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La parroquia es tu familia

19 de octubre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Con la Visita Pastoral, que acaba de comenzar, deseo, entre otras cosas, ayudar a las comunidades parroquiales a revitalizar su vida de fe, su celebración de los sacramentos, su compromiso en la caridad de la caridad y en su misión evangelizadora. Como nuestro Plan Diocesano de Pastoral nos propone deseo alentar a todos los católicos para que nuestras parroquias sean de verdad “ámbitos de fraterna comunión de personas y de misión compartida”.

A veces nos encontramos con imágenes inadecuadas de la Parroquia. Unos la entienden como un territorio, otros como una institución que ofrece servicios religiosos para satisfacer las necesidades espirituales.

Ante estas desfiguraciones en la forma de entender y vivir la parroquia, hay que resaltar que la parroquia es una comunidad de fieles cristianos, una comunidad de hermanos, una familia, una fraternidad. Está formada por los fieles de un determinado territorio –pueblo o barrio- a cuyo frente está el párroco como su Pastor, que la preside y la pastorea en el nombre y en la persona de Cristo, el Buen Pastor, y bajo la autoridad del Obispo, con la colaboración, a veces, de otros sacerdotes y siempre con la de otros fieles religiosos o laicos.

Es necesario subrayar que todos juntos –párroco y resto de fieles- forman la comunidad parroquial. Todos, cada cual según la vocación, el don y el ministerio recibido, son responsables de la vida y de la misión de su comunidad parroquial.

La comunidad parroquial es la presencia de la Iglesia de Cristo en el pueblo o en el barrio. También de la parroquia se puede afirmar que encarna, en cada lugar concreto, el acontecimiento de gracia y salvación de Dios. Cuando los fieles cristianos de una parroquia se reúnen como familia para orar, o para proclamar, escuchar y acoger la Palabra de Dios, para celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos, para ejercer la caridad y para la misión evangelizadora, se puede ver y palpar la obra maravillosa de Jesucristo que, por su gracia, les ha escogido, llamado y enriquecido con toda clase de bienes, para que sean su pueblo y anuncien su salvación hasta los confines del mundo.

Toda comunidad parroquial, pues, es y está llamada a ser en su ámbito signo e instrumento del amor de Dios con los hombres, de la comunión de vida que Él ofrece en su Palabra, en la Eucaristía y demás sacramentos y en la vida de verdadera caridad y fraternidad entre sus miembros. Siendo una comunidad fraterna en Cristo y desde Él, la parroquia tendrá la energía necesaria para la misión hacia adentro y hacia fuera.

Nuestra Iglesia diocesana necesita, pues, que cada una de nuestras parroquias sean de verdad ‘casa y escuela de comunión’ para la misión, en palabras de Juan Pablo II. Es decir: que sean comunidades acogedoras, donde cada cual se encuentre como en su propia casa; comunidades orantes y de fe en torno a la Palabra de Dios y a la Eucaristía; comunidades que sean ámbito donde se suscita, se vive y se celebra la fe en Cristo Jesús; comunidades que proclamen, escuchen y difundan la Palabra de Dios en la Tradición viva de la Iglesia. Es una tarea prioritaria en nuestra Iglesia diocesana, que las parroquias eduquen en la fe a los bautizados mediante la catequesis y la formación. Necesitamos, en fin, comunidades que vivan la caridad, la comunicación de bienes, la misión sin fronteras; comunidades donde todos se sientan responsables y comprometidos con la vida y misión de su parroquia.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Acercarse a la Palabra de Dios

5 de octubre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos Diocesanos:

En este mes de octubre se celebrará en Roma un Sínodo de Obispos dedicado a la Palabra de Dios. Sería bueno que con esta ocasión aprendiéramos a apreciar un poco más la Palabra de Dios. Necesitamos despertar en nosotros el hambre de la Palabra de Dios. Es cierto que hoy la escuchamos más; tal vez hayamos comprado la Biblia. Pero, ¿leemos la Sagrada Escritura y cómo lo hacemos? Además, aunque ha crecido el número de los que leen la Escritura, son todavía muchos los que no la leen y, por ello, no la conocen. Hace unos días leía que los cristianos españoles somos en Europa los que menos leemos la Sagrada Escritura; sólo la lee un 20% de toda la población española.

Pero, quien no conoce la Escritura, desconoce a Jesucristo, decía San Jerónimo. Ahora bien el programa de vida de todo cristiano es conocer a Jesucristo, amarle e imitarle, para vivir en Él la vida trinitaria y transformar con Él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste; esto sólo será posible con la lectura y el conocimiento vivencial de la Sagrada Escritura.

“La Palabra de Dios -decía san Ambrosio- es la sustancia vital de nuestra alma; la alimenta, la apacienta y la gobierna; no hay nada que pueda hacer vivir el alma del hombre fuera de la Palabra de Dios”.

“Es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios -añade la Dei Verbum-, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual.

Y el Papa Benedicto XVI nos recuerda que “la asidua lectura de la Sagrada Escritura acompañada de la oración realiza ese íntimo coloquio en el que, leyendo, se escucha a Dios que habla, y orando se le responde con confiada apertura de corazón”.

El Apóstol Santiago en su carta (St 1,18-25) indica cómo hemos de acercarnos a la Sagrada Escritura. El Apóstol señala tres pasos en la lectura de la Palabra de Dios: acogerla, meditarla y ponerla por obra. La escucha de la Palabra, para acogerla con docilidad, tiene lugar en la Liturgia, en las escuelas bíblicas y en los cursos de Biblia, e, insustituible, en su lectura personal en casa. Esto es necesario, pero no suficiente. Nos quedaríamos en la letra, descuidando el Espíritu.

En necesario un paso más, que consiste en ‘fijar la mirada’ en la Palabra; es decir meditar o contemplar con fe la Palabra, sabiendo que Dios nos habla. Los Padres utilizaban al respecto las imágenes de masticar y de rumiar la Palabra. Se trata de dejarse escrutar por la Escritura. En el espejo de la Palabra no sólo nos vemos a nosotros mismos; vemos el rostro de Dios; mejor: vemos el corazón de Dios. La Escritura, es una carta de Dios omnipotente a su criatura; en ella se aprende a conocer el corazón de Dios en las palabras de Dios. Dios nos habla en la Escritura, y lo que colma su corazón es el amor.

Y el último paso es poner por obra la Palabra  Jesús mismo nos dice: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 8,21). Sin este “poner por obra la Palabra”, sin obedecer la Palabra, todo se queda en ilusión, en construcción en arena.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Centrados en Cristo

28 de septiembre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Al comienzo de un nuevo curso pastoral es oportuno recordar algo de vital importancia: nuestra vida cristiana, personal y comunitaria, y todos nuestros proyectos  y actividades pastorales deben estar centrados siempre en Cristo.

El Evangelio nos recuerda que Jesús, antes de enviar a sus discípulos al mundo, les invita a estar con El para que le conozcan y tomen conciencia de la íntima relación de amor que vive con el Padre, para que entren en comunión con El, para que, en un diálogo íntimo y amistoso con Él, descubran la misión que les va a confiar, y para que, desde la comunión de todos con su persona y entre todos en su persona, puedan dar testimonio de que El es el Mesías, el Señor, el Hijo del Dios Vivo.

La vida cristiana, el testimonio cristiano y el anuncio del Evangelio nacen siempre del conocimiento amoroso de Jesucristo y de una vida de común unión con su persona. Debemos hacer, pues, un esfuerzo permanente para superar el peligro del activismo; es decir: El hacer por hacer. Tenemos que  buscar ser antes que hacer: ser creyentes y discípulos para ser sus testigos. Sin la contemplación del rostro de Cristo, sin el conocimiento de su persona y de su Evangelio en la tradición viva de la fe de Iglesia, sin la unión amorosa y vital con Él, nuestros proyectos y trabajos, personales y comunitarios, dejarán de ser un instrumento al servicio del Plan Salvador de Dios; estarán faltos de su contendido propio y privados de la savia de la gracia.

La Iglesia diocesana y los fieles que la formamos, así como las vicarías, parroquias, delegaciones, arciprestazgos, comunidades, grupos y movimientos, hemos de tener siempre presente que toda nuestra vida cristiana, que toda la vida y misión de nuestra Iglesia, que todas nuestra programaciones y actividades deben centrarse en Jesucristo para conocerle mejor, amarle más y seguirle de cerca; vivir en Él la vida de comunión trinitaria, creadora de comunión eclesial, que nos envía a transformar con Él el mundo hasta su perfeccionamiento en Reino de Dios.

En un mundo refractario y hostil tantas veces al mensaje cristiano hemos de aprender a hacer una ‘propuesta y presentación positiva’ del Evangelio. Y hemos de hacerlo con la alegría y el entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos y desde el testimonio que fluye de la experiencia personal de encuentro con el Señor. Esta experiencia personal necesita siempre estar refrendada por la vivencia de la comunidad, “memoria de salvación”, que es la Iglesia; es esto algo que debe ser subrayado en una sociedad individualista como la nuestra. Ya decía San Agustín que ‘un cristiano solo, es ningún cristiano’: somos cristianos junto con otros cristianos, junto con y en la comunidad de la Iglesia, cuya fe compartimos, celebramos y vivimos.

En definitiva. El encuentro personal con Cristo y la contemplación de su rostro en la oración personal y comunitaria, en la Palabra y en los sacramentos, en especial de la Eucaristía y de la Penitencia, y en su reflejo en el rostro de los hombres, especialmente en los pobres, son de vital importancia para nuestra vida y misión.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Apertura del Curso Pastoral

21 de septiembre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Estamos comenzando un nuevo curso, también en la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana, en sus servicios diocesanos, en sus comunidades parroquiales y religiosas, en sus movimientos, asociaciones y grupos. Al reemprender las tareas pastorales he convocado a todos cuantos formamos la porción del Pueblo de Dios, que es nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, a una Jornada diocesana de Apertura del Curso pastoral. Tendrá lugar, Dios mediante, el sábado 27 de septiembre. Como digo en la carta-convocatoria todos los cristianos católicos estáis invitados y convocados.

Alguno podrá pensar y decir con cierta dosis de cansancio y escepticismo: ¡Una reunión más¡ ¿Porqué, pues, esta Jornada diocesana? Pensemos que un nuevo curso es, ante todo, un tiempo nuevo de gracia que Dios nos concede a todos para seguir caminando como Iglesia del Señor en la tarea de vivir y anunciar a Jesucristo y su Evangelio de Salvación. Antes de emprender las nuevas actividades es necesario, pues, orar juntos para escuchar la voz del Señor; y es igualmente oportuno reflexionar juntos sobre el camino que Él nos marca en las circunstancias actuales de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad. Ese camino es el nuevo Plan Diocesano de Pastoral.

Recordemos el pasaje evangélico de la pesca abundante. Los discípulos han estado faenando toda la noche y no han pescado nada. Jesús les invita a remar mar adentro y echar de nuevo las redes. Pedro, a pesar de su queja inicial por la ausencia de pesca, le dirá: “En tu nombre, Señor, echaremos las redes”. ¿Qué es lo que cambia en aquellos hombres que pasan de la queja a echar de nuevo las redes? En el fondo cambia su actitud. Hasta entonces habían pescado en su barca y con sus propias fuerzas. Ahora es el Señor el que lleva el timón de la barca. Y aquellos rudos pescadores pasan de ponerlo todo en sus fuerzas a confiar plenamente en El: ahí está el secreto de la pesca abundante.

Por eso, antes de echar de nuevo las redes, antes de comenzar nuestras actividades es necesario orar, mirar y escuchar juntos al Señor, y, desde El, mirarnos a nosotros mismos. Nos veremos distintos desde los ojos de Dios. Sólo así, aunque estemos cansados y decepcionados, aunque pareciera que no vamos a pescar nada, “por tu Palabra, echaremos las redes”. Ya no será por nuestras solas fuerzas, sino en su nombre. Ya no serán nuestros propios proyectos, sino por su Palabra y sus proyectos. Confiando en su Palabra no sólo percibimos las dificultades, sino también las necesidades y las posibilidades que se nos ofrecen para seguir evangelizando.

Cierto que el “mundo” ofrece actitudes y planteamientos sutiles y hostiles que hacen más impermeable la tierra para la siembra, arraigo y crecimiento de la Buena Noticia. Pero la fuerza está en la Palabra de que somos portadores, no en quienes la llevamos en vasijas de barro. El Señor dirige la barca de nuestra Iglesia, está atento a lo que hacemos en su nombre y lo impulsa con su gracia. El alienta nuestros proyectos y actividades pastorales. Confiemos en Él y en su Palabra.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Visita Pastoral al Arciprestazgo de Segorbe

14 de septiembre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

AL PUEBLO DE DIOS EN EL ARCIPRESTAZGO DE ‘SEGORBE’

 

Amados todos en el Señor:

“La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, nuestro Señor”. Con estas palabras de San Pablo en su carta a los cristianos de Galacia (1,3) os saludo a vosotros, los cristianos del Arciprestazgo de ‘Segorbe’. Deseo anunciaros que, si Dios quiere, desde el día 18 de octubre al 21 de diciembre de este año tengo previsto realizar la VISITA PASTORAL a todas las comunidades parroquiales y religiosas de vuestro Arciprestazgo así como al resto de instituciones eclesiales en el mismo.

La Visita Pastoral es un momento de gracia de Dios para todos. Se llama así por ser la visita del Obispo, Pastor de la Iglesia diocesana, en nombre y a imagen de Jesucristo, el Buen Pastor. La Iglesia nos pide a los Obispos que hagamos la Visita Pastoral a todas y cada una de las comunidades cristianas de la Diócesis al menos cada cinco años. Así lo tengo previsto. Comienzo mi Visita Pastoral por el Arciprestazgo de Segorbe por estar en esta ciudad la sede de nuestra Diócesis.

La Visita Pastoral es una de las tareas más importantes y más bellas del ministerio del Obispo. Entre otras cosas, celebraré la Eucaristía y rezaré con vosotros y por vosotros, visitaré a enfermos y mayores, intentaré animaros a todos a vivir vuestra fe cristiana en la esperanza y en la caridad para alentaros a participar en la vida y misión de vuestras comunidades parroquiales. Ante todo quiero anunciar a Jesucristo y su Evangelio como servicio a vuestra fe y vida cristiana, personal y comunitaria. En estos momentos recios, el Señor nos llama a vivir con mayor fidelidad, si cabe, nuestra condición de cristianos y a ser testigos suyos y de su Evangelio en medio de nuestro mundo.

Quiero encontrarme con todos: sacerdotes, religiosas y seglares. Deseo estar con los niños y los adolescentes, con los jóvenes y los adultos, con los mayores, con los enfermos, con los miembros de asociaciones y cofradías, con los consejos y los grupos parroquiales, con los catequistas, voluntarios de cáritas, cantores y otros colaboradores de las parroquias. Vuestros sacerdotes os darán a conocer el horario de los actos de la Visita Pastoral en cada parroquia. Por mi parte os invito a los dos actos más significativos en cada parroquia: a la celebración de la Eucaristía y a la reunión con la comunidad parroquial. Oremos ya desde ahora por la intercesión de la Virgen de la Cueva Santa por los frutos espirituales de la Visita Pastoral.

Finalmente os invito a participar en la Eucaristía de apertura de la Visita para  vuestro Arciprestazgo de Segorbe el día 18 de octubre próximo en la S.I. Catedral de Segorbe a las 7,00 de la tarde. Haced un pequeño esfuerzo. Os espero.

Con mi afecto y bendición, vuestro Obispo

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Fiestas en honor del Cristo

14 de septiembre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

En la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre, quiero referirme a las fiestas en honor de Cristo, que, bajo distintas y muy bellas  advocaciones, celebran muchos de nuestros pueblos en este mes de septiembre. He podido comprobar personalmente la gran devoción al ‘Santísimo Cristo’ en nuestra tierra, que cuenta con una larga tradición y que se aviva en las fiestas patronales. Sin embargo puede que con el paso del tiempo para muchos las fiestas en honor de Cristo queden reducidas a una bella tradición, heredada del pasado, pero sin incidencia en el presente. Si así fuera, terminaría por perderse. Sólo si nuestras fiestas están ancladas en una fe viva en Cristo Jesús, el Señor muerto y resucitado, para la vida del mundo, se mantendrá también viva la tradición, y ésta será verdadero motivo de alegría y, a la vez, fuente de vida cristiana para todos y motor de esperanza para nuestro mundo.

Por ello en el centro de las fiestas patronales en honor del Cristo hemos de situar siempre a Jesucristo, clavado en la Cruz. Y Cristo en la Cruz es la manifestación suprema del amor de Dios hacia la humanidad, hacia todos y cada uno de nosotros. “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna” (Jn 3, 15). En la Cruz, Cristo nos manifiesta el verdadero rostro de Dios. Un Dios que es Amor infinito, eterno y fiel, compasivo y misericordioso. Por puro amor, Dios nos ha llamado a la existencia, nos ha creado a su imagen y semejanza, y nos invita a participar de su misma vida. Dios no es un competidor del ser humano, de su deseo de libertad o de su anhelo de felicidad. Al contrario: Dios quiere que el hombre viva, que sea verdaderamente libre y feliz. Tal es su amor, que Dios ni tan siquiera nos abandona, cuando en uso de nuestra libertad rechazamos su amistad y su amor: Dios en su amor compasivo y misericordioso, sale a nuestro encuentro para darnos el abrazo del perdón y de la reconciliación. Dios envía a su mismo Hijo, para recuperarnos del mundo de las tinieblas, de la esclavitud y de la muerte.

Por esto mirando al Santo Cristo de nuestro pueblo hemos de preguntarnos cómo está nuestra fe en Dios y en su Hijo Jesucristo. Es posible que nos hayamos dejado arrastrar por la mentalidad dominante y hayamos rechazado de hecho nuestra condición de hijos amados por Dios. Puede que nos hayamos alejado de él, que nos avergoncemos de nuestra condición de cristianos, que reduzcamos nuestra fe cristiana a momentos puntuales de culto, sin ninguna incidencia en nuestra vida personal y ciudadana, matrimonial y familiar, cultural y social.

Si así fuere a los pies de ese Cristo podremos descubrir que Dios es Amor por nosotros. Un Dios que nos ama con un amor siempre nuevo y personal, con un amor que le lleva hasta el límite del infinito dolor de la cruz, un amor que nos sigue amando y buscando pese a nuestros rechazos y desvaríos. Cristo quiere saciar nuestra sed de vida, de felicidad, de libertad. No tengamos miedo. Abramos nuestro corazón a Cristo.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Domund en el ‘Año Paulino’

12 de septiembre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Nos disponemos a celebrar el Domund. Este día nos recuerda cada año que el mandato misionero de Jesús sigue siendo una prioridad para todos los bautizados. Todos estamos llamados a ser testigos, siervos y apóstoles de Cristo Jesús. Porque evangelizar constituye la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda.

En este ‘Año Paulino, tiempo de gracia y de recuerdo agradecido al gran Apóstol de los gentiles, la Iglesia nos propone a San Pablo como modelo de compromiso misionero. Pablo recibió la vocación de proclamar el Evangelio a los gentiles; el Señor le había anunciado: “Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles” (Hch 22, 21). En sus viajes apostólicos, en sus gozos y en sus penurias, con sus desvelos y sufrimientos, Pablo nos muestra un amor extremo a Jesucristo hasta entregar su vida a favor del Evangelio.

Se dedicó a llevar con su palabra y con su vida la fragancia del Evangelio a todos. Como embajador de Jesucristo lo hizo presente en sus numerosos viajes. El pudo exclamar: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! (1 Cor 15,16).

Su experiencia es tan profunda y está tan impregnado de amor que no puede por menos que identificarse con Cristo y difundir en todas partes el olor de su conocimiento “pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo” (2 Cor 2,14-15). Pablo realizó un servicio de amor total por el bien de los demás para que descubrieran la grandeza de creer en el Salvador de la humanidad. “Por mi parte, muy gustosamente gastaré y me desgastaré totalmente por vuestras almas” (2 Cor 13,15).

Pablo no se acomoda, ni se echa atrás ante la dificultad. Al contrario. En todo momento muestra un profundo ardor apostólico y una pasión misionera sin límites. El había comprendido que anunciar a Jesucristo es lo más importante. Su misión consiste en “anunciar el Evangelio allí donde el nombre de Cristo no era aún conocido” (Rom 15,20). Él mismo se siente “deudor de todos” (Rom 1,14), urgido por la caridad y sin otra razón de ser que la de anunciar el Evangelio, un misionero de por vida y con una entrega total. Es la pasión por Cristo y por el anuncio del Evangelio lo que le lleva a pasar por todas la penalidades.

Ha comprendido que la historia del género humano tendrá su plenitud en el momento que Dios “sea todo en todos” (1 Cor15, 28). Nadie está excluido del amor de Dios, de conocer a Jesucristo y a todos se le ha de anunciar puesto que los pueblos son merecedores de tal don, el de la fe en el Evangelio.

Este año dedicado a San Pablo, en el que en el Plan Diocesano de Pastoral nos hemos fijado trabajar por una Iglesia diocesana de comunión para la misión, debería ser un revulsivo para todos cuantos la formamos. Caigamos en la cuenta de que la misión es ley fundamental de todos. Pues todos estamos llamados a anunciar con gestos, palabras y hechos que Jesucristo es el único Salvador del género humano. La misión es nuestra razón de ser: una Iglesia viva es misionera y cuna de vocaciones misioneras.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Sobre ‘Educación para la Ciudadanía’

7 de septiembre de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

A partir del este curso académico comenzará a impartirse también en nuestra Comunidad Valenciana la asignatura ‘Educación para la Ciudadanía’, implantada por la Ley Orgánica de Educación. He esperado a los últimos desarrollos jurídicos para nuestra Comunidad para expresar algunas consideraciones sobre EpC. La Orden de la Consellería de Educación de 10 de junio pasado, que paliaba alguna de las graves objeciones que plantea dicha asignatura, fue recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia, que ha suspendido su aplicación en puntos importantes, en concreto en la opción B de EpC. En consecuencia, EpC ha de ser cursada obligatoriamente por todos los alumnos de segundo curso de ESO en todos los colegios públicos y de iniciativa social sostenidos con fondos públicos.

En el ejercicio de mi responsabilidad pastoral me dirijo a todos los católicos de nuestra diócesis para ofreceros criterios ante la nueva asignatura. Asumo la Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal de 28 de febrero de 2007.

Antes de nada debo decir que no hay nada que objetar contra una educación cívica; como tampoco habría nada que objetar contra una EpC, que, libre de componentes ideológicos, preparara para la convivencia democrática y se centrara en el estudio de los derechos humanos, del ordenamiento constitucional, de las instituciones sociales intermedias, de los organismos comunitarios europeos, etc. Así configurada, la EpC sería aceptable por todos y una materia importante para la formación de los alumnos. Así se viene haciendo en otros países de la Comunidad Europea.

Pero sí hay que decir que la EpC tal como está concebida en la LOE y desarrollada en los Reales Decretos, vinculantes también en nuestra Comunidad, “es inaceptable en la forma y en el fondo: en la forma, porque impone legalmente a todos una antropología que sólo algunos comparten y, en el fondo, porque sus contenidos son perjudiciales para el desarrollo integral de la persona”. Con esta materia, el Estado  impone con carácter obligatorio para todos los alumnos y en todos los centros una determinada formación de la conciencia moral, al margen de la elección de los padres. De este modo se conculca el derecho originario y prioritario de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones; un derecho que el Estado ha de garantizar tal como está reconocido por la Constitución española (Art. 27, 3).

No cabe duda que la normativa estatal sobre la nueva asignatura “pretende formar, con carácter obligatorio ‘la conciencia moral cívica’ de todos los alumnos en todos los centros”. En concreto, esta asignatura intenta educar a todos los alumnos en una concepción del mundo y del hombre ajena a Dios, donde las nociones del bien y del mal moral son relativas y donde se transmite una ‘ideología del género’ opuesta a la antropología cristiana. Recordemos que en nuestra diócesis en torno al 90% de los padres con hijos en educación primaria y en torno al 70% en secundaria piden, año tras año, libremente y en virtud del derecho fundamental que les asiste, la formación religiosa y moral católica, con la que entra en clara contradicción la nueva materia.

Además, muchos padres han elegido centros de la Iglesia para la educación de sus hijos con su carácter o proyecto educativo cristiano, que también se ve contradicho por esta nueva materia. El Gobierno no ha ofrecido garantía jurídica de que los centros de la Iglesia puedan adecuar el programa de la asignatura al ideario católico de los centros. También los centros y las instituciones o titulares de los centros católicos se van a ver obligados a poner una materia que, en su conjunto o parcialmente, está en contradicción con su carácter propio, con lo que también se cercena la libertad de estas instituciones; no podrán desarrollar con entera libertad su proyecto educativo y verán limitados sus derechos a la libertad educativa. Al actuar así el Estado traspasa sus competencias y lesiona derechos fundamentales de los padres y de la escuela libremente elegida. Esta ingerencia del Estado no debería darse, si queremos una sociedad libre.

Por todo ello decimos los Obispos que “las enseñanzas antropológicas orientadas a la formación de la conciencia moral –tanto en lo ‘personal’ como en lo ‘social’– no son competencia del Estado. La autoridad pública no puede imponer ninguna moral a todos: ni una supuestamente mayoritaria, ni la católica, ni ninguna otra. Son los padres y es la escuela, como colaboradora de aquéllos, quienes tienen el derecho y el deber de la educación de las conciencias, sin más limitaciones que las derivadas de la dignidad de la persona y del justo orden público… Lo que denunciamos son unas enseñanzas concretas que, bajo el nombre de ‘Educación para la ciudadanía’, constituyen una lesión grave del derecho de los padres a determinar la educación moral para sus hijos”.

¿Qué hacer, en consecuencia, en esta situación? “Los padres harán muy bien en defender con todos los medios legítimos a su alcance el derecho que les asiste de ser ellos quienes determinen la educación moral que desean para sus hijos”. Entre éstos medios legítimos está la objeción de conciencia frente a EpC sea en centros públicos sea en los de iniciativa social, también en los colegios católicos.

La objeción de conciencia es reconocida explícitamente en la Constitución española en relación con la prestación del servicio militar obligatorio. Pero el Tribunal Constitucional ha interpretado que el derecho a la objeción de conciencia existe y puede ser ejercido sin necesidad de que haya una ley que lo regule, pues forma parte del contenido del derecho fundamental a la libertad ideológica y religiosa, reconocido en el art. 16.1 de la Constitución. Y la Constitución es directamente aplicable, especialmente en materia de derechos fundamentales. De esto se deriva que la objeción de conciencia es una exención legítima de la observancia de una ley y no puede ser confundida con la insumisión a la ley. Por ello, los objetores no son insumisos ni pueden ser intimidados con amenazas del tipo que sean.

La objeción de conciencia es algo que responsable y libremente han de decidir los propios padres. Está en juego la educación de sus hijos y la libertad de educación. Los padres que presentan objeción de conciencia no actúan contra los centros escolares, sino que defienden su derecho a elegir la formación moral de sus hijos; y defienden también la neutralidad de la escuela pública y el carácter e ideario propio de los centros privados. Nadie puede legítimamente impedir ni tampoco forzar la opción de presentar objeción de conciencia. Tanto los colegios públicos como los de iniciativa social habrán de respetar la opción que los padres hagan. Y la Administración educativa debería respetar el derecho subjetivo de los padres a la objeción de conciencia y ofrecer a estos alumnos el tratamiento adecuado hasta que el Tribunal Supremo resuelva las cuestiones pendientes sobre este asunto.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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En defensa de la vida humana

27 de julio de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Por si no fuera poco con los más de cien mil abortos legales al año, por si no fuera suficiente con los terribles abusos en la aplicación de la ley del aborto, todavía se quiere ampliar la posibilidad legal del aborto en aras de no se sabe qué tipo de progreso.

Ante este anuncio hay que recordar de nuevo que la vida de todo ser humano, en cualquier fase de su desarrollo, desde su fecundación hasta su muerte natural es inviolable. El respeto y la defensa de toda vida humana es la primera expresión de la inviolabilidad de la dignidad de toda persona humana. Cualquier ataque contra la vida humana en cualquiera de sus etapas de desarrollo merece la más enérgica repulsa.

Entre nosotros se extiende la así llamada ‘cultura de la muerte’, basada en el egoísmo individualista. A nuestra sociedad le aqueja una grave incoherencia y un doble lenguaje a la hora de reconocer, respetar y promover el derecho a la vida. En la cultura del culto al cuerpo, que nos invade, se subraya la importancia y el valor de la vida de los sanos, pero no se valora del mismo modo la vida de los enfermos incurables, ni la de los ancianos, ni la de los niños no nacidos.

Nos duelen, y con toda razón, los muertos y heridos de las masacres terroristas. Nos duelen y protestamos con razón por las víctimas inocentes de las guerras y de las violencias domésticas. Pero todas estas manifestaciones son contradictorias e incoherentes, y, en el fondo, farisaicas, si no rechazamos con la misma rotundidad la muerte provocada de los seres humanos más débiles e indefensos: los embriones concebidos y no nacidos, y los enfermos incurables.

Nos estamos volviendo insensibles y callamos ante la experimentación con embriones humanos y su muerte. Callamos ante la llamada reducción embrionaria, que consiste en terminar con la vida de varios fetos para que uno o dos prosigan su andadura vital. Miramos hacia otro lado ante el uso de métodos abortivos que impiden la implantación del embrión o ante el uso de la llamada ‘píldora del día después’. Apenas han tenido eco entre nosotros los más cien mil abortos realizados en España en el año dos mil siete, según la estadística oficial. Y, por si no fueran ya pocos los abortos, el gobierno anuncia una ampliación de los plazos de la ley del aborto y la legalización de la eutanasia. ¿Seguiremos callando y mirando hacia otro lado ante la muerte provocada de tantos seres humanos? El silencio también nos hará culpables.

La Iglesia es criticada con el fin de ser silenciada, cuando se opone al aborto voluntario, a la eutanasia, o a los experimentos con embriones humanos, que se pretenden legitimar como una presunta consecuencia del pleno reconocimiento de la libertad individual. Pero nadie puede disponer de la vida de otro. No hay un derecho a matar. El hombre no es creador ni dueño de la vida de nadie. La libertad individual, para ser verdadera y justa, tiene que respetar el derecho a la vida de los demás, anterior a nuestra libertad y garantizado por el único creador que es Dios. La vida proviene siempre de Dios. No podemos disponer nunca de la vida de los demás en provecho propio, ni siquiera decidir sobre la nuestra.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Al servicio de la comunión y la misión

20 de julio de 2008/0 Comentarios/en Cartas 2008/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos

La evangelización de todos los hombres es la misión permanente y siempre nueva de nuestra Iglesia diocesana. Nuestra Iglesia no existe para sí misma, sino que ha sido convocada para ser enviada a anunciar, celebrar y servir a Cristo y su Evangelio, esperanza y vida para el mundo. Está tarea corresponde a todos: sacerdotes, religiosos y laicos, según la vocación, el ministerio, el carisma y los dones que cada uno ha recibido; a las familias cristianas, a las comunidades parroquiales y eclesiales, a los grupos y movimientos eclesiales.

No olvidemos que el programa de la Iglesia, hoy y siempre, es una persona: Jesucristo y su Evangelio de Salvación. Pero, para poder ser fiel a la tarea recibida, nuestra Iglesia diocesana ha de tener en cuenta los destinatarios, los hombres y mujeres de cada época, así como las circunstancias y las necesidades del momento, en que vive y lleva a cabo su misión. Por ello, desde la lectura de los signos de los tiempos, hemos de fijar los medios más adecuados para la acción pastoral y la eficacia salvadora del Evangelio. A este fin se encamina el Plan Diocesano de Pastoral, que en breve recibiréis impreso y que ya podéis ver en la página web de la Diócesis. En él se contienen las directrices y acentos pastorales en la tarea de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón durante el próximo quinquenio.

El Plan lleva por título ‘Por una Iglesia Diocesana de comunión para la misión”. A este propósito San Juan nos recuerda: “lo que hemos visto y oído, la Palabra de Vida, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea perfecto” (1 Jn 1, 3).  Estas palabras resumen a la perfección la razón de ser y de existir, la finalidad y la tarea permanente de nuestra Iglesia: como en su origen, la misión de la Iglesia es hoy y siempre anunciar y testimoniar a Jesucristo, la Palabra de Vida, para generar comunión con los creyentes, y, por ésta, con Dios, Padre e Hijo en el Espíritu. Ambas son inseparables. El anuncio y testimonio de la Palabra de Vida lleva a la fe, a la conversión y al bautismo, a la comunión en la nueva Vida en la comunión con los creyentes, la Iglesia. Ésta es y sigue siendo la llamada del Señor en este momento a nuestra Iglesia de Segorbe-Castellón. El fin de la misión evangelizadora nuestra Iglesia es invitar a la comunión con Dios y con los creyentes.

Como a Pedro, el Señor nos invita a remar mar adentro y a echar de nuevo las redes. Conducidos por el Señor, los católicos de Segorbe-Castellón nos disponemos a remar en la misma barca de la Iglesia diocesana hacia el ancho mar de nuestra sociedad. Antes de echar las redes, es necesario mirar al Señor, y, desde Él, mirarnos a nosotros mismos para recobrar la confianza. Es el Señor el que lleva el timón de la barca de nuestra Iglesia. Hemos de pasar de ponerlo todo en nuestras fuerzas a confiar plenamente en Él. Ahora nos toca a todos recibir y aplicar el Plan Diocesano de Pastoral, para trabajar unidos en la misma dirección.

Con mi afecto y bendición,

 

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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12 May 2024

#CartaDelObispo #MayoMesDeMaria

💐🙏 El Obispo nos exhorta, en su carta semanal, a contemplar a la Virgen e imitarla en su fe, esperanza y caridad, porque ella dirige siempre nuestra mirada hacia Jesús; y nos ofrece y nos lleva a Cristo ✝️

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