lo hemos visto en muchas monjas, en muchas consagradas, en muchos sacerdotes y en muchos obispos. Pienso en un obispo que acabó entubado por estar siempre con la gente. Ahora se está recuperando lentamente. Sois vosotros y todo el pueblo de Dios el que ha participado en esto y habéis estado ahí. Ninguno de vosotros ha dicho: “No, no puedo ir, porque mi fundador piensa de otra forma”. Así que, nada de fundador: aquí estaba la llamada del Evangelio y todos acudieron. Muchas gracias. Habéis sido testigos de «esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos» (Meditación en tiempo de pandemia, 27 de marzo de 2020). O somos hermanos o somos enemigos. “No, no, yo me separo: o hermanos o enemigos”. No hay término medio.
2. Como miembros de asociaciones de fieles, movimientos eclesiales internacionales y otras comunidades, tenéis una misión eclesial verdadera y propia. Buscáis con dedicación vivir y hacer fructificar aquellos carismas que el Espíritu Santo, a través de los fundadores, ha dado a todos los miembros de vuestras asociaciones, en beneficio de la Iglesia y de los muchos hombres y mujeres a los que os dedicáis en vuestro apostolado. Pienso especialmente en aquellos que, hallándose en las periferias existenciales de nuestras sociedades, experimentan en su carne el abandono y la soledad, y sufren por tantas necesidades materiales y pobreza moral y espiritual. Nos hará bien a todos recordar cada día no sólo la pobreza de los demás, sino también, y antes que nada, la nuestra.»
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los consagrados, para que, con el ejemplo y la intercesión de María, perseverando durante toda su vida en los consejos de pobreza, castidad y obediencia, sean dignos testigos y verdaderos servidores del Evangelio”.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, en su carta del 29 de enero de 2022, nos decía lo siguiente: «Junto con toda la Iglesia, damos gracias a Dios por todas las personas consagradas, por sus dones y carismas: por las monjas y monjes de vida contemplativa, por los religiosos y religiosas de vida activa, y por las vírgenes y todas las personas consagradas que viven en el mundo. Todos ellos se han consagrado a Dios para seguir las huellas de Cristo obediente, pobre y casto, en el carisma propio de su orden o instituto, y entregar su vida al servicio de la vida y misión de la Iglesia para el bien de la humanidad».
«Pidamos a Dios por los consagrados para que sean fieles a su vocación y consagración, lo vivan con alegría y sean faros luminosos que nos remitan a Dios y a los hermanos. Roguemos también para que Dios siga suscitando vocaciones a la vida consagrada tan escasas en nuestra Iglesia diocesana.»
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, presidió ayer la Misa de profesión de votos solemnes y toma de velo de la hermana Teresita de Jesús y de la Santa Faz, en el convento de Nuestra Señora de Gracia y San José de las Madres Carmelitas Descalzas de Caudiel.
Junto al Obispo concelebraron el párroco de San Juan Bautista de Caudiel, D. Eloy Villaescusa y el Cabildo Catedral, D. Federico Caudé, así como el Secretario, D. Ángel Cumbicos. Además, acompañaron a la hermana, vecinos y fieles del municipio, así como el alcalde.
Tras la proclamación de la Palabra, la homilía del Obispo puso de relieve la trayectoria vocacional de la hermana desde que sintió la primera llamada hasta la tarde de ayer en que se consagraba a Dios a través de la ceremonia de profesión de votos. D. Casimiro destacó cómo el Señor ha elegido a la hermana y la ha ido colmado de dones «acompañándote en las dificultades porque su misericordia y su bondad es manifiesta».
Recordó cómo, arropada por su familia, se formó en la fe cristina creciendo espiritualmente hasta sentir el deseo de ser monja carmelita. Puso de relieve que, habiendo tenido una primera experiencia que no le convenció demasiado, el Señor ha ido guiando sus pasos hasta llevarla al convento de Caudiel, lejos de su procedencia peruana, para dar un si definitivo al Señor: “aquí estoy señor para hacer tu voluntad” .
Como Pastor de la Iglesia de Segorbe-Castellón, le exhortó «a seguir confiando en el Señor, para que su amor siga creciendo en ti, y la bondad y la misericordia del Buen Pastor te acompañen todos los días de tu vida, culminando la historia de amor de Dios contigo en la vida consagrada».
Se refirió también al proceso vocacional como «hilo conductor que está sellado por el amor», más si cabe, «cuando ha estado fraguado en el ambiente familiar», dijo poniendo en valor el necesario acompañamiento de las familias.
En este sentido la exhortó a agradecer a sus padres, su abuela y su familia en general «la importante transmisión de la fe» a cuantos han guiado los pasos de la hermana carmelita, no olvidando que «la familia es el lugar donde se crece en la fe». Así dio gracias a Dios por tantas familias que, como la de la Hermana Teresita han acogido la vocación de sus hijos y han asumido la fe de acompañarles ese crecimiento de la vida cristiana.
En la celebración de ayer tarde, Sor Teresita del niño Jesús consagró su vida al Señor siendo bendecida por ÉL «para vivir de por vida entregada a Cristo Jesús en la obediencia, la castidad y en la pobreza, y en el camino espiritual que ha marcado nuestra Santa Madre, Santa Teresa». D. Casimiro la animó a dedicar su vida al Señor sabiendo que «como Buen Pastor, te ama, cuida de ti, sana tus heridas y sobre todo te da la vida, una vida en abundancia porque te ha concedido la gracia de responder a su llamada para vivir una vida gozosa con Él».
La profesión religiosa solemne expresa el acto de abrazar el estado religioso hasta la muerte mediante los votos de castidad, pobreza y obediencia, a imitación de Cristo, casto, pobre y obediente. Además, las Carmelitas Descalzas son religiosas de vida contemplativa, donde sus votos son perpetuos y solemnes, significando una entrega total a Dios.
Ante la crisis vocacional que presenciamos, también en la vida religiosa, la celebración de ayer fue un motivo de inmensa alegría y de esperanza para toda la Iglesia de Segorbe-Castellón, que celebra cómo una hermana responde con generosidad y con alegría a la llamada del Señor para hacer su voluntad, dispuesta a entregarle a Él su vida.
El Nuncio de S. S. el Papa en España ha pedido «compromiso» a los sacerdotes, «confianza en el Señor» a la Vida Consagrada, y «anunciar la alegría del Evangelio» a los laicos
El Nuncio de S.S. el Papa Francisco en España, Mons. Bernardito C. Auza ha presidido esta mañana, en la Iglesia del Seminario Diocesano Mater Dei, una Eucaristía que marca el inicio de su agenda en la Diócesis de Segorbe-Castellón durante este fin de semana.
La visita responde a la invitación de nuestro Obispo, Mons. Casimiro López, con motivo de la Clausura del Año Jubilar Diocesano que tendrá lugar mañana domingo en la S.I. Catedral Basílica de Segorbe.
La importancia de la visita radica, precisamente, en la necesidad de comunión de nuestra Iglesia Diocesana con la Iglesia Universal. La oportunidad de agradecer personalmente al máximo representante de las diócesis españolas, y del Papa en España, la concesión de este Año de Gracia, es motivo también para mostrarle que la Iglesia de Segorbe-Castellón, está en camino, como nos pide el Papa, y sale, con renovado espíritu, a cumplir con la tarea evangelizadora.
La jornada de hoy, coincidiendo con la octava de Pascua, se ha iniciado con la Eucaristía. Así, a través de la Palabra de Dios, y de la comunión en Cristo, los asistentes se han preparado para el encuentro que el Nuncio ha tenido posteriormente con los sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas, así como con la Comisión del Año Jubilar Diocesano, y con los laicos a través de sus representantes en los diferentes Consejos Pastorales Parroquiales, incluyendo movimientos, asociaciones y diferentes realidades parroquiales.
La Eucaristía daba comienzo con las palabras de bienvenida y de agradecimiento de Mons. Casimiro López Llorente hacia el Nuncio de S.S. por el encuentro y a través de él con el Papa Francisco a quien representa en España y ante todas las Diócesis españolas con el fin de que «se fortalezcan los lazos de comunión de la Iglesia de Segorbe-Castellón con la Iglesia Universal a través del Santo Padre». El de hoy, ha dicho D. Casimiro, será un día de «acción de gracias al Señor a través de la Eucaristía que es la fuente, el centro y la cima hacia donde camina la Iglesia peregrina de Segorbe-Castellón y cada uno de los que formamos parte de ella».
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio»
Providencialmente la Palabra que se ha proclamado nos invitaba a todos, a través de San Marcos (16,9-15) a cumplir con la misión evangelizadora, y en esa misma Palabra ha basado su homilía Mons. Bernardito C. Auza en este sábado de la octava de Pascua. A través del Evangelio, el Nuncio Apostólico ha puesto de relieve «la Palabra que hoy dirige el Señor al colegio apostólico que pasan al colegio episcopal y también necesariamente a los colaboradores de los Obispos: los presbíteros».
Y lo ha hecho destacando la importancia del Seminario Diocesano Mater Dei como lugar de la celebración «por ser el espacio donde todo circula en torno a la tarea evangelizadora cuyo núcleo vital es la Eucaristía, de donde nace y se nutre la Iglesia». Así, se ha referido a la Eucaristía como «el principio y el fin de toda la acción de la Iglesia; el lugar donde se ilustra la mente, pero también se educa y se forma el corazón con la amistad y convivencia con Cristo».
El mensaje de Mons. Bernardito C. Auza se ha dirigido a los sacerdotes y seminaristas; a los representantes de los religiosos y religiosas, así como a la Vida Consagrada; y a la representación de los laicos presentes.
«Contad lo que hemos visto y oído«
En su mensaje a los sacerdotes y seminaristas, el Nuncio de S.S. se ha servido de la 1ª lectura (Hch. 4, 13-21) exhortándolos «a contar lo que hemos visto y oído, como advirtió Pedro, ante aquel Tribunal, inspirado por el Espíritu Santo, y en predicar la Divina Palabra sin disminuirla y darla tal como han recibido».
En este sentido ha invitado a los sacerdotes concelebrantes, a hacer del trato, de la intimidad y de familiaridad con la Palabra y con la vida del Señor, nuestra experiencia de vida cotidiana, porque sin la experiencia de Cristo es arriesgado entrar en un estado de vida que lo pide absolutamente todo». Se ha dirigido a ellos como «colaboradores esenciales del Obispo», invitándoles «a crecer en el amor a Cristo a través de la oración, de la práctica sacramental, la dirección espiritual y la convivencia sincera y fraterna, porque así también crece el interés por el conocimiento de la Iglesia Universal y Diocesana, y de todas sus necesidades y realidades».
En el contexto «de estos tiempos recios», ha agradecido el compromiso del Obispo y de los formadores en el acompañamiento y el camino de la formación hacia los seminaristas, animando a éstos a prepararse ante un futuro «que no es fácil». En este sentido ha recordado el mensaje de los Obispos en el Plan Pastoral 2021-2025 cuando se refieren a la sociedad actual como «una sociedad post-moderna líquida y voluble» que ha dejado atrás, aquella sociedad moderna «que buscaba la solidez en los grandes principios ideológicos y las grandes causas» en la que prima «la desconfianza en los vínculos humanos» que se deja llevar por «el individualismo y se caracteriza por relaciones efímeras en las que no se mantienen la lealtad ni el compromiso adquirido». Son tiempos líquidos, ha insistido, «en una sociedad líquida, donde el amor es líquido y el hombre es líquido porque solo quiere ser ciudadano del mundo sin ataduras ni en el amor, ni en la forma de vida». Y a este tipo de sociedad «ha de dirigirse nuestro compromiso en la formación», ha dicho.
Por ello, ha continuado, «los sacerdotes ordenados y quienes se preparan para el Ministerio sacerdotal deben de participar de la riqueza y la belleza del sacerdocio de Cristo, siendo conscientes que el sacerdocio ordenado es una llamada dentro de la llamada universal de un sacerdocio de todos los bautizados».
Se ha referido también a las enseñanzas de San Juan de Ávila como ejemplo de «predicar lo que recibía del Señor a través de la oración, desde el corazón; un hombre que escuchaba con la fe, miraba desde el amor, y predicaba con el corazón». Les ha exhortado a «permanecer generosos en el compromiso a su ministerio, testimoniando la misericordia de Dios en las tareas de cada día».
Mensaje del Papa Francisco
Depositar la confianza en el Señor
A las religiosas, religiosos y representantes de la Vida Consagrada que han participado en la Eucaristía, les ha alentado a depositar la confianza en el Señor. Ha puesto en valor la encomiable labor que realizan en beneficio de la Iglesia y de la sociedad en general en todas aquellas tareas y labores que realizan. Desde las diferentes congregaciones e institutos, ha dicho Mons. Bernardito C. Auza, «respondéis a la voz de la Iglesia que cuenta con vuestra entrega y vuestra fidelidad para asegurar el bien de la misma Iglesia y de las personas que se benefician de vuestra acción según vuestra vocación y carisma».
También ha recordado la próxima celebración de la 52ª Semana de la Vida Consagrada que se va a centrar en el déficit de esperanza en la Iglesia y en la sociedad, con el objetivo de dar respuesta a las muchas inquetudes manifestadas por los consagrados, ante la amenaza de extinción de algunos institutos de Vida Consagrada. En este sentido les ha agradecido «la insustituible labor» que realizan en la Iglesia de Segorbe-Castellón y, encomendado su tarea a la Virgen, les ha animado y alentado a mantener «el coraje para seguir adelante».
Es la hora de los laicos
También ha tenido palabras para los representantes del laicado de nuestra Diócesis: movimientos, asociaciones, apostolados y miembros de los Consejos parroquiales. Les agradecido, en nombre del Santo Padre, «su compromiso en la Diócesis colaborando y actuando con el compromiso de fe asumido en el Bautismo» así como por su participación en la convocatoria del Papa Francisco en el proceso sinodal.
Como miembros de la Iglesia, ha dicho, «los fieles laicos tenéis la vocación y la misión de anunciar el Evangelio en estos tiempos recios en que decae la fe y la práctica religiosa por parte de nuestros contemporáneos». En este sentido, les ha exhortado a «ser comunidades fuertes y comprometidas para emprender la Nueva Evangelización». Llevar el mensaje del Evangelio a la sociedad contemporánea «con nuevos métodos y nuevas formas en la vida comunitaria pero también entre quienes no practican la fe recibida en el Bautismo».
Por último, les ha recordado el mensaje del Papa Francisco durante el Congreso de Laicos celebrado en Madrid en 2020: «es la hora de hombres y mujeres comprometidos en todos los ámbitos, que con su modo de vivir son capaces de llevar la alegría del Evangelio allí donde estén».
Tras la Eucaristía, sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas, y los laicos a través de sus representantes en los diferentes Consejos Pastorales Parroquiales, incluyendo movimientos, asociaciones y diferentes realidades parroquiales, han mantenido un encuentro con Mons. Bernardito Auza en el que han podido conocer los acentos, las dificultades y los anhelos que están en el corazón del Santo Padre, asumiéndolos como propios y seguir el camino marcado en este Año Jubilar como Iglesia peregrina que camina, en comunión con el Papa y con el Obispo, en la tarea evangelizadora de la Iglesia misionera del Señor.
También se ha proyectado un vídeo resumen del Año Jubilar Diocesano que ha producido la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación y que, en palabras de D. Casimiro, refleja «cómo hemos vivido este Año de Gracia del Señor.
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