Misión Calcuta 2022, 23 jóvenes con “los más pobres entre los pobres”
Cada 5 de septiembre celebramos la fiesta de Santa Teresa de Calcuta, canonizada hace seis años por el Papa Francisco. Un auténtico don para la Iglesia de hoy, pues constituye uno de los ejemplos más claros de cómo debemos amar a Cristo en el servicio a los más pobres, o, como ella decía, a “los más pobres entre los pobres”.
Hace poquitos días llegaron desde la India los 22 jóvenes que la Delegación diocesana para la Infancia y la Juventud ha llevado a Calcuta, en colaboración de la Subdelegación de Pastoral Universitaria y de la Delegación de Misiones. De ellos, 7 son de la Diócesis de Segorbe-Castellón, concretamente de Castellón, Nules y Almenara; y los otros 15 pertenecen a diócesis vecinas. Han estado acompañados por el subdelegado, D. Manuel Díaz.
Era la segunda vez que se ha llevado a cabo la “Misión Calcuta”, la anterior fue en el año 2019, y el fin era encontrarse con Cristo, sediento de amor en la carne sufriente de los más pobres entre los pobres. Para ello han compartido durante 16 días con las Hermanas Misioneras de la Caridad sus obras de amor en los distintos hogares: moribundos pobres (Kalighat), bebés y niños (Shishu Bhavan), niños física y mentalmente discapacitados (Daya-Dan), ancianos (Prem-Dan), chicos y chicas discapacitados/as (Nabo Jibon, Shanti-Dan).
Además, han participado cada mañana en la Misa, así como en la Hora Santa todas las tardes, ambas en la Casa Madre (Mother House); han tenido momentos para compartir sus experiencias con otros jóvenes y voluntarios; han recibido charlas sobre la Madre Teresa y su espiritualidad; e incluso han tenido algo de tiempo para hacer un poco de turismo.
El P. Manuel ha explicado que los 22 jóvenes voluntarios han sufrido, “por el clima, por el impacto de la gran pobreza y por la realidad en los hogares”, pero “han vuelto muy contentos de la experiencia, conscientes de que sus acciones allí han sido pequeñas gotas en un océano de miseria”, como dijo la Madre Teresa: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”.
Del mismo modo, “puede que la acción de estos jóvenes no haya sido imprescindible, pero no se trataba de eso, sino de hacer pequeñas cosas por amor a Jesucristo, y sabiendo que para Él sí que somos imprescindibles e insustituibles”, ha indicado el subdelegado. Para esta misión que han llevado a cabo en Calcuta les ha ayudado mucho trabajar el libro “El fuego secreto de la Madre Teresa. El encuentro que cambió su vida”, de Joseph Langford, en el que se habla de la sed que tiene Dios de nosotros, conociendo el fuego oculto que inspiró a santa Teresa de Calcuta, y leyendo sobre el modo en el que podemos convertirnos en una fuente de bondad con el prójimo.
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