D. Casimiro exhorta a los cofrades «acoger y vivir el amor de Dios para que las procesiones sean expresión de la fe vivida»
Como cada año, en la tarde del primer sábado de Cuaresma, se celebró el Pregón Diocesano de Semana Santa. En esta ocasión, fue la Basílica del Salvador, en Burriana, el escenario de la XXXIV edición del Pregón, organizado por la Hermandad de Nuestra Señora Virgen de los Dolores de Burriana, en colaboración con la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa. La cita supone, para las Cofradías y Hermandades de Semana Santa de la Iglesia de Segorbe-Castellón, el punto de partida para vivir, a través de la religiosidad popular, la Pasión, Muerte y Resurreción del Señor.
Por designación de la Junta rectora de la Hermandad de Ntra. Sra. Virgen de los Dolores, el pregonero fue D. Santiago Ríos Guinot, actual tesorero y uno de los fundadores de la Hermandad, cumpliéndose ahora 62 años de la fundación.
D.Santiago puso en valor su orígenes cristianos a través de su familia, desde donde le inculcaron «los valores del respeto y la caridad cristiana» que profundizó en el Colegio de San José en Valencia recordando «la liturgia, ritos y costumbres de la Iglesia, como casa de Dios» que unía a todos los cristianos en las celebraciones eucarísticas. Repasó la historia de los pueblos diocesanos destacando la riqueza «en costumbres y eventos que expresan la espiritualidad en el propio arte sacro, en su vasta cultura, su lenguaje e incluso en sus manifestaciones folclóricas y festivas».
Así, se refirió a la celebración del Pregón para anunciar «la llegada de algo misterioso que convoque a todos los ciudadanos» uniéndonos en el «sentimiento popular que se remonta a cientos de años pasados y que desde hace unos menos, se refleja en el nacimiento de las Hermandades».
Recordó la figura del Cardenal Mons. Vicente Enrique y Tarancón, quien le impartió el Sacramento de la Confirmación y rememoró «la relación conjunta que de siempre han tenido las creencias humanas y costumbres religiosas», así como ilustres cristianos como fueron los beatos Fray Benito y el Padre Laureano, «dos vidas ejemplares, burrianenses canonizados por su santidad San Juan Pablo II que dedicaron sus vidas a hacer el bien a los demás, educando a los jóvenes más pobres y humildes, para que tuvieran un futuro mejor», recordando que ambos recibieron la palma del martirio, en la madrugada del 16 de septiembre de 1936.
Destacó la Semana Santa como «la la solemnidad religiosa más importante de nuestro país» y repasó la historia de la Hermandad de Nuestra Señora Virgen de los Dolores poniendo el énfasis en la devoción popular a la Virgen en la ciudad de Burriana.
D. Casimiro se refirió a la cuaresma como antesala de la Semana Santa que nos conduce a la Pascua y a la celebración gozosa de la Resurrección del Señor poniendo a Cristo Jesús en el centro del anuncio del Pregón. Recordó la imposición de la ceniza como signo «de que somos caducos, limitados y frágiles, llamándonos a la conversión para que se avive nuestra fe».
Un tiempo de cuarenta días, dijo, «lleno de gracia y de misericordia del Señor para que nos dejemos purificar, para que volvamos a levantar nuestra mirada y nuestro corazón a Dios que nos salva, nos cura, y nos da vida y vida en virtud que brota hasta la vida eterna».
Expresión de la fe vivida
Mons. Casimiro López recordó que estas semanas previas al Triduo Pascual ha de servir para que de verdad «nos dejemos llenar del amor de Dios». Un amor que, en Jesucristo, dijo, «es expresión suprema del amor de Dios que se nos da en su Hijo que muere por cada uno de nosotros». Ese es el primer anuncio «que debemos acoger los cristianos, para vivirlo y llevarlo a los demás».
Se refirió a los cofrades como «fieles cristianos y primeros destinatarios, para llevar la fe en Cristo a través de la devoción de la Virgen y dar testimonio de Jesucristo». En este sentido, exhortó a los cofrades «a acoger y vivir el amor de Dios para que las procesiones sean expresión de la fe vivida».
Para concluir, advirtió que el sentido del Pregón los es por cuanto nos invita a prepararnos durante estos cuarenta días a la celebración de la Semana Santa, empezando el Domingo de Ramos y concluyendo con la celebración gozosa de la Pascua del Señor. Expresó su deseo para que «nos dejemos tocar el corazón por el Señor para que Él ocupe el centro de nuestra vida».
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