Mons. Luis Argüello en la apertura del Año Judicial en Valencia: “Cada sociedad precisa una regeneración ética”
El pasado viernes se celebró la solemne apertura del Año Judicial del Tribunal Eclesiástico de Valencia, presidida por el arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent. Durante el acto, se presentó la memoria del Año Judicial 2024 y se destacó la consolidación del Servicio de Acompañamiento y Mediación Canónica (SAMIC), que está ayudando a más de 50 familias en crisis a través de acompañamientos psicológicos, jurídicos y espirituales.

El vicario judicial, D. Jorge García Montagud, subrayó que este servicio responde al deseo del Papa Francisco de que los Tribunales Eclesiásticos realicen una pastoral especializada para restablecer relaciones personales. “Gracias al SAMIC, ha bajado muchísimo la conflictividad familiar y, en muchos casos, se ha producido la reconciliación”, afirmó. Además, destacó que el servicio ha formado ya a 302 personas y sigue ampliándose con matrimonios enviados por distintas diócesis para acompañar a familias en crisis.
El acto contó con la presencia de las máximas autoridades políticas, militares y académicas, así como de los obispos de la Provincia Eclesiástica, entre ellos D. Casimiro López Llorente, que acudió junto al Tribunal Eclesiástico de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

En el marco de esta sesión inaugural, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Luis Argüello, impartió la lección magistral titulada “Justicia y Esperanza”. Durante su intervención, señaló que la época moderna “ha desarrollado la esperanza de la instauración de un mundo perfecto, pero, situados en el cambio de época, ha ido desapareciendo esta esperanza de poner la historia bajo control humano”.

Además, reflexionó sobre la relación entre el Estado y las creencias, destacando que “para entender lo que significa un Estado laico, existe el coloquio entre una sociedad en la que hay creencias y su propia organización política”. En este sentido, advirtió que “los avances tecnológicos son acumulativos, pero una sociedad no funciona solo por ellos, sino que precisa una salud ética. Y los avances éticos no son acumulativos, cada generación ha de hacer su propia acogida de lo que significan el bien y el mal, la verdad y la mentira, lo justo y lo injusto. Por eso cada sociedad precisa una regeneración ética”.

Mons. Argüello también alertó sobre el moralismo contemporáneo, que en la actualidad se traduce en populismos polarizadores. “La protesta contra Dios en nombre de la justicia ya no sirve. Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza. La esperanza pone de pie la razón, es un elogio permanente de la filosofía, es una fuente de regeneración ética”, afirmó.

Finalmente, subrayó el papel fundamental de la misericordia, afirmando que “la misericordia tiene como horizonte esta esperanza cierta en la justicia que viene de lo Alto, de que la fragilidad de nuestras propuestas de verdad y de bien son redimidas, salvadas y nos animan a continuar adelante en el curso de nuestra historia”.
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