D. Casimiro exhorta a «anunciar, como hizo María, al Hijo de Dios»
La fiesta en honor a la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de Segorbe y de la Diócesis, supuso el broche de oro, a varios días de celebraciones que han tenido como protagonista a la Virgen en sus advocaciones de Esperanza, Loreto y la Cueva Santa.
Han sido varios días de preparación para, como dijo ayer tarde el Obispo, «para sentir la presencia cercana de nuestra patrona la Virgen de la Cueva Santa».
Con estas palabras, Mons. Casimiro López, veneró a la Patrona de Segorbe y también de la Diócesis exhortando a los fieles a «anunciar, como hizo María, al Hijo de Dios». Fue durante la homilía de la Solemne Eucaristía que se celebró en la S. I. Catedral de Segorbe.
La Virgen se vio arropada, un día más, por la corporación municipal, demás autoridades, comisión de fiestas, reinas y damas de las fiestas, así como por las diferentes asociaciones y cofradías y numerosos fieles que, desde el pasado miércoles, han participado en cada una de las celebraciones religiosas, que ayer culminaban cantando a la Virgen «tu eres el orgullo de nuestro pueblo».
Levantarse, salir sin demora y servir
Tras la proclamación de la Palabra, D. Casimiro puso el acento en «la actitud de la Virgen María» que ha de alentarnos a que «nuestra devoción sea sincera y no quede reducida a unos días», sino que como hizo María tras el anuncio del ángel, sintamos la necesidad de levantarnos, salir sin demora y servir.
El Obispo puso el acento en esta actitud de servicio «para salir a llevar a otros, al Hijo de Dios, y el amor de Dios». Y es que, durante estos días, cada una de las celebraciones religiosas han servido para, de la mano de la Virgen, «ir al encuentro con el Señor».
En la Encarnación tiene lugar el momento central de la historia de la humanidad, recordó D. Casimiro. «Dios mismo, desde su pobreza, se hace hombre para enriquecernos con su divinidad y hacernos hijos de Dios». Y es en Jesús, Hijo de María, donde se revela quienes somos, de dónde venimos, hacia dónde caminamos y cómo hacerlo: «acogiendo el amor de Dios y trasladándolo a los demás como nos muestra María».
La gran lección de María en la celebración de ayer, tal como destacó nuestro Obispo, es precisamente en «no detenerse ante las dificultades, sino que con la fuerza del Espíritu, «salir a los caminos para anunciar lo más grande que tenemos y que es el Hijo de Dios».
D. Casimiro, fiel a la misión como Pastor de nuestra Iglesia diocesana, insistió en la necesidad de «salir de la rutina, de la tibieza, del miedo para no quedarnos recluidos en los templos y no avergonzarnos de ser cristianos y manifestarlo».
Por último el Obispo reparó en la Virgen tal como ella misma se define: esclava del Señor: «fiel servidora de Dios y de todos los hombres», matizó D. Casimiro. El don de la fe y el don de la vida nueva de Dios, «no es para que nos lo reservemos para nosotros, sino para ofrecerlo, sirviendo a todos aquellos que están necesitados de Dios».
Para concluir, Mons. Casimiro López manifestó su deseo de «encontrarnos con el Señor de manos de María, de levantarnos de nuestra dejadez y nuestro alejamiento, para habiendo acogido al Señor dentro de nosotros, salir a prisa, para anunciar a otros la maravilla, la alegría que da al saberse amados por Dios». Como en los días previos, la parte musical de la Eucaristía corrió a cargo de la Capilla Catedral bajo la dirección de D. David Montolio.
Tras la Eucaristía, la celebración culminó con la procesión de la Virgen de la Cueva Santa ante el fervor y devoción de los fieles que salieron a las calles para manifestar su veneración a la Patrona.
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