Santa Misa Crismal: “Hemos sido ungidos por el Señor”
Hoy, cercano ya al Jueves Santo, día en que Cristo instituyó el sacramento del Orden, se ha celebrado la Santa Misa Crismal en la S.I. Catedral de Segorbe. Esta celebración tiene un significado especial, ya que el Obispo consagra el Santo Crisma y bendice los óleos, que representan al mismo Espíritu Santo. Son “instrumentos de salvación en los sacramentos del bautismo, de la confirmación, del orden sagrado y de la unción de enfermos”, ha dicho D. Casimiro, indicando que la “eficacia salvífica de estos signos deriva del misterio pascual, que disponemos a celebrar un año más”.
Homilía
Acción de gracias
La homilía de nuestro Obispo ha comenzado con una acción de gracias, porque, a pesar de la pandemia, el Señor “nos permite reunirnos presencialmente en esta Iglesia Madre”, “y el poder del Espíritu fecunda hoy de nuevo a esta Iglesia nuestra para que llevemos el Evangelio a todos, en especial a los pobres, para que llevemos consuelo a los afligidos a causa de la pandemia, para que seamos signo de esperanza y de la plenitud de la vida divina por la fuerza de los sacramentos pascuales”.
La Misa Crismal
D. Casimiro ha puesto de relieve la Misa Crismal, como preludio de la celebración de la Última Cena del Señor, el Jueves Santo, día en que Cristo “instituía el Sacrificio Eucarístico como fuente y cima de toda la vida cristiana”. También el Orden sacerdotal, “por lo que hoy recordamos, de modo especial, el ministerio sacerdotal, en el que obispo y sacerdotes estamos íntimamente unidos, por eso hoy renovaremos también nuestras promesas sacerdotales”. “Hoy es un día para la acción de gracias a Dios por los dones recibidos, pero también de petición por la renovación espiritual y pastoral de nuestra Iglesia y de nosotros, los sacerdotes”, ha añadido.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido y me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres”
La palabra de Dios proclamada ha resonado con fuerza en la Catedral. “Jesús es el Cristo, el Ungido del Señor, es el enviado por el Padre y el ungido por el Espíritu para anunciar la buena nueva a los pobres y a los afligidos, para traer a los hombres la liberación de sus pecados”, ha indicado el Obispo. Ello ha servido para recordar que “por el bautismo hemos sido ungidos por el Señor y consagrados por su Espíritu como casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer, a través de las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales”. “Todos los cristianos estamos llamados a dejar que el don de la nueva vida de la gracia, se desarrolle en nosotros mediante la fe en Cristo”.
Los sacerdotes, ungidos por el Señor
Gracias al Espíritu del Señor, que descendió sobre los sacerdotes el día de la ordenación, “Cristo tomó posesión de cada uno de nosotros, ya no nos pertenecemos, pertenecemos al Señor, somos propiedad suya, somos hombres de Cristo, somos otros Cristos”, que ungidos para actuar en su nombre, “nuestra es la misión de Cristo por la fuerza del Espíritu”, ha dicho a su presbiterio. “Cuánto bien nos hace recordar que somos sólo sencillos colaboradores en la viña del Señor, así contaremos siempre con Él, no es nuestra obra, sino la obra del Señor la que llevamos entre manos, no es nuestra viña, sino la viña del Señor”.
Nuestro Obispo también les ha exhortado a dejar que la mano del Señor les aferre, “así no nos hundiremos, sino que nos pondremos al servicio de la vida que es más fuerte que la muerte, y al servicio del amor que es más fuerte que el odio”. “Hemos sido ungidos por el Señor, la unción se mantiene fresca en una relación viva con Jesucristo”, tal y como recuerda el Papa Francisco, “esta relación nos salva de la tentación de la tristeza y de la amargura, de la mundanidad, de las ideologías, de la mediocridad, de la vanidad y del dinero, del individualismo y del aislamiento. Podemos perder todo pero no nuestro vínculo con el Señor, de otro modo no tendríamos nada más que dar a la gente”.
Por otra parte, les ha recordado que es necesario un encuentro personal con el Señor, que nace de la “escucha atenta y orante de la Palabra de Dios, en la oración personal diaria y en la comunitaria, en la oración de intercesión por nuestro pueblo, en el rezo pausado y atento de la Liturgia de las Horas, en la celebración diaria de la Eucaristía, en la recepción frecuente del sacramento de la Penitencia, en la adoración frecuente del Señor en el Sagrario, en la devoción a la Virgen, en los pobres y en tantas personas que el Señor va poniendo en nuestros caminos, y en nuestra propia comunidad de presbíteros”.
Los sacerdotes enfermos y fallecidos
Al finalizar la homilía, D. Casimiro ha querido recordar y pedir oración por los sacerdotes enfermos, en especial por D. Joaquín Esteve. También por los que han fallecido en este año: D. José Blasco, D. Roque Herrero, D. Constantino Bou, D. José Burgos, D. José Porcar, D. Vicente Mestre y D. Manuel López Agui.
Renovación de las promesas sacerdotales
Acabada la homilía, el presbiterio ha renovado las promesas sacerdotales que un día hicieron ante el obispo y ante el pueblo de Dios, como compromiso de vivir de forma siempre más digna la vocación recibida.
Los óleos y el santo crisma
Antes de la Eucaristía, el Obispo ha bendecido el óleo de los enfermos, que sirve para impartir el sacramento de la unción de los enfermos. También ha consagrado el Santo Crisma, que representa la gracia del Espíritu Santo, y que se impone en el Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación. Y ha bendecido el óleo de los catecúmenos, que se impone justo antes del Bautismo, que es la liberación del pecado.
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