«Como mostró Jesús a través de la cruz, sólo el amor puede vencer al mal»
Son palabras de ánimo de la Madre Ángela, Superiora General de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret que desarrollan su misión en 13 países de 5 continentes diferentes: África, Asia, Australia, Europa y América del Norte. Uno de esos países es Ucrania con casas en Cherson (Diócesis de Odesa), dos casas en Kiev y una en Zhytomyr (Diócesis de Kiev-Zhytomyr), en Gniewan (Diócesis de Kamieniec-Podolski), y una más en Browary (Diócesis de Kiev-Zytomierz). La misión en Ucrania estuvo precedida de mucho discernimiento hasta que en septiembre de 2014, siendo la Hermana Jana Zawieja (ahora en Benicàssim) la Superiora General de la Congregación visitó Ucrania junto con las dos Superioras Provinciales de Polonia, estableciéndose una nueva unidad administrativa en la Región de San Miguel Arcángel en Ucrania.
Desde que estallara la guerra, las hermanas siguen unidas en oración y, fieles a su carisma, atendiendo y ayudando a las familias que lo necesitan. Hasta allí llegan las palabras de ánimo y consuelo de la Superiora General que nos presenta la situación actual de las 14 hermanas que todavía permanecen en Ucrania. A pesar de la tragedia provocada por la guerra, las hermanas no cesan en prestar su servicio allí donde un alma llora necesitada de alimento, techo, abrigo, e incluso consuelo,
Ucrania (carta de Madre Angela, Superiora General de la Congregación) 14 de marzo, 2022
Queridas Hermanas,
La mirada de casi todo el mundo está puesta en lo que está sucediendo en Ucrania. Como Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, nuestros corazones, pensamientos y oraciones también se centran allí. Me gustaría daros a conocer cuál es la situación de nuestras hermanas en este conflicto.
Las catorce hermanas que quedaron en Ucrania me momento están a salvo. Hay momentos tranquilos, pero también hay momentos en los que los enfrentamiento suceden tan cerca que se oyen perfectamente, las hermanas siempre están alerta por si suenan las alarmas por ataque o bombardeo. Así nos lo contó la hna. María Beata Wilk, la superiora regional: «Nuestra situación es bastante incierta. No sabemos lo que sucederá mañana o esta misma noche. Por eso tratamos de vivir al día».
Las hermanas de Kiev y Brovary todavía pasan la noche en los sótanos de los monasterios o iglesias cercanos. Durante día y noche, las hermanas ayudan a las familias y a los niños que se alojan con ellas en los refugios. La gente viene y va constantemente, y siempre hay alguien nuevo, incluidos refugiados de otras partes de Ucrania.
Las hermanas de Zhytomyr (oeste de Ucrania) ayudan a desempaquetar y distribuir productos de ayuda humanitaria que les llegan a través de Caritas. Todas las noches, las hermanas rezan el rosario en directo, vía zoom, reuniendo a más de 100 personas, familias y comunidades de Ucrania, Polonia, Bielorrusia, Italia, Francia, EE. UU…. tal vez incluso más. Esto parece ser una fuente de fortaleza y esperanza para muchos.
En Gnievan (cerca de Kiev), las hermanas siguen dedicando sus días a ayudar y apoyar a los afectados por la guerra. Por la noche, también duermen en el edificio parroquial, donde se sienten más seguros.
Gracias a Dios, las familias de nuestras hermanas ucranianas también están bien. La mayoría se quedaron en Ucrania, aunque al menos una familia fue evacuada a Polonia, donde se alojan con nuestras hermanas en uno de nuestros conventos.
También resultó providencial la presencia de las hermanas que estuvieron en Ucrania y ahora están en Polonia. Por ejemplo, una de ellas ayuda en la frontera acompañando a grupos de refugiados a lugares seguros, ayuda con la traducción, luchando contra la desinformación y ofreciendo su presencia para escucharles y acompañarles espiritualmente. También asiste en la organización de la ayuda humanitaria enviada a Ucrania. Otra hermana ayuda en Rabka, donde hay niños evacuados de un orfanato, y una tercera hermana se encuentra en Komańcza, muy cerca de la frontera con Ucrania.
Queridas hermanas, aunque la guerra en Ucrania es ciertamente una terrible tragedia que causa mucho dolor y sufrimiento, también hay muchos signos de amor y esperanza que brotan de este trágico evento . Vemos en nuestra Congregación cómo nuestras hermanas han estado a la altura de las circunstancias y buscan en todo momento formas de ofrecer apoyo a quienes lo necesitan desesperadamente. Así que me gustaría compartir con vosotras una simple pincelada de lo que está sucediendo.
Nuestra primera y más fuerte respuesta a esta crisis es la oración. En todos los países donde nuestras hermanas están presentes, hay intensas oraciones por el fin de la guerra, incluso en lugares tan lejanos como Australia o Filipinas. Mucha gente reza el Rosario, se celebran muchas Misas, se celebran Horas Santas y vigilias nocturnas de oración, y las hermanas se reúnen cada día con mucha gente (incluso con estudiantes de nuestras escuelas) para rezar por la paz.
Las hermanas de Bielorrusia, conmocionadas por estos hechos, también ayunan y oran fervientemente todo el día por el fin de la guerra. En una de sus conventos cercano al aeropuerto militar, las hermanas sufren profundamente, sabedoras de que los aviones que oyen son aviones rusos que se dirigen a Ucrania. Como dijo una de las hermanas: «Es aterrador y estamos llorando junto al pueblo ucraniano».
Una de las trágicas consecuencias de la guerra es la enorme cantidad de refugiados obligados a huir de sus hogares, separando casi siempre a esposas e hijos de los padres que se quedaron para defender su país. Para aliviar este sufrimiento, familias de refugiados fueron acogidas en nuestros conventos de Polonia: Komańcza, Cracovia, Lublin, Ostrzeszów, Poznań, Rabka, Varsovia y Żdżary. Los miembros de la Asociación de la Sagrada Familia también acogieron a familias de refugiados. Otras comunidades e instituciones en los Estados Unidos, Francia e Italia también han expresado su disposición a aceptar refugiados si surge la necesidad.
Las comunidades que no pueden aceptar refugiados por sí mismas intentan ofrecer asistencia de otras formas, incluso comprando artículos, como alimentos y ropa de cama, para otras instituciones. Varias hermanas trabajan como voluntarias en estaciones de tren y otros centros de refugiados en Cracovia y Varsovia. Se están haciendo esfuerzos para ayudar a las madres de estas familias a encontrar trabajo o alojamiento permanente.
Para los niños alojados en varios centros temporales, las hermanas organizaron actividades, incluidas clases de polaco. Los niños ucranianos fueron admitidos en nuestras guarderías y escuelas en Częstochowa, Gdynia, Kalisz, Cracovia, Łuków, Poznań y Varsovia. También en Kalisz, los niños forman parte incluso de las actividades de oratorio.
Nuestras instituciones están constantemente recolectando artículos de primera necesidad. En muchas de nuestras escuelas y guarderías se recogen ropa, medicinas, alimentos, artículos de higiene y pañales. Ya han llegado camiones de Polonia a Ucrania y se han enviado paquetes a Polonia desde EE. UU. También se enviaron rosarios a los soldados para brindarles apoyo espiritual.
Las donaciones de dinero provienen de escuelas, hospitales y parroquias para ayudar tanto a Ucrania como a los refugiados que llegan a Polonia. Por ejemplo, algunas escuelas en Estados Unidos han recaudado fondos de manera creativa al animar a que los estudiantes hagan una donación y además vengan a la escuela vestidos de azul y amarillo en apoyo a los niños y al pueblo ucraniano. Muchos de nuestros monasterios también han hecho donaciones, e incluso algunas hermanas a título personal han donado parte de la pequeña paga que reciben.
Además, las hermanas utilizaron varios medios a su disposición para compartir información sobre las necesidades de nuestras hermanas y la nación ucraniana con quienes les rodean, incluso a través de las redes sociales y reuniones parroquiales. Algunas incluso acudieron a las instituciones nacionales para pedir un mayor apoyo a Ucrania.
Queridas hermanas, como mostró Jesús a través de la cruz, sólo el amor puede vencer al mal. Por eso os agradezco ser instrumentos del amor de Dios. Agradezco a cada hermana y comunidad por todas sus oraciones y esfuerzos. Esto ha sido sólo una pincelada, sería imposible mencionar todas las buenas acciones y sacrificios que habéis realizado en esta carta. Solo quiero daros una visión general del bien que se estado haciendo. Sin embargo, Dios que lo sabe y lo ve todo, seguramente bendecirá cualquier esfuerzo en modos que tal vez nunca sepamos.
Finalmente, me gustaría compartir la reflexión de la hna. María Beata: “Esperamos que esta guerra termine lo antes posible. Confiamos en que Dios nos protegerá y que todavía podremos servir a la Iglesia en Ucrania. Gracias por vuestras oraciones, contamos mucho con ellas”.
Hna. Angela Marie
La Superiora General
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