El reto de ser joven y católico. Enfrentar los desafíos y exprimir las oportunidades.
Carta del Obispo, D. Casimiro: “Cristo, Rey de la verdad, el amor y la vida”.
D. Casimiro urge al Consejo Presbiteral a “trabajar sin demora” en la vocación cristiana.
La Delegación diocesana para la Juventud organiza una peregrinación a Medjugorje.
Iniciativa formativa para profundizar en la belleza del matrimonio y de la familia.
Vigilia de oración en memoria de los mártires de la Diócesis en la Basílica del Lledó.
D. Casimiro, en la VII Jornada Mundial de los Pobres: «ellos nos evangelizan a nosotros, nos muestran el rostro de Cristo Jesús, doliente y sufriente».
Entrevista a Monseñor Florencio Roselló Avellanas, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela.
La Diócesis ha celebrado esta mañana la VII Jornada Mundial de los Pobres con una Eucaristía que ha tenido lugar en la Basílica de Ntra. Sra. del Lledó, Castellón, presidida por nuestro Obispo D. Casimiro. Ha sido en el templo dedicado a la Patrona de la ciudad con motivo de la celebración del Año Jubilar Mariano por el centenario de su coronación. Ha concelebrado el Prior de la Basílica, D. Joaquín Guillamón; el Prior de la Real Cofradía de la Mare de Déu del Lledó, D. Miguel Abril; y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos. Ha asistido D. Guillem Farré, diácono permanente.
Y entre los asistentes se encontraban miembros de las diferentes entidades caritativas y sociales de la Diócesis, como Cáritas y Manos Unidas. También la alcaldesa de la ciudad y clavariesa de las fiestas del centenario, Dña. Begoña Carrasco; el concejal y Perot, D. Vicent Sales; acompañados por varios miembros de la corporación municipal; el Presidente de la junta de gobierno de la Cofradía, D. Jesús Lumbreras; y la presidenta de la junta de Camareras, Dña. Lledó Querol.
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Este año lo hacemos con el lema “No apartes tu rostro del pobre” (Tb. 4,7). Lema propuesto por el Papa Francisco, y que explica en su Mensaje para la ocasión: «Tobit, en el momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz de reconocer a los pobres. Es fiel a la Ley de Dios y observa los mandamientos, pero esto no le es suficiente. La atención efectiva hacia los pobres le era posible porque había experimentado la pobreza en su propia carne. Por lo tanto, las palabras que dirige a su hijo Tobías son su auténtica herencia: “No apartes tu rostro de ningún pobre” (4,7). En definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien en esa expresión “de ningún pobre”. Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio».
Además, con motivo de la celebración, la Conferencia Episcopal Española (CEE) y Cáritas han sumado de nuevo sus esfuerzos para movilizar a las comunidades cristianas y a toda la sociedad en los objetivos de esta cita anual convocada por el Santo Padre.
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La idea de impulsar esta Jornada surgió el 13 de noviembre de 2016, durante el cierre del Año de la Misericordia y cuando en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a las personas marginadas. Al finalizar la homilía, y de manera espontánea, Francisco expresó un deseo: «quisiera que hoy fuera la Jornada de los Pobres».
Al hilo de la Palabra proclamada en este XXXIII domingo del Tiempo Ordinario, D. Casimiro ha exhortado a poner al servicio de los demás cuanto hemos recibido, en especial en esta Jornada, de aquellos que están más necesitados de nosotros. La finalidad de la Jornada “es que cada comunidad cristiana, cada cristiano, tomemos conciencia de que a través de nuestra vida, de nuestros hechos, hemos de ser signo del amor y de la misericordia de Dios ante el pobre y el necesitado”.
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“Los pobres no son una categoría abstracta, un colectivo anónimo, – ha explicado el Obispo – los pobres tienen un rostro concreto, son personas, hombres, mujeres, ancianos, niños, niñas que sufren el dolor de la pobreza material, el dolor de la soledad, el dolor de no tener una vivienda digna, el dolor de no ver respetada su dignidad personal y tantas y tantas otras realidades que podemos ver en nuestro mundo”.
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Ante esta realidad no podemos ser indiferentes, ha continuado, “porque los pobres los tenemos entre nosotros, a nuestro lado, a la puerta de nuestra casa, y no podemos pasar como si no existieran”. Es por ello que, tanto la Jornada como la Palabra de Dios, “nos llama a tener esa cercanía a los pobres, ese amor donde ellos sientan el amor de Dios que proclamamos y que nos ofrece Cristo Jesús”.
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También ellos “necesitan que se les anuncie el amor de Dios, la cercanía misericordiosa del Padre a través de nuestros gestos”, “necesitan ser evangelizados, llevarles al encuentro con el Señor, y lo necesitan a través de nuestros buenos gestos reales”, ha recalcado.
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Pero también ellos nos evangelizan a nosotros, ha señalado el Obispo, “porque nos hacen recapacitar que de los pobres en el espíritu es el Reino de los Cielos, y lo que realmente cuenta al final de los tiempos no es lo que tenemos, sino cómo hemos vivido los dones que de Dios hemos recibido poniéndolos a servir de los demás”. Ellos nos muestran, por tanto, “el rostro de Cristo Jesús, un Cristo doliente y sufriente”.
Este domingo, 19 de noviembre, celebramos la Jornada Mundial de los pobres. El papa Francisco estableció esta Jornada al finalizar el Jubileo de la Misericordia en 2016, como fruto granado del Año Santo y recuerdo permanente de la Misericordia. Su finalidad es que “en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados”. En este día fijamos la mirada en quienes tienden sus manos clamando atención y ayuda, acompañamiento y solidaridad. Ellos son nuestros hermanos, creados y amados por el Padre celestial; muchos de ellos viven entre nosotros y con frecuencia no nos damos cuenta.
El Papa ha elegido como lema para este año las palabras del libro de Tobías: “No apartes tu rostro del pobre” (Tob 4,7). Estas palabras contienen el “testamento espiritual” del anciano Tobit a su hijo Tobías, que está a punto de emprender un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo. Por ello, este hombre, que siempre confió en el Señor, como buen padre desea dejar a su hijo no tanto algún bien material, cuanto el testimonio del camino a seguir en la vida. Y le dice: “Hijo, acuérdate del Señor todos los días. No peques ni quebrantes sus mandamientos. Pórtate bien toda tu vida. No vayas por caminos de iniquidad, pues si obras la verdad tendrás éxito en tus empresas, igual que los que obran la justicia. Da limosna de cuanto posees; no seas tacaño. No apartes tu rostro ante el pobre y Dios no lo apartará de ti. Da limosna en la medida que puedas; si tienes poco, no te avergüences de dar poco” (Tob 4,5-9).
Han pasado siglos y la situación se mantiene inalterada, por lo que estas palabras no se refieren sólo al pasado, sino también a nuestro presente. Como nos dijo Jesús, “a los pobres los tenéis siempre con vosotros” (Mc 14,7). También hoy existen numerosas formas de pobreza. Todos los días vemos rostros marcados por el hambre, el dolor, la soledad, la miseria, la marginación, la violencia, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, la ignorancia y el analfabetismo, la falta de trabajo, el tráfico de personas, el exilio y la migración forzada. La pobreza tiene siempre el rostro concreto de mujeres y hombres, de niños y de niñas. No nos pueden ser indiferentes. Cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social o la procedencia. Estamos llamados a dejarnos encontrar por cada pobre y a dejarnos interpelar por cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la lacra de la indiferencia.
Los pobres son un signo concreto de la presencia de Jesús entre nosotros. Él mismo se identificó con cada uno de ellos: con los hambrientos y los sedientos, con los forasteros y los enfermos, con los sin techo y los encarcelados. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”, nos dice Jesús (Mt 25,40). Olvidarlo equivale a falsificar el Evangelio. Por ello mismo podemos decir que los pobres de cualquier condición nos evangelizan. Ellos tienen mucho que enseñarnos. En sus propios dolores nos muestran a Cristo, que sufre. En cada uno de los pobres, Jesús sale a nuestro encuentro, para que nos dejemos encontrar por Él. Estamos llamados a descubrir a Cristo en cada pobre, a compartir su vida, a prestarles nuestra voz en sus causas, a amarlos y escucharlos, y a recoger la sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.
Los pobres son también destinatarios prioritarios del Primer Anuncio. Con nuestra atención, escucha y ayuda concreta, con nuestro acompañamiento, compromiso y solidaridad han de experimentar la cercanía de Dios que ama a cada uno. Fruto de ese amor de Dios, Jesucristo ha dado su vida para salvar a cada pobre, y ahora está vivo a su lado cada día, para sanarlos, iluminarlos, fortalecerlos y liberarlos. Los pobres sentirán el amor y la cercanía de Dios cuando reconozcan en nuestra atención un acto de amor gratuito que no busca recompensa. Antes de nada, los pobres tienen necesidad de Dios, de su amor hecho visible gracias a personas que expresan y ponen de manifiesto la fuerza del amor cristiano.
Por supuesto, que los pobres piden comida y otros tipos de ayuda, a las que hemos de dar respuesta concreta; pero lo que realmente necesitan va más allá. Los pobres necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de nuevo el calor del afecto, y nuestra presencia para superar la soledad. Sencillamente, los pobres necesitan sentir el amor de Dios a través de nuestras obras de amor.
Desde hace unos pocos días, la Casa de Acogida San Pascual “El Pati” de Vila-real, de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, cuenta con sus primeros quince residentes, una mujer y catorces hombres, de diferentes nacionalidades.
Este centro de Cáritas acompaña y atiende a personas sin hogar en un proceso de promoción social para que hombres y mujeres de este colectivo adquieran autonomía en actividades básicas de su vida cotidiana y puedan volver a reintegrarse en la sociedad.
Como recuerda Antonio Amurrio, director de la Casa de Acogida San Pascual “El Pati”, la función de este centro es continuidad de la labor desarrollada en Vila-real desde hace más de 30 años.
A esta Casa de Acogida se han incorporado, entre otras, las personas que hasta ahora vivían en dos viviendas tuteladas de Vila-real y otra de Castellón.
Los quince residentes son de diferentes países como España, El Salvador, Polonia, Rumanía, Marruecos o Argelia y tienen variadas edades que van de los 27 a los 67 años.
Dariusz, Akece, Marian V., Marian V.P. y Mahmoud son estos primeros quince residentes de la Casa de Acogida San Pascual “El Pati”.
José, por ejemplo, es un cordobés de 64 años, que lleva más de 20 años viviendo en Castellón y a quien la crisis económica que empezó en el año 2007 dejó sin su trabajo en una azulejera de l’Alcora.
Explica que, después de pasar dos meses en Castellón, primero en el albergue y, después, en un piso tutelado, se ha integrado muy bien en la Casa de Acogida y que “la convivencia es muy buena con el resto de residentes”.
Una jornada habitual para estos quince residentes comienza a partir de las 8 de la mañana con el desayuno, para luego realizar diferentes actividades formativas hasta la hora de comer.
Por la tarde, disponen de tiempo libre que, algunos, aprovechan para acudir a clases de castellano o realizar actividades lúdicas o deportivas.
Planta baja y cinco plantas
La Casa de Acogida San Pascual “El Pati” dispone de una planta baja, con una sala para las clases del proyecto Preocupa’t, otra para reuniones, biblioteca y dos despachos, y cinco plantas.
La primera planta cuenta con un salón para ver la televisión, la cocina y el comedor, además de una terraza.
Las tres siguientes plantas disponen de 6 habitaciones individuales cada una y en la quinta planta se encuentra la lavandería y otra terraza.
Visita a la Casa de Acogida
Con motivo de la celebración de la VII Jornada Mundial de los Pobres que se celebra este domingo y que lleva por lema “No apartes tu rostro del pobre”, parte del equipo directivo de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón , después de asistir a la Eucaristía que presidirá, en la Basílica del Lledó, el obispo de la Diócesis, Casimiro López Llorente, visitará la Casa de Acogida San Pascual “El Pati” para saludar y compartir impresiones con los residentes en este centro.
El papa Francisco invita a “compartir lo poco que tenemos con quienes no tienen nada, para que ninguno sufra”
Con motivo de la celebración, el domingo 13 de noviembre, de la VI Jornada Mundial de los Pobres, la Conferencia Episcopal Española y Cáritas suman de nuevo sus esfuerzos para movilizar a las comunidades cristianas y a toda la sociedad en los objetivos de esta cita anual convocada por el papa Francisco.
La idea de impulsar esta Jornada surgió el 13 de noviembre de 2016, durante el cierre del Año de la Misericordia y cuando en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a las personas marginadas. Al finalizar la homilía, y de manera espontánea, Francisco expresó un deseo: «quisiera que hoy fuera la Jornada de los Pobres».
En esta sexta edición, bajo el lema “Jesucristo se hizo pobre por vosotros”, Francisco lanza un llamamiento a la solidaridad en medio de un mundo herido por la violencia y la guerra. Frente a los millones de refugiados de los diferentes conflictos en Oriente Medio, África Central y ahora Ucrania, el Santo Padre invita a “compartir lo poco que tenemos con quienes no tienen nada, para que ninguno sufra”.
El patrimonio de seguridad y estabilidad alcanzado por algunos países gracias a la iniciativa privada y a leyes que han apoyado el crecimiento económico puede ahora, según Francisco, “ser compartido con aquellos que se han visto obligados a abandonar su hogar y su país para salvarse y sobrevivir”. “Como miembros de la sociedad civil, mantengamos vivo el llamado a los valores de libertad, responsabilidad, fraternidad y solidaridad”, añade.
El papa recuerda que la caridad “no es una obligación sino un signo del amor, tal como lo ha testimoniado el mismo Jesús”. “La generosidad hacia los pobres encuentra su motivación más fuerte en la elección del Hijo de Dios que quiso hacerse pobre Él mismo”, señala.
Francisco subraya que la “experiencia de debilidad y limitación que hemos vivido en los últimos años y ahora la tragedia de la guerra” nos debe “enseñar que no estamos en el mundo para sobrevivir, sino para que a todos se les permita tener una vida digna y feliz”. “El mensaje de Jesús nos muestra el camino y nos hace descubrir que hay una pobreza que humilla y mata, y hay otra pobreza, la suya, que nos libera y nos hace felices”.
Por ello, Francisco recuerda en esta VI Jornada Mundial que es necesario “hacer un esfuerzo para que a nadie le falte lo necesario”. “No es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarse a un pobre como a un hermano que tiende la mano para que yo me despierte del letargo en el que he caído”.
Con objeto de animar la celebración de esta Jornada, la CEE y Cáritas han preparado diversos materiales, que están disponibles en un espacio digital creado ad hoc, para su utilización por parte de todas las Diócesis, parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones e instituciones de la Iglesia.
Esta convocatoria es una nueva oportunidad para reflexionar sobre cómo dar una respuesta adecuada que lleve alivio y paz a tantas personas, dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad. Con ese objetivo, los promotores de la Jornada proponen como gesto “concretar en un manifiesto o credo cómo podemos hacernos pobres en comunidad para llevar vida en abundancia a otros”.
Como se explica en los materiales de animación de la Jornada, la respuesta al lema de esta edición – “Jesucristo se hizo pobre por ustedes”- implica:
dar una respuesta personal y comunitaria, pues «mientras más crece el sentido de comunidad y de comunión como estilo de vida, mayormente se desarrolla la solidaridad».
ser comunidad de vida y de bienes, en la que «el amor recíproco nos hace llevar las cargas los unos de los otros para que nadie quede abandonado o excluido», compartiendo lo que tenemos con los que no tienen nada, pero acogiendo, al mismo tiempo, lo que nos puedan aportar: su trabajo, su pensamiento, su forma de hacer y de entender la vida.
ser comunidad de acción porque “la preocupación por los pobres y por la justicia social» es “un compromiso que nos afecta a todos” y, por tanto, “nadie puede sentirse exceptuado”.
Fue ayer tarde en un ceremonia que presidió nuestro Obispo
La Jornada en nuestra Diócesis estuvo organizada la Pastoral Caritativa-Social de nuestra Diócesis, integrada por todas las entidades que prestan su servicio a los pobres, desfavorecidos y marginados. Fieles a la llamada del Santo Padre de tomar conciencia de la realidad que vive cada persona en situación de pobreza, exclusión y necesidad, al tiempo que que estamos sumergidos en la fase diocesana del sínodo de los Obispos, la Pastoral Caritativa-Social organizó esta Jornada con una celebración Eucarística que se celebró ayer tarde y estuvo presidida por D. Casimiro.
Durante la homilía nuestro Obispo hizo hincapié en el lema de esta Jornada: «a los pobres los tenéis siempre con vosotros” del evangelio de Marcos (14,7). Unas palabras que pronunció Jesús en el contexto de una comida en Betania, en casa de Simón, unos días antes de la Pascua. Una mujer entró con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy valioso y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Ante el intento de afear el gesto de la mujer intervino el propio Jesús que reconoció ante todos que aquella mujer había hecho una buena obra con Él. Y D. Casimiro, advirtiendo las palabras del papa Francisco en su mensaje para esta Jornada, tal y como nos indicaba en su carta semanal, nos recordaba que «Jesús es el más pobre de los pobres y el rostro de Dios que Jesús revela es el de un Padre para los pobres y cercano a ellos: un Padre misericordioso que ofrece esperanza sobre todo a los más pobres».
Los pobres, dijo nuestro Obispo «son un signo concreto de la presencia de Jesús entre nosotros ya que Él mismo se identificó con los pobres», tal como nos recuerda el evangelio de Mateo (25,40): “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Para la Pastoral Caritativa y Social, tanto la Jornada Mundial de los Pobres como la fase diocesana del Sínodo de los Obispos son una nueva oportunidad para reflexionar sobre cómo peregrinamos como Iglesia, al tiempo que nos invita a cuestionarnos sobre cuál es el nivel de participación de las personas más pobres en los espacios de reflexión, toma de decisiones y celebración. En un contexto social en el que las personas en situación de exclusión aún viven con mayores dificultades y con un horizonte precario, el papel de la comunidad cristiana es fundamental. Por ello se van a formar grupos de trabajo que se reunirán con carácter mensual y ya en marzo-abril de 2022 celebrarán una jornada de trabajo para poner en común todas las aportaciones.
Al final del Jubileo de la Misericordia en 2016, el Papa Francisco estableció que en toda la Iglesia se celebrara anualmente la Jornada Mundial de los Pobres. Era deseo del Santo Padre que “en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados”. Nos llama a volver la mirada a la esencia del Evangelio y a mostrar nuestra caridad con las personas más pobres como reflejo de nuestra fe en Cristo.
El lema de la Jornada de este año, el domingo 14 de noviembre, son las palabras de Jesús: “A los pobres los tenéis siempre con vosotros” (Mc 14,7). Jesús las pronunció en el contexto de una comida en Betania, en casa de un tal Simón, llamado “el leproso”, unos días antes de la Pascua. Una mujer entró con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy valioso y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Alguno de los presentes, -Judas, según el evangelio de Juan (Jn 12,4)-, afeó este gesto como un derroche y dijo: “Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres”. El propio Jesús responde con unas palabras que permiten captar el sentido profundo del gesto de esta mujer. Él dijo: “¡Dejadla! ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena conmigo” (Mc 14,6).
“Jesús sabía que su muerte estaba cercana y vio en ese gesto la anticipación de la unción de su cuerpo sin vida antes de ser depuesto en el sepulcro. Esta visión va más allá de cualquier expectativa de los comensales. Jesús les recuerda que el primer pobre es Él, el más pobre entre los pobres, porque los representa a todos. Y es también en nombre de los pobres, de las personas solas, marginadas y discriminadas, que el Hijo de Dios aceptó el gesto de aquella mujer. En la expresión final, Jesús asoció a esta mujer a la gran misión evangelizadora: «“En verdad os digo que en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio se hablará de lo que esta acaba de hacer conmigo»” (Mc 14,9) (Francisco, Mensaje para la Jornada de 2021).
Hay un vínculo inseparable entre Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio. El rostro de Dios que Jesús revela es el de un Padre para los pobres y cercano a ellos: un Padre misericordioso, inagotable en su bondad y amor, que ofrece esperanza sobre todo a los más pobres y privados de futuro. Los pobres son además un signo concreto de la presencia de Jesús entre nosotros. Él mismo se identificó con cada uno de los pobres: con los hambrientos y los sedientos, con los forasteros y los enfermos, con los sin techo y los encarcelados. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”, nos dice Jesús (Mt 25,40). Olvidarlo equivale a falsificar el Evangelio.
Por ello mismo podemos decir que los pobres de cualquier condición nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre. Ellos tienen mucho que enseñarnos. En sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos y en ellos nos dejemos encontrar por Jesús. La nueva evangelización es una invitación a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a compartir la vida con ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus hermanos y amigos, a escucharlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.
También hoy los pobres están entre nosotros. Todos los días vemos sus caras marcadas por el hambre, el dolor, la marginación, la violencia, la droga, la soledad, la privación de la libertad y de la dignidad, la ignorancia y el analfabetismo, la falta de trabajo, el tráfico de personas, el exilio y la migración forzada. La pobreza tiene el rostro concreto de mujeres, hombres y niños explotados por la lógica perversa del poder y el dinero, por el egoísmo, por la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada.
En el actual proceso de oración y de reflexión de nuestra Iglesia diocesana para discernir los caminos que Dios nos señala para anunciar hoy el Evangelio hemos de escuchar a quienes viven en situación de pobreza. Los pobres están y viven a nuestro lado. Jesús sale a nuestro encuentro en los pobres, y nos habla con su situación, sus palabras y sus sufrimientos. La opción por los pobres es prioritaria para los discípulos de Cristo. En ellos, la caridad cristiana encuentra su verificación, porque quien los ama con el amor de Cristo recibe fuerza para el anuncio del Evangelio.
“A los pobres los tienen siempre con ustedes”, con esta cita del evangelista Marcos (14, 7) el Papa Francisco ha convocado para este 14 de noviembre la V Jornada Mundial de los Pobres. La elección del lema, tal y como afirmó Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización en la presentación del Mensaje, «con esta expresión, el Papa Francisco provoca a los creyentes a mantener la mirada fija en Jesús para descubrir que en Él y en sus palabras se encuentra no sólo el verdadero sentido de la pobreza, sino sobre todo la capacidad de reconocer a los pobres».
Fue en noviembre de 2016 cuando el Papa Francisco, apartando los ojos del texto oficial de su homilía y mirando a los miles de pobres que llenaban la Basílica de San Pedro para celebrar su Jubileo de la Misericordia, anunció que a partir de ese momento la Iglesia tendría su propia Jornada Mundial de los Pobres. Esta decisión vendría a dar respuesta a lo que el Santo Padre, años antes, había escrito como programa para su pontificado: «Quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos» (EG 198).
Este año celebramos ya la V Jornada que, tal como recoge el Subsidio Pastoral del Dicasterio para la Nueva Evangelización, «pretende ser una provocación permanente para que nuestras comunidades estén atentas y acojan a quienes se presentan a nuestra puerta». De hecho, en su mensaje para esta Jornada, el Papa Francisco describe las pobrezas que están frente a nuestros ojos todos los días, para que nadie mire hacia otro lado sin asumir las debidas responsabilidades. Por ello, tener a los pobres siempre con nosotros no puede generar malestar, sino que debe suscitar el necesario sentido de justicia y solidaridad cristiana. El Evangelio elegido como referencia para esta Jornada lo es también de invitación a la reflexión, personal y en comunidad, siendo conscientes de que la presencia de los pobres debería ser una tarea diaria tanto por la muestra de nuestra cercanía hacia las personas con dificultad, como por elevar nuestra oración por ellas y así ver en un pobre, no sólo a una víctima o a un desdichado, sino al ser humano sobre el que está impreso el mismo rostro de Dios.
También en su carta para esta semana, el Obispo de nuestra Diócesis advierte que existe «un vínculo inseparable entre Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio. El rostro de Dios que Jesús revela es el de un Padre para los pobres y cercano a los ellos: un Padre misericordioso, inagotable en su bondad y amor, que ofrece esperanza sobre todo a los más pobres y privados de futuro. Los pobres son además un signo concreto de la presencia de Jesús entre nosotros».
Celebración diocesana
Desde la Pastoral Caritativa-Social de nuestra Diócesis, integrada por todas las entidades que prestan su servicio a los pobres, desfavorecidos y marginados, fieles a la llamada del Santo Padre de tomar conciencia de la realidad que vive cada persona en situación de pobreza, exclusión y necesidad, al tiempo que ha comenzado la preparación del Sínodo, han preparado esta Jornada con una celebración Eucarística que tendrá lugar este domingo, 14 de noviembre, a las 19,00h en la parroquia de la Sagrada Familia de Castellón. Para la Pastoral Caritativa y Social, tanto la Jornada Mundial de los Pobres como la fase diocesana del Sínodo de los Obispos son una nueva oportunidad para reflexionar sobre cómo peregrinamos como Iglesia, al tiempo que nos invita a cuestionarnos sobre cuál es el nivel de participación de las personas más pobres en los espacios de reflexión, toma de decisiones y celebración. En un contexto social en el que las personas en situación de exclusión aún viven con mayores dificultades y con un horizonte precario, el papel de la comunidad cristiana es fundamental. Por ello se van a formar grupos de trabajo que se reunirán con carácter mensual y ya en marzo-abril de 2022 celebrarán una jornada de trabajo para poner en común todas las aportaciones.
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