Trobada HOAC: «Trabajadores, inmigrantes»
La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Segorbe-Castellón ha organizado para las próximas semanas varios actos públicos con los que reflexionar sobre la situación de los trabajadores y trabajadoras migrantes y cómo colaborar a mejorarla desde el pleno reconocimiento de su dignidad y la justicia debida a toda persona.
El primero de estos encuentros se celebrará hoy, jueves 15 de diciembre, a las 19:30 horas, en los salones de la parroquia de San Pedro del Grau de Castelló.
Esta vez se realizará un encuentro presencial donde se dialogará, y por otro lado para los que no puedan acudir en persona podrán verlo a través de YouTube desde el canal de HOAC Segorbe-Castellón a través del siguiente enlace:
Con este motivo, la HOAC subraya lo siguiente:
- Con mucha frecuencia los trabajadores y trabajadoras migrantes sufren malas condiciones de trabajo, con una gran precariedad, salarios muy bajos, grandes dificultades para disponer de una vivienda en condiciones dignas…
- Por su situación de mayor vulnerabilidad en muchos casos ven cómo no se respetan sus derechos laborales y sociales fundamentales.
- Particularmente difícil es la situación de los trabajadores y trabajadoras migrantes que no tienen regularizada su situación administrativa, por lo complicado que es debido a nuestra legislación. Pese a que en muchas ocasiones viven hace tiempo entre nosotros y están trabajando, no pueden hacerlo de manera legal y se ven condenados a hacerlo, para sobrevivir, en la economía sumergida, con pésimas condiciones laborales y siendo muchas veces víctimas de grandes abusos.
- Por eso consideramos tan importante la Iniciativa Legislativa Popular, promovida por muchas organizaciones sociales y eclesiales para presentar ante el Congreso de los Diputados una propuesta para la regularización extraordinaria de estas personas, de manera que puedan realizar su trabajo y vivir en condiciones dignas.
- Como organización de trabajadores y trabajadoras cristianas, estamos convencidos de que como sociedad es necesario mejorar mucho nuestras políticas migratorias y tratar siempre a todas las personas de acuerdo a su dignidad. Todas las personas tenemos la misma dignidad y, por tanto, los mismos derechos y deberes. Mejoraremos en la medida en que reconozcamos esa igual dignidad de todas las personas. Como subraya el papa Francisco, “nadie puede quedar excluido, no importa donde haya nacido” (Fratelli tutti, 121). Por eso, como sociedad “nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona. Nuestros esfuerzos ante las personas migrantes (…) puede resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar” (Fratelli tutti, 129).
- En ese sentido queremos destacar y agradecer también la importancia y el gran valor humano social que tiene el empeño de todas las personas y organizaciones que hacen todo lo posible por defender la dignidad y los derechos de las personas migrantes. Su trabajo nos hace mejores como sociedad.
- Para avanzar en el respeto a la dignidad de los trabajadores y trabajadoras migrantes, nos parece especialmente importante cambiar la mentalidad, lamentablemente extendida en algunos sectores de nuestra sociedad, para la que, como también señala el papa Francisco, “los migrantes no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona (…) Nunca se dirá que no son humanos, pero en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos. Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno” (Fratelli tutti, 39).
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