• Plan Diocesano de Pastoral 2023-2027
  • Jubileo 2025
  • Protección de menores
Obispado Segorbe-Castellón
  • Noticias
    • Hemeroteca
    • Noticias por categoría
    • Entrevistas
    • La Hoja
    • Reportajes
    • Colaboraciones
    • Datos de contacto
  • Diocesis
    • Obispo
      • Biografía
      • Cartas
      • Decretos
      • Homilías
      • Agenda Institucional
    • Vicaría General
      • Vicaría General
    • Historia
      • Nuestra história
    • Episcopologio
      • Episcopologio de la Diócesis
    • Curia
      • Curia y Vicarías
    • Consejos Diocesanos
      • Consejos Diocesanos
    • Organización Territorial
      • Cabildos y Arciprestazgos
      • Parroquias y Capellanías
      • Casa Sacerdotal
    • Patrimonio Cultural
      • Patrimonio Cultural
      • Visitas virtuales 360º
      • Diócesis y arciprestazgos
  • Pastoral
    • Delegaciones
      • Vicaría de Pastoral
    • Formación y Educación
      • Escuela de Teología
      • Colegios Diocesanos
      • Centros Docentes Católicos
    • Movimientos y Asociaciones
      • Asociaciones de Fieles Públicas Laicales
      • Ordenes Terceras
      • Asociaciones de Fieles Públicas Clericales
      • Asociaciones de Fieles Privadas
  • Caritativo – Social
    • Cáritas
      • Cáritas
      • Datos de Contacto
    • Pastoral Caritativa-Social
      • Pastoral Caritativa – Social
      • Entidades
  • Vocaciones
    • Sacerdocio
      • Seminario Mayor Diocesano Mater Dei
      • Seminario Mayor Diocesano Internacional y Misionero “Redemptoris Mater”
      • Seminario Menor Diocesano “Mater Dei”
    • Diaconado Permanente
      • ¿Qué es?
      • Comisión para el Diaconado Permanente
      • Noticias
    • Vida Consagrada
      • Vida Activa
      • Vida Contemplativa
    • Familia
      • ¿Os queréis casar?
      • Recursos para las familias
      • Delegación Diocesana de Pastoral Familiar y de la Vida
    • Laicado
      • ¿Qué es el laicado?
      • Congreso Nacional de Laicos
      • Plan Diocesano del Postcongreso de Laicos
      • Movimientos y Asociaciones de Apostolado Seglar
      • Noticias
  • Archivo
  • Participación y Transparencia
    • Dono a mi iglesia
    • xtantos
    • Organigrama
      • Organigrama
    • Memoria de Actividades
    • Estatutos y Reglamentos
      • Estatutos y Reglamentos
    • Subvenciones y Convenios
      • Subvenciones y Convenios
    • Información Económica
      • Normativa Económica
      • Información Económica
      • Manuales de buenas prácticas
    • Protección de menores
      • Oficina de protección de menores
      • Decretos
      • Protocolo de la Diócesis
      • Protocolos de la CEE
      • Vademecum
    • Protección de datos
      • Oficina de protección de datos
      • Nombramiento del Delegado diocesano
      • Decreto general de la CEE
      • Política de privacidad
  • Click to open the search input field Click to open the search input field Buscar
  • Menú Menú

Domingo de Ramos

11 de abril de 2017/0 Comentarios/en Homilías 2017/por obsegorbecastellon

9 de abril de 2017

(Is 50,4-7; Sal 21; Filp 2,6-11; Mt26, 14-27, 66)

****

 

Con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor comienza la Semana Santa: un año más nos disponemos a celebrar los misterios santos de nuestra redención: la pasión, muerte y resurrección del Señor.

“¡Hosanna, el Hijo de David!” y “¡Crucifícalo!” son las dos palabras, que sintetizan la celebración de este Domingo. En la procesión hemos salido al encuentro del Señor con cantos y con palmas en nuestras manos. Hemos revivido lo que sucedió aquel día, en que Jesús, en medio de la multitud que le aclama como Mesías y Rey, entra triunfante en Jerusalén montado en un pollino. Tras la procesión de palmas nos hemos adentrado en la celebración de la Eucaristía, en que se actualiza la pasión y muerte en cruz de Cristo, que hemos proclamado en el relato de la Pasión, este año según San Mateo.

La Palabra de Dios fija nuestra atención en Aquel que va a ser el centro de cuanto vamos a celebrar en estos días santos. Cristo Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, fiel a la voluntad del Padre y por un amor infinito hacia la humanidad, sigue el camino que le llevará a la cruz con el fin de abrirnos las puertas del Amor de Dios y de la Vida.

Jesús se entrega voluntariamente a su pasión; no va a la cruz obligado por fuerzas superiores a él, sino por amor obediente a la voluntad del Padre y amor hecho entrega total a la humanidad. “Cristo se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Flp 2, 8). Jesús sabe que ha llegado su hora, y la acepta con la obediencia libre del Hijo y con infinito amor a los hombres. Jesús va a la cruz por nosotros; él lleva nuestros pecados a la cruz, y nuestros pecados le llevan a la cruz: fue triturado por nuestras culpas, nos dice Isaías (cf. Is 53, 5). El proceso y la pasión de Jesús continúan en el mundo actual; lo renueva cada persona que, pecando, rechaza a Cristo y su amor, y prolonga así el grito de aquella gente amotinada: “No a éste, sino a Barrabás. ¡Crucifícalo!”.

Al contemplar a Jesús en su pasión, vemos en él los sufrimientos de toda la humanidad. Cristo, aunque no tenía pecado alguno, tomó sobre sí lo que el hombre no podía soportar: la injusticia, las mentiras, las violencias, los adulterios, el pecado, el odio, el sufrimiento y, por último, la muerte. En Cristo, el Hijo del hombre humillado y sufriente, Dios acoge, ama y perdona a todos. En la cruz, Dios restablece la comunión con los hombres y de los hombres entre sí, y da de este modo el sentido último a la existencia humana. No somos fruto del azar; somos creaturas del amor de Dios y estamos llamados a su amor. La cruz es el abrazo definitivo de Dios a los hombres. Desde ese abrazo de Cristo en la cruz lo más hondo del misterio del hombre ya no es su muerte, sino la Vida sin fin en el amor de Dios. La cruz ha roto las cadenas de nuestra soledad y de nuestro pecado; la cruz ha destruido el poderío del pecado y de la muerte. Desde la pasión del Hijo de Dios, la pasión del hombre ya no es la hora de la derrota, sino la hora del triunfo: el triunfo del amor infinito de Dios sobre el pecado y sobre la muerte.

La Semana Santa nos invita a acoger este mensaje de la cruz. Al contemplar a Jesús, el Padre quiere que aceptemos seguirlo en su pasión, para que, reconciliados con Dios en Cristo, compartamos con El la resurrección.

“Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el nombre que está sobre todo nombre” (Flp 2,9). Estas palabras del apóstol san Pablo expresan nuestra fe: la fe de la Iglesia. La Semana Santa nos sitúa de nuevo ante Cristo, vivo en su Iglesia. El misterio pascual, la pasión, muerte y resurrección, que revivimos durante estos días, es siempre actual. Todos los años, durante la Semana santa, se renueva la gran escena en la que se decide el drama definitivo, no sólo para una generación, sino para toda la humanidad y para cada persona. Nosotros somos hoy contemporáneos del Señor. Y, como la gente de Jerusalén, como los discípulos y las mujeres, estamos llamados a decidir si lo acogemos y creemos en él o no, si estamos con él o contra él, si somos simples espectadores de su pasión y muerte o, incluso, si le negamos con nuestras palabras, actitudes y comportamientos.

Como cada año, estos días santos quieren conducirnos a la celebración del centro de nuestra fe: Cristo Jesús y su misterio Pascual. Este es el centro de todas las celebraciones de esta Semana Santa, de las litúrgicas, de las procesionales y de las representaciones de la pasión. Pero ¿creemos de verdad en Cristo Jesús y en su obra de Salvación? Y, si es así, ¿ayudamos a otros a acercarse a Jesús para avivar y fortalecer la fe? ¿Ayudamos a nuestros Cofrades a que su participación en los desfiles sea en verdad expresión comunitaria y pública de esa fe? Estas preguntas no son mera retórica, ni consideraciones pías. Tocan el núcleo esencial de nuestra Semana Santa, que con frecuencia queda olvidado, desdibujado o diluido en nuestras procesiones. Vivamos el sentido genuino de nuestra Semana Santa.

En la pasión se pone de relieve la fidelidad de Cristo a Dios Padre y a la humanidad; una fidelidad que está en contraste con la infidelidad humana. En la hora de la prueba, mientras todos, también los discípulos, incluido Pedro, abandonan a Jesús (cf. Mt 26, 56), él permanece fiel, dispuesto a derramar su sangre para cumplir la misión que le confió el Padre. Junto a él permanece María, silenciosa y dolorosa. Aprendamos de Jesús y de su Madre, que es también nuestra madre. La verdadera fuerza del cristiano está en vivir fiel a su condición de cristiano y en su testimonio de la verdad del Evangelio, resistiendo a las corrientes contrarias, a las incomprensiones, a los hostigamientos, a los escarnios y a las mofas. Es el camino que vivió el Nazareno; es el camino de sus discípulos, los cristianos, hoy y siempre.

En su pasión y muerte, Jesús, el Hijo de Dios, nos ha abierto el camino para que todos podamos seguirle, con la certeza de que, por difícil y duro que nos parezca el camino, quien le siga encontrará en Él la Vida y la Salvación. Os invito a vivir estos días acercándonos al Sacramento de la Confesión, para que, purificado nuestro pasado, dejemos que Cristo brille en nosotros.

En estos días santos se hace presente todo lo más grande y profundo que tenemos y creemos los cristianos. ¡Abramos las puertas de nuestro corazón a Cristo que nos ama! Que nuestra participación en las celebraciones nos adentren en un renovado despertar de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestro amor.

Así se lo pido a María que supo estar al lado de su Hijo Jesucristo. Que Ella, como buena Madre, nos ayude a ser fieles seguidores de su Hijo. Amén.

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Santa Misa Crismal

11 de abril de 2017/0 Comentarios/en Homilías 2017/por obsegorbecastellon

 Castellón, S. I. Concatedral de Santa María, 10 de abril de 2017

(Is 61,1-3a.6a.8b-9; Sal 88; Ap 1,5-8; Lc 4,16-21)

***

 

“Gracia y paz de parte de Jesucristo, el testigo fiel» (Ap 1,5) a todos vosotros, amados sacerdotes, diáconos, seminaristas, consagrados y fieles laicos, venidos de toda la Diócesis para esta Misa Crismal. Saludo también y recordamos en la oración a los sacerdotes que por edad, enfermedad, ocupación u otra razón no nos acompañan esta mañana.

Esta celebración, que nos conmueve interiormente cada año, evoca en nosotros elementos fundamentales de nuestra vida. Es una celebración que nos guía a la puerta misma del Santo Triduo Pascual; es precisamente de este Triduo de donde proviene toda la fuerza de lo que esta mañana vamos a realizar: la consagración del santo Crisma y la bendición de los óleos de los catecúmenos y de los enfermos que van a ser utilizados en toda la diócesis como cauces de la misericordia del Señor en la celebración de los sacramentos. Es una celebración que nos une como pueblo sacerdotal, profético y real. Y para quienes hemos recibido la unción del crisma de modo particular el día de nuestra ordenación sacerdotal nos ayuda a hacer nuestra aquella exhortación del apóstol Pablo a Timoteo: «reaviva el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos» (2 tim 1,6); y nos hace conscientes de pertenecer a una realidad muy hermosa: a esta Iglesia de Segorbe-Castellón y a este presbiterio diocesano, que unido a su obispo, hoy quiere renovar su entrega generosa al servicio del pueblo de Dios confiados en la Palabra de Aquél que nos llamó, nos capacitó para el ministerio y nos sostiene diariamente con su gracia.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido y me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres” (Is 61, 1,3). Estas palabras del profeta Isaías se refieren, ante todo, a Jesús. “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír” (Lc 4, 21). Así comenta él mismo, en la sinagoga de Nazaret, el anuncio profético de Isaías. Todas las prefiguraciones del sacerdocio del Antiguo Testamento encuentran su realización en él, único y definitivo mediador entre Dios y los hombres.

Es Jesús mismo quien afirma que Él es el Ungido del Señor, a quien el Padre ha enviado para anunciar la Buena nueva a los pobres y a los afligidos, para traer a los hombres la liberación de sus pecados. Él es el que ha venido para proclamar el tiempo de la gracia y de la misericordia de Dios. Acogiendo la llamada del Padre a asumir la condición humana, Él ha traído el soplo de la vida nueva y da la salvación a todos los que creen en Él.

El mismo Señor Jesús ha hecho de todos nosotros, los bautizados, un reino de sacerdotes. Por el bautismo hemos sido ungidos y consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer, a través de las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales. Como ungidos y consagrados, todos los cristianos estamos llamados a dejar que el don de la nueva vida de la gracia, recibida en el Bautismo, se desarrolle en nosotros mediante una fe viva en el Dios vivo, que viene a nuestro encuentro y nos ofrece su amistad y su amor en su Hijo; una fe personal en comunión con la fe de la Iglesia, que se alimenta en la oración y en la participación frecuente en los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación; una fe que es viva si opera en la caridad. Todos los bautizados hemos sido ungidos para ser enviados a anunciar la Buena nueva que es Jesucristo. Nuestra vocación es ser discípulos misioneros del Señor.

En otro nivel cualitativamente distinto, el Señor ha hecho un reino de sacerdotes de nosotros, los sacerdotes: por una unción especial hemos sido ordenados para ser ministros de Cristo y del Pueblo santo de Dios; es decir, servidores que pastorean al pueblo sacerdotal, que anuncian la Buena nueva y ofrecen el sacrificio eucarístico a Dios en nombre y en la persona de Cristo (cf. LG 10); somos sacerdotes no en provecho propio, sino para servir al sacerdocio bautismal de todo el pueblo de Dios.

Queridos sacerdotes. Somos servidores, no dueños del Pueblo santo de Dios. Estamos llamados a servir a todos los bautizados para que vivan su sacerdocio común; es decir, su unción y vocación bautismal, ofreciéndoles en nombre de Cristo la Buena nueva que les lleve al encuentro personal y transformador con Él y a su seguimiento en la comunidad cristiana; estamos enviados para ayudarles a descubrir o redescubrir la vocación a la alegría del amor de Dios y de amar a Dios y a los hermanos; estamos ungidos y enviados para acompañarles personalmente en su existencia y vida cristiana concretas: en las alegrías y en la penas, en los gozos, en las dificultades y en las crisis; ellos necesitan y reclaman nuestro testimonio y apoyo para hacer de su vida una ofrenda a Dios y una entrega a los demás en la vocación concreta de cada uno; en una palabra, estamos llamados a servirles para que sean discípulos misioneros del Señor.

Así surgirán comunidades de discípulos misioneros, que se saben enviadas y salen a la misión; que van a las periferias existenciales o geográficas para de anunciar el Evangelio del amor de Dios a los pobres de Dios, de cultura y de pan; para proclamar a los cautivos la libertad, que sólo se consigue cuando la única atadura es Dios; para devolver a los ciegos la vista, que sólo la luz de Dios puede conceder; para poner en libertad a los oprimidos por los pecados propios o ajenos, por la injusticias, por los odios, por los egoísmos; para proclamar el año de gracia del Señor, que es siempre actual porque su misericordia es eterna.

Nuestro primer servicio será ayudar a los propios bautizados a conocer a Dios y su Palabra para llevarles al encuentro personal con Cristo en la oración, que avive el don de su bautismo. Soy conocedor como vosotros de las dificultades internas y externas en el proceso de la iniciación cristiana y en la crecimiento en la fe de niños, adolescentes y jóvenes; como también conozco como vosotros de las dificultades de nuestros jóvenes no casados y de los matrimonios y familias ya constituidos para acoger y vivir la vocación al matrimonio y a la familia cristiana. Me preocupa -y nos preocupa-, especialmente, el alejamiento de la fe y vida cristiana y de la Iglesia de muchos adolescentes, jóvenes y jóvenes adultos. Esto no nos puede ser indiferente. Pese a todas las apariencias al joven y al hombre de hoy le sigue interpelando la verdad y el sentido de vida que es y ofrece Jesucristo. El joven -el hombre- de hoy se asemeja muchas veces a aquella samaritana que desea llenar su cántaro y su vida del agua viva; pero ni sabe lo que busca, ni conoce el agua viva y, así, sigue rodeándose de ‘maridos’ que, en realidad, no son el suyo (cfr. Jn 4,17). Como pastores necesitamos ser cercanos y conocer a nuestros adolescentes y jóvenes; y hemos de amarlos -nunca despreciarlos- con el afecto del buen Pastor, siendo testigos trasparentes de Él, para ofrecerles con verdadera pasión a Dios y a Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida.

Amados hermanos sacerdotes. En breves momentos vamos renovar nuestras promesas sacerdotales. Se trata de un rito que cobra su pleno valor y sentido precisamente como expresión del camino de santidad, de fidelidad y de ardor apostólico, al que el Señor nos ha llamado por la senda del sacerdocio y del servicio pastoral. Cada uno de nosotros recorre este camino de manera muy personal, sólo conocida por Dios, que escruta y penetra los corazones. Con todo, en la liturgia de hoy, la Iglesia nos brinda la consoladora oportunidad de unirnos y sostenernos unos a otros en el momento en que, a las preguntas del Obispo, contestamos todos a una: “Sí, quiero”. Esta solidaridad fraterna no puede por menos que transformarse en un compromiso concreto de ser cercanos los unos a los otros, en las circunstancias ordinarias de la vida y del ministerio. No nos puede ser indiferente ningún hermano sacerdote.

Para ser servidores de la unción bautismal de los fieles, los pastores debemos dar un testimonio coherente de vida, hemos de vivir con fidelidad el don y misterio que hemos recibido. Nuestra fidelidad reclama no sólo conservar y perdurar en el tiempo, sino mantener el espíritu fino y atento para crecer en fidelidad. La fidelidad al ministerio, siempre delicada, se ha vuelto más difícil, si cabe, en nuestros días; y, sobre todo, se ha vuelto más difícil hacerlo con frescura y finura. ¡No demos cabida en nuestra vidas a cualquier forma de fingimiento! ¡Evitemos caer en la rutina, la mediocridad o la tibieza, que matan toda clase de amor!. ¡Acojamos la invitación del Señor a vivir con radicalidad evangélica el don y el ministerio recibidos! ¡Seamos responsables en nuestra tarea, serios en nuestra vida afectiva, preocupados por la oración, atentos a las necesidades de la comunidad cristiana y fieles a la misión de anunciar a todos el Evangelio!.

Dios es siempre fiel. El nos ha llamado, ungido y enviado. Y no se arrepiente de ello. Acojamos su fidelidad con la nuestra. La fidelidad que le frecemos al Señor, antes que respuesta nuestra a Dios, es fruto de la fidelidad de Dios hacia nosotros. No es tanto fruto de nuestra perseverancia como regalo de la gracia (S. Agustín).

Por eso, siguiendo la invitación del salmo 88, cantemos una y otra vez las misericordias del Señor: cantemos su amor misericordioso con redoblada alegría en esta mañana, en que celebramos la fiesta de todo el Pueblo de Dios al contemplar hoy el misterio de la unción, que marca la vida de todo cristiano desde el día de su bautismo; y en que celebramos fiesta, también y de manera especial, de todos nosotros, hermanos en el sacerdocio, ungidos y ordenados presbíteros para el servicio del pueblo cristiano.

!Cuántos motivos para dar hoy gracias a Dios por su misericordia¡ Cómo no rememorar tantos dones recibidos, tanta misericordia derramada a lo largo de los años de nuestra existencia: «He ungido a David mi siervo para que mi mano esté siempre con Él. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán. Él me invocará, Tú eres mi Padre» (Sal 88). Estas palabras también se aplican a nosotros. Dios nos ha ungido, nos ha consagrado, nos ha hecho suyos: su fidelidad y su misericordia nos acompañan. Es la luz de nuestra vida, es nuestro descanso y la fuente de nuestra esperanza.

Al dar gracias a Dios por el don de vuestro sacerdocio, hoy le damos gracias también, queridos sacerdotes, por vosotros: por vuestra fidelidad humilde, por vuestro trabajo abnegado, por vuestro cansancio pastoral, por vuestra generosidad silenciosa y, también, por vuestros sufrimientos pastorales. Sólo Dios sabe el bien inmenso que todo sacerdote fiel, bueno y entregado hace a nuestras comunidades, aunque no siempre sea reconocido. Contad en esta mañana con el reconocimiento, el apoyo, el afecto, la gratitud y la oración de vuestro obispo y de los fieles.

Que a todos nos sostenga la santísima Virgen María, Madre del Señor y Madre de los sacerdotes. Que Ella nos obtenga a nosotros, frágiles vasijas de barro, la gracia de llenarnos de la unción divina. Dóciles al Espíritu del Señor, seremos ministros fieles de su Evangelio y del Pueblo santo de Dios. Amén.

 

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Jornada Mundial del Migrante y Refugiado

20 de enero de 2017/0 Comentarios/en Homilías 2017/por obsegorbecastellon

Castellón, S.I. Concatedral, 19 de enero de 2017

(Is 49, 3.5-6; Sal 39; 1Co 1,1-3; Jn 1, 29-34)

****

 

Hermanos amados todos en el Señor:

Un año celebramos esta Eucaristía en la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado. Gracias por vuestra numerosa presencia, queridos inmigrantes y refugiados: una vez más podemos experimentar la catolicidad, la universalidad, de nuestra Iglesia católica, sacramento y germen de unidad de todo el género humano (cf. LG 1), para formar una sola familia humana. Os saludo de corazón a todos cuantos habéis acudido esta tarde a esta celebración. Saludo cordialmente al párroco de la parroquia ortodoxa rumana de San Nicolás, a las asociaciones y grupos de inmigrantes; al Director de nuestro Secretariado Diocesano paras la Migraciones y a todos los trabajadores y voluntarios en este sector pastoral.

La Palabra de Dios, que acabamos de proclamar, centra nuestra mirada en Cristo Jesús: Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, el Hijo de Dios, hecho hombre, el Siervo de Dios.

Así  lo presenta Juan en el Evangelio que hemos proclamado. Jesús apareció en la orilla del río Jordán. Es su primer acto público, lo primero que hace cuando sale de la casa de Nazaret, a los treinta años: desciende a Judea, va al Jordán, y es bautizado por Juan. Sabemos lo que sucede: el Espíritu Santo desciende sobre Jesús en forma de paloma, y ​​la voz del Padre lo proclama Hijo amado (cf. Mt 3,16-17). Es la señal que Juan estaba esperando. ¡Es él! Jesús es el Mesías. Juan está desconcertado, ya que se produjo de una manera impensable: entre los pecadores, bautizados como ellos, de hecho, para ellos. Pero el Espíritu ilumina a Juan y le hace saber que así se cumple la justicia de Dios, que cumple su plan de salvación: Jesús es el Mesías, el Rey de Israel, pero no con el poder de este mundo, sino como el Cordero de Dios, que toma sobre sí mismo y quita el pecado del mundo. Así Juan lo indica a la gente y a sus discípulos.

Jesucristo es el Salvador precisamente porque ha roto las ataduras del pecado, de la división, de la injusticia, de la exclusión y del odio entre los hombres. Él mismo declara al entrar en este mundo: “Aquí estoy, Señor, para, hacer tu voluntad” (Sal 39). Cristo Jesús, obediente al Padre por amor, se ha hecho uno de nosotros, y por la ofrenda y entrega total de su cuerpo y de su espíritu al Padre, ha restablecido y recuperado la amistad y la comunión con Dios y así entre todos los hombres. Esa es la voluntad original de Dios: que todos vivamos como hijos suyos en unión de amistad con él,  en unión y fraternidad entre todos los hombres –independientemente de origen, raza, lengua o nación- y en armonía con la creación entera. Todo ello queda roto por el pecado. Sí; el pecado no sólo es rechazo de la amistad, de la comunión con Dios, sino también de la fraternidad con los hombres y de la armonía con la creación misma. Así lo vemos reflejado en el relato del pecado original.

Jesús es el Ungido de Dios; él lleva a cabo las promesas de Dios y las expectativas de los hombres de modo inesperado, pero del modo más humano posible: haciéndose uno de nosotros, haciéndose Enmanuel, Dios-con-nosotros, siendo en todo fiel y obediente a la voluntad de Dios hasta su entrega a Él en la Cruz. Jesucristo es la Luz para todos los hombres. El sale a nuestro encuentro y desea encontrarse con cada uno de nosotros para mostrarnos el camino hacia Dios y hacia todos los hombres, para darnos la comunión de vida con Dios, base de la comunión fraterna, de la solidaridad, de la acogida del otro, también del extranjero, del migrante, para hacer de todos los hombres una sola familia humana.

Esta es la razón de ser y la misión de la Iglesia. Ser portadora de la Luz y Salvación de Cristo, ser presencia suya, de su Evangelio y de su obra redentora entre los hombres y mujeres de todos los tiempos; ser, en una palabra, misterio de comunión y misión, ámbito de unión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí. Una misión que corresponde a todos los bautizados, consagrados por Cristo en el Bautismo, siendo, como Jesús, siervo de Dios y de los hombres, siendo apóstol de la Buena Nueva, como Pablo (cf. 1Co 1,1-3).

La escena del evangelio de hoy es decisiva para la Iglesia y para todos los bautizados. No es una anécdota, es un hecho histórico decisivo. Es decisivo para nuestra fe; y también es decisivo para la misión de nuestra Iglesia. Como Iglesia, en todas las épocas, estamos llamados a hacer lo que hizo Juan el Bautista, indicar a Jesús a la gente diciendo: «¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» Él es el único Salvador. Él es el Señor, humilde, entre los pecadores, pero él no es otro poderoso, sino el Siervo de Dios y el servidor de todos.  «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Son éstas palabras las que nosotros los sacerdotes repetimos todos los días, durante la Misa, cuando presentamos el pan y el vino que se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este gesto litúrgico es toda la misión de la Iglesia, que no se anuncia a sí misma. La Iglesia anuncia a Cristo; no se lleva a sí misma, lleva a Cristo. Debido a que es Él y sólo Él el que salva a su pueblo del pecado, lo libera y lo guía a la tierra de la verdadera libertad.

En esta Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, el Señor nos llama a abrir nuestros corazones para la acogida cristiana del emigrante y del refugiado. Las palabras de Jesús «como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (Jn 13, 34) nos obligan a ello. Todos los seres humanos formamos una sola familia humana. El Padre-Dios, nos llama a reconocernos todos hermanos en Cristo; amar a los inmigrantes y refugiados, no es mirarles, sino identificarse con ellos; formamos ‘una sola familia humana’ de hermanos y hermanas en sociedades, cada vez más multiétnicas e interculturales, donde estamos llamados a la acogida fraterna y al diálogo respetuoso, s trabajar por una cultura del encuentro basada en una convivencia pacífica y provechosa, y en el respeto de las legítimas diferencias. Siempre hubo migraciones, pero lo que en estos momentos está sucediendo es enteramente nuevo y apela a nuestra conciencia para que nos convirtamos en ayuda para los pobres, para los refugiados, para los más necesitados, porque son hermanos nuestros.

Dios no hace distinción entre pueblos sino que se entrega a todos. El mundo necesita cambiar, y no lo cambian las ideologías ni los sistemas políticos, sino el amor misericordioso de Dios, que no es simplemente mirar a los inmigrantes y refugiados, sino identificarse con ellos. No se trata sólo de no colaborar con la injusticia y la exclusión; se trata de bastante más. Dios nos llama a construir una humanidad nueva con hombres y mujeres nuevos capaces de amar con el amor de Jesucristo, que se muestra con especial ternura con los últimos y los más pequeños.

En la Jornada de este año la Iglesia nos exhorta a fijarnos en  «los menores migrantes, vulnerables y sin voz». Es una llamada a la conciencia de cada persona adulta y especialmente de los gobernantes para que tengan en cuenta en sus decisiones políticas los sufrimientos de los niños en situación de riesgo y pongan remedio cuanto antes a sus males. El Papa Francisco nos invita a fijar nuestra mirada en los niños migrantes porque son menores, extranjeros e indefensos… Ellos son quienes más sufren las graves consecuencias de la emigración, casi siempre causada por la violencia, la miseria y las condiciones ambientales, factores a los que hay que añadir la globalización en sus aspectos negativos. Estos nuestros pequeños hermanos, especialmente si no están acompañados, están expuestos a muchos peligros. Es necesario adoptar toda medida posible para garantizar a los menores emigrantes la protección y la defensa, así como también su integración.

Agradezco de corazón la dedicación y entrega generosa para con los inmigrantes y también con los menores y jóvenes en riesgo que hacen el Secretariados diocesano, las Caritas, las instituciones de la vida consagrada, las parroquias y tantas personas que ponen su tiempo y dedicación al servicio de inmigrantes y refugiados..

Oremos para que nuestra sociedad vea a los inmigrantes y refugiados y a sus familias no como una carga o un peligro, sino como una riqueza para nuestra sociedad a quienes debe acoger cordialmente, tratar como hermanos y facilitar su pacífica y enriquecedora integración. Oremos para que los inmigrantes y refugiados se encuentren en su casa en nuestra Iglesia diocesana y en sus respectivas parroquias.

¡Que María la Virgen nos proteja en este nuestro caminar y nos enseñe a ser sensibles como ella ante las necesidades de los emigrantes y refugiados, y a poner nuestra mirada en su Hijo, el Salvador, que con su muerte y resurrección ha restablecido la comunión con Dios, base de la fraternidad universal! Amén

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir
Página 2 de 212
Search Search
Lo más leído
Lo último
Comentarios
Etiquetas
Lo más leído
  • El Obispo de la Diócesis nos exhorta a «abrir nuestro...16 de octubre de 2021 - 13:25
  • El Obispo inicia mañana, en La Vall d´Uixó, una tanda...18 de octubre de 2021 - 14:13
  • Inscríbete en la Jornada diocesana del Primer Anuncio:...3 de octubre de 2023 - 10:58
  • Ciento cincuenta fieles de nuestra diócesis asisten a la...10 de septiembre de 2019 - 09:53
Lo último
  • D. Casimiro invita a acoger la llamada de Cristo, reavivar...17 de mayo de 2025 - 16:00
  • La Hoja del 18 de mayo17 de mayo de 2025 - 11:00
  • León XIV, un pastor para la Iglesia y la humanidad17 de mayo de 2025 - 10:00
  • Bodas de Oro Matrimoniales: una celebración de fidelidad,...16 de mayo de 2025 - 17:23
Comentarios
  • EmilioSiempre en comunión con D.Casimiro López Llorente, mis...7 de mayo de 2025 - 17:00 por Emilio
  • AgustinaSiempre por la vida!!! Todo por esos bebés y sus mamás!!! Fuerza...27 de marzo de 2025 - 09:09 por Agustina
  • EDUARD FONTRODONA VENDRELLSoy un Ingeniero, ya jubilado, felicito a la Diócesis de...18 de febrero de 2025 - 19:19 por EDUARD FONTRODONA VENDRELL
  • vilar aliagaMe parecieron perfectas, exactas y más si cabe en este...28 de enero de 2025 - 10:27 por vilar aliaga
Etiquetas
Año jubilar 775 años sede Segorbe carta obispo Castellón catedral de segorbe Concatedral de Santa María Conferencia Episcopal Española coronavirus cuaresma cáritas cáritas diocesana eucaristía Fondo Diocesano ante el Covid-19 La Hoja mater dei navidad Obispo Papa Francisco segorbe Semana Santa vila-real

Siguenos

  • facebook
  • twitter
  • instagram
  • youtube

Diócesis Segorbe-Castellón

Diócesis Segorbe-Castellón
La información más destacada de la Iglesia de Segorbe-Castellon en EL ESPEJO de COPE.
Entrevistamos a Noelia Nicolau, Presidenta de la Hospitalidad Diocesana de Lourdes en los preparativos de la peregrinación de este año
Toda la información de la Iglesia de Segorbe-Castellón en la semana del cónclave y de la elección de León XIV como Papa
Castellón ha vivido un fin de semana repleto de fervor y tradición en honor a su patrona, la Mare de Déu del Lledó, con motivo de su fiesta principal. Los actos litúrgicos y festivos han contado con una alta participación de fieles, entidades sociales, culturales y representantes institucionales de la ciudad, en un ambiente marcado por la devoción mariana y la alegría pascual.
Ver más... Suscribirse

SegorbeCastellón Seguir

•Cuenta oficial de la Diócesis de Segorbe-Castellón •YT https://t.co/X3e2AUwG4v… •IG https://t.co/2WsUUxB95k…

segorbecastello
segorbecastello SegorbeCastellón @segorbecastello ·
12 May 2024

#JornadaMundialdelasComunicacionesSociales

📄✍️ Hoy se celebra la 58º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. «#InteligenciaArtificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana» es el tema que propone @Pontifex_es 💻❤️

Responder en Twitter 1789571078366597300 Retuitear en Twitter 1789571078366597300 Dar me gusta en Twitter 1789571078366597300 Twitter 1789571078366597300
segorbecastello SegorbeCastellón @segorbecastello ·
12 May 2024

#CartaDelObispo #MayoMesDeMaria

💐🙏 El Obispo nos exhorta, en su carta semanal, a contemplar a la Virgen e imitarla en su fe, esperanza y caridad, porque ella dirige siempre nuestra mirada hacia Jesús; y nos ofrece y nos lleva a Cristo ✝️

Responder en Twitter 1789568711168233927 Retuitear en Twitter 1789568711168233927 Dar me gusta en Twitter 1789568711168233927 Twitter 1789568711168233927
Load More

Facebook

Diócesis de Segorbe-Castellón

4 días atrás

Diócesis de Segorbe-Castellón
✝️Ha fallecido el Rvdo. D. Miguel Antolí Guarch, a los 91 años.🕯️La Misa exequial será mañana, jueves 15 de mayo, a las 11:00 h en la Concatedral de Santa María (Castellón), presidida por nuestro Obispo D. Casimiro.🙏 Que descanse en la paz de Cristo. ... Ver másVer menos

Fallece el Rvdo. D. Miguel Antolí Guarch - Obispado Segorbe-Castellón

acortar.link

El Reverendo D. Miguel Antolí Guarch falleció esta pasada noche a los 91 años, tras una vida marcada por su profundo amor a Dios, su vocación sacerdotal y su
Ver en Facebook
· Compartir

Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedIn Compartir por correo electrónico

Listado

  • mayo 2025
  • abril 2025
  • marzo 2025
  • febrero 2025
  • enero 2025
  • diciembre 2024
  • noviembre 2024
  • octubre 2024
  • septiembre 2024
  • agosto 2024
  • julio 2024
  • junio 2024
  • mayo 2024
  • abril 2024
  • marzo 2024
  • febrero 2024
  • enero 2024
  • diciembre 2023
  • noviembre 2023
  • octubre 2023
  • septiembre 2023
  • agosto 2023
  • julio 2023
  • junio 2023
  • mayo 2023
  • abril 2023
  • marzo 2023
  • febrero 2023
  • enero 2023
  • diciembre 2022
  • noviembre 2022
  • octubre 2022
  • septiembre 2022
  • agosto 2022
  • julio 2022
  • junio 2022
  • mayo 2022
  • abril 2022
  • marzo 2022
  • febrero 2022
  • enero 2022
  • diciembre 2021
  • noviembre 2021
  • octubre 2021
  • septiembre 2021
  • agosto 2021
  • julio 2021
  • junio 2021
  • mayo 2021
  • abril 2021
  • marzo 2021
  • febrero 2021
  • enero 2021
  • diciembre 2020
  • noviembre 2020
  • octubre 2020
  • septiembre 2020
  • agosto 2020
  • julio 2020
  • junio 2020
  • mayo 2020
  • abril 2020
  • marzo 2020
  • febrero 2020
  • enero 2020
  • diciembre 2019
  • noviembre 2019
  • octubre 2019
  • septiembre 2019
  • agosto 2019
  • julio 2019
  • junio 2019
  • mayo 2019
  • abril 2019
  • marzo 2019
  • febrero 2019
  • enero 2019
  • diciembre 2018
  • noviembre 2018
  • octubre 2018
  • septiembre 2018
  • agosto 2018
  • julio 2018
  • junio 2018
  • mayo 2018
  • abril 2018
  • marzo 2018
  • febrero 2018
  • enero 2018
  • diciembre 2017
  • noviembre 2017
  • octubre 2017
  • septiembre 2017
  • agosto 2017
  • julio 2017
  • junio 2017
  • mayo 2017
  • abril 2017
  • marzo 2017
  • febrero 2017
  • enero 2017
  • diciembre 2016
  • noviembre 2016
  • octubre 2016
  • septiembre 2016
  • agosto 2016
  • julio 2016
  • junio 2016
  • mayo 2016
  • abril 2016
  • marzo 2016
  • febrero 2016
  • enero 2016
  • diciembre 2015
  • noviembre 2015
  • octubre 2015
  • septiembre 2015
  • julio 2015
  • junio 2015
  • mayo 2015
  • abril 2015
  • marzo 2015
  • febrero 2015
  • enero 2015
  • diciembre 2014
  • noviembre 2014
  • octubre 2014
  • septiembre 2014
  • julio 2014
  • junio 2014
  • mayo 2014
  • abril 2014
  • marzo 2014
  • febrero 2014
  • enero 2014
  • diciembre 2013
  • noviembre 2013
  • octubre 2013
  • septiembre 2013
  • julio 2013
  • junio 2013
  • mayo 2013
  • abril 2013
  • marzo 2013
  • febrero 2013
  • enero 2013
  • diciembre 2012
  • noviembre 2012
  • octubre 2012
  • septiembre 2012
  • julio 2012
  • junio 2012
  • mayo 2012
  • abril 2012
  • marzo 2012
  • febrero 2012
  • enero 2012
  • diciembre 2011
  • noviembre 2011
  • octubre 2011
  • septiembre 2011
  • agosto 2011
  • julio 2011
  • junio 2011
  • mayo 2011
  • abril 2011
  • marzo 2011
  • febrero 2011
  • enero 2011
  • diciembre 2010
  • noviembre 2010
  • octubre 2010
  • septiembre 2010
  • julio 2010
  • junio 2010
  • mayo 2010
  • abril 2010
  • marzo 2010
  • febrero 2010
  • enero 2010
  • diciembre 2009
  • noviembre 2009
  • octubre 2009
  • septiembre 2009
  • julio 2009
  • junio 2009
  • mayo 2009
  • abril 2009
  • marzo 2009
  • febrero 2009
  • enero 2009
  • diciembre 2008
  • noviembre 2008
  • octubre 2008
  • septiembre 2008
  • agosto 2008
  • julio 2008
  • junio 2008
  • mayo 2008
  • abril 2008
  • marzo 2008
  • febrero 2008
  • enero 2008
  • diciembre 2007
  • noviembre 2007
  • octubre 2007
  • septiembre 2007
  • julio 2007
  • junio 2007
  • mayo 2007
  • abril 2007
  • marzo 2007
  • febrero 2007
  • enero 2007
  • diciembre 2006
  • noviembre 2006
  • octubre 2006
  • septiembre 2006
  • agosto 2006
Obispado Segorbe-Castellón - Enfold WordPress Theme by Kriesi
  • Link to X
  • Link to Facebook
  • Link to Instagram
  • Link to Youtube
  • Política de privacidad
  • Vaticano
  • Noticias Vaticano
  • Conferencia Episcopal
  • Agencia SIC
  • Caritas
  • Contactar
Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba

Esta web utiliza 'cookies' propias y de terceros para ofrecerte una mejor experiencia y servicio. Pulsando en "aceptar" consientes el uso de todas las cookies, pero puedes cambiar la configuración de 'cookies' en cualquier momento.

Aceptar todasOcultar notificaciónConfiguración

Cookies y configuración de privacidad



Como usamos las cookies
Cookies Necesarias
Cookies para Google Analytics
Otros servicios externos
Política de Privacidad
Como usamos las cookies

Como la mayoría de los servicios en línea, nuestro sitio web utiliza cookies propias y de terceros para varios propósitos. Las cookies de origen son principalmente necesarias para que el sitio web funcione correctamente y no recopilan ninguno de sus datos de identificación personal.

Las cookies de terceros utilizadas en nuestros sitios web se utilizan principalmente para comprender cómo funciona el sitio web, cómo interactúa con nuestro sitio web, mantener nuestros servicios seguros, proporcionar anuncios que sean relevantes para usted y, en general, brindarle una mejor y mejor experiencia del usuario y ayudar a acelerar sus interacciones futuras con nuestro sitio web.

Cookies Necesarias

Algunas cookies son esenciales para que pueda experimentar la funcionalidad completa de nuestro sitio. Nos permiten mantener las sesiones de los usuarios y prevenir cualquier amenaza a la seguridad. No recopilan ni almacenan ninguna información personal. Por ejemplo, estas cookies le permiten iniciar sesión en su cuenta y agregar productos a su carrito y pagar de forma segura.

Respetamos completamente si desea rechazar las cookies, pero para evitar preguntarle una y otra vez, permítanos almacenar una cookie para eso. Puede optar por no participar en cualquier momento u optar por otras cookies para obtener una mejor experiencia. Si rechaza las cookies, eliminaremos todas las cookies establecidas en nuestro dominio.

Le proporcionamos una lista de las cookies almacenadas en su computadora en nuestro dominio para que pueda verificar lo que almacenamos. Por razones de seguridad, no podemos mostrar ni modificar cookies de otros dominios. Puede comprobarlos en la configuración de seguridad de su navegador.

Cookies para Google Analytics

Estas cookies almacenan información como el número de visitantes al sitio web, el número de visitantes únicos, qué páginas del sitio web se han visitado, la fuente de la visita, etc. Estos datos nos ayudan a comprender y analizar qué tan bien funciona el sitio web y donde necesita mejorar.

Si no desea que rastreemos su visita a nuestro sitio, puede deshabilitar el rastreo en su navegador aquí:

Otros servicios externos

También utilizamos diferentes servicios externos como Google Webfonts, Google Maps y proveedores de video externos. Dado que estos proveedores pueden recopilar datos personales como su dirección IP, le permitimos bloquearlos aquí. Tenga en cuenta que esto podría reducir considerablemente la funcionalidad y la apariencia de nuestro sitio. Los cambios entrarán en vigor una vez que vuelva a cargar la página.

Google Webfont:

Google Maps:

Google reCaptcha:

Vimeo and Youtube videosembeds:

Política de Privacidad

Puede leer sobre nuestras cookies y la configuración de privacidad en detalle en nuestra Página de Política de Privacidad.

Política de privacidad
Aceptar la configuraciónOcultar notificación
Open Message Bar Open Message Bar Open Message Bar
Lightbox image placeholder

Previous Slide

Next Slide