Ayer por la tarde, la Concatedral de Santa María de Castellón fue el escenario de la solemne celebración eucarística en la que el Obispo de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, entregó la Missio Canónica al profesorado de Religión Católica y realizó el envío de los catequistas para el nuevo curso pastoral en la Diócesis.
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El acto, organizado por las delegaciones para la Catequesis y el Catecumenado y para la Enseñanza, es mucho más que un gesto protocolario, pues se trata de un compromiso profundo con la misión de la Iglesia. Los catequistas no son solo educadores, sino enviados de Cristo y de la Iglesia para evangelizar, educar y acompañar en la fe.
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Tanto catequistas como profesores de Religión asumen su labor como parte de un cuerpo eclesial que comparte una misma misión: el esfuerzo conjunto de la evangelización en toda la Diócesis.
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Durante su homilía, D. Casimiro resaltó la importancia de la catequesis y la enseñanza religiosa como pilares fundamentales en la transmisión de la fe. «La catequesis no es solo una instrucción académica, sino un verdadero encuentro con Cristo», aseguró, instando a los presentes a mantener un firme compromiso con su vocación evangelizadora.
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Además, subrayó el papel indispensable de los catequistas para que niños, jóvenes y adultos profundicen en el mensaje del Evangelio, recalcando que “sin la presencia del Espíritu Santo, nuestra tarea se quedaría en una mera actividad humana”. Según el obispo, es el Espíritu Santo quien transforma y da vida a la enseñanza, poniendo de relieve la necesidad de que quienes desempeñan esta labor mantengan una vida espiritual sólida.
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Finalmente, el prelado animó a los catequistas a perseverar ante los desafíos actuales. “Nuestra misión no es fácil, pero es indispensable para la vida de la Iglesia. Dios nos llama a ser testigos de su amor, y debemos responder con generosidad y fe”, concluyó, pidiendo al Señor que guíe y fortalezca a todos los que han asumido esta misión, y exhortando a la comunidad a continuar su labor con confianza en la acción de Dios.
Queridos diocesanos, queridos catequistas y profesores de religión:
Al comienzo de cada curso pastoral, los catequistas y profesores de religión de nuestra Diócesis son enviados por el Obispo a catequizar en las parroquias o comunidades eclesiales o a enseñar la religión y la moral católica en colegios e institutos de iniciativa pública o social. Lo hacemos dentro de la celebración de la Eucaristía, que es la fuente y cima de la vida y de la misión de la Iglesia. De este modo queremos resaltar que es Jesús mismo quien los envía a través de su Iglesia a catequizar y a enseñar.
El gesto del envío nos conecta con el mismo Jesús. Los Apóstoles recibieron de Jesús la misión de proclamar el Evangelio en su nombre y con su autoridad: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15), les dijo. Esta misión se continúa en toda la Iglesia y, de un modo especial, en el ministerio apostólico de los Obispos, que lo hacen con la autoridad de Jesús y en su nombre. Los catequistas y profesores de religión participan mediante el envío de este ministerio apostólico y cooperan con él.
Por ello, como en el caso de los Apóstoles, quienes son enviados a la misión como catequistas o profesores de religión han de ser, antes de nada, discípulos del Señor: es decir, han de conocer, creer, amar y seguir a Jesucristo, a quien han de anunciar y de quien procede toda misión en la Iglesia. Él es el Hijo de Dios, el enviado por Dios Padre y ungido por el Espíritu para anunciar la Buena nueva. Como a los Apóstoles en su momento, Jesús llama a catequistas y profesores de religión a estar con Él, a intimar con Él, a conocerlo, a amarlo, a seguirlo y cumplir sus mandamientos, a ser coherentes con la fe en su vida, a participar de la vida de la comunidad eclesial para poder ser enviados a la misión. Aquí ha de fundamentarse la tarea catequética y la clase de religión. Aquí radica la necesidad de la formación inicial y permanente, doctrinal, pedagógica y espiritual de catequistas y profesores de religión. Este es alimento de su tarea diaria, de sus preocupaciones, de sus anhelos y de sus esperanzas. Esta es la fuerza para su dedicación y entrega cordial a catequizandos y alumnos.
Catequistas y profesores de religión no actúan en nombre propio sino en nombre de Jesús y de su Iglesia. Lo que han de ofrecer y transmitir no son sus ideas, ni sus opiniones, sino a Cristo mismo y su Evangelio tal como nos llega en la tradición viva de la Iglesia bajo de la guía de los Obispos en comunión con el Papa. Su objetivo es llevar al encuentro con Jesús y ayudar a madurar en la fe cristiana a quienes los padres y la Iglesia ponen en sus manos. Se trata de ayudarles a ser discípulos misioneros del Señor en el seno de la comunidad eclesial, a madurar integralmente como personas, y a saber darse y dar razón de su fe y de su esperanza. Catequistas y profesores de religión desempeñan su tarea en ámbitos distintos, pero complementarios, y necesarios para el proceso unitario de la iniciación cristiana y de la trasmisión de la fe a niños, adolescentes y jóvenes. Su objetivo es ayudarles a convertirse, con la ayuda de la gracia de Dios, en verdaderos cristianos: es decir, en creyentes y discípulos misioneros de Jesús en el seno de la comunidad eclesial.
Nadie es obligado a ser catequista o profesor de religión. A quienes piden serlo, se les exige, junto con la capacitación catequística y académica, vivir de forma congruente con la fe y trasmitir la doctrina y la moral que la Iglesia cree y enseña. No hacerlo no es honrado ni justo respecto de los alumnos, los padres, la Iglesia y la sociedad.
En nombre propio y de nuestra Iglesia diocesana os agradezco a tantos y tantos catequistas y profesores de religión vuestro trabajo, vuestra entrega y vuestra fidelidad a la tarea que la Iglesia os encomienda. No es fácil vuestra misión. Nunca ha sido fácil la tarea de educar y de ayudar a crecer en la fe: necesita de mucha paciencia y perseverancia. Ante las dificultades puede que surja la tentación del desaliento. En formas diferentes aparece a lo largo de la historia de los enviados por la Iglesia. Pero no tengáis miedo. Recordad la promesa de Jesús. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 21). No, no estáis solos: el Señor resucitado os acompaña, os conforta y os alienta con la fuerza del Espíritu Santo y la cercanía de vuestra Iglesia, de vuestros compañeros y sacerdotes. Para sentir esta presencia es precisa la adhesión personal a Cristo y la comunión con su Iglesia.
Que la Virgen María, que supo acoger con fe y obediencia la Palabra de Dios y transmitirla fielmente a los demás, sea vuestro modelo de catequistas y profesores. Que Ella os aliente, conforte y proteja en vuestra misión.
Ayer, 26 de junio, la Casa Sacerdotal Familia de Nazaret en Castellón fue el escenario de una importante reunión centrada en la Pastoral con y para las Personas con Discapacidad de la Diócesis de Segorbe-Castellón. El encuentro fue convocado por el Responsable de la Pastoral del Sordo, D. Raúl López, y dirigido por el Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado, D. Juan Agost.
Participaron representantes de la Frater, de la Hospitalidad diocesana de Ntra. Sra. de Lourdes, de CECO (Asociación Española de Ciegos Españoles Católicos), catequistas con experiencia en el acompañamiento a niños con discapacidad y familiares de discapacitados, así como otras personas con discapacidad integradas en la vida parroquial y en diferentes movimientos apostólicos, como la Adoración Nocturna y Comunidades Carismáticas.
Durante la reunión se abordaron diversos temas significativos, como la declaración «Dignitas Infinita” sobre la dignidad humana del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, así como la situación de la participación de las personas con distintos tipos de discapacidad en la vida diocesana, incluyendo discapacidades físicas, sensoriales, intelectuales, de desarrollo y psicosociales, entre otras.
Se discutió la importancia del Primer Anuncio y la necesidad de brindar un acompañamiento especializado a estas personas para su inclusión plena en la vida de la Iglesia. Asimismo, se trabajó en el desarrollo de catequesis adaptadas a estas situaciones especiales.
Durante la reunión se hizo hincapié en la dignidad inherente a todo ser humano, independientemente de su situación o condición, reconociendo que todos somos hijos de Dios y tenemos un valor único y supremo. Se destacó que, a pesar del sufrimiento, cada persona es profundamente amada por el Señor, y que incluso aquellos que parecen estar en los márgenes de la sociedad son en realidad maestros para los demás.
Se acordó la siguiente reunión del equipo para el mes de octubre próximo, para continuar la reflexión y preparar la Eucaristía conmemorativa a celebrar el próximo 3 de diciembre, con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Este tiempo lo es de gran alegría para nuestra Iglesia diocesana por las comuniones y confirmaciones que se celebran en las diferentes parroquias de Segorbe-Castellón. Además, cada vez más adultos son bendecidos por la recepción de los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Es el caso de dos jóvenes que, pertenecientes a las parroquias de Los Santos Juanes de Almenara y de El Salvador de Castellón, han recibido este fin de semana los sacramentos del Bautismo, de la Comunión y de la Confirmación, de manos de nuestro Obispo D. Casimiro, entrando a formar parte de la comunidad cristiana y de la Iglesia Católica.
La Iglesia que camina en Segorbe-Castellón se alegra al acoger a estas cristianas, María José y Nereida que, tras recibir una formación específica y un acompañamiento personal, han querido caminar hacia una fe más adulta viviendo los sacramentos de la Iglesia, participando en la Pascua de Jesús y recibiendo la fuerza del Espíritu Santo que le capacita para ser testigo del Evangelio.
María José y Nereida hicieron las Promesas Bautismales y fueron bautizadas por el Obispo. A continuación, se pusieron la vestidura blanca, como símbolo de haberse revestido de Cristo, y con la imposición de las manos de D. Casimiro y la unción del Santo Crisma recibieron la Confirmación. Ambas celebraciones continuaron con recepción de la Comunión.
Las neófitas estuvieron acompañadas por sus respectivas comunidades parroquiales, por familiares y amigos, así como por sus compañeros de las catequesis que han realizado durante este tiempo de preparación.
El Obispo les invitó a ver su historia como una historia de amor en la que Dios se hace presente, y les animó a permanecer en la comunidad parroquial y a frecuentar los sacramentos para seguir creciendo en la vida cristiana y ser testigos valientes del Evangelio.
Cabe recordar que, hace unos días, una mujer de la parroquia de La Sagrada Familia de Castellón, Ann Mary, también recibió los sacramentos de Iniciación Cristiana.
Durante estos meses es tiempo en nuestra Diócesis de las Confirmaciones. Es una auténtica gracia y motivo de profunda alegría que cientos de jóvenes reciban este sacramento mediante la imposición de manos del Obispo, con el que, como los Apóstoles en Pentecostés, quedan llenos del Espíritu Santo para ser testigos de Jesucristo.
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Pero también hay adultos que sienten la necesidad de confirmarse tras descubrir el regalo que Cristo ofrece, de reforzar la semilla que fue plantada en el Bautismo, de vivir una vida en plenitud y de fortalecer la fe.
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Por ello, ayer por la tarde, en la víspera de la solemnidad de Pentecostés un total de 42 adultos de toda la Diócesis de Segorbe-Castellón recibieron el sacramento de la Confirmación en la Concatedral de Santa María, en una celebración organizada por la Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado, y en la que los confirmandos estuvieron acompañados por sus párrocos, padrinos y madrinas, catequistas y familiares. La parte musical corrió a cargo de Augusto Belau, al órgano, y de la Coral de Barreros de la Mare de Déu del Lledó.
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Pertenecían a las parroquias de La Sagrada Familia, de Santa Joaquina Vedruna, de San Francisco y de San Pedro de Castellón; de La Asunción de Nuestra Señora de l´Alcora; de San Jaime de Vila-Real; de Santo Tomás de Villanueva de Benicàssim; de Los Santos Juanes de Almenara; y de Virgen del Carmen, San Bartolomé, y La Asunción de Nuestra Señora de Onda.
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Según el testimonio de uno de estos jóvenes, de Onda, “a mi edad jamás hubiera pensado que conocer a Cristo me hubiera afectado tanto en mi vida. Vives la vida teniendo idea de que existe, pero sin ser consciente de ello. A veces necesitamos a alguien que nos de un empujoncito y darte cuenta de que Él siempre ha estado. Y poco a poco querer seguir conociéndolo, querer seguir sintiéndote querido. Durante este tiempo de preparación me ha enseñado que el estar en gracia de Dios y cumplir sus mandamientos me hace estar en paz. Por eso la Confirmación es un sacramento que recibo con total humildad y agradecimiento a Dios, para que siga regalándome sus gracias y pueda seguir recibiendo su Amor”.
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En la homilía, D. Casimiro explicó que en esta celebración se hacía presente lo que vivieron los apóstoles, que estando encerrados en el cenáculo por miedo a los judíos reciben la paz del Señor y el Espíritu Santo, por lo que se desvanecen las preocupaciones y los miedos, y creen de verdad que Jesús había resucitado. El Obispo, como sucesor de los apóstoles, es el eslabón que une un acontecimiento con el otro, renovando y actualizando Pentecostés.
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“Jesús, el Señor resucitado va a cumplir su promesa sobre vosotros”, les dijo a los confirmandos. Con la renovación de las promesas del Bautismo y la confesión de la fe, “voy a implorar que venga sobre vosotros el Espíritu Santo”, indicó explicando el rito de al Confirmación, que consiste en la imposición de sus manos y en la crismación con el óleo, marcándoles con la cruz gloriosa de Cristo.
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Y les exhortó a “creer, a confiar en Él, y a tenerle como el centro de vuestra vida”, y lo hizo de un modo especial a aquellos que próximamente se van a casar. Es fundamental que “acojáis a Dios en vuestro matrimonio, que escuchéis su voz, porque os enseñará a amaros más y de verdad, sobre todo a perdonaros”.
Los catequistas de la Diócesis de Segorbe-Castellón han celebrado hoy su encuentro anual en el Seminario Diocesano Mater Dei convocados por la Delegación Diocesana para la Catequesis y el Catecumenado.
La jornada comenzaba con la celebración de la Eucaristía que ha estado presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, y concelebrada por D. Francisco Romero Galván, Director del Secretariado de la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE; y por D. Juan Agost, Delegado Diocesano para la Catequesis, así como por una nutrida representación de sacerdotes que han acompañado a sus catequistas en el Encuentro.
El anuncio de Jesucristo Resucitado
Tras la proclamación de la Palabra, D. Casimiro ha centrado la homilía en el Primer Anuncio de Jesucristo resucitado que tiene como protagonista a los discípulos ante quienes sale a su encuentro y que les lleva, ha dicho nuestro Obispo, a pasar «del temor a la alegría, del miedo a los judíos a salir a anunciar al Señor, de dispersarse, como los discípulos de Emaús, a volver a la comunidad para juntos, seguir anunciando a Áquel que es el camino, que es la verdad y que es la vida».
Las palabras de D. Casimiro han sido una interpelación directa a todos, empezando por él mismo, como ha señalado, pero también a los sacerdotes y a los catequistas participantes para «mantenernos fuertes en este encuentro con el Señor, alimentándonos cada día en la oración y en la celebración de la Eucaristía».
Así ha recordado la Palabra proclamada en la que «Jesús se nos presenta como pan de vida y alimento necesario para quien crea en Él tenga vida en plenitud».
Es Jesús resucitado, ha proseguido el Obispo, «quien sale a nuestro encuentro, nos une, nos envía a la misión y nos da la fuerza del Espíritu Santo para seguir caminando», y recordando lo que se relata en los Hechos de los Apóstoles, «tengamos como punto de referencia, los primeros pasos de la Iglesia de los Apóstoles que evangelizaron anunciando al Señor», poniendo en valor «la necesaria unión que tiene que haber entre el Kerigma y la catequesis».
Hacer presente a Jesús
El Primer Anuncio, ha recordado D. Casimiro, «debe ser la base de nuestra tarea pastoral y debe servir como fundamento y como base sobre la que se debe construir un verdadero cristiano». Así se ha referido a los cristianos, que como creyentes, «han de ser discípulos misioneros del Señor, y esa, es la finalidad de la catequesis: hacer presente a Cristo Resucitado».
Finalmente les ha exhortado a acoger al Señor Resucitado, «que nos une y nos da alimento por medio de su Espíritu para seguir fieles a la misión», dejándonos alentar por la Virgen para que como ella, hagamos siempre lo que Él nos diga.
Tras la celebración de la Eucaristía y un breve descanso, la jornada ha continuado con dos ponencias ofrecidas por D. Francisco Romero Galván, Director del Secretariado de la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE.
Por una parte se ha presentado el Directorio para la Catequesis, que fue publicado en el 2020. Un documento que, en palabras de D. Francsico Romero, «nos da las pautas y el marco necesarios para saber cómo tenemos que realizar la catequesis en este momento concreto en el que vivimos». Una realidad que es distinta a otras que hemos vivido anteriormente.
«Estamos en una nueva realidad, en un nuevo mundo, y nos demanda un nuevo estilo de evangelización y de catequesis», ha puntualizado. Y es que en el mundo contemporáneo actual, donde el relativismo y el individualismo parecen imponerse a la Verdad revelada por Dios, «es más crucial que nunca ofrecer una sólida formación doctrinal que guíe a los creyentes hacia la verdad y la luz del Evangelio». En este sentido, la ponencia ha servido para ofrecer algunas pautas para que los catequistas puedan implementarlas en sus parroquias.
También se ha presentado el Catecismo para adultos que bajo el título «Buscad al Señor», ayuda a poner los fundamentos de la vida cristiana a quien se está construyendo como discípulo de Cristo aprendiendo a ser cristiano en el mundo que nos ha tocado vivir. Tal como recoge la Conferencia Episcopal Española, la catequesis no es una acción puntual. Es decir, no pretende anunciar de modo deshilvanado un conjunto de temas en unas sesiones más o menos extensas en el tiempo. La catequesis es un proceso, un camino a recorrer con la gracia de Dios.
En este sentido, D. Francisco Romero ha señalado que la CEE tiene muchas esperanzas en esta catequesis «porque hay muchos adultos alejados de Dios y de la misma forma que no entenderíamos una parroquia sin catequesis para niños o adolescentes, tiene que existir para adultos.
Este proceso requiere una catequesis narrada por un discípulo de Cristo que anuncie la doctrina desde su propia experiencia de fe vivida en la Iglesia; unas celebraciones que vertebren dicho itinerario y en las que la gracia divina se haga presente por medio de ellas. Lo que se anuncia en la catequesis se hace palpable por la liturgia que concede la gracia del Señor. De modo complementario la catequesis y la liturgia, van haciendo crecer al catecumenado o catequizando.
Nuevos cristianos
El gran reto en el mundo de hoy es «hacer nuevos cristianos», ha señalado el ponente. El Primer Anuncio es la primera tarea, es decir «hay que procurar que exista interés por la fe, que exista el deseo de ser cristiano» y a partir de que eso surja en el corazón de cada uno, hay que acompañarlos para que pongan las raíces y los fundamentos de su vida y les ayudemos a madurar su fe».
La Jornada Diocesana de Catequistas, que este año celebraremos, D.m., el sábado, día 20 abril, en el Seminario diocesano Mater Dei, es siempre un día de encuentro, de alegría y de acción de gracias. Antes de nada queremos dar gracias a Dios una vez más por todos nuestros catequistas, por su vocación y por su entrega generosa. Nuestra Iglesia diocesana os agradece, queridos catequistas, vuestro trabajo callado, paciente y fiel, no exento a veces de sufrimiento y no siempre suficientemente reconocido. Pero nada hay más bello para un cristiano discípulo misionero de Jesús que acompañar con delicadeza y amor a niños, adolescentes, jóvenes y adultos al encuentro personal con Cristo vivo en el proceso de su iniciación cristiana, de crecimiento y maduración de su fe y vida cristiana, y en su inserción en la comunidad de la Iglesia.
La Jornada sirve además para compartir gozos y esperanzas, y también experiencias y dificultades en la tarea catequística. No cabe duda que, en el ámbito de la catequesis, en nuestra Iglesia diocesana vamos dando pasos en la dirección correcta. Pueden parecer pocos, pequeños o lentos, pero son innegables. Ahí está el mayor cuidado de la formación y el acompañamiento de catequistas en su ser y en su quehacer con el fin de que sean cada día más fieles a Cristo Jesús y a su misión evangelizadora, así como a su destinatario, el hombre actual en su contexto cultural concreto. Ahí están también los avances en la catequesis de iniciación cristiana, algunas experiencias en catequesis de adultos, la mayor sensibilidad por la catequesis de muchos -sacerdotes, laicos y consagrados-, y de comunidades cristianas.
Pero no podemos ocultar las dificultades. Vivimos en tiempos de profunda secularización y de globalización, de indiferencia religiosa y de alejamiento de la vida de fe y de la Iglesia de muchos bautizados. Vemos, por desgracia, que la catequesis sigue siendo entendida por muchos como un medio para recibir un sacramento y no como un proceso de crecimiento y maduración en la fe y vida cristiana, desde el encuentro personal con Jesús, la adhesión personal a Él, el cambio de vida, que lleve a un compromiso para ser discípulo misionero suyo, inserto en la comunidad eclesial. La experiencia nos dice que es escasa la acogida de la catequesis de iniciación cristiana como un proceso continuado; son muchos los niños que no que continúan después de la primera Comunión y la mayoría se alejan después de su Confirmación.
Ante esta situación es necesario reflexionar sobre la relación fundamental y permanente que existe entre el primer Anuncio y la catequesis. El nuevo Directorio para la Catequesis del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, del año 2020, nos ofrece claves y directrices en este sentido. A ello dedicaremos la reflexión en esta Jornada.
Como nos recuerda el Directorio, “por una parte, quienes hoy piden o ya han recibido la gracia de los sacramentos a menudo no tienen una experiencia personal de la fe o no conocen íntimamente su fuerza y su ardor. Por otra parte, un anuncio formal que se limite al mero enunciado de los conceptos de la fe no permite comprender la misma fe, la cual, a partir del encuentro con el Señor Jesús, es un nuevo horizonte de vida que se abre de par en par” (n. 56).
En el momento actual no podemos dar por supuesto que nuestros niños, cuando piden la primera Comunión, y los adolescentes, jóvenes o adultos, cuando solicitan la Confirmación, hayan recibido el primer anuncio y hayan tenido una experiencia personal de fe. Esta situación pone de relieve la necesidad de una catequesis kerigmática, cuyo corazón sea hacer presente y anunciar la persona de Jesucristo. La catequesis, insiste el Directorio, “está llamada a ser ante todo un anuncio de la fe y no debe delegar en las demás acciones eclesiales la tarea de ayudar a descubrir la belleza del Evangelio. Es fundamental que sea, precisamente a través de la catequesis, que cada persona descubra que vale la pena creer. De este modo, ya no se reduce a ser un momento de crecimiento de la fe más armonioso, sino que ayuda a generar la propia fe y permite descubrir su grandeza y credibilidad. Por tanto, el anuncio no puede ser considerado solo como la primera etapa de la fe, previa a la catequesis, sino más bien la dimensión constitutiva de cada momento de la catequesis” (n. 57).
La finalidad primera de la catequesis es el encuentro vivo con el Señor que transforma la vida y genera, con la ayuda de la gracia, un cristiano, es decir, un creyente discípulo misionero del Señor en el seno de la comunidad de la Iglesia. No tengamos miedo. Dejémonos alentar por el Espíritu del Señor Resucitado, que está y actúa entre nosotros.
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