Cursillos de Cristiandad celebra su octava Ultreya Nacional
Un grupo de 23 cursillistas de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, en su mayoría jóvenes, participaron este fin de semana en la VIII Ultreya Nacional del Movimiento, que tuvo lugar en la plaza de toros de la ciudad de Toledo.
Llegados de toda la geografía española, hermanos de distintas Comunidades se congregaron el sábado, a partir de las 17.30h., en ambiente familiar. El acto inaugural fue presidido por Mons. Ángel Rubio, Obispo emérito de Segovia y anterior Consiliario Nacional del MCC. Festiva fue la presentación por diócesis, poniendo a prueba la capacidad de hacerse visible en medio de los 1500 participantes. La motivación inicial estuvo a cargo de Merche Moreno introduciendo el tema de las jornadas: Volvamos a Galilea. La Vigilia de oración propició ese reencuentro con el Señor renovando viejos compromisos, redescubiendo y rememorando aquél encuentro con Jesús, cuando Él se manifestó en la vida de los presentes a través de un cursillo de cristiandad.
El Domingo, bajo el calor de las tierras toledanas, después de la oración de Laudes, presididas por Mons. Francisco Cerro, arzobispo de Toledo, escucharon la ponencia del Presidente nacional, D. Álvaro Martínez, quien hizo hincapié en la necesidad de encontrarse con el Amor primero para dejarse transformar y así comunicar al mundo que Dios nos ama y siempre está a nuestro lado. El anuncio kerigmático es la seña identitaria del Movimiento. El Espíritu de Dios transforma y lleva a ser transformadores de las realidades mas diversas del mundo. Los cursillistas son gente del mundo. Ahí se desarrolla su acción como anunciadores del evangelio. Los testimonios escuchados esa mañana a todos llenó de entusiasmo pues Cristo está vivo y eso se constata en la vida de los que le siguen. La Eucaristía Dominical, concelebrada por los consiliarios que acompañaron a las 42 diócesis ahí representadas, fue presidida por el Consiliario Nacional del MCC, D. José Ángel Saiz, Arzobispo de Sevilla.
El volver a Galilea nos hizo descubrir que siempre hay que volver al principio, a ese encuentro transformador con el Señor. Que la cruz es la seña identitaria del cristiano y que sin ella nunca se llegará a la victoria. Que lo vivido con el Señor hay que comunicarlo al mundo, ese mundo tan necesitado de Dios como es el nuestro.
Los 23 cursillistas han vuelto a la diócesis con mucha ilusión y renovado compromiso. La tarea que les espera es grande, pero se sienten acompañado por Aquél que nunca falla, por el Señor Jesús vivo y resucitado.
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