Celebración del Viernes Santo: “En la oscuridad de la Cruz rompe la luz de la esperanza”
A las 17 h. ha comenzado la celebración de la Pasión del Señor de este Viernes Santo, que ha presidido nuestro Obispo, D. Casimiro, en la S.I. Catedral de Segorbe. Ha concelebrado el Deán, D. Federico Caudé, el canónigo, D. José Manuel Beltrán, y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos, asistiendo D. Julio José Sevilla, Diácono Permanente.
La Iglesia no celebra hoy ni mañana la Eucaristía, el altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos, pero conmemora con solemne sobriedad la Pasión y muerte del Señor: escuchando la Palabra de Dios, con la oración universal rezando para que a todos los hombres llegue la salvación de Cristo, adorando con devoción el madero santo de la cruz como expresión de fe y agradecimiento al Señor, y comulgando del pan consagrado en la Misa vespertina de ayer.
El Obispo y los ministros han entrado en silencio y se han postrado en el suelo, ante el altar, significando la humillación de la humanidad que implora perdón por sus pecados, así como la tristeza y el dolor de la Iglesia. Van vestidos de rojo, que significa el derramamiento de sangre. Es el color de los mártires, y de Jesús, que da su vida por toda la humanidad.
En la homilía, tras la liturgia de la Palabra, D. Casimiro ha exhortado a contemplar la pasión y muerte de Jesús. “En la cruz se nos manifiesta el rostro de Dios”, ha dicho, “mirando su rostro desfigurado por los golpes, la fatiga, el sufrimiento interior, vemos el rostro del Padre”. Cristo “carga hasta el final con el peso de los pecados de todos los hombres y de todo sufrimiento humano. Con su muerte redime al mundo”.
“Jesús, el Hijo de Dios, ha muerto por ti y por mí, por cada uno de nosotros”, ha continuado, y esa “es la prueba concreta de cuán grandes y cuán valiosos somos a los ojos de Dios”, expresando “el dolor de muchos hermanos, que hoy padecen angustia y desconcierto, en parte por sus pecados, pero mucho más aún por los pecados de los demás, por las violencias y por los egoísmos humanos, que los aprisionan y esclavizan”.
“En la oscuridad de la Cruz rompe la luz de la esperanza”, ha explicado el Obispo, porque en ella se nos manifiesta la grandeza del amor infinito de Dios “y la grandeza del ser humano para Dios, Él mismo quiere librarnos de cualquier pecado y de la muerte”. Ha invitado a contemplar y adorar la cruz, que “es la manifestación del amor misericordioso de Dios, la expresión del amor más grande, que da la vida para librarnos de muerte”.
A la Virgen María ha encomendado “a los que se avergüenzan de la cruz y de su condición de cristianos, a los pecadores y a todos los que sufren a causa de su pecado, del egoísmo, la injusticia o la violencia”, y también “a los enfermos y a los cristianos perseguidos a causa de su fe en la cruz”.
Tras la oración universal se ha dado paso a la adoración de la cruz, cantando tres veces la aclamación: “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. Venid a adorarlo».
E
El Cristo pertenece a la Cofradía de la Sangre – Cristo de San Marcelo de Segorbe.
Aunque en este día no se celebra la Eucaristía, se comulga del Pan consagrado en la celebración de ayer, Jueves Santo, expresando nuestra participación en la muerte salvadora de Cristo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!