Chilches inicia un Año Extraordinario por el cuarto centenario del hallazgo de la imagen del Santísimo Cristo de la Junquera
El Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, presidió ayer por la tarde en la parroquia de La Asunción de Ntra. Sra. de Chilches la Eucaristía de Apertura de un Año Extraordinario para conmemorar el cuarto centenario del hallazgo de la imagen del Santísimo Cristo de la Junquera.
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Entre los sacerdotes concelebrantes, el párroco, D. Antonio Sanfélix, y el Deán de la Catedral, D. Federico Caudé; y entre las autoridades que participaron se encontraba el alcalde, junto a la corporación municipal, y la reina y damas de las fiestas. La parte musical corrió a cargo del coro parroquial.
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El hallazgo de la imagen del Cristo fue así: “El día 18 de enero de 1625, entre nueve y diez horas de la mañana, se hallaban los hermanos Pedro y Juan Margalló arando un campo de la propiedad de su padre, Jaime Margalló, en la partida llamada de les “Chovaes”. Queriendo Pedro beber agua de una acequia inmediata y viendo que estaba algo turbia, se fue siguiendo el curso del agua para encontrarla limpia y clara, y se dio cuenta que flotaba sobre la corriente un cuerpo extraño, como si fuese un hueso. Entonces se acercó Juan y vio que era un Cristo que estaba allí, teniendo sus pies sobre una junquera. Apenas reconocen la imagen, dan aviso a otro labrador, que se llamaba Triburcio Valeriano Salvador, y acuerdan quedarse dos de ellos para su custodia, mientras el otro parte a dar la noticia a las autoridades del pueblo. Pronto se organizó una nutrida procesión para recoger la imagen y llevarla a la iglesia del pueblo. Al lugar del hallazgo acude el cura de Chilches, don Tomás Vidal; el de Moncofar, don Pedro Bernat, y el alcalde de Chilches, José Melchor, con todos sus concejales y el pueblo en masa. Esta historia se halla corroborada, con quince pruebas testificales ante el notario de Almazora don Tomás Salvador”. Igualmente consta el hecho en los gozos dedicados al Santísimo Cristo.
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Esta imagen que fue robada en 1936 durante la guerra civil fue hallada por unas niñas en mayo de 1940 cuando jugaban en las afueras del pueblo. Esta vez se hallaba sin la cruz y sin los brazos entre los escombros de un edificio. “Este es nuestro Cristo”, se dijeron, y al presentarlo a las autoridades y ser reconocido por todo el pueblo, se acordó llevarlo a Valencia para que el escultor don José María Ponsoda Bravo lo restaurase convenientemente y, además, le hiciese unas andas nuevas para llevarlo en procesión. Se venera en la iglesia parroquial en un precioso altar construido en 1945 por suscripción popular.
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“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”
Como ocurrió aquella mañana de 1625, hoy el Señor sale al encuentro del pueblo de Chilches, indicó el Obispo en la homilía, “para que vuestra devoción al Santísimo Cristo de la Junquera no quede en una mera tradición del pasado, sino que os ayude a celebrar la fe cristiana, personal y comunitaria, para así reavivar las raíces cristianas de vuestro pueblo, y para que acogiendo al Cristo y al amor de Dios que nos trae, lo llevéis a los demás, de modo que la alegría del Evangelio llegue a todos”.
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D. Casimiro resaltó una frase de la liturgia de la Palabra: “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”. Y destacó tres palabras: amor, fe y vida eterna.
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Nuestro origen y nuestro destino está “en el amor de Dios, un amor infinito, compasivo y misericordioso, que busca siempre el bien de cada persona. Somos fruto del amor de Dios, que nos ha creado a través del amor de nuestros padres para que, acogiendo el amor en Cristo muerto y resucitado, lleguemos a su plenitud en la vida eterna”, explicó.
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Exhortó por ello a tener fe, “a creer en Cristo Jesús, dejándonos tocar por Él de corazón, que sale a nuestro encuentro en su Palabra, en la Eucaristía, en los sacramentos, en las personas de nuestro entorno, en los pobres y necesitados”. También a la renovación de nuestra fe, “dejando que impregne nuestra vida”, de modo que no separemos nuestra fe de nuestro día a día, y que como bautizados no vivamos como si Dios no existiera.
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“Para que creyendo en Él tengamos vida, y vida en plenitud”, dijo en relación a la vida eterna, porque Él es el único que puede colmar nuestro deseo de perfección, de felicidad, de amor y de vida. También nos llena de “la alegría de ser cristiano. Una alegría que no es superficial y pasajera, sino que se basa en saberse en todo momento amados por Dios, ni siquiera cuando le damos la espalda”.
Tras la celebración de la Eucaristía se pudo escuchar por primera vez la Marcha compuesta por D. Juan Salvador Melchor, vecino del pueblo y músico profesional, en honor del Santísimo Cristo de la Junquera.
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