El Obispo concluye la celebración de las «24 horas para el Señor» con la Santa Misa
Esta noche ha tenido lugar, en la Concatedral Santa María, la bendición con el Santísimo Sacramento y la celebración de la Santa Misa, presidida por nuestro Obispo, con la que se han concluido las “24 horas para el Señor”, la iniciativa del Papa Francisco para que las comunidades cristianas dediquen 24 horas para el Señor en la Cuaresma, más concretamente en las vísperas del domingo Laetare.
Así, desde la noche de ayer, con el inicio de la cadena de oración enmarcada en esta iniciativa, mediante el rezo del Santo Rosario y en un contexto de adoración eucarística, y durante todo el día de hoy, las parroquias y los fieles de la Diócesis nos hemos unido en oración en presencia del Señor, habiendo tenido también la posibilidad de acceder a la Confesión.
En la homilía, D. Casimiro ha agradecido “a Dios por haberse quedado entre nosotros en la Eucaristía”, “por tantos dones como hemos recibido a lo largo de estas horas, especialmente por el don del perdón”, y por la buena acogida que ha tenido entre los fieles y las parroquias “esta iniciativa del Santo Padre Francisco, y os habéis unido a nuestra Diócesis en estas 24 horas”, tanto presencialmente como a través del canal diocesano en YouTube.
Esta Eucaristía nos llama especialmente a la alegría, indicaba el Obispo, “ante la proximidad de la Pascua del Señor, en la que podemos celebrar una vez más el encuentro con el Resucitado”, pero también “nuestro corazón está alegre porque el Señor ha sido bueno y misericordioso con nosotros a pesar de nuestra indignidad”, concediéndonos el abrazo del perdón y llenando “nuestro corazón de paz, de sosiego, de esperanza, de saberse acompañados, siempre perdonados, y cogidos de la mano por el Señor”.
A pesar de nuestros pecados y de nuestras infidelidades a Dios, siempre prevalece su amor y su misericordia, decía, “el amor entregado hasta el final, ese es el amor de Dios, que nunca abandona al ser humano”, y que sólo pide “acoger en la fe a su Hijo y al amor que Él nos muestra en la cruz”, que para algunos es motivo de escándalo y de necedad, pero para aquel que cree es “el signo por excelencia del amor radical de Dios por la humanidad”.
Ha exhortado, ante la proximidad de la Semana Santa, a contemplar el misterio de este amor de Dios, “que sana, que cura y perdona todos los pecados, es el motivo de nuestra esperanza”, y al que podemos responder “mediante la fe, la cogida y el testimonio”. “Creamos de verdad que ahí está el árbol de la vida, y fuera del Señor no hay salvación, sólo en Él está la vida en plenitud”, ha dicho, y ante estos tiempos de pandemia “no tengamos miedo, Dios nunca nos abandona”.
“Si hemos sido destinatarios, si hemos acogido, hemos vivido, hemos experimentado la misericordia de Dios seamos misericordiosos con los demás, sepamos perdonar de corazón, como el Padre nos ha perdonado”, decía invitando a ser testigos del amor de Dios.
En un mundo herido, “no solo por la pandemia, si no por tantas cosas fruto del rechazo del amor de Dios, que se muestra en el rechazo de amor a los demás, fruto de nuestros pecados“, “nuestro mundo necesita sanación, necesita reconciliación, necesita abrir su corazón a Dios”, por eso hemos “rezado por la conversión de los pecadores, por la conversión a Dios de la humanidad, porque cuando Dios está presente en la historia, nuestra relación con Él, con los demás y con la creación se reconcilian”, ha explicado.
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